CRISTO ATADO
A LA COLUMNA
Domingo
Beltrán (Vitoria, 1535 - Alcalá de Henares, 1590)
1563-1565
Madera
policromada
Iglesia de
Santiago el Real, Medina del Campo (Valladolid)
Escultura
renacentista tardomanierista. Escuela castellana
En el panorama de los grandes maestros escultores
del siglo XVI, podría decirse que Domingo Beltrán es de alguna manera un gran
desconocido, posiblemente debido a la dispersión de sus obras por distintos
lugares de la geografía española. Sin embargo, un análisis de su producción,
tan notable como poco común para su tiempo, le sitúa entre los autores más
destacados de la segunda mitad del siglo, mostrándose como un escultor
decantado por un manierismo de inspiración miguelangelesca, con una tendencia
clasicista muy definida y obras de esmerada ejecución.
DOMINGO BELTRÁN, UN JESUITA ESCULTOR
Domingo Beltrán de Otazu nació en Vitoria en 1535,
desconociéndose en qué lugar y circunstancias realizó su aprendizaje artístico.
Sus datos biográficos comienzan a conocerse a partir del 21 de abril de 1561,
fecha de su ingreso en el Colegio Máximo que la Compañía de Jesús tenía de
Alcalá de Henares, centro fundado en 1546 por don Francisco de Villanueva a
petición de san Ignacio de Loyola. En ese momento Domingo Beltrán tenía 25 años,
sabía leer y escribir y debía haber alcanzado cierto prestigio en el oficio de escultor1,
según se deduce de una carta del padre José de Acosta dirigida a Diego Laínez, General
de la Compañía de Jesús, en la que especifica: "En casa ha entrado un hermano que en obra de imaginería y talla es
extremadamente diestro, el cual, ofreciéndole otros muy principal partido, dijo
que más quería servir a la Compañía que en otra parte usar de cualquier ventaja".
En Alcalá de Henares permaneció dos años,
trasladándose en 1563, para culminar su noviciado, al Colegio de la Compañía de
Medina del Campo, recién fundado en 1550 bajo el auspicio del banquero Rodrigo
de Dueñas. Cuando llegó a esta ciudad vallisoletana, se acababa de inaugurar la
iglesia, cuyo patronato ostentarían el mercader Pedro Cuadrado y su esposa
Francisca Manjón, que serían enterrados en la capilla mayor. Para su dotación,
el jesuita escultor aportó sus primeras obras conocidas y documentadas: un Cristo atado a la columna, una Virgen con el Niño, un Cristo de la Agonía (última restauración
realizada en 2007) y un Calvario del
que se conserva un pequeño crucifijo en la sacristía, todas ellas realizadas
entre 1563 y 1565 y conservadas en la actual iglesia medinense de Santiago el
Real, nueva advocación de la iglesia tras la expulsión de los jesuitas en 1767.
Se ha difundido la noticia de que Domingo Beltrán era un escultor lento y
perfeccionista, lo que explica su escueta producción durante los seis años que
permaneció en Medina del Campo, donde además se dedicó a la pedagogía como
profesor de retórica.
Según el historiador de arte y padre jesuita
Fernando García Gutiérrez, Domingo Beltrán, debido a su interés por el clasicismo
escultórico, el 30 de junio de 1568 escribió una carta a Francisco de Borja, General
de la Orden, solicitando viajar a Roma para completar su formación y
perfeccionar su arte. Al parecer, desde Medina del Campo partió para la Ciudad
Eterna en 1569 y allí permaneció durante un año.
A su regreso a España en 1570, en principio iba a
ser destinado a Cuenca, donde fue reclamado para la realización del retablo de
la iglesia de la Compañía de Jesús que estaba a punto de concluirse. Sin
embargo, por circunstancias desconocidas, se trasladó a Murcia, donde fue
reclamado para trabajar en el Colegio de la Compañía, después de que Esteban
Fernández de Almeyda, obispo de Cartagena entre 1546 y 1563, consiguiera el
beneplácito de san Ignacio de Loyola para fundar en Murcia un colegio y una
iglesia de la Compañía de Jesús, bajo la advocación de San Esteban, que fue
concluida en septiembre de 1569. Esto dio lugar a una disputa por conseguir la
participación de Domingo Beltrán —hecho que ilustra sobre la estimación de sus
obras—, que finalmente se quedó en Murcia para realizar las esculturas del
retablo, entre ellas el Calvario, San Juan Bautista, San Sebastián, la Virgen con
el Niño y San Esteban, todas
ellas consideradas obras maestras, si bien las dos últimas fueron destruidas
durante un incendio producido el 24 de diciembre de 1931.
En estas obras, realizadas tras su vuelta de Roma a
España, se aprecia la impronta de un fuerte clasicismo como reflejo de su
aprendizaje romano.
En 1576 Domingo Beltrán abandonaba Murcia para
dirigirse a Madrid, donde trabajó para la iglesia de los jesuitas realizando
esculturas para la ampliación del retablo, así como un Cristo crucificado y años después, en 1587, dos retablos laterales
para la misma iglesia. Por esos años talla también un Cristo crucificado para la capilla de los jesuitas de Toledo. Con
estas obras consiguió tal prestigio en la Corte que estuvo tentado de abandonar
la Compañía para ingresar en el monasterio de los Jerónimos, con la esperanza
de que Felipe II le reclamara para trabajar en el Monasterio de El Escorial,
motivo por el que sus superiores decidieron que regresara a la ciudad de
Murcia, donde permaneció entre 1581 y 1584, realizando durante este periodo el
conocido como Cristo de la Misericordia,
destinado en origen al refectorio del colegio de San Esteban y hoy al culto en
la iglesia murciana de San Miguel Arcángel. En este momento aparece como
escultor especializado en la realización de "crucificados",
caracterizados por su fuerte clasicismo.
Tras su regreso a Madrid en 1584, en 1587 Domingo
Beltrán era trasladado al colegio de Alcalá de Henares, donde le fue
encomendado el retablo de la iglesia, obra que no pudo concluir por
sorprenderle la muerte el 27 de abril de 1590, cuando contaba 55 años de edad.
Hasta ese momento había pertenecido a la Compañía de Jesús durante 29 años, en
cuyo seno, como ha explicado José Ignacio Hernández (conservador del Museo
Nacional de Escultura de Valladolid), desarrolló su actividad artística
coincidiendo con los inicios de la andadura de la Orden.
EL MAGISTRAL CRISTO ATADO A LA COLUMNA DE MEDINA DEL CAMPO
Uno de los alicientes de esta escultura es que se
mantiene en el mismo lugar para el que fue concebida, la iglesia de Santiago el
Real de Medina del Campo, originariamente iglesia del colegio de la Compañía de
Jesús, edificio recién terminado cuando el escultor llegó a tierras
vallisoletanas. Fue elaborada entre 1563 y 1565 por Domingo Beltrán junto a una
bella y elegante imagen de la Virgen con
el Niño que también se conserva en la misma iglesia, aunque los retablos
relicario que ambas obras presiden, ubicados en los testeros del crucero, ya
son obras plenamente barrocas de 1635.
Realizada a escala natural, la airosa y expresiva
figura, que representa un pasaje de la Pasión fuera de contexto, aparece
amarrada a una columna de fuste alto y capitel, siguiendo una tradición
generalizada durante el siglo XVI. No sería hasta principios del siglo XVII
cuando en la escultura castellana se implantase el uso de columna baja de traza
troncocónica, creándose un arquetipo basado en la columna conservada en la
basílica de Santa Práxedes de Roma, allí llevada desde Jerusalén en 1223 por el
cardenal Giovanni Colonna durante el pontificado de Inocencio III, reconocida por
la Iglesia como reliquia auténtica2. En la difusión de la columna
baja serían decisivas las impresionantes versiones de Gregorio Fernández,
paradigma de los ideales tridentinos.
Cristo se muestra aferrado a la columna con las dos
manos, que aparecen amarradas al fuste por el mismo cordón que rodea su cuello.
Su correcta anatomía describe una línea serpenteante a partir de un movimiento
plenamente manierista —basado en la posición clasicista de contrapposto— que recorre todo el cuerpo, con el peso descansando
en la pierna derecha, lo que permite flexionar la izquierda, recurso que
proporciona a la figura un extraordinario dinamismo y una forma elegante de
moverse en el espacio, efecto realzado por el paño de pureza al viento y
dispuesto en diagonal.
En esta escultura todos los detalles aparecen
definidos con ricos matices. El fino modelado corporal presenta una complexión
atlética de vigorosa musculatura, concentrado su fuerza emocional en el trabajo
de la cabeza, ligeramente inclinada hacia atrás y hacia la derecha, con una larga
melena ondulada que discurre por la espalda y un rostro de gesto sufriente, con
ojos rasgados, barba corta de dos puntas y pequeños bucles y boca entreabierta
con labios carnosos, transmitiendo, no obstante, una idea de serenidad y
resignación.
Los efectos naturalistas quedan reforzados por una
bella policromía en la que la encarnación, pálida y con sutiles huellas de los
azotes por todo el cuerpo, contrasta con el tono azul oscuro del fuste de la
columna. Por todo ello, la talla de Cristo atado a la columna puede
considerarse como una de las obras fundamentales de la escultura castellana de
la segunda mitad del siglo XVI.
La escultura se asienta sobre una peana a dos
niveles, el superior recorrido por una inscripción en latín que recoge un
versículo del profeta Isaías tomado de la versión latina de la Vulgata: CORPVS MEVM DEDI PERCVTIENTIBVS ES
("Ofrecí la espalda a los que me golpeaban")3.
Domingo Beltrán. Virgen con el Niño, 1563-1565, iglesia de Santiago el Real, Medina del Campo |
Aunque no fue concebida como escultura procesional,
desde 1942 desfila en la Procesión de la Caridad del Viernes Santo como imagen
titular de la Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna de
Medina del Campo.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Domingo Beltrán. Cristo de la Agonía, 1565 Iglesia de Santiago el Real, Medina del Campo |
NOTAS
1 Entre la documentación del segundo tomo de la Crono-historia de la Compañía de Jesús en la Provincia de Toledo,
escrita por el jesuita Bartolomé de Alcázar, se incluye una escueta biografía
de Domingo Beltrán.
2 TRAVIESO ALONSO, José Miguel: Simulacrum.
En torno al Descendimiento de Gregorio Fernández. Domus Pucelae, Valladolid,
2011, p. 158.
3 CASTRO SANTAMARÍA, Ana: Cristo
atado a la columna. En catálogo de la exposición Passio, Las Edades del Hombre, Medina del Campo / Medina de
Rioseco, 2011, p. 320.
Domingo Beltrán. Cristo de la Misericordia, 1581 Iglesia de San Miguel Arcángel, Murcia (Foto CRRM) |
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