31 de enero de 2018

VIAJE: TUDELA DE DUERO (VALLADOLID), 24 de febrero 2018

CONOCER CASTILLA Y LEÓN / Patrimonio monumental

VISITA A LA IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN

PROGRAMA

Visita gratuita y guiada.
Desplazamiento por medios propios: coche particular o bus de línea.

Bus
Salida desde Valladolid a las 16,00 h. (Estación de Autobuses, con parada en plaza Circular).
Regreso desde Tudela a Valladolid a las 19,15 h. (con parada en plaza Circular).

Lugar y hora de encuentro en Tudela de Duero:
Plaza de Pablo Arranz (también conocida como plaza del Goya) a las 16,30 h.

REQUISITOS: grupo mínimo 20 y máximo 25 personas.

INSCRIPCIONES: Por correo dirigido a domuspucelae@gmail.com o llamando al tfno. 608 419228 a partir de las 0 horas del día 1 de febrero hasta el día 12.

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29 de enero de 2018

VIAJE: JORNADA DE LA MATANZA Y VINO DE LA RIBERA DEL DUERO, 24 de febrero 2018


PRIMERAS JORNADAS GASTRONÓMICAS

Salida a las 9,30 h. desde la parada de Vallsur (Camino Viejo de Simancas) y a las 9,45 h. desde la plaza de Colón con dirección a Curiel de Duero.
Regreso a las 19 horas de Curiel de Duero con dirección a Valladolid.

PROGRAMA DE ACTIVIDADES:

- Sobre las 11 de la mañana se repartirán unas pastas y un orujo para los más madrugadores y con esto darán comienzo a las "I Jornadas de la Matanza y Vino de la Ribera del Duero" en Curiel de Duero (Valladolid).
- Asistencia al pregón, a cargo de Susana Ahijada, periodista de Antena 3 TV y matancera 2018.
- Faenas tradicionales de la matanza del cerdo amenizadas por el Grupo de dulzainas y tamboriles del Valle.
- Elaboración de chorizos al modo tradicional.
- Degustación de vino de las bodegas colaboradoras de la D. O. Ribera del Duero.
- Degustación de sopas de ajo y picadillo típico de la matanza.
- Comida en la Residencia Real Castillo de Curiel.
- Visita a la bodega del Hotel Residencia Real Castillo de Curiel, situada en el mismo pueblo, con lo cual daremos por finalizada la jornada y regresaremos a media tarde a Valladolid.

MENÚ
Entrante: Croquetas de morcilla y de picadillo.
Primer plato: Olla podrida (alubias con pies de cerdo, oreja y costilla).
Principal: Guiso de carne de matanza con parmentier.
Postre: Tortitas de manzana.
Vino tinto D.O. Ribera del Duero, agua y café.

PRECIO SOCIO: 15 €
PRECIO NO SOCIO:  20 €

REQUISITOS: Grupo mínimo 30 y máximo 50 personas.

INCLUYE:
- Viaje en autocar.
- Seguro de asistencia en viaje.
- Dossier de Domus Pucelae.

NO INCLUYE:
Comida en el restaurante e inscripción en las jornadas: Precio 30 €.
Información y reserva de plazas en: domuspucelae@gmail.com o tfno. 608419228 a partir de las 0 horas del día 31 de enero.

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26 de enero de 2018

Theatrum: SANTA CLARA, la fuerza de los símbolos en la sociedad barroca













SANTA CLARA DE ASÍS
Pedro de Correas (?, 1689 - Valladolid, 1752)
Hacia 1735
Madera policromada y postizos
Monasterio de Santa Clara, Valladolid
Escultura barroca española. Escuela castellana















En el coro bajo de la iglesia del convento de Santa Clara de Valladolid está instalado un pequeño retablo de diseño clasicista, compuesto por una pareja de hornacinas en las que se hallan las imágenes de San Francisco y Santa Clara, los dos santos de Asís fundadores de la comunidad de clarisas que lo habitan. Si los escritos y hagiografías de San Francisco le vienen a considerar como un "alter Christus", y así aparece en la iconografía que le representa, aceptando una vida de sacrificio y pobreza como renuncia a las comodidades mundanas, incluso compartiendo los estigmas de la Pasión, otro tanto puede decirse de Santa Clara, fundadora de la primera comunidad de la Orden de las Damas Pobres de San Damián, segunda orden de San Francisco conocida como las Clarisas, considerada igualmente como "altera Maria"1.

Ahora fijamos nuestra atención en la figura de Santa Clara que aparece en dicho retablo, una excelente escultura tardobarroca en madera policromada debida a las gubias de Pedro de Correas, el más importante retablista vallisoletano del siglo XVIII, que a lo largo de su vida compaginó las tareas de ensamblador y escultor.

No obstante, conviene recordar que esta magnífica talla, de 1,36 m. de altura, no fue concebida para este pequeño retablo, sino para presidir, como imagen titular, la hornacina principal del retablo mayor2 de la iglesia de Santa Clara, una fastuosa obra contratada en 1730 a Pedro de Correas por la abadesa Josefa Velázquez y Pimentel, al frente de la comunidad de clarisas, por 24.500 reales.

En esta ingente maquinaria Pedro de Correas no sólo consolidaba el abandono del uso de columnas salomónicas colosales para sustituirlas por otras corintias con el tercio bajo de los fustes decorados con cabezas de serafines y el resto repleto de elementos ornamentales en relieve con formas vegetales y trofeos colgantes de cintas, sino que también se ocupaba del repertorio escultórico destinado a la calle central, con la imagen de Santa Clara en la hornacina principal y San Miguel y un relieve del Padre Eterno en el ático, y calles laterales, con las imágenes de Santo Domingo y San Francisco y sobre ellos San Antonio y San José, a las que se sumaban las esculturas de dos Ángeles en los extremos del ático.


Sin embargo, al cabo del tiempo y por razones desconocidas, tres de las esculturas del retablo fueron sustituidas3. Santa Teresa y una santa que sujeta un crucifijo, con un perro a los pies, ambas de autor desconocido, sustituyeron al San Antonio y al San José de Pedro de Correas, que pasaron a presidir dos retablos colocados en la nave de la iglesia. Otro tanto ocurrió con la imagen titular de Santa Clara, que pasó al retablo del coro bajo, siendo ocupado su lugar por otra de la misma santa, mucho menos expresiva y datada hacia 1600.

Separada de su contexto original, se puede explicar el esmerado trabajo aplicado por el escultor en la talla de Santa Clara por tratarse de la imagen principal del retablo mayor, de modo que la escultura no sólo presenta un notable nivel de calidad de acuerdo a los cánones dieciochescos,  sino que se puede afirmar que se encuentra entre lo más sobresaliente de la producción escultórica de Pedro de Correas.

UNA ICONOGRAFÍA RECONOCIBLE

Esta escultura, realizada durante la tercera década del siglo XVIII, representa a la santa de Asís, una de las más populares del santoral católico, portando dos de los atributos habituales en su iconografía: una custodia con la exposición del Santísimo Sacramento y un báculo alusivo a su condición de abadesa mitrada. Para comprender la presencia de estos elementos, que sin duda fueron exigidos por la abadesa comitente, es necesario recurrir a algunos aspectos de su hagiografía.
Nacida en Asís en 1194, cuenta la tradición que debe el nombre de Clara a una revelación que tuvo su madre antes de nacer de que alumbraría una luz brillante que iluminaría al mundo entero. Tenía dieciocho años cuando el Domingo de Ramos de 1212, en un acto organizado por San Francisco, el obispo de Asís le entregó de forma simbólica una palma que despertó su vocación. Esa noche Santa Clara abandonó la casa paterna, distribuyó todo su patrimonio entre los pobres —requisito requerido por San Francisco— y fue recibida en la capilla de la Porciúncula por el santo poverello. Tras cambiar sus vestiduras por un tosco sayal, allí ciñó el cíngulo de la orden franciscana, a la que prometió obediencia.

Anónimo, s. XVII. La Madre Luisa de Carrión representada como
Santa Clara. Convento de Santa Isabel, Valladolid
Días después se unió a ella su hermana Inés y después su hermana Beatriz, siéndole cedido a Santa Clara el convento de San Damián, donde germinó un movimiento de inspiración franciscana que tuvo un rápido crecimiento. Hasta su propia madre, Ortolana, también ingresó en la comunidad, para la que San Francisco escribió la regla que fue confirmada por el papa Inocencio III en 1215, aceptando, por deseo de San Francisco, el nombramiento de abadesa de San Damián. De esta manera, como hija espiritual de San Francisco, se convertía en la fundadora de la orden que tomaba su nombre: las Clarisas. Y por este motivo se le suele representar vistiendo el hábito franciscano y sujetando el báculo abacial.

El tradicional atributo de la custodia está igualmente relacionado con el convento de San Damián. Cuenta una crónica anónima que en el año 1230 los sarracenos se dirigieron desde la fortaleza de Nocera hasta el valle de Espoleto y allí trataron de invadir el convento de San Damián. Santa Clara, que en ese momento estaba convaleciente de una grave enfermedad, se hizo llevar a la puerta del convento portando una custodia con la hostia consagrada, con la que en un ejercicio de fe pidió protección al cielo en presencia de todas las monjas hermanas. Según la leyenda piadosa, al oírse una voz infantil que dijo "Yo os guardaré siempre", los sarracenos huyeron y abandonaron el sitio al monasterio. Este episodio es recordado con la inclusión de la custodia como atributo identificativo en las representaciones de la santa.


Santa Clara moría el 11 de agosto de 1253, en olor de santidad, rodeada de sus monjas clarisas y algunos frailes. La noticia conmocionó a la ciudad de Asís, asistiendo a sus exequias el papa, varios cardenales y la totalidad de la población. Fue canonizada en 1254 por el papa Alejandro IV. Muy pronto se la comenzó a representar portando un lirio como atributo de pureza y virginidad, como ocurre en el cuerpo de la santa expuesto en su basílica de Asís —el lirio y el báculo se entrecruzan en el emblema de las clarisas—, pero después su imagen aparecería inseparable de la custodia con que protagonizó su enfrentamiento con los sarracenos.

Así la representa Pedro de Correas, en este caso a través de una imagen extremadamente idealizada y de aspecto adolescente, revestida con el hábito de las clarisas —Segunda Orden de San Francisco— formado por una túnica parda acompañada de escapulario, una toca blanca con un adorno en la frente en forma de palmeta, un velo negro, zapatos de cuero negro y un cordón como cinturón que en su caída forma tres nudos, alusivos a los votos de castidad, obediencia y pobreza.

Juan y Pedro de Correas. Retablo del Santo Sepulcro, 1719
Iglesia de la Magdalena, Valladolid
La figura aparece esbelta y dinámica, con la cabeza girada hacia la derecha para fijar su mirada en el ostensorio que sujeta en su mano, manteniendo un gesto de ensimismamiento y reflexión. Su disposición corporal sigue un marcado contraposto e insinúa un movimiento de marcha al disponer la pierna izquierda adelantada, prevaleciendo en toda la figura el deseo de impregnarla de movimiento a través de un juego de armónicas curvas que siguen las tendencias del momento, usando como recurso plástico cierta agitación en el fluir de los paños, especialmente apreciable en las curvaturas del escapulario, las amplias mangas y la toca. En ellas los pliegues aparecen muy quebrados y con aspecto metálico, recordando los modelos de Gregorio Fernández.

A pesar de su aspecto severo, ajustado a la idiosincrasia de la santa representada, la escultura presenta un rico acabado policromado, con carnaciones muy pálidas y un complejo trabajo de estofados en el hábito, que aparece recubierto por una tonalidad parda con esgrafiados a base de formas vegetales que dejan aflorar el oro subyacente, incorporando en el bajo de la túnica, las mangas y el escapulario anchas orlas con motivos a punta de pincel. Otro tanto ocurre en el velo, salpicado de pequeños círculos esgrafiados que igualmente le proporcionan luminosidad, y en la toca, cuyos bordes aparecen recorridos por una cenefa dorada con delicados motivos florales que alrededor de la cara configuran un rostrillo.

Pedro de Correas. Detalle del Retablo de la Inmaculada, 1720
Imagen de San José y el Niño, seguidor de Gregorio Fernández
Iglesia de Santiago, Medina de Rioseco
EN TORNO AL ENSAMBLADOR Y ESCULTOR PEDRO DE CORREAS

La obra de Pedro de Correas catalogada se circunscribe a una serie de retablos realizados en la primera mitad del siglo XVIII para distintas poblaciones de Valladolid y Palencia. Hijo del primer matrimonio del ensamblador Juan de Correas con Teresa Calderón de la Barca, nació posiblemente en Valladolid hacia 1689. Formado en el taller de su padre, comenzaría colaborando con él hasta su muerte hacia 1727, momento en que permanece al frente del obrador, iniciando una andadura que le proporcionaría sustanciosos bienes gananciales, a juzgar por la obra realizada, en la que patentiza sus propias aportaciones al arte de la retablística del primer tercio del siglo XVIII. Con taller establecido en Valladolid, contrajo matrimonio con Ana María Mendiguren, ocupando una casa del Duque de Béjar en la calle de la Boariza (actual María de Molina)4.

Una de sus primeras obras, en su especialidad de tracista, fue el Retablo del Santo Sepulcro que realizó en 1719 en colaboración con su padre Juan de Correas, actualmente colocado en la iglesia de la Magdalena de Valladolid. Está concebido para albergar una imagen de Cristo yacente en el banco, incorporando grandes estípites rematadas con bustos femeninos y un animado grupo de ángeles que portan instrumentos de la Pasión en el ático, que se remata en forma de arco de medio punto y donde un grupo de querubines descorre una larga cortina que se adapta a esa forma produciendo un efecto muy teatral.

Pedro de Correas. Retablo de Santa Clara, 1730
Iglesia del convento de Santa Clara, Valladolid
En 1720 traza el Retablo de la Inmaculada, colocado en la capilla que Diego Carrascal disponía en la iglesia de Santiago de Medina de Rioseco (actualmente acoge un grupo de San José y el Niño de un seguidor de Gregorio Fernández), para cuya realización concurrieron a la convocatoria hasta diez maestros de Medina de Rioseco, Valladolid, Palencia y Zamora. En él Pedro de Correas abandona la columna salomónica para utilizar columnas colosales con el tercio bajo decorado con cabezas de serafines y el fuste acanalado recubierto de profusa hojarasca en relieve, incorporando estípites y de nuevo cortinas descorridas por querubines, todo ello con tendencia al horror vacui.
El mismo repertorio lo repite en 1730 en el Retablo mayor de Santa Clara del homónimo convento vallisoletano, ya descrito en líneas anteriores, para el que realizó el conjunto de dinámicas esculturas al que perteneció la imagen de Santa Clara que aquí glosamos. Esta obra realizada para las clarisas de Valladolid le facilitó nuevos encargos de retablos para los conventos de Santa Clara de Palencia y de Calabazanos (Palencia), realizados en 1731. Asimismo, en 1732 está documentada su autoría en el renovado Retablo mayor del convento de San Francisco de Palencia, que vuelve a presentar una gran profusión decorativa y escultórica.

Pedro de Correas. Santo Domingo, retablo de Santa Clara, 1730
Iglesia del convento de Santa Clara, Valladolid
El 13 de febrero de 1741 de nuevo firmaba un contrato para realizar una obra descomunal, el Retablo mayor de la iglesia de San Andrés de Valladolid, cuyas imágenes fueron policromadas en 1742 por Bonifacio Núñez y el dorado de toda la estructura aplicado por Gabriel Fernández en 1759. Pedro de Correas infunde al conjunto un gran sentido escenográfico de carácter triunfal, adoptando la forma de un monumental dosel, con remate en forma de cascarón y el uso de columnas colosales apeadas en voluminosas ménsulas, todo ello con abigarrada decoración en relieve que produce fuertes contrastes de claroscuro y un santoral con especial movimiento. La misma disposición y grandes proporciones las repetiría en el Retablo mayor de la iglesia de San Francisco de Medina de Rioseco.

Con el mismo ímpetu decorativo y tipología tetrástila con cascarón, en 1742 asentaba el Retablo mayor de la iglesia de San Pedro de Mucientes (Valladolid), presidido por una notable escultura de San Pedro en cátedra, junto a bellas esculturas de líneas muy movidas.


Pedro de Correas. Retablo del convento de San Francisco, 1732, Palencia
Se atribuyen a Pedro de Correas tres retablos del monasterio de Santa María de Valbuena, entre ellos el retablo mayor, donde despliega una escenografía barroca calada, en forma de gran baldaquino exento, destinada a resaltar la imagen mariana titular, que adquiere una independencia absoluta respecto al marco arquitectónico. En torno suyo se disponen las esculturas de cuatro santos significados por su devoción mariana: San Bernardo, San Anselmo, San Ildefonso y San Pedro Damián.

La Virgen de la Asunción de Valbuena supone el último grado evolutivo en la producción escultórica de Pedro de Correas, que la presenta sobre un trono de nubes con cabezas de querubines, dos de cuerpo completo impulsándola a los lados —siguiendo el arquetipo infantil habitual en el escultor— y otro sobre su cabeza dispuesto a coronarla. La imagen de la Virgen difiere de modelos anteriores, con el cuerpo siguiendo una dinámica línea serpentinata, la cabeza elevada a lo alto, una túnica ornamentada con cabezas de serafines y pájaros a punta de pincel y un manto muy movido, formando grandes pliegues recogidos por debajo de la cintura y decorado con rameados dorados sobre fondo azul, al igual que la gran cenefa que lo recorre. Destaca el virtuosismo con que está tallado el manto a base de finísimas láminas que llevan incorporadas en los bordes postizos de encaje, que vienen a completar la aplicación de ojos de cristal. En conjunto, en la imagen ya aflora el espíritu del rococó.

Pedro de Correas. Retablo de la iglesia de San Andrés, 1741, Valladolid
Pedro de Correas moría en Valladolid en 1752.  


Informe y fotografías: J. M. Travieso.



NOTAS

1 ANDRÉS ORDAX, Salvador: Santa Clara «Altera Maria» y la Sancta Facies. Iconografía del retablo antiguo de Tordesillas, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción nº 44, Valladolid, 2009, pp. 9-21.

2 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José y DE LA PLAZA SANTIAGO, Francisco Javier: Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid (Conventos y Seminarios), Catálogo monumental de la provincia de Valladolid, Tomo XV, parte segunda, Diputación de Valladolid, Valladolid, 1987, p. 70.

Pedro de Correas. Retablo de la iglesia de San Pedro, 1742
Mucientes (Valladolid)
3 Ibídem, p. 68.

4 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Escultura barroca castellana, Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, 1959, p. 326. 













Pedro de Correas. Izda: Retablo de la Asunción. Dcha: Imagen de la Asunción
Monasterio de Santa María de Valbuena (Valladolid)












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24 de enero de 2018

Obras comentadas del Prado: LA SIBILA, de Velázquez



José Manuel Matilla, Jefe del Departamento de Dibujos y Estampas del Museo del Prado, comenta las reproducciones de La Sibila de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, pintada hacia 1632.

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22 de enero de 2018

VIAJE: RUTA DE LOS MONASTERIOS EN BULGARIA Y RUMANÍA, del 24 de abril al 2 de mayo 2018


PROGRAMA

24 de abril   VALLADOLID - MADRID - SOFIA
Salida de Valladolid a las 05.30 horas desde la Plaza de Colón (Junto Hospital Campo Grande). Llegada a Barajas, tramites de facturación y embarque en vuelo de línea regular de Bulgaria Air. Salida 10.00 horas. Llegada prevista a Sofia 14.05 horas. Traslado al hotel y Tour de Sofía en el que se destacan, La catedral neobizantina de San Alexandro Nevsy (visita), la Iglesia de Santa Sofía (visita), la austera iglesia rusa de San Nicolás (visita), terminando con la rotonda de San Jorge, el Palacio presidencial, el edificio del Teatro Nacional y la plaza de las Antigüedades. Cena y alojamiento en Hotel RAMADA 4* céntrico o similar en Sofia.

25 de abril   SOFIA - MONASTERIO RILA - SOFIA
Desayuno y salida hacia el Monasterio de Rila para visitar uno de los más bellos centros espirituales de Bulgaria. Recostado en un valle estrecho a 120 Km. al sur de Sofía, el cual ayudaba a que la cultura búlgara se mantuviera viva durante los 5 siglos oscuros de opresión otomano-turca. Almuerzo en restaurante y regreso a Sofía para la visita al National Art Gallery. Cena y alojamiento en Hotel RAMADA 4* céntrico o similar en Sofia.

26 de abril   SOFIA - VELIKO TARNOVO - RUSSE - BUCAREST
Desayuno y salida hacia Bucarest. En ruta visitaremos Veliko Tarnovo, la ciudad donde destaca la antigua fortaleza Tsarevetz, nombrada también como colina del zar. Almuerzo en restaurante en ruta. En Russe, que es la frontera natural entre Rumanía y Bulgaria que provoca el Danubio, cambio de autobús búlgaro a autobús rumano y de guía búlgaro a guía rumano. Continuación del viaje y llegada a Bucarest, cena en restaurante local y alojamiento en el hotel VENEZIA 4* de Bucarest.

27 de abril   BUCAREST- SINAIA - BRASOV
Desayuno en el hotel y salida para la visita del Palacio del Parlamento, el segundo edificio más grande del mundo después del Pentágono de Washington. Salida hacia Sinaia, nombrada la Perla de los Cárpatos, la más conocida localidad montañosa en Rumania. Almuerzo en restaurante. Posteriormente se realizará la visita al Castillo Peles, antigua residencia real, construida a finales del siglo XIX en el estilo neogótico de los castillos bávaros. El interior del castillo Peles contiene 160 habitaciones, arregladas y decoradas en todas las formas posibles, prevaleciendo las decoraciones en madera. Continuación hacia Brasov. Llegada a una de las más fascinantes localidades medievales de Rumania. Visita de la ciudad, en el curso del cual se pueden admirar el Barrio Schei, con la iglesia San Nicolás y la primera escuela rumana del siglo XV. Visita a la Iglesia Negra, que construida en estilo gótico es la más grande de Rumania, y a las antiguas fortificaciones de la ciudad con los bastiones de los gremios de artesanos. Cena y alojamiento en el hotel ARO PALACE 5* de Brasov.

28 de abril   BRASOV - BRAN - GARGANTAS DE BICAZ - PIATRA NEAMT
Desayuno en el hotel y salida hacia Bran, con visita al Castillo de Bran, conocido como el Castillo de Drácula, uno de los más pintorescos de Rumania, construido en el siglo XIII por el caballero teutónico Dietrich y restaurado en épocas posteriores. A partir del 1920, el castillo de Bran se convierte en residencia de los reyes de Rumania. Allí veranearon mucho tiempo la reina Maria de Sassonia-Coburgo-Gotha, acompañada por su hija la princesa Ileana de Rumania. La reina reestructuró masivamente los interiores según el estilo de la época art and craft rumano. En 1948, cuando la familia real rumana fue expulsada por las fuerzas comunistas, el castillo fue ocupado. Almuerzo en restaurante en ruta y posterior salida hacia Piatra Neamt. 
Cruzaremos la cadena de los Cárpatos por las Gargantas de Bicaz, el más famoso cañón del país de 10 km de largo, formado en rocas calcáreas mesozoicas de 300 - 400 m. Pasaremos al lado del Lago Rojo, originado a causa del corrimiento de tierras de una montaña en el 1837, donde del agua salen troncos de pinos petrificados. Llegada a la ciudad que por su belleza y posición en el distrito de Neamt es llamada también “Perla Moldovei” (la perla de Moldova). Cena y alojamiento en el hotel CENTRAL PLAZA 4* de Piatra Neamt.

29 de abril   PIATRA NEAMT - MONASTERIOS DE BUCOVINA - SUCEAVA - GURA HUMORULUI 
Desayuno en el hotel y salida hacia Bucovina, la región de la Moldova cuyo nombre significa “el pueblo cubierto de bosques de hayas”, famosa por sus hermosos paisajes. Bucovina es aún más conocida por sus monasterios, con frescos construidos entre los siglos XV-XVI bajo los principales príncipes moldavos como Esteban el Grande y su hijo Petru Rares. Visita al monasterio Moldovita, de 1532, rodeado de fortalezas y con frescos externos que realzan la huella moldava para obtener el máximo realismo en las escenas de vida cuotidiana y humanizar los personajes. Visita al monasterio Sucevita (1582-84), conocido por el importante fresco “La Escalera de las Virtudes” y por su imponente cinta mural. Almuerzo en restaurante. Continuación hacia Suceava. La historia de esta ciudad comenzó como una colonia de los dacios y se remonta a los primeros 100 años después de Cristo. Ellos comienzan períodos importantes en el siglo XV, cuando la ciudad se convirtió en la capital de Moldavia, los períodos florecientes son interrumpidos por los asaltos de Solimán el Magnífico, que irrumpió en 1538. Después de unos veinte años, la capital se trasladó a Iasi y luego comenzó un período de decadencia. En 1775 fue anexionada al Imperio Austrohúngaro, junto con Moldavia, para ser parte de Rumania.
Posteriormente se continuará con la visita al Monasterio de Humor, dedicado a la Dormición de la Virgen María. Este monasterio femenino fue construido en 1530 por Petru Rareş sobre los cimientos de otro monasterio que data de 1415 y que junto con el Monasterio Voroneţ posee los frescos exteriores entre los mejor conservados de todos los monasterios de Bucovina y Moldavia rumana. Llegada a Gura Humurului. cena y alojamiento en el hotel BEST WESTERN BUCOVINA 4* céntrico en Gura Humurului.

30 de abril   GURA HUMORULUI - BISTRITA - TARGU MURES - SIGHISOARA
Desayuno en el hotel y salida para visitar el monasterio Voronet, de 1488, conocido como “la Capilla Sixtina del Este de Europa” y considerado la joya de Bucovina por el famoso ciclo de frescos externos que decoran la iglesia, siendo el más famoso “El Juicio Final”. Continuación hacia Bistrita. Visita panorámica de la ciudad y posteriormente nos dirigiremos hacia Sighisoara, ciudad natal del famoso Vlad El Empalador, atravesando la ciudad Targu Mures, en la que se efectuara una breve visita panorámica de la ciudad, famosa por sus plazas rodeadas de edificios de Secesión, entre ellos la prefectura y el Palacio de la Cultura. Almuerzo en restaurante en ruta. 
Llegada y visita a Sighisoara, la más bella y mejor conservada ciudad medieval de Rumania. Se remonta en gran parte al siglo XIV, cuando fue ampliada y reforzada la construcción rápidamente realizada después de las destrucciones de los tártaros en 1241. Se han conservado 9 de las 14 torres originales: las torres de los herreros, la de los zapateros, la de los carniceros, la de los sastres, la de los curtidores, la de caldereros, etc. Visitaremos el más bello y conocido monumento de la ciudad la Torre del Reloj, que fue construida en los siglos XIII-XIV, la misma hasta el 1556 fue sede del Consejo de la ciudad. Cena y alojamiento en el hotel CAVALER 4* de Sighisoara.

1 de mayo   SIGHISOARA - SIBIU - BUCAREST
Desayuno en el hotel y salida hacia Sibiu, “capital Cultural Europea en 2007”. Visita al casco antiguo de la ciudad de Sibiu, conocida en su época por el sistema de fortalezas que es considerado el más grande de Transilvania, con más de 7 km de cinta mural de la cual hoy en día se conservan importantes vestigios. Se podrá admirar la Plaza Grande, con la peculiaridad de los techos con “ojos que te siguen”, la plaza Pequeña, con el puente de las Mentiras y la imponente iglesia evangélica del estilo gótico del siglo XIV. Se continuará hacia Bucarest, cruzando el bello valle del rio Olt, admirando bellísimos paisajes. Se efectuará una parada para la visita del monasterio de Cozia, del siglo XIV. Conocido como uno de los complejos históricos y de arte más antiguos en Rumania, está situado en la orilla derecha del rio Olt. Los elementos del estilo arquitectónico bizantino están explícitamente declarados en las fachadas de la iglesia central y en las bandas que alternan grandes trozos de ladrillo y piedra. Almuerzo en restaurante en ruta.
A la llegada a Bucarest se realizará un tour panorámico por la capital rumana, admirando sus grandes vías, los gloriosos edificios Bell´Epoque, el Arco de Triunfo, el Ateneo Rumano, la Plaza de la Revolución y la Plaza de la Universidad. Cena en restaurante típico de la ciudad con bebidas incluidas. Alojamiento en el hotel VENEZIA 4* de Bucarest.

2 de mayo   BUCAREST - MADRID - VALLADOLID 
Desayuno en el hotel y salida para realizar la visita del Museo de la Aldea, situado en el exuberante Parque Herastrau, uno de los parques al aire libre más grandes de Europa. Casas del pueblo restauradas, grandes graneros y molinos de agua corriente llenan las calles estrechas. El museo enseña cómo era Rumanía hace un siglo. Finalizada la visita se continuará visitando el casco antiguo de la ciudad, con la “Patriarchia” (el centro espiritual de la iglesia ortodoxa rumana) y admirando la iglesia Stavropoleos, considerada una obra maestra de la arquitectura rumana. Construida en 1724, tiene una planta de tres lóbulos, torre en la nao y un bello portal de mármol con cinco arcadas poli-lobuladas, con balaustra finamente esculpida con motivos florales y figuras; la parte superior esta hornada por medallones diseñados con la técnica del fresco. Almuerzo y posterior traslado al aeropuerto para la salida del vuelo de Wizz Air a las 18,00 horas, con llegada a Madrid a las 21,15 horas, recogida del equipaje y salida para Valladolid,  donde está previsto llegar a las 0,45 horas del día 3 de mayo.


PRECIO SOCIO EN HABITACIÓN DOBLE: 1575 €
PRECIO NO SOCIO EN HABITACIÓN DOBLE: 1635 €
SUPLEMENTO HABITACIÓN INDIVIDUAL: 200 €


REQUISITOS:
Grupo mínimo 30 y máximo 40 personas.

INCLUYE:
* Bus Valladolid/Barajas/Valladolid.
* Vuelo de Ida con la compañía Bulgaria Air, incluye equipaje de mano y maleta de 20 kg facturados.
* Vuelo de regreso compañía Wizz Air, incluye equipaje de mano, maleta de 20 kg, facturación On line y embarque prioritario.
* 8 noches de alojamiento en hoteles 4* y 5*, mencionados en el programa o similares.
* Transporte en autocar GT con aire acondicionado.
* Guía oficial de habla hispana durante todo el recorrido.
* Pensión completa con agua mineral incluida desde la cena del primer día hasta el almuerzo del último día, antes de la salida del grupo desde Rumania.
* Dossier informativo de Domus o guía comercial de Bulgaria-Rumania.
* Seguro de Viaje y anulación. (Según condiciones del seguro).
* Reunión informativa para presentación del viaje.
* Entradas para las visitas que están incluidas en el programa.
* Acompañante Domus Pucelae.

Visitas con guía oficial en:
- Sofia
- Veliko Tarnovo
- Brasov
- Bistrita
- Targu Mures
- Sighisoara
- Sibiu
- Bucarest

Entradas a :
* La catedral de San Alexander Nevsky
* La Iglesia de Santa Sofía
* Iglesia rusa de San Nicolás
* Monasterio de Rila
* National Gallery
* Palacio del Parlamento de Bucarest
* Castillo de Peles
* Iglesia Negra de Brasov
* Castillo de Bran
* Monasterio Moldovita
* Monasterio Sucevita
* Monasterio Humor
* Monasterio de Voronet
* Torre del Reloj de Sighisoara
* Monasterio de Cozia
* Museo de la Aldea de Bucarest

NO INCLUYE
Extras en los hoteles tales como bebidas en las comidas, llamadas telefónicas, maleteros, etc.
Cualquier otro servicio no detallado en el apartado anterior.

OBSERVACION:
El importe del anticipo será reembolsado por parte del seguro en caso de anulación de la plaza, según las condiciones que establezca el seguro de anulación, descontando el importe de dicho seguro, que será de 23 €.

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19 de enero de 2018

Theatrum: LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO, un fecundo pintor de estilo inalterable









LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO
Antonio Vázquez (Valladolid?, 1485-Valladolid, hacia 1563)
Hacia 1550
Óleo sobre tabla
Museo de Valladolid
Pintura renacentista española. Escuela castellana











En ocasión anterior abordábamos este tema iconográfico tan frecuente en la escultura del siglo XVI. Con las mismas pautas y planteamientos también fue representado repetidamente por los pintores de la época, siendo una escena constante en los conjuntos retablísticos, en la mayoría de los casos colocada en el centro del banco. Ahora fijamos nuestra atención en una tabla debida a los pinceles de Antonio Vázquez, un pintor notable y fecundo que en la primera mitad del siglo XVI obtuvo éxito y prestigio en el panorama de la pintura vallisoletana, pero cuya obra sigue siendo en nuestro tiempo insuficientemente conocida y valorada, con el corpus de su abundante producción todavía pendiente de definir y ampliar.

EL PINTOR ANTONIO VÁZQUEZ

En líneas generales, se puede afirmar que Antonio Vázquez fue un pintor que consolidó su estilo dentro de los cánones de la pintura hispanoflamenca, permaneciendo fiel a sus planteamientos personales, a lo largo de toda su carrera, cuando en Castilla, y más concretamente en el entorno de Valladolid y Palencia, ya habían triunfado las novedades renacentistas de inspiración italiana a través de la obra de Alonso Berruguete y sus seguidores. Sería, por tanto, un pintor algo "anticuado" para su tiempo y ámbito de trabajo. Sin embargo, a pesar de la escasa evolución que presenta su producción, seguramente por razones comerciales determinadas por el gusto de su clientela, en ella Antonio Vázquez mantiene un alto nivel de calidad expresado mediante toda una serie de formulismos personales, apreciándose tan sólo en su etapa final un tímido acercamiento al manierismo de mediados del siglo XVI, a la delicadeza italianizante y a las influencias rafaelescas.

Totalmente desconocido en la historiografía española, fue a finales del siglo XIX cuando el Conde de la Viñaza le citó por primera vez en sus Adiciones al Diccionario de Juan Agustín Cean Bermúdez de 1889-1894, a partir de una escritura notarial fechada en Valladolid en 1554. Después sería Martí y Monsó el primero en estudiarle someramente y posteriormente Agapito y Revilla, que no obstante aplicaron a su pintura los injustos calificativos de "atrasada y arcaica". Tiempo después era Diego Angulo Íñiguez quien configuró un catálogo inicial con obras del maestro.

Ya con criterios más actuales, fueron Juan José Martín González1 y Jesús María Caamaño Martínez2 quienes de nuevo fijaron sus ojos en el pintor divulgando su obra en pequeños artículos académicos, a pesar de lo cual, incomprensiblemente Antonio Vázquez permaneció oculto en la bruma de la memoria hasta que en 1985 el historiador José Carlos Brasas Egido publicó un estudio monográfico3 que incluía un decisivo catálogo de obras, punto de partida para posteriores estudios4 que han ido aportando nuevos datos, incluidos los realizados por él mismo5, una labor dificultada por la desaparición de la mayor parte de sus obras documentadas.

Se presupone el nacimiento de Antonio Vázquez en 1485, posiblemente en Valladolid, ya que en 1525, cuando presta declaración en un pleito declara tener 40 años. Dicho pleito estuvo motivado por el compromiso del Merino Mayor don Alonso Niño de otorgarle la realización de un tríptico para Nuestra Señora de San Lorenzo que habría de realizar con otro compañero residente en León. Pero dos días antes de la llegada del pintor leonés, el comitente firmó el contrato con Alonso Berruguete, pintor a favor del cual, a pesar de todo, testificó Antonio Vázquez.

Conocemos su actividad en Valladolid desde 1530, año en que un grupo de pintores encabezado por Alonso Berruguete dirigen desde Medina del Campo un memorial al emperador Carlos sobre la fabricación y venta de albayalde (pigmento blanco usado en la pintura artística), entre los que figuraba Antonio Vázquez. Años después comienza a realizar trabajos decorativos y pinturas para retablos, en algunos de ellos asociado al escultor Gaspar de Tordesillas, como el Retablo de la Resurrección, contratado en 1536 por Juan Gutiérrez Alderete, escribano de la Audiencia, para la capilla que doña Isabel Hernández de Alderete disponía en la iglesia del Salvador de Simancas, donde todavía se conserva.  

En 1537 el bachiller Francisco Hernández Vallejo, relator de la contaduría mayor de S. M., le encarga la pintura y el dorado del Retablo de la capilla de San Lucas de la iglesia vallisoletana de San Lorenzo, de la que era propietario, obra que no se ha conservado, realizando ese mismo año pequeños trabajos para la iglesia de Santa María la Antigua de Valladolid. En 1538 se ocupa en dorar en oro y carmesí una cama destinada al infante don Felipe, de 11 años, rey de España desde 1556. En 1541 es el licenciado Jerónimo de Virtués quien le paga la pintura de un Calvario y el dorado del Retablo de Cristo colocado en el monasterio de Santa María la Real de Nieva (Segovia).

En 1543 recibe del Ayuntamiento de Valladolid, junto al escultor Gaspar de Tordesillas y el pintor Melchor de Barreda, el importe de los trabajos de la realización de unos arcos conmemorativos instalados en la ciudad para recibir la llegada de la infanta María de Portugal, que sería la primera esposa del infante don Felipe. En 1544 sigue realizando trabajos para la iglesia de la Antigua, en este caso pintando dos facistoles, y en 1545 colabora con el pintor Diego de Arroyo, bajo la dirección de Gaspar de Tordesillas, en la decoración del túmulo funerario de la princesa María Manuela de Portugal, esposa del infante don Felipe, fallecida ese año.

A continuación Antonio Vázquez pasa a estar asociado al escultor palentino Francisco Giralte, siendo uno de los promotores del pleito que dicho escultor establece contra Juan de Juni en la pugna por realizar el retablo de la iglesia de la Antigua (actualmente en la catedral de Valladolid), después de intentar que fuese admitido, junto a su cuñado Gregorio de Ribera, como colaborador de Juan de Juni para realizar la pintura del retablo, hecho que el borgoñón no aceptó produciendo en el pintor un resentimiento que provocó el litigio. En 1548 los pintores Francisco Martínez y Antonio Vázquez, junto a Francisco Giralte, son elegidos como tasadores del Monumento de Semana Santa realizado por Juan de Juni para la iglesia de la Antigua.

En 1549 Antonio Vázquez concierta el Retablo de la iglesia de San Ginés de Villabrágima (Valladolid), del cual el pintor Juan de Villoldo cede al pintor Martín Alonso, vecino de Medina de Rioseco, la sexta parte de los trabajos, ocupándose de la escultura Francisco Giralte (Oración del Huerto y Calvario) y Juan Ortiz el Viejo.

Sabemos que en 1550 Antonio Vázquez está casado con una hermana del pintor Gregorio de Ribera por el testamento de este pintor publicado por García Chico. Años después, seguramente después de enviudar, contrae nuevas nupcias con Francisca Marlián, hija de una familia milanesa. En ese momento se ocupa de un retablo para Peñaflor de Hornija, del que sólo se conserva una tabla con el Padre Eterno. También pinta a medias con su cuñado Gregorio de Ribera el Retablo de la ermita de Santa Marina de Cigales.

En 1551 ejerce como fiador del contrato suscrito por el escultor Inocencio Berruguete y el pintor Miguel Barreda para realizar el Retablo de la iglesia de la Trinidad (Trinitarios Descalzos) de Valladolid, volviendo a aparecer en 1559 en Valladolid como fiador del Retablo de la iglesia de San Antón, según contrato extendido por doña Ana de Taxis con el escultor Gaspar de Palencia y su hijo Jerónimo Vázquez, también pintor.

Otras obras vallisoletanas son las siete tablas que integran el Retablo de la Asunción del monasterio de las Huelgas Reales, el actual Retablo de San Antonio de la iglesia de Santa Clara, un desmantelado retablo del que se conservan cinco tablas en el Museo de Valladolid (ingresadas tras la Desamortización), conjunto al que pertenece la tabla del Llanto sobre Cristo muerto de la que tratamos,  y la pintura de San Juan en la isla de Patmos del convento de Santa Catalina, hoy en la iglesia de San Pablo, a las que se suman varias tablas que guarda el Museo Nacional de Escultura. Asimismo, en la provincia le son atribuidas las ocho tablas del Retablo de Nuestra Señora del Rosario de Piña de Esgueva, el Retablo de la ermita de Nuestra Señora de Capilludos de Castrillo de Tejeriego y tablas localizadas en Villabáñez, Valdenebro de los Valles y San Martín de Valvení. Otras muchas obras se hallan desperdigadas por distintas iglesias, museos y colecciones privadas.

En 1561, según el censo de Valladolid, reside junto a su hijo Jerónimo en la Corredera de San Pablo, aunque también dispone de unas casas en la calle de Renedo. En 1563, actuando como testigo en un pleito declara tener 80 años, longevidad poco frecuente para su tiempo que se traduce en una abundante obra que gozó del favor popular. Debió morir en Valladolid alrededor de ese año.

Antonio Vázquez. Detalle de Santa Úrsula, compañeras de martirio
y donante, h. 1550. Museo de Valladolid
La obra de Antonio Vázquez es completamente ajena a la producción de su coetáneo Alonso Berruguete, manteniéndose a lo largo de toda su carrera más relacionada con el arte de Juan de Borgoña, en cuanto al componente idealista, y al primitivismo derivado de su posible aprendizaje junto al Maestro de Portillo —perteneciente al ámbito de los seguidores de Pedro Berruguete—, con cuya obra presenta sensibles analogías.

UNA OBRA REPRESENTATIVA: EL LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO

En el Museo de Valladolid se conservan cinco tablas, ingresadas a consecuencia de la Desamortización, que forman un conjunto que seguramente integró un desmantelado retablo que, por su contenido iconográfico, bien pudo pertenecer a algunos de los conventos franciscanos de Valladolid, como San Diego o San Francisco. Por sus formatos, podría deducirse que la tabla del Llanto sobre Cristo muerto ocuparía la casa central, mientras que las de la Misa de San Gregorio y Santa Úrsula con sus compañeras de martirio, que incluyen figuras de donantes, figurarían en las calles laterales, sobre las que se colocarían las del Bautismo de Cristo y los Estigmas de San Francisco, que comparten idéntico formato. Todas ellas responden a los modos de Antonio Vázquez, caracterizados por la inalterable plasmación de arcaísmos y características hispanoflamencas de finales del gótico, junto a tímidos elementos renacentistas, abundando el tamaño monumental de las figuras, el colorido uniforme y los tonos brillantes.

Antonio Vázquez. Detalle de Santa Úrsula, compañeras de martirio
y donante, h. 1550. Museo de Valladolid 
La escena del Llanto sobre Cristo muerto, que el pintor repetiría en otros de sus retablos hasta convertirse en un trabajo característico de su producción, presenta el momento inmediatamente posterior al Descendimiento de la cruz. La composición sigue un planteamiento muy elemental basado en la simetría marcada por el trozo de la cruz como eje principal, con la figura de Cristo como protagonista principal en primer plano, tres mujeres ocupando la parte central —la Virgen, María Salomé y María Cleofás— y a los lados, cerrando el conjunto, las figuras dolientes de San Juan y la Magdalena, diferenciadas por sus atuendos y la inclinación de sus cuerpos. No incluye las figuras de José de Arimatea y Nicodemo, habituales en este pasaje como ejecutores del desenclavo. Cristo se muestra con el cuerpo visiblemente llagado, desprovisto de la corona de espinas y la cabeza vuelta hacia el espectador, en el momento en que es colocado sobre un sudario en el regazo de la Virgen, junto a la que se agrupan el resto de los personajes de una forma compacta.

En la escena prevalece un fuerte patetismo, tanto en la gesticulación de las figuras como en las expresiones faciales, con los rostros recorridos por diminutos regueros de lágrimas. La Virgen comparte con Cristo los ojos entornados en un gesto de supremo dolor, lo que sutilmente la convierte en copasionaria. Entre las figuras femeninas, que comparten túnica, toca y manto recorrido por orlas doradas en los bordes, habituales en el pintor, destaca el elegante vestido de la Magdalena a base de ricos brocados dorados con formas vegetales al modo flamenco. Esta porta el tradicional tarro de perfumes y su cuerpo aparece envuelto por un manto rojo que encuentra su equilibrio compositivo en el de San Juan, colocado en el lado opuesto.

Antonio Vázquez. Detalle del Bautismo de Cristo, h. 1550
Museo de Valladolid
Tras una parte visible del madero de la cruz, como fondo aparece un escueto paisaje con la línea de horizonte colocada a media altura, recorriendo el celaje las características nubes en forma de cúmulus usadas por el pintor, que en esta pintura incorpora a los nimbos de tres de las figuras sagradas otros radiantes formados por finas líneas de disposición radial en torno a las cabezas de gran luminosidad, personalizando el de Cristo con lises que forman una cruz.

La tabla sintetiza los rasgos característicos del pintor, como el apego a las fórmulas hispanoflamencas, la ingenuidad de sus modelos, el uso de ciertos formulismos personales —rostros de frentes altas y despejadas, cejas muy marcadas, ojos con los lagrimales enrojecidos, grandes orejas, bocas entreabiertas, mentones afiladas—, la insinuación del brillo de las ondulaciones de los cabellos y barbas a través de diminutas pinceladas de tonos claros y brillantes, la reiterativa colocación de las figuras en posición de tres cuartos y la monótona tipología de los paisajes.   

Características son también sus figuras con un semblante ensimismado, pecando en ocasiones de inexpresividad, pero con una delicadeza y quietud que las proporciona un encanto especial, completamente alejadas de las distorsiones y agitaciones de los modelos manieristas del momento. Antonio Vázquez utiliza preferentemente una paleta fría de colores limpios y brillantes, con una variada gama de azules, generalmente con la fuente de luz que penetra desde la izquierda para modelar la volumetría de las figuras.
   
Antonio Vázquez. Detalle de la Misa de San Gregorio, h. 1550
Museo de Valladolid
Informe y fotografías: J. M. Travieso.





NOTAS

1 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Pinturas inéditas de Antonio Vázquez, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), tomo XXL, Universidad de Valladolid, 1959, p. 179. / Tablas inéditas de Antonio Vázquez. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), tomo XLVII, Universidad de Valladolid, 1981, pp. 441-443.
    
2 CAAMAÑO MARTÍNEZ, Jesús María: Antonio Vázquez (nuevos comentarios y obras). Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), tomo XXXVI, Universidad de Valladolid, 1970, pp. 193-204.

3 BRASAS EGIDO, José Carlos: El pintor Antonio Vázquez. Institución Cultural Simancas, Diputación de Valladolid, Valladolid, 1985.

Antonio Vázquez. Detalle de donante en la Misa de San Gregorio, h. 1550
Museo de Valladolid
4 PADRÓN MÉRIDA, Aída: Una tabla de la Virgen y San Bernardo por Antonio Vázquez. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), Núm. 52, Universidad de Valladolid, 1986, pp. 415-417. / Nuevas pinturas de Antonio Vázquez. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), Núm. 57, Universidad de Valladolid, 1991, pp. 357-360.

5 BRASAS EGIDO, José Carlos: Antonio Vázquez: Nuevas obras y algunas precisiones (A manera de “Addenda”). Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), tomo LI, 1985, pp. 467-474. / Antonio Vázquez: reflexiones sobre su pintura a propósito de dos nuevas obras. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, núm. 76, Madrid, 1993, pp. 513-522.





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