31 de julio de 2019

Visita virtual: LONJA DE PALMA DE MALLORCA, suprema elegancia del gótico tardío













LONJA DE LA MERCANCÍA DE PALMA
Guillem Sagrera (Felanitx, Mallorca, h. 1385-Nápoles, 1456)
1426-1446
Piedra de sillería y escultura
Lonja, Palma de Mallorca
Arquitectura gótica civil, estilo gótico flamígero















La Lonja de los mercaderes de Palma de Mallorca es un singular edificio que demuestra la elegancia conseguida por los arquitectos del gótico tardío durante el siglo XV, en este caso en la Corona de Aragón. Fue construida, entre 1426 y 1446, para ser la sede del Colegio de la Mercancía, fundado en 1403 por privilegio del rey Martín I de Aragón, siendo las obras dirigidas por el arquitecto y escultor mallorquín Guillem Sagrera, que en ella dejó como legado una de las muestras más relevantes de la arquitectura gótica civil de Europa. Esta joya arquitectónica serviría de modelo para la construcción en 1482 de la Lonja de Valencia, inspirando también la arquitectura del Palacio del Consejo de Mallorca, levantado entre 1882 y 1919. Asimismo, tan original edificio constituye un buen exponente del rico pasado comercial de Palma en el siglo XV, donde se encargaba de regular y proteger el comercio, así como de efectuar el mantenimiento del puerto de Palma, entonces uno de los más activos del Mediterráneo occidental.

Entre sus alicientes se encuentra el haber conservado el formato original. La Lonja tiene planta rectangular y está articulada en doce tramos cubiertos por bóvedas de crucería que se apean en el centro sobre seis exquisitas y altas columnas de fuste helicoidal, estableciendo un amplio y airoso espacio de tres naves en el que las columnas y nervaduras sugieren un jardín de palmeras. En los cuatro muros, de un grosor de 2 m., se abren grandes ventanales de tracería —dos en cada lado— que aligeran los paramentos y proporcionan una gran luminosidad al interior. Tienen arcos ojivales que presentan una tracería de calado lobulado, con  una columnilla central —excepto los del muro sur, que son más anchos y presentan dos— y un banco de piedra a cada lado.

La solidez y horizontalidad del edificio, construido con piedra de Santanyí en un lugar próximo al puerto, queda matizada por cuatro torres octogonales colocadas en los ángulos, con escaleras de caracol de ojo abierto, cuyas puertas de acceso se encuentran en el interior con forma achaflanada, así como por una serie de diez torrecillas que dividen las fachadas en tramos rítmicos. Se remata con un elegante almenado que adopta la forma de una airosa galería con arcos conopiales.

Guillem Sagrera. Ángel de la Mercancía, portada principal
La mayor parte de las obras escultóricas, todas ellas supeditadas a la arquitectura, son igualmente obra de Guillem Sagrera, que demuestra un conocimiento de escultura naturalista poco común en su tiempo. A él se debe el conjunto de gárgolas, la decoración de los arcos en ventanales y puertas, así como las bellísimas ménsulas y claves de bóveda del interior, junto a las esculturas de San Juan Bautista, Santa Catalina y Santa Clara que aparecen colocadas al exterior en tres tabernáculos adosados a las torres angulares, el Ángel de la Mercancía que preside el tímpano principal y la imagen de la Virgen del portal posterior, situada frente al palacio real y acompañada del escudo real y el escudo de Mallorca.

Entre todas las esculturas destaca el enorme y magnífico ángel protector de los mercaderes que se ubica en el tímpano de la puerta de entrada, que es representado como un joven sonriente con abultada cabellera —excelentemente trabajada a trépano—, recubierto por una túnica ceñida por un cíngulo a la cintura, un manto sujeto por un rico broche en el pecho y cayendo en forma de cascada a los lados, voluminosas alas desplegadas y sujetando una filactería con una inscripción alusiva a su carácter protector. 
En su virtuosismo evoca la escultura borgoñona de Claus Sluter, renovador del panorama gótico europeo en la búsqueda de naturalismo, cuya obra pudo conocer Guillem Sagrera durante su estancia en el Rosellón o directamente en Dijon, como apuntan algunos especialistas, ya que esta influencia también está patente en los trabajos que hiciera para la Puerta del Mirador de la catedral mallorquina.

LA PERSONALIDAD ARTÍSTICA DE GUILLEM SAGRERA       

Para la construcción de la Lonja, se recurrió a un arquitecto y escultor local nacido en la población mallorquina de Felanitx hacia 1385, en el seno de un familia de canteros. Junto a su padre, el maestro cantero Antoni Sagrera, habría realizado su aprendizaje. Aunque se desconocen muchas facetas de su vida, según la monografía que le dedicara Gabriel Alomar, en su trayectoria profesional se distinguen tres etapas. Una primera en el Rosellón, donde se habría formado como arquitecto; la segunda se desarrollaría en Palma de Mallorca, donde trabajó en la catedral y en la Lonja de los Mercaderes; la última en Nápoles, como hombre de confianza del rey Alfonso V el Magnánimo, al frente de las obras del castillo de Castelnuovo.

El primer documento en que es citado Guillem Sagrera data de 1397, donde aparece junto a su padre y el grupo de canteros que suministran y trabajan la piedra para la obra de la Puerta del Mirador —fachada sur— de la catedral de Palma. Se supone que acompañando a Pere de Sant Joan, último de los maestros de aquella obra, abandona la isla para desplazarse al sur de Francia, pues a principios del siglo XV éste trabajaba en Perpiñán. En 1410 Guillem Sagrera aparece de nuevo documentado en Perpiñán haciendo un púlpito para la iglesia de los franciscanos y allí se casa con Jaumina Tura1. En esta ciudad francesa aparece en 1415 como maestro mayor de la catedral de San Juan el Nuevo.

En 1416 aparece en el acta de una consulta realizada en Gerona, formando parte de un grupo de maestros consultados acerca de la continuación del edificio de la catedral después de haberse levantado la cabecera, donde, tras analizar los riesgos, se decidió cambiar el proyecto por una nave única. En 1420 Guillem Sagrera vende su casa de Perpiñán y regresa, junto a su mujer, a Mallorca, pasando a ser maestro mayor de la catedral de Palma, donde realiza la sala capitular y la capilla de San Guillermo, así como las magníficas esculturas de San Pedro (1422) y San Pablo emplazadas en las jambas de la Puerta del Mirador, donde también se le atribuye la conocida como Virgen del Mirador que decoraba el mainel, cuyo original —algo mutilado— se conserva en el Museo de la Catedral, mientras que en su lugar original se encuentra una recreación de la misma.

Al quedar viudo, Guillem Sagrera contrae nuevo matrimonio con la mallorquina Caterina Frontera. De esta etapa le es atribuido el magnífico sepulcro de Ramón Llull que se encuentra embutido en un muro lateral de la capilla de la Consolación de la iglesia de San Francisco de Palma.

En Palma diseña y construye la Lonja a partir de 1426, su obra más personal, en la que establece una nueva tipología constructiva, desvinculada de la arquitectura civil palaciega o militar, que llegaría a convertirse en el arquetipo de las lonjas mediterráneas, siendo la primera en establecer un espacio columnario unitario, sin elementos adosados, y en cubrir el espacio con bóvedas. 
En el edificio, cuyo contrato fue firmado por el arquitecto con Francisco Anglada, Juan Terriola y una serie de obreros que ya trabajaban en la obra, como ya se ha dicho incorpora una importante colección de obras esculpidas en piedra, pues sólo quedaba eximido de realizar puertas y rejas. 
Guillem Sagrera, por desavenencia en el sistema de pagos de los mercaderes, daba por terminada su labor en la obra en 1440, traspasando los trabajos restantes a Guillermo Vilasclar, que se ocupó de rematar la terraza, de tradición mallorquina, y algunas ventanas2.


Guillem Sagrera. Tabernáculo de San Juan Bautista, Lonja de Palma
Debido a este conflicto, Guillem Sagrera decide marchar a Nápoles en 1447, donde era requerido por el rey Alfonso V el Magnánimo. Allí logra la intercesión del monarca, para resolver sus problemas en Palma, con el envío de cartas con el sello real a los mercaderes, en favor de Sagrera, en los años 1449, 1450 y 1455, aunque de nada sirvieron por considerarlo como una violación de los privilegios de Mallorca, siendo su hijo Francesc Sagrera quién gestionó la deuda pendiente de recibir en la isla.

En Nápoles se ocupó desde el otoño de 1449 de las obras que se estaban realizando en el castillo de Castelnuovo, consistentes en una reconstrucción de la antigua fortaleza fundada en 1279 por Carlos de Anjou. Junto a cinco torres que refuerzan la muralla, terminadas en 1451, su obra más destacada en el recinto fue la construcción de la gran Sala dei Baroni, así llamada por ser el lugar donde en 1486 fueron detenidos los Barones que conspiraban contra Ferrante II3. Junto a él trabajaron sus hijos Juan y Jaime y otros colaboradores en su etapa de Palma, siendo su hijo Antoni Sagrera el que se ocupó de enviar en navíos piedra mallorquina de la cantera de Santanyí para aquella obra.

Guillem Sagrera moría en Nápoles en 1454 sin ver terminada la gran sala destinada a la recepción real, que fue continuada por sus hijos, junto a Giovanni Trescoll, Antonio Gerra y Coto Casamuri, siendo terminada en 1457 e inaugurada con un banquete ofrecido por Alfonso V a Carlos de Navarra, príncipe de Viana.


Informe y fotografías: J. M. Travieso.




NOTAS

1 PÉREZ DE LOS RÍOS, Carmen: Aspectos formales y constructivos en la obra de Guillem Sagrera: El uso de las plantillas. Tesis doctoral, Universidad Politécnica de Madrid, Escuela Técnica Superior de Arquitectura, 2016, p. 229.

2 PÉREZ DE LOS RÍOS, Carmen...Op. cit. p. 244.

3 Ibídem, p. 248.
































Decoración de la puerta de entrada a una torre
















Ménsula y clave de un ventanal
















































Guillem Sagrera. Detalle de la Puerta del Mirador, catedral de Palma
















Guillem Sagrera. San Pedro y San Pablo en la Puerta del Mirador
Catedral de Palma de Mallorca


















Guillem Sagrera. Virgen del mainel de la Puerta del Mirador
Museo de la Catedral de Palma de Mallorca



















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29 de julio de 2019

Exposición: SAN JOSÉ, DE PEDRO DE MENA, hasta el 13 de octubre 2019



MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA
El Museo crece
EL RINCÓN ROJO (Anexo a sala XIV)

El espacio "El rincón rojo" del Museo Nacional de Escultura presenta una bellísima y desconocida escultura de San José, obra del gran maestro granadino Pedro de Mena, afincado en Málaga, que ha sido recientemente adquirida por el Estado a la galería de antigüedades Caylus para ser destinada a la colección permanente del museo vallisoletano.

Las circunstancias de la compra y las características de la escultura han sido dadas a conocer el 29 de julio por María Bolaños, directora del MNE, y Miguel Ángel Marcos Villán, conservador de escultura barroca del museo.

La obra se inscribe en el productivo periodo comprendido entre 1652 y 1658, en el que Pedro de Mena trabaja en Granada bajo el influjo del polifacético Alonso Cano, plasmándose la colaboración entre ambos en un nutrido grupo de esculturas. Según Marcos Villán, esta escultura preciosista pudo ser realizada durante los años finales de la estancia del escultor en Granada y su traslado a Málaga en 1658 para tallar la sillería del coro de la catedral.

En esta exposición "cápsula" acompañan a la escultura imágenes de la versión de San José que hizo el propio Pedro de Mena para uno de los respaldos de la sillería del coro de la catedral malagueña y un grabado que reproduce la escultura de "Sileno con Baco niño" de la colección Borghese, copia romana de un original del siglo IV a. C., atribuido a Lisipo, cuyo vaciado fue adquirido por Velázquez en Roma para el Alcázar madrileño, obra que puede considerarse como fuente de inspiración de la iconografía desplegada para San José por Alonso Cano y Pedro de Mena.

La presentación de la escultura coincide con la celebración este año de 2019 de una serie de exposiciones y ciclo de conferencias que han tenido al escultor como protagonista, como la titulada "Pedro de Mena. Granatensis-Malacae", clausurada el pasado día 14 de julio en el Palacio Episcopal y la catedral de Málaga.












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Música en julio: SOLDI, de Mahmood



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26 de julio de 2019

Visita virtual: MAUSOLEO DE PRÁXEDES MATEO-SAGASTA, sutileza simbólica para un antiguo masón









MAUSOLEO DE PRÁXEDES MATEO-SAGASTA
Mariano Benlliure Gil (Valencia, 1862-Madrid 1947)
1904
Mármol
Panteón de Hombres Ilustres, Madrid
Escultura realista decimonónica









Desde que el escultor valenciano Mariano Benlliure se instalara en Madrid en 1896, su actividad fue imparable. Allí siguió realizando una extensa y polifacética obra en la que demostró el dominio de todos los géneros, materiales, técnicas y formatos de la escultura, consiguiendo impregnar a sus creaciones un impresionismo espontáneo mediante el modelado de figuras con un realismo casi pictórico que las dota de una sorprendente vivacidad, siempre haciendo gala de un portentoso sentido de la composición, motivos por lo que es considerado como el último gran maestro del realismo decimonónico.

En Madrid trabajó para los personajes más importantes e ilustres del momento, cuya presencia en su estudio de la calle Abascal era constante, tanto para posar como para disfrutar de las tertulias que allí se celebraban, momentos recogidos en innumerables fotografías de la época.

Dentro de la variada producción de este escultor, en el campo de la escultura funeraria se movió con gran soltura, siendo digno de mención el Mausoleo de Julián Gayarre (Museo Nacional del Teatro, Almagro), dedicado a este tenor navarro muerto en 1890, que junto a una escultura de Velázquez, un retrato del pintor Francisco Domingo y un relieve con retratos de la Familia Real, le supuso la Medalla de Honor de la Exposición Universal de París de 1900. En la incesante búsqueda  de expresividad, Mariano Benlliure alcanzaría en 1926 el culmen de la modalidad funeraria en el Mausoleo del torero Joselito (Cementerio de San Fernando, Sevilla), una impactante obra que se convirtió en todo un acontecimiento artístico de la época y que todavía causa asombro.   

No obstante, ahora fijamos nuestra atención en el Mausoleo de Práxedes Mateo-Sagasta, realizado por Mariano Benlliure en 1904 y ubicado a pocos metros de la puerta de entrada del Panteón de Hombres Ilustres de Madrid, ámbito en el que se encuentran otras dos obras funerarias destacables de este escultor valenciano: el monumento funerario dedicado al político José Canalejas (1915), que incluye un formidable grupo marmóreo formado por dos hombres y una mujer que conducen el cuerpo del político asesinado al sepulcro, y el de Eduardo Dato e Iradier (1928), efectista composición en la que el escultor combina esculturas de mármol y bronce.

Fotografía de Eva Sánchez Benitez
Es este un recinto poco visitado a pesar de albergar notables obras de escultura que componen los mausoleos de los políticos Manuel Gutiérrez de la Concha, Marqués del Duero, obra de Elías Martín y Arturo Mélida en 1880, Antonio de Ríos Rosas, realizado por Pedro Estany en 1905, y Antonio Cánovas del Castillo, grandilocuente composición en mármol, a modo de retablo, debida a Agustín Querol en 1906. Asimismo, en el claustro se encuentra el denominado Monumento a la Libertad, construcción cilíndrica de Federico Aparici, ornamentada con esculturas alegóricas realizadas por Ponciano Ponzano y Sabino Medina, que alberga los sepulcros de Mendizábal, Argüelles y Calatrava. Este conjunto, realizado en 1857, fue trasladado al Panteón en 1912 desde el desaparecido cementerio de San Nicolás.

EL PERSONAJE: PRÁXEDES MATEO-SAGASTA Y ESCOLAR

El monumento funerario que realizara Mariano Benlliure en 1904 está dedicado a este político, nacido en 1825 en la población riojana de Torrecilla de Cameros. Sagasta fue una de las personalidades más destacadas de la vida social y política del siglo XIX. Titulado como ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, desde joven militó en el Partido Progresista, con el que participó en la Revolución de 1854 como presidente de la junta revolucionaria de Zamora, ciudad a la que representó como diputado en las Cortes desde aquel año. Tras conseguir el gobierno progresista durante el bienio 1854-1856, volvió a la oposición como diputado, al tiempo que ejerció como periodista del diario madrileño La Iberia, cuya dirección alcanzó en 1863 convirtiéndole en portavoz de sus posturas políticas. 

Casado del Alisal. Retrato de Sagasta, 1884
Palacio de las Cortes, Madrid
Habiendo marginado la reina Isabel II a los progresistas, Sagasta participó en dos intentonas para derrocar a la reina, a la que finalmente consiguió destronar en 1868. Transformado de agitador en estadista, se convirtió en un brillante orador parlamentario, siendo, durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874), ministro de la Gobernación, ministro de Estado y tres veces presidente del gobierno, defendiendo un modelo de monarquía democrática que se plasmó en la Constitución de 1869.

Cuando el Partido Progresista se escindió en dos ramas, quedó al frente de los constitucionales, declarándose liberal convencido, aunque fue desalojado del poder por el pronunciamiento de Martínez Campos, que en 1874 restauró a los Borbones en la persona de Alfonso XII. 

Defendiendo la vuelta a la constitución de 1869, en 1885 Sagasta lograba la unión de los líderes liberales y progresistas no republicanos, en el definitivo Partido Liberal, firmando ese año con Cánovas del Castillo el Pacto de El Pardo, que suponía una manipulación de las elecciones para turnarse en el poder liberales y conservadores. Entre 1881 y 1902 llegó a presidir el Consejo de Ministros en cinco periodos.   

De acuerdo a sus ideales políticos y a su afán por modernizar España, realizó importantes reformas de repercusión nacional. En 1881 repuso a los catedráticos expulsados de la universidad por sus ideas políticas, en 1883 amplió la libertad de imprenta, primera ley de prensa, en 1887 permitió el desarrollo del sindicalismo obrero a través de la libertad de asociación, en 1888 reguló el juicio por jurados con la creación del primer Código Civil y del Cuerpo General de abogados del Estado y en 1890 restableció definitivamente el sufragio universal.

En el aspecto personal, conviene recordar que Sagasta fue un destacado masón que llegó a alcanzar el grado de gran maestre del Gran Oriente de España, aunque en 1885 decide apartarse de esta organización como acto de fidelidad a la Iglesia Católica. En 1894, haciendo una defensa de sus creencias y de la monarquía, manifestaba públicamente ante el Congreso de los Diputados su definitiva separación de la masonería.

Tras el estallido de la rebelión colonial, fue llamado de nuevo al gobierno, sufriendo la mayor de sus derrotas políticas con la intervención de Estados Unidos contra España, asumiendo la pérdida de las colonias en el Tratado de París de 1898, lo que provocó una profunda crisis moral, política y económica. Sagasta moría en Madrid el 5 de enero de 1903.

EL MONUMENTO FUNERARIO

Todo el mausoleo fue realizado en mármol por Mariano Benlliure en 1904. No fue la única ocasión en que Sagasta era retratado por este escultor, pues en 1902 ya le había inmortalizado en un busto realizado un año antes de su muerte, hoy propiedad de la Comunidad Autónoma de La Rioja, para el que el político posó en el estudio que Benlliure tenía en Madrid, momentos plasmados en instantáneas tomadas por el fotógrafo Franzen. Este busto fue realizado a petición del periodista y escritor Natalio Rivas, que escribió la biografía "Sagasta, conspirador, tribuno y gobernante", considerando el busto como una joya artística y afirmando que "Sagasta la contemplaba encantado".

Dicho retrato fue el soporte para representar al político en su monumento funerario, que se articula con un cuerpo arquitectónico colocado sobre tres gradas adquieriendo el aspecto de un severo túmulo sobre el que reposa la efigie yacente de Sagasta. Este presenta la cabeza reposando sobre un mullido almohadón, el rostro como verdadero retrato, con los ojos semiabiertos, los brazos extendidos a los lados y las piernas recubiertas por un sudario. Viste una levita minuciosamente descrita (la misma que luce en el retrato que le hiciera Casado del Alisal en 1884) y camisa con pajarita, presentando sobre el pecho el collar del Toisón de Oro, su condecoración más preciada, convertida en símbolo de la alta jerarquía que llegó a ocupar, así como una discreta cruz que aparece mutilada parcialmente.

Sobre la cabecera está sentada una bella figura femenina que representa a la Historia. Su cuerpo ofrece una desnudez amortiguada por un paño que se pliega de la cintura a los pies con gran naturalismo, con una potente anatomía de fuerte clasicismo y en actitud de cerrar un libro en cuya portada aparece la leyenda "Historia" que identifica al personaje, gesto convertido en símbolo de una época que terminaba con la muerte del insigne político, al que la mujer, coronada de laurel, dirige su penetrante mirada.

En el lado opuesto, junto a los pies, se coloca una figura masculina que simboliza al pueblo español. Representa a un joven obrero, sentado sobre el túmulo,  que apoya su cabeza sobre su mano izquierda, mientras el brazo descansa sobre el libro abierto de los Evangelios, convertidos en emblema de la Verdad. En su mano derecha sujeta una espada, en cuya empuñadura aparece representada una alegoría de la Justicia, junto a una rama de olivo que recorre toda la hoja de la espada en alusión a la Paz.

En los costados del túmulo, junto a ramajes y motivos heráldicos, figuran los años que marcaron hitos importantes en la actividad política de Sagasta, mientras que en el frente aparece una dedicatoria con grandes letras: "A Sagasta, los liberales, 1825 + 1903".

Asombra en toda la obra la capacidad de Benlliure para matizar en el mármol las diferentes texturas, desde la mórbida y tersa anatomía de la mujer al naturalismo de las vestimentas masculinas, reflejando al detalle cada elemento, como el blusón y las alpargatas del obrero, la levita y el collar de Sagasta, los libros con las hojas perfiladas, etc., trabajando los motivos decorativos con un gusto exquisito, como en los tallos que recorren los costados o los remates de encaje del almohadón, aunque sin duda el trabajo más esmerado se encuentra en los rasgos faciales del político representado. A todo ello se suma la gran sutileza con que el escultor, utilizando alusiones a la mitología greco-romana, incorpora una simbología masónica al monumento funerario.


Informe y fotografías: J. M. Travieso.









































































Mariano Benlliure. Mausoleo de Sagasta, 1904
Panteón de Hombres Ilustres, Madrid
















Mariano Benlliure. Mausoleo de Eduardo Dato, 1928
Panteón de Hombres Ilustres, Madrid
















Mariano Benlliure. Detalle del Mausoleo de Canalejas, 1915
Panteón de Hombres Ilustres, Madrid
















Mariano Benlliure. Detalle del Mausoleo de Canalejas, 1915
Panteón de Hombres Ilustres, Madrid













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