1 de octubre de 2024

Theatrum: SAN ONOFRE, el eco de los modelos miguelangelescos











SAN ONOFRE

Juan de Anchieta (Azpeitia, Guipúzcoa, h. 1533 – Pamplona, 1588)

Último cuarto del siglo XVI

Alabastro

Museo Nacional de Escultura, Valladolid

Escultura renacentista española

 

 






Fotografías del Museo Nacional de Escultura, Valladolid
     Esta vigorosa escultura en alabastro presenta una iconografía que a primera vista puede sorprender por sugerir un patriarca bíblico despojado de sus vestiduras, algo no demasiado frecuente en el santoral cristiano. En realidad, el personaje representa a San Onofre, un santo anacoreta del siglo V venerado en el devocionario medieval como ejemplo de penitencia —Speculum poenitentia— que viene a ser la contrapartida masculina de la figura de santa María Egipciaca, imágenes que llegaron a ser muy frecuentes desde el siglo XVI, según afirma el padre mercedario y tratadista Juan Interián de Ayala (1657-1730) en su obra Pictor Eruditus.

La singular iconografía de San Onofre, basada en su hagiografía, le representa en plena desnudez, salvando el recato de su aspecto con una larga cabellera que le cubre buena parte del cuerpo y una larga barba que le llega casi hasta las rodillas, en ocasiones con un trenzado vegetal cubriendo sus partes pudendas. Tal aspecto se basa en sus más de sesenta años de privaciones y mortificaciones en soledad durante su retiro en el desierto egipcio de la Tebaida, donde, según la tradición piadosa, vivía en una cueva alimentado de los dátiles de una palmera y del pan que un ángel le proporcionaba junto a la comunión dominical.

Johan y Raphael Sadeler. Serie "Solitudo Sive Vitae Patrum Eremicolarum"
Portada y estampa de San Onofre. Biblioteca Nacional de España

     En el siglo XVI, a consecuencia de la negación por la Reforma protestante del valor del arrepentimiento y la penitencia como medio para conseguir la absolución de los pecados mediante la confesión, se produjo una reacción contrarreformista de exaltación de las virtudes de los santos penitentes1, especialmente de los eremitas como San Jerónimo, San Antonio Abad, San Pablo ermitaño, etc., siendo divulgadas sus imágenes a través de series grabadas de amplia difusión, destacando entre ellas las realizadas entre 1588 y 1600 por los hermanos grabadores flamencos Johan y Raphael Sadeler sobre composiciones de Maerten de Vos —Solitudo Sive Vitae Patrum Eremicolarum—, célebres estampas de eremitas en soledad que inspiraron numerosas pinturas que todavía se conservan en un buen número de colecciones y estancias monásticas de conventos españoles.

     La representación de San Onofre, que ya desde época medieval era invocado como protector contra la muerte repentina y como intercesor por las almas del purgatorio, fue mucho más habitual en pintura, aunque desde principios del siglo XVI destacados escultores interpretaron su peculiar iconografía. Sirvan como ejemplos la realizada hacia 1500 en madera policromada por Alejo de Vahía (act. 1486-1515), que se muestra en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, o la magnífica escultura en alabastro policromado de Damián Forment (h. 1480-1540) del Museo de Zaragoza.

Igualmente, es notable esta representación en bulto redondo de San Onofre que realizara Juan de Anchieta en alabastro durante el último cuarto del siglo XVI, escultura que actualmente se conserva en el Museo Nacional de Escultura, donde fue presentada en público en 2011 tras ser adquirida por el Estado y asignada a esta institución vallisoletana2.

Juan de Anchieta representa al santo eremita de pie y siguiendo un esquema frontal, con una vigorosa anatomía que marca la diferencia con los cuerpos enjutos —más lógicos— aplicados por otros autores, en este caso siguiendo algunos modelos tomados de la estatuaria italiana que eran difundidos a través de grabados, siendo muy elocuente en este sentido el gesto de los dedos introducidos entre los mechones de la barba, un efectista recurso plástico tomado sin duda del célebre Moisés de Miguel Ángel, con el que también comparte su gesto enérgico, su mirada penetrante, sus hercúleos rasgos anatómicos y la contención en su actitud, demostrando una firmeza que está en sintonía con el nuevo lenguaje afín a los postulados de la Contrarreforma tridentina, en este caso con un estilo adscrito a la escuela escultórica que se ha denominado Romanista, generalizada en la mitad norte de España a partir de la influencia ejercida por la obra de Gaspar Becerra.

     Del mismo modo, en esta robusta escultura de San Onofre se pueden atisbar influencias de Juan de Juni, el gran maestro del que debió ser colaborador durante su estancia en Valladolid entre 1565 y 1570, tras realizar seguramente su formación en esta ciudad.

Por otra parte, tanto la corpulenta figura como la vitalidad de San Onofre muestra significativas similitudes con otras obras documentadas de Juan de Anchieta, especialmente con el retablo de la Trinidad de la catedral de Jaca, realizado en 1570 en piedra policromada y presidido por un altorrelieve de la Trinidad en la modalidad de Trono de Gracia o Trinidad vertical como metáfora de la Redención, fórmula en la que las Tres Personas aparecen superpuestas a distintas alturas —Dios Padre sujetando y mostrando en su regazo a Cristo crucificado para exaltar el valor de su sacrificio, mientras la paloma del Espíritu Santo desciende en forma de soplo divino entre ambas cabezas—, destacando en el grupo la potente figura entronizada de Dios Padre, que José Camón Aznar consideraba la réplica más grandiosa del Moisés de Miguel Ángel. Dicha figura comparte con la de San Onofre el estar labrada en piedra y los rasgos fisionómicos, especialmente el tratamiento de los cabellos y la barba.

     Ambas esculturas muestran a Juan de Anchieta como uno de los intérpretes más geniales de las fórmulas miguelangelescas en la escultura española del último tercio del siglo XVI, tras ser introducidas por Gaspar Becerra en el retablo mayor de la catedral de Astorga (1558-1584), dando lugar a un vocabulario plástico —romanismo—, adaptado en cada caso a las necesidades de las obras demandadas, que tuvo numerosos discípulos y seguidores.      

 


Informe y fotografías del MNE: J. M. Travieso.

 



NOTAS 

1 ARIAS MARTÍNEZ, Manuel: San Onofre. Museo Nacional Colegio de San Gregorio: colección / collection. Madrid, 2009. pp. 166-167. 

2 BOLAÑOS ATIENZA, María: San Onofre. En El Museo crece: Últimas adquisiciones 2005-2010. Madrid, 2011, p. 99. 















Izda: JUAN DE ANCHIETA. San Onofre. Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Dcha: MIGUEL ÁNGEL. Moisés. San Pietro in Vincoli, Roma








MIGUEL ÁNGEL. Detalles de Moisés, 1513-1536
Basílica de San Pietro in Vincoli, Roma







JUAN DE ANCHIETA
Izda: Retablo de la Trinidad, 1570, catedral de Jaca (Huesca)
Dcha: Detalle del grupo de la Trinidad











Izda: ALEJO DE VAHÍA, San Onofre, h. 1500
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Dcha: DAMIÁN FORMENT, San Onofre, h. 1520
Museo de Zaragoza
   ALGUNAS REPRESENTACIONES DE SAN ONOFRE








Izda: ALEJO DE VAHÍA, detalle de San Onofre, h. 1500
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Dcha: DAMIÁN FORMENT, detalle de San Onofre, h. 1520
Museo de Zaragoza


Izda: EMMANUEL TZANES, San Onofre, 1662, Colección iconos de Rena Andreadis
Centro: FERNANDO YÁÑEZ DE LA ALMEDINA, San Onofre, 1515-1525, Museo del Prado
Dcha: VASCO PEREIRA, Comunión de San Onofre, 1583-Gemäldegalerie Alte Meister, Dresde














 





Izda: JOSÉ DE RIBERA, San Onofre, 1637, Museo Hermitage, San Petersburgo
Dcha: FRANCISCO COLLANTES, San Onofre,  h.1645, Museo del Prado









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