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28 de enero de 2025

Fastiginia: El hundimiento de la cúpula de la Iglesia de la Vera Cruz y su rápida reconstrucción

 

Hundimiento de la cúpula de la Iglesia de la Vera Cruz
25 de junio 2024 / Foto El Norte de Castilla

     Cuando se estaban llevando a cabo obras de rehabilitación en la iglesia de la Vera Cruz, que afectaban a la cubierta de la cúpula sobre el crucero, a la restauración de la carpintería exterior de la fachada principal, a un nuevo acondicionamiento de la instalación eléctrica del templo, la instalación de una puerta interior de cristal y la reparación de humedades en la sacristía y camarín de la Virgen, se produjo el desastre. El pasado 25 de junio de 2024, pasadas las 13 horas, en la iglesia renacentista de la Vera Cruz —recinto terminado de construir en 1595— a causa de las malas condiciones meteorológicas que venía padeciendo la ciudad, se produjo el derrumbe de la cúpula a excepción del tambor —afortunadamente sin producir víctimas personales—, cayendo una gran masa de escombros desde una altura de 24 metros sobre el crucero y llenando el espacio interior de un espeso polvo que cubrió las líneas estructurales del edificio y los numerosos retablos que conserva el templo, que como sede de la Cofradía de la Santa Vera Cruz (fundada antes de 1498), alberga un impresionante patrimonio artístico con algunas de las esculturas más emblemáticas de Gregorio Fernández.

Hundimiento de la cúpula de la Iglesia de la Vera Cruz
25 de junio 2024 / Foto El Norte de Castilla

    Por otra parte, quedaba mutilada la incomparable perspectiva visual de la calle de las Platerías, un admirable trazado renacentista que presenta como telón de fondo precisamente la iglesia de la Vera Cruz, con su portada, torres y cúpula con linterna al fondo, un conjunto urbanístico que es uno de los principales emblemas identitarios de la ciudad. 


Tras los inevitables momentos de consternación por el desolador aspecto de la iglesia tan querida por todos los vallisoletanos, afortunadamente la reacción no se hizo esperar. Pasadas las 24 horas del desastre, se iniciaron los trabajos de desescombro en el interior para poner a salvo el patrimonio artístico, comprobándose que las pérdidas materiales en el interior eran mínimas. El hecho de que las más importantes figuras procesionales estén cobijadas dentro de hornacinas o espacios cubiertos fue determinante para su protección.

Hundimiento de la cúpula de la Iglesia de la Vera Cruz
25 de junio 2024 / Foto El Norte de Castilla

     Entre las incomparables tallas figura la Virgen de los Dolores, titular de la Cofradía, Jesús atado a la columna, Ecce Homo y el monumental paso del Descendimiento, todas ellas incomparables e irrepetibles obras de Gregorio Fernández, junto al paso de la Oración del Huerto, de su discípulo Andrés de Solanes, el peculiar paso de la Entrada de Jesús en Jerusalén, conocido como La Borriquilla, uno de los más antiguos de la Semana Santa, y el relicario del Lignum Crucis que es el emblema de la Cofradía de la Vera Cruz.

A iniciativa de la Archidiócesis de Valladolid y ante la situación de emergencia, todas ellas fueron rápidamente desalojadas de la iglesia y trasladadas con rapidez a la Catedral de Valladolid, donde en una estancia convertida en “hospital de emergencia” técnicos de la Fundación Las Edades del Hombre analizaron su estado de conservación y posibles incidencias. Allí fueron cuidadosamente limpiadas, comprobándose que afortunadamente ninguna había sufrido daños por impactos o humedad, pese a las lluvias de aquellos días. Al tiempo la Archidiócesis de Valladolid puso a disposición de la Cofradía de la Vera Cruz tres templos vallisoletanos para acoger temporalmente las esculturas sacras, siendo la iglesia de San Miguel y San Julián donde recalaron buena parte de ellas. 

Hundimiento de la cúpula de la Iglesia de la Vera Cruz
25 de junio 2024 / Foto Iglesia en Valladolid

     Dado que la Iglesia de la Vera Cruz se integra en el Conjunto Histórico declarado en 1964 como Bien de Interés Cultural —integrado por la calle Platerías, Plaza de Ochavo y la propia iglesia—, y entendiendo que la conservación de tan importante patrimonio es una responsabilidad compartida, facilitaron que la financiación de la indispensable obra de rehabilitación —presupuestada en 400.000 euros— fuera plenamente asumida por la Junta de Castilla y León, el Ayuntamiento de Valladolid y la Iglesia de Valladolid, que han demostrado un compromiso compartido por la conservación y protección del legado histórico y artístico de la ciudad.

De este modo, después del derrumbe la actividad restauradora del templo ha transcurrido con una fluidez desconocida y continuada, con un trabajo sin días de descanso desde noviembre que ha sido llevado a cargo por la empresa vallisoletana Fernando Rivero Restauración, con Javier Rivero como jefe de obras. Entre las actuaciones figuran los elementos elaborados en una nave del polígono industrial San Cristóbal, como el nuevo chapitel, forrado con pizarra de Galicia, y la linterna octogonal, que elaborada en madera recubierta de un revoco tradicional ha recuperado las ocho ventanas que tuvo en origen, así como el remate con la cruz, la veleta y la bola dorada cuyo original se ha recuperado.

Hundimiento de la cúpula de la Iglesia de la Vera Cruz
25 de junio 2024 / Foto Iglesia en Valladolid

     De modo sorprendente, el 21 de enero de 2025, seis meses después del colapso, la iglesia de la Vera Cruz recuperaba la estructura original de la cúpula con la llegada de la nueva linterna y su correspondiente chapitel, así como los componentes decorativos del remate (cruz, veleta y bola dorada), elementos que fueron encajados en apenas tres horas con la ayuda de grúas.

Cuando esto se escribe, se trabaja en el interior ultimando las molduras del interior de la cúpula, que recuperará su colorido original, en el pavimentado de la zona afectada en el crucero y en el saneamiento de los retablos e instalaciones en general, trabajos que, según el Arzobispado de Valladolid y la Cofradía de la Vera Cruz, se espera que finalicen antes de la Semana Santa, que se celebrará del 11 al 20 de abril de 2025.    

 



Hundimiento de la cúpula de la Iglesia de la Vera Cruz
25 de junio 2024 / Foto Iglesia en Valladolid










Reconstrucción de la cúpula de la Iglesia de la Vera Cruz
21 de enero 2025














Reconstrucción de la cúpula de la Iglesia de la Vera Cruz
21 de enero 2025










 

 

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2 de octubre de 2023

Fastiginia: El poeta José Zorrilla se baja de su pedestal en Lerma

Aurelio Carretero. Monumento a Zorrilla, 1900, Valladolid

     Tras la muerte en Madrid del poeta y dramaturgo vallisoletano José Zorrilla en 1893, y su multitudinario entierro en Valladolid, el Ayuntamiento de Valladolid encargó una estatua conmemorativa del poeta en bronce al escultor Aurelio Carretero, que le representó recitando, con la cabeza trabajada como un retrato y vestido a la usanza de la época, con un traje y un gabán. Como era habitual, la figura del insigne autor del Tenorio y de tan importante obra poética, se colocó sobre un alto pedestal de piedra caliza —por encima del resto de los mortales—, rodeado por un anillo con la dedicatoria “Al poeta Zorrilla” y una base en la que el escultor riosecano incorporó la bella imagen de la musa de la Poesía, así como dos placas de bronce con las inscripciones "Nació en Valladolid 21 febrero MDCCCXVIII. Murió en Madrid 23 enero MDCCCXCIII" y "Erigióse este monumento en virtud de suscripción nacional iniciada por el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid. Año MCM", porque en efecto, el monumento al escritor romántico fue inaugurado en 1900, siete años después de la muerte del escritor, en una céntrica plaza de Valladolid que igualmente toma el nombre del poeta.

Monumento a José Zorrilla, Valladolid

     Pasaría algo más de un siglo para que la efigie del poeta se bajara del pedestal, al tiempo que, recuperando sus años de juventud, se colocara a ras de calle, como un ciudadano más, siguiendo las tendencias actuales de la escultura urbana.

Esto ocurrió en la villa de Lerma (Burgos) el año 2017, donde promovido por el Ayuntamiento se erigió un nuevo monumento al poeta que fue colocado sobre uno de los bancos corridos de granito que bordean el jardín situado en las inmediaciones de la Colegiata de San Pedro, a escasos metros de la vivienda donde residiera el ilustre escritor por el traslado de su familia en 1833, tras las Guerras Carlistas, acogida por don Zoilo Moral, canónigo de la Colegiata de Lerma y hermano de su madre.

Allí vivió en sus años de juventud, allí pasó malos tragos por la grave enfermedad de su padre, los malos resultados en los estudios y la escasa benevolencia de su tío Zoilo; allí se enamoró de Catalina, aunque no fue correspondido; y allí inició profundas amistades y escribió bellos y románticos versos dedicados a la vega del río Arlanza, dejando un inolvidable recuerdo en la Villa Ducal.

Ángel Gil. Monumento a Zorrilla, 2017, Lerma (Burgos)

     La escultura fue realizada en bronce por el escultor Ángel Gil Cuevas, natural de Mecerreyes (Burgos), cuya firma, “A Gil/2017”, figura en uno de sus zapatos. La escultura representa a José Zorrilla joven, sentado con las piernas cruzadas y escribiendo en un folio una dedicatoria dedicada a uno de sus mejores amigos de juventud: “Al señor D. Francisco Luis de Vallejo en prenda de la buena memoria. Su mejor amigo José Zorrilla”. Hay que recordar que a Francisco Luis de Vallejo, al que conoció en 1835, año en que fue nombrado corregidor de Lerma y que fue protector de su familia, Zorrilla le dedicó su célebre drama “Don Juan Tenorio”.

 







Ángel Gil. Monumento a Zorrilla, 2017, Lerma (Burgos)
















Ángel Gil. Detalle del monumento a Zorrilla, 2017, Lerma






















Ángel Gil. Monumento a Zorrilla, 2017, Lerma

















Ángel Gil. Detalle del monumento a Zorrilla, 2017, Lerma













Placa en la casa de Zorrilla en Lerma (Burgos)













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28 de marzo de 2023

Fastiginia: El paso del Descendimiento de Gregorio Fernández cumple 400 años





















     En el año 1623 la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Valladolid ya disponía de dos pasos monumentales de Gregorio Fernández, el Azotamiento del Señor, que el escultor había tallado entre 1919 y 1620, presidido por la magistral figura de Cristo atado a la columna, y la Coronación de espinas, realizado en 1620 con la colaboración del taller y con la imagen central del Ecce Homo creada por el gran maestro gallego. De acuerdo a la rigurosa información publicada por Esteban García Chico, sabemos que el 16 de junio de aquel año Juan Jimeno y Francisco Ruiz, alcaldes de la Cofradía, firmaban el contrato con Gregorio Fernández —perfectamente documentado— para la realización del paso del Descendimiento, que habría de ajustarse al modelo presentado en cera por el escultor, compuesto por siete figuras que, a diferencia de los pasos anteriores, formaban parte de una atrevida composición cuyo peso y altura obligaría a participar en su traslado a un elevado número de costaleros.

     En el contrato, cuya efeméride cumple este año 400 años, Gregorio Fernández se comprometía a realizar una escena en madera tallada compuesta por Cristo en el momento de ser descendido de la cruz por José de Arimatea y Nicodemo, en presencia de la Virgen, el apóstol San Juan y María Magdalena, junto a otra figura conforme a la traza presentada representando a un joven ayudante ocupado en el desenclavo de los pies. En el contrato, el escultor se compromete a realizar las figuras “con toda perfezion” y a entregar el paso “plantado y asentado en su tablero cruces y escaleras” en el primer día de las Carnestolendas —tres días anteriores a la cuaresma en que se produce la celebración carnavalesca tradicional— del año 1624.

  En el mismo contrato el escultor fija el precio de su trabajo de una manera curiosa: por la manufactura y trabajos del paso del Descendimientose me ha de dar y pagar todo lo que se me dio por el otro paso que ansí hize del Azotamiento para la dicha cofradía”, más la tasación del mayor valor y trabajo que cada escultura tuviera, respecto a las del paso citado (realizado tres años antes), según la estimación de Francisco Díez, platero del oro vecino de Valladolid, que establecería su precio en maravedís. Respecto a estos pagos, pese a que Gregorio Fernández cumplió escrupulosamente el plazo de entrega de las tallas según lo establecido en el contrato, la Cofradía de la Vera Cruz se negó a pagar el importe resultante de la tasación acordada, lo que motivó que el escultor presentase una demanda ante el teniente de corregidor, es decir, ante la justicia ordinaria de la ciudad, siendo uno de los dos únicos casos de reclamación judicial que el artista realizó a lo largo de su vida, cuando los pleitos por incumplimiento estaban a la orden del día.

     No obstante, a pesar de la reclamación judicial, el escultor no logró percibir el importe del paso en vida, ya que los pagos se dilataron en el tiempo por parte de la Cofradía, hasta el punto de que treinta y siete años después, cuando en 1661 hace su testamento María Pérez, viuda del escultor, hace constar que la Cofradía de la Santa Vera Cruz todavía era deudora de aproximadamente mil ducados, según revela el documento que diera a conocer José Martí y Monsó en sus Estudios Histórico-Artísticos. Y aún pasarían seis años más para que el impago de tan importante cantidad aún estuviese pendiente y fuese reclamado de nuevo en 1667 en otro pleito promovido por Juan Rodríguez Gavilán, cuarto marido de Damiana, hija y heredera del escultor.

El paso del Descendimiento es una obra maestra en sí mismo, una obra cumbre del barroco castellano, de impresionante armonía y teatralidad, con unos valores procesionales resueltos técnicamente con insuperable maestría. El conjunto escultórico se engloba en la producción de la década 1620-1630, momento de plena madurez en que el escultor se enfrenta a los proyectos más ambiciosos de su carrera y trabaja en su taller de la calle del Sacramento (actual Paulina Harriet) acompañado por un nutrido grupo de oficiales y aprendices. Una época en que la mano de Gregorio Fernández ya es identificable por su depurado estilo y su maestría para diseñar imágenes completamente novedosas y naturalistas que mezclan la elegancia de la estatuaria clásica con matices desgarrados y dramáticos supeditados a los ideales tridentinos.

     El paso del Descendimiento aparece presidido por una cruz de gran altura en cuyos brazos se apoyan dos escaleras de idéntico diseño y altura, una por delante y otra por detrás del madero. La representación está concebida como una instantánea que recoge a dos niveles diferentes momentos de tensión, física en la parte superior y emocional en la inferior.

Arriba se representa el momento en que José de Arimatea, encaramado sobre el brazo izquierdo de la cruz, y Nicodemo, sobre el derecho, se afanan por sujetar, con la ayuda de un sudario, el torturado cuerpo de Cristo después de haber sido desclavados sus dos brazos. Para reforzar la idea de la muerte, Jesús muestra una anatomía inerte, con el cuerpo flexionado por caída natural y la cabeza reclinada sobre el hombro derecho, con el rostro aludiendo al momento de su expiración a través de la boca y los ojos entreabiertos. Su brazo izquierdo cae verticalmente mientras José de Arimatea amortigua el desplome sujetando el torso a la altura del vientre, lo que le obliga a asegurarse colocando cada pie sobre un peldaño diferente de la escalera, al tiempo que se amarra a la cruz con su diestra. Por su parte, Nicodemo se esfuerza por sujetar el brazo derecho recién desclavado, flexionado en ángulo recto a la altura del codo, después de haber retirado la corona de espinas, un elemento postizo que con toda seguridad, o tal vez un clavo, debía mostrar en su mano. El esfuerzo le obliga a abalanzar el cuerpo por encima del madero a la altura de la cintura, al tiempo que su pierna derecha se despega de la escalera. Estas tres figuras, plenas de dinamismo y fruto de un estudiado juego de volúmenes, se convierten en el centro de atención al converger en ellas, especialmente en la de Cristo, todas las miradas y elementos compositivos, siendo los elementos más llamativos de esta impresionante máquina teatral.

     A ras de tierra se desarrolla el drama humano expresado con el lenguaje de las manos y los rostros compungidos. En el ángulo izquierdo la Virgen aparece desfallecida sobre un peñasco, aunque aún tiene fuerzas para levantar sus brazos reclamando al Hijo en su regazo. Su mirada se eleva a lo alto de la cruz estableciendo una diagonal emocional que multiplica el patetismo del momento, un instante en el que se materializa la vieja profecía de Simeón citada por San Lucas durante la Presentación del Niño en el templo: Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, —¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!— a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones» (Lucas 2, 33-35). A ambos lados se sitúan de pie San Juan y María Magdalena con actitudes complementarias, el primero con los brazos desplegados y un nudo en la garganta en gesto de desesperación exteriorizada, la segunda enjugando sus lágrimas y su mano izquierda contra el pecho en señal de desconsuelo y drama interior. Por detrás de la cruz Gregorio Fernández compensa la composición con la colocación de un mozo ayudante ocupado en desclavar los pies, aún fijados al madero.

Izda: Pedro Sedano, copia del original de la Virgen del paso, 1757
Dcha: Gregorio Fernández, Dolorosa de la Vera Cruz original del paso del Descendimiento, 1623

     En el conjunto llama la atención el artificio compositivo y los aparatosos recursos que dotan a la escena de una carga de teatralidad no superada por otros pasos, elementos que contribuyen a presentar una escena de elocuente veracidad, por lo idóneo de gestos y actitudes y por la movilidad del sudario y paño de pureza, aplicados como postizos en paños reales. Igualmente está dotado de una desconocida grandiosidad en la forma en que llena el espacio, logrando establecer Gregorio Fernández, con gran sutileza, la necesidad de su observación desde distintos puntos de vista, de modo que el espectador atraído por el drama necesita circundar la escena para ir descubriendo los distintos matices de cada uno de los actores, en definitiva, una puesta en escena concebida con maestría que permite su observación estática en el interior del templo, pero que adquiere todo su significado cuando es observada en pleno movimiento durante los desfiles callejeros.

     El paso del Descendimiento, que desfiló por primera vez en la procesión del “Jueves de la Cena” de la Semana Santa de 1625, es el único de Gregorio Fernández que se conserva intacto en el lugar para el que fue concebido en la iglesia de la Vera Cruz, presenta la peculiaridad de que las siete figuras mantienen la disposición original que concibió y ensambló su autor, de modo que hoy podemos contemplarlo con la misma integridad del primer momento. Una mirada detallada permite apreciar que las figuras superan ligeramente el tamaño natural, siendo más difícil percibir que todas están debidamente ahuecadas, no sólo para aligerar su peso sino también como sistema habitual para evitar la aparición de grietas. No obstante, en este paso Gregorio Fernández agota las posibilidades de manipulación, tanto por su acusado peso, cercano a las 3,5 toneladas, como por su altura, hecho que complicaba sobremanera su traslado a hombros de los costaleros, que debían sumar a los inconvenientes del peso los problemas de equilibrio originado por las tres figuras colocadas en tan alta posición, especialmente en las operaciones de salida y entrada por la ajustada puerta de la iglesia penitencial, motivo por el que en algunos años del siglo XVIII, cuando las procesiones conocieron cierta decadencia, el paso no pudo participar en las procesiones "por falta de gente y su gran volumen".

El Descendimiento en su capilla de la iglesia de la Vera Cruz
El Descendimiento en la Procesión de Regla del Jueves Santo

     El paso presenta numerosas singularidades, como el magistral estudio anatómico, de tipo naturalista, en la figura de Jesús, que aparece trabajado como un desnudo integral que obliga a utilizar un recatado paño de pureza de textil real, con minuciosos apliques de postizos que resaltan de forma realista las huellas de la Pasión. En la figura de José de Arimatea Gregorio Fernández rinde tributo a Juan de Juni al reproducir los mismos rasgos faciales que presenta este personaje en el grupo del Santo Entierro realizado por el borgoñón (Museo Nacional de Escultura de Valladolid). Singular es también la imagen mística de la Magdalena, ataviada como una dama cortesana del siglo XVII, compartiendo este anacronismo con las representaciones del pintor Francisco de Zurbarán en algunas de sus santas.

La impresionante imagen de la Virgen, a decir de Esteban García-Chico debido a la especial devoción que suscitó entre el pueblo vallisoletano, motivó que el cabildo de la Cofradía de la Vera Cruz decidiera en 1757 separar la imagen del paso para rendirle culto por separado como Nuestra Señora de los Dolores, colocando en su lugar una copia realizada por el escultor Pedro Sedano. Por entonces le fue incorporada una espada de plata atravesando su pecho como símbolo de dolor en recuerdo de la vieja profecía de Simeón, reservada desde la última restauración de 1985, para su permanencia estática en el retablo de la iglesia penitencial. De este modo, la imagen de la Dolorosa de la Vera Cruz pasaría a convertirse en la imagen titular de la Cofradía, imagen que precisamente tendrá su Coronación Canónica el 23 de septiembre de 2023, coincidiendo con los 400 años de su realización.

Emblema y cofrades de la Cofradía de la Santa Vera Cruz
Valladolid

     Entre las anécdotas más difundidas de la historia de este paso procesional se encuentra el que durante mucho tiempo fuese conocido como "Paso del Reventón". Tan expresiva denominación tiene su origen en un percance ocurrido durante la Semana Santa de 1741, suceso recogido por Ventura Pérez en su Diario de Valladolid, en una breve reseña titulada Procesión de las Angustias y desgracia. Según éste, al intentar introducir el llamado "paso grande de la Cruz" por la puerta de la iglesia de su cofradía, a su regreso en la procesión del Jueves Santo, uno de los costaleros quedó aprisionado y "casi reventado", por lo que hubo de ser trasladado y asistido en el Hospital General. Nada sabemos de la identidad del mismo ni del desenlace final, pero lo cierto es que el incidente corrió de boca en boca por la ciudad no sólo hasta determinar su apodo de Reventón, sino impidiendo en los años siguientes encontrar el número de personas suficientes para poder transportarlo, por lo que no pudo desfilar durante las celebraciones de algunos años centrales del siglo XVIII.

Paso del Descendimiento durante el Pregón de la 
Semana Santa 2023 en la catedral de Valladolid
(Foto Rubén Olmedo)

     Para paliar definitivamente ese inconveniente, el 22 de marzo de 1891 don Mariano Miguel, arzobispo de Valladolid, costeó unas "andas rodadas" que fueron entregadas a la Cofradía de la Santa Vera Cruz. Desde entonces desfila sobre una plataforma con ruedas, lo que no elimina por completo los enormes esfuerzos que requiere su manipulación, aunque en la actualidad el paso esté dotado de una plataforma de elevación hidráulica en una carroza fabricada el año 2002.

El paso del Descendimiento desfila en la Procesión de Regla que el Jueves Santo organiza la Cofradía de la Santa Vera Cruz, propietaria del paso, que lo cede a la Cofradía del Descendimiento, fundada el 26 de marzo de 1939, para su participación en la Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor de cada Viernes Santo. 



Bibliografía

TRAVIESO ALONSO, José Miguel: Simulacrum, en torno al Descendimiento de Gregorio Fernández. Domus Pucelae, 2011.


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6 de marzo de 2023

Fastiginia: Don Juan Tenorio aparece en una calle de Valladolid

     Un caballero embozado, en compañía de su criado Ciutti, se acerca de noche a la casa de doña Ana de Pantoja en Sevilla. Ciutti llama a la reja y Lucía, una sirvienta que se vende por dinero a quien se lo ofrezca, se asoma a ella, preguntando de quién se trata y qué es lo que quiere. Al recibir por respuesta que el caballero quiere ver a doña Ana de Pantoja, que contrae matrimonio con don Luis Mejía al día siguiente, adopta una actitud evasiva, pero al serle ofrecido oro se muestra condescendiente para abrir la cerradura y permitirle llegar hasta la dama. José Zorrilla incluye en este pasaje el siguiente diálogo:     

    LUCÍA
        ¿Sí? ¿Qué nombre usa el galán?

    DON JUAN
        Don Juan.

    LUCÍA
        ¿Sin apellido notorio?

    DON JUAN
        Tenorio.

    LUCÍA
        ¡Ánimas del purgatorio!

Esta expresión de sorpresa de aquella sirvienta es posible que la repitan algunos viandantes que caminen por la calle Fray Luis de Granada de Valladolid al contemplar, a la puerta del jardín romántico del Museo Casa de Zorrilla, a un caballero embozado y con una espada a la cintura que al traspasar el umbral les pregunta: ¡Alto! ¿Quién va? Se trata de una escultura-parlante realizada en bronce y a escala humana por el escultor vallisoletano Miguel Ángel Tapia, que allí fue instalada en noviembre de 2022 para rendir homenaje al poeta romántico y dramaturgo José Zorrilla, en la misma puerta de su casa, a través del célebre personaje que convertido en mito universal protagoniza el drama por todos conocido de Don Juan Tenorio, cuya acción transcurre en la ciudad de Sevilla de 1545. La obra, publicada en 1844, por su carácter religioso-fantástico se convirtió en una representación tradicional en los días previos a la conmemoración de los Fieles Difuntos, en nuestros días trastocada por la invasora fiesta estadounidense de Halloween.

Izda: Nicomedes Díaz Piquero. Don Juan Tenorio, 1974, Sevilla
Dcha: Miguel Ángel Tapia, 2022, Don Juan Tenorio, Valladolid

     De este modo, Valladolid se ha sumado a rendir homenaje a tan célebre personaje literario, siendo la segunda escultura a él dedicada en un espacio urbano en España, después de que en Sevilla fuese colocada otra estatua de bronce, realizada por Nicomedes Díaz Piquero en 1974, en la plaza de los Refinadores. En el caso vallisoletano con la peculiaridad de adoptar una actitud vigilante y acechante y llevar incorporado un sonido que reproduce las palabras pronunciadas por Don Juan en la séptima escena del segundo acto de la primera parte del drama de José Zorrilla, cuando se encuentra con don Luis Mejía en las inmediaciones de la casa de doña Ana de Pantoja, cuyo honor será objeto de una apuesta mantenida entre los dos seductores.  De esta manera, según el deseo del Ayuntamiento de Valladolid, que ha financiado la obra, se unifica en la ciudad el reconocimiento al personaje y al memorable autor.  












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3 de octubre de 2022

Fastiginia: Una escultura de Alonso Berruguete en Londres




















Exposición "Alonso Berruguete: Primer escultor del
Renacimiento español", 2020, Meadows Museum, Dallas

     Durante siglos, la historiografía internacional del arte ha infravalorado la producción escultórica realizada en territorio hispánico en tiempos del Renacimiento y Barroco, cuando en Valladolid escultores de la talla de Alonso Berruguete, Juan de Juni, Gaspar Becerra o Gregorio Fernández fueron protagonistas de una esplendorosa e irrepetible actividad creativa. Posiblemente, por estar realizada en su mayor parte en madera, los historiadores no consideraron que estuviese a la misma altura que las obras realizadas en mármol, bronce u otros materiales nobles por grandes maestros italianos, franceses, etc.

Afortunadamente, esta visión ha cambiado radicalmente en las últimas décadas, habiéndose producido en el panorama artístico un auténtico descubrimiento de las excelencias de la escultura española en madera policromada, especialmente después de ser presentadas algunas obras en memorables exposiciones, como la dedicada al barroco español con el título “Lo sagrado hecho real”, presentada en 2009 en la National Gallery de Londres y en 2010 en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid y en la National Gallery of Art de Washington, a las que siguió en 2012 la exposición “Cuerpos de dolor”, celebrada en 2012 en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa con fondos del Museo Nacional de Escultura. Fuerte impacto también causó la escultura barroca española en la exposición “El Siglo de Oro. La era de Velázquez”, que tuvo lugar en 2016 en la Gemäldegalerie de Berlín, a la que incluso viajó el paso procesional “Camino del Calvario” de Gregorio Fernández, siendo la primera vez que una obra de este tipo era presentada en una ciudad extranjera.

Exposición "Alonso Berruguete: Primer escultor del
Renacimiento español", 2020, Meadows Museum, Dallas

     De igual manera, ha supuesto un hito importante la divulgación a nivel internacional de la escultura renacentista castellana en la exposición antológica “Alonso Berruguete: First sculptor of Renaissance Spain (Alonso Berruguete: Primer escultor del Renacimiento español)”, celebrada en 2019 en la National Gallery of Art de Washington y en 2020 en el Meadows Museum de Dallas. Reflejo de todo ello es el actual afán por conseguir piezas españolas de estos estilos por parte de importantes museos y grandes coleccionistas, que concurren a las repetidas subastas que ofrece el mercado del arte a nivel internacional.

Como consecuencia de su alta cotización, paulatinamente aparecen en este mercado obras que se daban por perdidas, junto a otras de las que se desconocía su existencia, en algunos casos como atribuciones más que dudosas, especialmente en el caso de Alonso Berruguete, cuyo novedoso estilo ejerció una enorme influencia sobre los talleres de la mitad norte del territorio español, donde proliferaron los imitadores.


Izda: Dolorosa, Sala de subastas Sotheby's, Nueva York
Centro: Alegoría, obra subastada en Francia
Dcha: San Pedro y San Pablo, Institute of Old Masters Research
 

     Sirvan de ejemplo una Dolorosa ofrecida en Sotheby's (Nueva York), una Alegoría subastada recientemente en Francia o la pareja de San Pedro y San Pablo, que tras pertenecer hasta 2015 a la Colección Gabriel Garnica de Toledo fue adquirida en 2016 por la Colección Institute of Old Masters Research, que las considera obras autógrafas de Alonso Berruguete y las identifica como procedentes del desaparecido banco del retablo del Colegio de Santiago o Colegio Mayor de Fonseca de Salamanca, contratado con el escultor en Madrid por Santiago de Fonseca en el año 1529 y terminado en 1532.

Otras obras atribuidas Alonso Berruguete y adquiridas en el mercado del arte se conservan en importantes museos norteamericanos, como es el caso del San Marcos del Museo de Arte de Los Ángeles (LACMA) o del Apostól adquirido en 2017 por el Metropolitan Museum de Nueva Yok, de procedencia desconocida y realizado hacia 1520. El caso se repite en España, conservándose en el Museo Marés de Barcelona un San Roque adquirido por Frederic Marés y donado al museo en 1979, que al igual que el San Jerónimo del Museo Diocesano de Salamanca son considerados por Manuel Arias y José María Parrado, especialistas en el escultor, como procedentes del banco del retablo del Colegio Fonseca de Salamanca. 

Izda: San Marcos, Museo de Arte de Los Ángeles
Centro: Apóstol, Metropolitan Museum, Nueva York
Dcha: San Roque, Museo Marés, Barcelona

     En otras ocasiones, obras de Alonso Berruguete aparecen dispersas en un entorno ajeno, como ocurre con el San Jerónimo que recibe culto en la iglesia de Santa María la Real de Nieva (Segovia), del que Manuel Arias apunta la hipótesis de que posiblemente llegara desde el monasterio jerónimo de la Mejorada de Olmedo como consecuencia del trasiego producido por la Desamortización. 

Sirva lo dicho de preámbulo para centrarnos en la escultura de un Apóstol que forma parte de la colección permanente del Victoria & Albert Museum de Londres, una escultura adquirida en Valladolid a un tal Pérez Mínguez, al que debió de ir a parar como consecuencia del proceso desamortizador, cuya peculiaridad consiste en ser la única escultura que se encuentra fuera de Valladolid de las que integraron el banco del magno retablo del monasterio de San Benito el Real, cuyo conjunto escultórico de tallas exentas y relieves, junto a las cuatro pinturas incorporadas por el artista y buena parte de la mazonería conservada, constituye uno de los mayores alicientes del Museo Nacional de Escultura.

Su origen ofrece pocas dudas, no sólo por las características estilísticas de la talla, sino también por las técnicas, como el tipo de policromía, el estar tallado en madera de nogal y ofrecer un tamaño acorde con la del resto de figuras del banco. 

Apóstol, 1526-1532, Victoria & Albert Museum, Londres
     El Apóstol aparece barbado, con el peso descansando sobre su pie derecho mientras el izquierdo, con la rodilla flexionada y adelantada, se apoya con los dedos sobre un pequeño bloque creando una postura inestable, típicamente manierista, constante en sus esculturas. Su cabeza gira hacia la izquierda, hacia donde también dirige el brazo medio extendido, mientras con la mano derecha sujeta una tablilla o un libro. Su indumentaria, que se ajusta al modelo clásico, presenta una túnica y un manto cuyas superficies están doradas con la técnica del estofado. 

Sabido es que, a consecuencia de la Desamortización, el retablo fue desmantelado y recogido en el Colegio de Santa Cruz, convertido en sede del recién creado Museo Provincial de Bellas Artes de Valladolid, donde la estructura fue alterada sin miramientos y las esculturas dispersadas sin orden, llegándose a serrar algunos componentes para poder ser expuestos en el edificio, siendo el caso más paradigmático el desmembramiento del cascarón que con forma de venera —con más de cinco metros de diámetro— coronaba el ático, del que se han conservado restos parciales que fueron recompuestos en 2017 con motivo de la exposición “Hijo del Laocoonte. Alonso Berruguete y la antigüedad pagana”. Entre aquel maremágnum desapareció la escultura de este apóstol, que emprendería su viaje a Londres para mostrar desde su vitrina las excelencias del escultor palentino en la España renacentista. 

Apóstol, 1526-1532, Victoria & Albert Museum, Londres















Apóstol, detalle, 1526-1532, Victoria & Albert Museum, Londres










Cartela en el Victoria & Albert Museum de Londres













Recreación del retablo de San Benito al que perteneció el apóstol








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