26 de octubre de 2018

Excellentiam: RETABLO DE LA ASUNCIÓN, apoteosis barroca en la tierra del vino









RETABLO DE LA ASUNCIÓN
Pedro de Sierra (Medina de Rioseco, 1702 - Valladolid, 1760)
1740
Madera policromada
Iglesia de la Asunción, Rueda (Valladolid)
Escultura barroca española. Escuela castellana









Bóvedas de la iglesia de la Asunción, Rueda (Valladolid)
Durante los dos últimos tercios del siglo XVII, tras la muerte de Gregorio Fernández en 1636, se configura un importante foco escultórico en Medina de Rioseco, en el que sobresalen José de Medina Argüelles y Juan Fernández, aunque sería durante la primera mitad del siglo XVIII cuando este foco alcanza un brillo especial con las figuras de Tomás de Sierra y su hijo Pedro de Sierra, escultores que, con una obra innovadora y personal, darían continuidad a la pujante escuela vallisoletana en un momento en que la escultura barroca comenzaba a incorporar nuevas corrientes derivadas de los ambientes cortesanos, donde escultores franceses imponían el nuevo gusto rococó.
Pedro de Sierra es el escultor más importante de la estirpe riosecana dieciochesca y el autor de una obra decisiva en la retablística castellana del siglo XVIII: el retablo mayor de la iglesia de la Asunción de Rueda (Valladolid), una impresionante y colosal maquinaria de orden gigante cuya concepción espacial le sitúa más próximo a las monumentales portadas de piedra que a los retablos de madera, en este caso coronado por un apoteósico cascarón, repleto de esculturas y relieves relacionados con la exaltación de la Virgen.

Todo es novedoso en este retablo, donde el polifacético escultor, que dominaba tanto los trabajos en madera como en piedra, establece en el retablo una planta en la que se alternan tramos convexos y rectos de trazado mixtilíneo, al tiempo que sintetiza la influencia que recibiera de Narciso Tomé durante su estancia en Toledo, como el uso de placas blandas —"pellejos"— acopladas a los fustes de las columnas, y la influencia del dinamismo escultórico que conoció durante su estancia en Segovia trabajando al servicio del rey, donde se puso en contacto con la corriente rococó seguida por los escultores franceses Carlier, Tierry, Pitué y Freminx, que trabajaban en el Palacio de la Granja de San Ildefonso. 
A ello se suma un impresionante repertorio escultórico de temática sacra en el que no faltan geniales creaciones personales que suponen la renovación de iconografías tradicionales.   

La iglesia de Santa María de la Asunción de Rueda, que fue construida entre 1738 y 1747 por el arquitecto Manuel Serrano, maestro de obras de Su Majestad, es uno de los mejores conjuntos arquitectónicos del siglo XVIII en la provincia de Valladolid. El edificio parroquial, del que eran copatronos el Cabildo y el Ayuntamiento, vino a sustituir a otro anterior que se había quedado pequeño debido al auge económico que a principios de siglo experimentó la villa, con el consiguiente aumento de población.
Su planta, de ascendencia borrominesca, es muy movida, con los tramos de la nave cubiertos por cúpulas elípticas rebajadas sobre pechinas y con decoración de yeserías con motivos vegetales, destacando en el crucero una cúpula vaída sobre tambor y tramos con planta trebolada en los brazos. Coincidiendo con los contrafuertes, el interior se articula con pilastras cajeadas de orden gigante con capiteles compuestos, recorriendo las naves un alto friso, con guirnaldas, cintas y modillones con formas vegetales, que sujetan una pronunciada cornisa de la que arrancan los arcos de las bóvedas.
La capilla mayor es rectangular y profunda, cubierta con bóveda de cañón con lunetos y con todo el muro del testero ocupado por el impresionante retablo mayor ideado por Pedro de Sierra.

UNA MAQUINARIA DE ESCENOGRAFÍA APOTEÓSICA

En efecto, en 1740, recién concluida la obra del presbiterio, el cabildo y el concejo de Rueda decidieron establecer un impuesto sobre la carne vendida en la villa para financiar el retablo de la nueva iglesia. Para ello nombraron cuatro comisarios que se ocuparían de buscar un maestro escultor que lo realizase. En el concejo del 14 de enero de 1741 se decide difundir edictos y pregones por Rueda, Medina del Campo, Valladolid y Salamanca convocando el concurso de la realización de tan magna obra1. La respuesta de Pedro de Sierra fue rápida, en febrero de ese año presentó la traza, el compromiso de realizarlo en un plazo de dos años y estableciendo un precio estimado de 40.000 reales, corriendo a su cargo el pedestal de piedra del sotabanco, mientras que el transporte del retablo desde Valladolid correría a cargo de los comitentes2
Pedro de Sierra. Detalle de San Ambrosio y San Gregorio
A falta de otros licitadores, y tras desistir tres maestros procedentes de Salamanca, el concejo de Rueda adjudicó el contrato a Pedro de Sierra el 7 de mayo de 1741, que se ocuparía tanto de la parte arquitectónica como de la escultórica del retablo, comprometiéndose además a realizar la traza de dos retablos colaterales que se colocarían en el crucero, por cuya labor se pagarían 15.000 reales a Francisco de Ochagavía, "vecino de Valladolid, maestro de escultura y arquitectura".  El escultor cobraba la obra en agosto de 17493.

El retablo dispone de un sotabanco pétreo que ejerce como pedestal, un banco de gran altura, un monumental cuerpo único y un ático que adopta la forma de un gran cascarón, destacando, como ya se ha dicho, su original planta mixtilínea. En el banco aparecen cuatro grandes repisas, a modo de cornucopias, decoradas en la parte inferior con grandes cabezas de serafines y caprichosas formas vegetales por encima. Entre ellas se colocan dos hornacinas aveneradas, una a cada lado de la custodia, que albergan las figuras de San Gregorio y San Jerónimo, que junto a las de San Agustín y San Ambrosio, colocadas en los extremos, establecen la presencia de los Cuatro Padres de la Iglesia Latina como sustento o fundamento de la Iglesia, según los ideales contrarreformistas.
Pedro de Sierra. San Jerónimo y San Agustín
Se trata de cuatro imágenes, de tamaño natural y dotadas de un elegante movimiento, en las que Pedro de Sierra despliega su creatividad y libertad expresiva, especialmente en la de San Gregorio, que revestido de pontifical y con sorprendente naturalidad sujeta con su mano la pesada tiara papal de tres coronas mientras lee ensimismado, y en la de San Jerónimo, que con el tradicional atributo del león a sus pies y con indumentaria cardenalicia se chupa el dedo para pasar la página de su Biblia Vulgata.

El centro del banco está ocupado por un gran tabernáculo abierto, con cuatro columnas angulares sobre las que reposan las pequeñas imágenes sedentes de los Cuatro Evangelistas y en el remate superior la figura de Sansón venciendo al león, un tema convertido en una prefiguración de Cristo.

El monumental cuerpo del retablo está articulado por cuatro columnas de orden gigante, con capiteles corintios y fustes acanalados decorados con cabezas de ángeles colocadas sobre placas blandas que, como ya se dicho, acusan la influencia del diseño de Narciso Tomé en el transparente de la catedral de Toledo. Estas sustentan un alto entablamento decorado con modillones con formas vegetales que se alternan con cabezas de serafines, rematándose con una pronunciada cornisa con forma de sencillas molduras.

En la calle central se abre una hornacina calada, con forma de gran transparente, en la que se ubica la Virgen de la Asunción, titular del templo, que aparece gravitando con los brazos levantados sobre un trono de nubes entre las que asoman cabezas y bustos de movidos querubines, a los que acompañan a los lados otros dos sujetando cartelas con inscripciones. Sobre el frontispicio que corona la hornacina, de trazado sinuoso, reposan las alegorías de tres virtudes: la Fe, en lo alto, la Esperanza y la Caridad a los lados.

En los intercolumnios, de trazado convexo, se abren dos hornacinas aveneradas, con amplias repisas decoradas con hojas de acanto y rematadas por graciosas figuras de ángeles que sujetan grandes floreros. En su interior se colocan las elegantes figuras de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen.
Si Santa Ana ofrece un elegante clasicismo por su expresivo contraposto, con un suave modelado de los paños y abundantes pliegues que producen un acentuado claroscuro, recordando modelos junianos, sumamente original es la representación de San Joaquín, caracterizado como un anciano patriarca de largas barbas que, apoyado sobre un bastón, luce una indumentaria de inspiración oriental, con un vistoso turbante, una túnica corta ajustada a la cintura por un ceñidor que forma un lazo al frente y una especie de sobrepelliz largo y de mangas anchas cuyo revés reproduce las madejas de una piel animal, sugiriendo su estancia de penitencia en el desierto después de ser rechazado en el Templo por carecer de descendencia, según figura en el evangelio apócrifo de Santiago.
Ambas esculturas presentan una policromía preciosista, al gusto dieciochesco, con elegantes estofados en los que prima el oro y carnaciones llenas de matices que les proporcionan una gran vitalidad.

Remata el conjunto un gran cascarón que ocupa la totalidad de la bóveda del ábside. Como continuación del programa iconográfico desplegado en el cuerpo, se presenta una gloria abierta —auténtica celebración— que viene a sustituir al tradicional Calvario de épocas anteriores. Sobre la cornisa se abre un remolino de nubes y ángeles, emitiendo rayos en todas las direcciones, sobre el que aparecen las figuras de Cristo y el Padre Eterno sujetando una corona que colocarán sobre la cabeza de la Virgen. Testigos de tan excepcional momento son las imágenes de San José y San Juan Bautista, que aparecen sedentes sobre nubes doradas a los lados del grupo principal. Sobre la misma cornisa, en los extremos, se yerguen las figuras de San Pedro y San Pablo, que adoptan un ademán inspirado en anteriores modelos fernandinos.

Pedro de Sierra. San Joaquín y Santa Ana
A los lados del gran cascarón se encuentran dos grandes medallones con formas ovales en los que se insertan altorrelieves con grupos de santos y santas mártires, todos participando de la celebración glorificados entre nubes y portando como atributo las preceptivas palmas. Coronando el cascarón aparece la figura del Espíritu Santo entre nubes y con profusión rayos que se despliegan radialmente, rodeado por un anillo de ángeles, unos como grandes cabezas de querubines entre nubes y otros de cuerpo entero tañendo trompetas o portando coronas, toda una apoteosis de brillos dorados en las que el impetuoso movimiento escenográfico barroco alcanza el paroxismo.

El sorprendente conjunto era culminado en 1766 con el dorado aplicado por Hermenegildo Gargollo y Mateo Prieto4, según consta en una inscripción colocada en el tablero situado tras el tabernáculo: "Gargollo-Año de 1766-Prieto". Un año antes el tallista Isidro Plaza se había ocupado de realizar las cartelas.   


Junto al retablo mayor, en los frentes del crucero, según las especificaciones del contrato, se colocaron dos retablos de estilo rococó que fueron elaborados en 1741 por Francisco de Ochagavia, siguiendo los diseños de Pedro de Sierra. Uno tiene como imagen titular a San Francisco Javier y el otro a San Juan Bautista, una fantástica escultura de Pedro de Sierra que constituye un raro ejemplo de influencia berruguetesca sobre la escultura barroca, con la figura del Precursor esbelta y desenvolviéndose en el espacio con una gran elegancia. Al igual que el retablo mayor, estos retablos fueron dorados y policromados en 1765 por Hermenegildo Gargollo y Mateo Prieto5.
Asimismo, le es atribuida a Pedro de Sierra la decoración escultórica de la fachada de piedra de la iglesia, donde despliega una decoración afín a la iconografía del retablo, con la escultura de la Asunción dentro de una hornacina y en el frontispicio el Espíritu Santo envuelto en rayos junto a las figuras del Padre y el Hijo sosteniendo una corona destinada a la Virgen en el remate, así como otros motivos supeditados a la arquitectura.

El retablo mayor de la iglesia de la Asunción de Rueda supone un hito en la carrera de Pedro de Sierra, con el que culmina la tendencia barroca a independizar la escultura respecto a la arquitectura. En el retablo las figuras muestran un movimiento impetuoso, con los paños formando pliegues suaves y blandos, abandonando el estilo afrancesado de su primera época. Su estilo está en consonancia con la meritoria sillería de coro realizada en 1735 para el convento de San Francisco de Valladolid, víctima de la Desamortización en 1842 y recompuesta por Constantino Candeira en 1933 en el coro alto de la capilla del Colegio de San Gregorio, sede del Museo Nacional de Escultura. Estaba compuesta por 48 sitiales altos y bajos y otros 44 colocados enfrente, que fueron realizados a petición de Fray Juan de Soto, General de la Orden. En ella Pedro de Sierra dirigió a un numeroso grupo de oficiales y a su hermano Jacinto, que había ingresado como franciscano y que ejerció como ensamblador. A la misma pertenecía una bella Inmaculada que presidía el frontispicio del coro y que hoy se muestra como figura exenta.
    
Informe y fotografías: J. M. Travieso.





NOTAS

1 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Escultura barroca castellana. Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, 1958, p.386.

2 MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel y FRAILE GÓMEZ, Ana Mª: Antiguo partido judicial de Medina del Campo. Catálogo Monumental de la Provincia de Valladolid, tomo XVIII, Diputación de Valladolid, 2003, p. 270.

3 MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel y FRAILE GÓMEZ, Ana Mª: Antiguo partido judicial de Medina del Campo... Op. cit., p. 270.

4 MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel y FRAILE GÓMEZ, Ana Mª: Antiguo partido judicial de Medina del Campo... Op. cit., p. 270.

5 MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel y FRAILE GÓMEZ, Ana Mª: Antiguo partido judicial de Medina del Campo... Op. cit., p. 269.







Retablo colateral. Pedro de Sierra. San Juan Bautista, 1741

















Fachada de la iglesia de la Asunción, Rueda (Valladolid)



































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24 de octubre de 2018

22 de octubre de 2018

VIAJE: RUTA DE LA PLATA, del 5 al 9 de diciembre 2018



PROGRAMA

Miércoles 5 de diciembre
Salida a las 14.45 h desde Vallsur (Carrefour) Camino Viejo de Simancas y a las 15,00 h desde la plaza de Colón con dirección a Trujillo. Llegada a la localidad. Cena y alojamiento en el Hotel Izan. (visita nocturna a pie).

Jueves 6 de diciembre
Visita a la ciudad de Trujillo.  A continuación, salida hacia Mérida (Visita a la zona monumental de la ciudad). Comida. Por la tarde visita a las Termas de Alange. Al finalizar salida hacia Llerena. Cena y alojamiento en la Hospedería Mirador de Llerena (4 *).  

Viernes 7 de diciembre
Salida para visitar el monumento natural de mina de “La Jayona” y visita de la Capilla Sixtina de Extremadura en Fuente del Arco. Regreso para la comida. En Tarteso de Cancho Roano visita al centro de interpretación y yacimiento. A continuación visita a la ciudad romana Regina Turdolorum.  Al finalizar, regreso a Llerena para la cena.

Sábado 8 de diciembre
     Visita guiada a las localidades de Fregenal de la Sierra y Jerez De Los Caballeros. Regreso al hotel para la comida. Por la tarde, continuación de las visitas. Regreso a Llerena. Cena y alojamiento.

Domingo 9 de diciembre
    Salida hacia Calzadilla de los Barros para realizar su visita. A continuación, el grupo saldrá a hacia Guadalupe. Visita y comida en la Hospedería. Por la tarde salida hacia Valladolid y fin del viaje.

PRECIO SOCIO (HABITACIÓN DOBLE): 490 €
PRECIO NO SOCIO (HABITACIÓN DOBLE):  510 €
PRECIO SOCIO (HABITACIÓN INDIVIDUAL): 600 €
PRECIO NO SOCIO (HABITACIÓN INDIVIDUAL):  620 €

REQUISITOS: Grupo mínimo de 30 personas.

INCLUYE:
Régimen de pensión completa (agua y vino incluido).
Guía local en Trujillo, Mérida, Fregenal de la Sierra, Fuente del Arco y Calzadilla de los Barros.
Seguro de asistencia en el viaje.
Traslado en autocar.
Entradas: Termas de Alange, Yacimiento Cancho Roano, Ciudad Romana de Regina y Monastertio de Guadalupe.
Hoteles de Trujillo y Llerena (4*).
  
NO INCLUYE:
Entradas no incluidas en el apartado anterior.
Extras en el hotel y restaurante.

INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: por correo a domuspucelae@gmail.com o llamando al teléfono 608 419228 a partir de las 0 horas del día 20 de octubre.

Organiza: Viajes Raso Tour.





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19 de octubre de 2018

Excellentiam: SEPULCRO DE DON PEDRO DE ALDERETE, un universo plateresco para la eternidad








SEPULCRO DE DON PEDRO DE ALDERETE
Gaspar de Tordesillas (activo en Valladolid entre 1536 y 1562)
1550-1560
Piedra y alabastro
Capilla de la Piedad, Museo Iglesia de San Antolín, Tordesillas (Valladolid)
Escultura funeraria renacentista. Estilo plateresco








Izda: Sepulcro de Pedro de Alderete y retablo de la capilla de la Piedad
Dcha: Sepulcro de Rodrigo de Alderete en la capilla de la Piedad
Museo iglesia de San Antolín, Tordesillas (Valladolid)
Existen casos en que se conocen muy pocas obras de algunos autores, pero estas son lo suficientemente significativas para colocar a sus artífices en lo más alto del arte de su tiempo. Esto es lo que ocurre con Gaspar de Tordesillas, un escultor y entallador muy poco documentado que, sin embargo, merece ser considerado como uno de los escultores más sobresalientes en Castilla durante el siglo XVI, a juzgar por una obra lo suficientemente elocuente: el sepulcro de don Pedro de Alderete, ubicado en el centro de la capilla de la Piedad de la iglesia de San Antolín de Tordesillas, hoy convertida en museo de arte sacro.

Dicha capilla, con una arquitectura tardogótica adosada a la iglesia a finales del siglo XV, es uno de los recintos funerarios más destacados de su época, no sólo por su calidad y diseño constructivo —que incluye a los pies una torre con sacristía, balcón mirador al Duero y una elegante tribuna abierta a la capilla—, sino también por los sepulcros que alberga, las rejas que lo cierran y el impresionante retablo que lo preside, grandes alicientes de este espacio. Toda la dotación se debe al patronazgo ejercido en ella por la familia de los Alderete, que fundaron la capilla en los primeros años del siglo XVI con el fin de establecer en ella el panteón familiar1 y continuaron su embellecimiento y mejora hasta el final de la centuria. El sepulcro adosado del licenciado don Rodrigo de Alderete, juez mayor de Vizcaya muerto en 1500, está datado en 1527 y es la aportación más antigua del recinto, con un planteamiento plenamente goticista. De la misma época son las rejas que separan la capilla de la nave del templo, uno de los trabajos de forja más interesantes del ámbito vallisoletano.

A mediados del siglo XVI, el patrón de la capilla de la Piedad, Gaspar de Alderete, financiaba sus dos elementos principales: el sepulcro de don Pedro Rodríguez de Alderete, hijo de Rodrigo de Alderete y fundador del panteón, que aparece dispuesto en el centro del recinto, y el fantástico retablo que el mecenas compró en 1550 a la comunidad de Santa Clara la Real de Tordesillas, para la que estaba destinado, para ser ensamblado y ajustado en la capilla de la Piedad de San Antolín. En ambas obras quedó reflejado el talento del escultor y entallador Gaspar de Tordesillas, en el sepulcro en el exquisito labrado de la efigie y relieves de la cama sepulcral en alabastro; en el retablo en la elaboración y ensamblaje de su estructura arquitectónica y su mazonería decorativa.

El retablo de la capilla de la Piedad después sería completado con el encargo, por el mismo Gaspar de Alderete, de la obra escultórica a Juan de Juni, escultor afincado en Valladolid al igual que Gaspar de Tordesillas, y en 1580 de la pintura, dorado y estofado de las esculturas a Bartolomé Hernández, escultor vecino de Astorga, aunque este encargo dio lugar al establecimiento de una querella por Benedito Rabuyate, pintor florentino residente en Valladolid, con el que Gaspar de Alderete se había comprometido inicialmente en 1569 para que realizara las pinturas y la policromía del retablo, un pintor al que Manuel Arias Martínez2, basándose en razones estilísticas y en los pagos recibidos, atribuye la serie de pinturas italianizantes que integran el fastuoso retablo, después de que Post las atribuyera al maestro medinense Antón Pérez y Parrado del Olmo a Gaspar de Palencia.

EL SEPULCRO DE DON PEDRO DE ALDERETE        

Gaspar de Tordesillas atendió la petición de Gaspar de Alderete realizando un suntuoso sepulcro en alabastro destinado a contener los restos de don Pedro Rodríguez de Alderete, comendador de Santiago, regidor de Tordesillas y fundador de la capilla de la Piedad, que había fallecido en Granada en 1501. La obra fue iniciada en 1550 y acabada antes de 1560, con una excelente factura en el trabajo del alabastro y siguiendo el estilo plateresco característico del primer Renacimiento español, en este caso muy relacionado con los esquemas berruguetescos. El sepulcro ya fue alabado por Ponz, que desconocía su autoría.

En su modalidad de sepulcro exento, implantado en España durante el Renacimiento desde la llegada de Domenico Fancelli, el conjunto adopta la forma de cama sepulcral, con la efigie yacente del finado sobre la plataforma superior. El túmulo descansa sobre un basamento pétreo decorado con sencillas molduras, similar al utilizado por Alonso Berruguete en el sepulcro del cardenal Tavera, realizado en los mismos años —1551-1561— para el Hospital Tavera de Toledo. Las paredes del túmulo, dispuestas verticalmente y labradas en bloques en alabastro, presentan en sus cuatro lados bellos altorrelieves en los que dentro de hornacinas y medallones figura un santoral sin duda elegido por el comitente.

Todos ellos se encuadran dentro de encasillamientos formados por un entablamento, dos columnas laterales con capiteles jónicos y un friso superior —tres en cada costado y uno a los pies y cabecera— apareciendo todos estos elementos completamente recubiertos con innumerables motivos de grutescos en relieve, motivos que se repiten en los espacios que les separan a modo de pilastras, con infinidad de mascarones, guirnaldas, putti, animales, sátiros, personajes híbridos, frutas, trofeos, cabezas de querubines, etc., que establecen una abigarrada decoración de carácter profano que sigue el horror vacui.

En la parte de los pies se encuentra un medallón en el que se representa a la Virgen de la Misericordia, con la Virgen sedente, coronada, sujetando un haz de rayos y amparando bajo su manto a varios personajes, una iconografía que se repite en el retablo, justamente enfrente, en el magnífico altorrelieve tallado por Juan de Juni que ocupa la parte central del banco. En el lado contrario, en la parte de la cabecera, dentro del medallón se representa a San Pedro, figura manierista de gran dinamismo por su posición y agitación de paños, portando el apóstol como atributos un libro y las tradicionales llaves.

El esquema se mantiene en los costados, con dos medallones a cada lado y una hornacina colocada en el centro con pilastras y un arco carpanel. En los medallones se representa a los Cuatro Evangelistas y en las hornacinas a dos Padres de la Iglesia, apareciendo en el costado izquierdo la figura sedente de San Jerónimo, revestido de cardenal y con el león rampante a sus pies, flanqueado a los lados por San Lucas y San Juan en los medallones, ambos en actitud de escribir su Evangelio y acompañados del símbolo del Tetramorfos. En el costado derecho se encuentra en el centro la figura sedente de San Agustín, revestido de atuendo episcopal e identificado por los atributos del báculo y la pequeña iglesia que sujeta en sus manos, con San Marcos y San Mateo en los medallones de los lados, igualmente afanados en escribir y con su correspondiente símbolo.

La ornamentación del túmulo se completa con la colocación en los cuatro ángulos de figuras de cariátides, vestidas a la romana y superpuestas a grandes cartelas, que adquieren la significación de virtudes, alegorías que siguen la misma disposición que las figuras fantásticas utilizadas por Bartolomé Ordóñez en el sepulcro del Cardenal Cisneros (Universidad de Alcalá de Henares) y por Berruguete en el ya mencionado sepulcro del cardenal Tavera (Hospital Tavera de Toledo).

Sobre estos frentes profusamente decorados discurre un friso recorrido en sus cuatro caras por una inscripción, con caracteres en mayúsculas incisas, que identifica al titular del sepulcro y proporciona datos de su fallecimiento: "Este bvlto i capilla mando hacer el doctö Pedro Alderete comendador | de la caballeria de Santiago vezino | i regidor desta villade Tordesillas fallecio en Granada año de 1501 qvio cuerpo | esta aqvi sepultado".

Remata el conjunto una plataforma con los bordes labrados en alabastro sobre la que reposa la efigie yacente de don Pedro de Alderete, que luce una armadura de gala y sujeta una espada de la que sólo se conserva parte de la empuñadura. Con rostro sereno, ojos y boca entreabiertos, cabello corto formando afilados mechones y barba de dos puntas, su cabeza reposa sobre dos lujosos cojines superpuestos, con borlones en las esquinas y los lados recorridos por orlas en relieve que simulan bordados con figuras fantásticas del repertorio de grutescos.

Meticuloso es el trabajo descriptivo de la armadura, que presenta el peto, hombreras, guardabrazos, codales y brazales decorados con bandas de roleos en relieve. La minuciosidad continúa en la falda o volante, sujeto por correas con hebillas, que deja asomar a los lados fragmentos de la cota de malla, así como los quijotes, rodilleras, grebas y escarpes que cubren las piernas y pies. Junto a estos últimos aparece depositada la celada o morrión, completamente recubierta por bellos motivos de grutescos en relieve de gran finura y sujeta por dos figuras infantiles de ángeles dormidos, sentados a los lados, que expresan dolor por la muerte de don Pedro con la cabeza apoyada sobre sus manos, siguiendo un convencionalismo de origen medieval, para convertirse en alegorías del sueño eterno.
Más explícitas como alegorías de la muerte son seis pequeñas figuras de niños o putti, tres a cada lado del yacente, que aparecen dormidos y con sus cabezas reposando sobre calaveras, un motivo alegórico que proclama la fugacidad de la vida.

El sepulcro emana, a partir de los motivos italianizantes y de la simbología creada por el escultor para ensalzar la señera figura de don Pedro de Alderete, un fuerte humanismo en el que se funde la glorificación del personaje representado con las creencias religiosas del momento como medio para conseguir la vida eterna. Por su significado y excelente factura, este sepulcro debe considerarse obra destacada de la escultura renacentista española.

El artífice de este meritorio trabajo escultórico de tipo funerario es Gaspar de Tordesillas, que contó con la colaboración de su yerno Francisco de Velasco. En efecto, según informa José Martí y Monsó3, la autoría de la obra fue desvelada por Ceán Bermúdez, que publicó  la escritura de un pleito establecido por el entallador Gaspar de Tordesillas contra Gaspar de Alderete, regidor de la villa de Tordesillas. En un requerimiento fechado el 24 de enero de 1562 se cita que Gaspar de Tordesillas y su yerno Francisco de Velasco habían firmado una escritura de concierto con Gaspar de Alderete y otra de tasación de un bulto y cama de alabastro para la capilla de la Piedad o del comendador Pedro González Alderete, motivo por el que reclamaban el pago. Este documento demuestra de forma inequívoca que el sepulcro fue elaborado por Gaspar de Tordesillas.

LA DIFUSA PERSONALIDAD DE GASPAR DE TORDESILLAS

De Gaspar de Tordesillas se disponen pocas noticias personales. En base a las últimas aportaciones, sabemos que en el foco de Valladolid del siglo XVI fue un activo entallador, denominación referida en los documentos para el que tallaba alabastro o madera, realizaba figuras humanas y adornos de arquitectura.

Se desconoce su lugar de nacimiento y la fecha exacta. Aunque su apellido se refiere a Tordesillas, no implica necesariamente su nacimiento en esta población, pues era un apellido frecuente en vallisoletanos de la época, de modo que pudo haber nacido tanto en Tordesillas como en Valladolid, ciudad en la que tuvo instalado su taller. Asimismo, por las declaraciones que hace en algunos documentos, como en el pleito de 1540 en el que actuó de testigo del pintor Pedro de las Heras, donde declara tener más de cuarenta años, se le presupone nacido en los últimos años del siglo XV.

Relieves de los pies del sepulcro
Se le considera discípulo de Alonso Berruguete, aunque en su obra también queda patente la influencia de Juan de Juni. Se sabe que primero vivió en una casa de la Rinconada de Valladolid, junto al monasterio de San Benito, y después como parroquiano de la iglesia de Santa María de la Antigua, a la que pertenecía un grupo de artistas con los que trabó amistad, como el pintor Antonio Vázquez, con el que colaboró en distintas ocasiones, el pintor Pedro de las Heras, que en su testamento, dictado en 1557, le nombra curador de sus hijos. También tuvo buena amistad con el entallador Miguel de Malinas, residente en Tordesillas.

Tuvo una hija que contrajo matrimonio con el entallador Francisco de Velasco, que colaboró con él en algunos encargos, como en el sepulcro de don Pedro de Alderete. Una noticia curiosa es que en distintos documentos declara no saber escribir, siendo algo insólito que, una persona que por su profesión de retablista debía dominar el dibujo, no supiese plasmar su propia firma.


Relieves de la cabecera del sepulcro
La primera mención laboral de Gaspar de Tordesillas se produce en 1535, cuando formaliza en Valaldolid un contrato para realizar un retablo para la iglesia de San Miguel de Oñate (Guipúzcoa), obra en la que participaron los escultores Martín de Iragorri y Juan de Olazarán y los entalladores Andrés de Mendiguren y Juan de Ayala, a los que Gaspar de Tordesillas dirigió en la población vasca. Ya en Valladolid, en 1536 firma un contrato con Juan Gutiérrez Alderete, escribano de la Chancillería, para realizar un retablo para la capilla que su madre, Isabel Hernández Alderete, tenía en la iglesia del Salvador de Simancas4, obra que contiene pinturas de Antonio Vázquez y que se conserva in situ.

Hacia 1542 realizaba algunas obras para la iglesia de la Antigua, trabajos que repetiría doce años después. En 1543, debido al prestigio alcanzado en la ciudad, fue solicitado para participar, junto a Antonio Vázquez, Melchor de la Barreda y el maestre Jerónimo, en la construcción de arcos triunfales efímeros para el recibimiento en Valladolid del príncipe Felipe y la infanta María Manuela de Portugal, que sería su primera esposa.

Gaspar de Tordesillas. San Lucas, San Jerónimo y San Juan. Costado izquierdo del sepulcro
En 1545, año en que adquiere una casa, valoró favorablemente la traza que había realizado Juan de Juni para el retablo de la iglesia de la Antigua, obra que había desencadenado un litigio con el escultor Francisco Giralte. Durante este pleito, en 1548 volvió a declarar a favor de Juni, alabando su arte, manifestando conocer a los dos contendientes "por vista y habla".

En 1546 contrata con los frailes del monasterio de San Benito un retablo colateral dedicado a San Antonio Abad, obra que culminó al año siguiente y en la que participó el taller de Juan de Juni en la imagen titular. También en 1547 tomó a censo y renta siete pares de casas en la plaza de la Rinconada, propiedad del monasterio de San Benito (vivienda citada anteriormente), que tres años después traspasó a Pedro de Salamanca, operación que indica una posición económica holgada.

Gaspar de Tordesillas. Izda: Virgen de la Misericordia, pies del sepulcro / Centro: San Agustín, costado derecho /
Dcha: San Pedro, cabecera del sepulcro
En 1550 concierta con Gaspar de Alderete el sepulcro en alabastro de don Pedro de Alderete, que se habría de colocar en la capilla de la Piedad de la iglesia de San Antolín de Tordesillas, para la que también realizo la estructura del retablo de la capilla que después acogería esculturas de Juan de Juni.     

En 1552 interviene en un pleito de Inocencio Berruguete y en 1553, según Ceán Bermúdez, terminaba un retablo de la iglesia de San Martín de Valvení (Valladolid), obra desaparecida por haber sido sustituida por un retablo neoclásico en el siglo XVIII.

Izda y dcha: Vistas del sepulcro / Centro: Detalle de Virtud de un ángulo del sepulcro
Entre 1554 y 1555 realiza nuevos trabajos para la iglesia de Santa María de la Antigua de Valladolid. En 1557 es nombrado curador de los hijos del pintor Pedro de las Heras y en 1562 reclama a Gaspar de Alderete la deuda pendiente tras haber finalizado y asentado en Tordesillas el sepulcro alabastrino de don Pedro de Alderete. A partir de entonces se pierde su huella, desconociéndose el año en que se produjo su muerte.
    

Informe y fotografías: J. M. Travieso.

Museo-iglesia de San Antolín, Tordesillas (Valladolid)



NOTAS

1 En la capilla de la Piedad de la iglesia de San Antolín se encuentran enterrados los siguientes miembros de la familia Alderete:
- Rodrigo de Alderete, juez mayor de Vizcaya, muerto en 1500.
- Pedro de Alderete, comendador de la Caballería de Santiago y regidor de Tordesillas, muerto en 1501.
- Cristóbal de Alderete, del Consejo de su Majestad y regidor de Tordesillas, muerto en 1547.
- Ana Girón, esposa de Gaspar de Alderete, fallecida en 1550.
- Gregorio Alderete, hijo de Cristóbal Alderete, fecha de la muerte desaparecida.
- Francisca, última mujer de Cristobal de Alderete, fallecida en 1556.

2 ARIAS MARTÍNEZ, Manuel: Nuevos datos sobre la Capilla de los Alderete en San Antolín de Tordesillas y el escultor Bartolomé Hernández. Archivo Español de Arte, revista 294, 2001, p. 135.

Tribuna de la capilla de la Piedad, Museo-iglesia de San Antolín, Tordesillas
3 MARTÍ Y MONSÓ, José: Estudios histórico-artísticos relativos principalmente a Valladolid, Valladolid-Madrid, 1898-1901. Edición facsímil del Ayuntamiento de Valladolid, Diputación de Valladolid y Ámbito Ediciones, Valladolid, 1992, pp. 430-431.

4 MARTÍ Y MONSÓ, José. Op. cit., p. 447.









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