31 de marzo de 2021

Conocer sin salir de casa: PERSONAJES SECUNDARIOS EN LA SEMANA SANTA DE VALLADOLID (2/3)

 

LA VERÓNICA


Gregorio Fernández. La Verónica del paso Camino del Calvario, 1614
Museo Nacional de Escultura
Camino del Calvario. Gregorio Fernández, 1614.

Localización: Museo Nacional de Escultura.

La tendencia explícita al naturalismo que muestra el paso Camino del Calvario, la segunda de las grandes composiciones procesionales creadas por Gregorio Fernández en Valladolid, en este caso a petición de la Cofradía de la Sagrada Pasión para sustituir a otro anterior de papelón, es realzada por los diseños de tipos completamente originales creados por el genial maestro. Es el caso de esta representación de la Verónica, la supuesta vendedora de paños ciega que enjugara el sudoroso rostro de Jesús dejando sus rasgos milagrosamente impresos en el lienzo, al tiempo que recobraba la vista. Sin una iconografía precedente, el escultor crea una de sus obras procesionales más originales y bellas, con una mujer que, paradigma de la delicadeza, se acerca a Cristo extendiendo el paño con sus manos mientras inclina ligeramente su cuerpo. La figura, plena de dinamismo, recibe en la indumentaria un tratamiento equiparable a sus Dolorosas, con una amplia túnica azul con puños vueltos y ceñida a la cintura, un voluminoso y anguloso manto, con el envés decorado con grandes motivos vegetales a punta de pincel, y un juego de tocas superpuestas que forman gráciles caídas sobre la frente, mientras el rostro, con ojos rasgados y boca entreabierta, refleja su espíritu compasivo. En la escultura de esta mujer santificada, al igual que en otras realizadas entre 1611 y 1615, el escultor abandona la decoración de los paños a base de estofados para dar paso a colores lisos más naturalistas.

Gregorio Fernández. Detalle de la Verónica, 1614
Museo Nacional de Escultura

Desde el año 2012 la Cofradía Penitencial del Stmo. Cristo Despojado, Cristo Camino del Calvario y Ntra. Sra. de la Amargura encarga a diferentes pintores la recreación del paño que la Verónica porta en las procesiones, dando lugar a una tradición plenamente consolidada que viene a incrementar el patrimonio de la cofradía.

Desfila con: Cofradía Penitencial del Stmo. Cristo Despojado, Cristo Camino del Calvario y Ntra. Sra. de la Amargura.

 

 












EL CIRINEO


Gregorio Fernández. El Cirineo en el paso Camino del Calvario, 1614
Museo Nacional de Escultura
Camino del Calvario. Gregorio Fernández, 1614.

Localización: Museo Nacional de Escultura.

La figura de la Verónica tiene su contrapunto en el mismo paso en la representación de Simón de Cirene, la persona que, según se narra en los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas, ayudó a Jesús a cargar la cruz hasta el Gólgota, motivo por el que, aunque no está canonizado oficialmente, la piedad popular le considera santo, tal y como ocurre en la iglesia ortodoxa.

En esta escultura Gregorio Fernández hace de nuevo una magnífica creación personal que no tiene parangón en la escultura religiosa española, con un hercúleo Cirineo que lleno de energía hace el esfuerzo de sujetar el pesado madero. La alusión evangélica a que este personaje "venía del campo" mueve al escultor a caracterizarle como un labriego castellano, vestido con un sobrio sayal y una original muceta terminada en punta por la espalda, destacando una rotunda anatomía impregnada de un fuerte clasicismo, con una disposición de las piernas y una enérgica cabeza de rostro barbado que recuerda algunas representaciones clásicas de Sileno o de Hércules. Es destacable la magnífica factura de las manos, que con gesto reverencial evitan, mediante paños al modo juniano, tocar directamente la cruz, que adquiere el valor de una reliquia. Por todos estos matices el Cirineo puede considerarse como una de las creaciones más notables de Gregorio Fernández.


Desfila con: Cofradía Penitencial del Stmo. Cristo Despojado, Cristo Camino del Calvario y Ntra. Sra. de la Amargura.

 

 

 










Gregorio Fernández. Detalles del Cirineo, 1614
Museo Nacional de Escultura












JOSÉ DE ARIMATEA Y NICODEMO

Ambas figuras hacen acto de presencia en los pasajes del descendimiento de Cristo de la cruz y en su posterior entierro. Los evangelistas hacen constar, con cierto laconismo, que fue José de Arimatea quien solicitó a Poncio Pilatos la autorización para desclavar el cuerpo de Jesús y proceder a su entierro. Este era un miembro del Sanedrín que ejercía como decurión del Imperio Romano encargado de unas explotaciones de plomo y estaño, considerado por Mateo como "hombre rico" discípulo de Jesús, por Marcos como "hombre ilustre", por Lucas como "persona buena y honrada" y por Juan como "clandestino por miedo a las autoridades judías". Los cuatro evangelistas valoran la acción de este acaudalado personaje tras las negaciones de Pedro, la muerte de Cristo y la dispersión de los apóstoles, siendo quien facilitó el desenclavo y la inhumación de Cristo en una sepultura que tenía preparada para sí mismo.

Ayudando en esta tarea aparece Nicodemo, otro miembro del Sanedrín, rico fariseo y maestro de la ley judaica, al que Juan señala como "principal entre los judíos". Ambos fueron los que desclavaron el cuerpo de Cristo, ayudaron a su embalsamamiento con una mezcla de mirra y aloe y le dieron sepultura. Estas acciones aparecen reflejadas en los pasos vallisoletanos.

Gregorio Fernández. Nicodemo (izda) y José de Arimatea del paso del Descendimiento, 1623
Iglesia de la Vera Cruz
El Descendimiento. Gregorio Fernández, 1623.

Localización: Iglesia penitencial de la Santa Vera Cruz.

Haciendo gala de unos extraordinarios recursos compositivos, en función del naturalismo narrativo y del equilibro del peso de las figuras sobre la plataforma en que se asientan, Gregorio Fernández presenta a José de Arimatea y Nicodemo en el paso del Descendimiento encaramados sobre dos altas escaleras colocadas por delante y por detrás de la cruz respectivamente. José de Arimatea, cuyos rasgos faciales rinden tributo a la figura utilizada por Juan de Juni en su célebre grupo del Santo Entierro (Museo Nacional de Escultura), apoya su brazo derecho sobre el travesaño de la cruz y con el izquierdo, con el cuerpo arqueado, intenta retener el cuerpo de Cristo por el torso después de haber desclavado su mano izquierda, mostrando en sus labios apretados el esfuerzo realizado. La figura aparece con una caracterización completamente original, sin precedentes, con una sofisticada indumentaria de aire orientalizante.

Gregorio Fernández. Detalles de Nicodemo y José de Arimatea del paso del Descendimiento, 1623
Iglesia de la Vera Cruz

Equilibrando los valores escenográficos, sobre la escalera trasera aparece Nicodemo, cuyo cuerpo remonta al travesaño de la cruz en un alarde de equilibrio. La posición de la mano de su brazo derecho parece indicar que sujetara la corona de espinas una vez retirada de la cabeza de Jesús, mostrándola a la Virgen, a la que dirige su mirada. La figura repite una indumentaria orientalizante potenciada por el turbante. Tanto su disposición corporal como la caracterización de su cabeza, con abultados cabellos y largas barbas, pone el contrapunto al rostro afeitado de José de Arimatea.

Pocas veces en la escultura barroca española se ha conseguido tan extraordinario dinamismo y naturalidad para presentar una escena de tan fuerte carga teatral, equiparable en su esencia a las creaciones de Bernini.

Gregorio Fernández. Mozo ayudante del paso del Descendimiento, 1623
Iglesia de la Vera Cruz

Vinculada a las figuras de José de Arimatea y Nicodemo, en el paso del Descendimiento aparece otra por detrás de la cruz que representa a un joven mancebo ocupado en desclavar los pies de Cristo. Aunque viste una indumentaria del siglo XVII, su tratamiento nada tiene que ver con el aspecto de los sayones, presentados como rufianes. En este caso Gregorio Fernández define un tipo juvenil dotado de una belleza angelical, un tanto andrógina, equiparable en su semblante a los arcángeles que habitan sus retablos.

Desfila con: Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz / Cofradía del Descendimiento y Sto. Cristo de la Buena Muerte. 

  

Antonio de Ribera y Francisco Fermín. Paso Cristo de la Cruz a María, h. 1642
Cuerpo de José de Arimatea de José Antonio Saavedra, 1995
Antiguo Santo Entierro. Museo Nacional de Escultura
Cristo de la Cruz a María. Antonio de Ribera y Francisco Fermín, h. 1642; José Antonio Saavedra, 1995.

Localización: Museo Nacional de Escultura.

Entre los restos de figuras de antiguos pasos vallisoletanos que se conservaban en los almacenes del Museo Nacional de Escultura, se encontraban una serie de figuras que en su día formaron parte del paso del Entierro de Cristo de la Cofradía de la Piedad, del que se tiene constancia, según el contrato firmado en 1641, que estaba compuesto por tres figuras centrales que representaban a José de Arimatea y Nicodemo conduciendo el cuerpo de Cristo al sepulcro y otras cuatro alrededor representando a la Virgen desplomada, la Magdalena arrodillada sujetando el brazo izquierdo de Cristo, San Juan de pie sujetando el brazo derecho y un sirviente abriendo la losa del sepulcro.

Antonio de Ribera y Francisco Fermín, Detalle del paso Cristo de la Cruz a María, h.1642
Cuerpo de José de Arimatea (dcha) de José Antonio Saavedra, 1995
Museo Nacional de Escultura

El conjunto, realizado hacia 1642 por Antonio de Ribera y Francisco Fermín, oficiales del taller de Gregorio Fernández, sufrió el abandono a principios del siglo XVIII por la decadencia de cofradías y procesiones, siendo un caso paradigmático del paulatino deterioro de las esculturas almacenadas, hasta perderse buena parte de la composición. Fue a partir de la reconstrucción parcial del conjunto realizada por Luis Luna Moreno en 1986 para ser presentado en la exposición "Gregorio Fernández y la Semana Santa de Valladolid", cuando la Cofradía de la Piedad intentó recuperar uno de sus antiguos pasos, para lo que solicitó al Ministerio de Cultura la autorización de recomponer la figura de José de Arimatea, del que sólo se conservaba la cabeza original. Completado el cuerpo en 1995 por el escultor José Antonio Saavedra, que se inspiró en la indumentaria de la figura homónima del paso del Descendimiento, el paso comenzó a desfilar con las tres figuras centrales con el nombre de "Cristo de la cruz a María", como pasaje previo a la Piedad.

En esta composición, a modo de restos de un naufragio, José de Arimatea, que sujeta las piernas de Cristo, y Nicodemo, que lo sostiene por los hombros con la ayuda de un sudario, adquieren un protagonismo fundamental, con un aspecto directamente inspirado en la tipología fernandina del paso del Descendimiento.

Desfila con: Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de la Piedad.

             

DIMAS Y GESTAS

La representación de los dos ladrones, Dimas y Gestas, son el caso más explícito de maniqueísmo en las representaciones vallisoletanas de la Pasión. En el caso de Dimas, el ladrón arrepentido que recibió la promesa de ir al paraíso, siempre aparece colocado a la derecha de Cristo (motivo por el que los crucificados inclinan su cabeza hacia ese lado), al que dirige su mirada con gesto de sumisión y empatía, adoptando el cuerpo una actitud serena. Por el contrario, en las figuras del malhechor Gestas las connotaciones son bien diferentes, con el rostro rechazando la mirada de Jesús, esgrimiendo un gesto burlón como recuerdo de sus insultos y con el cuerpo agitado. La presencia de ambos fue descrita en el Evangelio de Lucas, siendo citada también en los evangelios apócrifos, como en el Evangelio de Nicodemo y en el Protoevangelio de Santiago.

Francisco de Rincón. Dimas y Gestas en el paso de la Elevación de la Cruz, 1604
Museo Nacional de Escultura
Elevación de la Cruz. Francisco de Rincón, 1604.

Localización: Museo Nacional de Escultura.

El paso de la Elevación de la Cruz, presentado en su iconografía como una secuencia independiente en el proceso de la Pasión, era inexistente en las narraciones anteriores a Trento. Fue elaborado por Francisco de Rincón en 1604 para la Cofradía de la Sagrada Pasión, siendo la primera de las composiciones procesionales vallisoletanas que presenta esculturas enteramente talladas en madera, perdurables y a tamaño natural, acompañando a la imagen del crucificado hasta siete figuras de personajes secundarios que se anticipan a las futuras y geniales creaciones grupales de Gregorio Fernández. En el repertorio del paso se incluyen las representaciones de Dimas y Gestas, que aparecen desnudos, de pie y colocados a los lados de la cruz en el momento previo a su crucifixión. En un alarde creativo, Francisco de Rincón define la idiosincrasia de ambos mediante su gestualidad. Serena, con los brazos atados por delante y la mirada elevada hacia Cristo con ensimismamiento en el caso de Dimas, y estableciendo un contrapunto muy diferente en la actitud de Gestas, con gesto arrogante, las manos atadas por la espalda y la cabeza rechazando a Cristo, vuelta hacia el espectador mostrando un gesto burlón.

Francisco de Rincón. Detalle de Dimas y Gestas, paso de la Elevación de la Cruz, 1604
Museo Nacional de Escultura

En las dos esculturas el maestro hace gala de unas elegantes anatomías, con un pormenorizado estudio de la morfología humana que aporta variedad plástica y un calculado y original juego compositivo.

Desfila con: Cofradía de la Exaltación de la Santa Cruz y Ntra. Sra. de los Dolores.

 

 


Gregorio Fernández. Dimas y Gestas del antiguo paso de la Sexta Angustia, 1616
Museo Nacional de Escultura
"En tus manos encomiendo mi espíritu". Gregorio Fernández, 1616.

Localización: Museo Nacional de Escultura / Copia en la iglesia de Santiago.

De gran elegancia y fuerte naturalismo son las imágenes de Dimas y Gestas que crucificados incorporó Gregorio Fernández en el paso que con el título del Descendimiento (después denominado La Sexta Angustia) elaboró en 1616 para la Cofradía de las Angustias. De nuevo el gran maestro establece un contrapunto entre los delincuentes, de portentoso naturalismo y anatomías impecables, mediante diferentes actitudes corporales, miradas, gestos y pequeños matices.

Dimas y Gestas, copia de los originales de Gregorio Fernández de 1616
Cofradía de las Siete Palabras. Iglesia de Santiago

Dimas, el buen ladrón, muestra una equilibrada y detallada anatomía, con el cuerpo exánime levemente inclinado hacia Cristo, la cabeza girada hacia la izquierda con serenidad y cubierta con cabello corto y ordenado, presentando en el rostro bigote y perilla, ojos cerrados y la boca entreabierta. Por su gran parecido con el retrato del Duque de Lerma que aparece en  la escultura funeraria en bronce que hacia 1601 realizara Pompeo Leoni (Museo Nacional de Escultura) y en el retrato ecuestre realizado en 1603 por Rubens (Museo del Prado), se difundió por Valladolid la creencia de que en el buen ladrón Gregorio Fernández representara a don Francisco de Sandoval y Rojas, que además fue uno de sus clientes.

A Dimas se contrapone la figura de Gestas, con el cuerpo en tensión, la cabeza con cabellos rizados y desordenados, apartando la mirada de Cristo con gesto de desprecio, con el entrecejo fruncido, los ojos desorbitados y sacando burlonamente la lengua.

Actualmente copias de las dos imágenes desfilan con la Cofradía de las Siete Palabras formando parte del monumental paso "En tus manos encomiendo mi espíritu", la Séptima Palabra.

Desfila con: Cofradía de las Siete Palabras.

    

Continuará

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30 de marzo de 2021

Conocer sin salir de casa: PERSONAJES SECUNDARIOS EN LA SEMANA SANTA DE VALLADOLID (1/3)

 

Anónimo. Longinos, mediados s. XVII (Procedente de la Cofradía de la Piedad)
Museo Nacional de Escultura

Si algo define la Semana Santa de Valladolid es su variada iconografía, que oscila desde las impresionantes imágenes de Cristo y de la Virgen, creadas por los más insignes maestros de la escultura barroca castellana, hasta la pléyade de variados personajes que complementan cada una de las representaciones pasionales. Hoy fijamos nuestra atención en la extensa colección de esculturas que, en madera policromada, constituyen un elenco de actores secundarios cuya presencia facilita la comprensión de los diferentes pasajes representados, pues si algo caracteriza a los pasos procesionales vallisoletanos es su condición de representación teatral —no olvidemos que su mayor desarrollo coincide con la época de los grandes dramaturgos— que adquiere su máximo sentido cuando las escenas se presentan en movimiento por las calles de Valladolid.

Las imágenes sagradas, con sus diversas advocaciones, han calado muy hondo en la población a través del tiempo, sean creyentes o no los espectadores. Otro tanto puede decirse del elenco de actores secundarios, cada uno de ellos cumpliendo a la perfección el papel encomendado en el relato, en unos casos sublimando los momentos emocionales más álgidos del drama y en otros estableciendo, con un calculado maniqueísmo, la dicotomía entre el bien y el mal, el amor y el odio, el orden y el desorden, la belleza y la fealdad, para lo que se ajustan a un patrón codificado que es resaltado por la pericia de los escultores para tocar la fibra sensible del espectador que los contempla, de modo que, a través de las figuras, este se involucra en el drama adoptando posturas de adhesión o rechazo.

La gama de personajes secundarios queda definida por aquellos que son santificados, como ángeles, apóstoles, hombres y mujeres piadosas, que pretenden la profunda empatía de quienes les observan, a los que se enfrentan otros malvados y despreciables que son presentados con matices grotescos o caricaturescos, mostrando en ocasiones taras físicas para sugerir su baja catadura moral, como ocurre en el caso de algunos sayones.

Juan de Ávila. Sayón del paso Preparativos para la Crucifixión, 1678
Museo Nacional de Escultura

     Todas las cofradías históricas —Vera Cruz, Angustias, Piedad, Sagrada Pasión y Jesús Nazareno— encargaron a los diferentes talleres un buen número de figuras secundarias que con sentido narrativo y catequético definían con detalle las escenas representadas en los pasos. Asimismo, fue costumbre en las cofradías el separar las imágenes titulares de Cristo y la Virgen para exponerlas al culto por separado en las respectivas iglesias durante todo el año, siendo almacenadas las figuras segundarias en distintas dependencias para ser montados los conjuntos completos únicamente durante la Semana Santa. Esta práctica dio lugar, por su manipulación y las vibraciones durante los desfiles, al deterioro de algunas figuras, que no siempre eran reparadas, especialmente cuando a finales del siglo XVIII las cofradías y procesiones conocieron una cierta decadencia, momento en que algunos grupos fueron disgregados. Esto se vino a complicar años después como consecuencia de las leyes desamortizadoras de 1835 y 1836, pues buena parte de las figuras secundarias —decenas de ellas— fueron incorporadas, sin clasificar ni identificar su procedencia, al recién creado Museo Provincial de Valladolid (desde 1933 Museo Nacional de Escultura según la propuesta de Ricardo de Orueta).

Así permanecieron hasta 1920, cuando por iniciativa de don Remigio Gandásegui, Arzobispo de Valladolid, se recuperaron los desfiles procesionales. El prelado contó en este empeño con la colaboración del historiador Juan Agapito y Revilla y de Francisco de Cossío, director del Museo Provincial, que recompusieron muchos de los pasos, en ocasiones con figuras equivocadas, permaneciendo muchas de ellas en los almacenes. A esta iniciativa siguió la creación paulatina de nuevas cofradías vallisoletanas, que comenzaron a desfilar con algunos de los pasos recompuestos en el Museo.

Afortunadamente, desde finales del siglo XX se realizaron estudios exhaustivos de las figuras secundarias, lo que ha permitido conocer la composición original de la mayoría de los pasos, al tiempo que las depositadas en el Museo Nacional de Escultura fueron convenientemente restauradas y las cofradías impulsaron la loable labor de la recuperación y restauración de su patrimonio. Aunque algunos pasos se perdieron irremediablemente, como el caso de La Lanzada de Longinos de la Cofradía de La Piedad, cuya mutilada figura y a falta del caballo se conserva como testimonio en el Museo Nacional de Escultura (fotografía que abre este reportaje), en otros casos la recomposición es casi completa, aunque en algunos de ellos, como ocurre en la Oración del Huerto, el Azotamiento o la Coronación de espinas, se prescinda de sayones, soldados y la figura de Judas que formaron el elenco completo. Destacables son las complicadas composiciones de numerosas figuras que realizara Francisco de Rincón en la Elevación de la Cruz (1604) y Gregorio Fernández en el paso de ¡Sed tengo! (Crucifixión, 1612-1616), ambos en el Museo Nacional de Escultura, así como en el Descendimiento (1623), igualmente de Gregorio Fernández, que es el único paso completo conservado in situ por la Cofradía de la Vera Cruz en su iglesia penitencial.

Para conocer el variado repertorio artístico, que este año, al igual que ocurriera en 2020 a causa de la pandemia, tampoco recorrerá las calles vallisoletanas, a continuación se presenta buena parte del conjunto de personajes secundarios, que como muestra de la creatividad de los grandes maestros escultores se muestran agrupados en grupos temáticos y ofrecidos en tres capítulos consecutivos.

 

ÁNGELES

Figuras de ángeles sólo aparecen en los pasajes iniciales y finales de la Pasión —Oración del Huerto y Santo Sepulcro—, en ambos casos ataviados con una indumentaria muy difundida en el arte vallisoletano del siglo XVII, tanto en pintura como en escultura, siendo características las túnicas cortas y marfileñas ornamentadas con motivos florales o "primaveras" de aire barroco.  

Andrés Solanes. Ángel de la Oración del Huerto, 1628-1630
Iglesia de la Vera Cruz, Valladolid

 Oración del Huerto. Andrés Solanes, 1628-1630.

Localización: Iglesia penitencial de la Santa Vera Cruz.

Originariamente el paso estaba compuesto, aparte de las figuras de Cristo y el ángel que desfilan en la actualidad, con las figuras de Judas, un capitán y dos soldados (uno de ellos portando una linterna) que se conservan en el Museo Nacional de Escultura. El ángel aparece sujetando una cruz como símbolo del inminente sacrificio y ofreciendo al impresionante Cristo el cáliz de la amargura, siendo costumbre que su figura quede arropada por las ramas de un olivo real.

Desfila con: Cofradía Penitencial de la Oración del Huerto y San Pascual Bailón.


José de Rozas. Ángeles del Santo Sepulcro, 1696
Museo Nacional de Escultura
Santo Sepulcro. José de Rozas, 1696.

Localización: Museo Nacional de Escultura.

El paso de "Los Durmientes", realizado para la Cofradía de las Angustias, está compuesto por Cristo yacente colocado en una urna-sepulcro (elevada en altura desde 1945) y dos ángeles a cada extremo que lo custodian como alusión a los "dos hombres con vestidos resplandecientes" citados en el evangelio de Lucas. Estas tres esculturas fueron realizadas por José de Rozas y la urna por Juan de Ávila. Se complementa con cuatro soldados durmientes con lanzas en cada ángulo que fueron incorporados por Alonso de Rozas en 1675.

Desfila con: Cofradía del Santo Sepulcro y Stmo. Cristo del Consuelo.

 

 










APÓSTOLES

En las secuencias pasionales son imprescindibles las figuras de los doce apóstoles, especialmente de aquellos que tuvieron un protagonismo especial durante la Pasión, como el caso de San Juan (al que se dedica el siguiente apartado), de San Pedro, autor de reiteradas negaciones tras la detención de Jesús,  o de Judas, cuya traición desencadenó todo el proceso.


Francisco Giralte. Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, s. XVI
Iglesia de la Vera Cruz

Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén
, popular Borriquilla. Francisco Giralte, s. XVI.

Localización: Iglesia penitencial de la Santa Vera Cruz.

Este paso, cuyas figuras no alcanzan el natural, presenta el pasaje de la entrada en Jesusalén, con Cristo a lomos de un pollino, al que acompaña una cría que le dio la popular denominación de "La Borriquilla", tres personajes extendiendo paños a su paso y tres apóstoles como acompañantes, identificados como Santiago, San Juan y San Pedro. A pesar de no suponer la excelencia escultórica procesional, el paso tiene un gran valor histórico por diferentes motivos. En primer lugar por ser el paso más antiguo de cuantos desfilan en Valladolid, pues fue realizado por Francisco Giralte a mediados del siglo XVI; por estar compuesto en imaginería ligera, con las cabezas y manos talladas en madera y las indumentarias realizadas con telas encoladas, siendo el único conservado de los que la Cofradía de la Vera Cruz dispuso con esta técnica, y por protagonizar en el Domingo de Ramos la festiva Procesión de las Palmas, una de las más populares en la ciudad.

Desfila con: Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz.


Juan Guraya Urrutia. Sagrada Cena, 1942-1958
Iglesia de San Pedro Apóstol
Sagrada Cena. Juan Guraya Urrutia, 1942-1958.

Localización: Iglesia de San Pedro Apóstol.

En torno a la mesa presidida por Cristo, se disponen los doce apóstoles de tamaño ligeramente superior al natural y adoptando sorprendentes posturas como reacción al anuncio de la traición de Judas, que ocultando el rostro se revuelve con la bolsa de monedas en el extremo de la mesa. En origen ese era el tema representado por el escultor vasco Juan Guraya, que ante la desproporción en la escala del primer Cristo tallado en 1946 (actualmente Jesús de la Esperanza), realizó una segunda versión de mayor tamaño y representando el momento de la institución de la Eucaristía. Para los apóstoles, cuya estética se ajusta a la escultura procesional castellana, el escultor se inspiró en la tipología humana de los pescadores vascos y de personajes marroquíes que conoció en Tetuán. El conjunto de figuras, que el escultor tardó en ejecutar 16 años y que fue policromado por Isidro Cuco, fue enviado a Valladolid a medida que las figuras eran acabadas entre los años 1942 y 1958, comenzando a desfilar el paso en abril de este último año. El conjunto supone una de las cumbres de la imaginería procesional del siglo XX en España.

Desfila con: Cofradía Penitencial y Sacramental de la Sagrada Cena.

 

 







Juan Guraya Urrutia. Detalles de los apóstoles de la Sagrada Cena









Juan Guraya Urrutia. Detalle de Judas










Andrés Solanes. Judas, 1628-1630, Museo Nacional de Escultura

Oración del Huerto (Judas)
. Andrés Solanes, 1628-1630.

Localización: Museo Nacional de Escultura.

Esta figura, que representa a Judas señalando con el dedo a Cristo para su detención, presenta el inconfundible estilo de Andrés Solanes, uno de los discípulos más destacados de Gregorio Fernández. Su cabeza presenta los mismos estilemas que la de Cristo, en este caso con el cabello pelirrojo y la anatomía envuelta en voluminosos ropajes.

Desfila con: Actualmente no desfila.

 

Pedro de Ávila. Las lágrimas de San Pedro, 1719-1720
Iglesia del Salvador
Las Lágrimas de San Pedro. Pedro de Ávila, 1719-1720.

Localización: Iglesia del Salvador.

Obra maestra del escultor vallisoletano Pedro de Ávila (1678-1755), en origen no fue concebida como imagen procesional, sino como imagen de altar que fue costeada en 1720 por Pedro de Rábago, párroco de la iglesia del Salvador, donde recibe culto. Con una magnífica composición volumétrica, el escultor representa el arrepentimiento de San Pedro tras la triple negación de su relación con Cristo cuando fue detenido, un tema fomentado por la Contrarreforma como ejercicio de contrición que tuvo una amplia difusión en el campo de la pintura. La escultura presenta una espléndida policromía ajustada a los gustos dieciochescos, con ojos de cristal y matizadas lágrimas discurriendo por sus párpados.

Desfila con: Cofradía de Ntro. Padre Jesús Resucitado, María Stma. de la Alegría y las Lágrimas de San Pedro.

 

APÓSTOL SAN JUAN

La figura del Discípulo Amado no podía faltar en este repertorio pasional, pues desde el siglo XVI su presencia fue constante en los Calvarios que coronaban los retablos, ya que fue el apóstol que entregó su juventud como seguidor de Cristo y al que fue encomendado el cuidado de la Virgen, estando presente en los pasajes de la Crucifixión, Descendimiento y Santo Entierro, donde los escultores le presentan sufriendo con vehemencia y desconsolado, viviendo un drama interior.

Gregorio Fernández. San Juan, 1606, Iglesia de San Andrés
Recomposición actual del paso "Madre, ahí tienes a tu Hijo"
"Madre, ahí tienes a tu Hijo". Gregorio Fernández, 1606.

Localización: Iglesia de San Andrés.

La magnífica imagen, perteneciente al Calvario que remataba el retablo mayor de la desaparecida iglesia de San Miguel, después reaprovechado en un altar de la iglesia de San Andrés, es una joya de las obras tempranas de Gregorio Fernández. Al igual que la figura de la Virgen, con la que hace pareja, mantiene cierto amaneramiento manierista con recuerdos de Pompeo Leoni, ofreciendo una cadencia formal de suprema belleza y elegancia. Aunque no fueron concebidas como imágenes procesionales, ambas figuras se incorporaron a la serie de pasos recompuestos por la Cofradía de las Siete Palabras, donde integran la tercera palabra, "Madre, ahí tienes a tu hijo", junto al Cristo del Amparo de la iglesia de San Pedro de Zaratán, magnífico crucifijo debido igualmente a las gubias de Gregorio Fernández, que lo realizó entre 1615 y 1621.

Desfila con: Cofradía de las Siete Palabras.

Francisco Díez de Tudanca (atrib.). San Juan del paso "Todo está consumado", 1650-1661
Museo Nacional de Escultura
"Todo está consumado". Atribuido a Francisco Díez de Tudanca, entre 1650 y 1661.

Localización: Museo Nacional de Escultura.

Esta figura de San Juan pertenece al denominado "Paso nuevo de Nuestra Señora y San Juan", que fue realizado para la Cofradía de Nuestra Señora de la Pasión para sustituir otro anterior de imaginería ligera (papelón) y que originariamente estaba compuesto por un Cristo crucificado (Santo Cristo del Calvario, iglesia de San Quirce), la Virgen, San Juan y la Magdalena, así como dos sayones partiendo la túnica cuyo rastro se perdió muy pronto. Las figuras siguen de cerca los modelos de Gregorio Fernández, por lo que se han atribuido a Francisco Díez de Tudanca, un escultor montañés afincado en Valladolid, de producción desigual, que realizó numerosas copias de los pasos fernandinos para otras poblaciones. En la actualidad forma parte del paso de las Sietes Palabras que representa la sexta palabra: "Todo está consumado". En el montaje actual se acompaña de un crucificado realizado en 1714 por Pedro de Ávila que recibe culto en la iglesia de la Asunción de Bercero (Valladolid).

Desfila con: Cofradía de las Siete Palabras.

Gregorio Fernández. San Juan del paso del Descendimiento, 1623
Iglesia de la Vera Cruz
El Descendimiento. Gregorio Fernández, 1623.

Localización: Iglesia penitencial de la Santa Vera Cruz.

En la magna composición de Gregorio Fernández que supone el paso del Descendimiento se incluyen hasta cinco de los personajes que denominamos secundarios, que junto a las imágenes de la Virgen y Cristo forman un elenco en el que el escultor alcanza la excelencia. Es precisamente en la figura de San Juan donde el gran maestro rompe el arquetipo habitual que utilizara en los numerosos Calvarios de grandes retablos para presentar al apóstol pleno de dinamismo, con el cuerpo abalanzado y deseoso de recibir a Cristo, el cabello abultado y horadado y un matizado gesto de dolor que sugiere un nudo en la garganta, al modo de un personaje teatral petrificado.

Desfila con: Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz / Cofradía del Descendimiento y Sto. Cristo de la Buena Muerte.

Gregorio Fernández. San Juan del paso San Juan y María
Magdalena al pie de la Cruz, 1616
Iglesia de las Angustias
San Juan y María Magdalena al pie de la Cruz. Gregorio Fernández, 1616.

Localización: Iglesia de las Angustias.

Esta figura de San Juan originariamente integraba el paso de La Sexta Angustia, uno de los pasos más monumentales del siglo XVII. Fue realizado por Gregorio Fernández del 1616 para la Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias y entregado en marzo de 1617. Del magnífico grupo la Piedad y las figuras de Dimas y Gestas crucificados se conservan en el Museo Nacional de Escultura, mientras que las esculturas de San Juan y la Magdalena permanecen en la iglesia penitencial. Desde hace años esta cofradía ha compuesto con estas dos figuras el paso de San Juan y María Magdalena al pie de la Cruz, a la que el apóstol dirige su mirada mientras sujeta en su mano derecha una corona de espinas como momento consecutivo al Descendimiento. San Juan luce una túnica y un manto muy voluminosos, con el centro emocional localizado en la expresión dolorida del rostro y el sugestivo lenguaje de las manos.

Desfila con: Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias.

Juan Alonso Villabrille y Ron. San Juan del paso Monte Calvario, 1710-1720
Iglesia de San Miguel
Monte Calvario. Juan Alonso Villabrille y Ron, 1710-1720.

Localización: Iglesia de San Miguel.

El grupo escultórico del Monte Calvario fue solicitado al escultor Juan Alonso Villabrille y Ron por el Colegio de San Ignacio de Valladolid como réplica del grupo realizado por Pedro de Mena para la capilla de la Buena Muerte del Imperial Colegio de la Compañía de Jesús de Madrid. El grupo preside el retablo de la Buena Muerte, que ocupa una de las capillas de la iglesia de San Miguel (primitiva iglesia jesuítica) tras la creación de la Congregación de la Buena Muerte hacia 1727 por impulso del padre Pedro del Villar.

El paso está formado por un Cristo crucificado en el eje de la composición, la Virgen y San Juan a los lados y María Magdalena aferrada de rodillas a los pies de la cruz. Si el crucifijo muestra aires junianos, las figuras de la Virgen y San Juan derivan de los modelos fernandinos, todos ellos con una depurada policromía de gusto dieciochesco. El apóstol aparece representado con aspecto de adolescente y compungido de dolor mientras eleva su mirada hacia el crucificado.

Desfila con: Cofradía del Descendimiento y Santo Cristo de la Buena Muerte.

Pedro de Ávila. San Juan Evangelista, 1714-1715
Catedral de Valladolid
San Juan Evangelista. Pedro de Ávila, 1714-1715.

Localización: Catedral de Valladolid.

Esta cofradía, fundada oficialmente en 2011, ha incorporado como imagen titular la figura de San Juan Evangelista que recibe culto en una de las capillas de la Catedral de Valladolid, incorporándose a los desfiles por primera vez en 2015, lo que supone la más reciente incorporación a la Semana Santa vallisoletana. Encargada a Pedro de Ávila para presidir un retablo catedralicio, presenta al apóstol en su condición de evangelista, sin ninguna vinculación a los pasajes de la Pasión, sino con el milagro obrado por el santo en Éfeso, donde Aristodemo, sumo sacerdote del templo de Diana, le puso a prueba haciéndole beber de una copa envenenada que no causó los pretendidos efectos tras hacer San Juan sobre ella la señal de la cruz.

La manifiesta diferencia en la calidad de talla entre la magnífica cabeza (en consonancia con la calidad de Las Lágrimas de san Pedro) y el cuerpo del evangelista, induce a pensar que el cuerpo pudiera haber sido recompuesto por un escultor anónimo tras producirse el hundimiento de la torre de la catedral el 31 de mayo de 1841, bajo la que se encontraba su capilla. La escultura fue restaurada en 2015 por la Escuela de Arte de Valladolid.

Desfila con: Cofradía del Discípulo Amado y Jesús de Medinaceli.

 

 MARÍA MAGDALENA

La figura de María Magdalena, denominada por Juan Pablo II "apóstol de los apóstoles" y reconocida por el papa Francisco como el apóstol número 13 en un ejercicio de exaltación de la mujer entre los discípulos de Jesús, tiene una presencia constante en el Nuevo Testamento, en los evangelios apócrifos y en tradiciones de origen medieval, llegando a alcanzar el privilegio, recogido en los evangelios, de ser la primer testigo de la Resurrección. Asimismo, según los evangelios de Marcos, Mateo y Juan estuvo presente en los pasajes de la Crucifixión y del Santo Entierro, motivo por el que su presencia en tan emblemáticas escenas fue una constante en el mundo del arte desde el medievo.

Su figura no podía faltar en el repertorio pasional vallisoletano, donde, vinculada a los momentos de la Crucifixión y el Descendimiento, fue representada por importantes maestros del barroco.

Francisco Díez de Tudanca (atrib). Magdalena del paso "Todo está consumado", 1650-1661
Museo Nacional de Escultura
"Todo está consumado". Atribuido a Francisco Díez de Tudanca, entre 1650 y 1661.

Localización: Museo Nacional de Escultura.

Esta figura de María Magdalena forma parte del denominado "Paso nuevo de Nuestra Señora y San Juan", realizado para la Cofradía de Nuestra Señora de la Pasión. Siguiendo la tipología establecida en Valladolid por Gregorio Fernández, uno de sus seguidores —tal vez Francisco Díez de Tudanca— presenta una imagen plena de dramatismo, con la mirada elevada hacia Cristo, los párpados hinchados y la mano derecha levantada a la altura del rostro, seguramente sujetando un pañuelo para enjugar las lágrimas visibles en sus mejillas. Viste una ampulosa túnica ceñida a la cintura y un manto que se cruza al frente produciendo abultados pliegues, produciendo contrastes de inspiración pictórica. El grupo, que constituye un expresivo Calvario de características netamente barrocas, desfila con la Cofradía de las Siete Palabras bajo la advocación de "Todo está consumado", la sexta de las palabras pronunciadas por Cristo en la cruz.

Desfila con: Cofradía de las Siete Palabras.

Gregorio Fernández. Magdalena del paso del Descendimiento, 1623
Iglesia de la Vera Cruz
El Descendimiento. Gregorio Fernández, 1623.

Localización: Iglesia penitencial de la Santa Vera Cruz.

El paso del Descendimiento fue compuesto por Gregorio Fernández como un conjunto de siete esculturas que, independientemente, constituyen siete obras maestras. Entre las más originales figura la imagen de María Magdalena, que frente a la vehemencia formal de San Juan vive un drama interiorizado, entre la incomprensión y el desconsuelo. En la figura todo es original, destacando la expresión del rostro elevado hacia Cristo, que recibe el mismo tratamiento que en sus afamadas Dolorosas, en este caso con un moño en forma de rodete decorado con cintas y una larga melena que se despliega por la espalda, en forma de filamentos rizados, sobre un manto rojo con anudamientos en los hombros y sujeto en la espalda por un alfiler a la altura de la cintura, siguiendo la moda femenina del siglo XVII, tal y como también lo plasmara Zurbarán en algunas de sus santas. Originalísima es la recogida del manto en la parte delantera, donde con la mano izquierda junta los extremos del manto, junto con un pañuelo, a la altura del pecho, formando pronunciadas oquedades de fuertes valores pictóricos que cambian según el punto de vista y que adquieren todo su valor cuando el paso está en movimiento.

Gregorio Fernández. Detalles de la Magdalena del paso del Descendimiento
Iglesia de la Vera Cruz
Desfila con: Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz / Cofradía del Descendimiento y Sto. Cristo de la Buena Muerte.

 

 








Gregorio Fernández. Magdalena del paso San Juan y María
Magdalena al pie de la Cruz, 1616. Iglesia de las Angustias
San Juan y María Magdalena al pie de la cruz. Gregorio Fernández, 1616.

Localización: Iglesia de las Angustias.

Magistral es esta escultura perteneciente al paso de la Sexta Angustia que realizara Gregorio Fernández en 1616 para la Cofradía de las Angustias y que forma pareja con San Juan, mientras del primitivo conjunto el grupo de la Piedad —motivo central de la escena—y las figuras crucificadas de Dimas y Gestas permanecen en el Museo Nacional de Escultura. De nuevo el conjunto original está compuesto por cinco obras maestras que suponen la esencia de la escultura religiosa barroca alentada por la Contrarreforma, habiéndose perdido la oportunidad en nuestro tiempo de apreciarle al completo. En este caso la versatilidad del escultor presenta una figura opuesta a la serenidad y drama interior del Descendimiento, con la Magdalena agitándose en su dolor con gesto desconsolado, potenciando su patetismo con la colocación de su mano izquierda sujetando un pañuelo junto a sus ojos llorosos y el tarro de ungüentos en la mano derecha, pues era costumbre el acompañamiento de objetos postizos para resaltar su naturalismo, tal y como se aprecia en las disposición de los dedos de las manos.

Desfila con: Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias.

Juan Alonso Villabrille y Ron. Magdalena del paso Monte Calvario, 1710-1720
Iglesia de San Miguel
Monte Calvario. Juan Alonso Villabrille y Ron, 1710-1720.

Localización: Iglesia de San Miguel.

Esta figura de la Magdalena integra el grupo del Monte Calvario, donde el escultor asturiano Juan Alonso Villabrille y Ron, afincado en Madrid, muestra influencias de Juan de Juni en el crucificado y de Gregorio Fernández en la Virgen y San Juan. Sin embargo, el tratamiento de la Magdalena, con larga melena rubia, elegantes ademanes en las manos y una carnación con matices de una pintura de caballete, responde a la influencia cortesana, presentando un patetismo atemperado muy alejado de los modelos castellanos del siglo XVII y potenciando otro concepto de belleza femenina ajustada al gusto dieciochesco.

Desfila con: Cofradía del Descendimiento y Sto. Cristo de la Buena Muerte.

 

Continuará

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