25 de diciembre de 2023

Visita virtual: EL BELÉN DE PALACIO, los revitalizados restos de un naufragio




BELÉN DE PALACIO O BELÉN DEL PRÍNCIPE

Varios autores napolitanos

Siglo XVIII y 2001

Madera, terracota, textiles, metales, vidrio, cera y otros materiales

Palacio Real (Patrimonio Nacional), Madrid

Escultura barroca y rococó

 




Giovanni Maria delle Piane. Carlos VII de Nápoles y Sicilia, 1737
Museo de Pontevedra
Mengs. Carlos III de España, h. 1765
Museo del Prado, Madrid

     La representación del nacimiento de Cristo fue una constante en el arte cristiano desde la Edad Media. Sin embargo, es en el siglo XVIII cuando se produce el mayor desarrollo de los belenes por distintos motivos, entre ellos el tipo de religiosidad de la época y la vida apacible que se conoció en casi toda Europa, así como el sentido de fiesta y lujo que fueron adquiriendo todas las manifestaciones artísticas. No obstante, sobre aquellos belenes devocionales anteriores, sometidos a la rigidez canónica, era difícil establecer la representación de la Natividad desde un enfoque diferente, siendo justamente eso lo que va a ocurrir cuando se consolida la modalidad de belén napolitano en el siglo XVIII, que sin la intención de herir susceptibilidades consigue inculcar a la tradicional representación religiosa un contenido profano que deja de tener sentido en el marco religioso de iglesias y conventos para convertirse en una manifestación compleja, desacralizada, refinada y llena de fantasía, en consonancia con el creciente gusto por el teatro y artísticamente acorde con los planteamientos formales y estéticos del rococó.

Fue en la ciudad de Nápoles donde aquella novedosa experiencia en la representación del mito, del símbolo y de la tradición, dotada de cierta carga irreverente para su tiempo, tuvo tan buena acogida popular, lo que dio lugar a que el montaje y la muestra de belenes se convirtiera en una fiesta laica y favoreciera una auténtica industria artística, generalizándose, como en ningún otro lugar, la afición al coleccionismo de elementos del presepio, llegando a convertirse la elaboración de figuras y accesorios en un próspero negocio y en una de las principales señas de identidad de la ciudad de Nápoles.

Tiépolo. Carlos IV de Borbón, Príncipe de Asturias, 1763
Museo del Prado, Madrid

     Un decisivo impulso al desarrollo del belén napolitano se debe a Carlos de Borbón, hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio, que después de varias campañas bélicas llega a Nápoles en 1734 y es coronado rey el 3 de julio de 1735 como Carlos VII. La afición de este monarca por el belén —construyó en el Palacio Real de Caserta la Sala Elíptica para instalar un belén monumental, permitiendo ser visitado por el pueblo— y la consiguiente imitación de los nobles y grandes familias, contribuyeron a la proliferación de escultores (incluyendo la fábrica de Capodimonte), arquitectos y escenógrafos para que la representación belenista alcanzara una perfección y una difusión extraordinarias.

La muerte sin sucesión de su hermanastro Fernando VI, hizo recaer en Carlos de Borbón la Corona de España, pasando a ocupar el trono en 1759 con el nombre de Carlos III. Entre las numerosas obras de arte que trajo de Nápoles se encontraba un espectacular belén que instaló en el Palacio del Buen Retiro, ocupándose de su engrandecimiento año tras año para su disfrute y el de su hijo el príncipe de Asturias, así como de los infantes y de la corte en general, siendo esta afición compartida por su esposa María Amalia de Sajonia. Desde su regreso a España, Carlos III permaneció en continuo contacto con los talleres de Nápoles para conseguir nuevas figuras destinadas a los belenes de sus hijos, tanto para el príncipe de Asturias —futuro Carlos IV— como para el infante don Gabriel.

En 1761, Antonio Borelli escribe desde Nápoles a la corte española informando que ha conseguido un bellísimo belén, compuesto por 156 figuras de célebres autores, entre pastores y ganados, para satisfacer los deseos de Carlos III, que las destinó a los dos belenes de sus hijos. En 1786 el escultor Andrea Casareggio comunica a la corte española, desde Génova, la adquisición de 100 figuras de madera, que llegarían al puerto de Alicante. En 1787, Pedro Michel, escultor de cámara, pasa recibo de la realización en madera, al modo napolitano, de varias figuras destinadas al belén mandado construir por el príncipe de Asturias en el Nuevo Palacio Real, entre ellas las imágenes de la Virgen y San José.

Belén de Palacio, Palacio Real, Madrid

     De esta manera, el mismo año 1787 el Belén del Príncipe iba incrementando el número de figuras con la compra de un belén a doña Catalina Solera, la adquisición de 60 figuras a Antonio Rodríguez, Alfonso Alameda y Pedro Muñoz y las esculturas del belén compuestas expresamente por Celedonio del Arce, escultor de cámara, para el Belén del Príncipe. En 1788 Hermenegildo Silici realizaba 50 figuras en cera, una Virgen y un San José y vestidos para otras. Entre los participantes en este tipo de obra multidisciplinar, los mejor retribuidos eran los tramoyistas y pintores de los teatros, como fue el caso de Felipe Fontana.

Tras la muerte del infante don Gabriel el 23 de noviembre de 1788, y la del rey Carlos III el 14 de diciembre del mismo año, su hijo el príncipe Carlos subió al trono con el nombre de Carlos IV. Este mantuvo la tradición de montar y mostrar en el Palacio Real el belén que su padre había traído de Nápoles, incrementado con un lote de figuras recibidas por herencia de su hermano don Gabriel, otras procedentes de Génova, como el cortejo del rey Baltasar, y otras nuevas encargadas al escultor valenciano José Esteve Bonet y al escultor alicantino José Ginés Marín, apuntándose que el belén, en tiempos de Carlos IV, llegó a reunir 5.950 piezas de primera calidad realizadas por diferentes artistas, incluyendo exóticos animales y numerosos accesorios. Este belén siempre estuvo a disposición de los ciudadanos, que lo podían visitar previa solicitud de permiso a la Casa Real, que expedía un boleto y establecía visitas registradas con turnos de media hora.

Belén de Palacio, Palacio Real, Madrid
Disgregación del Belén de Palacio y su renacimiento en nuestros días

Desgraciadamente, aquella espectacular colección se fue dispersando debido a distintas circunstancias históricas, conservándose apenas 89 figuras originales de aquella impresionante colección palaciega.

Durante el reinado de Fernando VII (1808-1833) fue decayendo el fervor coleccionista respecto al belén, ocurriendo todo lo contrario, pues en la testamentaría del rey en 1833 ya se afirma que las figuras del belén no se encuentran en buen estado, afirmando que algunas de ellas están despedazadas. Tras la muerte del rey Felón en 1833, en la Navidad de ese año su sobrino, el infante don Sebastián Gabriel (1811-1875), dispuso el montaje del Belén de Palacio, que él mismo supervisó y que fue visitado por más de 2.000 personas.

Belén de Palacio, Palacio Real, Madrid

     La Reina regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias inculcó la afición por el Belén de Palacio a su hija Isabel II, renovándose en ese momento todos los elementos que habían sufrido daños. En 1845 fue el pintor Vicente López quien instaló el belén en el Cuarto de Su Majestad la Reina, participando el escultor de cámara José Piquer, que compuso varias figuras.

En los últimos años del siglo XIX las noticias sobre el belén no son demasiado precisas, comenzando a caer en desuso su instalación, pues desde mediados de siglo se introduce entre la aristocracia la nueva costumbre del árbol de Navidad. Algunas de las figuras del Belén de Palacio se vendieron a nobles y coleccionistas particulares. En 1942 se celebró una exposición en la Biblioteca Nacional en la que se expusieron 237 figuras de la colección de la Princesa de Hohenlohe, varias de las cuales procedían del Belén de Palacio. Del mismo modo, en otra exposición celebrada en 1951 en el Museo de Artes Decorativas de Madrid se mostraba una cabalgata de los Reyes que eran propiedad del marqués de Lozoya y que en origen también había pertenecido al Belén de Palacio.

Belén de Palacio, Palacio Real, Madrid

     En el Belén napolitano del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, adquirido por el Estado a los coleccionistas madrileños Emilio y Carmelo García de Castro, se han identificado 26 figuras de Francesco Celebrano que llegaron a Madrid como regalo del rey Fernando IV de Nápoles a su hermano Carlos IV de España y que se disgregaron del conjunto, ocurriendo otro tanto con algunas figuras del Belén napolitano del Museo de Salzillo, adquirido a los mismos coleccionistas madrileños. En la actualidad las magníficas figuras de José Esteve, que formaron parte del Belén de Palacio, se conservan en el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid, mientras que el expresivo grupo de La Matanza de los Inocentes, de José Ginés, está repartido entre el Museo Marés de Barcelona y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

Belén de Palacio, Palacio Real, Madrid

     Las actuales figuras que componen el Misterio, realizadas en el siglo XVIII en madera y revestidas al modo napolitano, son de manufactura española, aunque se desconoce el autor. También de elaboración española son tres ángeles mancebos, de cuerpo completo tallado en madera, que seguramente realizados por algún escultor de cámara de Carlos IV. De gran interés es el variado conjunto de animales, que pertenecen al conjunto traído a España por Carlos III.

Fue a partir de 1987 cuando se realizó una rigurosa limpieza y restauración de las figuras originales, retomándose la tradición de montar el Belén de Palacio y mostrarlo al público durante la Navidad, generalmente en el Salón de Columnas del Palacio Real, aunque desde el año 2012 se exhibe en el Salón de Alabarderos.

El éxito de los restos de aquel Belén de Palacio o Belén del Príncipe, animó a Patrimonio Nacional, en el año 2001, a convocar un concurso para adquirir 143 nuevas figuras. Los ganadores fueron los hermanos Salvatore y Manuele Scuotto, artesanos de Nápoles que las realizaron siguiendo las técnicas tradicionales del siglo XVIII para conseguir un carácter unitario. Igualmente, se renovó una serie de seis arquitecturas compuestas con corcho y madera.


Informe: J. M. Travieso


Belén de Palacio, Palacio Real, Madrid

 

OTROS IMPORTANTES BELENES NAPOLITANOS EN ESPAÑA:

 

uMuseo Nacional de Escultura, Valladolid (pulsar)

uMuseo Salzillo,Murcia (pulsar)

uMuseo Palacio March, Palma de Mallorca (pulsar)

 



Belén de Palacio, Palacio Real, Madrid










Figura del demonio de tradición napolitana
Belén de Palacio, Palacio Real, Madrid










Detalle de la escenografía
Belén de Palacio, Palacio Real, Madrid










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18 de diciembre de 2023

Exposición: TIEMPOS MODERNOS, del 12 de diciembre 2023 al 17 de marzo 2024
























MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA
Palacio de Villena
Valladolid


Un tiempo único en la historia del arte, un periodo de especial ebullición para la cultura occidental. Eso es lo que caracteriza a los años en torno al 1500, una época en la que asistimos al nacimiento y configuración de los Estados modernos que dieron origen a nuestro mundo actual. 

En este contexto, la expansión demográfica, económica y territorial experimentada por los reinos hispánicos en el paso del siglo XV al XVI tendrá su reflejo inevitable en el arte, que fue considerado por reyes, nobles y eclesiásticos como un eficaz instrumento de propaganda. Flandes e Italia se convertirán así en los principales focos artísticos del momento, lugares de los que aprender y en los que fijarse, estableciéndose una serie de fructíferos viajes de ida y vuelta con esos territorios entre obras, artistas y modelos iconográficos que demuestran que el arte no entendía de fronteras ni rivalidades. 

MAESTRO DE LA ABADÍA DE AFFLIGHEM, Juana I de Castilla, 1500-1510
Ese momento tan crucial es el que se plasma en Tiempos Modernos, la exposición que acoge el Palacio de Villena hasta el 17 de marzo de 2024. 

Las antiguas puertas del Colegio de San Gregorio dan la bienvenida a los visitantes como símbolo de la entrada a una nueva época, reflejada en las colecciones expuestas. Aquí podrán contemplar obras escultóricas en diversas tipologías, tamaños y formatos, que conviven con otras producciones del momento realizadas en los más diversos soportes y que enriquecen y contextualizan el discurso expositivo: pinturas sobre tabla, textiles, orfebrería, documentos, dibujos… 

Todas estas piezas provienen de distintos puntos de la geografía española. Una pluralidad bien representada por la diversidad de entidades prestadoras participantes, que van desde grandes museos a instituciones eclesiásticas. Algunas de ellas están ubicadas en la denominada España vaciada, lo que da muestra del amplio y rico patrimonio del medio rural, en ocasiones desconocido para el gran público. 

JUAN ORTIZ EL VIEJO, detalle de la Virgen de la Misericordia, 1518-19
  (Texto: MNE)

 

 

  HORARIO DE VISITAS

  Martes a sábado, de 11 a 19.30 h

  Domingos y festivos, de 11 a 15 h

  Cerrado: 24, 25 y 31 de diciembre; y, 1 y 6 de enero

  Entrada gratuita

 

ANÓNIMO FLAMENCO, Ecce Homo, h 1500










ANDREA DELLA ROBBIA, Tríptico Adoración de los Reyes, h 1475



















HANS MEMLING, detalle de Sta Isabel de Hungría, tríptico 1485-1490










JACOB VAN COTHEM, San Julián Hospitalario, h 1510










ALEJO DE VAHÍA, Virgen de la Leche coronada por ángeles, 1490-1500










JUAN DE FLANDES, Santa Apolonia, 1507-1508










SEGUIDOR DE FERNANDO GALLEGO, detalle de la Coronación de espinas, 1480-1510










GIL DE RONZA, Ecce Homo y La Muerte, h 1522-1525










GABRIEL JOLY, Adoración de los Reyes, 1524-1525










JUAN DE JUNI, San Mateo, terracota, 1535-1540
















DAMIÁN FORMENT, San Onofre, alabastro policromado, h 1520










DIEGO DE SILOE, Virgen con el Niño, h 1523










ALONSO BERRUGUETE, detalle de la Crucifixión, h 1532-1534










PEDRO MACHUCA, Descendimiento, 1518-1519


















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12 de diciembre de 2023

Visita virtual: MONASTERIO DE LA CARTUJA, apoteosis del arte barroco andaluz







MONASTERIO DE NTRA. SRA. DE LA ASUNCIÓN O CARTUJA DE GRANADA

Varios autores

1516 – Siglo XIX

Arquitectura, pintura, escultura y artes suntuarias barrocas

Granada

Arte barroco español

 

 






     El año 1458 la comunidad del monasterio de Santa María de El Paular, la primera cartuja de Castilla y por entonces uno de los más importantes monasterios de España, enclavado en tierras segovianas, decidió realizar una nueva fundación en Granada tras recibir unos terrenos cedidos por Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, aunque las ocupaciones de éste le hicieron desentenderse del proyecto. En 1506 se comenzó a construir el monasterio en otros terrenos, conociendo las obras una parada hasta que se reiniciaron en 1516 para prolongarse durante tres siglos —sin llegar a culminarse— por la enorme envergadura del complejo monástico, que bajo la advocación de Real Monasterio de Nuestra Señora de la Asunción de la Cartuja, y favoreciendo el concepto de soledad y aislamiento del resto del mundo, estuvo habitado hasta 1835, año en que los cartujos fueron exclaustrados del mismo. Aquella construcción no se conserva completa, pues en 1842 fue derribado el Claustro y las celdas de monjes, así como en 1943 la casa prioral. Por decreto del 3 de junio de 1931, la Cartuja de Granada fue declarada Monumento Histórico-Artístico perteneciente al Tesoro Artístico Nacional.

Portada de entrada al recinto

     Aunque por su dilatación en el tiempo la Cartuja presenta una inevitable mezcla de estilos, está considerada como uno de los máximos exponentes de la arquitectura barroca andaluza, siendo asimismo una obra cumbre de la arquitectura barroca española, con el aliciente de conservar en sus dependencias una ingente colección de obras artísticas —pinturas, esculturas, mobiliario, etc.— debidas a renombrados artistas barrocos, destacando la exuberante decoración aplicada en la iglesia, el sagrario y la sacristía, tan sorprendente en su tiempo como en nuestros días. 

Por dotar de cierto orden su descripción, seguiremos un criterio ajustado al recorrido que deben realizar los visitantes en nuestros días (según el plano que acompaña a este informe), desde el exterior a las dependencias más sorprendentes, indicando al tiempo los artistas más destacados de su dotación artística. 


1 - 6 Acceso a la Cartuja

En la cerca que rodea todo el recinto, se abre una portada (1) del siglo XVI, realizada por Juan García de Pradas en estilo plateresco, que adopta la forma de un arco triunfal y está coronada por una hornacina que alberga una imagen de la Virgen con el Niño. Traspasada la misma, se llega a un amplio compás (2) —a modo de una gran plaza, que aparece empedrado y escalonado, en cuyo nivel superior está ornamentado con un empedrado figurativo en blanco y negro, realizado en 1679 y compuesto por siete paneles que representan escenas de caza, jinetes, toros, ciervos y figuras con mazas en los extremos. Desde este se accede a una enorme escalinata (3) con dos rampas simétricas de tres tramos, obra proyectada en el siglo XVII por Cristóbal de Vílchez y construida en mármol gris de las canteras de Sierra Elvira (Granada). 

Compás y vista general de la Cartuja de Granada

    En su parte alta, presidiendo una amplia terraza a modo de atrio, aparece la fachada (4) de la iglesia de la Cartuja, levantada con piedra de Alfacar, en la que se abre una portada neoclásica con columnas jónicas, realizada en mármol gris por el arquitecto Joaquín Hermoso en 1794, en la que destaca la imagen de San Bruno en la hornacina central, obra de Pedro Hermoso, y un gran motivo heráldico en su parte superior.

En la derecha de la fachada se abre la entrada al monasterio (5), dando paso, a través de lo que fue la antigua portería (6), al llamado Claustrillo, que ofrece el aspecto de un claustro-jardín.

     



Claustrillo de la Cartuja de Granada
7 Claustrillo

A este pequeño claustro ajardinado —recordemos que el gran Claustro del monasterio fue derribado en 1842—, que conserva elegantes arquerías de estilo toscano levantadas en el siglo XVII, se abren las dependencias generales para las funciones y servicios de la vida monástica. En origen sus muros estuvieron decorados con series de grandes lienzos debidos a los pinceles del lego castellano fray Juan Sánchez Cotán (Orgaz, Toledo, 1560-Granada, 1627) y del italiano Vicente Carducho (Florencia, h. 1576-Madrid, 1638). Después de la restauración de este espacio, la colección pictórica se ha preservado, pasando a colgar de los muros interiores de las dependencias que se abren al Claustrillo. En el lado norte de este discreto claustro se abren cuatro pequeñas capillas devocionales (14).

 


Refectorio de la Cartuja de Granada
8 Refectorio

Es una amplia y austera sala rectangular, a la que se accede desde el Claustrillo, que fue construida entre los años 1531 y 1550 y se compone de cuatro tramos cubiertos con bóveda de crucería. En ella se abren tres grandes ventanales con arco de medio punto y un sencillo óculo a los pies que facilitan la entrada de luz natural. Junto a la entrada conserva el púlpito para la lectura, elemento habitual en los comedores de la vida monástica. Siguiendo la tradición de los cenáculos italianos, en el testero aparece un monumental cuadro con el tema de la Santa Cena, destacada obra de Juan Sánchez Cotán que recrea en la escena el mismo enlosado del refectorio, con dos ventanas que fingen estar abiertas al exterior, un espacio convincente basado en los efectos de perspectiva y un gran naturalismo en la gestualidad y rostros de las figuras, sin que falten motivos irónicos, como la pelea de un perro y un gato por una raspa de pescado, y virtuosos, como el tratamiento de los alimentos (adaptados a la dieta de los cartujos) y objetos que aparecen sobre la mesa, cuyo trabajo delata su futura condición de figura clave en el género del bodegón español.

Juan Sánchez Cotán. Santa Cena, Refectorio 

     Por encima de este cuadro el mismo Sánchez Cotán, ingresado como cartujo en 1603, pintó en el muro una cruz de madera que, con el mayor naturalismo y mediante la técnica del trampantojo, es captada como formada por listones en relieve y los clavos al aire.

Actualmente las paredes del refectorio presentan el aspecto de una pinacoteca, pues en ellas se han colgado valiosas pinturas de fray Juan Sánchez Cotán que antaño estuvieron en el Claustro y otras dependencias y que formaron parte de tres series diferentes. La primera serie, que estuvo en el Claustrillo, son tres cuadros próximos al testero que hacen referencia al origen de la Orden de los Cartujos. El primero representa la Resurrección de Diocres, maestro y amigo de San Bruno, que le anunció que había sido condenado por Dios, lo que motivó la renuncia de San Bruno de los bienes mundanos. En la pintura se incluye el propio pintor mirando al espectador. El segundo representa el Sueño de San Hugo, obispo de Grenoble, que tuvo la visión de siete estrellas alusivas a San Bruno y sus seis primeros discípulos, estrellas que figurarán en el escudo de la Orden. En el tercero aparece San Hugo recibiendo a San Bruno y sus discípulos, viéndose cumplido el sueño de la noche anterior.

Juan Sánchez Cotán. Calvario, Refectorio

     La segunda serie, también procedente del Claustrillo, está dedicada a los mártires cartujos. Dos narran la historia de los primeros mártires cartujos en Inglaterra, uno con Tres priores y un monje apresados y presentados ante Thomas Cromwell, secretario de estado de Enrique VIII, como disidentes de la política religiosa; otro con los Cuatro religiosos cartujos arrastrados por caballos y ahorcados. Otras dos pinturas muestran a Monjes cartujos prisioneros en la Torre de Londres, intercalándose entre ellos tres pinturas dedicadas a los Mártires de la Cartuja de Colonia tras el asalto de herejes en 1573, donde los monjes mártires aparecen bajo arquerías y agrupados por parejas, cada uno mostrando con serenidad el arma con el que fueron martirizados.

Una tercera serie son tres escenas con temas de la Pasión: el Ecce Homo, el Camino del Calvario y un Calvario con la Virgen y San Juan. Todas estas pinturas configuran una sala monográfica dedicada a la pintura religiosa de Juan Sánchez Cotán.      

 






Sánchez Cotán. Retablo fingido con San Pedro y San Pablo
Sala de profundis, Cartuja de Granada
9 Sala de profundis

Contigua al refectorio, se encuentra esta antesala de oración de los monjes antes de las comidas, que recibe su nombre del salmo penitencial “De profundis clamavi ad te” que los monjes rezaban en los sufragios de difuntos. La sala, construida en el año 1600, tiene en el muro de cabecera un retablo clasicista, fingido en trampantojo, que fue pintado en grisalla y simula un basamento pétreo, dos columnas corintias, un tejadillo con casetones y un remate heráldico flanqueado por decoración de bolas, todo él fingiendo el sombreado natural de la luz que entra en la sala por los ventanales del muro derecho. En su interior aparece la excelente pintura de San Pedro y San Pablo, que Sánchez Cotán dejó firmado en la hoja de la espada que sujeta este último: “Joannes Fecit”.

En los muros de esta sala se han acondicionado otras pinturas de Juan Sánchez Cotán, entre ellas tres pertenecientes a la serie de los orígenes de la Orden que estuvo en el Claustrillo y completan a las expuestas en el Refectorio, en este caso en formato más pequeño. Una muestra a San Hugo señalando el lugar de construcción de la Cartuja, otra el Comienzo de las obras de la Cartuja y la tercera la Aparición de San Pedro a los frailes discípulos para reforzar su fe.  

 Otras pinturas de Sánchez Cotán colocadas en esta sala muestran a Dos ángeles sujetando la Santa Faz, Cristo crucificado, San Hugo de Lincoln y La Virgen con el Niño. 

Sánchez Cotán. Virgen con el Niño y Cristo crucificado
Sala de profundis, Cartuja de Granada











Sánchez Cotán. Ángeles con la Santa Faz
Sala de profundis, Cartuja de Granada










Cabecera de la Sala Capitular de legos
José de Mora. San Bruno, Sala Capitular de legos


10 Sala Capitular de legos

Esta sala, construida entre 1517 y 1519 sobre planos de Fray Alonso de Ledesma, es la construcción más antigua de la Cartuja, siendo utilizada como iglesia por mucho tiempo durante la construcción del complejo. De estilo tardogótico, tiene planta rectangular, con cabecera absidial, y está cubierta con bóveda de crucería con terceletes, cuyos nervios se apoyan en ménsulas formadas por haces de columnillas. La cabecera está presidida por una pintura de la Anunciación, de pintor desconocido, con una talla de Cristo crucificado en lo alto y una pequeña y exquisita escultura en alabastro de San Bruno, del escultor granadino José de Mora, colocada en el nicho abierto en la parte derecha.

En los muros de esta sala se ha colocado una serie de cuadros que en origen estuvieron colocados en el Claustrillo y que representan escenas referidas a San Bruno y la Orden de los Cartujos. Son obra del florentino Vicente Carducho, pintor del rey, el más influyente de la escuela madrileña de pintura hasta la llegada de Velázquez. Las escenas representadas son: Renuncia de San Bruno a la mitra de Regio Calabria; San Bruno y sus compañeros ante el papa Urbano II; Peregrinos en la fuente milagrosa de la tumba de San Bruno y Aparición de un coro de ángeles a San Hugo. Todas estas pinturas fueron terminadas de restaurar en 2012. 

Sala Capitular de monjes
12 Sala Capitular de monjes

Construida entre 1565 y 1567, en esta amplia sala se produce el tránsito del último gótico —primeros tramos con bóveda de crucería nervada con ligaduras formando formas ovaladas— al renacimiento, con bóveda de cañón con casetones y una cabecera ochavada con bóveda de tres paños de trazado similar. En la cabecera se instaló un retablo con pinturas de Juan Sánchez Cotán que no se conserva en la Cartuja y que presentaba en la predela las escenas de la Adoración de los Pastores y la Adoración de los Reyes, con el cuadro central de la Asunción (los tres actualmente en colección particular), acompañada a los lados de San Bruno y San Juan Bautista y en el ático un Calvario con Cristo crucificado y los bustos de la Virgen y San Juan, pinturas conservadas en el Museo de Bellas Artes de Granada.

Actualmente en la cabecera está colocada la pintura de la Aparición de la Virgen a San Bruno, obra de Vicente Carducho, pintor de la corte, al que también corresponden otros cuadros destinados a la decoración del Claustrillo que continúan la serie que Sánchez Cotán no pudo terminar y que están inspirados en el ciclo que Vicente Carducho ya había realizado para el Claustro del Monasterio de El Paular en Rascafría. Todos ellos, que representan milagros y martirios de santos cartujos, fueron restaurados en 2012.  

Juan Sánchez Cotán. Pinturas del primitivo retablo de la
Sala Capitular de monjes. Museo de Bellas Artes de Granada

     Entre las escenas figuran la Aparición de la Virgen a Pedro Faverio, la Visión del beato Juan Fort, el Abandono de los bienes terrenales y la humildad de la Orden de Cartujos, el Martirio de los padres John Rochester y James Walworth, el Martirio de cuatro monjes de la cartuja de Roermond, el Martirio de cartujos de Roermond, la Persecución de los cartujos de Praga y el Martirio del padre Andrés.

En la cabecera de la Sala Capitular aparecen expuestas tres magníficas esculturas. Una representa a Jesús Nazareno con la cruz a cuestas y es obra de Alonso de Mena. Estuvo colocada en la hornacina central del cancel barroco que en la iglesia separa el Coro de Legos del Coro de Padres. Otra es la Virgen del Rosario de José Risueño, magnífica talla de la Virgen con el Niño con influencias de Alonso Cano, y la tercera un Ecce Homo realizado por los Hermanos García en terracota policromada a tamaño natural, con un naturalismo y una morbidez extraordinaria. Estas dos últimas han recibido culto en las capillas del Claustrillo. 

Vicente Carducho. Visión del beato Juan Fort
Sala Capitular de monjes










José Risueño. Virgen del Rosario
Alonso de Mena. Jesús Nazareno con la cruz
Sala Capitular de monjes











Hermanos García. Ecce Homo, terracota
Sala Capitular de monjes











Juan Sánchez Cotán. Imposición de la casulla a San Ildefonso
Pintura que estuvo en una capilla del Claustrillo
Museo de Bellas Artes de Granada

14 Capillas del Claustrillo

En el Claustrillo, junto a la pared que limita con la iglesia, se abren cuatro capillas en las que celebraban misas los monjes de manera individual y privada. Estas fueron decoradas con pinturas de Juan Sánchez Cotán, algunas de las cuales están recogidas en el Museo de Bellas Artes de Granada, como la que presenta La imposición de la casulla a San Ildefonso. En estas capillas recibieron culto las imágenes de la Virgen del Rosario y el Ecce Homo que actualmente se exponen en la Sala Capitular. En los extremos de esta panda se abren dos puertas, una para los Legos y otra para los Padres, por las que se accede a la iglesia.

 







Muro a los pies de la iglesia, espacio para los fieles
Iglesia de la Cartuja de Granada
15 - 18 Iglesia

La iglesia comenzó a construirse a mediados del siglo XVI, pero tras una interrupción de las obras, estas se reanudaron en el primer tercio del siglo XVII, ocupándose de la construcción Cristóbal de Vílchez, también autor de la escalera monumental de acceso al templo, que la culminó en 1662. De las cuatro torres proyectadas, sólo se levantó una que está situada junto a la esquina sur de la cabecera.

La iglesia tiene una sola nave, está levantada en cantería y se cubre con bóveda de arista. El interior está dividido en tres tramos bien diferenciados siguiendo una organización espacial similar a otros templos cartujos, con un primer tramo junto a la entrada principal reservado para los fieles (15), un segundo tramo convertido en coro de legos (16), con acceso desde el Claustrillo y delimitado por un extraordinario cancel con dos altares, y el tercero, más largo, incluyendo el coro de monjes (17), igualmente con acceso directo desde el Claustrillo, y el presbiterio (18), coronado por una cúpula ovalada. 

Pedro Atanasio Bocanegra. Inmaculada
Iglesia de la Cartuja de Granada

     A pesar de esta división espacial, la decoración de toda la iglesia es uniforme, recurriendo al yeso para la realización de hornacinas, esculturas y sofisticados marcos de pinturas sobre lienzo que ocupan completamente los muros, a lo que se suma una apoteosis decorativa en yeserías que recubren los ventanales, las bóvedas y la cúpula.

El Coro de Legos está ocupado por una sillería de diseño barroco con alta crestería y aparece delimitado por un cancel barroco del siglo XVIII, en madera policromada, cuya puerta central es una exquisita muestra de taracea granadina, con incrustaciones de diferentes tipos de madera, conchas, nácar, marfil y plata. Está rematada por un templete con una hornacina (donde estuvo colocado el Nazareno de Alonso de Mena) y coronado con un crucifijo. En los laterales aparecen dos altares con el frontal en mármol veteado de Lanjarón y sobre ellos dos pinturas que son destacadas obras de Juan Sánchez Cotán. En la parte izquierda se encuentra El descanso en la huida a Egipto, magnífica pintura que incluye en primer plano trozos de pan y queso, junto a un cuchillo, trabajados con un realismo que hace recordar su faceta como uno de los mejores bodegonistas de la pintura barroca española. En la parte derecha aparece la exquisita pintura del Bautismo de Cristo, con una composición algo más convencional y con un atractivo colorido.    

El Coro de Monjes ocupa el último tramo de la iglesia. En él se asienta una sillería de madera con un dosel corrido rematado con crestería. Los muros de la iglesia, cuyos ritmos están marcados con pilastras, están profusamente decorados con trabajos de yeserías en forma de guirnaldas, frisos con motivos florales y ángeles, hornacinas que albergan figuras de santos policromados y enmarcamientos de pinturas con motivos geométricos, hojarasca y parejas de ángeles, conjunto de elementos que aparecen completamente policromados en el presbiterio. 

Coro de legos. Sillería y cancel con altares
Iglesia de la Cartuja de Granada

     En la parte superior están colocados cuatro cuadros de Sánchez Cotán con episodios de la Pasión, mientras que en la parte inferior se distribuye una serie pictórica de temática mariana que fue realizada en 1670 por Pedro Atanasio Bocanegra (1638-1688), discípulo de Alonso Cano, representando los Desposorios, la Anunciación, la Visitación, el Nacimiento, la Adoración de los Pastores, la Adoración de los Reyes, la Presentación en el Templo, la Asunción y la Inmaculada. En ellos destaca la belleza de los rostros femeninos y el realismo barroco de las composiciones, como se aprecia en la pintura de la Virgen del Rosario, colocada en un pequeño retablo decorado con vistosas piezas de mármol de Lanjarón.     

El presbiterio adopta una forma poligonal y está cubierto por una cúpula oval sobre pechinas completamente decorada con yeserías. En el muro frontal, siguiendo el diseño de la nave, a los lados se abren dos grandes hornacinas que albergan las esculturas en yeso policromado de San Juan Bautista y San Bruno, mientras que en el centro se encuentra la pintura de los Apóstoles ante el sepulcro vacío de la Virgen y, más arriba, en el cascarón del ábside, la Asunción de la Virgen, otras dos pinturas de Pedro Atanasio Bocanegra.

Coro de legos. Juan Sánchez Cotán
Descanso en la huida a Egipto y Bautismo de Cristo

     En el centro del presbiterio se levanta un retablo-baldaquino, tallado en madera por el cordobés Francisco Hurtado Izquierdo (1669-1725), dorado y decorado con figuras de querubines, que en su interior cobija una dinámica talla de la Asunción (con los atributos de la Inmaculada), realizada por el maestro granadino José de Mora.

 







Coro de monjes y presbiterio
Cúpula oval y cascarón del presbiterio











Coro de monjes. Decoración de la nave













Decoración de los muros de la iglesia










Pedro Atanasio Bocanegra. Virgen del Rosario
Coro de monjes, iglesia de la Cartuja de Granada














Francisco Hurtado Izquierdo. Baldaquino
José de Mora. Asunción, iglesia de la Cartuja de Granada











Francisco Hurtado Izquierdo. Sagrario
Cartuja de Granada
19 Sagrario o Sancta Sanctorum

Este espacio representa el ideal artístico barroco en lo referente a la unidad integradora de todos los elementos formales e ideológicos como a la conjunción de todas las artes en el más pleno colectivismo estético. En él la arquitectura no sólo incorpora a las demás artes, sino que las integra reforzando la mutua expresividad en una conjunta funcionalidad estética y religiosa. Formas, líneas y colores explican la espiritualidad cartujana, cuya vida preside el silencio y con ello la sensibilidad, siendo en este espacio sagrado donde el cartujo se encuentra con Dios en absoluta soledad y manteniendo el más profundo silencio. Este Sagrario supone el culmen del barroco granadino, siendo uno de los espacios más singulares del barroco mundial.

El Sancta Sanctorum fue edificado entre 1704 y 1720 por el arquitecto cordobés Francisco Hurtado Izquierdo. Tiene planta cuadrada y se remata con una cúpula semiesférica sobre pechinas que se apoya sobre arcos que se apoyan sobre parejas de columnas corintias colocadas en los extremos, mientras el pavimento presenta una rica composición, con la técnica de la intarsia, de formas geométricas y mármoles de diferentes colores. Impacta la riqueza de los materiales utilizados y el aspecto teatral ajustado al gusto barroco, orientándose todos los elementos a la glorificación de la Eucaristía y a la exaltación de las virtudes cartujanas.

Sagrario. Virtudes del Tabernáculo

     En el centro se levanta un Tabernáculo realizado con distintos tipos de ricos mármoles y sustentado sobre ocho columnas salomónicas de mármol negro. La urna de plata y cristal que guardaba en el centro para la adoración eucarística fue robada por las tropas francesas del general Sebastiani durante la ocupación de Granada entre 1810 y 1812, siendo posteriormente sustituida por otra de maderas nobles. Remata el templete una escultura alegórica de la Fe que fue realizada por José Risueño.


Sagrario. Virtudes del Tabernáculo

     Tanto los elementos arquitectónicos como los motivos decorativos desarrollan formas onduladas vibrantes que producen un efecto de movilidad cambiante según la luz de cada momento, consiguiendo un extraordinario efecto de excitación sensorial, a lo que contribuye la coloración de los mármoles y la gran cantidad de esculturas integradas en el conjunto, que perderían el sentido y los valores expresivos si fuesen separadas del lugar para el que fueron concebidas. Con un sentido simbólico, estas representan las virtudes cartujanas y los cuatro santos de especial veneración en la Orden.


Sagrario. Virtudes sobre el óculo izquierdo

     En las cuatro esquinas del Tabernáculo aparecen esculturas de virtudes, de extraordinaria calidad y agitado aire berninesco, que representan la Verdad, la Integridad, la Conciencia y la Frugalidad, que con su posición —entre arrodilladas y sentadas— parecen tender a flotar. En cuanto a su autoría no hay acuerdo. Algunos historiadores las atribuyen a José Risueño, mientras que otros se decantan por el pintor y escultor sevillano Pedro Duque Cornejo.

Otras figuras de virtudes aparecen recostadas por parejas, con posiciones algo inestables, sobre los vigorosos cuerpos con óculos que comunican con las capillas laterales que flanquean el Sagrario. Comenzando por la izquierda se encuentra la Obediencia, que presenta una mano sujeta a un yugo, y la Vigilancia, que sujeta un libro y una simbólica lámpara; la Mansedumbre, con un cordero en su regazo, junto a la Paz, con indumentaria militar a la romana y coronada de laurel; finalmente la Contrición, con un corazón en su mano izquierda y un cilicio en la derecha, emparejada con la Caridad, mujer adulta y descalza que sujeta un corazón en llamas en la mano derecha.


Esculturas del Sagrario
José Risueño, San Juan Bautista; José de Mora, San Bruno y San José; Duque Cornejo, La Magdalena

     En los ángulos del Sagrario, colocadas entre las parejas de columnas corintias, se encuentran cuatro esculturas, de mayor formato, que representan santos con especial veneración en la orden cartujana. Siguiendo el juego de apariencias del teatro barroco, las imágenes parecen descubrirse al espectador, de modo transitorio, tras levantar unos angelitos los cortinajes que las rodean, lo que dota al conjunto de la concepción escenográfica de un auto sacramental. Estas cuatro esculturas corresponden a las gubias de tres maestros diferentes, siendo la de San José, símbolo del silencio, y la de San Bruno, fundador de la Orden, obras de José de Mora. San Juan Bautista, patrón de la Orden, fue tallada por José Risueño, mientras que la Magdalena penitente, pecadora arrepentida y retirada al desierto, fue realizada por el sevillano Pedro Duque Cornejo. Todas ellas presentan una sobria policromía de sentido naturalista.

Sagrario. Detalles de San Juan Bautista, San Bruno, San José y la Magdalena

     La suntuosa decoración del Sagrario se completa con una importante serie de pinturas realizadas por el cordobés Antonio Palomino, considerado el mejor pintor al fresco de su época. A él se dirigieron los Padres cartujos en 1711 para que realizara los seis lienzos que decoran los frentes, dos grandes en los laterales, que representan el pasaje de Moisés con su esposa Sephora camino de Egipto y David con Abigail, así como los cuatro menores en la parte alta, con composiciones de figuras de medio cuerpo relativas a la vida del Rey profeta. Finalmente, le fue encomendada la pintura al fresco de la cúpula y las pechinas, que Palomino ideó en 1712.

Antonio Palomino. Cúpula del Sagrario

     En la cúpula plasma una visión ilusionista de la Gloria con la misión de San Bruno, cuyo punto central es la custodia con el Santísimo Sacramento que se apoya sobre el globo terráqueo que San Bruno sujeta sobre los hombros, una titánica misión que basa su fuerza en la figura que está a sus pies y que representa la Fe. Domina la visión celestial la Santísima Trinidad, ante la que aparecen como intermediarios la Virgen, rodeada de vírgenes mártires y algunos santos sujetando palmas, y San Juan Bautista, junto al que se alinean anacoretas, patriarcas, doctores de la Iglesia y fundadores de órdenes religiosas. Toda la escena se ajusta perfectamente a las leyes de perspectiva en cuanto a la posición de las figuras y la degradación del color. Del intenso colorido y la visión de los personajes desde abajo —sotto in sú— también participan las monumentales figuras de los Cuatro Evangelistas colocadas en las pechinas.           

Tanto en la parte frontal, como en el intradós del arco de entrada al Sagrario, aparecen pinturas con figuras del Antiguo Testamento que fueron realizadas por José Risueño, colaborador de Palomino en las labores decorativas.

Sacristía de la Cartuja de Granada

     Anexas al Sagrario se encuentran dos capillas laterales, comunicadas con este mediante dos óculos que permiten contemplar el Tabernáculo. Cada una está presidida por un retablo en recién culto las imágenes de la Magdalena y la Inmaculada Concepción, obras de Duque Cornejo, que se acompañan de las pinturas de la Huida a Egipto y Cristo crucificado de Sánchez Cotán.  

 

20 Sacristía

Si el espacio del Sagrario es impactante, aún la Cartuja reserva una sorpresa final: la grandiosidad de la Sacristía. Empezó su construcción en 1732, cuando ya había muerto Francisco Hurtado Izquierdo, que pudo ser el autor del diseño de tan espectacular recinto, pues sus componentes se ajustan a su estética: mármoles, estucos, carpintería y pinturas. Hay opiniones que atribuyen la realización de la obra al arquitecto José de Bada, activo en otras obras de Granada, aunque también se apunta la posibilidad que fuese fray José Vázquez el director de obras.

De enormes dimensiones, la Sacristía presenta el aspecto de otra iglesia dentro de la Cartuja. Tiene planta rectangular, con una sola nave dividida en cuatro tramos desiguales cubiertos con bóveda de cañón, un amplio crucero cubierto con una cúpula elíptica y con una forma absidial en la cabecera, donde se encaja un lujoso retablo. La espectacularidad del espacio viene determinada por la acumulación de elementos decorativos del más recalcitrante barroco, destacando la luminosidad que proporciona la blancura de las yeserías de los muros y bóvedas, el pavimento ajedrezado en mármol blanco y negro, el contraste del retablo y los zócalos labrados en mármol de Lanjarón, con veteados en tonos rojizos que asemejan jaspe, y las suntuosas piezas de mobiliario.

Yeserías barrocas de la Sacristía

     El ritmo de la nave viene marcado por pilastras salientes, cuya profusa decoración de estucos en relieve, con formas geométricas abstractas, se prolonga por los grandes capiteles y entablamentos hasta alcanzar la altura de una cornisa sinuosa sobre la que se abren grandes ventanales. Yeserías en gran relieve también recubren las bóvedas, incluyendo grandes florones. Esta deslumbrante decoración en blanco, que crea un bello efecto ilusorio, responde a los ideales del barroco: apariencia e imaginación percibida a través de los sentidos.       

El retablo, inscrito en un nicho con arco semicircular y completamente labrado en mármol de Lanjarón, con sus inconfundibles veteados, presenta dos cuerpos, uno inferior, con parejas de columnas corintias sobre basamento y una hornacina central que contiene una talla policromada de San Bruno que copia el modelo realizado en 1652 por el portugués Manuel Pereira (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid), y otro superior en cuya hornacina aparece una Inmaculada en mármol blanco.

Tomás Ferrer. Pinturas de la cúpula de la Sacristía

     En una de las hornacinas marmóreas colocadas a los lados del retablo se alberga una pequeña obra maestra: la expresiva escultura de San Bruno tallada por José de Mora, que le representa con un cuerpo demacrado y enflaquecido bajo un amplio hábito, por ayunos y abstinencias, pero con un sentido místico, oscilante y tembloroso, dirigiendo la mirada hacia lo alto (ver primera ilustración de este artículo).

En la Sacristía también son importantes las pinturas. En los frescos de la cúpula, realizados por Tomás Ferrer, se representan seis escenas, separadas por estípites con angelitos, en las que aparecen San Bruno, San Juan Bautista y otros santos de devoción de la Orden de los Cartujos. Entre las pilastras cuelgan pinturas del lego fray Francisco Morales, discípulo de Antonio Palomino, con seis escenas de la vida de Cristo, dos con santas cartujanas y un San Bruno, a los que se suma el gran lienzo de los Desposorios místicos colocado sobre el muro de la entrada. Otras pinturas destacables son el Cristo de la Expiración, de Pedro Atanasio Bocanegra, y una Inmaculada de Sánchez Cotán.         

Retablo de la Sacristía en mármol de Lanjarón

     Como no podía ser menos, un elemento esencial de la Sacristía es la carpintería y el mobiliario, destacando las cajoneras, alacenas y las hojas de la puerta de entrada, elementos que presentan sofisticados trabajos en taracea granadina realizados por el lego fray José Manuel Vázquez, en los que emplea ébano, palo santo, nácar, marfil y plata en los tiradores.

 

 

Informe y fotografías: J. M. Travieso.

 




San Bruno, retablo de la Sacristía
Copia del modelo de Manuel Pereira










Sacristía de la Cartuja de Granada
Basamento en mármol de Lanjarón, yeserías decorativas
Fray José Manuel Vázquez. Cajonera con labores de taracea









Fray José Manuel Vázquez
Puerta en taracea granadina




















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