30 de abril de 2012

Viaje virtual: IGLESIA DEL SANTO SEPULCRO DE JERUSALÉN en 360º





     Recorrido virtual por la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, un lugar emblemático para el mundo cristiano al que se puede acceder con un simple "clic" del ratón.

     Para realizar el recorrido del exterior y del interior sólo hay que dejar que se cargue la imagen, seleccionar alguno de los nueve espacios indicados en las pequeñas ventanas inferiores y mover el cursor en todas las direcciones.

Pulsa sobre el siguiente título para iniciar la visita:
Iglesia del Santo Sepulcro.

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27 de abril de 2012

Visita virtual: SEPULCRO DE DON JUAN DE PADILLA, refinamiento para la inmortalidad





SEPULCRO DE DON JUAN DE PADILLA
Gil de Siloé (Hacia 1445, Amberes?-Hacia 1505, Burgos)
Hacia 1493
Alabastro
Museo de Burgos
Escultura gótica. Escuela hispanoflamenca


     El escultor Gil de Siloé, que contaba con un prestigioso y activo taller en la ciudad de Burgos, representa la cumbre alcanzada por la escultura hispánica a finales del siglo XV, un maestro que se coloca a la cabeza de la escultura europea del último gótico, en el ámbito relacionado con el estilo flamenco. De su enorme talento se conservan importantes testimonios en forma de retablos y sepulcros en la catedral burgalesa y en la Cartuja de Miraflores, así como esta obra funeraria recogida en el Museo de Burgos, que procede de la iglesia del arruinado monasterio de Nuestra Señora de Fresdelval y a la que faltan siete esculturas que decoraban la parte superior, actualmente repartidas por museos del mundo, tres de ellas en el Museum of Fine Arts de Boston, dos en el Metropolitan Museum de Nueva York y otras dos en colecciones privadas.

     Se conocen pocos datos biográficos de este maestro anteriores a su establecimiento en Burgos, ciudad a la que llegó, como otros muchos artistas procedentes del norte de Europa, durante el reinado de Isabel I (1474-1504), todos ellos atraídos por el mecenazgo de reyes y nobles que tanto favorecieron la actividad y la creación artística, especialmente en Burgos y Toledo. La prosperidad económica de la ciudad burgalesa, conseguida con el productivo comercio con los Países Bajos, facilitaría el intercambio artístico del entorno burgalés y los talleres nórdicos, siendo numerosos los arquitectos, escultores y pintores que llegaron a buscar trabajo en España, especialmente flamencos, por los que la reina Isabel sentía una especial predilección.

     Es posible que Gil de Siloé procediera de Amberes, pues en alguna ocasión se le cita como Gil de Amberes, aunque esto sigue siendo un misterio, ya que en otros casos está referido como Gil de Urlianes, lo que supondría un origen francés. Lo cierto es que en torno a 1480 llega a Burgos plenamente formado y allí, en su taller situado en la calle de la Calera despliega una obra equiparable a la que hacen los mejores escultores germanos de su tiempo, con la peculiaridad de asumir plenamente el gusto español, tanto en la proliferación ornamental de sus obras, siempre exuberantes y representativas del horror vacui de sustrato mudéjar, como en el dramatismo de las figuras sacras, a las que dota de voluptuosidad supeditando la pureza de los volúmenes a la fastuosidad y la elegancia, de modo que todas sus obras siempre aparecen exuberantes en todos sus detalles, ya se trate de sepulcros o retablos o estén trabajados en madera o alabastro.

     Un buen ejemplo es este sepulcro que realiza hacia 1493, después de haber realizado distintas obras para la catedral burgalesa y de haber trabajado junto a Simón de Colonia en la Cartuja de Miraflores y en la iglesia de San Pablo de Valladolid, siendo el autor del sepulcro de los reyes Juan II de Castilla y doña Isabel de Portugal que en 1486 le solicitara la reina Isabel la Católica, hija de estos monarcas, para presidir la capilla mayor de la cartuja burgalesa, una obra funeraria sin parangón en todo el arte español del momento, tallado con el detallismo propio de un orfebre.

     El mismo tipo de trabajo, en el que se mezcla la naturalidad en las figuras de los personajes, labradas con un detallismo obsesivo, con las labores de filigrana en la estructura arquitectónica, acompañadas de multitud de figuras, relieves, blasones y formas vegetales caladas, presenta este sepulcro de don Juan de Padilla, cuya concepción decorativa sigue de cerca al que realizara anteriormente en la Cartuja de Miraflores para el infante don Alfonso y que al igual que éste estaría colocado en el muro del lado del Evangelio.

     Don Juan de Padilla era el paje predilecto de Isabel la Católica, muerto en plena juventud en 1491, a los 20 años, durante una campaña de la guerra por la conquista de Granada. Tras su muerte, la reina quiso honrar su memoria encargando a Gil de Siloé un suntuoso sepulcro equiparable al que encargara para su propio hermano el infante Alfonso de Castilla en la Cartuja. Hoy aparece preservado, fuera de contexto, como una de las piezas más emblemáticas del Museo de Burgos, después de ser trasladado desde el ruinoso Monasterio de Fresdelval, aunque, como ya se ha dicho, con ciertas mutilaciones.

     El sepulcro está realizado enteramente en alabastro y presenta una estética que fusiona las formas del gótico flamígero con los modos escultóricos originarios de Flandes, sin el mínimo atisbo de influencias del arte renacentista italiano, en plena efervescencia cuando se hace la obra. Adopta una disposición de arcosolio con arco escarzano y un nicho en cuyo interior aparece el titular arrodillado y en actitud orante, acompañado de un reclinatorio cubierto por una rica tela sobre la que descansa un libro sobre un cojín, y acompañado por la figura de un paje que, rodilla en tierra, le sujeta la espada y la celada.

     El joven don Juan aparece revestido por un voluminoso y rico manto, descrito con una minuciosidad extraordinaria, que presenta aberturas en las mangas, relieves simulando bordados y piedras engastadas y todo él ribeteado por cuentas esféricas que sugieren perlas, piezas ornamentales que hacían furor en aquella época, motivo por el que se incluyeron incluso en la decoración arquitectónica en forma de bolas. Sobre el pecho luce un grueso collar, su cabeza se cubre con un bonete ajustado del tipo "carmeñola" que deja apreciar una larga melena con mechones delineados de forma pormenorizada.

     Teniendo en cuenta la similitud del rostro con el del infante don Alfonso, hemos de considerar que se trata de un retrato idealizado, con rasgos imaginarios ideados sin haber llegado a conocer al personaje, en el que ante todo destaca su juventud. Tanto en esta figura orante, que dirige su mirada hacia el altar mayor de la iglesia, como en el reclinatorio colocado ante él, Gil de Siloé hace gala de una labra exquisita, exuberante y obsesionada por captar pequeños detalles representativos de la riqueza cortesana, que infunden verdadero carácter al personaje.

     El fondo del nicho se articula a dos niveles, separados por una imposta con motivos vegetales calados, que no siguen una estructura simétrica. Predominan los trazados flamígeros en relieve, a modo de los tableros que se tallaban para algunas sillerías, y la presencia de doseletes góticos que tratan de ennoblecer el espacio. En el lado derecho se coloca un relieve con el tema de la Piedad y encima ángeles tenantes que sujetan una cartela.

     El relieve de la Piedad es una escena que también se ajusta a los modos del trabajo descriptivo del maestro, con la figura de Cristo muerto en el regazo de la Virgen ocupando el centro de la composición, que en esta ocasión queda remarcado por la cruz del fondo. A un lado un aniñado San Juan quita la corona de espinas y al otro María Magdalena destapa un tarro de perfumes, completándose la escena con un paisaje rocoso y arbolado al fondo, junto a una serie de edificios que sugieren la ciudad de Jerusalén. El relieve, de trabajo impecable, es por sí mismo una buena muestra de la calidad, delicadeza, elegancia y solemnidad conseguida por el escultor.

     La parte inferior del sepulcro presenta un frontal con dos escudos del linaje sujetados por ángeles muy estilizados que siguen los modelos flamencos, con dos escuderos a los lados que portan armas y atributos simbólicos.
     El sepulcro queda enmarcado a los lados por dos altos y afilados pináculos, que superan la altura del nicho y que están decorados con tracerías flamígeras y parejas de santos colocados bajo doseletes, todo ello con una labra de gran finura que se repite en los elementos de la parte frontal superior, por encima del arco.

     Aunque el escultor no aplica en este sepulcro la exuberante decoración ornamental de los sepulcros que hiciera para la Cartuja de Miraflores, en la obra no existe ninguna superficie sin decorar, fusionando con gran limpieza el gusto decorativista mudéjar, el gótico flamígero tan extendido en tiempos de la reina Isabel y los minuciosos modos escultóricos provenientes del mundo flamenco y germánico, siempre con un extraordinario virtuosismo técnico.

     Con estas obras, Gil de Siloé colocó a la escuela de Burgos a la cabeza de la producción escultórica de España, justo en un momento en que comenzaban a penetrar las influencias italianas, que definitivamente convirtieron a la ciudad castellana en un foco de irradiación, hacia el resto peninsular, de las formas ya impregnadas de matices italianizantes y renacentistas, con los talleres de Diego de Siloé, hijo del maestre Gil y formado en Italia, y Felipe Vigarny a la cabeza de la producción artística en los comienzos del siglo XVI.

Informe y fotografías: J. M. Travieso.

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25 de abril de 2012

Revista ATTICUS nº 17


     Se ha publicado el número 17 de la Revista Atticus, en la que junto a las habituales secciones de editorial, fotodenuncia, relatos, poesía y humor gráfico, destacan los siguientes artículos:

* El templo de Ramsés II en Abu Simbel. Gonzalo Durán López.
* Marc Chagall. Juan Diego Caballero.
* "Mi aldea y yo", los recuerdos de infancia de Marc Chagall. José Miguel Travieso.
* Santa María de Taüll. Xavier Tosca.
* El Museo de Reproducciones Artísticas de la Casa del Sol de Valladolid. Redacción Atticus.
* David Moscoso y la catedral de los volcanes. Rómulo Moya Peralta.
* Eclectisimo y modernismo en Zamora. Santiago García.
* Eterno femenino. Rubén Gómez.
* Poemas. Manolo Madrid.
* Relato: El amante rojo rubí. Marina Caballero del Pozo.
* Relato: El corazón loco de Menina. José González Torices.
* Relato: Arena mojada. Berta Cuadrado Mayoral.
* Reseñas cinematográficas. Luis José Cuadrado.
* Exposición: Hollywood en la publicidad americana 1930-1970. Luis José Cuadrado.

Descarga en pdf: Revista Atticus nº 17

     Recordamos que se puede acceder directamente a esta revista virtual desde el icono que aparece como acceso directo en la parte izquierda de esta página o en la dirección http://www.revistaatticus.es/, donde se encuentran archivados todos los ejemplares publicados hasta la fecha, a los que se puede acceder de forma gratuita.

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Arte africano: EL PENSADOR, Museo Fundación Jiménez Arellano - Universidad de Valladolid




Pieza seleccionada: FIGURA ANTROPOMORFA, terracota del siglo V a. C., Cultura nok, Nigeria.

Vídeo: Enclave, Revista Cultural de Castilla y Léon.

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23 de abril de 2012

Viaje: Domus Pucelae en Roma en tiempo de carnaval



     El pasado mes de febrero viajamos a la ciudad italiana. Fueron pocos días, pero mereció la pena. Roma tiene un encanto especial por la serie de monumentos que en ella existen y que la convierten en un museo al aire libre, siendo un privilegio el poder gozar de ellos sin tener que pasar por taquilla. Iniciamos nuestro primer día con una visita panorámica para tomar contacto con los lugares que visitaríamos en días posteriores. Recorrimos el Lungotevere, Termas de Caracalla, San Juan de Letrán, Santa Maria la Mayor, Termas de Diocleciano, Plaza de la República, Vía Nazionale, Quirinal, Vía Cavour, Plaza Venecia, Avenida de los Foros Imperiales, Coliseo, Vía del Triunfo, Aventino, Circo Massimo, Templo de Hércules, Sinagoga, Puente Sixto, Castillo Sant’Angelo y Vía della Conziliazione. Después de tres horas hicimos un alto para reponer fuerzas con el almuerzo.

     Continuamos por la tarde visitando el Barrio Judío y el Trastévere (Sinagoga, Templo Apollo, Teatro Marcello, Isla Tiberina, Basílica Santa María del Trastévere, entre otros), sus tortuosas callejuelas de arquitectura medieval, en las cuales se respira la más antigua vena popular romana, están llenas de tabernas, restaurantes y cafés. Quizá sea el barrio con más personalidad y carácter de Roma. Pasear por sus calles es una auténtica delicia. Finalizamos el día con una cena en un restaurante típico donde pudimos degustar el plato que nos acompañaría el resto de nuestro viaje: pasta, pasta y más pasta.

     El segundo día lo dedicamos a conocer la Roma antigua y barroca. Por la mañana visitamos el imponente Coliseo construido por Vespasiano. Estaba tan bien diseñado que todos los asistentes (50.000 aproximadamente) podían evacuarlo en pocos minutos. Seguimos por el Foro Romano, que era el centro de la vida de Roma en época republicana, y después el Capitolio. Continuamos con la visita a la Iglesia de San Pedro in Vincoli, donde se encuentran el célebre Moisés de Miguel Angel y las cadenas de San Pedro bajo el altar mayor. Efectuado este recorrido paramos para almorzar.

     Posteriormente iniciamos la visita de la parte barroca de la ciudad. Vimos la Fontana de Trevi, la Piazza Colonna y su Columna de Marco Aurelio, la iglesia de San Ignacio de Loyola, el Panteón, templo circular y modelo para las generaciones de arquitectos antiguos y modernos. El Panteón sorprende por la perfección de sus formas y por la amplitud de su espacio interior; finalizamos en la Piazza Navona, escenario de las maravillas artísticas de dos grandes personajes del siglo XVII, Borromini y Bernini, y hasta la hora de la cena disfrutamos de unos momentos de tiempo libre para gozar de tanta y tanta belleza acumulada. Paseamos por Plaza de España, vimos la Fuente de la Barcaza, la escalinata, la Trinita del Monti, Santa María del Popolo y la Vía dei Condotti, la calle comercial por excelencia con su famoso Café Greco.

     Por último finalizamos el día con una visita de la Roma iluminada, sufriendo una gran decepción pues la iluminación de los pocos monumentos iluminados deja mucho que desear y necesita una mejora a la mayor brevedad, aunque con la que está cayendo en Italia y las medidas tomadas por el gobierno de Monti, difícil lo tienen.

     Con la llegada del tercer día nos preparamos para visitar por la mañana el Vaticano con sus museos, Capilla Sixtina y Castillo Sant’Angelo. Dentro de los Museos Vaticanos hay infinidad de sub-museos que, evidentemente, no pueden ser visitados en su totalidad en tan pocos días. Algunas de las zonas a destacar son: El Museo Pío Clementino, dedicado exclusivamente a estatuaria clásica procedente en su mayor parte de las excavaciones de la propia Roma antigua. Y las Estancias de Rafael que fueron un encargo del Papa Julio II al artista .En cuanto a la Capilla Sixtina, su nombre viene dado por el Papa que llevó a cabo su proyecto de construcción: Sixto IV y su mayor importancia y fama viene dada por la magnitud de los frescos que posee, obra de Miguel Ángel. En la parte frontal de la Capilla que es la pared del altar, se encuentra la representación del Juicio Final. En la parte central de la bóveda se encuentran nueve escenas sobre diferentes episodios de la Biblia.

     Después nos encaminamos hacia el Castillo Sant'Angelo, construido a orillas del río Tíber en 123 d.C., siendo visible desde varios rincones de la ciudad. En su origen fue el mausoleo del emperador Adriano. La Tumba Imperial, donde se guardan las urnas con las cenizas de los emperadores, se encuentra en el segundo piso. El castillo continuó como mausoleo hasta la muerte de Caracalla en el siglo III, después pasó a ser una fortaleza conocida como la Ciudadela de Roma. Con la mañana tan completa paramos para almorzar y seguir disfrutando de la pasta en las diferentes variedades.

     Por la tarde vimos la Villa y Galería Borghese. Su colección fue iniciada por Scipione Borghese, personaje muy culto y con posibilidades monetarias, estaba introducido en los círculos artísticos más selectos y se ocupó de comprar las obras de los artistas del momento. Siendo gran amante de la escultura se hizo con una numerosa colección de estatuas y relieves antiguos, que colocó en los jardines, coleccionando las obras de artistas del momento, principalmente de Bernini. En 1902 el Estado italiano compró el conjunto y lo abrió al público. Las obras y artistas más conocidos que se encuentran representados en esta galería son casi todos italianos. Destacan, entre otros, Botticelli, Andrea del Sarto, Rafael, Carpaccio, Caravaggio (con varias de sus mejores obras), Correggio, Tiziano, Rubens, Durero, etc.

     El cuarto y último día de nuestro viaje, lo dedicamos a conocer la Roma Cristiana, visitamos las basílicas de Santa María la Mayor, San Pablo Extramuros, San Juan de Letrán y las Catacumbas.

     La basílica de Santa María la Mayor se construyó como respuesta a la petición de la Virgen, en la aparición conocida como Nuestra Señora de las Nieves. Un mosaico sobre la entrada recuerda el milagro de la nieve. El carácter original de la capilla ha sido preservado, a pesar de la cantidad de decoraciones y mejoras que le han añadido. El hermoso techo está decorado con el primer oro que trajo Colón de América. La basílica de San Pablo Extramuros es, después de San Pedro, la iglesia más grande de Roma; surgió en la primera mitad del siglo IV por voluntad del emperador Constantino, en el lugar que la tradición indica como la tumba del Apóstol Pablo. Por último, la basílica de San Juan de Letrán, erigida en el siglo IV en honor a San Juan Bautista y al evangelista San Juan, que es la más importante de las cuatro basílicas mayores, además de ser la catedral de Roma. Edificada bajo las órdenes del Constantino el Grande, durante el siglo IV, esta Basílica fue la primera iglesia que se construyó en Roma. Ha tenido un importante papel en la historia, ya que hasta 1870 todos los Pontífices fueron investidos en ella. A día de hoy, la iglesia no ha perdido la importancia que la caracterizaba en el pasado ya que, el papa, como obispo de Roma, continúa celebrando en su interior los oficios de Jueves Santo. Como detalle anecdótico decir que las puertas centrales en bronce de entrada a la basílica son las originales que se utilizaban en la Curia romana, situada en los Foros Imperiales.

     Finalmente visitamos las Catacumbas de Santa Domitila, localizadas en la antigua Vía Ardeatina, conocidas también como catacumbas de Santi Nereo e Achilleo. Originariamente pertenecían a un familiar del Cónsul Flavio Clemente y fueron ampliadas entre los siglos IV y V, aunque su origen se remonta al siglo III. Allí se sepultaron a los primeros cristianos en Roma.

     Al atardecer abandonamos la Ciudad Eterna y partimos rumbo a Madrid, con pena de dejar tan maravillosa ciudad y con la esperanza de volver en fechas no lejanas. Al llegar a Barajas nos esperaba el autocar que nos conduciría hasta Valladolid. Así terminaba un corto pero fructífero viaje.

Informe y fotografías: Antonio Adrados G.

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20 de abril de 2012

VIAJE y SEMINARIO: ARQUITECTURA DE MIGUEL FISAC, del 11 al 14 de mayo 2012



SEMINARIO SOBRE LA ARQUITECTURA DE MIGUEL FISAC
PROGRAMA (Puente de San Pedro Regalado)

Día 11 de mayo, viernes
     Salida a las 16 horas desde la Escuela de Arquitectura con dirección a Ávila. Visita al monasterio de Santo Tomás. Traslado a Madrid. Alojamiento en el hotel Medium Cortezo (***- Céntrico).

Día 12 de mayo, sábado
     Salida a las 8 horas con dirección a Daimiel (Ciudad Real). Visita al Instituto Laboral y al Mercado Municipal. Tiempo libre para la comida. A las 16 horas salida hacia Almagro. Visita a la casa de Miguel Fisac. Al finalizar, aproximadamente a las 18,30 h., regreso a Madrid.

Día 13 de mayo, domingo
     Salida en bus para visitar la Iglesia del Espíritu Santo de Fisac, el exterior de la sede del SCIC y la sede de IBM, finalizando la mañana visitando la Iglesia de Santa Ana. Tarde Libre.

Día 14 de mayo, lunes
     Salida a las 9 horas con dirección al Centro Hidrográfico. A las 13 h. visita al complejo de los Dominicos de Alcobendas. A las 17 h. visita a la Casa-Estudio de Miguel Fisac, finalizando el recorrido con la visita al Colegio de la Asunción. Hacia las 20 h. salida de regreso a Valladolid, donde está previsto llegar alrededor de las 22,30 horas.


PRECIO SOCIO: 300 €
PRECIO NO SOCIO: 305 €


INCLUYE: Viaje en Autocar y alojamiento en habitaciones dobles en el hotel Medium Cortezo(***) y desayuno.

NO INCLUYE: Comidas ni cenas.

NOTA: El Seminario está organizado por la Escuela Superior de Arquitectura de Valladolid y en él participan catedráticos y especialistas en arquitectura moderna y en la obra de Miguel Fisac.

INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Por correo en la dirección domuspucelae@gmail.com o llamando al teléfono 608 419228 de 18 a 20,30 h., a partir del 20 de abril de 2012.



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Museo Nacional de Escultura: CONCIERTO DE PIANO Y VIOLÍN, 22 de abril 2012





MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA. CAPILLA DEL COLEGIO DE SAN GREGORIO
Calle Cadenas de San Gregorio, Valladolid
SEMANA DEL PATRIMONIO



Domingo 22 de abril, a las 12 horas
Concierto de violín y piano
Miguel Colom y Denis Lossev
Colabora: AIE. Clásicos en Ruta

Entrada libre hasta completar aforo

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Historias de Valladolid: LA DESAPARECIDA CASA DE LAS ALDABAS, un privilegio de concesión real


EL SIGNIFICADO DE LAS ALDABAS

     Desde la Edad Media era frecuente en las puertas de palacios e iglesias el uso de aldabas, piezas de forja con forma de argolla que colgaban de un soporte. Estas eran fijadas sobre la madera para cumplir una función de sonoro llamador —dar el aldabonazo— por lo que solían colocarse acompañadas de un clavo de gruesa cabeza. A lo largo del tiempo fueron adoptando distintos tamaños, formas y acabados, incorporando en su diseño formas caprichosas. En los soportes, cabezas de animales reales —leones o águilas— o fantásticos, —grifos o quimeras— así como toda una gama de mascarones antropomórficos. A su vez, la argolla fue sustituida por sofisticadas formas geométricas o figurativas, tanto de forja como de fundición, dando origen a los llamadores comunes, que en forma de martillos de los más variados diseños tuvieron un enorme desarrollo hasta bien entrado el siglo XX.

     Las aldabas más antiguas conocidas se encuentran en la portada de la catedral francesa de Puy-en-Vélay, que datan del siglo XI, y en las puertas de las catedrales de Noyon y Bayona, ambas del siglo XIII. Aquí es donde las aldabas comienzan a adquirir un nuevo significado que trasciende al de simple llamador, pues siendo el interior de los templos un espacio sagrado, es decir, no supeditado a la jurisdicción civil, sino eclesiástica, se convirtieron en un símbolo de protección, consolidándose como tradición el "derecho de asilo" con el simple hecho de asirse a una aldaba. Por este motivo llegaron a adquirir una gran importancia como objeto pragmático y comenzaron a realizarse con laboriosos adornos artísticos que desbordaban el mero trabajo artesanal.

     En toda España se conservan ejemplos de aldabas de notable valor artístico en puertas de iglesias y palacios señoriales, siendo los ejemplares más destacados las que aparecen en el Palacio de Carlos V de la Alhambra de Granada, levantado por Pedro Machuca en 1527, donde toda la fachada está recorrida por aldabas de bronce formadas por cabezas de leones y águilas que sujetan argollas recubiertas por motivos vegetales, máscaras y filacterías. Pero no sólo por eso, sino porque colocadas fuera de las puertas de un edificio civil adquieren un valor simbólico al hacer público el derecho de asilo del propietario ante la justicia, en este caso el monarca, siendo una prerrogativa heredada por el emperador que, a su vez y como privilegio real, sería legada a sus herederos, que también concedían el privilegio a cortesanos, especialmente juristas, a cambio de favores.

     En Valladolid se conservan diversos ejemplares de aldabas, como las originales del siglo XV en la puerta del Palacio de los Vivero o las manieristas que figuran en la ventana de la fachada principal del Palacio de los Valverde, pero hubo un palacio del siglo XVI en la calle Teresa Gil que nunca fue conocido por el nombre de su propietario, sino como la Casa de las Aldabas, en virtud a que once de ellas aparecían colocadas a lo largo de la fachada, aldabas que pregonaban el importante privilegio otorgado por la realeza a sus propietarios. No se moleste nadie en buscar el edificio, no queda ni rastro, fue demolido con la autorización del insensible Ayuntamiento en los años sesenta del siglo XX, imaginamos que haciendo funcionar la piqueta al ritmo de The Beatles, por buscar una evocación agradable, ya que otra es imposible.

TESTIGO DE UN NACIMIENTO REGIO Y DE LA AMBICIÓN DE UN AJUSTICIADO

     La Casa de las Aldabas estaba situada justamente a la derecha de la fachada de la iglesia del Convento de Porta Coeli, en la calle Teresa Gil, sobre el solar en que se levanta un anodino edificio de viviendas que no respetó el entorno. La primitiva casa fue construida a mediados del siglo XIV por la familia de Fernán Sánchez de Valladolid y Tovar, un activo político que desempeñó cargos de consejero, canciller y jurista con los reyes castellanos Alfonso XI, Pedro I y Fernando IV. Después fue heredada por Diego Sánchez Manuel, nieto del fundador y contador mayor de Enrique III, rey desposado con doña Elvira Sánchez de Torquemada, siendo costumbre de la nobleza ceder la residencia a los monarcas durante sus estancias en Valladolid.

     Este fue el motivo por el que el 25 de enero de 1425 tuvo lugar en ella un especial acontecimiento: el nacimiento del rey Enrique IV, hijo de Juan II de Castilla y de María de Aragón, después hermanastro de la futura Isabel la Católica. Como señal de agradecimiento, después de ser coronado Enrique IV como Rey de Castilla, este monarca concedió al palacio en que había nacido el privilegio de "derecho de asilo" el 8 de enero de 1469. En ese momento la casona pertenecía a Alonso de Valladolid, nieto de Diego Sánchez Manuel, que llegaría a ser regidor de la ciudad y contador mayor de los Reyes Católicos. Fue entonces cuando fueron colocadas las aldabas en la fachada por sus propietarios como ostentación de un privilegio que el 29 de julio de 1524 sería confirmado por el emperador Carlos como gratitud por las mercedes recibidas. Según éste, toda persona que se agarrase a las aldabas o fuera huésped de la casa no podía ser desalojada o detenida por la justicia ordinaria por ningún tipo de delito o causa, una distinción poco común.

     El 12 de enero de 1605, cuando la casona pertenecía a doña Mariana de Paz Cortés, viuda de don Juan Bautista Gallo, regidor de Valladolid y depositario general de la ciudad y la Chancillería, fue adquirida por don Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias, caballero de Santiago, capitán de la Guardia Alemana o Tudesca, alguacil mayor y registrador de la Chancillería de Valladolid, privado y hombre de confianza del Duque de Lerma, por cuya influencia fue nombrado conde de la Oliva de Plasencia, comendador de Ocaña y secretario de Felipe III. Un influyente y enriquecido personaje que llegó a tener un desmesurado poder y que, casado con doña Inés de Vargas, a principios del siglo XVII hizo importantes reformas en el edificio, seguramente dirigidas por el arquitecto Diego de Praves, activo en el vecino convento, hasta dotarle del aspecto señorial que tenía cuando fue derribado, enriqueciendo la calidad del patio, dependencias y salones, de algunos de los cuales queda constancia de que estaban dotados de ricos artesonados, chimeneas y marcos de mármol verde en las puertas y zócalos de azulejos cerámicos al estilo talaverano, una costumbre muy arraigada por entonces, con los aposentos decorados con rico mobiliario, como cassoni y escritorios, tapices y reposteros, biombos y escribanías de Japón, así como notables pinturas y una excelente cuadra.

     Un dato ilustrativo del nivel de vida principesco alcanzado por don Rodrigo Calderón y de su rapiña, por la que al final acabaría pagando, fue su enorme colección de diamantes, perlas, piezas de oro y piedras preciosas bajo la forma de figuras religiosas y animales, coronas, aderezos y recipientes suntuarios, muchos de los cuales fueron ocultados, tras su detención, por su confidente Fernando de Escobar en la villa de Benavente, aunque el alijo fue hallado y culpado don Rodrigo de la felonía.

     La fachada, con dos pisos separados por una imposta y rematada por un alero pronunciado y muy elaborado a la altura del tejado, ofrecía la sobriedad y clasicismo propio de su época, organizada con ritmos marcados por formas cajeadas en cuyo interior se abrían balcones de forja en la planta noble y ventanas en el piso bajo, mientras que una puerta de gran altura daba acceso al zaguán, siempre manteniendo un espacio preferencial en la fachada para las célebres aldabas, de hierro forjado y unos 20 centímetros de diámetro, sujetas por alcayatas en la parte inferior para evitar su movimiento y colocadas a unos 2 metros del suelo a lo largo de la fachada. Un hecho poco comprensible es que en la fachada del palacio no figurara el emblema familiar, posiblemente por figurar en la contigua fachada del templo.

     Poco después de adquirir el palacio don Rodrigo Calderón en 1598, cedió parte del mismo para posibilitar la construcción de la iglesia del vecino convento franciscano de Porta Coeli, fundado en 1601 por doña Mariana de Paz Cortés, acaudalada señora y antigua propietaria de la Casa de las Aldabas, cuyas obras fueron dirigidas, como ya se ha dicho, por Diego de Praves, que levantó un sencillo templo de nave única cubierta con bóveda de cañón con lunetos y un crucero ligeramente remarcado y cubierto con cúpula de yeso. La fachada de ladrillo incluye una portada de piedra y el escudo del fundador a la altura del frontón superior.

     De igual manera, ese mismo año don Rodrigo adquirió el patronato sobre el convento, siendo una de sus primeras disposiciones que las monjas franciscanas que lo habitaban pasaran a la regla dominica, al tiempo que estableció el espacio reservado para los cenotafios familiares a los lados del crucero, tal como aparecen en la actualidad, en el lado de la Epístola las figuras orantes de don Rodrigo Calderón y su esposa doña Inés de Vargas, y en el del Evangelio las de sus padres, el capitán don Francisco de Calderón, que está enterrado en la Sala Capitular, y su esposa doña María de Aranda y Sandelín. Asimismo, dotó a la iglesia de un retablo mayor italianizante que trazado por Juan de Muniátegui está compuesto de mármoles que el mecenas hizo llegar de Génova y Estremoz, cuatro santos dominicos y un Calvario realizados por un artista genovés y presidido por la pintura de la Asunción, que junto a las del banco realizara el italiano Orazio Borgianni, seguidor de Caravaggio.

     El conjunto formado por la custodia, la arquitectura, las esculturas del retablo y las figuras funerarias fue enviado desde Génova como donación del Cardenal Doria, hermano de don Carlos Doria, Duque de Tursi, al que había apoyado don Rodrigo en sus pretensiones matrimoniales. Este lo hizo llegar a través de los puertos de Cartagena y Barcelona junto al milanés Andrea Rapa, experto maestro en mármoles, que finalizó la instalación en 1618.

     Curiosamente, mientras que el palacio fue siempre denominado Casa de las Aldabas, el convento y la iglesia fueron y son popularmente conocido como "Las Calderonas". Igualmente curioso es que aquel viejo "derecho de asilo" de la casona, simbolizado por las aldabas, de poco sirviera al poderoso personaje cuando el 20 de febrero de 1619 fue detenido en ella y posteriormente trasladado a Madrid, para ser finalmente juzgado y ajusticiado por corrupción política.

     Las circunstancias de la muerte del propietario de la Casa de las Aldabas, don Rodrigo Calderón, en el cadalso de la Plaza Mayor de Madrid el 21 de octubre de 1621, es otra de las historias más pintorescas del Valladolid barroco. Un hecho producido durante la caída del poder del Duque de Lerma y que por sus peculiaridades fue tratado en otro artículo.

     La casona siguió perteneciendo a la familia hasta comienzos del siglo XIX, siempre como una de las casas principales de la calle Teresa Gil. Después conocería la actividad comercial, incluso docente, por el privilegiado entorno en que se encontraba, pero siempre convertida en un punto de referencia urbana por la singularidad de sus aldabas.

     El derribo de la Casa de las Aldabas, supuso uno de los primeros casos de protesta ciudadana ante un atentado contra el patrimonio, si bien con mucha timidez por ser imposible en aquellos años del franquismo, aunque el hecho quedó reflejado en la oposición a su demolición manifestada por la Comisión Provincial de Monumentos en la sesión del 18 de marzo de 1963, en la que se propuso su declaración de monumento de interés histórico-artístico para salvar de la piqueta tan emblemático edificio. Pero como era habitual, estas recomendaciones de nada sirvieron ante el afán especulador y los desmanes que caracterizaron aquellos años, permitiendo cínicamente el Consistorio salvar algunos fragmentos de la arquería del patio, que fueron colocados en el jardín del Museo Nacional de Escultura, donde todavía permanecen con aspecto de triste esqueleto, y que el artesonado del salón principal fuera reaprovechado en una de las salas del Alcázar de Segovia, mudos testigos del desprecio de las autoridades por el Arte y la Historia, un cáncer que desgraciadamente todavía reaparece de vez en cuando y que durante el desarrollo industrial de Valladolid tuvo especial incidencia en incontables palacios del casco histórico.

Ilustraciones:
1 Recreación de don Rodrigo Calderón ante las aldabas a partir del retrato de Rubens de 1612 (The Royal Collection, Londres).
2 Aldabas en la Palacio de Carlos V, Alhambra de Granada.
3 Aldaba en la puerta del Palacio de los Vivero de Valladolid.
4 Reconstrucción del aspecto de la fachada de la Casa de las Aldabas. 
5 Casa de las Aldabas poco antes de su demolición.
6 Iglesia y convento de Porta Coeli, figurando en primer plano la vivienda moderna que ocupa el lugar de la Casa de las Aldabas.
7 Localización de la Casa de las Aldabas
8 Restos del patio de la Casa de las Aldabas en el jardín del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
9 Tipo de aldabas que figuraban en la célebre casona. 

Informe: J. M. Travieso
Registro Propiedad Intelectual -Código: 1204201508108


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16 de abril de 2012

Museo Nacional de Escultura: DÍA INTERNACIONAL DEL PATRIMONIO, 17 y 18 de abril 2012



MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA. PALACIO DE VILLENA. VALLADOLID
Ciclo de documentales dedicado a la copia y las nuevas tecnologías

- El ciclo lleva por título «Originalidad y copiosidad. La vanguardia tecnológica al servicio de la reproducción de la obra maestra».
- Con estos documentales, el Museo celebrará el Día Internacional del Patrimonio.
- El ciclo responde a la colaboración del Museo con la empresa Factum Arte, líder mundial en la réplica de todo tipo de obras de arte.

     La celebración de conmemoraciones culturales a lo largo del año es habitual en la política del Museo Nacional de Escultura. El Patrimonio también se celebra, y lo hace de forma internacional el Día del Patrimonio el próximo miércoles 18 de abril. La iniciativa partió en 1982 del ICOMOS (International Council on Monuments and Sites), y posteriormente fue aprobada por la UNESCO en 1983. El objetivo, sensibilizar al público sobre la diversidad del patrimonio en el mundo y sobre los esfuerzos que requiere su protección y su conservación, asi como llamar su atención sobre su vulnerabilidad.

     Este año, coincidiendo con la reciente inauguración de la colección de reproducciones artísticas en la Casa del Sol, el Museo Nacional de Escultura ha organizado un ciclo de documentales que lleva por título «Originalidad y copiosidad. La vanguardia tecnológica al servicio de la reproducción de la obra maestra». Con ello, pretendemos profundizar en el concepto de copia desde la perspectiva de la tecnología más avanzada, que no sólo está haciendo temblar los cimientos que hasta ahora sustentaban el valor de lo original, sino que también está generando un gran debate en torno a la reproductibilidad del patrimonio como posible solución para la supervivencia de las obras originales, y otras cuestiones como los beneficios que estas copias reportan a la investigación y la documentación.

     La colaboración con la empresa Factum Arte, líder mundial en la réplica de todo tipo de obras de arte – facsímiles-, se ha traducido en la cesión de una serie de documentales de sus proyectos más ambiciosos. Así, el Museo exhibirá el complejo proceso que supuso la copia de la Dama de Elche, que tanta expectación levantó en el año 2003, junto a las réplicas de Caravaggio en San Luis de los Franceses (Roma), cuyo resultado permitirá un estudio mucho más pormenorizado de la pintura del maestro, o la Tumba de Tutankhamon en el Valle de los Reyes en Egipto, perfecto ejemplo ésta última de la utilización de facsímiles exactos para la preservación del patrimonio ante el grave deterioro que el turismo de masas puede llegar a ocasionar en monumentos.

     Los conceptos asumidos a partir del siglo XX para copia y original, analizados por Walter Benjamin en su ensayo “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, atribuyen una noción casi mística de “aura” a la obra de arte única y original, y desdeñan la copia como algo múltiple y servil. Sin embargo, en plena era digital, la tecnología más avanzada está cambiando las normas del juego en el terreno del arte, al igual que ha sucedido en otros campos como la comunicación. Cuando existen escáneres e impresoras tridimensionales capaces de registrar y reproducir cada detalle de la superficie de un objeto, o fotos multiespectrales que identifican pigmentos, aglutinantes y esmaltes, la frontera entre el original y la copia se hace cada vez más difusa. Prueba de ello son los facsímiles realizados a partir de Las Bodas de Caná, de Pablo Veronés y de los grabados de Las Cárceles, de Piranesi. En el primer caso, la copia del lienzo original, actualmente expuesto en el Louvre antes miles de visitantes, ocupa su sitio inicial en el refrectorio de San Giorgio Maggiore de Venecia, a la altura que decidió el artista en el siglo XVI y con la luz para la que fue planificada. En estas condiciones, es difícil explicar cuál de las dos obras proporciona una experiencia más auténtica. La copia revaloriza y enriquece la original.

     En el caso de Piranesi, la cuestión va más allá, al recrear la tecnología digital tridimensional los espacios densos y contradictorios de los grabados de las Carceri del veneciano.

     La copia añade valor a la obra original, pero ya no es idéntica, se independiza.

SEMANA DEL PATRIMONIO
CICLO DE DOCUMENTALES
Originalidad y copiosidad. La vanguardia tecnológica al servicio de la reproducción de la obra maestra

Martes 17 de abril 2012
Salón de actos del Palacio Villena, 20 horas. 
La Dama de Elche (32 min).
Las Bodas de Caná, de Veronés (10 min).

Miércoles 18 de abril 2012
Salón de actos del Palacio Villena, 20 horas.
Las cárceles de Piranesi (12 min).
Caravaggio en San Luis de los Franceses, Roma (15 min).
Tutankhamon (7 min).

Entrada libre hasta completar aforo.
Información del Museo Nacional de Escultura, Valladolid.

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13 de abril de 2012

Historias de Valladolid: EVARISTO PÉREZ DE CASTRO, parlamentario y redactor de "La Pepa"



     En su etapa de madurez, el gran maestro Francisco de Goya inmortalizaba en un magnífico retrato a un joven político vallisoletano con el que mantenía una estrecha amistad. Nos referimos a Evaristo Pérez de Castro (Valladolid, 1771-Madrid, 1848), un apasionado patriota que desempeñó diversas funciones públicas durante los últimos años del siglo XVIII y las primeras décadas del XIX y que ejerció como protector del pintor aragonés. Según la leyenda, cuando Goya estaba realizando el retrato del prócer vallisoletano, entre 1804 y 1808, quedó prendado de la belleza de su joven sobrina María García Pérez de Castro, de 16 años y conocida familiarmente por el apelativo de Sabasa, por lo que pidió permiso al político para realizar el elegante retrato en que aparece la joven ataviada con una mantilla blanca en la cabeza y una pañoleta de tonos dorados cubriendo el pecho, con la figura recortada sobre un fondo negro. Hoy día, dichos retratos goyescos se encuentran fuera de España, el de Evaristo Pérez de Castro en el Museo del Louvre y el de su sobrina en la National Gallery of Arts de Washington.

     Estas imágenes pictóricas nos sirven de punto de partida para referirnos a la histórica labor de este ilustre vallisoletano, el cual, a pesar de sus trascendentes decisiones como Ministro de Estado, es ante todo recordado por su labor destacada como Secretario de las Cortes de Cádiz y su participación en la redacción de la primera Constitución Española, aquella que, promulgada en Cádiz el 19 de marzo de 1812, festividad de San José, fuera popularmente conocida como "La Pepa".

     En este año de 2012, en que se celebra el segundo Centenario  de la proclamación constitucional, la identidad de un político tan destacado aún es muy poco conocida en su propia tierra, a pesar de que su memoria fuera honrada por el Ayuntamiento de Valladolid en 1912, durante la celebración del primer Centenario, con la colocación en los muros del oratorio de San Felipe Neri de Cádiz, lugar donde tuvo lugar la proclamación de La Pepa, de una lápida marmórea con su nombre y el escudo de Valladolid fundidos en bronce.

EVARISTO PÉREZ DE CASTRO, POLÍTICO

     Evaristo Pérez de Castro y Colomera nació en Valladolid en 1771 y era hijo de Pedro Antonio Pérez de Castro y María Colomera. La familia gozaba de una buena posición social por los cargos desempeñados por su padre como secretario de la Suprema Junta de Caballería y del Consejo de Su Majestad, lo que le permitió realizar sus estudios universitarios en Alcalá de Henares. En 1796, contando 25 años, conseguía la titulación de "Joven de Lenguas" en la ciudad de Berlín, pasando a ejercer dos años después el cargo de Oficial en la embajada española en Viena y poco más tarde la oficialía mayor en la Secretaría de Estado.

     Se iniciaba así una fructífera carrera política en unos años convulsos para España, marcados por la invasión napoleónica de la península, la Guerra de la Independencia y los inciertos gobiernos que se sucedieron.

     Después de ocupar en 1800 el puesto de secretario en la Encargaduría de Negocios de Lisboa, durante la estancia de Napoleón en España fue enviado a Madrid por Fernando VII para llevar a cabo una misión secreta ante la Junta de Gobierno que por entonces presidía Murat. Allí permaneció hasta que el 17 de enero de 1809 marchó a Sevilla, donde la Junta Central le nombró Encargado de Negocios en Lisboa, cuyo cometido, como enviado extraordinario, fue el gestionar la predisposición de Portugal para luchar aliada con España contra las tropas napoleónicas, labor en la que estuvo ocupado durante algunos meses de 1809 y 1810, hasta que la junta de gobierno le comisionó para que se entrevistara en Bayona con el rey Fernando VII, cautivo de Napoleón en aquella ciudad.

     Evaristo Pérez de Castro fue elegido diputado suplente por la provincia de Valladolid el 21 de septiembre de 1810. Como secretario de las Cortes de Cádiz y de la Comisión Constitucional desempeñó un puesto destacado como redactor y firmante de la Constitución de 1812, la Pepa, que tras una serie de sesiones en el improvisado oratorio gaditano de San Felipe Neri fue proclamada públicamente el 19 de marzo de 1812 a las puertas de aquel lugar, como ilustra la monumental pintura sobre lienzo titulada "Promulgación de la Constitución de Cádiz", que fue realizada entre 1910 y 1912 por el pintor Salvador Viniegra y que actualmente ocupa una de las salas del Museo de las Cortes de Cádiz, inaugurado el 5 de octubre de 1912 con motivo del primer Centenario de las Cortes y de la Constitución de Cádiz.
     Igualmente conviene recordar su apoyo, como primer Secretario de las Cortes de Cádiz, al decreto de Argüelles sobre la libertad de imprenta en España.

     Evaristo Pérez de Castro también sería elegido diputado por León en 1813 y diputado a Cortes en 1814, ocupando entre 1817 y 1820 el cargo de ministro de España en las ciudades hanseáticas.
     Fue Ministro de Estado y de Gracia y Justicia durante el Trienio Liberal y consejero honorario de Estado entre 1822 y 1823, destacando su labor en el decreto de amnistía del 23 de abril de 1820, por el que se permitía el regreso a España de los afrancesados exiliados como consecuencia de la persecución y represión emprendida contra ellos por Fernando VII.

     Muerto el rey, tras la década ominosa, Evaristo Pérez de Castro retomó las funciones diplomáticas, siendo designado en 1834 como embajador en Lisboa, donde permaneció hasta que, después de la promulgación de la Constitución de 1837, fuera requerido por la regente María Cristina para ocupar el cargo de Presidente del Consejo de Ministros de España, en sustitución del duque de Frías, cargo que desempeñó entre 1838 y 1840 al frente de un gabinete compuesto por miembros moderados y progresistas. Bajo su mandato, en su nombre y en el de la reina regente, firmaba Baldomero Espartero el Convenio de Oñate, que ponía fin a la Primera Guerra Carlista.

     Evaristo Pérez de Castro, al que fue otorgada la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, también se ocupó de la promulgación de una ley electoral, basada en la creación de pequeños distritos, así como de la polémica Ley de Ayuntamientos de 1840, que inspirada en el modelo centralista francés llegaría a dividir a la sociedad política y a provocar una verdadera revolución en julio de ese año, hechos que provocaron la renuncia de María Cristina por sancionar dicha ley y la ocupación de Espartero del cargo de regente, momento en que Pérez de Castro tuvo que huir a Francia, donde permaneció hasta la caída del general en 1843.

     Evaristo Pérez de Castro, que militó en el Partido Moderado y en 1814 editó en Madrid "Una correspondencia entre Godoy y la reina María Luisa", murió en la capital de España el 28 de noviembre de 1848.

TESTIMONIO EN CÁDIZ DE LA PRESENCIA DE EVARISTO PÉREZ DE CASTRO

     Entre la profusión de lápidas conmemorativas colocadas en la fachada del oratorio de San Felipe Neri de Cádiz, por iniciativa de distintas instituciones que rinden homenaje a lo que supuso el espíritu de la Constitución liberal española, a la izquierda de la puerta del templo y ocupando la tercera altura aparece el nombre de Valladolid vinculado a la proclamación de la primera Carta Magna. En una placa, ornamentada con elementos fundidos en bronce que representan coronas de laurel y el escudo de Valladolid, figura la leyenda: "A la memoria de Evaristo Pérez de Castro, Secretario de las Cortes de Cádiz y de la Comisión Constitucional de 1812. Homenage del Ayuntamiento de Valladolid, 1912".

     De esta manera queda constancia de la activa presencia en Cádiz de un senador vallisoletano en un lugar tan emblemático para la historia española contemporánea, en un momento histórico de crucial importancia que supuso el valeroso enfrentamiento al asedio napoleónico de la ciudad sureña. El templo gaditano fue elegido por los parlamentarios por su planta ovalada, lo que permitió organizar en su interior un improvisado hemiciclo en el que se llegaron a celebrar hasta 1.478 sesiones previas de las cortes liberales, casi todas abiertas al público, que catalizaron con la redacción y posterior promulgación y jura de la Constitución el 19 de marzo de 1812, hecho celebrado por los gaditanos con un desfile cívico por la ciudad y cuyo espíritu político tendría una enorme repercusión en Europa y América.

     La memoria de este importante acontecimiento está materializada en la plaza de España de Cádiz a través de un descomunal monumento alegórico que fue proyectado por el arquitecto Modesto López Otero y ornamentado con monumentales esculturas de Aniceto Marinas en 1912. Está presidido por la alegoría de la Patria, que porta la Constitución y una espada, y cuatro enormes pilastras jónicas sobre las que cuatro personajes sujetan en la cúspide el texto constitucional. En la parte inferior se completa con un trono vacío, dos grupos escultóricos que representan la Agricultura (tema debatido en las Cortes) como sinónimo de la Paz, y la Guerra, con el pueblo en actitud de batalla, así como dos altorrelieves de gran longitud que representan la Jura de la Constitución de 1812 por los diputados y la Junta de Defensa de Cádiz no accediendo a la rendición ante el rey José Bonaparte. En los extremos dos figuras ecuestres simbolizando la Paz y la Guerra.

     En este segundo Centenario de la Pepa de 2012, recuperamos la memoria de aquel senador electo por la provincia de Valladolid, senador vitalicio, redactor de la primera Constitución y protagonista tanto de aquellos sucesos trascendentales como del magnífico retrato debido al talento de Goya.

Informe: J. M. Travieso.
Registro Propiedad Intelectual - Código 1204111456643


Ilustraciones:
1 Retrato de Evaristo Pérez de Castro. Francisco de Goya, entre 1804 y 1808. Museo del Louvre, París.
2 Proclamación de la Constitución de Cádiz de 1812. Salvador Viniegra, 1910-1912. Museo de las Cortes de Cádiz, Cádiz.
3 Lápida del Ayuntamiento de Valladolid colocada en 1912 en la fachada del oratorio de San Felipe Neri de Cádiz.
4 Detalle de la fachada del oratorio de San Felipe Neri de Cádiz.
5 Ejemplar de la Constitución de 1812.
6 Monumento a la Constitución de 1812 y Cortes de Cádiz. Plaza de España, Cádiz.
7-8 Retrato de Evaristo Pérez de Castro. Vicente López Portaña, 1839. Colección particular / Retrato de Sabasa García. Francisco de Goya, entre 1804 y 1808. National Gallery of Art, Washington.

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11 de abril de 2012

Bordado de musas con hilos de oro: SONETO, de José de Espronceda


SONETO

Fresca, lozana, pura y olorosa,
gala y adorno del pensil florido,
gallarda puesta sobre el ramo erguido,
fragancia esparce la naciente rosa.

Mas si el ardiente sol lumbre enojosa
vibra, del can en llamas encendido,
el dulce aroma y el color perdido,
sus hojas lleva el aura presurosa.

Así brilló un momento mi ventura
en alas del amor, y hermosa nube
fingí tal vez de gloria y de alegría.

Mas, ay, que el bien trocóse en amargura,
y deshojada por los aires sube
la dulce flor de la esperanza mía.

            JOSÉ DE ESPRONCEDA

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