VIRGEN DE
LAS CANDELAS
O VIRGEN DE LA SALVE
Juan de
Anchieta (Azpeitia, Guipúzcoa 1538-Pamplona 1588)
Hacia 1570
Madera
policromada
Iglesia de
Santiago, Valladolid
Escultura
renacentista española. Corriente romanista
Una de las más bellas representaciones marianas de
Valladolid es esta Virgen de las Candelas que se conserva en la iglesia de
Santiago y que desde 2008 ha sido recuperada para el culto y declarada patrona por
la Cofradía de las Siete Palabras bajo la advocación de "Virgen de la
Salve". La imagen de esta manera vuelve a asumir su antiguo protagonismo que tuvo como
titular de una desaparecida cofradía fundada poco antes de 1593 y entre cuyos fines figuraba
la ayuda a las niñas huérfanas.
Ignorada su autoría, ha sido atribuida durante mucho
tiempo — y así todavía se presenta en el templo— al escultor Manuel Álvarez, discípulo
de Berruguete y seguidor de Juan de Juni en los últimos años del siglo XVI,
hasta que recientemente Luis Vasallo Toranzo, profesor de la Universidad de
Valladolid, ha considerado que se trata de una obra personalísima de Juan de
Anchieta, escultor de origen vasco que durante su estancia en Castilla realizó
su formación junto a maestros como Juan de Juni y Gaspar Becerra, hasta llegar
a convertirse en uno de los escultores más destacados del Renacimiento español,
con obra muy abundante y dispersa por territorios al norte del Duero.
La Virgen de las Candelas ocupaba antaño la
hornacina de un retablo colateral del presbiterio de esta iglesia
vallisoletana, hoy ocupado por el fantástico grupo de Santa Ana, la Virgen y el
Niño de Francisco de Rincón, pasando después a ubicarse en distintos retablos del
céntrico templo hasta quedar ubicada en el otro retablo barroco del presbiterio
que hace pareja con el que primitivamente tuvo. Esta bella madonna siempre ha destacado por su notable calidad, siendo una
buena muestra de los apreciados trabajos de Juan de Anchieta, al que Juan de
Juni, intentando recomendar a un artista apropiado para realizar el retablo de
la iglesia de Santa María de Medina de Rioseco, llegó a referirse en los
siguientes términos: "No ay otra
persona ninguna del dicho arte de quien se pueda fiar la dicha obra sino es del
dicho Juan de Anchieta, escultor residente en Vizcaya que es persona muy
perita, hábil y suficiente y de los más esperitos que ay en todo este reino de
Castilla".
La historiografía actual engloba gran parte de la
obra que realizara Juan de Anchieta, que como hemos visto llegó a ser admirado
por Juan de Juni, dentro del Romanismo,
corriente de la que Gaspar Becerra fue pionero y que marca el final del
Renacimiento en Castilla abriendo las puertas a los modos del Barroco, una
tendencia especialmente caracterizada por la monumentalidad y la potente
anatomía de las figuras. Efectivamente Juan de Anchieta, en su faceta
romanista, despliega en su obra composiciones, actitudes y tipos heroicos que
evidencian una pretendida influencia de los modelos de Miguel Ángel, al que se
ajusta con extraordinaria precisión en algunas de las imágenes que pueblan sus
retablos.
Un buen ejemplo de los logros de su arte es esta refinada Virgen de
las Candelas, una obra de ejecución impecable y afortunadamente en óptimo
estado de conservación, que debió realizar en Valladolid poco antes de 1570,
año en que regresó a su tierra natal. La imagen muestra a la Virgen sujetando
en su brazo izquierdo al Niño, que vuelto hacia el espectador apoya sus pies en
una cesta de mimbre que María porta en su mano derecha con dos tórtolas,
sugiriendo el momento de la Presentación en el Templo de Jerusalén. La talla
reúne todo un conjunto de detalles sutiles, propios de una obra maestra, que
aportan nuevos valores a la iconografía de la Madonna, tan extendida en el Renacimiento.
La Virgen aparece de pie, con empaque, estática, solemne
y con la mirada al frente en gesto imperturbable. Viste una larga túnica
ajustada a la cintura por un cíngulo, ornamentada con motivos vegetales en rojo
a punta de pincel sobre fondo ocre y con cuello vuelto de color rojo, que
produce grandes pliegues en su caída a los pies. Por encima está recubierta por
un ampuloso manto verdoso que cubre su hombro y brazo izquierdo y rodea su
espalda para sujetarse al frente a la altura de la cintura. Esta decorado con
grandes motivos vegetales esgrafiados y una ancha cenefa en los bordes, con roleos
rojizos al exterior y dorados en el interior, originando plegados con caídas
verticales y voluminosos abultamientos laterales.
Su cabeza presenta una gran serenidad, con una larga
cabellera de abultados rizos concentrados hacia la izquierda, lo que deja
visible su oreja derecha, una cinta dorada en la parte superior, ancho cuello y
un rostro oval de facciones clásicas, destacando los ojos abultados y
dispuestos en forma de media luna. Con su brazo derecho, levantado a la altura
del codo y pegado al cuerpo, sujeta una cesta de mimbre que contiene una pareja
de tórtolas, para lo que flexiona la mano a la altura de la muñeca con elegante
ademán, mientras los dedos de la mano izquierda, en un diseño magistral, se
entremezclan con el paño que envuelve al Niño. Su imagen, que sugiere una
anatomía carnosa y vigorosa, recuerda a una matrona romana.
Al clasicismo de la Virgen se contrapone el
dinamismo manierista del Niño, posiblemente la figura infantil más bella de
toda la escultura sacra de Valladolid, cuyo modelo repite Juan de Anchieta en el grupo de la Virgen con el Niño y San Juanito de la parroquia de San Juan Bautista de Obanos (Navarra). Presenta un cuerpo desnudo orientado al
pecho materno, aunque con gesto espontáneo gira su torso y cabeza hacia el
espectador con curiosidad infantil. Al exquisito trabajo de su cabeza suma sus
movimientos, como las manos con expresivos dedos arqueados, los pies
superpuestos en el borde de la cesta y su mirada compasiva, adquiriendo
sugestivos matices según el ángulo de visión.
Virgen de las Candelas. Juan de Juni Iglesia de Santa Marina la Real, León |
La talla ofrece un cuidado estudio anatómico de
carácter corpulento y una composición muy compacta basada en un movimiento
cerrado, así como una gran volumetría en todos sus elementos que genera fuertes
claroscuros y unos pliegues muy redondeados y suaves que sugieren el modelado
en barro, siguiendo de cerca los modos de Juan de Juni, completándose con una
policromía preciosista que realza su afán de naturalismo.
La imagen solamente es comparable en originalidad y
suavidad del modelado a la Virgen de las Candelas de Juan de Juni que se
conserva en la iglesia de Santa Marina la Real de León, aunque todo lo que en
aquella es movimiento y dinamismo en la obra de Juan de Anchieta es reposo y
serenidad, cambiando lo que pudiera ser una escena cotidiana por otra algo más
distante y majestuosa, sin precedentes en el repertorio renacentista castellano
a pesar de la influencia juniana. Una verdadera joya del talento creativo de
Juan de Anchieta.
Informe: J. M. Travieso.
Virgen de la Salve en su retablo de la iglesia de Santiago, Valladolid |
Bibliografía:
VASALLO TORANZO, Luis. Juan de
Anchieta. Aprendiz y oficial de escultura en Castilla (1551-1571).
Universidad de Valladolid, 2012.
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