El pasado mes de febrero viajamos a la ciudad italiana. Fueron pocos días, pero mereció la pena. Roma tiene un encanto especial por la serie de monumentos que en ella existen y que la convierten en un museo al aire libre, siendo un privilegio el poder gozar de ellos sin tener que pasar por taquilla. Iniciamos nuestro primer día con una visita panorámica para tomar contacto con los lugares que visitaríamos en días posteriores. Recorrimos el Lungotevere, Termas de Caracalla, San Juan de Letrán, Santa Maria la Mayor, Termas de Diocleciano, Plaza de la República, Vía Nazionale, Quirinal, Vía Cavour, Plaza Venecia, Avenida de los Foros Imperiales, Coliseo, Vía del Triunfo, Aventino, Circo Massimo, Templo de Hércules, Sinagoga, Puente Sixto, Castillo Sant’Angelo y Vía della Conziliazione. Después de tres horas hicimos un alto para reponer fuerzas con el almuerzo.
Continuamos por la tarde visitando el Barrio Judío y el Trastévere (Sinagoga, Templo Apollo, Teatro Marcello, Isla Tiberina, Basílica Santa María del Trastévere, entre otros), sus tortuosas callejuelas de arquitectura medieval, en las cuales se respira la más antigua vena popular romana, están llenas de tabernas, restaurantes y cafés. Quizá sea el barrio con más personalidad y carácter de Roma. Pasear por sus calles es una auténtica delicia. Finalizamos el día con una cena en un restaurante típico donde pudimos degustar el plato que nos acompañaría el resto de nuestro viaje: pasta, pasta y más pasta.
El segundo día lo dedicamos a conocer la Roma antigua y barroca. Por la mañana visitamos el imponente Coliseo construido por Vespasiano. Estaba tan bien diseñado que todos los asistentes (50.000 aproximadamente) podían evacuarlo en pocos minutos. Seguimos por el Foro Romano, que era el centro de la vida de Roma en época republicana, y después el Capitolio. Continuamos con la visita a la Iglesia de San Pedro in Vincoli, donde se encuentran el célebre Moisés de Miguel Angel y las cadenas de San Pedro bajo el altar mayor. Efectuado este recorrido paramos para almorzar.
Posteriormente iniciamos la visita de la parte barroca de la ciudad. Vimos la Fontana de Trevi, la Piazza Colonna y su Columna de Marco Aurelio, la iglesia de San Ignacio de Loyola, el Panteón, templo circular y modelo para las generaciones de arquitectos antiguos y modernos. El Panteón sorprende por la perfección de sus formas y por la amplitud de su espacio interior; finalizamos en la Piazza Navona, escenario de las maravillas artísticas de dos grandes personajes del siglo XVII, Borromini y Bernini, y hasta la hora de la cena disfrutamos de unos momentos de tiempo libre para gozar de tanta y tanta belleza acumulada. Paseamos por Plaza de España, vimos la Fuente de la Barcaza, la escalinata, la Trinita del Monti, Santa María del Popolo y la Vía dei Condotti, la calle comercial por excelencia con su famoso Café Greco.
Por último finalizamos el día con una visita de la Roma iluminada, sufriendo una gran decepción pues la iluminación de los pocos monumentos iluminados deja mucho que desear y necesita una mejora a la mayor brevedad, aunque con la que está cayendo en Italia y las medidas tomadas por el gobierno de Monti, difícil lo tienen.
Con la llegada del tercer día nos preparamos para visitar por la mañana el Vaticano con sus museos, Capilla Sixtina y Castillo Sant’Angelo. Dentro de los Museos Vaticanos hay infinidad de sub-museos que, evidentemente, no pueden ser visitados en su totalidad en tan pocos días. Algunas de las zonas a destacar son: El Museo Pío Clementino, dedicado exclusivamente a estatuaria clásica procedente en su mayor parte de las excavaciones de la propia Roma antigua. Y las Estancias de Rafael que fueron un encargo del Papa Julio II al artista .En cuanto a la Capilla Sixtina, su nombre viene dado por el Papa que llevó a cabo su proyecto de construcción: Sixto IV y su mayor importancia y fama viene dada por la magnitud de los frescos que posee, obra de Miguel Ángel. En la parte frontal de la Capilla que es la pared del altar, se encuentra la representación del Juicio Final. En la parte central de la bóveda se encuentran nueve escenas sobre diferentes episodios de la Biblia.
Después nos encaminamos hacia el Castillo Sant'Angelo, construido a orillas del río Tíber en 123 d.C., siendo visible desde varios rincones de la ciudad. En su origen fue el mausoleo del emperador Adriano. La Tumba Imperial, donde se guardan las urnas con las cenizas de los emperadores, se encuentra en el segundo piso. El castillo continuó como mausoleo hasta la muerte de Caracalla en el siglo III, después pasó a ser una fortaleza conocida como la Ciudadela de Roma. Con la mañana tan completa paramos para almorzar y seguir disfrutando de la pasta en las diferentes variedades.
Por la tarde vimos la Villa y Galería Borghese. Su colección fue iniciada por Scipione Borghese, personaje muy culto y con posibilidades monetarias, estaba introducido en los círculos artísticos más selectos y se ocupó de comprar las obras de los artistas del momento. Siendo gran amante de la escultura se hizo con una numerosa colección de estatuas y relieves antiguos, que colocó en los jardines, coleccionando las obras de artistas del momento, principalmente de Bernini. En 1902 el Estado italiano compró el conjunto y lo abrió al público. Las obras y artistas más conocidos que se encuentran representados en esta galería son casi todos italianos. Destacan, entre otros, Botticelli, Andrea del Sarto, Rafael, Carpaccio, Caravaggio (con varias de sus mejores obras), Correggio, Tiziano, Rubens, Durero, etc.
El cuarto y último día de nuestro viaje, lo dedicamos a conocer la Roma Cristiana, visitamos las basílicas de Santa María la Mayor, San Pablo Extramuros, San Juan de Letrán y las Catacumbas.
La basílica de Santa María la Mayor se construyó como respuesta a la petición de la Virgen, en la aparición conocida como Nuestra Señora de las Nieves. Un mosaico sobre la entrada recuerda el milagro de la nieve. El carácter original de la capilla ha sido preservado, a pesar de la cantidad de decoraciones y mejoras que le han añadido. El hermoso techo está decorado con el primer oro que trajo Colón de América. La basílica de San Pablo Extramuros es, después de San Pedro, la iglesia más grande de Roma; surgió en la primera mitad del siglo IV por voluntad del emperador Constantino, en el lugar que la tradición indica como la tumba del Apóstol Pablo. Por último, la basílica de San Juan de Letrán, erigida en el siglo IV en honor a San Juan Bautista y al evangelista San Juan, que es la más importante de las cuatro basílicas mayores, además de ser la catedral de Roma. Edificada bajo las órdenes del Constantino el Grande, durante el siglo IV, esta Basílica fue la primera iglesia que se construyó en Roma. Ha tenido un importante papel en la historia, ya que hasta 1870 todos los Pontífices fueron investidos en ella. A día de hoy, la iglesia no ha perdido la importancia que la caracterizaba en el pasado ya que, el papa, como obispo de Roma, continúa celebrando en su interior los oficios de Jueves Santo. Como detalle anecdótico decir que las puertas centrales en bronce de entrada a la basílica son las originales que se utilizaban en la Curia romana, situada en los Foros Imperiales.
Finalmente visitamos las Catacumbas de Santa Domitila, localizadas en la antigua Vía Ardeatina, conocidas también como catacumbas de Santi Nereo e Achilleo. Originariamente pertenecían a un familiar del Cónsul Flavio Clemente y fueron ampliadas entre los siglos IV y V, aunque su origen se remonta al siglo III. Allí se sepultaron a los primeros cristianos en Roma.
Al atardecer abandonamos la Ciudad Eterna y partimos rumbo a Madrid, con pena de dejar tan maravillosa ciudad y con la esperanza de volver en fechas no lejanas. Al llegar a Barajas nos esperaba el autocar que nos conduciría hasta Valladolid. Así terminaba un corto pero fructífero viaje.
Informe y fotografías: Antonio Adrados G.
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