30 de diciembre de 2013

Navidad 2013: Belenes monumentales, pervivencia de una tradición en Valladolid








BELÉN MONUMENTAL
Sala de Exposiciones del Palacio Pimentel-Diputación de Valladolid
Asociación Belenista Castellana - 50 Aniversario
Figuras: José Luis Mayo Lebrija
Proyecto y montaje : Manuel Bononato
Horario: lunes a domingo, incluyendo festivos, de 11 a 14 y de 17 a 21 h.
Entrada gratuita

Características
Diorama continuo ambientado en La Alhambra de Granada y Jardines del Generalife. Cerca de doscientas figuras, incluyendo animales, se distribuyen por un espacio de inspiración nazarí, en el que se reproduce desde la Anunciación en el Patio de la Acequia del Generalife hasta el Nacimiento y la Adoración de los Reyes en la Sala del Mexuar, incluyendo una vista general de La Alhambra en el ámbito pastoril. Espectacular reproducción de los trabajos de yeserías.

Como complemento, se ofrece una exposición de belenes napolitanos pertenecientes a la colección de la belenista Mercedes Lamm.











BELÉN MONUMENTAL
Sala Municipal de Exposiciones de Las Francesas-Ayuntamiento de Valladolid
Asociación Belenista Castellana - 50 Aniversario
Figuras: Guilloto
Proyecto y montaje : Familia Rodríguez Salmerón y Osuna Álvarez.
Horario: martes a domingos, incluyendo festivos, de 12 a 14 y de 18,30 a 21,30 h.
Entrada gratuita

Características
Diorama continuo ambientado en la cultura romana. El epicentro del montaje está constituido por una recreación de las célebres Termas de Bath (condado de Somerset, Inglaterra), incluyendo el Gran Baño. A lo largo de un extenso paisaje aparecen algunos amurallamientos, templos de tipología romana, en uno de los cuales se produce el Nacimiento, edificios en ruinas evocando el Foro Romano e incluso un arco de triunfo inspirado en el Arco de Constantino de Roma.

Como complemento, se ofrece una exposición de belenes en miniatura realizados por Félix del Río Morales.

Sugerimos a la Asociación Belenista Castellana que aplique el mismo celo con que monta el belén a la ortografía del gran panel que preside la exposición, donde falta un acento muy castellano. Estos detalles también hay que cuidarles en la época de Twitter.







BELÉN MONUMENTAL
Iglesia de las Angustias-Salón de Pasos
Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias
Figuras: Elisa Mesía (Monreale, Sicilia)
Proyecto y montaje: José María Villa Gil
Horario: lunes a domingo, incluyendo festivos, de 12 a 14 y de 18 a 21 h.
Entrada gratuita

Características
Diorama continuo ambientado en el mundo rústico de inspiración palestina. Se distribuye en tres espacios bien diferenciados: una gruta convertida en refugio de pastores, un paisaje abierto por el que transitan campesinos y los Reyes Magos y un caserío de angostas callejuelas y edificios con terrazas, con la escena del Nacimiento junto a la puerta de un establo.









OTROS BELENES MONUMENTALES

Iglesia de la Inmaculada (PP. Franciscanos). Montaje de Ángel Moretón. Posiblemente es el más espectacular de cuantos pueden visitarse en Valladolid por los efectos especiales aplicados.

Belén del Colegio La Salle. Se presenta año tras año el belén monumental manteniendo una tradición que es la más antigua de Valladolid, este año ambientado en el fondo del mar.

Belén de la parroquia de San Francisco de Asís. Belén tradicional ambientado por los Amigos del Belén con la reproducción de los principales monumentos de Valladolid.

Belén de la parroquia de San Isidro. Espectacular montaje de Mariano Báñez de la Bastida.

Belén napolitano del Museo Nacional de Escultura. Una verdadera joya artística al alcance de los vallisoletanos. Ver reseña.



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27 de diciembre de 2013

Theatrum: LOS REYES MAGOS, participantes en desaparecidos rituales navideños








LOS REYES MAGOS
Anónimo
Siglo XVIII
Madera policromada, paños reales y adornos postizos
Museo del Convento de Santa Isabel, Valladolid
Escultura barroca castellana, según modelos napolitanos







En una de las dependencias del convento de Santa Isabel, convertida en sala musealizada en la que se muestran diversas obras de pintura, escultura, mobiliario y objetos litúrgicos pertenecientes a la comunidad de clarisas franciscanas, se abre un nicho mural, convertido en vitrina expositiva, en el que junto a otras obras se presenta un peculiar conjunto escultórico de los Reyes Magos.

LOS BELENES CONVENTUALES

Se trata de un grupo de tres figuras que antaño protagonizaron los rituales navideños que tenían lugar en el interior de la clausura, donde este tipo de figuras, generalmente de tipología popular, adquirían su verdadero significado en el ciclo que, con sus propias pautas establecidas en cada comunidad para celebrar la Navidad, comenzaba con el Adviento y culminaba con la celebración de la Epifanía, extendiéndose en algunos casos hasta la fiesta de la Purificación de la Virgen, también conocida como la Candelaria.

Era lo que algunos autores han venido a denominar la Navidad oculta por celebrarse intramuros de las clausuras, especialmente femeninas, donde las monjas se entregaban de forma apasionada a confeccionar en fechas previas las canastillas para el Niño, a vestir y colocar las figuras del belén que sería presentado cada 24 de diciembre, a celebrar el 25 de diciembre la Navidad con platos especiales en la cocina, así como cánticos y cultos con los mejores paños y objetos de orfebrería en torno a la figura del Divino Infante, a recordar el 28 a los Santos Inocentes, a venerar el 30 a la Sagrada Familia,  a practicar el «Juego del Niño Perdido» en alusión al hallazgo de Jesús en el Templo, y a renovar cada 1 de enero, fiesta del Nombre de Jesús, las promesas para el año entrante, terminando el 6 de enero con la fiesta tradicional de los Reyes Magos.

Estas celebraciones de carácter festivo se materializaban en un ingente número de figuras exentas del Niño Jesús, a las que se caracterizaban de las más variadas maneras, desde su imagen como recién nacido o Niño de la Navidad, a otras como infantes triunfantes, pasionarios, pastorcillos, adormecidos y un sin fin de caracterizaciones piadosas. Junto a ellos eran habituales diferentes representaciones del belén, en ambos casos con imágenes talladas en unas ocasiones por grandes maestros escultores y en otras por autores de marcado acento popular, unas veces elaboradas en España y otras importadas de otros países, siempre adaptándose a las técnicas y gustos estéticos de cada momento.

Figuras de la Casa de Nazareth, s. XVII
Convento de las Agustinas, Salamanca

Los belenes conventuales sintetizan el modo de religiosidad en tiempos pasados y constituyen un legado artístico cuya suerte ha discurrido paralela a los problemas padecidos por las distintas comunidades religiosas, especialmente aquellas minúsculas que durante los dos últimos siglos fueron víctimas de desamortizaciones y conflictos bélicos, así como en tiempos más recientes de la imposibilidad de afrontar los gastos de mantenimiento de los edificios históricos que habitaban, dando lugar todo ello a una desafortunada dispersión de su patrimonio y sus peculiares ajuares.


Era común que se dispusiera del grupo del Misterio, de variado formato y origen en cada comunidad, en torno al cual giraban los rituales navideños. Muchas veces se acompañaba de los Reyes Magos, del mismo o diferente autor, a los que se iban añadiendo personajes, generalmente pastores y campesinos, que completaban una pequeña escenografía inspirada por las obras teatrales del ciclo de Navidad. Las figuras unas veces eran guardadas en grandes arcones o armarios, una vez pasadas las festividades, y otras, más escasas, se mantenían a lo largo de todo el año formando parte de un montaje arquitectónico estable, constituyendo un espectáculo visual del que es buen ejemplo la llamada Casa de Nazareth del Convento de las Agustinas de Salamanca, compuesto por figuras de manufactura napolitana del siglo XVII.


Reyes Magos. Convento de las Descalzas Reales, Valladolid
Este tipo de belenes estaban constituidos por imágenes vestideras, unas veces llegadas de Nápoles y otras elaboradas en España siguiendo aquellos modelos napolitanos que precedieron a la gran eclosión del belenismo en el siglo XVIII, caracterizado por una ejecución impecable y su propia codificación iconográfica y técnica. Frente a los belenes napolitanos dieciochescos, culmen del refinamiento cortesano, estas imágenes tienen un marcado acento popular que se mueve entre el colorismo y la ingenuidad, con figuras montadas sobre un bastidor articulado de madera que solamente lleva tallada la cabeza, manos y pies, generalmente con formas muy estereotipadas y rudimentarias que alcanzan una gran vistosidad por la indumentaria confeccionada a la medida en los obradores conventuales, donde no faltaba el cargo de camarera para el mantenimiento y aderezo de las figuras.

Existen dos buenos ejemplos en Valladolid de este tipo de arte belenista en el que prevalecen los valores etnográficos sobre los artísticos. El más interesante es el conjunto de veinticuatro figuras que se conserva en el monasterio de las Descalzas Reales y que está formado por dos grupos: uno que representa el Nacimiento, con el acompañamiento de la Adoración de los Pastores y los Reyes Magos, y otro con una curiosa representación de Jesús entre los Doctores, con el decorado de un templete con columnas. Entre las figuras se encuentran pastoras y ángeles procedentes de los inconfundibles talleres flamencos de Malinas1 del siglo XVI. Otro ejemplo, más simplificado, es este grupo descontextualizado de los Reyes Magos del convento de Santa Isabel, al que acompaña una figura del Niño Jesús ricamente engalanada.

Rey Melchor. Convento de Santa Isabel, Valladolid

LOS REYES MAGOS DE SANTA ISABEL    

Las figuras representan a Melchor, Gaspar y Baltasar de la forma más convencional en el siglo XVIII, mostrando las tres edades del hombre —ancianidad, madurez y juventud— y tres razas distintas. Fueron elaborados por un escultor desconocido con unas medidas que rondan los 70 cm. y presentan la cabeza, los antebrazos y las piernas como únicos elementos tallados en madera, después ensamblados a un escueto maniquí leñoso con articulaciones móviles y una sencilla peana para su sustentación. Como integrantes de un antiguo belén conventual se distinguen por su indumentaria, seguramente elaborada por las propias monjas y renovada según los gustos del siglo XVIII, utilizándose para ello restos de antiguos y ricos ornamentos religiosos, con brocados y sedas que se acompañan de bordados y labores de encajes, elementos testimoniales del laborioso taller que existió en el convento, donde se realizaron todo tipo de trabajos para alacenas, paños de altar, estandartes y vestidos, rostrillos y mantos para vírgenes de candelero, ofreciendo algunas vitrinas del museo conventual una muestra ilustrativa de estos trabajos textiles.

Rey Gaspar. Convento de Santa Isabel, Valladolid
La vestimenta, siguiendo una iconografía tradicional y con pretensiones de aparecer heroica, incorpora casacas de seda de diseño francés y mantos que llegan hasta las rodillas, con ribetes de pasamanería de encajes metálicos de oro, compartiendo las tres figuras unas inusuales pecheras que tienen forma triangular y que en el deseo de insinuar riqueza están formadas por círculos en los que aparecen engarzadas entre hilos de oro, a modo de cabujones, toda una serie de cristales y piedras semipreciosas de diferentes colores. Igualmente, las tres figuras comparten cuellos de encaje superpuestos y puñetas de diferentes modelos.

Las tres son figuras extremadamente hieráticas que portan en sus manos restos de aquellos ricos cofres que debían aludir al oro, el incienso y la mirra. Para facilitar la escenificación, los brazos están articulados a la altura de los hombros y los codos, a modo de títeres, permitiendo un movimiento expresivo en su paulatina aproximación al desaparecido Misterio.

El rey Melchor, presentado como un venerable anciano, ofrece una cabeza de frente despejada, ojos pintados y cabellos rizosos tallados y canosos, lo mismo que sus largas barbas. Bajo la casaca lleva una túnica que le llega a los tobillos y sin duda debía portar una corona que ha desaparecido.
Rey Baltasar. Convento de Santa Isabel, Valladolid
Gaspar cubre su cabeza con una cabellera postiza, rubia y natural, recogida por una corona realizada con encajes metálicos dorados, con un bigote y una perilla pintada, al igual que los ojos. Bajo la casaca lleva una túnica corta que deja visibles unas medias pintadas con motivos florales y zapatos con abotonaduras.
Por su parte, el joven rey Baltasar se ajusta a la iconografía convencional, con un rostro imberbe y aniñado y la cabeza cubierta con un turbante que le proporciona un aire exótico. Sus piernas se cubren con unas medias con trabajos trenzados en tela y calza unas peculiares alpargatas.

     Este tipo de figuras tienen su origen2 en las representaciones del pesebre que aparecieron como consecuencia de las recomendaciones de San Cayetano de Thiene (1480-1547) a las monjas de instalar en los conventos representaciones del belén como medio para fomentar la devoción, del mismo modo que él lo hacía en el oratorio napolitano de Santa María della Stalletta. La costumbre impulsada por los teatinos, seguidos por jesuitas y escolapios, se expandió por los ámbitos conventuales en el siglo XVII, difundiéndose este tipo de patrones de maniquíes vestidos, siendo los talleres flamencos de Malinas y los italianos de Nápoles los que asentaron los modelos prototípicos de las colecciones conventuales que se incrementarían durante la centuria siguiente. Respondiendo a aquellos gustos, se conservan en España el ya citado belén de las Agustinas de Salamanca, el de las Agustinas de Pamplona, el de las Descalzas Reales de Valladolid y estos poco conocidos Reyes de Santa Isabel.


     Las tres imágenes de los Reyes Magos, hoy relegadas simplemente a ofrecer su aspecto pintoresco en el museo, por el afán con que fueron ornamentadas podrían contar un sin fin de desconocidas celebraciones de las que formaron parte. Aquellas vividas con júbilo en la clausura de Santa Isabel, donde, según declaraciones de las actuales monjas franciscanas clarisas, todavía perviven en su intimidad algunas que aquellas tradiciones que conservan su sentido lúdico navideño.


Informe y fotografías: J. M. Travieso.






Niño Jesús. Convento de Santa Isabel, Valladolid
NOTAS

1 CASADO PARAMIO, José Manuel. Belén. Monasterio de las Descalzas Reales. Catálogo de la exposición «Encrucijadas», Las Edades del Hombre, Astorga, 2000, p. 160. FERNÁNDEZ DEL HOYO, María Antonia, 1995, pp. 363-368.

2 TRAVIESO ALONSO, José Miguel. Presepium, en torno al belén napolitano del Museo Colegio de San Gregorio de Valladolid. Domus Pucelae, Valladolid, 2008, pp. 21-23.






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25 de diciembre de 2013

Música en diciembre: MAI FALI É, de Sete Lagrimas




Canción infantil de Timor - Villancico del Barroco portugués

Mai fali eh!
fila fali eh!
Mama bolu ita fali eh!

Loron atu tun ona fulan atu sae ona
Mama bolu ita fali eh!


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23 de diciembre de 2013

Un museo interesante: MUSEO DIOCESANO DE PALENCIA, Palencia

Retablo de la Virgen. Anónimo flamenco, 1538






MUSEO DIOCESANO DE PALENCIA
Palacio Episcopal de Palencia
Calle Mayor Antigua 34, Palencia








Anunciación, Retablo de la Virgen. Anónimo flamenco, 1538

Si la catedral de Palencia recibe el apodo de "la bella desconocida", no menos desconocido, incluso por los propios palentinos, es el Museo Diocesano, que ofrece a los visitantes un sorprendente conjunto de primerísima calidad, con una colección insuperable de obras del siglo XVI pertenecientes a los más afamados artistas que desarrollaron su trabajo por tierras palentinas cuando en España hacía eclosión el Renacimiento.

El Museo Diocesano tiene su sede en el antiguo Palacio Episcopal, un edificio de grandes dimensiones que tiene su origen en el siglo XVI, aunque reedificado entre 1780 y 1800 en estilo neoclásico por iniciativa del obispo palentino José Luis de Mollinedo. Totalmente levantado en piedra, el palacio se organiza en torno a un gran patio porticado y consta de semisótanos, entresuelo y dos plantas, todas ellas recorridas por espaciosos salones.



Cubierta mudéjar, s. XV. Procedente de Cuenca de Campos, Valladolid
Parte de estas dependencias fueron acondicionadas en 1973 para reconvertirlas en salas con función museística que recogen y preservan para el futuro parte del ingente patrimonio artístico de la provincia, aquel que procedente de pueblos despoblados presentaba alto riesgo de expolio o destrucción. Las obras recogidas se vinieron a sumar a otras ya depositadas anteriormente en el obispado que se habían rescatado de pueblos abandonados o anegados por la construcción de embalses. Todo ello permitió la inauguración de una segunda fase del museo el 15 de mayo de 1975, después de que el obispo José Souto Vizoso estimulara la conservación del patrimonio sacro amenazado por falta de medios y su labor fuese continuada por el obispo Anastasio Granados García, que llegó a crear una delegación diocesana de arte. Desde su fundación el museo ha tenido como director al sacerdote Ángel Sancho Campo, también autor de la guía del museo, que ha conseguido que las obras expuestas, a pesar de la ajustada economía, estén dignamente presentadas y sorprendan al visitante.

Como es habitual en este tipo de museos, la colección de obras y estilos es incalificable por una gran variedad que abarca del siglo VII al XXI, oscilando desde importantes obras románicas hasta vistosas composiciones barrocas, con una buena muestra de pilas bautismales, artesonados, mobiliario, piezas de orfebrería, ornamentos litúrgicos y objetos de gran valor etnográfico distribuidos a lo largo de 19 salas, aunque las obras más destacadas son el conjunto de retablos, de todos los tamaños, y especialmente la colección de pintura y escultura, con obras en su mayor parte realizadas por grandes maestros.

Santa Ana, la Virgen y el Niño. Alejo de Vahía, s. XV
En la parte derecha de la planta baja del edificio se muestran las primeras cuatro salas, todas ellas muy espaciosas, y tienen su continuidad en otras instaladas en el semisótano de la parte izquierda del palacio, sobre las que se levantan las dependencias episcopales, igualmente interesantes. A modo de escueta orientación, indicamos a continuación algunas de las obras más significativas.


Sala de los Artesonados
La primera sala recibe el nombre de la cubierta y los alfarjes mudéjares del siglo XV procedentes del monasterio de San Bernardino de Cuenca de Campos (Valladolid) y de las iglesias de Moral de la Reina, Támara de Campos y Becerril de Campos, todos ellos con profusión decorativa en la que no faltan escenas pintadas.
Bajo estas estructuras leñosas se muestran tres importantes Calvarios de los siglos XIII y XIV, junto a una colección de vírgenes sedentes románicas y góticas y una pila bautismal del siglo XII, procedente de la iglesia de Valcobero, con las figuras ecuestres de los Reyes Magos.

Llanto sobre Cristo muerto. Felipe Bigarny, s. XVI
Realmente impresionante es el Retablo de la Virgen, una obra flamenca realizada por un maestro anónimo hacia 1538, con abigarrada decoración plateresca, que ofrece exquisitos relieves que narran con todo lujo de detalles episodios marianos que tienen la ventaja de poder ser apreciados a corta distancia, a diferencia de la distanciación que ofrecería en una iglesia.

En esta sala también se encuentran dos obras excepcionales: el grupo de Santa Ana, la Virgen y el Niño del siglo XV, del inconfundible maestro Alejo de Vahía, y el grupo escultórico del Llanto sobre Cristo muerto de Felipe Bigarny, una joya representativa de la escuela renacentista burgalesa del siglo XVI.

Sala de Berruguete
Es la sala más espaciosa del museo y en ella aparece una importante colección de pintura sobre tabla realizada hacia 1495 por el palentino Pedro Berruguete y sus seguidores. Este pintor realizó todas estas pinturas después de su regreso de la corte de Urbino a Castilla en 1482. Unas representan sugestivas escenas que ponen de manifiesto sus conocimientos adquiridos en Italia, como el Nacimiento de la Virgen, la Presentación de María en el Templo, los Desposorios de la Virgen o la impresionante Crucifixión, junto a otras con un solo personaje sobre fondo dorado llenas de detalles virtuosistas, como la figura del Rey Esdrás, el Cristo Salvador del Mundo o la intimista Virgen de la Leche.

Detalle del Rey Esdrás. Pedro Berruguete, h. 1495
Junto a estas grandes obras maestras cuelga de los muros una espléndida colección de sus seguidores, como la magnífica serie de seis Profetas del Maestro de Támara procedentes de la iglesia de Santa Cecilia de Herrera de Valdecañas, las cuatro tablas del Maestro de Paredes, las tablas del retablo pintado por Alonso Nicoin de León y diversas tallas policromadas de los siglos XIV al XVI.

Sala del Renacimiento
En esta sala aparece una notable colección de pintura entre la que destaca la tabla de la Adoración de los Reyes Magos, de autor anónimo flamenco del siglo XVI, el San Jerónimo penitente de Luis de Morales, el magnífico Descendimiento del Maestro de Becerril, la Virgen con el Niño y San Juanito, tabla atribuida al gran maestro italiano Andrea del Sarto, el sufriente Ecce Homo de Jan Provost y el Cristo crucificado de Mateo Cerezo.

Sala de los Maestros de la Escuela Flamenca
En ella se presenta una colección de tablas góticas del siglo XV procedentes de la iglesia de Santa Columba de Villamediana, con escenas de Santa Eulalia y las delicadas escenas de la Anunciación y Santa Bárbara. Junto a ellas, otras del Maestro Alejo y del Maestro de Palanquinos, aunque la pintura más importante es el impresionante tríptico de San Martín del siglo XVI, atribuido a Jan Van Hermessen, con una escena de la Anunciación en sus puertas cerradas, otra de San Martín como tabla central y San Jerónimo penitente y la Misa de San Gregorio en los laterales.

Desposorios de la Virgen. Pedro Berruguete, h. 1495
Sala de los Maestros seguidores de Berruguete
 En esta sala se muestra una variada colección de pinturas realizadas en el siglo XVI por autores desconocidos, destacando la Asunción de la Virgen, San Cosme y San Damián, San Cristóbal y Santa Catalina. Junto a ellas el retablo de San Juan Bautista del siglo XVI, del Maestro de Támara, el retablo de San Juan Bautista, con esculturas de Juan de Villoldo, y el espectacular retablo del Descendimiento del escultor Manuel Álvarez, procedente de la iglesia de San Miguel de Piña de Campos.

Sala de Pintura Gótica
Aquí sorprende el retablo de las Santas Mártires, con pinturas del Maestro de Calzada realizadas a principios del XVI. A su lado la escena de la Circuncisión, de Juan de Villoldo, las tablas de la Anunciación, el Nacimiento y la Adoración de los Reyes, de Jerónimo de Amberes, y un frontal de altar bordado en la escuela palentina de bordadores del siglo XVI.


Virgen de la Leche. Pedro Berruguete, h. 1498
Sala de Ornamentos Sagrados
   Junto a vitrinas que guardan indumentaria litúrgica, bordada en los siglos XVI y XVII, aparecen los retablos de San Martín, procedente de Rabanal de los Caballeros, y Santa Eulalia, recogido en Paredes de Nava, ambos del siglo XVI y con muestras de pintura y escultura.

Sala de Escultura Románica
A lo largo de los muros aparecen distintas esculturas de crucificados y vírgenes sedentes de los siglos XIII y XIV procedentes de diferentes poblaciones palentinas. A su lado las imágenes de San Juan Bautista y San Sebastián, de Alejo de Vahía, y el precioso relieve de San Joaquín, Santa Ana y la Virgen procedente de la iglesia de San Martín de Hijosa de Boedo.

Sala de la Escuela Castellana
Junto al retablo de San Martín del siglo XVI aparece una nutrida colección escultórica que incluye el grupo del Llanto sobre Cristo muerto, del taller de Francisco de Colonia, el grupo de Santa Ana, la Virgen y el Niño, anónimo del siglo XVI, y un variado santoral de época barroca.

Profeta Daniel. Maestro de Támara, principios del XVI
Salas de Orfebrería
Por diferentes salas se distribuyen vitrinas con obras de pequeño formato realizadas en alabastro, marfil, esmalte, diferentes metales, pintura sobre cristal, pintura sobre papel, arquetas y vasos sagrados. De la iglesia de Villerías de Campos proceden los relieves italianos esculpidos en alabastro en el siglo XVI con distintos episodios de la vida de Cristo. Magnífico es el portapaz tallado en el círculo de Diego de Siloé con el relieve el alabastro de la Virgen con el Niño. Entre las piezas de orfebrería destaca una selecta colección de cruces procesionales góticas y la figura de la Virgen con el Niño realizada en cobre dorado y esmaltes en los talleres de Limoges en el siglo XIII. Una interminable cantidad de relicarios, arquetas, incensarios, navetas, cetros, custodias, etc., se distribuyen por las vitrinas junto a las que aparecen numerosas tallas y pinturas de diferentes épocas.

Capilla del Palacio Episcopal
 Constituye un espacio singular por mostrar en toda su pureza el concepto decorativo a principios del siglo XX. Toda ella está recubierta de pinturas murales que le dan un aspecto grandioso, incluyendo zócalos que simulan mármoles, con escenas que sintetizan la Historia de la Salvación. Las coloristas pinturas fueron realizadas en 1910 por M. Lantada. En las salas del Palacio Episcopal se conservan singulares colecciones de pintura barroca del siglo XVIII, como la que representa a las doce Sibilas, trece pinturas de la escuela madrileña con escenas de la Vida de Cristo entre orlas de flores y los doce lienzos de un Apostolado procedente del Seminario Menor diocesano.

Detalle Santa Eulalia. Maestro de Villamediana, principios siglo XV

HORARIO DE VISITAS:
De septiembre a junio: 10,30 y 11,30 h. (las visitas son guiadas)/ Tardes previa petición.
Meses de julio y agosto: de 10,30 a 13,30 h. y de 16,30 a 19,30 h.
Visitas concertadas: Tel 979 706 913 / Correo arte@diocesispalencia.org
 

PRECIO ENTRADA:
General 4 €.
Reducida (grupos mínimo 8 personas) 2 €.






Detalle Santa Bárbara. Maestro de Villamediana, principios siglo XV

















Tríptico de San Martín. Jan Van Hermessen, s. XVI

















Descendimiento. Maestro de Becerril, s. XVI






















Descendimiento. Manuel Álvarez, s. XVI






















San Cosme y San Damián. Anónimo, s. XVI

















Virgen con el Niño. Talleres de Limoges, s. XIII

















Sala IV - Maestros de la Escuela Flamenca

















Sala VII - Pintura Gótica

















Sala X - Escuela Castellana
















Capilla del Palacio Episcopal. M. Lantada, 1910















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