29 de junio de 2016

Música en junio: LASCIA CHIO PIANGA, de Händel, por Julia Lezhneva



Aria "Lascia Ch'io pianga" de la ópera Rinaldo, de Georg Friedrich Händel, estrenada en Londres en 1711, interpretada por la soprano Julia Lezhneva.
Grabación Tor Melgalvis, 2009.

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28 de junio de 2016

Exposición: CORPUS CHRISTI, HISTORIA Y CELEBRACIÓN, prorrogada hasta el 26 de julio 2016


MUSEO MUSEO DIOCESANO Y CATEDRALICIO
CATEDRAL DE VALLADOLID

El éxito de afluencia de público ha motivado que esta magnífica exposición, cuya clausura estaba prevista en el pasado 26 de junio, se ha prorrogado un mes más, hasta el 26 de julio. Esta acertada decisión permitirá a los vallisoletanos y visitantes foráneos combatir los calores veraniegos en un atípico mes de julio marcado por el arte de altura, puesto que a esta exposición se sumara otra en el Museo Nacional de Escultura, a primeros de julio, dedicada a la escultura gótica alemana.
¡Todo un privilegio de oferta cultural en Valladolid! 

HORARIO DE VISITAS
Por la mañana, de martes a domingo, incluyendo festivos: de 11 a 13:30 h.
Por la tarde, de martes a viernes de 17:00 a 20:00 h; sábados y domingos de 19:00 a 21:00 h.
Lunes cerrado.

Entrada gratuita.

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27 de junio de 2016

VIAJE: PIRINEOS-ANDORRA-TOULOUSE-PAÍS VASCO FRANCÉS, del 3 al 8 de septiembre 2016


PROGRAMA

Sábado 3 de septiembre   VALLADOLID-JAVIER 
Salida a las 8,30 horas desde la plaza de Colón. Llegada a Javier y acomodación en el hotel Check In y almuerzo. Posteriormente emprenderemos camino al Monasterio de Leyre, próximo a la localidad de Yesa, para visitar la Cripta, el Patio de la Hospedería, la iglesia y Puerta Speciosa. Es uno de los conjuntos Monásticos más importantes de España por su relevancia histórica y arquitectónica (entrada incluida). En el regreso, visitaremos el Castillo de Javier, situado en la localidad de Javier en Navarra. Data del siglo X (entrada incluida). En este castillo nació y vivió San Francisco Javier hijo de los señores de Javier y es un lugar de peregrinación principalmente a principios de marzo. A continuación, regreso al hotel, cena y alojamiento. (Hotel Javier 3*** o similar).

Domingo 4 de septiembre   ZONA JAVIER-JACA-PARQUE NACIONAL DE ORDESA
Desayuno y salida hacia Jaca, con parada en San Juan de la Peña para visitar el Monasterio Viejo, joya de época medieval. Las edificaciones conservadas, tan sólo una parte de las que existieron, son excelentes testimonios de las sucesivas formas artísticas (entrada incluida). De aquí continuaremos a Jaca, donde realizaremos la visita panorámica de la villa con guía local. Situada en el pórtico de Pirineos recoge entre sus antiguas calles, monumentos del primer románico, como su Catedral, que visitaremos incluido su Museo. Pasaremos por el Ayuntamiento, la Torre del Reloj, la Ciudadela, etc… Almuerzo en el Hotel. Posteriormente nos dirigiremos a la zona del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, declarado Parque Nacional en 1918, que forma uno de los valles más espectaculares de toda Europa. Paradas en los bellos pueblos del entorno, como Broto y el centro de interpretación de Torla. Regreso al hotel, cena y alojamiento. (Gran Hotel de Jaca 3*** o similar).

Lunes 5 de septiembre   JACA-ANDORRA
Desayuno y salida hacia Andorra. Llegada y almuerzo. Por la tarde, visita a la capital del Principado con guía local. Panorámica de Andorra La Vella y les Escaldes en bus, para posteriormente recorrer a pie el Barrio Antiguo (callejuelas, casas del siglo XVI al XX, plaza del pueblo, plaza Benlloch, iglesia de Sant Esteve y sedes institucionales, finalizando con la visita al interior del antiguo parlamento Casa de la Vall. Regreso al hotel, cena y alojamiento. (Hotel Andorra Center 4*** o similar).

Martes 6 de septiembre   ANDORRA
Desayuno y subida a la estación de ski de Pal 2000 m. y al  Coll de la Botella 2069 m. (panorámica excepcional 360º grados de los picos del norte y centro de Andorra y el valle de Setúria). En el Pueblo de Pal (Bien de Interés Turístico-cultural)  visitaremos el centro de interpretación del románico (explicación de cómo se hacían los frescos y lo que representa el románico) y su iglesia de Sant Climent del siglo XII (entrada incluida). Posteriormente nos dirigiremos al Santuario de Meritxel, formado por un conjunto de edificaciones patrimoniales : una antigua iglesia románica, reformada en el siglo XVII, destruida por un incendio en el año 1972 y restaurada en 1994; un santuario nuevo y un camino real con crucero y oratorios obra del arquitecto español Ricardo Bofill (entrada incluida). Almuerzo en el recorrido. Posteriormente regresaremos al hotel para disfrutar de otro de los grandes atractivos del Principado: las compras o disfrutar del Spa del hotel los que así lo deseen. Cena y alojamiento.

Miércoles 7 de septiembre   ANDORRA-TOULOUSE
Tras el desayuno nos dirigiremos a la ciudad francesa de Toulouse, A la llegada realizaremos un circuito panorámico en autocar, con un recorrido por el centro histórico, atravesando los grandes bulevares, los canales (Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO), el barrio de los jardines y las orillas del rio Garona. Finalizaremos cerca de la basílica San Sernin para continuar a pie el recorrido de la ciudad. Veremos el Capitole (ayuntamiento) y sus salas de Recepción (con entrada) y los Jacobinos, casa madre de los Dominicos con su arquitectura extraordinaria (entrada incluida). Durante la visita tendremos incluido el almuerzo. Llegada al hotel, cena y alojamiento (Hotel 4**** Quality Hotel Toulouse Sud o similar).

Jueves 8 de septiembre   TOULOUSE-BIARRITZ-SAN JUAN DE LUZ-VALLADOLID
Desayuno y salida con dirección al País Vasco Francés. Visita panorámica de Biarritz con guía local. Desde el faro de San Martin vamos a descubrir la situación geográfica excepcional del paraje. Por una parte, el fin de las Landas, y por otra, las primeras estribaciones de los Pirineos. La vista panorámica de la ciudad nos permitirá entender su historia. La diversidad arquitectural está presente a lo largo del paseo hacia la playa grande. Se hablará de los protagonistas que han dejado sus huellas en Biarritz, como Napoleón III y Eugenia de Montijo. Al pasar por el Viejo Puerto se hablará de la pesca de hoy y de la caza a la ballena de antaño. En la Roca de la Virgen con una magnifica vista panorámica sobre toda la costa y las montañas vascas se finalizará la visita.  Traslado a San Juan de Luz para realizar una visita panorámica de la ciudad con guía local. En ella veremos el puerto pesquero pintoresco y con muchos colores. Al mirar la organización de este puerto y los barcos, vamos a aprender la pesca tradicional de atún y de sardina que hacen la fama de esta ciudad. El puerto esta bordeado de magníficas moradas del siglo XVII construidas por famosos piratas. Estas fueron elegidas por Luis XIV y la infanta María Teresa de España para la celebración de su boda en 1660 en esta ciudad. Pasearemos por la plaza del Ayuntamiento, recorreremos la calle Gambetta, que está bordeada de casas con una arquitectura vasco-urbana, llegando a la iglesia de San Juan Bautista (es la mayor Iglesia vasca del Labourd) y su retablo monumental. Después, la visita nos llevará a la bahía de San Juan de Luz para mejor comprender la construcción de diques y la topografía de la costa en este lugar. Acabaremos la visita por las calles estrechas todavía ricas en belleza, que parecen seguir perpetuando el ambiente caluroso de los siglos pasados. Almuerzo y salida hacia Valladolid, donde tenemos prevista la llegada a las 22,00 horas.

PRECIO SOCIO EN HABITACIÓN DOBLE: 415 €
PRECIO NO SOCIO EN HABITACIÓN DOBLE: 450 €
SUPLEMENTO HABITACIÓN INDIVIDUAL: 135 €

REQUISITOS: Grupo mínimo 35 y máximo 40 personas.

INCLUYE:
n Autocar de lujo
n Guía acompañante en el recorrido
n Hotel 3*** en Javier, Hotel Javier o similar
n Hotel 3*** en Jaca, Gran Hotel o Similar
n Hotel 4**** en Andorra Andorra Center o similar
n Hotel 4**** Toulouse Quality Hotel Toulouse Sud o similar
n Régimen de Pensión Completa
n Acompañante Domus Pucelae
n Dossier informativo
n Seguro de Viaje
n  IVA
Visitas:
Javier
            Castillo de Javier (entrada)
            Monasterio de Leyre. (entrada)
            Parque Nacional de Ordesa, paradas en Broto y Torla.
Jaca
            Visita Panorámica de Jaca con guía local
            Catedral y Museo Diocesano (con entrada)
Andorra
            Visita panorámica de Andorra con guía local
            Entrada al Parlamento casa de la Vall
            Visita de Pal.
            Centro de Interpretación del románico
            Iglesia de San Climent (entrada)
            Monasterio de Meritxel (entrada)
Toulouse
            Visita panorámica de Toulouse con guía local
            Jacobinos (entrada)
Biarritz y San Juan de Luz
            Visita panorámica de Biarritz con guía local
            Visita panorámica de San Juan de Luz con guía local


NO INCLUYE:
- Extras en los hoteles, tales como bebidas en las comidas, llamadas telefónicas, maleteros, etc.
- Cualquier otro servicio no detallado en el itinerario y en el apartado anterior.

INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Por correo a domuspucelae@gmail.com o tfno. 608419228 a partir de las 0 horas del día 27 de junio hasta el 04 de julio del 2016, debiendo hacer entrega a la reserva de 100 € y el resto del importe del viaje antes del 22 de agosto 2016 en Viajes Tempo Tours (Asoc. Carrefour). C/ Miguel Iscar 16 Tfno. 983 213630. Persona de contacto: Pablo Parrilla. Horario: de lunes a viernes de 10.00 a 13.30 y de 17.00 a 20.00 horas.

FORMAS DE PAGO: Efectivo, Tarjeta de Crédito, Tarjeta Pass Carrefour o mediante transferencia a la cuenta bancaria que le proporcionará la agencia indicando el concepto “Viaje a PIRINEOS Domus Pucelae” y el nombre de los viajeros”. Enviar copia de la transferencia mail a: info@imaginaunviaje.com. 

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24 de junio de 2016

Theatrum: SILLERÍA DE SAN BENITO EL REAL, un compendio del repertorio ornamental renacentista





SILLERÍA CORAL DE SAN BENITO EL REAL
Andrés de Nájera (activo 1504-1533), Guillén de Holanda, Juan de Valmaseda (h. 1488- h. 1547), Felipe Bigarny (Langres, h. 1475 -Toledo, 1543), Diego de Siloé (Burgos, 1490-Granada, 1563) y otros.
1525-1529
Madera de nogal en color natural y policromado, taraceas
Museo Nacional de Escultura
Procedente de la iglesia de San Benito el Real, Valladolid
Escultura renacentista española. Escuela castellana






Junto a retablos y sepulcros, el arte renacentista español alcanzaría su expresión más genuina en las sillerías de coro elaboradas para catedrales e iglesias. Obras que, por su envergadura, necesitaban de la participación masiva de entalladores, escultores y carpinteros que seguían un plan director diseñado de antemano por un maestro de acuerdo a las dimensiones y condiciones espaciales donde la sillería se debía asentar, siendo frecuente distribuir entre los colaboradores el modelo del sitial, alto y bajo, con sus medidas concretas y los temas iconográficos a desarrollar en los respaldos y coronamientos, reservando un sitial destacado y colocado en lugar preferente que ocuparían obispos, abades y abadesas o, con menor frecuencia, el rey. Es en este trabajo donde adquiere verdadero sentido el concepto de obra "coral", es decir, multidisciplinar y necesitada de una intervención masiva de especialistas.


Sillería alta: santoral en los respaldos
Las sillerías ya comenzaron a trazarse desde tiempos del románico y se consolidaron con el gótico, aunque en España alcanzarían su mayor relevancia durante el Renacimiento, cuando los artistas dieron rienda suelta a su pericia profesional y a su fantasía para componer un fantástico mobiliario litúrgico cuyas pautas de trabajo eran muy diferentes a las exigencias de los retablos, permitiendo a los escultores trabajar con mayor libertad, en ocasiones hasta límites inverosímiles, llegando a incorporar elementos y escenas profanas y mitológicas en el repertorio decorativo de los sitiales que en ocasiones, especialmente en las misericordias, llegan a lo mordaz y lo obsceno, aunque conserven una intención moralizante.

El diseño y elaboración de las grandes sillerías renacentistas destinadas al clero sigue una codificación específica, integrando partes que pueden presentar múltiples variaciones de tipo ornamental, pero siempre manteniendo un esquema básico para los sitiales o estalos. En ellos podemos distinguir tres partes fundamentales: en la parte inferior el asiento propiamente dicho; un alto respaldo en la parte intermedia, en el que se incluye un tablero tallado en relieve o con labores de intarsias (taraceas), y un dosel superior compuesto por distintas piezas ensambladas igualmente con talla decorativa.

En base a esta estructura general, en cada sitial o estalo se pueden diferenciar los siguientes componentes:
Entreclavo o entreclave: Elemento básico de la estructura, es el panel que cierra lateralmente cada estalo y le individualiza del siguiente por colocarse como asientos corridos. Suele ser obra del entallador, ya que no suele llevar incorporada decoración tallada.
Maniquí: Soporte tallado, con la forma del asiento, que incluye el brazal o apoyabrazos. Suele presentar una talla de cierta entidad en los remates y apoyamanos, dependiendo de la habilidad de cada tallista.
Asiento y misericordia: El asiento es un tablero de tipo móvil o plegable incorporado al maniquí, de modo que, mediante bisagras, se puede subir o bajar a voluntad. Desde época gótica incorpora en la superficie inferior la misericordia, una protuberancia que permite apoyar el cuerpo cuando se realizan rezos o cánticos prolongados de pie. Generalmente las misericordias, piezas exclusivas de los conjuntos corales, aparecen talladas con gran fantasía, ofreciendo expresivas escenas de inspiración bíblica o profana, casi siempre relacionadas con los vicios humanos, con seres fantásticos, mascarones e incluso con escenas obscenas y provocadoras.
Respaldar o respaldo: Se coloca en la parte intermedia del estalo y suele presentar tableros verticales ricamente tallados en relieve con elementos decorativos —grutescos— y con un santoral dentro de hornacinas sugeridas, de acuerdo a un programa específico. Estos trabajos constituyen la parte más llamativa de la sillería y definen el estilo de cada escultor, aunque en ocasiones los tableros recurren a labores de intarsias o taraceas para representar el santoral, como ocurre en la catedral de Plasencia (obra de Rodrigo Alemán), o a motivos heráldicos pintados, como en la catedral de Barcelona.
Pilar: En forma de pilar o columna tallada, enmarca el tablero tallado y separa unos estalos de otros. En ocasiones aparecen profusamente ornamentados, incluyendo sofisticados capiteles.
Bóveda: Constituye el arranque del dosel superior. Suele estar formada por tablas ensambladas que adoptan formas curvadas sugiriendo una bóveda arquitectónica. Su superficie suele estar tallada con motivos ornamentales de grutescos que son diferentes para cada estalo.
Corva: Elemento en relieve que flanquea la bóveda con la misma curvatura y establece rítmicamente la separación de cada estalo.
Alisor: Es un friso decorado, a modo de cornisa, que aparece colocado sobre la bóveda y sirve de apoyo al coronamiento. En su decoración son frecuentes los grutescos, formas vegetales, mascarones, etc.
Coronamiento: Es el motivo ornamental que corona cada sitial configurando una crestería en el conjunto. Puede adoptar múltiples aspectos, como paneles con grutescos, en ocasiones calados, motivos heráldicos, figuras alegóricas, etc.

Bóvedas, corvas, alisor y coronamiento
Este esquema se repite en la sillería inferior, donde los tableros tallados del respaldo son de menor altura, diferente formato y, por razones de comodidad, el fondo del asiento liso o decorado con taraceas, mientras el coronamiento es sustituido por un friso inclinado que ejerce al mismo tiempo como tornavoz y como atril del piso superior. Cuando se trata de sillerías a dos niveles, los estalos superiores se ordenan sobre una plataforma de madera a la que se accede mediante escaleras que se abren en los sitiales vacantes del orden bajo y que suelen estar flanqueadas por balaustres con sofisticada y fantástica decoración de grutescos tallados y calados. Un tratamiento especial recibe el rincón de la plataforma y, como ya se ha dicho, la silla principal, generalmente centrada y destacada del conjunto.

Todas estas características aparecen presentes y desbordadas en la sillería de San Benito el Real que, retirada de la iglesia de aquel monasterio vallisoletano a consecuencia de la Desamortización, hoy ocupa, montada como lo estuviera originalmente, una sala del Museo Nacional de Escultura. Este conjunto, una de las obras cumbre de las sillerías renacentistas españolas, consta de 40 sitiales superiores y 26 inferiores, todos ellos tallados en madera de nogal con una decoración deslumbrante que sigue un programa iconográfico único por su variedad y peculiaridad.


GÉNESIS DE LA SILLERÍA DE SAN BENITO

Hemos de remontarnos al reinado de los Reyes Católicos, cuando estos monarcas decidieron aplicar una reforma orientada a unificar la vida monástica de los numerosos monasterios benedictinos asentados en la corona de Castilla y en algunos lugares de Aragón, que hasta entonces funcionaban con total autonomía, en algunos caos con cierta relajación. Para ello fue creada una Congregación que agrupaba 34 monasterios y que tenía como sede central el pujante monasterio de San Benito el Real de Valladolid. Allí acudían los representantes de la federación cuando era oportuno establecer acuerdos relacionados con las normas y disciplinas de la Orden, siendo asimismo el lugar de reunión, cada tres o cuatro años, de todos los abades para elegir al superior de la Congregación.


Decoración de grutescos en las escaleras
Esta actividad supuso un considerable impulso al monasterio vallisoletano, de modo que, entre 1499 y 1515, la comunidad benedictina levantó en Valladolid un templo gótico de dimensiones catedralicias al que, en 1525, decidieron dotar de un magnífico retablo mayor y de una sillería de coro que respondiera a las necesidades de reunión de los abades de la Congregación, de manera que cada monasterio financiase y dispusiera de sus propias sillas en las sillerías superior e inferior, siguiendo el orden en que se fueron integrando en la federación.

Si el retablo corrió a cargo de Alonso Berruguete, que trabajó en él desde 1526 a 1532 dejando lo más granado de su obra, la obra de la sillería fue dirigida entre 1525 y 1529 por Andrés de Nájera, que ya había intervenido en la sillería de la catedral de Burgos y pocos años antes había trabajado, junto a Guillén de Holanda, en la sillería de la catedral riojana de Santo Domingo de la Calzada, contando, junto a este último, con la participación de escultores vallisoletanos y otros procedentes de talleres palentinos (personajes estilizados), burgaleses (entre ellos Diego de Siloé) y abulenses (escenas de las sillas bajas).

Andrés de Nájera sería quien, a petición de la comunidad benedictina, estableció el modelo de sitial al que debían adaptarse todos los artífices participantes, determinando que en los respaldos se colocara en relieve el santo o Virgen titular de cada monasterio, el personaje histórico que lo fundó o algún otro santo relacionado con la orden benedictina, figurando el nombre de cada fundación en las taraceas de los asientos de los sitiales altos y el escudo policromado de cada una de ellas o de su fundador en el coronamiento, entre los que se intercalan pequeñas esculturas exentas de santos. A ello se viene a sumar una notable colección de taraceas en los respaldos y en la sillería baja una serie de relieves con escenas bíblicas, episodios de santos, escenas de la vida de la Virgen y Cristo y retratos de monarcas, así como grandes balaustres calados en las escaleras con figuras de putti y animales fantásticos enredados en roleos.

EL REPERTORIO DECORATIVO    

Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los Reyes Católicos
En esta magna obra coral se entremezcla una variada iconografía —verdadero microcosmos devocional— en la que se puede establecer una sistematización temática que siempre aparece acompañada de una profusión ornamental codificada por el uso de grutescos y formas vegetales de origen clásico que determinan la decoración plateresca, presentando tal unidad que es realmente difícil establecer autorías.

Personajes históricos
En los tableros tallados en relieve aparecen hasta 14 personajes históricos relacionados con su función como protectores de la orden benedictina, como benefactores de algunos monasterios o como fundadores de los mismos.
En los testeros de la sillería baja, en lugar bien visible, figuran las efigies de los monarcas que dispensaron protección a las comunidades benedictinas: en uno de los lados Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, y en el otro el emperador Carlos V y la emperatriz Isabel de Portugal, cuya presencia resalta el apoyo real a la fundación cuando se realiza la sillería.

Emperador Carlos V y emperatriz Isabel de Portugal
En los respaldos de los estalos figuran: El rey Juan I de Castilla, fundador en 1390 del monasterio de San Benito de Valladolid; el rey Enrique III de Castilla, benefactor del monasterio vallisoletano; el rey Juan II de Castilla, benefactor del mismo monasterio; Fernando de Zúñiga, asimismo benefactor del monasterio de San Benito de Valladolid; Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, vinculado al monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos), donde está enterrado; el conde Fernán González, refundador del monasterio de San Pedro de Arlanza (Burgos); el conde Osorio Gutiérrez, fundador del monasterio de San Salvador de Lorenzana (Burgos); el conde Sancho García, fundador del monasterio de San Salvador de Oña (Burgos); Alfonso III el Magno, rey de Asturias, protector del monasterio de San Facundo y San Primitivo de Sahagún (León); y García, rey de Navarra, protector del monasterio de Santa María la Real de Nájera (La Rioja).

Conde Osorio, Conde Fernán González y Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid 

Advocaciones de la Virgen en la sillería alta
Cinco paneles presentan en hornacinas fingidas bellas composiciones que refieren la titularidad de la Virgen en cinco fundaciones. Cuatro de ellas en la modalidad de "Virgen con el Niño", plenamente italianizantes, como Virgen del Espino, monasterio de Santa María del Espino (Burgos); Virgen de Valvanera, monasterio de Santa María de Valvanera (La Rioja); Virgen de Sopetrán, monasterio de Santa María de Sopetrán (Guadalajara) y Virgen de Montserrat, monasterio de Santa María de Montserrat (Barcelona). A ellas se suma la Virgen de Obarenes, del monasterio de Nuestra Señora de Obarenes, en la sierra de Burgos, donde la Virgen aparece glorificada por pequeños ángeles.    


Reyes Alfonso II de Asturias, Juan II de Castilla y García de Navarra
Santoral de la sillería alta
Una impresionante colección de tableros tallados integran el conjunto de respaldos de la sillería alta presentando figuras de santos dentro de hornacinas colocadas sobre paneles decorados y flanqueadas por sólidas columnas con capiteles, ambos elementos con abigarrados grutescos en relieve. El tipo de decoración plateresca se continúa en la bóveda, corvas y alisor, donde los diseños decorativos, a base de grutescos, son diferentes para cada estalo.

Entre todos los estalos destaca el reservado al superior de la Congregación por ser el único que aparece policromado y resplandeciente. En su respaldo se muestra a San Benito, patrón del monasterio y patriarca de la orden. Otros respaldos también están relacionados con el monasterio vallisoletano, como los que muestran a San Marcos, su segundo patrón, o a San Bernardo, fundador del Císter, asiento dedicado al arzobispo de Toledo por ser benefactor del monasterio.

Vírgenes del Espino, de Valvanera, de Obarenes, de Sopetrán y de Montserrat
El resto corresponden a titulares y devociones de diversas fundaciones benedictinas diseminadas por la geografía hispana. En ellos aparecen: San Leandro, monasterio de Santa María de El Bueso de Valladolid; Santo Domingo de Silos, monasterio de Santo Domingo de Silos en Burgos; Santa Escolástica, hermana gemela de San Benito, monasterio de Nuestra Señora de la Misericordia de Frómista (Palencia); San Isidoro de Alejandría, monasterio de San Isidoro de Dueñas (Palencia); San Zoilo, monasterio de San Zoilo de Carrión de los Condes (Palencia); San Pedro liberado, monasterio de San Pedro de Montes (León);  San Claudio de León, hijo de San Marcelo, monasterio de San Claudio de León; San Pedro, monasterio de San Pedro de Eslonza (León); San Andrés, monasterio de San Andrés de la Vega de Espinareda (León); San Ildefonso, monasterio de San Benito de Zamora; San Vicente, diácono y mártir, monasterio de San Vicente de Salamanca; San Millán, monasterio de San Millán de la Cogolla (La Rioja); San Esteban, monasterio de San Esteban de Ribas de Sil (Orense); San Rosendo, monasterio de San Salvador de Celanova (Orense); San Julián el Hospitalario, monasterio de San Julián de Samos (Lugo); San Mauro de Anjou, compañero de San Benito, monasterio de San Vicente de Monforte (Lugo); San Martín de Tours, monasterio de San Martín Pinario de Santiago de Compostela (La Coruña); San Vicente, diácono y mártir, monasterio de San Vicente de Oviedo; San Veremundo abad, monasterio de Santa María de Irache (Navarra); San Plácido, primer mártir benedictino, monasterio de San Benito de Sevilla; San Gregorio Magno, monasterio de San Feliu de Guixols (Gerona).

San Esteban, San Vicente, Santa Escolástica, Santo Domingo de Silos y San Millán 
Entre la serie destaca, por sus valores compositivos, dominio de la anatomía, ejecución técnica y gestos de elegancia italianizante, el respaldo costeado por el monasterio de San Juan Bautista de Burgos, cuyo tablero presenta el magnífico relieve de San Juan Bautista, trabajo que tiene su complemento en otro de la sillería baja en el que figura la Decapitación del Bautista, cuyos valores plásticos apuntan la intervención de Diego de Siloé, el gran maestro burgalés formado en Italia.


San Pedro liberado, San Andrés, San Marcos, San Gregorio Magno y San Ildefonso
Escenas de la vida de la Virgen y de Cristo en la sillería baja
No menos sorprendente es la colección de relieves que integran los respaldos de la sillería baja y que, con afán catequético y en orden cronológico, presentan los episodios más relevantes de la vida de la Virgen, desde el Abrazo en la Puerta Dorada a la Visitación, y hasta 26 escenas de la vida de Cristo en las que se pueden establecer cuatro apartados: siete con escenas de la infancia, del Nacimiento a Jesús entre los doctores; cuatro dedicadas a su vida pública, desde las Bodas de Caná a Cristo con la samaritana; diez con pasajes de la Pasión, desde la Entrada en Jerusalén hasta el Llanto sobre Cristo muerto y cinco finales que muestran desde la Resurrección al Pentecostés, todas ellas pobladas por numerosas figuras y con una gran profusión de minuciosos detalles narrativos.     

Diego de Siloé. San Juan Bautista y Decapitación del Bautista
Otros relieves de la sillería baja
También formando parte de los relieves de la sillería baja, o siguiendo el mismo formato en los testeros, se encuentran otras escenas relacionadas con los paneles superiores realmente meritorias, entre ellas el pasaje bíblico de la Creación de Eva, la Liberación de San Pedro, la Degollación de San Pablo, la Imposición de la casulla a San Ildefonso y San Benito redactando su Regla.
A ellos se suman en los testeros, con mayor tamaño, los relieves que representan a Santa Catalina, Santa Lucía, Santiago peregrino y San Plácido, el primer mártir benedictino.

Decoración del coronamiento y las escaleras
El sentido doctrinal que prevalece en la iconografía de la sillería se torna en el coronamiento en elemento propagandístico e identificativo de cada uno de los monasterios benedictinos integrantes de la federación, en consonancia con las inscripciones en taracea de madera de boj que en los respaldos identifican a cada fundación. En lo alto de cada estalo se coloca el escudo de armas de cada monasterio, amparado bajo una corona, tallado en relieve y policromado, dando lugar a una elegante crestería en la que se multiplican los curiosos elementos simbólicos de los emblemas para reafirmar la pujante identidad de la orden.

Sillería baja: Anunciación, Nacimiento y Adoración de los Reyes Magos
Completando el programa iconográfico general, entre cada escudo se coloca una serie de tallas de bulto redondo que, dotadas de un cadencioso movimiento y en el color natural de la madera, representan a diferentes santos, entre los que abundan los benedictinos, y profetas caracterizados con exóticas indumentarias, así como santas de más fácil identificación, siendo evidente la intervención de distintos escultores en su elaboración. Sobre el estalo principal de abad de San Benito aparecen las figuras del arcángel San Gabriel y la Virgen, policromadas como el resto del sitial, que conforman la escena de la Anunciación.

Sillería baja: Última Cena, Llanto sobre Cristo muerto y Resurrección
Por último, hemos de referirnos a la extraordinaria colección de figuras humanas y animales fantásticos que aparecen tallados en los apoyamanos de los maniquíes de los estalos, configurando un mundo de fantasía, de contenido profano y ciertas dosis de humor, en el que se aprecia el diferente ingenio y habilidad de talla de los distintos escultores. Estos trabajos llegan al paroxismo en los balaustres de las escaleras, constituidos por grandes roleos entre los que se enredan seres fantásticos y figuras de niños que adoptan caprichosas posturas inspiradas en el repertorio de grutescos, rompiendo con sus pronunciadas curvaturas la linealidad del conjunto.       

Testero y sillería baja: Creación de Eva, Liberación de San Pedro e Imposición de la casulla a San Ildefonso

Informe: J. M. Travieso.


Bibliografía

ARIAS MARTÍNEZ, Manuel: Sillería de San Benito el Real. Museo Nacional Colegio de San Gregorio: colección / collection. Madrid, 2009. 

Testero: Santa Catalina y Santa Lucía
ARIAS MARTÍNEZ, Manuel y LUNA MORENO, Luis: Museo Nacional de Escultura. Madrid, 1995.

MARTÍ Y MONSÓ, José: Estudios histórico-artísticos relativos principalmente a Valladolid: basados en la investigación de diversos archivos. Valladolid, reedición 1992. 

ZARAGOZA PASCUAL, Ernesto: La sillería de San Benito el Real de Valladolid. Nova et Vetera, nº 19, 1985.


Coronamiento: Detalles de San Sebastián, Santa Catalina, Santa Inés, Santa Lucía y rey David












Coronamiento del estalo del abad de San Benito: Anunciación



















Detalle del respaldo policromado del abad de San Benito, con el santo titular











Fotografías: J. M. Travieso y Museo Nacional de Escultura

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20 de junio de 2016

Domus Pucelae: Jornadas Culturales en Tiedra 2016


Del 27 al 29 de mayo Domus Pucelae ha celebrado en Tiedra, en colaboración con el Ayuntamiento de la Villa, unas Jornadas Culturales que fueron inauguradas por el Alcalde, D. Nunilo Gato, en las que han participado tiedranos, socios de Domus Pucelae y amigos.

Durante las mismas, el Salón de Plenos del Ayuntamiento se convirtió en una sala de exposiciones donde fueron expuestas diferentes obras artísticas aportadas por los socios de Domus Pucelae, que compartieron el espacio con una representación de la tradicional alfarería de Tiedra, cuya pieza más afamada es el cántaro de novia.

Las actividades se continuaron en el restaurado castillo de Tiedra, donde fue presentada la exposición de maquetas "Evolución de las armas desde el inicio hasta el siglo XIX", siendo también visitado el Aula Arqueológica, el Centro Astronómico y la villa de Tiedra, rica en patrimonio monumental y arquitectura popular.

Con ocasión de estas Jornadas Culturales, en el fin de semana fueron organizados por Domus Pucelae dos viajes que acercaron a los socios a la villa para asistir a la conferencia histórica“Tiedra y la frontera leonesa hasta 1230”, impartida por Pascual Martínez Sopena, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid, a la representación teatral de "Castillos en el aire" en el Pósito, a cargo del Grupo de Teatro La Máscara de Valladolid y a la actuación del grupo folklórico Tío Babú. Estas actividades se complementaron con una visita en Toro a la exposición Aqva / Las Edades del Hombre y con dos comidas de hermandad en el restaurante El Molino de Tiedra.

Desde aquí queremos manifestar nuestro agradecimiento a todos los colaboradores y participantes, en espera de dar continuidad a este tipo de actividades en otras poblaciones sensibilizadas con la difusión de costumbres y actividades culturales de nuestra tierra. 


Texto y fotografías: Jesús Santos.
      












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17 de junio de 2016

Theatrum: CRISTO RESUCITADO, la rotundidad de un dios clásico












CRISTO RESUCITADO
Francisco de Rincón (Valladolid 1567-1608)
Hacia 1606
Madera policromada
Convento del Corpus Christi, Valladolid
Escultura renacentista tardomanierista. Escuela castellana















Al tratar en un artículo anterior del grupo escultórico de Santa Ana, la Virgen y el Niño, que realizara Francisco de Rincón en 1597 para la iglesia de Santiago de Valladolid, ya se señalaba que la mayor creatividad de este escultor se pondría de manifiesto a lo largo del periodo comprendido entre 1600 y 1605, en que el escultor vallisoletano, que ya había alcanzado toda su plenitud artística y profesional y que en 1604 había conseguido renovar el concepto de paso procesional con la composición de la Elevación de la Cruz realizada para la Cofradía de la Pasión, paso compuesto por innovadoras figuras talladas enteramente en madera, emprende sucesivos trabajos en piedra y en madera en los que retablos, relieves y esculturas exentas manifiestan un decidido abandono del componente tardomanierista y romanista imperante para adentrarse en lo que hoy conocemos como estética barroca.


En ese momento Francisco de Rincón contaba como colaborador de su taller con Gregorio Fernández, un joven gallego que acababa de recalar en Valladolid dando muestras de sus dotes creativas y con el que el escultor vallisoletano inició un mutuo intercambio de influencias, al mismo tiempo que entre ellos se establecían tan fuertes lazos profesionales y amistosos que determinarían una relación casi de tipo familiar, situación que se mantuvo cuando en 1605 —último año en que la Corte estuvo asentada en Valladolid— el escultor lucense de Sarria abrió taller propio en la ciudad del Pisuerga.

En las obras de esos años ambos escultores no son ajenos a las influencias ejercidas por el milanés Pompeo Leoni, recién llegado a Valladolid para trabajar bajo el mecenazgo del Duque de Lerma, pero también la creatividad de uno de otro se retroalimentarían de forma evidente. Es entonces cuando Francisco de Rincón comienza a realizar figuras arquetípicas y renovadoras para representar determinados temas que anticipan unos modelos iconográficos que alcanzarían su máxima expresión en las gubias del gran maestro gallego.

Cristo resucitado en su altar del convento del Corpus Christi
Es el caso del grupo de San Martín y el pobre, primer paso procesional de Gregorio Fernández que, realizado en 1606, tiene como precedente directo el relieve que realizara Francisco de Rincón en 1597 para el retablo del Hospital Simón Ruiz de Medina del Campo, aunque el hecho es más evidente en las iconografías de "Cristo yacente" y de la "Piedad", en las que los modelos rinconianos inspirarían las exitosas series fernandinas con las que el gran maestro llegó a alcanzar su plenitud creadora y convertirlas en las obras más afamadas y exitosas de su taller.

Desgraciadamente, el genio creativo de Francisco de Rincón se truncó con su muerte prematura en 1608 —recién superados los 40 años—, aunque su extraordinario legado permite rastrear la influencia que sus modelos ejercieron sobre la escuela castellana más allá de su muerte. Hoy fijamos nuestra atención en la magnífica escultura de Cristo resucitado que se conserva en el monasterio vallisoletano del Corpus Christi, cuya atribución a Francisco de Rincón, que ya fuera apuntada por Martín González y Plaza Santiago1, podemos considerar fuera de toda duda.

Esta escultura de Cristo resucitado presenta similitudes estilísticas y compositivas con la escultura de Santa Gertrudis que realizara hacia 1606 para la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias. Ambas comparten su posición frontal por estar concebidas para ser colocadas en la hornacina de un retablo, su disposición en contrapposto para potenciar un elegante clasicismo que transmite serenidad y una vigorosa anatomía revestida con ampulosos paños que forman pliegues trabajados de un modo personal e inconfundible, así como una esmerada policromía en la que son llamativos los grandes motivos florales de los estofados. Como consecuencia, ambas figuras se presentan rotundas y elocuentes, abandonando los artificios manieristas para lograr el equilibrio y la armonía de la escultura clásica en la búsqueda de naturalismo, incluyendo la elegante y cadenciosa forma de moverse en el espacio.

Júpiter de Esmirna, siglo II d. C. Museo del Louvre, París
En efecto, una mirada genérica al Cristo resucitado de Francisco de Rincón nos evoca el aspecto mayestático de un dios clásico y más concretamente las representaciones derivadas del Zeus olímpico o sus versiones romanizadas como Júpiter, ofreciendo una especial similitud con la célebre escultura del Júpiter de Esmirna del siglo II d.C. (Museo del Louvre, París), que paradójicamente Francisco de Rincón no pudo conocer puesto que este mármol fue hallado en aquella ciudad turca en 1670, casi setenta años después de que el escultor vallisoletano realizara su escultura, lo que le confiere mayor mérito creativo con cánones clásicos.      

Cristo muestra una anatomía hercúlea, muy bien definida y de fuerte clasicismo, en el que el contrapposto le libera del peso sobre la pierna derecha, que se flexiona para romper el estatismo, al mismo tiempo que facilita el movimiento del torso, contraponiendo la colocación del brazo izquierdo hacia abajo, para sujetar el manto, con el derecho levantado al frente y en actitud de bendecir, siguiendo una tradición implantada en la representaciones de Cristo en majestad desde tiempos del Románico.
Clásico es también el tratamiento de la cabeza, cuya gravedad remite de nuevo a las representaciones de Zeus, en este caso con la frente despejada, la nariz recta, pronunciadas cuencas oculares con grandes ojos, boca entreabierta con los dientes visibles, una pronunciada barba de dos puntas simétricas y una larga melena con abultados mechones rizosos que llegan hasta los hombros dejando entrever las orejas.   

La escultura se mueve con naturalidad en el espacio mediante el movimiento que define el manto, que cae desde los hombros por la espalda mientras envuelve con gracia el brazo izquierdo y se cruza al frente formando airosas líneas diagonales y estratégicos pliegues que proporcionan dinamismo a su pesada textura, al tiempo que permite percibir una porción del paño de pureza y los estigmas de pies, manos y costado al completo, siguiendo el decoro exigido por la ortodoxia contrarreformista.

Desgraciadamente la escultura no conserva en condiciones óptimas su bella policromía primitiva, presentando signos de repintes posteriores sobre las carnaciones mates originales. Realmente efectistas son los grandes motivos florales y las orlas que ornamentan el manto púrpura, en cuyos esgrafiados se han producido ligeras pérdidas. Por estar concebida para estar asentada en un retablo, la imagen no fue policromada por su parte trasera. 


Frontispicio del Hospital de la Resurrección. Jardín de la Casa de Cervantes
El tema de Cristo resucitado responde a la necesidad de dotar de imágenes titulares a las cofradías de la Resurrección que aparecieron desde mediados del siglo XVI y a principios del XVII, generalmente creadas con fines benéficos y relacionadas con la asistencia sanitaria. De mediados del siglo XVI data la fundación de la Cofradía de la Resurrección o del Sacramento que tenía su sede en el monasterio vallisoletano de la Trinidad, entre cuyos fines asistenciales se encontraba la gestión del Hospital de la Resurrección, fundado en 1553 y levantado extramuros de la ciudad, próximo a la Puerta del Campo (actual confluencia de la Plaza de Zorrilla y la calle de Miguel Íscar) y cercano al primitivo convento de dominicas del Corpus Christi (en la actual Acera de Recoletos), complejo hospitalario que fue demolido en 1890 por su estado ruinoso. El frontispicio que coronaba la fachada pétrea de la iglesia, con la imagen titular de Cristo resucitado, aún se conserva en el jardín de la Casa de Cervantes.

Asimismo, relacionada con la iconografía de la Resurrección, en el siglo XVII se prodigaron las representaciones del Niño Jesús caracterizado como Cristo resucitado, con aire victorioso, bendiciendo y portando como atributo un pequeño estandarte en forma de cruz. Estas pequeñas imágenes, elaboradas en madera policromada o peltre, fueron muy apreciadas en las clausuras femeninas, donde las monjas se ocupaban en cubrirles con vistosas túnicas por ellas bordadas.

Ya hemos aludido a la influencia que las obras de Francisco de Rincón ejercieron sobre las creaciones de Gregorio Fernández. El caso se repite con esta escultura de Cristo resucitado, cuyos ecos reaparecen en obras tempranas del gran maestro, como ocurre en la escultura exenta de Cristo resucitado que se conserva en el Museo Goya (Fundación Ibercaja) de Zaragoza y en el Salvador que corona el retablo mayor de la iglesia de San Andrés de Segovia, ambas obras realizadas por Gregorio Fernández en 1616.

El Cristo resucitado del Museo Goya es de pequeño formato y posiblemente coronaba el tabernáculo de alguno de los retablos elaborados por Gregorio Fernández. Su anatomía, que define un movimiento helicoidal, es más esbelta que la del modelo rinconiano, incorporando un dinamismo barroco contrapuesto a la serenidad clásica de la obra de Rincón, a pesar de lo cual la disposición corporal y del manto pueden recordarla.

Otro tanto ocurre con la bella imagen del Salvador de la iglesia segoviana, estilizada y elegante, en cuya disposición corporal, a pesar de presentar la anatomía completamente cubierta por la túnica y el manto, evoca nítidamente la obra de Rincón, especialmente en su posición de contrapposto y en la disposición del manto, aunque la cabeza presente un trabajo más depurado, en la que Gregorio Fernández ya establece su propio arquetipo, e incorpore como atributo el globo que simboliza el Universo. Esta iconografía fue repetida por Gregorio Fernández, entre 1610 y 1614, en las puertas de los tabernáculos de la desaparecida iglesia de San Diego de Valladolid (fragmento hoy conservado en el Museo Nacional de Escultura), y de las iglesias de Villaveta (Burgos), Villaverde de Medina (Valladolid) y Tudela de Duero (Valladolid), dejando patente en todas ellas la huella de su colaboración con Francisco de Rincón.    


Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Izda: Cristo resucitado. Gregorio Fernández, 1616
Museo Goya - Fundación Ibercaja, Zaragoza
Dcha: El Salvador. Gregorio Fernández, 1616
Retablo mayor de la iglesia de San Andrés, Segovia



NOTAS

1 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y PLAZA SANTIAGO, Fco. Javier: Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid (Conventos y Seminarios), Catálogo Monumental de la Provincia de Valladolid, tomo XIV (Segunda parte), Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1987, p. 89.





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