CRISTO DEL
PERDÓN
Pedro Roldán
(Sevilla, 1624 - 1699)
1679
Madera
policromada
Iglesia de
Santa María La Coronada, Medina Sidonia (Cádiz)
Escultura
barroca. Escuela andaluza
En un retablo de la iglesia de Santa María La
Coronada, en la población gaditana de Medina Sidonia, se encuentra al culto la
imagen del Cristo del Perdón, una
magnífica escultura barroca tallada en 1679 por Pedro Roldán en su taller de Sevilla, que
corresponde a su etapa de plena madurez profesional. A sus valores técnicos y
artísticos la escultura une la peculiaridad de una atípica iconografía de
significado místico.
Aunque su advocación es la de Cristo del Perdón, en realidad la escultura responde a la
representación iconográfica de Cristo
Varón de Dolores, esto es, una alegoría de la Redención universal
presentada al espectador a través del drama humano que supuso el sacrificio de
Cristo, cuya sangre, que brota de las llagas y recorre todo el cuerpo, limpia
los errores humanos, convirtiéndole en la única vía para alcanzar la salvación.
Esta idea, expresada plásticamente, está basada en
una visión del profeta Isaías, quien declara contemplar al Mesías “Despreciado y desechado entre los hombres,
varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el
rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos”. De modo que este Cristo del Perdón no representa un
pasaje concreto del proceso de la Pasión, sino una imagen metafórica de su
humanización y sacrificio basada en las Sagradas Escrituras.
Izda: Alberto Durero. Varón de Dolores, h. 1500, The Cleveland Museum Dcha: Libro de Oración de Alberto de Branderburgo, facsímil Moleiro |
Las representaciones de Cristo como Varón de Dolores se desarrollaron a
partir de la segunda mitad del siglo XV, alcanzando mayor auge tras la difusión
de los grabados de Alberto Durero, autor hacia 1500 de un Cristo Varón de Dolores (The Cleveland Museum of Art, Cleveland,
Ohio) en que aparece vivo y de pie junto a la cruz, con los brazos levantados
para mostrar las llagas de las manos, dejando bien visibles las del costado y
los pies, y acompañado de toda una serie de atributos pasionales, como la
corona de espinas, los flagelos, la lanza con la esponja, la túnica y el juego
de dados con que fue sorteada, incluyendo una calavera como identificación del
Gólgota.
La imagen de Durero viene a simplificar la estampa
de Varón de Dolores con las Arma Christi,
obra realizada hacia 1440 por el grabador alemán Maestro de los Naipes
(Kunsthalle, Hamburgo). Estas imágenes tuvieron una enorme repercusión en toda
Europa durante el Renacimiento, siendo buena muestra de ello la inclusión del
modelo de Durero en el Libro de Oración
del cardenal Alberto de Brandeburgo, cuyas miniaturas fueron realizadas en
1534 (Biblioteca Estense Universitaria, Módena).
Este tipo de estampas, que formaron parte del
patrimonio de pintores y escultores, fueron frecuentemente tomadas como
referente por los artistas del barroco español, que en territorio hispano
consiguieron dotar al tema del Varón de
Dolores de particularidades propias al presentar a Cristo arrodillado y en
actitud suplicante.
El creador de la iconografía del Cristo del Perdón, como variante del Varón de Dolores, fue Manuel Pereira,
escultor oriundo de Oporto y afincado en Madrid, que hacia 1648 realizó una
imagen para el convento dominico de la Virgen del Rosario de Madrid, obra
desgraciadamente destruida en 1936.
El tema fue retomado por el vallisoletano Bernardo
de Rincón, autor en 1656 del Cristo del
Perdón —concebido como Paso de la
Humildad de Cristo Nuestro Señor— para la Cofradía de la Pasión de
Valladolid, actualmente en la iglesia vallisoletana de San Quirce y Santa Julita,
que presenta la figura de Jesús aislada, arrodillada, con actitud suplicante y
los brazos levantados en el momento previo a la crucifixión. Del éxito de esta
obra nos informa el que fuera elegida para presidir los Autos de Fe
inquisitoriales que se celebraron en la ciudad, así como las versiones que de
ella se hicieron, entre ellas la de Felipe Espinabete (Museo de San Antolín de
Tordesillas) o la de Francisco Díez de Tudanca (Museo Diocesano y Catedralicio
de Valladolid).
Otro ejemplar castellano más modesto, de autor
anónimo y siguiendo el modelo de Manuel Pereira, es el que se conserva en la
iglesia de Santa Águeda de Sotillo de la Ribera (Burgos).
En el último tercio del siglo XVII, en Andalucía fue
Pedro Roldán quien tomó como inspiración al Varón
de Dolores para realizar hacia 1673 el Cristo
de la Caridad, obra encargada por don Miguel de Mañara para presidir un
retablo de la iglesia del hispalense Hospital de la Caridad, donde aparece la
patética figura de Cristo maniatado y arrodillado sobre una roca, entregado
voluntariamente a su muerte.
Le siguió el Cristo
del Perdón tallado en 1679 para la iglesia de Santa María La Coronada de
Medina Sidonia (Cádiz), que fue titular de una cofradía penitencial fundada en
1667. La imagen se acompaña de una serie de elementos simbólicos, aunque en
este sentido, hay que destacar que la imagen que hoy podemos contemplar aparece
modificada e incompleta, a falta de una serie de elementos de
"atrezo" que son descritos a finales del siglo XVIII en la Historia de Medina Sidonia, escrita por
el Vicario Francisco Martínez y Delgado y publicada por sus descendientes en
1875, donde se describe que tiene la
rodilla izquierda sobre la cruz, que está en el suelo, y la derecha tendida
[...]; los brazos entreabiertos con las palmas de las manos hacia arriba en
ademán de presentar al Eterno Padre las llagas [...] pide amorosamente el
perdón para los pecadores [...].
La escultura fue alterada notablemente en una
intervención, realizada entre 1868 y 1869, que afectó a la disposición de la
pierna izquierda, que fue reformada para hincar la rodilla sobre una esfera
terrestre cubierta por un paño, siguiendo el modelo de Manuel Pereira. Según
informa José María Collantes González, esta modificación coincidió con la
construcción en la iglesia del camarín de Ntra. Sra. de la Paz, que obligó a
trasladar al Cristo del Perdón al
retablo de las Benditas Ánimas del Purgatorio, estructura barroca de 1763
colocada en la nave del templo.
De los primitivos componentes falta la cruz leñosa, a
la escala de Cristo, que aparecía dispuesta en la base apoyada sobre un peñasco
colocado al frente, lo que producía su posición inclinada hacia atrás, dando
sentido a la posición de la pierna derecha de Cristo, que se apoyaría sobre el
madero, según aparece en una fotografía publicada en la prensa en 1930. La
falta de la cruz deja la pierna derecha de Cristo sin apoyo, flotando en el
aire, únicamente con la izquierda apoyada sobre la esfera, disposición que
proporciona al conjunto una sensación de inestabilidad que no se corresponde
con los planteamientos compositivos de Pedro Roldán, que en origen planteó la
imagen de Cristo arrodillada sobre la cruz de su martirio.
La escultura muestra el mejor arte del escultor
sevillano, con una expresiva figura que asume las formas dinámicas y
monumentales introducidas en Sevilla por el escultor flamenco José de Arce, sin
abandonar algunos matices manieristas que Pedro Roldán aprendiera en Granada
junto a Alonso de Mena. Al preciso estudio anatómico, suma el movimiento a
través de una gestualidad de líneas abiertas típicamente barrocas, contrastando
la suave morbidez corporal con los efectos de claroscuro producidos por los
profundos y amplios plegados del paño de pureza, prevaleciendo la tendencia a
un fuerte realismo desde unos planteamientos originales y muy personales.
La figura de Cristo, a pesar de su dramatismo
contenido y mesurado, muestra al espectador las huellas descarnadas que
condensan el proceso de la Pasión, como las llagas de los clavos en manos y
pies, la herida del hombro izquierdo producida por el peso de la cruz y las
rodillas laceradas en las caídas durante el camino al Calvario, los regueros de
sangre producidos por la corona de espinas y, sobre todo, la sangrante herida
del costado que produce manchas sanguinolentas en el paño de pureza, con la
paradoja de que esta herida, que certificó la muerte de Cristo, aparezca sobre
una figura plena de vida en alusión a la resurrección, transmutando la madera,
a través de la talla y la policromía, en un ser viviente.
La simbólica figura de Cristo responde a un
arquetipo personal creado por el escultor, con el tratamiento anatómico
aplicado a un cuerpo enjuto y atlético en el que quedan insinuados los huesos
bajo la piel y resaltados los músculos y venas, concentrando toda la fuerza
emocional en la cabeza, ligeramente ladeada hacia la derecha y levantada hacia
lo alto, con un rictus suplicante conseguido por unos ojos muy abiertos y una
boca entreabierta que permite contemplar los dientes y la lengua. Como en otras
de sus manifestaciones cristíferas, el escultor aplica una larga melena cuyos
rizos producen abultamientos sobre las orejas, así como una barba bífida muy
afilada. Se desconoce quién fue el artífice de su esmerada policromía,
especialmente en el rostro, donde junto a finos regueros de sangre
discurren lágrimas sobre las sonrosadas mejillas.
Foto Yolanda Pérez Cruz / Blog Don de Piedad |
La escultura ha sido sometida a una restauración,
finalizada en el año 2006, en la que se ha consolidado el ensamblaje interno de
las piezas, que presentaban aberturas, y realizado la limpieza y la fijación de
la policromía, eliminando repintes y añadidos.
El Cristo del
Perdón de Medina Sidonia debe considerarse entre las obras más selectas del
polifacético Pedro Roldán, que en su esculturas trabajó tanto la madera como el
yeso y la piedra. Entre su abundante obra, fue autor de una considerable serie de
figuras pasionales de Cristo, unas exentas y otras incorporadas a retablos, que
presentan su inconfundible impronta.
Entre ellas destacan el Cristo de la Coronación de espinas de 1657, conservado en la
iglesia del Divino Salvador de Carmona (Sevilla); el Cristo de la Caridad, realizado entre 1670 y 1673 para la iglesia
de San Jorge del Hospital de la Caridad de Sevilla; el Cristo de las Misericordias, elaborado en 1671 para la iglesia de
Santa Cruz de Sevilla; el Jesús atado a la columna de la iglesia
de Santiago de Lucena (Córdoba), tallado en 1675; el Cristo abrazando la Cruz, realizado en 1680 y conservado en la
iglesia de Santa Cruz de Écija (Sevilla); el Cristo de la Expiración, que fue tallado en 1680 y recibe culto en
la iglesia de Santiago de Écija (Sevilla); el Cristo atado a la columna, tallado en 1689 y conservado en la
iglesia de San Juan Bautista de La Orotava (Tenerife); el Jesús del Silencio de la iglesia de San Juan de la Palma de
Sevilla, realizado en 1696. A esta serie podemos sumar grandes conjuntos como el Descendimiento, realizado en 1666
para la capilla de los Vizcaínos del extinto convento Casa Grande de San
Francisco de Sevilla, hoy en el retablo mayor de la iglesia del Sagrario, y el
admirable grupo del Santo Entierro,
solicitado por Miguel de Mañara para presidir el retablo mayor de la iglesia de
San Jorge del Hospital de la Caridad de Sevilla, cuyo Cristo mantiene las
mismas características.
Foto Yolanda Pérez Cruz / Blog Don de Piedad |
Por todas estas creaciones, junto a otras igualmente
de tipo religioso, Pedro Roldán se erige en el escultor más destacado del
panorama sevillano de la segunda mitad del siglo XVII, reconocido desde que
Antonio Palomino escribiera su primera biografía. Su peculiar técnica, su
estilo y la consolidación de determinados modelos iconográficos, ejercería una
fuerte influencia sobre los escultores sevillanos del momento y sus seguidores
hasta bien avanzado el siglo XVIII.
Como colofón, recordaremos que la versión del Cristo del Perdón conoció un importante
impulso en el siglo XVIII con la obra del ya mencionado Luis Salvador Carmona,
escultor vallisoletano que desarrolló la iconografía creada por Manuel Pereira,
en la que adquiere una función fundamental, de carácter simbólico, la inclusión
como peana de la túnica de Cristo colocada sobre un globo terráqueo que queda
oculto parcialmente y en el que aparecen pintados temas relacionados con el
pecado original —Adán y Eva ante el árbol prohibido— o con castigos de la
cólera divina como el incendio de Sodoma y Gomorra o el Diluvio Universal. La
primera de sus versiones fue realizada en 1751 y se encuentra en la iglesia del
Rosario de la Granja de San Ildefonso (Segovia). Le seguirían otras dos impresionantes
versiones, una realizada en 1753 para el Hospital de Santa Ana de Atienza (Guadalajara), que finalmente pasó
a la iglesia de San Juan del Mercado de dicha villa, y otra elaborada en 1756
para el convento de MM. Franciscanas Capuchinas de Nava del Rey (Valladolid),
pueblo natal del escultor.
Aspecto del Cristo del Perdón en 1930 Recorte de prensa |
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Izda: Cristo de la Coronación de espinas, 1657, iglesia del Salvador, Carmona Dcha: Cristo de la Caridad, 1674, Hospital de la Caridad, Sevilla |
Otras imágenes pasionales de Pedro Roldán
Izda: Cristo atado a la columna, 1675, iglesia de Santiago, Lucena Dcha: Cristo atado a la columna, 1689, iglesia de San Juan Bautista, La Orotava (Tenerife) |
Izda: Cristo abrazando la Cruz, 1680, iglesia de Santa Cruz, Écija Dcha: Cristo de las Misericordias, 1671, iglesia de Santa Cruz, Sevilla |
Cristo de la Expiración, 1680, iglesia de Santiago, Écija |
Grupo del Descendimiento, h. 1666, iglesia del Sagrario, Sevilla |
Grupo del Santo Entierro, 1670-1673, Hospital de la Caridad, Sevilla |
* * * * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario