11 de enero de 2017

VIAJE: RUTA DEL CID, 19 de febrero 2017


PROGRAMA "CONOCER CASTILLA Y LEÓN"

Salida a las 7,45 h. desde Vallsur (Camino Viejo de Simancas) y a las 8 desde la plaza de Colón con dirección a Vivar del Cid. Visita guiada por los monumentos Solar del Cid, iglesia de San Miguel, Molino del Cid e iglesia del Monasterio de Ntra. Sra. del Espino. Traslado a Burgos para realizar una visita guiada a la catedral. Ruta itinerario del Cid. Comida en un restaurante de la ciudad. Salida hacia San Pedro de Cardeña y visita guiada al monasterio. Regreso a Burgos y visita guiada al Museo de la Evolución Humana. Tiempo libre. Salida hacia Valladolid y llegada a última hora de la tarde.


PRECIO SOCIO: 55 €
PRECIO NO SOCIO: 60 €


REQUISITOS: Grupo mínimo 35  y máximo 45 personas.

INCLUYE:
Viaje en autocar.
Visitas guiadas programadas.
Entradas a la catedral del Burgos, Monasterio de San Pedro de Cardeña y Museo de la Evolución Humana.
Comida de menú en Burgos.
Dossier Domus Pucelae.
Seguro de viaje.

NO INCLUYE:
Extras o aquello que no esté especificado en el apartado anterior.

INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Por correo a domuspucelae@gmail.com o por tfno. 608 419228, a partir de las 0 horas del día 16 de enero.







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10 de enero de 2017

Domvs Pvcelae: ASAMBLEA GENERAL, 14 de enero 2017


ORDEN DEL DÍA:
 
1   Lectura y aprobación, si procede, del acta de la asamblea anterior.
2   Lectura y aprobación, si procede, del balance económico de 2016.
3   Presentación de actividades.
4   Presupuesto para 2017.
5   Elección de cargos.
6   Ruegos y preguntas.
 
Todos los socios han recibido el formulario para la presentación de candidaturas a la Junta Directiva, que podrá ser entregado vía e-mail o en mano hasta el comienzo de la Asamblea del 14 de enero de 2017.

Se recuerda a los socios que las cuentas están a su disposición para su consulta antes de la Asamblea, pudiendo pedir cita para su revisión por los cauces habituales, teléfono, correo electrónico o apartado de correos.         

El Presidente.
El Secretario.

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9 de enero de 2017

6 de enero de 2017

Theatrum: BUEN PASTOR Y APOSTOLADO, plasmación icónica del credo católico













BUEN PASTOR Y APOSTOLADO
Cristóbal García Salmerón (Cuenca, h. 1603-Madrid, h. 1666)
Segundo tercio del siglo XVII
Óleo sobre lienzo
Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid
Pintura barroca española














La serie pictórica del Apostolado, que incluye la representación del Buen Pastor, es uno de los conjuntos más interesantes de cuantos recalaron en la catedral de Valladolid, hoy colocado en lo que fuera Sala Capitular, dependencia integrada en el Museo Diocesano y Catedralicio, donde la magnífica serie barroca, después de haber sido restaurada, está pidiendo a gritos un nuevo tratamiento expositivo, como se ha realizado con otras piezas del mismo museo, en el que, es justo reconocerlo, se van restaurando paulatinamente las impresionantes obras que contiene, trabajos que siempre vienen condicionados por la disposición económica.

Tanto el Apostolado como la pintura del Buen Pastor son obra de Cristóbal García Salmerón, un pintor de difusa biografía que vivió la efervescencia de la pintura barroca española de la primera mitad del siglo XVII en la órbita toledana y que, a la vista de sus obras conservadas, durante el reinado de Felipe IV encontró un cauce expresivo en la representación de "apostolados" que siguen distintos planteamientos iconográficos.

De ellos, se conservan tres completos. El Apostolado que realizara en 1648 para el monumento de Semana Santa de la catedral de Cuenca, que actualmente cubre los muros de la Sala Capitular de esta catedral, donde las figuras de los apóstoles aparecen de cuerpo entero, con sus atributos y colocados sobre fondos arquitectónicos tomados de grabados de Hans Vredeman de Vries; el Apostolado del Colegio Apostólico de la Santísima Trinidad de Valencia, con lienzos de pequeño tamaño y formato ochavado; y finalmente el Apostolado de la Sala Capitular de la catedral de Valladolid, realizado a mediados del siglo XVII, con las figuras de los apóstoles de medio cuerpo y sujetando cartelas en las que aparecen plasmados sucesivos versículos del Credo, en ambos casos con inscripciones que identifican a cada apóstol y acompañados de una decimotercera pintura con la figura de Cristo caracterizado como el Buen Pastor.
Cristóbal García Salmerón. Detalle del Apostolado realizado en 1648
Sala Capitular de la Catedral de Cuenca

Si la presencia de la serie conquense encuentra su justificación en haber sido Cuenca la ciudad natal del pintor, Jesús Urrea apunta la posibilidad de que la llegada del Apostolado a la catedral de Valladolid se debiera a una donación del vallisoletano don Carlos Venero y Leyva, capellán de Felipe III, canónigo de la catedral de Toledo y mecenas benefactor de la catedral de Valladolid entre 1615 y 1639. La familia de este personaje estaba muy ligada a Valladolid por haber sido su padre, Andrés de Venero Leyva, catedrático de Vísperas y Cánones del vallisoletano Colegio de Santa Cruz en 1548 y fiscal y oidor del Consejo y Contaduría de Castilla en 1554, cargos que desempeñó antes de llegar a ser el primer presidente de la Real Audiencia de Santafé de Bogotá.

Según descripciones de Fray Matías de Sobremonte1, este magistrado disponía del panteón familiar en la capilla de Santa Catalina del convento de San Francisco de Valladolid, donde fue enterrado junto a su esposa, María Hondegardos, y sus hijos Jerónimo y Carlos Venero Leyva, siendo este último quien continuó el patronazgo sobre dicha capilla. A consecuencia de la Desamortización y del posterior derribo del convento franciscano, las señoriales esculturas orantes de sus enterramientos fueron trasladadas a la capilla de San José de la catedral de Valladolid, donde todavía permanecen.

LA PINTURA DEL BUEN PASTOR COMO CABEZA DE LA SERIE

Esta magnífica pintura es suficiente para colocar a Cristóbal García Salmerón en un lugar destacado entre los pintores activos en España a mediados del siglo XVII. Con un evidente sentido catequético, en ella aparece Cristo portando sobre los hombros la oveja perdida, sujetando con una mano las patas traseras y con otra las delanteras, al tiempo que porta una cartela con una inscripción que tiene el valor de una declaración de principios: "Ego sum pastor bonus et cognosco oves meas et cognoscuntm meae" (Yo soy el Buen Pastor y conozco mis ovejas y ellas me conocen a mí).

Tan simbólica representación hunde sus raíces en los frescos paleocristianos que desde el siglo II aparecieron en las catacumbas romanas, donde la figura griega del Hermes Crióforo fue cristianizada para representar a Cristo como Buen Pastor. Esta iconografía, que durante la Edad Media perdió fuerza a favor de la Crucifixión, reapareció en Portugal y Francia durante el Renacimiento, mientras que en España fue el espíritu barroco, alentado por la Contrarreforma, el que favoreció la reaparición del tema principalmente bajo dos modalidades iconográficas: el Niño Jesús como Buen Pastor y la Virgen como Divina Pastora2.

La figura de Cristo, sumamente idealizada, se recorta sobre un fondo neutro, adquiriendo valores escultóricos por los fuertes contrastes de luz, siguiendo la estela de Pedro Orrente, maestro con el que Cristóbal García Salmerón se formó en Toledo. De forma bien calculada, la mayor luminosidad se concentra en la cabeza y el cordero, permitiendo contrastar la tersura del rostro joven y naturalista de Jesús, girado hacia la izquierda, con la textura de la piel del cordero, que recuerda tanto las experiencias venecianas de los Bassano como las españolas de Zurbarán. La túnica, en rosa pálido, y el manto, en un azul grisáceo poco estridente, producen pliegues que sitúan la figura en una penumbra que recuerda a Caravaggio, destacando sobre ellos el blanco de la cartela, presentada a modo de trampantojo o naturaleza muerta y con los caracteres de gran tamaño para poder ser leídos a distancia.

También en la etapa final de su carrera Cristóbal García Salmerón realizó otra versión mimética del Buen Pastor para el convento del Carmen Calzado de Madrid. En ella el rostro de Cristo está menos dulcificado y el color de la túnica es algo más intenso. Actualmente pertenece al Museo del Prado, que la tiene cedida en depósito a la iglesia de San Jerónimo el Real de Madrid.

EL APOSTOLADO DE VALLADOLID

Siguiendo el modelo del Buen Pastor, en los lienzos aparecen los doce apóstoles, en figuras de algo más de medio cuerpo, identificados con sus tradicionales atributos y mostrando al espectador una serie de cartelas con grandes inscripciones en las que se plasman ordenadamente los versículos del Credo.

Como elementos comunes, todos comparten un tratamiento naturalista sobre un fondo neutro que obliga a fijar la mirada en los detalles y la caracterización de los personajes, que mediante fuertes contrastes de luz adquieren un sentido escultórico en un entorno tenebrista. Asimismo, todos ellos aparecen acompañados en la parte superior por grandes inscripciones que les identifican, personalizando a cada uno de ellos a través del variado colorido de sus túnicas y mantos y por el trabajo personalizado de sus cabezas, en su mayor parte giradas de tres cuartos, para representar todo un catálogo de seres humanos de diferentes edades y facciones, de rostros y actitudes muy expresivas, siendo constante en todos ellos los desgarros o jirones en la indumentaria —casi con aspecto de mendigos— que recuerdan el naturalismo de Ribera.
Las pinturas fueron restauradas en 2011 con motivo de su presentación en la exposición "Passio", de Las Edades del Hombre, celebrada conjuntamente en Medina del Campo y Medina de Rioseco.

Según las frases de las cartelas que componen el Credo, se establece el siguiente orden secuencial:















San Pedro
Representado como un hombre anciano, con pronunciada calvicie y barba poblada y canosa, viste una túnica con remiendos en los hombros y un manto con rasgaduras, sujetando en su mano derecha el tradicional atributo de las llaves.
San Juan
Es el personaje más joven de la serie, luce una discreta perilla, se dispone frontalmente y levanta su mirada al cielo. En su mano derecha porta un cáliz como alegoría del veneno que se le ofreció a beber y que quedó neutralizado al bendecir el apóstol la copa.
Santiago el Mayor
Su composición es una de las más bellas de la serie, con el santo portando atributos de peregrino, como el bordón y la calabaza sujeta a la cintura.















San Andrés
Representado como un venerable anciano de largas barbas y un manto con fuertes contrastes de claroscuro. Sujeta la característica cruz en forma de aspa en que fue martirizado.
San Felipe
El santo aparece aferrado a la cruz en que fue crucificado en la ciudad de Hierápolis.
Santo Tomás
Es posiblemente la figura más dramática de la serie por su anatomía huesuda, la dureza del rostro y su indumentaria harapienta. Sujeta una lanza como alusión a su martirio en la India.















San Bartolomé
Entre un contrastado manto blanco muestra el cuchillo con el que fue despellejado y después decapitado. El tratamiento del manto recuerda las pinturas de Zurbarán.
San Mateo
Caracterizado con larga barba negra, junto a la lanza de su martirio sujeta un gran libro que alude a su condición de evangelista.
Santiago el Menor
Con barba y larga melena, sujeta el característico trozo nudoso de la pértiga con la que sufrió el martirio de un golpe en la cabeza.















San Simón
Aparece como un hombre maduro que sujeta como atributo la sierra con la que fue martirizado en Asia menor.
San Judas
De aspecto joven, es el único de los apóstoles desprovisto de atributo. Aparece en posición frontal, con la mano derecha al pecho y la mirada a lo alto, en gesto de sumisión.
San Matías
Según los Hechos de los Apóstoles, fue nombrado apóstol póstumo, en sustitución de Judas Iscariote, cuando éste y Jesús ya habían muerto. Termina la serie ladeado hacia la derecha y mostrando en su mano una de las piedras con las que sufrió el martirio de apedreamiento en la Betlaschila.

Cristóbal García Salmerón. Buen Pastro y San Juan. Museo del Prado
(Fotos Museo del Prado)
La iconografía de los apóstoles portando filacterías con frases del Símbolo de la Fe comenzó a difundirse en el siglo XV para recordar que, según la tradición, cada apóstol habría aportado una frase el día de Pentecostés para resumir las aportaciones básicas de sus predicaciones por el mundo, dando lugar el llamado "Credo corto". Siguiendo esta intencionalidad, en el siglo XVI se difundieron las series de grabados de Hendrik Goltius, Anton Wierix y Pieter Van der Heyden3. En España los precedentes directos podemos encontrarlos en los Apostolados realizados por El Greco y su taller en 1600 y 1614.

Cristóbal García Salmerón también fue el autor de otro Apostolado que pertenece al Museo del Prado y que es muy similar al de Valladolid. Del mismo sólamenteo se conservan siete lienzos que se hayan repartidos: el de San Juan permanece en el Prado; San Pedro, Santiago el Mayor, Santiago el Menor y  Santo Tomás se hallan en depósito en el palacio episcopal de Mondoñedo (Lugo); San Simón en depósito en el Museo Municipal de Játiva (Valancia) y San Bartolomé, igualmente como depósito del Prado, en el Museo Provincial de Ciudad Real.

Juan Andrés o Ignacio de Prado. Detalle de Apostolado, 1725
Iglesia de San Felipe Neri, Valladolid
En Valladolid se conserva otra serie que responde a esta iconografía del Credo, con los apóstoles representados de cuerpo entero, colgada por la nave y los soportes de la iglesia de San Felipe Neri. Un conjunto realizado en 1725 que unos atribuyen a Juan Andrés y otros a Ignacio de Prado.


BREVES APUNTES SOBRE EL PINTOR CRISTÓBAL GARCÍA SALMERÓN     

Este pintor barroco nació en la ciudad de Cuenca hacia 1603 y, según Palomino4, se formó como discípulo en el taller que el murciano Pedro Orrente (1580-1645) tenía instalado en Toledo, donde pudo tomar contacto con el gusto por la pintura veneciana, especialmente de los Bassano, asumiendo también las influencias del florentino Vicente Carducho y de la obra que Luis Tristán y Juan Bautista Maíno realizaban en la escuela toledana.

Cristóbal García Salmerón. Teresa de Jesús con benefactora, mercado del arte
Su primera obra firmada es San Julián, obispo de Cuenca, realizada en 1637 para la catedral de Málaga. También firmado está el Retablo de San Juan Bautista de la catedral de Cuenca, ciudad en la que en 1642 pintó una Fiesta de toros (celebrada cuando Felipe IV pasó por Cuenca camino de Cataluña) que Palomino conoció en el Alcázar de Madrid. En 1648 realizaba el Apostolado ya citado de la catedral de Cuenca y se le atribuye un San Juan Evangelista del Museo del Greco en Toledo.

En fecha imprecisa Cristóbal García Salmerón se trasladó a Madrid, donde pintó los Apostolados de la catedral de Valladolid y del Museo del Prado (serie fragmentaria), demostrando la búsqueda del mayor naturalismo y el apego a los modelos de Pedro Orrente hasta la etapa final de su vida profesional5. También en Madrid pintó escenas devocionales para la nobleza, como Teresa de Jesús con una benefactora (mercado del arte). Murió en la capital de España alrededor de 1666.


Informe y fotografías: J. M. Travieso.

Atribuido a Cristóbal García Salmerón
San Juan Evangelista. Museo del Greco, Toledo


NOTAS

1 SOBREMONTE, Fray Matías de: Historia del Convento de San Francisco de Valladolid. Manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid con la signatura MSS/19351.

2 VELASCO GALLEGO, Santiago: El Buen Pastor. En Passio - Las Edades del Hombre, Medina del Campo y Medina de Rioseco, Valladolid, 2011, p. 310.

3 ANDRÉS GONZÁLEZ, Patricia: Apostolado. En Credo - Las Edades del Hombre, Arévalo, 2013, p. 234.

4 PALOMINO, Antonio: El museo pictórico y escala óptica III. El parnaso español pintoresco laureado. Madrid : Ed. Aguilar, Madrid, 1988.

5 ANGULO IÑÍGUEZ, Diego y PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E.: Historia de la pintura española. Escuela toledana de la primera mitad del siglo XVII. Instituto Diego Velázquez, CSIC, , Madrid, 1972, pp. 359-371.




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4 de enero de 2017

VIAJE: LETONIA Y RUSIA, del 4 al 16 de julio 2017

PROGRAMA DE VERANO

Martes 4 de julio
Salida a las 12 h. desde la plaza de Colón con dirección  al aeropuerto de Madrid-Barajas.  Embarque en vuelo regular y directo (Madrid-Riga) MAD RIX BT 686  17,20 22,15. Recogida de equipaje y traslado al Hotel Islande 4*** o similar .

Miércoles 5 de julio
Desayuno buffet. Visita panorámica a la ciudad de Riga. Almuerzo. Por la tarde visita a
la bella localidad de Jūrmala. Regreso a Riga a últimas horas. Alojamiento.

Jueves 6 de julio
Desayuno buffet. Excursión al Parque Nacional de Gauja y visita de Sigulda y Turaida. Regreso al aeropuerto de Riga y embarque vuelo a San Petersburgo BT 444  -1830 1950. Recogida de equipaje y traslado al Hotel Vedesky (semicéntrico) o similar.

Viernes 7 de julio
Visita panorámica de San Petersburgo. Almuerzo en restaurante local. Visitas a la catedral de San Isaac y la iglesia de la Sangre Derramada. Alojamiento.

Sábado 8 de julio
Por la mañana visita al  Museo Hermitage. Almuerzo. Por la tarde traslado al palacio de Peterhof. Alojamiento.

Domingo 9 de julio
Visita al palacio Pushkin (Palacio de Catalina). Almuerzo. Por la tarde paseo en barco por los canales de San Petersburgo. Alojamiento.

Lunes 10 de julio
Traslado a la estación del tren diurno rápido con dirección a Moscú . Llegada a la capital. Cena y alojamiento en el Hotel Crown Plaza o similar .

Martes 11 de julio
Desayuno. Visita panorámica a la ciudad y al Metro de Moscú. Almuerzo. Visita del recinto amurallado de Kremlin y una de sus catedrales. Al finalizar la visita, recorrido por la calle Arbat, una de las más importantes de Moscú. Alojamiento.

Miércoles 12 de julio
Visita de Sergiev Posad, conocido como el Vaticano de la religión ortodoxa. Visita al Monasterio de San Sergio, centro de peregrinación de las reliquias de San Sergio de Radonezh, construido en el siglo XIV. Almuerzo. Regreso a Moscú. Alojamiento.

Jueves 13 de julio
Salida hacia Rostov (a orillas del lago Nero). Visita al Kremlin. Almuerzo. Traslado a la ciudad de Yaroslav y visita panorámica. Cena y alojamiento en Hotel Park Inn o similar.

Viernes 14 de julio
Salida hacia Kostroma, donde se realizará una visita panorámica por la ciudad. Visita a la catedral y al monasterio Ipatievsky. Almuerzo. Por la tarde visita a la residencia Snegurochka. Traslado a Suzdal. Cena típica en la casa de una familia tradicional de Suzdal. Alojamiento en Hotel  Suzdal Inn o similar.

Sábado 15 de julio
Una de las ciudades Patrimonio de la Unesco. Visitas. Almuerzo. Por la tarde salida hacia Vladimir. Visitas. Al finalizar las mismas, traslado a Moscú. Cena y alojamiento.

Domingo 16 de julio
De madrugada traslado al aeropuerto. Regreso a Madrid. Llegada a las 11 h. A continuación traslado a Valladolid, con llegada alrededor de las 14,30 h. 


PRECIO SOCIO EN HABITACIÓN DOBLE: 2395 €
PRECIO NO SOCIO EN HABITACIÓN DOBLE: 2445 €
PRECIO SOCIO EN HABITACIÓN INDIVIDUAL: 2925 €
PRECIO NO SOCIO EN HABITACIÓN INDIVIDUAL: 2975 €

REQUISITOS: Precios válidos para un grupo mínimo de 25 personas.

INCLUYE:
Régimen de media pensión durante todo el viaje, a excepción de las 2 noches del circuito del Anillo de Oro, que son en pensión completa.
Tren de alta velocidad Sapsan, clase económica, de San Petersburgo a Moscú.
Visitas y excursiones según programa, con guía oficial local en español.
Visado con trámite normal (más de 20 días).
Dossier Domus Pucelae.
Seguro de Viaje
Tasas aéreas a fecha del presupuesto.

NO INCLUYE:
En general, cualquier otro gasto o servicio no reflejado en el apartado anterior.
Entradas a museos o monumentos, excepto en los lugares indicados.
Bebidas en las comidas, propinas, extras en el hotel, etc.

INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Información y reserva de plazas en: domuspucelae@gmail.com o tfno. 608 419228 a partir de las 0 horas del día 4 de enero.

FORMA DE PAGO: Entrega de 500 € al realizar la reserva. Un  segundo pago de 750 € en el mes de marzo y el resto del importe del viaje antes del 15 de junio en Viajes El Corte Inglés, c/ Puente Colgante, 35.  Tfno. 983 278235. De lunes a viernes de 9:30 a 14 y de 16 a 19 h. Preguntar por Sabrina o Mario.  











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30 de diciembre de 2016

Theatrum: RETABLO DE LA ADORACIÓN DE LOS PASTORES, tratamiento exquisito de la madera











RETABLO DE LA ADORACIÓN DE LOS PASTORES
Gabriel Joly (Varipont, Picardía, Francia, h. 1470-Teruel, 1538)
Hacia 1535
Madera al natural
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Procedente del monasterio de Santa María de la Mejorada de Olmedo (Valladolid)
Escultura renacentista española. Escuela aragonesa












Entre los fondos del Museo Nacional de Escultura se encuentra un exquisito retablo de pequeño formato que procede del monasterio jerónimo de Santa María de la Mejorada de Olmedo (Valladolid), desmantelado a causa de la Desamortización. Se trata de una notable obra escultórica que se presenta en el estado natural de la madera, sin aplicación de policromía, lo que permite apreciar el alto grado de refinamiento en los trabajos de talla conseguido por los grandes maestros del Renacimiento español.

Al desconocerse su autor, fue Federico Wattenberg quien reconoció en la obra las características y el estilo de algunos trabajos diseminados por tierras aragonesas, adjudicando su posible autoría al escultor Juan de Moreto, una atribución con la que se ha presentado en el Museo Nacional de Escultura durante muchos años. Sin embargo, en tiempos recientes, como ocurriera con el fantástico relieve de la Sagrada Familia con San Juanito, la obra ha sido atribuida a Gabriel Joly, escultor originario de la Picardía francesa que llegado a España desarrolló su habilidad y talento por tierras de Aragón1.

Gabriel Joly era un escultor prácticamente desconocido hasta no hace muchos años, apenas citado en los manuales como autor del gigantesco retablo mayor de la catedral de Teruel, que curiosamente también se muestra sin policromar. Por fortuna, la tecnología de nuestro tiempo y las campañas de restauración del patrimonio artístico emprendidas por las comunidades autónomas, han permitido poner en valor muchas obras casi desconocidas y con ello establecer el corpus de muchos escultores, algunos con el grado de excelencia de Gabriel Joly, que en virtud de los últimos estudios ha pasado a ocupar, junto a Damián Forment, la cumbre alcanzada por la escultura renacentista en el reino de Aragón.

Una buena muestra de su quehacer es este pequeño retablo de la Adoración de los Pastores, que como pieza devocional sirvió de oratorio privado al abad del monasterio de la Mejorada de Olmedo. Su presencia en esta villa castellana se debe a la estrecha relación entre dos monasterios observantes de la Regla de San Jerónimo: el de Santa María de la Mejorada de Olmedo, con origen en una capilla fundada en 1330 por la benefactora María Pérez, en la que en 1396 se estableció monásticamente una comunidad de jerónimos que a partir de 1409 recibió la protección y ayuda de Fernando de Antequera, desde 1412 convertido en el rey Fernando I de Aragón, y el importante monasterio de Santa Engracia de Zaragoza, fundado por Juan II de Aragón, padre de Fernando el Católico, que gozó de protección real hasta el reinado del emperador Carlos (volado en 1808 por las tropas francesas durante el Sitio de Zaragoza).

En la parte superior del ático del retablo aparece escrita con tinta la fecha de 1547, que se ha interpretado como el momento en que el retablo llegaba a Olmedo, posteriormente a la muerte de Gabriel Joly en 1538, cuando se hallaba trabajando en Teruel. Por tanto, pudo ser realizado entre 1530 y 1535, en base a las similitudes estilísticas con otras obras realizadas por el escultor en esos años.

Gabriel Joly, que es citado por primera vez en Zaragoza en 1515, cuando se le concede un título como maestro de armas y lucha, comenzaría trabajando en 1520 como colaborador de Gil de Morlanes el Joven en la Seo de Zaragoza y en la iglesia de la villa zaragozana de Tauste, aunque por desavenencias entre ambos pasaría a colaborar con el florentino Juan de Moreto, también establecido en la ciudad del Ebro. Es a partir de 1526 cuando empieza a contratar obras personalmente, como el Retablo de la Anunciación que le solicitara ese año don Juan de Luján, maestresala del arzobispo de Zaragoza, para su capilla familiar en la iglesia de San Miguel de Villafeliche (Zaragoza), del que se conserva una Virgen con el Niño, y el retablo del convento del Carmen de Zaragoza, contratado en 1531.

Desgraciadamente estas dos obras citadas fueron destruidas durante la contienda de 1936, como también lo fueron el retablo de la iglesia zaragozana de San Gil, que realizara en 1535, y otro retablo realizado en 1536 a petición de la cofradía de sastres. 
Por suerte, han pervivido dos grandes obras salidas de sus gubias: el Retablo de la iglesia de Nuestra Señora del Castillo de Aniñón (Zaragoza), cuya escena de la Adoración de los Pastores guarda numerosas similitudes con el pequeño retablo del Museo Nacional de Escultura, y el monumental Retablo mayor de la catedral de Teruel, ciudad a la que se trasladó en 1532, después de estar residiendo en Zaragoza durante doce años,  dos retablos que tienen en común la carencia de policromía.

Otras obras destacadas son la esculturas pertenecientes al Retablo de Santo Tomás de Canterbury, elaborado en 1525 para la iglesia de la Magdalena de Zaragoza, y el Retablo de Santiago de la Colegiata de Bolea (Huesca), delicada obra realizada en alabastro hacia 1532. Otras obras de este escultor se hallan repartidas por distintos museos completamente sacadas de contexto.

Gabriel Joly acusa en su primera etapa una clara influencia de las formas toscanas quattrocentistas, que poco a poco abandona por la influencia recibida del taller de Damián Forment en Zaragoza, hasta evolucionar hacia el manierismo romano influenciado en gran medida por los modelos de Miguel Ángel, que imita en numerosas piezas. Su personal estilo, de fuerte sustrato clasicista, se caracteriza por las formas dinámicas y expresivas, siempre con elementos muy elaborados y un sorprendente acabado técnico, tanto en los trabajos en madera como en los realizados en alabastro siguiendo la estela de Damián Forment.

El escultor siempre huye de recrearse en el dolor y en el drama para procurar una belleza formal muy idealizada y con aires melancólicos, generalmente con figuras esbeltas y estilizadas. Su obra presenta un minucioso trabajo de talla en la que la tersura de las carnaciones se contrapone a los abundantes pliegues de las vestiduras, en las que incluye numerosos detalles descriptivos, extendiendo la exquisitez plástica a los motivos ornamentales de la mazonería de los retablos.

EL RETABLO DE LA ADORACIÓN DE LOS PASTORES   
  
El pequeño retablo está compuesto por un único cuerpo, en el que aparece la escena de la Adoración de los Pastores, y un pronunciado ático trilobulado en el que se inserta la escena de la Crucifixión. Sobre éste se colocan a los lados dos amorcillos sujetando guirnaldas, un cráneo reposando en el centro y un remate con forma de peana parcialmente mutilado. La escena central está enmarcada por dos elegantes columnas corintias estriadas, con el tercio bajo decorado, que soportan un entablamento recorrido por un friso con grutescos en relieve entre los que se distinguen la cabeza de un querubín en el centro, roleos y animales mitológicos en los extremos, así como mascarones en los netos.

La escena de la Adoración de los Pastores se presenta clara y diáfana, con dos grupos de figuras que se disponen a los lados de un eje central que viene determinado por la figura del Niño Jesús, que aparece colocado sobre un cúmulo de paños en el suelo mientras es venerado por un pequeño angelito cuyas extremidades, al igual que en el Niño, se despegan del tablero. 
En la parte izquierda se coloca la Virgen, que postrada de rodillas y con gesto de sumisión dirige su mirada al infante. Detrás de ella se alza la figura enjuta de un pastor que sujeta un cayado y tras el que asoman las cabezas de la mula y el buey. En el lado contrario, compensando la posición de la Virgen, se coloca un pensativo San José que también postrado inclina su cabeza hacia el Niño. Por encima aparecen tres pastores con distintas actitudes, uno haciendo sonar una gaita, otro observando el acontecimiento apoyado en su cayado y un tercero que sujeta con dificultad el cordero que como ofrenda porta en su espalda.

Ocupando la mitad del espacio superior se sugiere la ciudad de Belén mediante un juego de arquitecturas que semejan templos con portadas monumentales y torres en los que se evidencian errores de perspectiva. Por encima de los edificios, a modo de vista en lontananza, aparece representado el Anuncio a los pastores, con dos de ellos colocados de perfil y sorprendidos por la aparición del arcángel San Gabriel portando una filactería, figurando al fondo un pequeño bosque y elevadas colinas de aspecto rocoso. En la parte derecha, otro ángel con una filactería sobrevuela la ciudad.

El fantástico altorrelieve ofrece una equilibrada composición en la que adquiere un especial protagonismo el grupo de figuras que colocadas en un primer plano establecen una representación naturalista de gran placidez y belleza formal. Tanto en los personajes sagrados como en los pastores el escultor cuida el tratamiento individualizado de las cabezas y la indumentaria, incorporando un sin fin de detalles minuciosos para definir las caracterizaciones, destacando los elegantes ademanes y la delicadeza de la Virgen, impregnada de un fuerte clasicismo, y el gesto ensimismado y meditativo del patriarca San José.

Con gran maestría el relieve se articula en sucesivos planos que reducen su volumetría, desde las figuras del primer plano, casi resueltas en bulto redondo, a las arquitecturas apenas insinuadas al fondo, consiguiendo con ello una sensación de profundidad. No obstante, es una obra concebida para ser apreciada a corta distancia, por lo que el escultor se esmera en los pequeños detalles que, como es habitual en su obra, están trabajados con gran virtuosismo.

Esto queda evidente en el tratamiento de los cabellos y barbas, en los ornamentos y los estudiados pliegues de las vestiduras, próximas a la técnica de paños mojados, en la descripción de objetos y animales (el tocado de San José, el gorro a la espalda de un pastor, la gaita que sopla otro de ellos, la espada a la cintura, las calzas caídas y el cordero simbólico que carga un tercero, los soportes y las tejas del tejado del edificio del fondo, etc.) y, sobre todo, en el virtuoso tratamiento de las estilizadas anatomías, en la que se llegan a apreciar músculos y venas, destacando, como seña de identidad del escultor, el fantástico trabajo de las manos, de dedos largos y huesudos, cuya gesticulación establece el pausado sentido narrativo de la escena.

Otro tanto puede decirse del Calvario que corona el retablo, que siguiendo un diseño más convencional muestra la huesuda y estilizada figura de Cristo crucificado, acompañado a los lados de la Virgen y San Juan viviendo un dramatismo muy contenido y destacados sobre un fondo paisajístico. En las figuras de nuevo se repiten las anatomías esbeltas, los plegados de gran finura y los característicos nimbos usados por el escultor, aunque lo más interesante es el tratamiento corporal del crucificado, con el cuerpo distorsionado y orientado a la Virgen con rasgos manieristas que contrastan con la serenidad que prevalece en la escena pastoril inferior. En el paño de pureza, ondeando al viento, se pueden encontrar similitudes con las estolas ondeantes que presentan las expresivas figuras de profetas que se conservan en el Detroit Institute of Arts Museum, igualmente atribuidas a Gabriel Joly.         

Gabriel Joly. Profetas. Detroit Institute of Arts Museum

Informe y fotografías: J. M. Travieso.




NOTAS

1 ARIAS MARTÍNEZ, Manuel: Retablo de la Adoración de los pastores. Museo Nacional Colegio de San Gregorio: colección / collection. Madrid, 2009, pp. 90-91.







Gabriel Joly. Adoración de los Pastores, h. 1530
Retablo de la iglesia de Ntra. Sra. del Castillo de Aniñón (Zaragoza)























Gabriel Joly. Retablo de Santiago, alabastro, h. 1532
Colegiata de Bolea (Huesca)


















Gabriel Joly. San Juan Bautista del Retablo de Santiago, alabastro
Colegiata de Bolea (Huesca)











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