22 de diciembre de 2021

Visita virtual: EL COLUMPIO, espejo del erotismo galante dieciochesco







EL COLUMPIO

Jean-Honoré Fragonard (Grasse, 1732-París, 1806)

1767

Óleo sobre lienzo

The Wallace Collection, Londres

Pintura rococó

 

 







     A pesar de su discreto formato —81 x 64,2 centímetros— esta pintura de Fragonard, la más famosa del pintor y una de las joyas de la Wallace Collection de Londres, es uno de los iconos más emblemáticos del arte francés del siglo XVIII. En la escena se representa un jardín idílico en el que una joven mujer se balancea con donaire en un columpio que es empujado por su esposo, un hombre anciano y condescendiente que permanece en la penumbra. Con el movimiento del balanceo, la dama pícaramente lanza uno de sus zapatos al aire, mientras la falda se ahueca permitiendo mostrar sus piernas con medias —incluida una liga rosa— que son observadas con satisfacción por su joven amante, que escondido entre los arbustos responde a la sensual provocación ofreciendo simbólicamente su sombrero. De esta forma queda explícito el triángulo amoroso que es el tema central de la pintura. 

Fragonard incluye en la escena algunos elementos que con carácter simbólico contribuyen a la narración de este tema galante, como el perro, símbolo de la fidelidad, que ladra alarmado junto al anciano al detectar la presencia del amante. 

     También junto al esposo engañado aparece como elemento decorativo una fuente coronada por una escultura que representa un delfín sobre el que cabalga una pareja de putti que muestran un gesto de preocupación, uno con la mirada dirigida a la mujer y el otro hacia su esposo. En el lado opuesto, junto al amante escondido, se levanta un pedestal con un relieve de ménades danzando y coronado por una estatua de Cupido, dios del deseo amoroso, que con el dedo en los labios parece imponer silencio en tan comprometida situación, donde el amante responde a la provocación con gesto de sorpresa y complicidad.  Esta estatua de “Cupido amenazante” reproduce la realizada en 1757 por el escultor francés Etienne-Maurice Falconet para la Marquesa de Pompadour, favorita de Luis XV, destinada a un “templo del amor” de los jardines de Versalles, escultura que acabó en el Museo del Louvre. Otro elemento simbólico es el tramo deshilachado en una de las cuerdas que sujetan el columpio, lo que sugiere el riesgo de que se rompa, con resultados nefastos para la pícara mujer, tanto físicos como sentimentales. 

     El pintor recrea los primeros planos del jardín con un gran detallismo en flores, raíces, troncos, ramas, cuerdas y estatuas, así como en el vestuario de los personajes, aplicando al fondo una atmósfera vaporosa, con pinceladas muy fluidas, en la que el arbolado se difumina con maestría a través de tonos azulados y plateados, lo que se produce un logrado efecto de perspectiva aérea donde la suave luz penetra entre las ramas para incidir directamente sobre la figura femenina, al tiempo que se crean zonas de penumbra que con complicidad contribuyen a expresar el engaño. 

El tomo galante de la pintura es realzado por el matizado colorido, en el que, siguiendo los postulados del arte rococó, predominan los cálidos tonos pastel, especialmente tratados en el elegante vestido de seda de la dama, de tonos rosáceos, con azules pálidos en la pechera y con enaguas y medias blancas, en el sombrero de paja (recuerdo de que los ociosos aristócratas jugaban a ser campesinos), así como en el traje del amante, de tonos grises azulados. Igualmente, en los elementos paisajísticos predominan los colores suaves, con tonos verdes, azulados y amarillentos que contrastan con el color plateado del celaje. Todo el colorido original de la pintura ha sido recuperado en la limpieza realizada por The Wallace Collectión y llevada a cabo en 2021. 

     La escena tiene el carácter de una instantánea en la que todo es movimiento y dinamismo, representando justamente el instante fugaz en que el columpio se eleva permitiendo al amante observar el interior de la falda. En su composición el pintor utiliza hábilmente una diagonal que asciende desde el amante a las cuerdas del columpio, dividiendo la escena en dos partes: una reservada al pícaro juego de los amantes, otra reservada a la penumbra en que se encuentra el esposo. Contribuyen al dinamismo un calibrado juego de curvas, como la que recorre la figura femenina desde el brazo sujeto a la cuerda hasta el pie que pierde un zapato, así como las que establecen los troncos y las ramas, donde la naturaleza dominada de épocas anteriores da paso a una naturaleza de aspecto más salvaje y libre, creando un espacio umbrío que aumenta la sensualidad del tema. 

La pintura hay que enmarcarla dentro del contexto del arte rococó extendido por Francia durante el reinado de Luis XV, que afectó tanto a las artes mayores como a las artes decorativas aplicadas a muebles, lámparas, porcelanas, tapices, etc. En ese momento son frecuentes los salones alejados de la corte donde se celebraban debates, siendo en ellos donde surge el espíritu de las luces y la razón, pues los nobles abandonaron Versalles para establecerse en sus palacetes parisinos, a los que dotaron de una profusa decoración en busca de prestigio social. Asimismo, eran comunes entre la aristocracia los matrimonios de conveniencia, entre los que, una vez asegurada la descendencia, fue un hecho muy frecuente el tener amantes que no siempre se ocultaban. 

     La génesis de “El columpio” es relatada por el escritor Charles Collé en 1767, narrando en sus diarios y memorias que a finales de ese año el pintor de historia Gabriel-François Doyen recibió el encargo de un cortesano anónimo (según algunos el Barón de Saint-Julien, que desempeñaba en la corte el cargo de receptor general del clero francés) de pintar a su joven amante en un columpio empujado por un obispo, mientras él admiraba sus piernas desde abajo. Como Doyen había logrado un gran éxito en el Salón como autor de pintura religiosa se negó a realizar la pintura, proponiendo que fuese encargada a Fragonard.

En ese momento Fragonard, debido a sus problemas para cobrar de la administración los importantes encargos realizados para los sitios reales, decidió cambiar el rumbo profesional realizando cuadros de gabinete de menor formato y muy sofisticados para un círculo pequeño, culto y bien informado de la pintura de los viejos maestros. De modo que Fragonard con “El columpio”, donde sustituyó la figura del obispo por un hombre anciano e incorporó la escultura del Cupido amenazante de Falconet, realizó un relanzamiento de su carrera que le proporcionaría un gran éxito, siendo frecuentes las obras de contenido sensual, que consideró muy aptas para las percepciones del arte rococó. A partir de entonces combinaría el componente rococó con una interpretación prerromántica de naturaleza incontrolable, a menudo obscena, que ya está presente en “El columpio”, un cuadro que consolidó este título en 1782, cuando Nicolás de Launay, inspirándose en él, realizó uno de sus grabados. 

     “El columpio” a lo largo del tiempo ha pasado por distintos propietarios, entre ellos el duque de Morny y, tras ser vendido en París el 1 de junio de 1865, Richard Seymour-Conway, cuarto marqués de Hertford, acabando finalmente en el museo londinense de The Wallace Collection.

 

Informe: J. M. Travieso.
Fotografías: The Wallace Collection.

 




Etienne-Maurice Falconet. Cupido amenazante, 1757
Museo del Louvre












* * * * * 

18 de diciembre de 2021

El Museo Nacional de Escultura renueva parte de su colección permanente


El Museo Nacional de Escultura, como organismo vivo y dinámico, ha renovado parte de su colección permanente como primera parte de una actuación más amplia que se presentará en el primer trimestre de 2022. Con el fin de enriquecer los puntos de vista sobre la colección, esta primera actuación ha afectado a varias salas, unas de nueva creación y otras incorporando obras hasta ahora no contempladas. 

La remodelación expositiva responde a un criterio que tiene distintas finalidades, como el sacar a la luz obras nunca vistas por permanecer en los almacenes y el dar a conocer las piezas más importantes de las últimas adquisiciones, especialmente significativas en escultura renacentista, con obras de Alonso Berruguete, Juan de Juni o Diego de Siloé, y del barroco andaluz, con notable ejemplos de Pedro de Mena, Juan de Mesa, los Hermanos García o Luisa Roldán “La Roldana”, así como el crear escenarios imprevistos que establezcan un nuevo ritmo visual, el fomentar el diálogo entre los grandes talentos y los artistas menores, secundarios o anónimos para conocer la realidad histórica de la escultura, el ilustrar la función social y política de las imágenes en su contexto histórico y el divulgar la parte más técnica referida a materiales y procesos creativos. 


A continuación se relacionan las salas afectadas por la remodelación y las obras más importantes incorporadas en cada una de ellas. 

SALA 8b: Una cultura de la madera

Este espacio de nueva creación ilustra el modo de trabajar la madera en obras pensadas para retablos. Cuatro obras informan del proceso creativo ofreciendo el dorso de las esculturas con huellas de gubias y cinceles, rebajes para evitar las grietas, ensamblajes y prótesis. La idea responde al éxito que obtuvo este modo de presentación en la reciente exposición temporal titulada “Almacén”, donde se pudieron contemplar algunas de las obras que se guardan en los almacenes y que no están expuestas.

Obras incorporadas: Relieve de la Presentación de Jesús en el Templo, de Fray Rodrigo de Holanda, hacia 1530; Escultura de bulto de San Jorge venciendo al dragón, de autor anónimo aragonés, segundo tercio del siglo XVI; San Agustín de Hipona, de Adrián Álvarez, segunda mitad del siglo XVI; Ángel del retablo de la Inmaculada del convento de la Inmaculada de Salamanca, anónimo, 1753.

 

SALA 10: Estética del mármol
Completamente renovada para exponer en exclusiva obras en mármol y alabastro realizadas entre 1500 y 1600.

 

















Obras incorporadas:

San Sebastián. Juan de Juni (atribución), tercer cuarto del siglo XVI. Adquirida en 2017. Inevitablemente, su manierista disposición corporal recuerda a los esclavos de Miguel Ángel.

 







Cristo crucificado sostenido por Dios Padre
. Alonso Berruguete (atribución), hacia 1520. Adquirida en 2017.

 








Virgen con el Niño
. Diego de Siloé (atribución), hacia 1520. Adquirida en 2018.

 








Restos del monumento funerario de Don Diego de Avellaneda
. Felipe Bigarny, entre 1534 y 1566. Procedente del monasterio jerónimo de san Juan Bautista y santa Catalina de Espeja (Soria).

 







Busto-retrato de Felipe II
. Anónimo italiano, hacia 1550.

 








Virgen con el Niño
. Lucas Mitata (atribución), segunda mitad del siglo XVI. Adquirida en 2020.

 








San Onofre
. Juan de Anchieta, último cuarto del siglo XVI. Su anatomía vigorosa, su mano entre la barba y su gesto facial remite al Moisés de Miguel Ángel.

 







SALAS 11 Y 12: El retablo, obra de arte total: microarquitecturas e historias
Muestra el concepto del retablo como manifestación multidisciplinar, como ejemplo máximo de fluidez entre las artes, combinando estructuras arquitectónicas, figuras de bulto, relieves y pinturas.


 






Obras incorporadas:


Retablo del Bautismo de Cristo
. Esteban de Rueda, hacia 1621. Procedente del convento de San Juan Bautista de Tordesillas (Valladolid).

 








Retablo del Martirio de San Juan Bautista
. Esteban de Rueda, hacia 1621. Procedente del convento de San Juan Bautista de Tordesillas (Valladolid).

 








En la sala 12 se reúnen 13 relieves cuyas historias —pasajes evangélicos, vidas de eremitas, milagros, etc.— documentan la realidad española de la época a través de la presencia de esclavos africanos, cautivos de los berberiscos o la estigmatización social del leproso.
Imagen: Detalle de la polsera de un retablo con San Pedro y San Pablo. Anónimo, hacia 1555.


Relieves historiados de diferentes retablos.

Llanto sobre Cristo muerto. Esteban Jordán, entre 1567 y 1600.
Llanto sobre Cristo muerto. Pierres Picart, hacia 1560.
Milagro de San Cosme y San Damián. Isidro Villoldo, hacia 1547.
San Antonio Abad tentado por una mujer. Leonardo de Carrión, 1553-1559. 

 





SALA 16: El debate de la Inmaculada y otros santos
Dentro del barroco andaluz, se documenta sobre la controversia vivida en España en torno al tema de la Inmaculada y el arte como medio propagandístico. Asimismo, se reflejan las devociones populares en los procesos de santidad, unos con éxito y otros fracasados. 

Obras incorporadas:


Inmaculada
. Juan de Mesa, entre 1610 y 1615. Nueva adquisición presentada en público en julio de 2020.

 







SALA 17: Barroco andaluz, distintos materiales como medio de expresión








Obras incorporadas:


Relieve del Ecce Homo
, terracota policromada. Hermanos García, primera mitad del siglo XVII. Adquirido en 2020.

 








San José con el Niño
. Madera policromada. Pedro de Mena, entre 1656 y 1663. Nueva adquisición presentada en público en julio de 2019.

 











SALA 18: Una escultora en la Corte
Sala dedicada a Pedro Roldán y a su hija Luisa Roldán “La Roldana”, de cuyas “alhajas de escultura”, realizadas en terracota policromada han ingresado en el Museo recientemente magníficas muestras. Se acompaña de obras que ilustran sobre el barroco napolitano.

Obras incorporadas:


Vanitas o Niño Jesús dormido
, terracota policromada. Giovanni Battista Morelli, entre 1659 y 1669.

 








Virgen con el Niño o Virgen de la Leche
, terracota policromada. Luisa Roldán, entre 1689 y 1706. Obra adquirida en 2021.

 








Cabalgata de los Reyes Magos
(parte de las 19 esculturas que forman el cortejo), madera policromada. Luisa Roldán, entre 1670 y 1679. Obra presentada en público en marzo de 2018.

 







SALA 20: Escultura barroca del siglo XVIII
La renovación de las salas anteriores ha obligado el traslado a esta sala de la icónica cabeza de San Pablo, realizada por Juan Alonso de Villabrille y Ron en 1707 y procedente de la iglesia de San Pablo de Valladolid.


   





* * * * *

15 de diciembre de 2021

Conferencia: LA DIPLOMACIA DEL ELEFANTE, 15 de diciembre 2021



















LA DIPLOMACIA DEL ELEFANTE
Exotismo en el Belén del Museo Nacional de Escultura 

Contemplar un elefante en la Europa del siglo XVIII era semejante a sumirse en un sueño; una experiencia a medio camino entre la imaginación y la realidad. Estos fascinantes animales se convirtieron en un exclusivo regalo que los soberanos orientales ofrecían a sus homólogos europeos como una forma de bizarra diplomacia.

A propósito de la embajada otomana que recorre el Belén vallisoletano, Ignacio Guerra, investigador de la Uva, profundiza sobre esta cuestión tan poco conocida. 

* * * * *  

Belenes monumentales en Valladolid – Navidad 2021


Sugerencias para las visitas a los más bellos belenes monumentales de este año en Valladolid: 

Iglesia de Las Angustias 

El tradicional belén que diseña y monta el belenista José María Villa en el Salón de Pasos de la Cofradía Penitencial de Ntra. Sra. de las Angustias, en este caso en su XX edición, está dedicado al comercio de proximidad.

A diferencia de años anteriores, que se presentaba como una escena única, en esta ocasión se articula en seis dioramas: 

Carta a los Reyes Magos

Recuerdos de nuestra infancia: pequeños y mayores esperan con emoción la mágica Noche de Reyes. Es tanta la emoción, que en el silencio de la noche parece oírse el sonido de sus pasos y el roce de sus túnicas de seda. 

Diorama Escena navideña. Iglesia de las Angustias
Montando el belén en la sacristía

Diorama dedicado a Pepe Millaruelo y Mar, por su dedicación y amos a la Virgen de las Angustias. 

Comienzos de Helios

Reproduce la antigua confitería y cerería de Alejandrino Pérez en 1901, como reconocimiento a los patrocinadores de este belén durante sus veinte años de andadura. 

Escena navideña

Reproduce el aspecto de la Fuente Dorada de Valladolid a principios del siglo XX. Figuras realizadas con la técnica de impresión 3D. 

Casa de los Arcos

Diorama Montando el belén en la sacristía. Iglesia de las Angustias
Recreación de una casa de la región de Judea hacia el año uno de nuestra era. 

Navidad

Aquella noche hizo tanto frío que los pájaros, en sus ramas, se despertaron muchas veces. Y llegó la mañana vestida de blanco, porque la nieve que bajó del cielo todo lo dejó limpio (Gloria Fuertes, Cuentos de Navidad)

Misterio de autor anónimo, posiblemente de principios del siglo XX. 

Las figuran han sido realizadas por los afamados artesanos belenistas Juan José y Jesús Cerrada, de Los Palacios (Sevilla), a excepción de las tallas de los monaguillos de la cofradía, cotizadísimas piezas del taller gaditano, sito en El Puerto de Santa María, de los sucesores de Ángel Martínez".

 

Horario de visitas:
Hasta el 9 de enero 2022
Diorama Casa de los Arcos. Iglesia de las Angustias
A diario, de 12 a 14 y de 18 a 21 h.
Entrada gratuita
 
Palacio Pimentel-Diputación de Valladolid
Cristo nace en Valladolid
Belén Bíblico Monumental 2021-2022 

Recoge las escenas navideñas en diversos ámbitos de Valladolid y provincia. Se representan los castillos de Peñafiel, Curiel y Portillo, como paisaje de fondo en lo alto de sus respectivos cerros, las murallas y fortaleza de Urueña o la vista de Tordesillas desde las márgenes del Duero, atravesado por su puente románico que da acceso a la villa. Los arcos de San Sebastián de Medina de Rioseco también sirven para ilustrar los motivos del Belén.

Diorama Navidad. Iglesia de las Angustias
Las escenas navideñas perviven en los típicos ámbitos castellanos: bodegas, viñedos, establos, campos yermos y riberas regadas por el Duero. Cristo nace este año dentro de un palomar semiderruido en plena Tierra de Campos. El Ángel anuncia a María su milagrosa concepción dentro de una típica bodega castellana y los Magos avanzan hacia el portal tras entrevistarse con Herodes en uno de los típicos castillos de nuestra tierra… Bodegas, chozos, apriscos, viñedos, pinares, cerros y oteros conforman el paisaje del Belén de este año.

 

Horario de visitas:
Hasta el 9 de enero 2022- 1 de enero cerrado
A diario, de 11 a 14 y de 17 a 21 h.
24 y 31 de diciembre, de 11 a 14 h.
Entrada gratuita

 

Diorama Navidad. Iglesia de las Angustias
Sala de Exposiciones de Las Francesas

Pasajes del Belén 

La Asociación Belenista La Adoración ha diseñado este belén monumental como expresión de un arte colectivo.

Con un impresionante conjunto belenístico, de cuidada composición y numerosos detalles, se recrea la ciudad de Belén en el siglo I. Más de cien figuras presentan la estética de aquel momento en el que los textos sitúan los importantes acontecimientos bíblicos. 


Horario de visitas:
De martes a domingo, de 12 a 14 y de 18:30 a 21:30 h.
Entrada gratuita

Niño Jesús, Belén napolitano. Museo Nacional de Escultura
Museo Nacional de Escultura-Palacio de Villena

Belén napolitano
 
Horario de visitas:
Del 23 de diciembre 2021 al 5 de enero 2022
De martes a domingo: de 11 a 14 h. y de 16:30 a 21 h.
Domingo 2 de enero, de 11 a 14 h. y de 18 a 21 h.
Cerrado los días 24, 25, 27 y 31 de diciembre y 1 y 4 de enero.
Entrada gratuita.





Panorámica general. Belén Cristo nace en Valladolid
Palacio Pimentel-Diputación Provincial









Caserío de Tordesillas sobre el Duero. Belén Cristo nace en Valladolid
Palacio Pimentel-Diputación Provincial









Nacimiento en un palomar de Tierra de Campos. Belén Cristo nace en Valladolid
Palacio Pimentel-Diputación Provincial









Arco de San Sebastián, Medina de Rioseco
Belén Cristo nace en Valladolid
Palacio Pimentel-Diputación Provincial







* * * * *      

Presentación del libro de relatos de Domus Pucelae: ENTRE AMIGOS, 21 de diciembre 2021



















* * * * *

6 de diciembre de 2021

Exposición: EL MUSEO COMO DIVINA COMEDIA. EN TORNO A DANTE, del 3 de diciembre 2021 al 1 de mayo 2022



El Museo como Divina Comedia. En torno a Dante
Rincón Rojo-Colegio de San Gregorio
Museo Nacional de Escultura
Valladolid 

Recuperamos el Rincón Rojo del Colegio de San Gregorio con El Museo como Divina Comedia. En torno a Dante, una exposición-cápsula que aborda, desde una perspectiva singular, la obra maestra de este extraordinario poeta.

La muestra transita por cuatro territorios —Cosmos, Infierno, Purgatorio y Paraíso— que evocan, a través de catorce obras, algunos de los elementos de pensamiento sobre los que Dante concibió sus cantos. Entre ellas, una edición decimonónica de la Comedia ilustrada por John Flaxman que ha sido adquirida para el Museo por la Fundación de Amigos.

Este recorrido se complementa con Dantesca, un itinerario musical por la gran obra del poeta florentino.

Esta es solo una de las aportaciones del Museo en el 700 aniversario del fallecimiento de Dante Alighieri; la otra es el préstamo de tres importantes obras de nuestra colección a Inferno, la gran exposición dedicada a Dante organizada en las imponentes Escuderias del Quirinale, en Roma. 

Texto: Museo Nacional de Escultura. 

Visitas:

De martes a sábado, de 10 a 14 y de 16 a 19:30 h.
Domingos y festivos, de 10 a 14 h.
Entrada gratuita

* * * * *

Visita virtual: RETABLO MAYOR DE LA CARTUJA DE MIRAFLORES, de Gil de Siloé


 





RETABLO MAYOR DE LA CARTUJA DE MIRAFLORES

Gil de Siloé (Amberes, 1440 – Burgos, 1501) y Diego de la Cruz (policromía)

1496-1499

Madera de nogal policromada

Iglesia conventual de la Cartuja de Miraflores, Burgos

Escultura gótica, estilo hispanoflamenco

 

 






     El retablo mayor de la Cartuja de Miraflores constituye una obra maestra de la escultura gótica hispanoflamenca, sin parangón en el resto de España. Una verdadera joya en la que su autor, el maestro flamenco Gíl de Siloé, traza una original estructura y un repertorio decorativo que constituye una verdadera teofanía basada en las devociones de la comunidad de cartujos. El retablo, junto a su novedosa y espectacular estructura en forma de enorme tapiz, presenta múltiples singularidades iconográficas, entre ellas la monumental corona angélica que realza la figura del crucificado con significación eucarística, la atípica representación personificada del Espíritu Santo o la colocación sobre el sagrario de un torno giratorio que alberga seis paneles con relieves que permiten adaptar el ritual a las diferentes festividades litúrgicas. 

Cuando Gil de Siloé comienza la obra en 1496 había culminado tres años antes los fastuosos sepulcros en alabastro de los reyes Juan II de Castilla y León e Isabel de Portugal, así como el de su hijo el infante don Alfonso, el primero colocado en el centro del presbiterio, ante el retablo, y el segundo adosado al muro del Evangelio, muy próximo al anterior. La ingente maquinaria quedaba rematada en 1499, después de que el pintor Diego de la Cruz aplicara una exquisita policromía en la que utilizó la delicada técnica del “brocado aplicado”, originaria de los Países Bajos a principios del siglo XV, con la que consigue sorprendentes texturas en las indumentarias, a las que incorpora efectos de pastillaje para recrear pasamanería, adornos y joyas. 

Juan II con Santiago e Isabel de Portugal con Sta. Isabel

     De colosales dimensiones, desconocidas en su tiempo en el resto de Europa, el retablo se organiza en base a esquemas geométricos muy precisos, con dos espacios rectangulares superpuestos que podríamos denominar cuerpos, según la terminología habitual, con un ático formado por seis pináculos —cuatro de los cuales albergan esculturas— y cresterías caladas con tallos entrelazados, motivos vegetales y un caprichoso bestiario, motivos que se repiten en el guardapolvo que recorre los costados. El conjunto, compuesto por una cuidada mazonería, múltiples relieves y exquisitas esculturas de bulto de diferentes tamaños, en las que el gran maestre muestra su plenitud artística, tuvo un coste de 1.015.613 maravedises, cifra que superó lo percibido por los sepulcros de alabastro de los Reyes y del Infante juntos. Aunque no esté documentado quién realizó el encargo y quien financió la obra, parece evidente que fuera la reina Isabel la Católica, que hasta su muerte —según consta en su testamento— se ocupó de cumplir la voluntad de su padre Juan II, fundador de la Cartuja en 1442.

Escudo de Castilla y León de Juan II

     Para ejecutar una obra tan compleja, el maestre Gil de Siloé tuvo que contar con la colaboración de un nutrido taller, lo que explica la desigual ejecución de figuras y decoración que se aprecia en las partes más alejadas del espectador. 

El espacio inferior 

En el cuerpo inferior se reserva el espacio central para la colocación del sagrario —remodelado posteriormente, lo que obligó a elevar el torno-expositor que aparece encima—, a los lados del cual se organizan cuatro espacios separados por las grandes y exquisitas figuras en bulto redondo de San Juan Bautista, que sujeta sobre las Escrituras un pequeño cordero que prefigura el sacrificio de Cristo, y santa María Magdalena sujetando con delicadeza el tarro de ungüentos, ambos colocados a los lados del sagrario para representar a los patronos de la vida solitaria de los cartujos. Al mismo nivel, en los laterales, aparecen Santa Catalina de Alejandría, de gran devoción durante la Edad Media como defensora de la fe, con los tradicionales atributos de la espada, la rueda dentada, con corona y el emperador Majencio vencido a sus pies, y Santiago Apóstol, patrón de España y guía de los reyes, leyendo un libro y con el gorro y la escarcela de peregrino adornados por la concha de vieira, cuya presencia se relaciona con la inserción de Burgos en el Camino de Santiago. 

Santa Catalina de Alejandría y San Juan Bautista

     Entre estas monumentales esculturas, los cuatro espacios se organizan con relieves colocados a dos niveles. En los dos laterales, siguiendo el esquema de figuras donantes que son habituales en los bancos de muchos retablos, aparecen bajo doseletes calados los relieves de Juan II con el apóstol Santiago, su santo patrón, e Isabel de Portugal con Santa Isabel, reina que murió en 1496, cuando Gil de Siloé comenzaba el retablo. Ambas figuras se hallan colocadas de perfil, en actitud orante con las manos juntas a la altura del pecho y arrodilladas en reclinatorios cubiertos por ricos paños y sobre los que reposan libros de oraciones abiertos. Los padres de la reina Isabel la Católica aparecen idealizados y coronados, luciendo ricos mantos y protegidos a sus espaldas por los santos de su devoción, el rey por Santiago, con los mismos atributos de la talla anteriormente citada, en este caso con su mano derecha sobre la espalda del monarca, y la reina por Santa Isabel, con la cabeza cubierta por una toca y amparando a su lado a su hijo Juan el Bautista, que siguiendo un convencionalismo medieval se muestra a menor escala.

Santa María Magdalena y Santiago Apóstol

     Sobre los doseletes de estas figuras orantes, arrancan grandes troncos cuyas ramas se bifurcan, sugiriendo la genealogía regia, con las mismas pautas que las representaciones del Árbol de Jesé que el propio Gil de Siloé realizó en otros retablos. Sobre cada relieve se colocan monumentales motivos heráldicos bajo corona real y referidos a cada linaje. Sobre el rey Juan II aparece el escudo de armas de Castilla y León, sujetado por dos leones rampantes, y sobre la reina Isabel el de Castilla y León y Portugal, sujetado por dos ángeles tenantes, todo ello expresado con una talla de técnica muy depurada. 

En los espacios más próximos al sagrario se colocan a dos niveles escenas de la vida de Cristo. En la parte izquierda aparece bajo doseletes calados el altorrelieve de la Última Cena, con Cristo y los doce apóstoles dispuestos en torno a una mesa circular —con una perspectiva muy forzada— sobre la que reposan una gran variedad de utensilios y alimentos que realzan el sentido narrativo, incluyendo en la parte inferior la figura de María Magdalena ungiendo con perfume los pies de Cristo, un episodio que en realidad corresponde al pasaje de la cena en casa de Simón. El momento representado se centra en la traición de Judas, que colocado en primer plano y sujetando la bolsa de monedas de su recompensa, recibe el pan mojado de Jesús.

Detalle de Santa Catalina de Alejandría y María Magdalena

     Por encima se coloca un gran medallón en el que se representa la Anunciación, donde aparece la Virgen ante un reclinatorio sorprendida por la figura del arcángel San Gabriel, que con el caduceo de los mensajeros en la mano, con ricas vestiduras y acompañado de otros dos ángeles, le indica el mensaje divino representado en la parte superior, donde aparece Dios Padre, un haz de rayos con la figura de un niño y el Espíritu Santo en forma de paloma sobre la cabeza de María. A sus pies un búcaro con lirios es símbolo de pureza. 

Detalle de San Juan Bautista y Santiago

     En la parte derecha se repite el mismo esquema. Abajo con la representación del Prendimiento, con Judas besando a Cristo mientras es detenido por un grupo de soldados, mientras Malco, criado del Sumo Sacerdote, permanece en el suelo herido por la espada que porta San Pedro.

En la parte superior, en forma de medallón, se representa la Epifanía, con la figura sedente de María sujetando al Niño en sus rodillas, ocupándose el infante en abrir el presente que le entrega el rey Melchor postrado de rodillas, mientras al fondo Gaspar, acompañado de Baltasar, señala con su mano la estrella que les ha guiado al lugar. Igualmente, en un segundo plano, aparece San José sujetando un cayado. Tanto este medallón como el de la Anunciación, se remata con figuras de ángeles en los cuatro ángulos. 

Relieve de la Última Cena y detalle de Santa Catalina
El original expositor

Sirviendo de nexo entre los dos grandes espacios rectangulares, sobre el tabernáculo se coloca un original expositor, que adopta la forma de un marco reforzado en los costados por dos pilares con pequeñas figuras de santos, en cuyo interior un tambor giratorio acciona la rotación de seis paneles en relieve que permiten adaptar el retablo a los ciclos litúrgicos anuales. En estos se representan la Natividad del Señor, que incluye el Anuncio a los Pastores; el Bautismo de Cristo, con Cristo inmerso en el Jordán ocupando el eje central y los lados San Juan Bautista derramando el agua y un ángel sujetando la túnica de Jesús, mientras en el ángulo superior izquierdo de la figura de Dios Padre, con corona imperial y sujetando el orbe, emana un rayo con la figura del Espíritu Santo; en la Resurrección un ángel levanta la tapa del sepulcro del que emerge Cristo triunfante, que aparece acompañado por dos soldados adormilados, mientras al fondo acuden las santas mujeres que encontrarán el sepulcro vacío; original es la Ascensión, donde, en presencia de la Virgen y los apóstoles, Cristo se ha elevado a los cielos, permaneciendo sus huellas visibles en el monte; la escena del Pentecostés está presidida por la figura central de la Virgen, que siguiendo la tradición flamenca, lee un Libro de Horas. En la parte superior el Espíritu Santo envía rayos de fuego sobre los doce apóstoles, distribuidos a los lados en grupos de seis; el sexto relieve representa la Asunción de la Virgen, que aparece con las manos en actitud orante, pisando la luna y entre un gran resplandor, siendo conducida y coronada por tres parejas de ángeles. 

Medallones de la Anunciación y la Epifanía
El espacio superior 

En el segundo cuerpo Gil de Siloé muestra un diseño impactante por su originalidad, prevaleciendo el deseo de exaltación eucarística a través de la abundancia de círculos, especialmente por la gran corona formada por figuras de ángeles que forman tres ruedas en torno a la cruz en que aparece Cristo crucificado a escala monumental, componiendo un símbolo máximo de Redención que tiene su precedente en relieves y miniaturas medievales europeas. Reforzando esta idea, el escultor incluye sobre la cruz la figura de un gran pelícano que pica su pecho para alimentar con su sangre a sus crías, ave que simboliza el sacrificio de Cristo, según es citado por San Agustín en sus Enarraciones sobre los Salmos, dando lugar a una iconografía que se incorpora al Crucificado en tiempos del gótico. 

La Asunción en el torno-expositor

     La rueda angélica tiene sus propios matices. Los ángeles situados en la parte exterior, aludiendo a los tronos, visten túnica o alba y unen sus manos en oración. En la parte central, simbolizando la jerarquía de querubines, visten túnica dorada y cruzan sus manos sobre el pecho. Los ángeles de la rueda interior, considerados como serafines, muestran una estola cruzada sobre el alba al modo que los diáconos y presbíteros usaban en la liturgia de la misa, al tiempo que abren sus manos como ademán propio del oficio eucarístico. 

En la composición destaca por su monumentalidad, carácter emotivo y recursos casi expresionistas, la figura de Cristo crucificado, donde el estilo de Gil de Siloé, que adolece de cierta falta de expresión y rigidez formal, consigue un distanciamiento solemne y emotivo a través de sus valores dramáticos. Aunque el torso aparece tallado de forma elemental, el escultor cuida la ejecución de la cabeza, con una contenida expresión doliente en el rostro, larga melena que cae en forma de afilados filamentos sobre el pecho y una corona de espinas postiza elaborada con sogas y clavos insertados, así como el trazado de brazos y piernas, con un tratamiento sumamente estilizado que caracteriza la obra de este maestro. Las múltiples laceraciones y llagas aplicadas por Diego de la Cruz en la policromía acentúan el dramatismo y la expresividad de la talla. Como elemento narrativo, sobre la cruz aparece la cartela del “Inri” escrita en tres idiomas y de lectura invertida, siguiendo el modelo hebreo. Asimismo, en la base de la cruz se coloca un globo terráqueo que proclama el carácter universal de la Redención. 

Expositor: Anunciación, Bautismo de Cristo, Resurrección, Ascensión, Pentecostés y Asunción de la Virgen

     En la parte inferior, a los lados de la cruz y fuera del plano de la rueda angélica se sitúan las figuras de la Virgen, en su faceta de Dolorosa, y San Juan, que conforman un Calvario que acentúa el sentido redentor del conjunto. Si se realiza un análisis exhaustivo, en estas dos figuras se aprecia la intervención del taller, lo que merma la calidad expresiva de las mismas. Mientras que María vuelve su rostro compungido para no ver a su Hijo, San Juan eleva su mirada a Cristo con gesto de dolor y desamparo. 

Aspecto del cuerpo superior

     Dentro de la rueda angélica y formando una composición triangular con el vértice invertido, se inscribe una representación simbólica de la Trinidad compuesta por las figuras entronizadas de Dios Padre y del Espíritu Santo, que sujetan de forma reverencial la cruz de Cristo. El Padre, identificado por llevar la triple corona, aparece como un anciano —larga melena y largas barbas— en majestad, revestido de rica túnica y manto a modo de emperador, con profusión de oro y siguiendo una tipología realizada con frecuencia en el siglo XV. Atípica por infrecuente es la representación del Espíritu Santo personificado en un joven imberbe coronado al modo imperial, con larga melena y revestido de ropas sacerdotales, con la estola cruzada al pecho como signo de celebración eucarística. 

En los ángulos que establecen los brazos de la cruz, se colocan en círculos tangentes y bajo doseletes calados cuatro medallones con escenas de la Pasión que vienen a complementar el tema central de la Crucifixión. En la parte superior aparecen la Oración del Huerto y la Flagelación, mientras en la parte inferior lo hacen el Camino del Calvario y la Piedad

Cristo crucificado

     Los cuatro relieves acusan la intervención del taller, con una especial preocupación por el sentido narrativo que trazara el gran maestre, aunque alejados de la calidad que este infunde a sus tallas, especialmente apreciable en el relieve de la Flagelación. No obstante, no faltan detalles de calidad en cabezas y figuras, siendo la escena de la Piedad en la que se alcanzan mayores valores expresivos. 

Fuera de la corona angélica, en los vértices del rectángulo que conforma el segundo cuerpo, se hallan otros cuatro grandes medallones con las figuras de los Cuatro Evangelistas. Su iconografía sigue los modelos aparecidos en los manuscritos y en algunas representaciones realizadas desde el siglo XIII, esto es, como escribas sentados en pupitres y afanados en su trabajo, todos ellos acompañados por el correspondiente atributo del tetramorfos, con profusión de elementos narrativos, inclusión de largas filacterías, variedad en los tipos e indumentarias e incluso dotados de ciertos detalles irónicos. Todos ellos presentan una alta calidad de talla que induce a que sean consideradas obras autógrafas de Gil de Siloé.

Detalle de Cristo crucificado

     Su orden de presentación no es casual. En la parte más elevada, a la izquierda, se encuentra San Juan Evangelista, del que eran especialmente devotos Juan II y su hija Isabel la Católica. Como nota original, junto al libro abierto sobre el pupitre aparece un relieve con una representación de la Virgen con el Niño, que al estar rodeada por un resplandor se podría interpretar como una alusión a la visión de la mujer apocalíptica narrada por San Juan en Patmos. El relieve está recorrido por una larga filactería que serpentea entre las figuras del evangelista y del águila que le simboliza, al que con cierta ironía le ofrece sujetar con el pico el tintero mientras escribe.  

En la parte derecha se encuentra San Mateo, caracterizado como un escribano del siglo XV y acompañado por el atributo del ángel, que le sujeta el tintero mientras hace un alto en la escritura para observar la carga de tinta en el cálamo. Sobre el pupitre y el sillón del escritorio discurre una filactería con un texto tomado del propio evangelista: “Cum natus esset Jessus”.

La Virgen y San Juan a los pies de la cruz

     Completan el cuarteto en la parte baja los medallones de San Marcos en la izquierda y San Lucas en la derecha, que con la compañía de un león y un toro respectivamente repiten los mismos esquemas. La presencia destacada de los evangelistas deriva de la importancia de sus textos, ya que los libros revelados constituyen los pilares del cristianismo. 

Junto a los Cuatro Evangelistas y ocupando un espacio triangular junto a la corona angélica, aparecen los Cuatro Padres de la Iglesia, que portan los atributos usuales. En la parte superior se hallan a un lado San Gregorio, revestido de pontifical, con tierra papal, y al otro San Ambrosio, con ropas episcopales y mitra, ambos sujetando un báculo y las maquetas de edificios que simbolizan la Iglesia e identificados en la filacterías que bordean sus cuerpos. Del mismo modo, aparecen en la parte inferior San Jerónimo, vestido de cardenal, escribiendo la Biblia Vulgata, con una iglesia al fondo y acompañado del tradicional león al que, según la leyenda, tras liberarle de una espina en la pata le acompañó en el desierto. En el lado opuesto de halla San Agustín, revestido de obispo, con mitra, sujetando un báculo y ofreciendo la maqueta de un templo con un pequeño campanario. 

Detalle de la Virgen y de la corona angélica

     Con igual simbolismo que este grupo de teólogos, considerados los pilares de la Iglesia, entre los medallones de los Evangelistas y a cada lado de la corona angélica se sitúan las grandes figuras exentas de San Pedro y San Pablo, que leyendo libros portan los habituales atributos de las llaves y la espada. 


En los extremos del gran espacio rectangular, a modo de pequeñas calles situadas junto al guardapolvos, se colocan dos pilares rematados con pináculos que albergan peanas y doseletes bajo los que se colocan ocho esculturas de santos y santas, entre las que se encuentran dos papas no identificados, los diáconos protomártires San Lorenzo y San Esteban, así como las figuras femeninas de Santa Lucía y Santa Bárbara, cuya delicada tipología recuerda al conjunto de santas que Gil de Siloé hiciera para el retablo de Santa Ana de la Capilla del Condestable de la catedral burgalesa.

Representación de la Trinidad

     El mismo tipo de pináculos, con peanas y doseletes, se repite en el ático, que sustentado sobre una cornisa calada a modo de filigrana y decorada con figuras de animales fantásticos y niños entrelazados con tallos y cardinas, presenta cuatro hornacinas con santos. En las dos centrales se encuentran los santos dominicos Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden, nacido en 1170 en la población burgalesa de Caleruega, al que acompaña el atributo de un perro a sus pies; a su lado está San Pedro Mártir, el inquisidor asesinado por los herejes cátaros, que muestra su herida en la cabeza. La presencia de estos santos dominicos se atribuye a la estrecha colaboración de Fray Tomás de Torquemada y Fray Diego de Deza con la reina Isabel la Católica, promotora del retablo. Los santos colocados en los laterales representan profetas, uno de ellos portando una filactería que le identifica como Isaías. 

Trinidad: Detalles de Dios Padre y del Espíritu Santo

     Rellena las superficies del guardapolvo una exuberante decoración vegetal, en oro sobre fondo azul, que con forma de filigrana monumental repite los mismos motivos que presentan las cresterías del ático, con gruesos tallos de los que surgen grandes hojas y frutos con forma de mazorcas, así como estrellas de seis puntas que se repiten por todo el fondo del retablo. Figuras de leones tumbados separan la parte superior del guardapolvo y la inferior, donde los motivos decorativos son más austeros, con arquerías góticas entre las que se intercalan estrellas. 

El retablo de la iglesia conventual de la Cartuja de Miraflores es, por todo lo expuesto, una obra maestra en su diseño y proporcionada estructuración, concebida por su artífice, Gil de Siloé, para producir un fuerte impacto visual capaz de exaltar la significación eucarística acorde con las preferencias de los cartujos. En su composición presenta figuras y escenas de extremada perfección que se sitúan entre lo más destacado del gótico hispano, contribuyendo la colaboración del pintor Diego de la Cruz en la policromía a conseguir un aspecto deslumbrante que todavía sigue impresionando a cuantos lo contemplan. 

Medallones de la Flagelación y la Piedad o Quinta Angustia

     El conjunto fue restaurado entre los años 2006 y 2007 por la Dirección General de Patrimonio y Bienes Culturales de la Junta de Castilla y León, siendo consolidados los desajustes producidos en su estructura por el paso del tiempo, así como atajados los problemas producidos por los xilófagos y la humedad, junto a la limpieza de una capa de polvo secular. 


Izda: San Juan Evangelista y San Gregorio / Dcha: San Mateo y San Ambrosio

Informe: J. M. Travieso.

 






Izda: San Marcos y San Jerónimo / Dcha: San Lucas y San Agustín








Detalles de San Juan Evangelista y San Lucas








Pelícano como símbolo de Cristo y detalle de las cresterías del ático








El retablo visto desde abajo








Exterior de la Cartuja de Miraflores, Burgos







* * * * *