BELÉN
NAPOLITANO
Varios
autores y artesanos
Siglo XVIII
Madera y
terracota policromada, textiles, cera, metales y vidrio
Museo
Nacional de Escultura, Valladolid
Escultura barroca y rococó. Escuela napolitana
Sala del Belén Napolitano en el Palacio Villena, MNE |
EL BELÉN NAPOLITANO COMO JUEGO PARA INICIADOS
La variedad belenística que constituyen los belenes
napolitanos no es, mejor dicho, no fue, una modalidad más de celebración
religiosa con un contenido piadoso o catequético que rememorase la tradición
implantada en 1223 por San Francisco de Asís en una cueva de Greccio. Bien al
contrario, el belén napolitano debe entenderse como un divertimento culto, creativo
y eminentemente profano, a pesar de dejar aflorar un sustrato religioso, que en
el Settecento se puso de moda entre
los personajes de la Corte, la aristocracia y la burguesía enriquecida de
Nápoles, todos ellos animados por las ideas de la Ilustración.
El éxito de este juguete o entretenimiento radica
en buena parte en la incorporación de cada propietario al coleccionismo —por
entonces fenómeno en auge e inabarcable en el caso del belén napolitano—, en el
que cada uno podía reflejar su propia sensibilidad, su preparación cultural y,
por encima de todo, su potencial económico, convirtiéndose su exhibición anual en
una demostración pública de riqueza y prestigio, de acuerdo con el gusto por la
transformación y el exotismo propio de la época. Por este motivo, la estética de
la modalidad de belén napolitano tendría tantos admiradores como detractores,
pues si para unos aquel universo plástico, convertido en una explosión de
colorido, de escenas costumbristas y mundanas, incluyendo elementos mordaces,
era un alarde de creatividad artística, para otros suponía una representación
irreverente e inaceptable de un hecho tan trascendente como el Nacimiento de
Cristo, llegando a ser considerados como meros "teatrillos" profanos.
Vitrina con las diferentes escalas de las figuras |
Al igual que en otras actividades dieciochescas,
esta afición tenía sus propias pautas y códigos, hasta llegar a convertirse en
un juego para iniciados, algo que parecen desconocer los coleccionistas
actuales que emulan la tradición. Vamos a intentar desvelar aquellas más
importantes que han de servirnos para interpretar y valorar en su justa medida
la impresionante colección del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, que
reúne la mayoría de los ingredientes de raigambre napolitana.
COMPONENTES DEL BELÉN NAPOLITANO
Los componentes del belén napolitano son cinco: los
Pastori (pastores), los Animali (animales), los Vestiti (vestiduras), los Finimenti (accesorios) y el Plastico (decorado escenográfico).
PASTORI
Son el componente fundamental, refiriéndose
genéricamente con este término a las figuras humanas que aparecen en la
composición, independientemente del personaje que representen. Responden a un
complejo proceso de elaboración resuelto mediante un método de ensamblaje. El
cuerpo está constituido por un compacto maniquí
elaborado por hilos de estopa enrollados sobre un alma de alambre maleable, con
extensiones para brazos y piernas, que forman el "esqueleto" de la
figura.
La parte más destacada es la testina o cabeza, elaborada en terracota policromada que permite
imprimir sutiles detalles mórbidos y a la que se incorporan diminutos ojos de
cristal que aumentan su aspecto realista. A la cabeza y cuello se añade la pettiglia, especie de peto que establece
un busto mediante la prolongación de unos cuatro centímetros al frente y algo
menos por detrás, dotada de orificios para amarrar firmemente con cuerdas la testina al maniquí. Es en el interior de
la pettiglia donde las figuras,
ocasionalmente, aparecen firmadas por sus autores.
Las testinas
eran elaboradas por grandes maestros escultores de la época residentes en
Nápoles, algunos vinculados a la Real Fábrica de Porcelana de Capodimonte, y
representan toda la variedad humana posible, desde la suprema belleza de la
Virgen, ángeles, arménides y georgianas, fieles al refinamiento del Rococó,
hasta un descarnado repertorio de inspiración campesina y popular que llega a
incluir, rozando lo grotesco, todo tipo de defectos físicos y signos evidentes
de enfermedades.
Cada figura se completa con los brazos, de la mano hasta el codo, y las piernas, de la rodilla hasta el pie,
generalmente en talla de madera policromada, aunque después también de
modelaron en terracota. Los trabajos diferenciadores de manos y piernas
determinan la expresión artística a través del gesto, siempre con la delicadeza
y ademanes expresivos del arte galante. En las plantas de los pies llevan
practicados unos orificios en los que se insertan clavos que se pueden fijar a la base de
madera o corcho del decorado, sin necesidad de peanas, aumentando así su
naturalismo.
Cada uno de los pastori
está concebido para representar determinado papel en la narración, siendo
susceptibles, por las características reseñadas, de modificaciones en sus posturas,
atributos y vestuario, siguiendo un juego de transformación.
Academias: Mendigo y ciego |
Desde principios del Settecento se estableció para los pastori el tamaño normalizado de la terzina —altura media de 38 centímetros—, incorporando tamaños
inferiores, en torno a los 20 cm., para definir una escala acorde con la
perspectiva visual en los montajes, así como otras figuras de tamaño
superior para ser colocadas en los
primeros planos, como se muestra en una vitrina del Museo Nacional de Escultura.
Los montajes belenistas nunca pertenecían a un sólo
autor, siempre era un arte colectivo animado por la fiebre del coleccionismo,
pues la acumulación de pastori
llegaría a ser obsesiva por parte de la realeza y las clases altas, cuyo
apasionamiento se convertiría en un ingente negocio para los artistas, con más
de treinta talleres activos en Nápoles que, en el siglo XVIII, ocupaban a cerca de quinientos artesanos
especializados en la elaboración de pastori.
ANIMALI
La recreación del mundo real sería inconcebible sin
la presencia de animales. En el belén napolitano, desmesurado en todas sus
facetas, son numerosos aquellos representados con aspecto veraz, pues en el
siglo XVIII su estudio se convirtió en objeto de investigación y profundización
científica, de modo que los animales aparecen como si fuera un tratado plástico
de ciencias naturales llevado a cabo por artistas especializados. En muchas
ocasiones las referencias iconográficas eran tomadas de los pintores de género,
tales como el alemán Philipp Peter Ross (1657-1706), conocido en Italia como
Rosa da Tivoli, o el napolitano Domenico Brandi (1683-1736).
Animales de pastoreo: Rebaño de cabras y búfalos |
Se distinguen tres grupos diferenciados de
animales:
1 Animales de
trabajo, pastoreo y corral
Representados con gran viveza y virtuosamente
descritos, están relacionados con el pastoreo y los trabajos en el campo. Son
rebaños de ovejas y cabras, vacas, búfalos que pastaban entre Nápoles y Paestum,
cuyas hembras proporcionaban la apreciada leche con la que se elaboraba la
tradicional mozzarella, asnos y mulas
utilizados para la carga, cerdos y conejos. También son frecuentes las aves de
corral como pavos, gallinas, patos, etc., sin que falten distintas aves de caza
a la venta en el mercado.
2 Animales
domésticos y callejeros
Animales domésticos: perro, asno y gato |
Este grupo lo integran asnos y diferentes razas de perros y
gatos que deambulan por calles y mercados, en ocasiones aportando notas de
humor como fruto de la observación de sus reacciones. También se incluyen
palomas y distintos tipos de pájaros, tanto en libertad como enjaulados.
Animales exóticos: Caballo de raza árabe, camello y elefante |
3 Animales salvajes y exóticos
Este grupo es el más pintoresco y sorprendente, en su mayoría integrando el cortejo de los Reyes Magos. Entre ellos se encuentran elegantes caballos de raza árabe, camellos, elefantes, monos, ciervos, faisanes, etc. que contribuyen a crear la fantasía de remotos mundos idílicos, llenos de exotismo y riquezas. Muchos están inspirados en el jardín zoológico que el rey tenía en Nápoles, algunos llegados como regalos de monarcas orientales.
Este grupo es el más pintoresco y sorprendente, en su mayoría integrando el cortejo de los Reyes Magos. Entre ellos se encuentran elegantes caballos de raza árabe, camellos, elefantes, monos, ciervos, faisanes, etc. que contribuyen a crear la fantasía de remotos mundos idílicos, llenos de exotismo y riquezas. Muchos están inspirados en el jardín zoológico que el rey tenía en Nápoles, algunos llegados como regalos de monarcas orientales.
Vestuario de los pastores |
VESTITI / COSTUMI
El vestido de cada figura define su personalidad y
condición social, así como su rol dentro de la narración. En esta labor
estuvieron ocupados numerosos artesanos especializados y con este fin
trabajaron incluso las reales fábricas de tejidos, especialmente la de San
Leucio, fundada por el futuro Carlos III de España en las proximidades de
Caserta. Era una confección a medida, con profusión de tejidos superpuestos y
aplicaciones de bordados, cintas, botones, etc., que se aplicaban de forma
selectiva, contrastando los sencillos paños de lino, algodón, lana, arpillera y
piel natural de los campesinos, con la seda, terciopelo, brocados y rica
pasamanería de los personajes sagrados y del séquito de los Reyes Magos.
Vestuario de vendedores ambulantes urbanos |
Se pueden establecer cinco tipos de atuendos:
1 Campesinos,
pastores y pescadores
Reflejan el tipo de vestuario en el ambiente rural,
con camisas de cuello ajustado, chaquetas, chalecos, pantalones cortos de ancha
pernera, fajas en la cintura, medias mal ajustadas y alpargatas sujetas por
cordones en los hombres, que se
acompañan de útiles para el trabajo como zurrones, alforjas, cayados,
instrumentos musicales, etc.
Las mujeres, de aspecto curtido, presentan camisas
de mangas anchas y amplios escotes, corpiños, faldas con vuelo ajustadas a la
cintura, mandiles y pañoletas, con elementos que definen su ocupación en la
elaboración de mimbres, hilaturas, bolillos, quesos, venta de huevos y
productos de la tierra.
Vestuario de ciudadanos napolitanos: músicos y matrona |
2 Trajes típicos
regionales
Este grupo, también vinculado al medio rural, es
rico en colorido y reproduce los trajes típicos de las distintas provincias o
regiones del reino de las Dos Sicilias que lucen personajes que deambulan, no
exentos de ironía, por el fragor del mercado. Son especialmente atractivos los
trajes de las mujeres, con llamativos mandiles y peculiares tocados, en
ocasiones tañendo panderos o sugiriendo el baile galante de la tarantela. A pesar de su anacronismo al
acercase y celebrar el Nacimiento de Cristo, este grupo adquiere un alto valor
etnográfico y documental, lo que pone de manifiesto la importancia de que las
figuras conserven la prima vestitura
o vestido original.
Vestuario de mezzocarattere |
3 Comerciantes,
artesanos y burgueses
A través de un rico, variado y testimonial
muestrario, caracterizan a personajes urbanos habituales en Nápoles en el siglo
XVIII, con un valor etnográfico de primer orden, ya que aparecen representados
todos los oficios y ocupaciones artesanales imaginables, todos ellos englobados
como carattere teatrales.
En la moda urbana masculina se aprecia la
influencia de los modelos procedentes de Francia, especialmente en las
chaquetas y casacas abotonadas, capas, sombreros de ala ancha de tres picos y
en la variedad del calzado, ajustado con lengüetas y broches. En la confección
ya incorporan tejidos nobles de seda y terciopelo.
Por su parte, las mujeres visten encorsetados
corpiños que dejan visibles camisas con drapeados al cuello, mangas abombadas,
cuellos y puños de encaje, faldas hasta los tobillos, mantones y mandiles
bordados, cinturones con lazos y zapatos de discreto tacón, generalmente
engalanadas con ricos collares, pendientes y broches.
Vestuario de Melchor, Gaspar y Baltasar |
En este grupo, poniendo una nota de humor, se
incluyen los mezzocarattere,
personajes nobles representados con ironía como campesinos enriquecidos o
nuevos ricos, que a pesar de lucir ricos vestidos de seda y terciopelo con
botonaduras de plata y zapatos con hebillas metálicas, son fácilmente
identificables por sus burdas facciones, su anatomía grotesca y sus taras
físicas.
4 Los Reyes
Magos y su séquito
Alejados de la realidad cotidiana, los vestidos de
este grupo muestran un atractivo mundo de fantasía a través de pintorescas
indumentarias inspiradas en el esplendor de las cortes orientales, reflejo del
gusto por lo exótico y la fastuosidad rococó que se gozaba en Europa.
Giuseppe Bonito. Embajada turca en Nápoles, 1741 Museo del Prado, Madrid. Foto M. Prado |
Un hecho fue trascendental para la incorporación de
esta fantasía oriental en el belén napolitano: la llegada a Nápoles, en febrero
de 1778, del enviado extraordinario Abdulhamid I, sultán del Imperio Otomano,
que desde la firma del Tratado de Paz de 1740 mantenía excelentes relaciones
con el reino de las Dos Sicilias. El cortejo que desfiló por las calles de
Nápoles —Viaje del Gran Señor de la Meca—,
en el que participó el propio rey Fernando IV de Borbón y su esposa Carolina de
Austria, fue recogido en múltiples grabados que reflejaron la admiración que
produjo entre los napolitanos, estimulando también a los artistas y artesanos,
que dieron rienda suelta a su imaginación en la confección de la indumentaria
del cortejo de los Reyes Magos, en los que se incluyeron bandas de músicos y
portadores de tesoros hasta crear un repertorio específico que se podía alargar
hasta el infinito.
Como es natural, las indumentarias más ricas son
las que visten los tres Reyes Magos, cuyas capas en ocasiones reproducían el
modelo de la prestigiosa Orden de San Genaro, con una larga cola que llega a
cubrir la parte trasera del animal sobre el que van montados, camellos en el
caso del Museo Nacional de Escultura.
Junto a turcos con turbantes, pobladores del otro
lado del Adriático y africanos de raza negra con rasgos abisinios, son
destacables los soldados georgianos, elegantemente uniformados, y las bellas
odaliscas arménides, que llegan a
constituir un subgrupo característico en el belén napolitano, reconocibles por
sus elegantes vestidos de seda y gasa, por la profusión de diademas,
pendientes, collares de perlas y coral, broches, armas, etc., y la singular
belleza de sus cabezas, con moños adornados con cintas, siempre de tez blanca y
modales exquisitos.
Vestuario de escoltas georgianos |
5 Personajes
sagrados
Este grupo luce el vestuario más convencional de
acuerdo a la iconografía cristiana tradicional. La indumentaria básica de corte
bíblico es un túnica cubierta por un manto y así visten permanentemente la
Virgen, San José y el coro de ángeles, aderezados por pequeños complementos en
forma de velos, tocas, estolas y sandalias. La única peculiaridad destacable es
que en las figuras de la Sagrada Familia siempre se utiliza un colorido
invariable: túnica rosa, manto azul celeste y velo blanco en el caso de la
Virgen, y camisa blanca, túnica morada y manto azafrán en San José, en ambos
caso siguiendo las directrices estéticas del arte rococó.
Vestuario de damas arménides y georgiana |
Más variedad presentan los atavíos de los ángeles,
a cuyas túnicas y mantos, siempre en tonos pastel, se incorporan estolas
multicolores que se agitan al viento en virtud de finos hilos de alambre
cosidos en los ribetes, apareciendo suspendidos, con grandes alas desplegadas,
en agrupaciones que facilitan la difícil localización del Misterio entre la
maraña narrativa de la instalación. Es común que los ángeles porten
filacterías, incensarios o distintos instrumentos musicales.
Continuación: Pulsar aquí
Vestuario de músicos turcos y abisinios |
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Vestuario de la Virgen, San José y ángeles |
Bibliografía
TRAVIESO ALONSO, José Miguel. Presepium.
En torno al Belén Napolitano del Museo Nacional Colegio de San Gregorio de
Valladolid. Domus Pucelae. Valladolid, 2008.
* * * * *
maravilloso
ResponderEliminarPesimo el articulito este
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