BELÉN
NAPOLITANO
Varios
autores y artesanos
Siglo XVIII
Madera y
terracota policromada, textiles, cera, metales y vidrio
Museo
Nacional de Escultura, Valladolid
Escultura barroca
y rococó. Escuela napolitana
(Continuación del artículo
publicado el 6 de mayo 2016)
FINIMENTI
Los finimenti,
cuya traducción literal significa "aparejos" o
"guarniciones", son accesorios de todo tipo. Todo un mundo de
complementos que realizados en miniatura ayudan a definir la identidad y
ocupación de cada personaje. El repertorio de finimenti es uno de los mayores alicientes del belén napolitano y
abarca toda la variedad de objetos y productos que ofrecía la vida rústica y
urbana del Nápoles del siglo XVIII.
Entre ellos se encuentran utensilios pertenecientes
a los ajuares domésticos, objetos de uso cotidiano, útiles de trabajo de
campesinos y artesanos, instrumentos musicales de viento, cuerda y percusión,
tanto de la cultura napolitana como de procedencia oriental, objetos suntuarios
textiles y exquisitas obras de orfebrería que abarcan desde todo tipo de armas,
lujosos recipientes y objetos litúrgicos hasta sofisticadas joyas elaboradas
con materiales preciosos, todos ellos reproduciendo a pequeña escala y con increíble
fidelidad su aspecto en la vida real.
Todos estos aparejos eran realizados en miniatura utilizando en su elaboración los mismos materiales que en los objetos reproducidos: mimbre
trenzado, madera tallada, barro cocido, cristal soplado, metales repujados, perlas y piedras preciosas, etc.
Un apartado especial, dentro de los finimenti, lo constituyen las
reproducciones de productos comestibles, como quesos, pescados, panes, vinos,
frutas, legumbres, verduras y productos cárnicos, siendo abundantes los
embutidos y los productos derivados del cerdo, cuyo consumo paradójicamente
estaba prohibido en la Palestina que refleja la narración.
Solamente en estos productos perecederos, como
el pan, pescados, carnes, embutidos y frutas, se recurre a materiales como la
cera, mientras los productos hortícolas suelen estar modelados en barro cocido y policromado, consiguiendo presentar un acabado realista rico en matices.
A diferencia de los pastori, los finimenti, que eran realizados por artistas especializados, rara vez aparecen firmados por sus autores y en su caso siempre en la base sobre la que se apoyan grupos de verduras, como ocurre en una pieza que integra el belén del Museo Nacional de Escultura, bajo la que aparecen las iniciales de su autor, E I (Eduardo Ingaldi), y la fecha de ejecución: 24 de marzo de 1883.
La importancia del cúmulo de accesorios para
definir ambientes y caracterizaciones, hizo que con el tiempo fueran
incorporados en modalidades belenísticas de otros países.
IL PLASTICO
El plastico
es el decorado escenográfico en el que ubicar los grupos de pastori, básicamente compuesto por
paisajes y edificios que de forma anacrónica complementaban el afán narrativo
del belén. De todos sus componentes, el plastico
era el único que tenía un carácter efímero, puesto que se solía modificar o
renovar de un año para otro, motivo por el que es difícil encontrar decorados
originales del siglo XVIII.
La disposición más común era longitudinal y
organizada en gradas a distintas alturas, con espacios intercomunicados para
conducir la mirada del espectador por las cuatro secuencias preceptivas de todo
belén napolitano: El Anuncio a los
pastores, la malograda Búsqueda de
posada, el momento de la Natividad
y la Adoración de los Reyes Magos, apartados que aparecen intercomunicados por il
cammino o escena intermedia que actúa como nexo de unión entre ellos.
El decorado del primer episodio, referente al
ambiente pastoril, adopta la forma de un paisaje más o menos abrupto —il masso— con caminos serpenteantes,
incluyendo con frecuencia algún riachuelo y puente. A veces el paisaje presenta
grandes formaciones de peñascos —il
scoglio— que configuran un aspecto pintoresco inspirado en las obras
pictóricas de género, siendo también obligada la presencia de una fuente o pozo
que adquieren un significado simbólico. Este espacio paisajístico se complementaba
con fondos pintados que las adineradas familias encargaban a prestigiosos
pintores, siendo un tema recurrente la representación de la bahía de Nápoles
con el Vesubio al fondo.
El segundo espacio tiene como elemento de
referencia la hostería, remedo de la posada que les fuera negada a María y José,
dotada de comedor y cocina y epicentro de la fiesta a través de la gastronomía
y la música. Su presencia se ha interpretado como un deseo de establecer un
contrapunto entre el alimento terrenal y
el espiritual que representa el nacimiento de Cristo, generalmente representado
contiguo a la posada.
En torno suyo se distribuye de forma arbitraria el
mercado callejero por donde deambulan vendedores ambulantes en torno a
talleres, hornos y tenderetes en plena actividad, así como una corte de
mendigos y pícaros, campesinos llegados a la ciudad, representantes de todos
los oficios imaginables y ciudadanos que viven su quehacer cotidiano, también
visibles en terrazas, balcones y ventanas. Aquí el decorado recurre a
construcciones que reproducen reconocibles edificios napolitanos o que se
inspiran en la arquitectura popular, siempre interpretados con gran libertad,
colocados a distintos niveles y con profusión de anacrónicos elementos
decorativos dieciochescos. En este ámbito es donde se aglutina el mayor número
de figuras, siendo característica la total ausencia de connotaciones religiosas
explícitas.
La laboriosa tarea de realizar el plastico era encomendada en ocasiones a
prestigiosos arquitectos y escenógrafos que trazaban diseños que se llegaban a
convertir en prototipos, contando como colaboradores a albañiles, carpinteros,
escultores, pintores, etc., que reflejaban el gusto por lo teatral durante el
siglo XVIII.
El tercer espacio está dedicado a la gruta o
establo en el que se produce la Natividad, escena que, a pesar de ser el
epicentro del montaje, generalmente queda relegada a un segundo plano, hasta
llegar a ser difícil su localización entre el fragor de la ciudad. Generalmente,
esta escena sagrada por excelencia se disponía en una gruta organizada a dos
niveles, uno inferior y subterráneo en el que se colocaban figuras de demonios
haciendo conjuros, y otro superior con la escena del Misterio, sobre la que
revolotean ángeles y querubines que festejan el triunfo de la luz sobre la
oscuridad, del Bien sobre el Mal.
Templo clásico de mediados del siglo XIX. Belén Pérez Olaguer Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
Tras el descubrimiento de las ciudades romanas de
Herculano (1738) y Pompeya (1748), a consecuencia de las campañas de
excavaciones promovidas por el rey Carlos VII (futuro Carlos III de España), se despertó un fervor popular por la arqueología que se tradujo en la modificación
de la representación inicial del Misterio en una cueva por un templo romano en
ruinas, fórmula idónea para expresar el fin del paganismo con la llegada de
Cristo. Desde entonces el templo clásico en ruinas pasaría a convertirse en
decorado tradicional, desapareciendo la caverna en la que se refugiaba el
demonio.
El cuarto espacio y como una prolongación de la
ciudad, está reservado al cortejo de los Reyes Magos, que en primer plano
avanzan rodeados de escoltas, servidores, porteadores, mercaderes, músicos y
representantes de pueblos orientales que se distribuyen por callejuelas y
plazas. Por este motivo, el decorado adopta la forma de un zoco poblado por
pintorescos personajes y animales que constituyen uno de los principales
atractivos del belén napolitano.
Este tipo de belén profano, de fuerte contenido
teatral, era presentado en los palacios y residencias aristocráticas aderezado
por grandes cortinajes que realzaban su carácter escenográfico, no faltando la
colocación de velas dentro de botellas coloreadas en la embocadura para
conseguir realzar alguna escena con efectos lumínicos.
Detalle de una carnicería |
El primitivo decorado del Belén napolitano del
Museo Nacional de Escultura de Valladolid, concebido y elaborado en el siglo XX
gracias a la tenacidad de sus antiguos propietarios, los coleccionistas
madrileños Emilio y Carmelo García de Castro, desde el 17 de diciembre de 2015
fue descartado para presentarse al público según la renovación expositiva
diseñada por el museógrafo y escenógrafo catalán Ignasi Cristià, que ha
concebido el proyecto como una caja
mágica, de moderna tecnología, en el que el decorado simplemente tiene un
sentido evocador a través de la reproducción, sobre un pavimento de aspecto pizarroso y en modernos paneles, de algunas sugerencias arbóreas y fachadas de edificios
todavía existentes en Nápoles, sin que falten la presencia del Vesubio al fondo
de sus perspectivas. Su carácter neutro y minimalista concede a las figuras un protagonismo absoluto.
LOS TEMAS REPRESENTADOS EN EL BELÉN NAPOLITANO
Ante todo hay que convenir que el belén napolitano
supone la expresión más genuina de la cultura artística de Nápoles en el siglo
XVIII, una expresión en la que se sintetizan emoción, inspiración y fantasía
para reflejar el gusto por la arqueología, la etnografía, el folklore, el
teatro culto y popular, el espectáculo religioso y las tradiciones seculares,
siempre siguiendo un guión compuesto con total libertad en torno a la historia
sagrada desde un renovado interés por la vida de la ciudad y las fiestas
reales, a modo de una crónica que converge en la escena del pesebre.
Cocinero con un pollo asado en la posada |
Ya hemos mencionado los cuatro apartados
fundamentales del belén napolitano del Settecento,
los cuatro referidos a una temática de inspiración evangélica. Sin embargo, un
análisis exhaustivo permite afirmar que hay un tema que prevalece sobre todos
los demás: la celebración gastronómica como fiesta de los sentidos.
1 LA FIESTA GASTRONÓMICA COMO
PRINCIPAL PROTAGONISTA
La exhibición gastronómica es el elemento
fundamental y absolutamente dominante en el belén napolitano del Settecento. En una ciudad pobre, como
era la ciudad de Nápoles en ese tiempo, dominada por un hambre atávico e
insaciable, la profusión de alimentos que se presentan en el belén, al límite
de lo maniático y obsesivo, como una verdadera muestra de opulencia que
desborda y aturde, viene a adquirir un significado de revancha del pueblo contra la carencia alimenticia convertida en enemigo secular, en una
fantástica alucinación sobre un improbable y añorado mundo sin hambre. Con la abundancia de alimentos para todos, en este
juego de transformación, al menos una vez al año, por Navidad, el pueblo
miserable de Nápoles podía sentirse plenamente saciado. Con ello, las clases
dominantes, propietarias de los belenes que se exponían al público, venían a
tranquilizar su mala conciencia y expiar sutilmente sus culpas al ofrecer en
sus colecciones alimentos exuberantes de toda condición.
Clientes y productos en la posada |
El ensayista napolitano Domenico Rea ha definido el
ámbito de la hostería o posada como el universo comestible del belén. Allí se
reproducen especialidades culinarias de la cocina tradicional, como huevos,
espaguetis, pizzas, pollos asados, etc., que se sirven con el vino de la
región, adquiriendo la posada el carácter de un diversorium en el que campesinos, artesanos y burgueses pueden
cumplir el sueño de hartarse de toda clase de alimentos. Para festejarlo, son
abundantes los músicos que lo celebran entonando composiciones populares cerca de la posada.
En torno a ella se despliega la actividad del
mercado, explosión de formas y colores que reproducen toda suerte de productos
alimenticios: panaderos horneando el pan; vinateros acarreando y repartiendo
toneles; frutas y verduras puestas a la venta por los hortelanos; carniceros
ofreciendo suculentos cuartos de carne de vaca y cordero, conejos desollados y
pollos desplumados; pescadores con gran variedad de pescados y crustáceos;
colmados con quesos, embutidos y fiambres de todo tipo; vendedores ambulantes
ofreciendo dulces y castañas, etc., en definitiva, todos los alimentos soñados
por un pueblo que conocía muy bien la escasez y la hambruna.
Bibliografía
TRAVIESO ALONSO, José Miguel. Presepium.
En torno al Belén Napolitano del Museo Nacional Colegio de San Gregorio de
Valladolid. Domus Pucelae. Valladolid, 2008.
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Tengo un gran interés en comrar esta publación en torno al belén napolitano. pero no encuentro la forma de conseguirlo, comprándolo.¿ Pueden indicarme si la Asociació Domus Pucelae puede proporcionármelo enviando el dineo de la compra? Gracias.
ResponderEliminarLo sentimos mucho, pero la edición se agotó rápidamente. Tal vez en algún portal de internet...
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