28 de marzo de 2022

Visita virtual: VIRGEN DE LA MAJESTAD O VIRGEN DE LA CALVA, excelencia escultórica en la Zamora medieval


 





NUESTRA SEÑORA DE LA MAJESTAD 
O VIRGEN DE LA CALVA

Anónimo (Maestro de la Virgen de la Calva)

Hacia 1300

Piedra policromada. Policromía de Juan de Durana, siglo XVI

Catedral de Zamora

Escultura gótica

 

 






Retablo de la Virgen de la Calva, 1558
Catedral de Zamora

     Durante los últimos años del siglo XIII y primeras décadas del XIV, aparecieron trabajando en la diócesis de Zamora, seguramente reclamados por los obispos Pedro II (1286-1302) o Gonzalo Rodríguez Osorio (1302-1311), o bien por el patronazgo del rey Fernando IV (1295-1312) y su madre María de Molina (c. 1264-1321), un grupo de escultores procedentes de los talleres que habían trabajado para la catedral de León, algunos allí formados. Estos dejaron su huella en importantes templos zamoranos, como en la catedral de San Salvador de Zamora, la colegiata de Santa María la Mayor de Toro, la iglesia de Santa María del Azogue de Benavente o la iglesia de Santa María de La Hiniesta, por citar algunos. De todos estos artífices desconocemos su identidad, compartiendo todos ellos como rasgo común la elevada calidad de sus obras labradas en piedra y con acabado policromado, grupo que, aunque sigue un estilo homogéneo y estereotipado, aporta numerosas novedades y originalidad a la escultura de su tiempo. 

Entre todos ellos destaca el autor de Nuestra Señora de la Majestad, conocida popularmente como la Virgen de la Calva, una obra maestra que preside un retablo plateresco situado en la cabecera —nave del evangelio— de la Catedral de Zamora, obra que sirve de referencia para denominar a su artífice como Maestro de la Virgen de la Calva1, un escultor que al servicio de los monarcas castellanoleoneses y del alto clero de Zamora realizó una serie de obras que le son atribuidas y que aparecen diseminadas por tierras zamoranas.  

La Virgen de la Calva es una escultura que constituye una obra cumbre entre la imaginería de la época en territorio hispano. Adopta la tipología gótica común de Virgen sedente con el Niño Jesús sobre las rodillas, pero resuelta con un naturalismo, una delicadeza y una gracilidad poco común entre sus coetáneas, hecho al que contribuye la bella policromía que fue aplicada en 1586 enmascarando la original. Fue Gómez Moreno el primero en reconocer su hechura gótica2 bajo el aspecto de la policromía renacentista, poniéndola en relación con otras imágenes pétreas, localizadas en iglesias de la provincia de Zamora, de las que no se conoce documentalmente el encargo de ninguna de ellas, pero que evidencia la presencia en esta tierra de un escultor con un estilo bien definido y dominando perfectamente la técnica en los primeros años del siglo XIV. 

     El Maestro de la Virgen de la Calva pudo ser uno de los escultores que desde las obras de la Catedral de León —donde convivían escultores locales con otros llegados de Francia— se trasladaron a Zamora. Este grupo no sería muy numeroso, tal vez un maestro o dos con sus correspondientes oficiales y aprendices. Ya asentado en Zamora, el escultor realizaría para la ciudad y su entorno una serie de obras de temática preferentemente mariana, bien como imágenes aisladas o formando conjuntos, siendo la primera obra realizada para la diócesis, en torno a 1300, la de Nuestra Señora de la Majestad o Virgen de la Calva. 

No se conoce con seguridad para qué espacio catedralicio fue realizada, siendo posible que su emplazamiento primitivo fuese el ámbito claustral, como ocurría en modelos precedentes localizados en las catedrales de León y Ciudad Rodrigo, donde la Virgen de la Calva compartiría el espacio ocupado por esculturas dentro de hornacinas abiertas en sus muros y diversos sepulcros.  Sin embargo, al parecer la imagen pasó a ocupar desde muy pronto un espacio en la cabecera catedralicia, cuando esta aún presentaba los tres ábsides semicirculares escalonados de tradición románica, transformados en torno al año 1500. 

     La Virgen de la Calva mantiene el tipo iconográfico que se impuso con rotundidad en el siglo XIII y que se mantendría hasta el XV, ofreciendo muchas similitudes con la imaginería gótica en madera, aunque con una calidad muy superior. La Virgen aparece sentada sobre un trono con forma de escaño cubierto por un cojín, del que asoman las puntas a los lados. Viste una túnica de cuello recto, con suaves pliegues en el pecho y ceñida a la cintura por un cinturón ornamentado. Un amplio manto cae desde los hombros y se cruza al frente, hasta cubrir las dos piernas, formando dos diagonales que la impregnan de movimiento a pesar de su posición en reposo. Cubre su cabeza una toca sujeta por una diadema que simula un trabajo de orfebrería con pedrería, que cae por los lados formando ondas en zigzag muy naturalistas y dejando visible la melena y las orejas. Bajo la túnica asoma el zapato izquierdo, que pisotea un simbólico dragón infernal vencido de que apenas se sugieren las formas, siguiendo un motivo que deriva de las vírgenes de los parteluces franceses.
 

     Destacan las finas facciones del rostro ovalado, con formas redondeadas, una frente muy despejada que le ha dado el sobrenombre de “la Calva”, ojos almendrados, nariz larga y recta y boca pequeña y cerrada, ofreciendo en su mirada al frente un gesto ensimismado. Las manos, con dedos estilizados y largos, adoptan posturas muy expresivas; la derecha dirigida al frente y sujetando con delicadeza un fruto, la izquierda sobre el hombro del Niño con gesto protector. Tanto el modo de labrar los ojos como la cabeza cubierta por un delicado velo y una corona de pedrería responden a las características constantes en las obras del escultor. 

Los plegados siguen todavía los ritmos de la escultura del siglo XIII, aunque el movimiento natural de la Virgen y el Niño se anticipa a modelos cronológicamente más avanzados. El afán naturalista se refleja en el sentido dinámico del Niño, apoyado sobre la pierna izquierda de la Virgen con una postura inquieta e inestable al cruzar su pierna derecha por debajo del cuerpo, con los mismos rasgos faciales de le Virgen, ensortijados cabellos labrados con finura, en actitud de bendecir con su mano derecha y portando un orbe en la izquierda. Esta vivacidad del infante, como recurso plástico, sería repetida por el escultor. 

     Por todas las características descritas, se puede afirmar que el Maestro de la Virgen de la Calva evoluciona desde la imaginería que desplegaron los talleres leoneses hasta un sutil naturalismo poco frecuente en su tiempo, aportando novedades que no se pueden rastrear en obras precedentes leonesas que fuesen copiadas o sirvieran de inspiración, siendo la cantidad de detalles genuinos fruto del talento, la creatividad y el dominio técnico del escultor. Por el contrario, el movimiento natural de la Virgen y especialmente el del Niño, creados en la ciudad del Duero, inspiraron a otros escultores que realizaron sus obras décadas después en el reino de León. Desde el punto de vista iconográfico, la presencia del dragón hollado a los pies de la Virgen, símbolo del pecado vencido, sólo se repite en la imagen de Nuestra Señora de La Vid, imagen titular del monasterio premostratense (hoy de agustinos) de Santa María de La Vid (Burgos), escultura pétrea labrada a finales del siglo XIII e igualmente repolicromada. 

EL RETABLO RENACENTISTA 

Detalle de la policromía renacentista aplicada en 1586
por Juan de Durana

    La Virgen de la Calva actualmente ocupa la hornacina de un retablo renacentista, de diseño plateresco, que fue encargado en 1558 para formar pareja estilística con el existente en el lado de la epístola de la cabecera de la Catedral. Consta de predela, un cuerpo con entablamento y ático. En la predela aparece en el centro el relieve del Nacimiento de Jesús, inscrito en una cartela, que está flanqueado por los relieves del Anuncio a los pastores y la Adoración de los Reyes. En los extremos, en los netos sobre los que descansan las columnas corintias del único cuerpo, se colocan los relieves de los Cuatro Evangelistas.

Una hornacina rematada con arco de medio punto, con el casquete en forma de venera y descansando sobre pilastras decoradas con ángeles, ocupa la mayor parte del cuerpo. En su interior se encuentra la imagen de la Virgen de la Calva, que reposa sobre una peana decorada con putti tenantes y figuras de ángeles. Sobre el arco aparece un relieve con el Agnus Dei y en las enjutas dos medallones con los bustos de San Pedro y San Pablo, bajo los que se encuentran dos ángeles músicos. Flanqueando el espacio central, por detrás de las columnas citadas, hay dos pilastras corintias decoradas con figuras en relieve de Virtudes, motivos que se repiten en el friso del entablamento que remata el cuerpo.

Anónimo. Virgen de La Vid, finales siglo XIII
Monasterio de Santa María de la Vid (Burgos)

     El ático está ocupado por una arquitectura en forma de templete rematado por un frontón triangular. En su cuyo interior se aloja la pintura de Cristo Salvador. En los extremos, sobre las columnas del cuerpo, se encuentran las tallas en bulto redondo de la Virgen y San Gabriel que conforman la escena de la Anunciación. Decoran el ático otras figuras de putti que se adaptan a las formas arquitectónicas. El retablo incorpora un guardapolvo lateral, sobre figuras de niños tenantes, con figuras en relieve de dos santos y dos santas, rematándose a la altura del entablamento con dos medallones con bustos de santos.

Con motivo de la entronización de la Virgen de la Calva en este retablo, la magnífica escultura gótica fue repolicromada en 1586, siendo los autores de la pintura y los estofados Juan de Durana3 y Alonso de Remesal4, con los que colaboraron los plateros Antonio Rodríguez y Andrés Gil. 

Todo el retablo fue restaurado antes de ser presentado en la exposición Remembranza/Las Edades del Hombre celebrada en la Catedral de Zamora en 2011.

Atribuciones al Maestro de la Virgen de la Calva
Izda: Anunciación, Colegiata de Toro (Zamora)
Dcha: Anunciación, iglesia de Sta. María del Azogue, Benavente

Informe y fotografías: J. M. Travieso.

 

NOTAS 

1 PÉREZ MARTÍN, Sergio y FERNÁNDEZ MATEOS, Rubén: “El Maestro de la Virgen de la Calva”: un escultor/taller al servicio de la monarquía castellanoleonesa y del alto clero de Zamora. Stvdia Zamorensia, vol. XIV, UNED Zamora, 2015, p. 79. 

2 ARA GIL, Clementina Julia: Nuestra Señora de la Majestad o “Virgen de la Calva”. Catálogo Exposición Remembranza / Las Edades del Hombre, Catedral de Zamora, 2001, pp. 498-499. 

3 RAMOS DE CASTRO, Guadalupe: La Catedral de Zamora. Fundación Ramos de Castro para el estudio y promoción del hombre, Zamora, 1982, p. 211. 

4 SAMANIEGO HIDALGO, Santiago: Primera aproximación documental a la pintura de los Remesales (1570-1630). Stvdia Zamorensia, vol. V, Zamora, 1984, p. 206. 

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19 de marzo de 2022

In memoriam: JESÚS SANTOS SERNA














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Exposición: TEMPUS, UN AÑO DE COFRADÍA, del 18 de marzo al 17 de abril 2022


















Juan de Anchieta: Virgen de las Candelas, h. 1570
Iglesia de Santiago, Valladolid










Gerard Seghers: Virgen de las Uvas, s. XVII
Museo de San Francisco, Medina de Rioseco










Gabriel Franck: Resurrección de Lázaro, s. XVII
Museo de San Francisco, Medina de Rioseco










Anónimo: Portapaz de la Última Cena, s. XVI
Museo de San Francisco, Medina de Rioseco










Francisco Alonso de los Ríos: Ecce Homo, h. 1638
Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid










Anónimo flamenco (Amberes): Longinos, 1ª mitad s. XVII
Convento de la Concepción del Carmen, Valladolid










José de Rozas (Atrib.): Cristo yacente, h. 1720
Oratorio de San Felipe Neri, Valladolid










Exposición "Tempus, un año de cofradía"
Sala de Exposiciones de Las Francesas, Valladolid








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Exposición: CARTELES DE SEMANA SANTA EN VALLADOLID, del 10 de marzo al 24 de abril 2022
















































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14 de marzo de 2022

Visita virtual: CERÁMICA DECORATIVA, una mirada al refinamiento modernista


 





CERÁMICA MURAL DECORATIVA

Fábrica La Roqueta (Palma de Mallorca, 1897-1918)

1902-1905

Paneles de cerámica decorativa esmaltada y recipientes decorativos

Museo de Mallorca, Palma de Mallorca

Modernismo. Artes aplicadas

 

 






2 Cerezos y almendros en flor con vencejos, 1902
Josep Hoyo

     A finales del siglo XIX y principios del XX se generalizó una corriente de renovación artística que, bajo la denominación de Art Nouveau en Bélgica y Francia, Jugendstil en Alemania, Sezession en Austria, Nieuwe Kunst en Países Bajos, Modern Style en los países anglosajones, Style Liberty en Italia o Modernismo en España e Hispanoamérica, intentaba crear un arte nuevo, libre y moderno, con una estética rupturista ajena al historicismo, eclecticismo, realismo o impresionismo extendidos en esa época, con la conciencia de futuro y de progreso. Esta corriente, que se convertiría en un estilo bien definido, tomaba como fuente de inspiración la naturaleza e incorporaba novedades en el uso del acero y cristal, derivadas de la revolución industrial. Este movimiento dio paso, en la década de 1920, a otro denominado Art decó, con características propias y diferentes. 

En el intento de socializar el arte, el Modernismo no solo afectó a las artes mayores —arquitectura, pintura y escultura—, sino también a las artes decorativas, al mobiliario, la rejería, joyería, cristalería, artes gráficas, lámparas, cerámica, azulejería y todo tipo de objetos utilitarios de la vida cotidiana, incluyendo todas las variantes del mobiliario urbano, siempre con la intención de conseguir unos valores estéticos accesibles a toda la población y fusionar las nuevas técnicas con una esmerada actividad artesanal. 

3 Josep Hoyo. Detalles del mural cerámico Cerezos y almendros en flor con vencejos, 1902

     Como características generalizadas, el Modernismo muestra su inspiración en la naturaleza y su preferencia por elementos de origen natural, especialmente por los vegetales y las formas redondeadas de tipo orgánico; presenta una tendencia a la estilización de los motivos, buscando sus valores estéticos por encima de la representación realista; busca la complacencia de los sentidos e incorpora notas de sensualidad, incluso de erotismo; utiliza con absoluta libertad los motivos exóticos, tanto en elementos productos de la fantasía como en otros inspirados en culturas clásicas, con una clara inspiración en la delicadeza de las estampas japonesas; predomina el uso de la línea curva y la asimetría, tanto en el diseño de construcciones como en la decoración, supeditando las creaciones artesanales recuperadas de tiempos pasados —rejería, vidrieras, azulejería, etc.— a la arquitectura. 

4 Pretil de un jardín con árbol y golondrinas, 1902
 Vicenç Llorens

     Los elementos más representativos de la cerámica modernista en el territorio español fueron los paneles que ornamentaban, con elementos estilizados, los interiores y las fachadas de muchos edificios, tanto públicos como privados. Estos representan un afán de transición estética en el que el eclecticismo y el glamour pasaron a formar parte del gusto cotidiano del buen burgués. 

El movimiento modernista tiene ejemplos destacados en buena parte de la geografía española, aunque en esta ocasión nos limitamos a referir la actividad de producción industrial-artesanal de una fábrica de cerámica decorativa aplicada a la arquitectura que tuvo una vital importancia para el desarrollo del modernismo en Mallorca, cuyos inicios se sitúan hacia el año 1900, después de que, en los años finales del siglo XIX, contribuyera a su difusión la estancia en la isla, entre otros, de los pintores Santiago Rusiñol y Joaquim Mir. 

LA FÁBRICA MALLORQUINA DE LA ROQUETA 

La fábrica de La Roqueta estuvo activa desde 1897 a 1918, llegando a gozar durante este periodo de un enorme prestigio por sus productos aplicados a la arquitectura siguiendo la pauta del Modernismo. Fue fundada en 1897 por Pere Joan Aguiló Forteza, apodado familiarmente Cetre, entre los barrios palmesanos de Son Espanyolet y Santa Catalina, con la pretensión de renovar la industria de la cerámica artística y reproducir modelos históricos, para lo que colaboró con diversos arquitectos activos en Palma que allí levantaron notables edificios para una burguesía elitista. Cetre mantenía contactos con otros centros cerámicos de Valencia, Alicante y Barcelona, trabajando bajo sus órdenes los pintores Vicenç Llorens y Josep Hoyo en la elaboración de azulejos pintados y esmaltados, cuya labor fue crucial para la introducción de modelos y patrones modernistas. 

5 Detalle del Pretil con jardín con árbol y golondrinas, 1902
Vicenç Llorens

     La Roqueta contaría entre sus productos abundantes muestras de diseño modernista que se alternaban con piezas de signo historicista o réplicas exactas de obras del pasado. Entre la amplia gama de sus productos se encontraban los atractivos paneles de azulejería, los mosaicos, algunos ejemplos de escultura decorativa y todo un repertorio de objetos de uso cotidiano. 

Los años más prolíficos de La Roqueta fueron los que siguieron a la inauguración de la fábrica, aportando azulejos pintados para la decoración exterior e interior de afamados edificios modernistas de Palma, como la Casa Barceló (Bartomeu Ferrà, 1901-1904), el Gran Hotel (Lluís Domènech i Montaner, 1901-1903) y Can Forteza Rey (Josep Forteza Rey, 1902, con baldosas fragmentadas —trencadís— en la fachada por influencia de Gaudí).  La Roqueta también colaboró con el arquitecto catalán Antoni Gaudí en la reforma que este hizo en la Catedral palmesana, encontrándose piezas de esta fábrica en el muro del ábside central y en la fachada en forma de botones cerámicos, así como en una torre de la Casa Batlló que Gaudí remodeló en Barcelona entre 1904 y 1906. 

6 Mural con paisaje de la ribera de un río, 1902
Vicenç Llorens y Josep Hoyo

     La Roqueta suministró numerosos paneles cerámicos para casas particulares, unos aplicados al revestimiento exterior de las construcciones, otros formando zócalos en portales, viviendas y residencias de verano, o bien como paneles decorativos en muros alicatados, incluyendo las fachadas de algunos locales comerciales. Asimismo, siguiendo una tendencia muy común en la época, allí se elaboraron piezas cerámicas que eran incorporadas al mobiliario de madera, tanto para viviendas particulares como para comercios. En el caso de los paneles para zócalos cerámicos, establecería un rico programa decorativo de gran elegancia y vistoso colorido a partir de motivos vegetales, tallos y flores esquemáticos, ajustados a un esquema geométrico completamente novedoso. Por su parte, los murales figurativos muestran depuradas composiciones inspiradas en el arte japonés, con delicados árboles en flor y pequeños pájaros, así como bucólicos paisajes, en ocasiones nórdicos. 

En La Roqueta también se fabricaron piezas de alfarería decorativa, como sofisticados recipientes torneados, a los que se incorporaban relieves modelados en forma de mascarones, figuras o animales, o composiciones florales pintadas, con un intenso e inconfundible colorido en el que también se aplican reflejos metálicos. 

La actividad de La Roqueta de producción cerámica finalizó en 1918, cuando el propietario cambió el negocio por la elaboración de vinos y jabones. 

7 Mural con paisaje de un lago y embarcaciones, 1902
Vicenç Llorens y Josep Hoyo


     De la actividad de la fábrica La Roqueta, en el Museo de Mallorca de Palma se conservan interesantes muestras de paneles cerámicos modernistas procedentes de casas y locales comerciales desaparecidos. A continuación se reseñan algunos de ellos. 

Cerezos y almendros en flor con vencejos, 1902 (Ilustraciones 1-2-3)

Este mural formaba parte del revestimiento cerámico de una de las estancias de Can Cetre, la casa de veraneo que Pere Joan Aguiló, fundador de La Roqueta, disponía en Portopí, donde los pintores Vicenç Llorens y Josep Hoyo realizaron temas historicistas y, sobre todo, composiciones florales, como este mural.

Con azulejos pintados por Josep Hoyo, representa un esquemático y diáfano jardín de cerezos y almendros en flor en cuyas ramas se posan pequeños vencejos. Inspirado en estampas japonesas, sigue un estilo y una iconografía típicamente modernista, preocupada por la elegancia y una sugestiva delicadeza. 

8 Mostrador del comercio La Gruta. 1902-1904

Pretil con un árbol y un grupo de golondrinas, 1902 (Ilustraciones 4 y 5)

Este mural, pintado por Vicenç Llorens, también formaba parte de la decoración de la casa de recreo —Can Cetre— de Portopí, donde todas las estancias comunes se decoraban con murales cerámicos que con jardines japoneses, paisajes nórdicos, series de elfos, etc., se combinaban con techos y pavimentos fabricados expresamente para cada una de ellas.

Este mural, que representa un jardín en el que se remansan bandadas de golondrinas, con libélulas y mariposas y un cielo al fondo azul grisáceo, arrancaba del alféizar de la chimenea de uno de los salones. De la casa, que fue derribada en 1975, se pudieron salvar algunos de los murales que fueron recogidos en el Museo de Mallorca.

Paisajes con ribera de un río y lago con embarcaciones, 1902 (Ilustraciones 6 y 7)

9 Detalles del mostrador de La Gruta, 1902-1904

     Esta pareja de murales, dispuestos simétricamente, decoraron la casa de verano de Pere Joan Aguiló en Portopí. En su elaboración colaboraron Vicenç Llorens y Josep Hoyo. Se componen de 106 azulejos pintados y esmaltados que representan idílicas vistas de la naturaleza en las que el agua adquiere un fuerte protagonismo. En uno se representa la ribera de un río en primavera, con un árbol en primer plano al que le brotan las hojas. En otro la vista de un lago junto al que se levanta una construcción con la cubierta de paja, a modo de barraca, y al fondo barcos de vela. Ambos comparten la presencia de pequeñas aves que sobrevuelan el paraje.

Con un colorido refinado en el que los azules quedan difuminados para sugerir profundidad, la síntesis de elementos evoca las estampas japonesas. 

10 Josep Hoyo, Fragmento de zócalo con motivos florales, h. 1905

Mostrador del comercio La Gruta, 1902-1904 (Ilustraciones 8 y9)

La Gruta fue un desaparecido comercio situado en el Carrer de Colom de Palma que, como figura en el frente del propio mostrador, se dedicaba a la venta de artículos de mercería, paquetería, géneros de punto, corsés, abanicos, cuellos, puños y corbatas.

Con unas dimensiones de 395 cm de largo, 90 cm de alto y 50 cm de fondo, está realizado en madera y estructurado en tres compartimentos, uno central, en el que se inserta un mural cerámico con una inscripción que anuncia los productos a la venta, y dos en los extremos, meramente decorativos, con grandes medallones circulares en el centro en los que se representan lirios sobre los que se posan aves con aspecto de un martín pescador, ocupando los ángulos pequeñas flores y tallos. Todas las piezas cerámicas están compuestas en color azul sobre un fondo marfileño y con un dibujo preciso, inspirándose las composiciones florales en las estampas japonesas.

Afortunadamente, esta pieza fue recogida en la Museo de Mallorca tras la desaparición de la tienda, pues por un lado ilustra sobre la novedosa aplicación en el Modernismo de piezas cerámicas al mobiliario, en este caso comercial, y por otro que las piezas cerámicas de La Roqueta también tuvieron una vertiente popular.


11 Josep Hoyo, Detalle de zócalo con motivos florales, h. 1905
Panel para zócalo con motivos florales, hacia 1905 (Ilustraciones 10 y 11)

Este fragmento de un zócalo compuesto por azulejos pintados y esmaltados por Josep Hoyo, con una altura de 85,50 cm, es una buena muestra de cómo La Roqueta contribuyó al asentamiento de los patrones modernistas. Los motivos ornamentales son sintéticos y arquetípicos, con flores rosáceas, tallos y hojas verdes y motivos en amarillo de inspiración vegetal, siguiendo una composición simétrica a lo largo de cuatro hiladas de azulejos. Se remata en la parte superior con piezas cerámicas en forma de cañas verdes y una cenefa recorrida por líneas en zigzag. Procede de una vivienda de Palma desaparecida. 

Panel para zócalo con motivos florales, hacia 1905 (Ilustraciones 12 y 13)

Se trata de otro fragmento de un zócalo, en este caso de 97,50 cm de altura, ornamentado con motivos florales, una orla inferior con una serie de rosetas y un remate superior con piezas en relieve que forman ondulaciones. Lo más interesante es el abigarrado diseño de la parte central, creado por el pintor Josep Hoyo, con un complicado entramado de tallos y hojas dispuestos en vertical, siguiendo el horror vacui, que alternan dos tonalidades de verde y se rematan con grupos de tres flores violáceas un tanto abstractas y brotes de hojas. Destaca la depuración y la estilización del dibujo que parece inspirarse en las lacerías sin fin de la azulejería mudéjar, aquí convertida en un canto a la naturaleza. 

12 Josep Hoyo, Fragmento de zócalo con motivos florales, h. 1905
Panel para zócalo con motivos florales, hacia 1905 (Ilustraciones 14 y 15)

El pintor Josep Hoyo también es el autor del diseño decorativo de este zócalo, de 91,20 cm de altura, que se divide en tres espacios, uno superior en forma de orla en la que se alternan ramilletes de violetas con formaciones onduladas que cobijan hojas, otro central despejado y decorado con una red de hojas palmatisectas sobre un fondo marfil-azulado, y en la parte inferior formaciones curvilíneas, típicamente modernistas, entre las que se colocan de forma alternativa grupos de tres y una hojas, igualmente con cinco foliolos, y ramilletes de violetas al fondo. Como es habitual, la gama de colores es selectiva y calculada, limitándose al amarillo, caso dorado, el verde con elaboradas tonalidades y el violeta con tonos de azul en las flores. El diseño alcanza altos valores estéticos basados en la aparente simplicidad. 

Panel para fachada comercial de La Capellería, hacia 1904 (Ilustraciones 18 y 19)

Para el céntrico local comercial de La Capellería, abierto en la calle del Sindicato y especializado en sombrillas y abanicos, hacia 1904 se fabricaron en La Roqueta una serie de tres paneles que decoraban su fachada. El desaparecer la tienda a finales de los años sesenta del siglo XX, estos fueron recogidos en el Museo de Mallorca.

13 Josep Hoyo, Detalle de zócalo con motivos florales, h. 1905

     El panel central, simétrico, polícromo y de 139 cm de altura, está formado por baldosas de 20 x 20 cm en la que se representa la figura de una niña sonriente, situada bajo dos estilizados tallos floridos de crisantemos y margaritas que se entrecruzan y se juntan en la parte superior dejando un espacio interior para la colocación de la leyenda “Sombrillas. Abanicos”. Los otros dos paneles, que estaban colocados en los laterales, presentan motivos de inspiración vegetal y rematados por las cabezas de un hombre y una mujer, motivos monocromos pintados en color azul. Se rematan en la parte superior con figuras fitomorfas en forma de mascarones de sátiros en relieve. Se atribuye a Josep Hoyo, activo en La Roqueta en aquellos momentos. 

Jarrón de las lagartijas, hacia 1900 (Ilustraciones 20 y 21) 

Como representación de la producción en La Roqueta de piezas cerámicas decorativas torneadas, independientes de la arquitectura, con aplicaciones en relieve y esmaltadas, en forma de centros de mesa, jarrones, botellas, cántaros, etc., producción que fue simultánea a la elaboración de paneles decorativos de azulejos, de las que el Museo de Mallorca conserva una buena muestra como ejemplo de cerámica modernista, seleccionamos el Jarrón de las Lagartijas, un recipiente de forma globular con ancho cuello y decoración zoomórfica, con dos asas en forma de lagartijas con las cabezas levantadas y las colas sinuosas. 

14 Josep Hoyo, Fragmento de zócalo con motivos florales, h. 1905

     Especial interés tiene el tipo de esmaltes, pues junto al fondo estannífero de tonalidad amarillenta y el verde de los reptiles, lleva aplicado un esmalte de reflejos metálicos con tonalidad de cobre, tanto sobre los cuerpos de los animales —sugiriendo rugosidades en la piel— como en la decoración del cuerpo a base de hojas de garballón y otros elementos fitomorfos, motivos decorativos que fueron muy corrientes en el repertorio modernista catalán.

La mallorquina fábrica de La Roqueta se inició con imitaciones de piezas cerámicas de varios centros productores europeos, aplicando a las piezas modernistas la técnica de los reflejos dorados que caracterizaron a la prestigiosa cerámica de Manises (Valencia), derivada de la tradición hispano-morisca. Entre sus recreaciones de la primera época se encuentran los célebres jarrones de la Alhambra de brillos dorados. 

 

Informe y fotografías: J. M. Travieso.

 




15 Josep Hoyo, Detalle de zócalo con motivos florales, h. 1905










16 Paneles cerámicos de La Roqueta, Museo de Mallorca










17 Detalle de panel cerámico con motivo floral










18 Paneles cerámicos de La Capellería, h. 1904














19 Detalle del panel cerámico de La Capellería, h. 1904










20 Jarrón de las lagartijas, h. 1900, Museo de Mallorca










21 Muestra de recipientes ornamentales elaborados en La Roqueta
Museo de Mallorca, Palma de Mallorca








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