INMACULADA / ANUNCIACIÓN / ISAÍAS
Y SALOMÓN
Anónimo
Finales siglo XV
Pintura mural
Museo de Valladolid
Procedente del convento de San
Juan y San Pablo, Peñafiel (Valladolid)
Pintura gótica. Estilo hispanoflamenco
En el año 1320 don Juan Manuel, el altivo y conflictivo nieto de
Fernando III, más recordado por su faceta de escritor, fundaba el Monasterio de
San Juan y San Pablo en la población vallisoletana de Peñafiel. Para este infante,
señor de Peñafiel, que siempre se mostró insatisfecho en sus deseos de
intromisión en la vida política castellana, esta fundación debía tener un valor
muy especial, pues no solo se localizaba en la más preciada de sus posesiones
en el corazón de Castilla, sino que además fue elegida como lugar de su
enterramiento y sucesores, así como depósito de su obra literaria, siendo el
convento confiado a la Orden de Predicadores (padres dominicos), por la que
había mostrado sus preferencias. Este convento, que fue concluido en 1348,
mantuvo la advocación de San Juan durante todo el siglo XIV, siendo en una
documentación de 1407 donde también aparece con el nombre de San Pablo.
Entre las pinturas murales se encuentran dos ciclos realizados tras la
muerte del infante don Juan Manuel, entre 1360 y 1380, por un pintor llamado
Alfonso —que firma uno de los murales— que sigue los cánones del estilo gótico
lineal, con algunas influencias del gótico italianizante. Uno está dedicado a Santa
María Magdalena, con una serie de compartimentos que narran escenas de su
vida, y otro encargado por fray Juan de Villalumbroso —según figura en una
inscripción del mural— que muestra el Juicio Final, que incluye el
relato del Encuentro de los tres vivos y los tres muertos.
LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE PEÑAFIEL
Esta pintura mural no tiene nada que ver con el resto de pinturas
góticas que decoraban la iglesia del convento de San Juan y San Pablo de
Peñafiel, ofreciendo, como apuntaba Gratiniano Nieto, más interés por el tipo
iconográfico que representa que por sus valores artísticos.
La figura de la Inmaculada está representada bajo la fórmula de
la mujer apocalíptica, inspirada directamente en el capítulo XII del
Apocalipsis, en el que San Juan narra: “Apareció en el cielo una gran señal:
una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza
una corona de doce estrellas”. Pero en su seno se incluye la representación
de Cristo infante colocado sobre el sol, lo que constituye una iconografía poco
frecuente en el arte cristiano, que como indica la inscripción de la filacteria
hace referencia al privilegio de la Encarnación, que queda complementada con la
escena de la Anunciación que la acompaña y las figuras laterales de los
profetas que mejor ensalzaron la pureza inmaculada de la Virgen: Isaías
al anunciar su maternidad virginal (Is. 7, 14) y Salomón (Cant. 4, 7).
A este respecto, es importante señalar que si las representaciones de la
Virgen de la O se pueden encontrar con cierta frecuencia hasta el siglo
XV, realizadas por los primitivos pintores hispanos, no ocurre lo mismo con las
representaciones de la Inmaculada. Si tenemos en cuenta la opinión del
historiador Elías Tormo de que no existen representaciones indudables de la
Inmaculada anteriores al siglo XVI, la imagen de Peñafiel supondría la
representación más antigua, de cuantas se conocen en España, de un tipo iconográfico
mariano que en los siglos siguientes estará íntimamente ligado al arte español.
En definitiva, en la pintura de la Inmaculada Concepción de
Peñafiel, fuera cual fuera su inspiración, el pintor plasmó las dos cualidades
fundamentales que diferencian a la Virgen María de los demás mortales: El haber
sido concebida Inmaculada y el haber sido Virgen a pesar de ser madre. Cualidades
que tan delicada y sublimemente se cantan en las letanías marianas.
Respecto al estilo de la pintura y seguramente debido a su deficiente estado de conservación, se han apuntado diferentes teorías. Si Post la relacionó con el entorno del Maestro de San Ildefonso, a finales del siglo XV, esta idea fue desechada por Gratiniano Nieto, que la consideró obra de la primera mitad de dicho siglo, con dificultad para encajarla en determinada escuela. Otra propuesta fue planteada por Juan José Martín González, que la relacionaba con el círculo de Nicolás Francés, datándola por tanto en el segundo cuarto del siglo XV, aunque personalmente me decanto con la percepción expresada por Fernando Gutiérrez Baños de que se trata de un mural realizado en el estilo hispanoflamenco que desde mediados del siglo XV se realizó en buena parte del territorio español, un estilo que recogía el giro realista producido en el final del periodo tardogótico que tuvo su origen a principios del siglo XV en los Países Bajos. Tampoco es desdeñable la idea de Eloisa Wattenberg de que la presencia de la granada en la túnica de la Virgen, además de ser un símbolo de fecundidad, pudiera aludir a la conquista de la Granada nazarita de 1492, con lo que la pintura dataría de los años finales del siglo XV.
Anunciación, Museo de Valladolid |
Desgraciadamente, las figuras que componen estas escenas presentan un
lamentable estado de conservación. De la escena de la Anunciación,
compuesta por la figura del arcángel San Gabriel y de la Virgen, colocadas por
separado a los lados de la Inmaculada, tan sólo son apreciables ciertos
rasgos del arcángel que podrían presentar matices italianizantes, pero
siguiendo los modelos flamencos tan apreciados en España. Estas demacradas
figuras tan sólo ponen de manifiesto que la pintura mural continuó teniendo un
especial protagonismo en los siglos del gótico, desmintiendo el tópico de que
en el entorno vallisoletano las artes del dibujo y el color se desarrollaron
preferentemente en retablos u otro tipo de soportes, como vidrieras y
miniaturas.
Igual aspecto mutilado presentan las dos figuras sedentes, pintadas en
grisalla, en el intradós del arcosolio, colocadas en nichos fingidos que
aparecen cubiertos con arcos de medio punto y pilastras ornamentadas en la
embocadura. Ambos representan a dos profetas que se distinguieron por el
ensalzamiento de las virtudes de la Virgen.
Arcángel San Gabriel de la Anunciación, Museo de Valladolid |
Otro tanto ocurre en la figura de Salomón, identificado de la misma manera con una filacteria situada en la parte superior. Aparece coronado en su condición de rey y a su lado, junto a la cabeza, se aprecia un pequeño ídolo que constituye un atributo aplicado a su iconografía. Sujeta una filacteria en la que se lee la inscripción: TOTA PU : ES : AMICA ME.
Informe y
fotografías: J. M. Travieso.
Arcángel San Gabriel de la Anunciación, Museo de Valladolid |
Bibliografía
GUTIÉRREZ BAÑOS, Fernando: Murales góticos en la provincia de Valladolid: visión panorámica y nuevas aportaciones. Conocer Valladolid, 2019, Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, Ayuntamiento de Valladolid, 2021, pp. 167-197.
HERNANDO GARRIDO, José Luis: La Pintura gótica en la Ribera del Duero: el arte de contar historias. Biblioteca: estudio e investigación, nº 17, 2002, pp. 154-155.
NIETO, GALLO, Gratiniano: Una representación de la Inmaculada en el siglo XV. Boletín del Seminario de Arte y Arqueología (BSAA), Tomo 11, 1944-1945, pp. 109-118.
WATTENBERG GARCÍA, Eloísa: Guía del Museo de Valladolid. Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, Salamanca, 1996, p. 179.
Lucillo con la pintura mural de la Inmaculada Museo de Valladolid |
Izda: Profeta Isaías / Dcha: Profeta Salomón Lucillo de la Inmaculada, Museo de Valladolid |
Lucillo con la pintura mural de la Inmaculada Museo de Valladolid |
Convento de San Pablo de Peñafiel, de donde procede la pintura mural de la Inmaculada Sepulcro del Infante don Juan Manuel en el convento de San Pablo de Peñafiel |
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