SANTO SEPULCRO O PASO DE LOS
DURMIENTES
Soldados: Alonso de Rozas (Mondoñedo, Lugo, h.
1625 - Oviedo?, 1681)
Ángeles y Cristo yacente: José de Rozas (Valladolid, 1662 -
1725)
Urna: Juan Davila (Tuy?, Pontevedra, h. 1550 - Santiago de Compostela, 1611)
1674-1679 / 1696
Madera policromada y postizos
Museo Nacional de Escultura,
Valladolid / Procedente de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias de
Valladolid
Escultura barroca. Escuela
castellana
El paso procesional del Santo Sepulcro, también conocido como
paso de Los Durmientes, se conserva en el Museo Nacional de Escultura, siendo
su procedencia la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias de Valladolid.
Como paso procesional, comparado con el resto del repertorio de la Semana Santa
vallisoletana, es un tanto atípico y peculiar, pues nada tiene que ver con el
movimiento característico de las composiciones barrocas —común en los pasos de
los grandes maestros— que en su mayoría intentan emocionar a través de los
gestos, las actitudes, la tensión asimétrica, el dramatismo y el verismo de las
imágenes, es decir, a través de los sentidos. En este caso prevalece una
absoluta simetría en la distribución de las figuras y una serenidad gestual que
contrasta con el resto de los episodios de la Pasión recreados en los pasos.
El centro de la composición es una monumental urna calada en cuyo
interior se encuentra la imagen de Cristo muerto y yacente, visible desde el
exterior. En los frentes de la urna se colocan dos ángeles de pie que velan el
cadáver y el sepulcro en el momento previo a la Resurrección, en alusión a la
cita de “dos hombres con vestidos resplandecientes” que narra el evangelio de
Lucas (Lc. 24,10) y que anunciarán a las santas mujeres que no busquen “entre
los muertos al que está vivo”. Completan la composición cuatro soldados que, sentados
en los ángulos de la plataforma, duermen profundamente mientras sujetan sus
armas. Son los guardias enviados por Pilatos, a petición de los desconfiados fariseos
(Mt. 28,65), para impedir el acceso al sepulcro.

La Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias ya disponía desde antiguo
de un paso procesional denominado como “Sepulcro de Cristo”, compuesto por la
imagen de un Cristo yacente en el interior de una urna que en 1599 realizó Juan Davila, del que se conoce que en 1618 procesionó por delante de la imagen de
la Virgen de las Angustias. Otro tanto ocurrió en años sucesivos. En 1619,
consta que el yacente del paso del Sepulcro salía "a hombros de cuatro
clérigos con sobrepelliz y cubiertos los rostros con velos negros".
Lo mismo ocurría en 1620, cuando unidas las cofradías de la Piedad y las
Angustias, el paso procesionó de nuevo, siendo en 1623 cuando entre los pasos
de las Angustias figuró uno nuevo denominado “del Entierro”, citado años
después como “paso grande”, para el que en 1632 se realiza el tablero y en el
año 1654 su reparación y "el adereço de las figuras de los judios del
dicho paso y dar color".

De la composición y el aspecto de aquel primitivo paso se dispone de
documentación indirecta, pues cuando el 26 de marzo de 1663 el escultor
Francisco Díez de Tudanca firma un contrato con la Cofradía de la Soledad de
Nuestra Señora de Medina de Rioseco, en este se especifica que estaría
compuesto de "quatro figuras de quatro sayones para el sepulcro de
Christo, una urna y tablero con dos angeles que lleban el sepulcro",
todo ello "a ymitación de los que estan en el paso del entierro de
Cristo que tiene la cofradía de las angustias desta ciudad de valladolid".
De dicho contrato se deduce que las figuras eran de vestir, pues para los
cuatro soldados debía realizar "cabeças braços y piernas y su armaçon
de madera e los bestidos y ropajes todos con armas diferentes echados y
dormidos con diferentes posturas y también encarnados y pintados como los toca".

Corría el año 1674 cuando, en la sesión del Cabildo del 25 de octubre,
la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias recibe la propuesta del escultor
gallego Alonso de Rozas, asentado en Valladolid y cofrade de las
Angustias, de ser excusado del oficio de Alcalde de la cofradía, esgrimiendo
los grandes gastos que ello suponía y "tener muchos hixos y hallarse
con pocas conbeniencias para los sustentar". A cambio proponía elaborar
un nuevo paso del Santo Entierro con las imágenes de bulto de los "quatro
judios durmiendo... en la misma conformidad y postura que tienen en
diferenciandolos solo en ser de madera". La cofradía y el escultor
acordaron la propuesta, fijándose en 900 reales la ayuda para la realización de
“los dos Angeles y las quatro hechuras de los Durmientes para dho paso”,
que debía estar acabado el día de Navidad de 1675, especificándose que la
policromía correría a cargo de la cofradía.
Alonso de Rozas desatendió el compromiso, pues en julio de 1679 el
Cabildo le exigía el cumplimiento de “hacer los Angeles y cuatro Fariseos
para el sepulcro de nro Redemptor y paso del Entierro que se lleva en la
procesión del Viernes Santo" pues en ese momento todavía no había
realizado los ángeles a pesar de haber sobrepasado el plazo con creces. El
escultor se puso manos a la obra y ese mismo año recibía de la Cofradía 1.025
reales por la realización de las figuras, mientras otros 1.070 reales eran pagados
por la Cofradía al pintor Diego de Avendaño "por la pintura de los
Judíos del Santo Sepulcro".
Todavía la realización de los ángeles sufrió una nueva demora, pues las
últimas cantidades fueron pagadas por la Cofradía a su viuda, Isabel de
Montoya, en 1686, siendo Antonio Barreda y Lombera, dorador y estofador de
Valladolid, quien realizara su policromía, trabajo por el que percibió 3.500
reales.
Pero todavía no habían terminado las incidencias del paso. En la
procesión del Viernes Santo de 1696, cuando los pasos de la Cofradía de las
Angustias estaban en la iglesia de San Pablo, "a causa del gran
concurso que asiste a la procesion del entierro de xpto y sermon de la soledad,
se avia undido el passo del sepulcro y echo pedazos los dos angeles que le
acompañaban". Transcurridos pocos días, el cabildo recibió el
ofrecimiento del escultor José de Rozas, hijo de Alonso e igualmente
activo en Valladolid, de hacer nuevas las figuras de los dos ángeles "en
la misma conformidad que estan los que tenia el paso", pidiendo a
cambio, al igual que su padre, ser excusado de oficios en la cofradía.
El cabildo aceptó la propuesta, pero puso como condición para reservar a
José de Rozas de todos los oficios, que como la urna era pesada y antigua, si
tallaba y estofaba los dos nuevos ángeles también debería realizar una nueva
urna calada y con las arquerías protegidas con cristales. Todo debía estar
acabado en la cuaresma del año siguiente, para lo que recibió los ángeles
deteriorados y la vieja urna para que lo renovara con fidelidad a la
composición anterior. José de Rozas entregó los ángeles en el plazo
establecido, pero no llegó a realizar la nueva urna, tallando a cambio, al
parecer, la imagen del Cristo yacente de su interior, que con una
discreta calidad está inspirada directamente en los modelos de Gregorio
Fernández.

En el año 1700 la antigua plataforma del paso fue sustituida por otra
nueva de mayores dimensiones, en la que, según las instrucciones de montaje, la
urna ocupaba el centro, los cuatro soldados estarían colocados en los ángulos y
los dos ángeles en el frente y los pies de la urna. Así estuvo desfilando años
el paso de Los Durmientes, siendo citado en el inventario de 1711 entre
los que salían de la iglesia de las Angustias para la procesión del Viernes
Santo.
En 1728 se aprecia el deterioro general de la policromía del paso,
solicitando a Manuel del Toro, dorador y estofador de Valladolid, el "dorar
y estofar los dos angeles del natural del paso de los durmientes y echarlos
puntas de oro en todos los faldones y bocamangas, encarnarlos a pulimento y
asimismo hazer un remiendo general a los quatro sayones de dicho paso y
conponer todos los atributos, escudo y armas de dhos durmientes". Por
esta petición, se sabe que las figuras de los cuatro soldados estaban acompañadas
de armas sueltas —seguramente lanzas y escudos— que desaparecieron en época
imprecisa.

Según Canesi, durante el siglo XVIII el paso de Los Durmientes
formó parte de la procesión que el Jueves Santo la Cofradía de las Angustias
organizaba hasta la iglesia de San Pablo, con regreso al día siguiente. Sin
embargo, la decadencia de las cofradías y el alto coste que suponía armar y
procesionar los pasos —el de Los Durmientes necesitaba 30 costaleros—
hizo que algunos dejaran de procesionar, siendo este uno de los pasos que
participó esporádicamente en las procesiones de la cofradía, situación que se
mantuvo en los primeros años del siglo XIX. Según un informe emitido por la
Academia vallisoletana, en 1803 el Cristo dentro de la urna y los cuatro
soldados del paso, en desuso una vez desmantelado, se guardaban arrinconados en
el coro de la iglesia penitencial para evitar los efectos de la humedad,
mientras los dos ángeles se colocaron a los lados del altar mayor. Así los
conoció Bosarte en 1804, que alabó la factura de los cuatro soldados
abandonados. En 1842, con el fin de prevenir su conservación, las imágenes del
paso ingresaron, junto a otras pertenecientes a otras cofradías, en el recién creado Museo Provincial de Bellas
Artes de Valladolid (reconvertido desde 1933 en el Museo Nacional de
Escultura), aunque en 1871 el Cristo con la urna y los dos ángeles se
depositaron en la desaparecida iglesia de San Esteban.
Desde el año 1920 el arzobispo Gandásegui se convertiría en el
restaurador de la Semana Santa de Valladolid contando con el apoyo del
historiador Juan Agapito y Revilla y de Francisco de Cossío, por entonces
director del Museo Provincial. A ellos se debe el impulso para la recuperación
de los pasos y las cofradías vallisoletanas. Por esta causa, en 1922 retornaron al Museo las esculturas depositadas en otros lugares y se volvió a montar el
paso según la propuesta de Agapito y Revilla, con la urna del Sepulcro en el centro,
los cuatro soldados en las esquinas y los dos ángeles en los flancos de la urna,
todos ellos mirando al frente.

El 20 de diciembre de 1945 fue fundada la Cofradía del Santo Sepulcro, convirtiéndose
en su paso titular. Por entonces se modifica la orientación de las figuras
hacia la urna central, con los soldados enfrentados entre sí a cada lado y los
ángeles ocupando los frentes. A causa de la preocupante conservación de los dos
ángeles originales, partir de 1953 y durante varios años estos fueron
sustituidos por las monumentales imágenes de los arcángeles san Gabriel y san
Rafael que realizara Gregorio Fernández para el retablo mayor de la primitiva
iglesia de San Miguel, actualmente colocados en la embocadura de la capilla
mayor de la iglesia de la misma advocación (antigua iglesia del Colegio de
Jesuitas), hasta que en 1966 el paso fue restaurado en el Instituto de
Restauración (ICROA) de Madrid, a lo que se sumó en 1981 la restauración de los
ángeles en el Museo Nacional de Escultura, que recuperaron su estabilidad y la
policromía original, procesionando desde entonces el conjunto con sus
componentes tradicionales.
En nuestros días el paso del “Santo Sepulcro” o “Los Durmientes” desfila
completo en la Procesión General del Viernes Santo y en la procesión del
Encuentro entre Cristo Resucitado y la Virgen de la Alegría en la mañana del Domingo de Resurrección, donde, a modo de testimonio tangible, la urna aparece
abierta y sin la figura del yacente en su interior.
Componentes
del paso del Santo Sepulcro
El Sepulcro
(Juan Davila, 1599)
Es el elemento más antiguo del paso y se identifica con la urna calada
que realizara el gallego Juan Davila en 1599 para el Cristo yacente de la iglesia de las
Angustias. Muestra un diseño clasicista, con cuatro arquerías a cada costado y
una en los frentes, intercaladas entre parejas de columnas adosadas de orden
dórico. En su cubierta, igualmente calada, los vanos se corresponden con las
arquerías, permitiendo contemplar, desde cualquier punto de vista, la figura de
Cristo yacente en su interior.
Desde el año 1957, en que se produce la remodelación de la plataforma
original, la urna del Sepulcro reposa sobre un basamento realizado en madera de
cedro por el escultor y cofrade Francisco Sánchez Medina, decorado en su
perímetro por parejas de columnas dóricas en las esquinas —siguiendo el diseño
de la urna— y relieves y figuras de bronce, elementos que proporcionan un mayor
empaque al conjunto durante las procesiones.
Los cuatro
soldados durmientes (Alonso de Rojas, 1674-1679)
Representan a la guardia enviada por Pilatos, solicitada por los
fariseos, para impedir el acceso al sepulcro, como relata el evangelio de
Mateo. Alonso de Rozas los presenta a tamaño natural y con rasgos muy
naturalistas, sentados en el suelo con las piernas cruzadas, relajados y
sumidos en un profundo sueño, tres de ellos sujetando su cabeza con la mano.
Visten a la manera clásica romana, con coraza decorada en el pecho con
medallones, calzones y casco, tres de ellos con sandalias tipo “caligas”, hasta
la pantorrilla y sujetas por cordones y lazos —dos de ellos con adornos al
frente con rostros humanos—, y uno con botas de cuero acordonadas. Sobre sus
hombros se apoyan lanzas que por su sueño no controlan, al igual que ocurría
con los escudos, hoy desaparecidos. Tres de ellos presentan bigote y barba
incipiente y uno barbado, compartiendo la boca entreabierta y los ojos
cerrados. Su policromía, de gran fantasía, fue aplicada por Diego de Avendaño.
Los dos
ángeles (José de Rojas, 1696)
Deteriorados los ángeles de Alonso de Rozas en un incidente producido en
la Semana Santa de 1696, la pareja actual fue elaborada por su hijo José de
Rozas en 1696 emulando los modelos realizados por su padre, comprometiéndose en
el contrato a que fueran tallados enteramente en madera, dato que hace
presuponer que los anteriores se complementaban con telas encoladas, siguiendo
el modelo de los “Ángeles Alféreces” realizados en el taller de Gregorio
Fernández para el convento del Carmen Calzado con motivo de la canonización de
Santa Teresa en 1922, cuya vestimenta se repite en este caso, con una túnica
corta ornamentada con “primaveras”, una coraza a la romana y sandalias.
No obstante, a los ángeles de José de Rozas, a pesar de su notable
factura y vistosa policromía, les falta el hálito de los modelos fernandescos,
pecando de cierta inexpresividad.
El Cristo
yacente (José de Rojas, 1696)
Realizado a propuesta del propio
escultor, la figura de Cristo yacente, de tamaño natural, protagoniza de
forma solemne el paso del Santo Sepulcro dentro de una urna calada. Inspirado
en los impactantes modelos y la técnica de Gregorio Fernández, presenta el
cuerpo inerte de Cristo tendido sobre un sudario plegado simétricamente, con la
cabeza reposando sobre dos almohadones en los que se desparrama la melena. En
su desnuda anatomía muestra las señales de la tortura, realzando su realismo
mediante el uso de postizos, como ojos de cristal en su mirada ausente, dientes
de hueso en la boca entreabierta y corcho en las llagas que hacen referencia a
todos los sufrimientos de la Pasión.
Informe: J.M.
Travieso.
Fotografías:
Web del Museo Nacional de Escultura.
Bibliografía
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Catálogo de la sección de Escultura: 1916. Museo Provincial de Bellas Artes de Valladolid, Valladolid, 1916, pp. 60 y 94.
AGAPITO Y REVILLA, Juan:
Las cofradías, las procesiones y los pasos de Semana Santa en Valladolid. Valladolid, 1925, pp. 16 y 61-62.
CARRIÓN FERRERO, Alejandro:
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GARCÍA CHICO, Esteban:
Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias. Valladolid, 1964, pp. 13-15.
 |
GREGORIO FERNÁNDEZ Y TALLER Ángeles alféreces, realizados con motivo de la canonización de Santa Teresa en 1622 Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
GARCÍA CHICO, Esteban:
Los grandes imagineros en el Museo Nacional de Escultura. Valladolid, 1965, pp. 75-79.
MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel: Catalogación en web Museo Nacional de Escultura.
REBOLLO MATÍAS, Alejandro:
"Nuevos datos sobre artistas en la Cofradía". Anuario de la Ilustre Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias 41, Valladolid, 2002, pp. 60-64.
VAL, José Delfín; CANTALAPIEDRA, Francisco:
Semana Santa en Valladolid: pasos - cofradías - imagineros. Valladolid, 1990, pp. 120-123, 222-224, 277-280.
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El paso del Santo Sepulcro desfilando el Domingo de Resurrección con la urna vacía |
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Fotografía del paso de Los Durmientes hacia 1923 Montado según la propuesta de Juan Agapito y Revilla Archivo Histórico Municipal de Valladolid |
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Montaje del paso del Santo Sepulcro en la década de 1950 con los arcángeles de Gregorio Fernández de la iglesia de San Miguel Archivo Histórico Municipal de Valladolid |
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Arcángeles de Gregorio Fernández que se incorporaron al paso en 1953, actualmente sustituidos por los originales Iglesia de San Miguel y San Julián, Valladolid |
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