LLANTO SOBRE
CRISTO MUERTO
Antonio
Vázquez (Valladolid?, 1485-Valladolid, hacia 1563)
Hacia 1550
Óleo sobre
tabla
Museo de
Valladolid
Pintura
renacentista española. Escuela castellana
En ocasión anterior abordábamos este tema iconográfico
tan frecuente en la escultura del siglo XVI. Con las mismas pautas y
planteamientos también fue representado repetidamente por los pintores de la
época, siendo una escena constante en los conjuntos retablísticos, en la
mayoría de los casos colocada en el centro del banco. Ahora fijamos nuestra
atención en una tabla debida a los pinceles de Antonio Vázquez, un pintor
notable y fecundo que en la primera mitad del siglo XVI obtuvo éxito y prestigio
en el panorama de la pintura vallisoletana, pero cuya obra sigue siendo en
nuestro tiempo insuficientemente conocida y valorada, con el corpus de su
abundante producción todavía pendiente de definir y ampliar.
EL PINTOR ANTONIO VÁZQUEZ
En líneas generales, se puede afirmar que Antonio
Vázquez fue un pintor que consolidó su estilo dentro de los cánones de la
pintura hispanoflamenca, permaneciendo fiel a sus planteamientos personales, a
lo largo de toda su carrera, cuando en Castilla, y más concretamente en el
entorno de Valladolid y Palencia, ya habían triunfado las novedades
renacentistas de inspiración italiana a través de la obra de Alonso Berruguete
y sus seguidores. Sería, por tanto, un pintor algo "anticuado" para
su tiempo y ámbito de trabajo. Sin embargo, a pesar de la escasa evolución que
presenta su producción, seguramente por razones comerciales determinadas por el
gusto de su clientela, en ella Antonio Vázquez mantiene un alto nivel de
calidad expresado mediante toda una serie de formulismos personales, apreciándose tan sólo
en su etapa final un tímido acercamiento al manierismo de mediados del siglo
XVI, a la delicadeza italianizante y a las influencias rafaelescas.
Totalmente desconocido en la historiografía
española, fue a finales del siglo XIX cuando el Conde de la Viñaza le citó por
primera vez en sus Adiciones al
Diccionario de Juan Agustín Cean Bermúdez de 1889-1894, a partir de una
escritura notarial fechada en Valladolid en 1554. Después sería Martí y Monsó
el primero en estudiarle someramente y posteriormente Agapito y Revilla, que no
obstante aplicaron a su pintura los injustos calificativos de "atrasada y
arcaica". Tiempo después era Diego Angulo Íñiguez quien configuró un
catálogo inicial con obras del maestro.
Ya con criterios más actuales, fueron Juan José
Martín González1 y Jesús María Caamaño Martínez2 quienes
de nuevo fijaron sus ojos en el pintor divulgando su obra en pequeños artículos
académicos, a pesar de lo cual, incomprensiblemente Antonio Vázquez permaneció
oculto en la bruma de la memoria hasta que en 1985 el historiador José Carlos
Brasas Egido publicó un estudio monográfico3 que incluía un decisivo
catálogo de obras, punto de partida para posteriores estudios4 que
han ido aportando nuevos datos, incluidos los realizados por él mismo5,
una labor dificultada por la desaparición de la mayor parte de sus obras
documentadas.
Se presupone el nacimiento de Antonio Vázquez en
1485, posiblemente en Valladolid, ya que en 1525, cuando presta declaración en
un pleito declara tener 40 años. Dicho pleito estuvo motivado por el
compromiso del Merino Mayor don Alonso Niño de otorgarle la realización de un
tríptico para Nuestra Señora de San Lorenzo que habría de realizar con otro
compañero residente en León. Pero dos días antes de la llegada del pintor leonés,
el comitente firmó el contrato con Alonso Berruguete, pintor a favor del cual,
a pesar de todo, testificó Antonio Vázquez.
Conocemos su actividad en Valladolid desde
1530, año en que un grupo de pintores encabezado por Alonso
Berruguete dirigen desde Medina del Campo un memorial al emperador Carlos sobre
la fabricación y venta de albayalde (pigmento blanco usado en la pintura
artística), entre los que figuraba Antonio Vázquez. Años después comienza a
realizar trabajos decorativos y pinturas para retablos, en algunos de ellos
asociado al escultor Gaspar de Tordesillas, como el Retablo de la Resurrección, contratado en 1536 por Juan
Gutiérrez Alderete, escribano de la Audiencia, para la capilla que doña Isabel
Hernández de Alderete disponía en la iglesia del Salvador de Simancas, donde
todavía se conserva.
En 1537 el bachiller Francisco Hernández
Vallejo, relator de la contaduría mayor de S. M., le encarga la pintura y el
dorado del Retablo de la capilla de San
Lucas de la iglesia vallisoletana de San Lorenzo, de la que era
propietario, obra que no se ha conservado, realizando ese mismo año pequeños
trabajos para la iglesia de Santa María la Antigua de Valladolid. En 1538 se
ocupa en dorar en oro y carmesí una cama destinada al infante don Felipe, de 11
años, rey de España desde 1556. En 1541 es el licenciado Jerónimo de Virtués quien
le paga la pintura de un Calvario y
el dorado del Retablo de Cristo colocado en el monasterio de Santa María la
Real de Nieva (Segovia).
En 1543 recibe del Ayuntamiento de Valladolid,
junto al escultor Gaspar de Tordesillas y el pintor Melchor de Barreda, el
importe de los trabajos de la realización de unos arcos conmemorativos
instalados en la ciudad para recibir la llegada de la infanta María de
Portugal, que sería la primera esposa del infante don Felipe. En 1544 sigue
realizando trabajos para la iglesia de la Antigua, en este caso pintando dos
facistoles, y en 1545 colabora con el pintor Diego de Arroyo, bajo la dirección
de Gaspar de Tordesillas, en la decoración del túmulo funerario de la princesa
María Manuela de Portugal, esposa del infante don Felipe, fallecida ese año.
A continuación Antonio Vázquez pasa a estar
asociado al escultor palentino Francisco Giralte, siendo uno de los promotores
del pleito que dicho escultor establece contra Juan de Juni en la pugna por
realizar el retablo de la iglesia de la Antigua (actualmente en la catedral de
Valladolid), después de intentar que fuese admitido, junto a su cuñado Gregorio
de Ribera, como colaborador de Juan de Juni para realizar la pintura del
retablo, hecho que el borgoñón no aceptó produciendo en el pintor un
resentimiento que provocó el litigio. En 1548 los pintores Francisco Martínez y
Antonio Vázquez, junto a Francisco Giralte, son elegidos como tasadores del
Monumento de Semana Santa realizado por Juan de Juni para la iglesia de la
Antigua.
En 1549 Antonio Vázquez concierta el Retablo de la iglesia de San Ginés de
Villabrágima (Valladolid), del cual el pintor Juan de Villoldo cede al pintor
Martín Alonso, vecino de Medina de Rioseco, la sexta parte de los trabajos,
ocupándose de la escultura Francisco Giralte (Oración del Huerto y Calvario) y
Juan Ortiz el Viejo.
Sabemos que en 1550 Antonio Vázquez está
casado con una hermana del pintor Gregorio de Ribera por el testamento de este
pintor publicado por García Chico. Años después, seguramente después de
enviudar, contrae nuevas nupcias con Francisca Marlián, hija de una familia
milanesa. En ese momento se ocupa de un retablo para Peñaflor de Hornija, del
que sólo se conserva una tabla con el Padre
Eterno. También pinta a medias con su cuñado Gregorio de Ribera el Retablo de la ermita de Santa Marina de
Cigales.
En 1551 ejerce como fiador del contrato
suscrito por el escultor Inocencio Berruguete y el pintor Miguel Barreda para
realizar el Retablo de la iglesia de la Trinidad (Trinitarios Descalzos) de
Valladolid, volviendo a aparecer en 1559 en Valladolid como fiador del Retablo
de la iglesia de San Antón, según contrato extendido por doña Ana de Taxis con
el escultor Gaspar de Palencia y su hijo Jerónimo Vázquez, también pintor.
Otras obras vallisoletanas son las siete
tablas que integran el Retablo de la
Asunción del monasterio de las Huelgas Reales, el actual Retablo de San Antonio de la iglesia de
Santa Clara, un desmantelado retablo del que se conservan cinco tablas en el
Museo de Valladolid (ingresadas tras la Desamortización), conjunto al que
pertenece la tabla del Llanto sobre
Cristo muerto de la que tratamos, y
la pintura de San Juan en la isla de
Patmos del convento de Santa Catalina, hoy en la iglesia de San Pablo, a las que se suman varias tablas que guarda el Museo Nacional de Escultura.
Asimismo, en la provincia le son atribuidas las ocho tablas del Retablo de Nuestra Señora del Rosario de
Piña de Esgueva, el Retablo de la ermita
de Nuestra Señora de Capilludos de Castrillo de Tejeriego y tablas localizadas
en Villabáñez, Valdenebro de los Valles y San Martín de Valvení. Otras muchas
obras se hallan desperdigadas por distintas iglesias, museos y colecciones
privadas.
En 1561, según el censo de Valladolid, reside
junto a su hijo Jerónimo en la Corredera de San Pablo, aunque también dispone
de unas casas en la calle de Renedo. En 1563, actuando como testigo en un
pleito declara tener 80 años, longevidad poco frecuente para su tiempo que se traduce en una abundante obra que gozó del favor popular. Debió morir en
Valladolid alrededor de ese año.
Antonio Vázquez. Detalle de Santa Úrsula, compañeras de martirio y donante, h. 1550. Museo de Valladolid |
La obra de Antonio Vázquez es completamente
ajena a la producción de su coetáneo Alonso Berruguete, manteniéndose a lo
largo de toda su carrera más relacionada con el arte de Juan de Borgoña, en
cuanto al componente idealista, y al primitivismo derivado de su posible
aprendizaje junto al Maestro de Portillo —perteneciente al ámbito de los
seguidores de Pedro Berruguete—, con cuya obra presenta sensibles analogías.
UNA OBRA REPRESENTATIVA: EL LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO
En el Museo de Valladolid se conservan cinco
tablas, ingresadas a consecuencia de la Desamortización, que forman un conjunto
que seguramente integró un desmantelado retablo que, por su contenido
iconográfico, bien pudo pertenecer a algunos de los conventos franciscanos de
Valladolid, como San Diego o San Francisco. Por sus formatos, podría deducirse
que la tabla del Llanto sobre Cristo
muerto ocuparía la casa central, mientras que las de la Misa de San Gregorio y Santa Úrsula con sus compañeras de martirio,
que incluyen figuras de donantes, figurarían en las calles laterales, sobre las
que se colocarían las del Bautismo de
Cristo y los Estigmas de San
Francisco, que comparten idéntico formato. Todas ellas responden a los
modos de Antonio Vázquez, caracterizados por la inalterable plasmación de
arcaísmos y características hispanoflamencas de finales del gótico, junto a
tímidos elementos renacentistas, abundando el tamaño monumental de las figuras,
el colorido uniforme y los tonos brillantes.
Antonio Vázquez. Detalle de Santa Úrsula, compañeras de martirio y donante, h. 1550. Museo de Valladolid |
La escena del Llanto sobre Cristo muerto, que el pintor repetiría en otros de sus
retablos hasta convertirse en un trabajo característico de su producción,
presenta el momento inmediatamente posterior al Descendimiento de la cruz. La
composición sigue un planteamiento muy elemental basado en la simetría marcada
por el trozo de la cruz como eje principal, con la figura de Cristo como
protagonista principal en primer plano, tres mujeres ocupando la parte central —la
Virgen, María Salomé y María Cleofás— y a los lados, cerrando el conjunto, las
figuras dolientes de San Juan y la Magdalena, diferenciadas por sus atuendos y
la inclinación de sus cuerpos. No incluye las figuras de José de Arimatea y
Nicodemo, habituales en este pasaje como ejecutores del desenclavo. Cristo se
muestra con el cuerpo visiblemente llagado, desprovisto de la corona de espinas
y la cabeza vuelta hacia el espectador, en el momento en que es colocado sobre
un sudario en el regazo de la Virgen, junto a la que se agrupan el resto de los
personajes de una forma compacta.
En la escena prevalece un fuerte patetismo,
tanto en la gesticulación de las figuras como en las expresiones faciales, con
los rostros recorridos por diminutos regueros de lágrimas. La Virgen comparte
con Cristo los ojos entornados en un gesto de supremo dolor, lo que sutilmente
la convierte en copasionaria. Entre las figuras femeninas, que comparten túnica,
toca y manto recorrido por orlas doradas en los bordes, habituales en el
pintor, destaca el elegante vestido de la Magdalena a base de ricos brocados dorados
con formas vegetales al modo flamenco. Esta porta el tradicional tarro de
perfumes y su cuerpo aparece envuelto por un manto rojo que encuentra su equilibrio
compositivo en el de San Juan, colocado en el lado opuesto.
Antonio Vázquez. Detalle del Bautismo de Cristo, h. 1550 Museo de Valladolid |
Tras una parte visible del madero de la cruz,
como fondo aparece un escueto paisaje con la línea de horizonte colocada a
media altura, recorriendo el celaje las características nubes en forma de
cúmulus usadas por el pintor, que en esta pintura incorpora a los nimbos de tres
de las figuras sagradas otros radiantes formados por finas líneas de disposición
radial en torno a las cabezas de gran luminosidad, personalizando el de Cristo
con lises que forman una cruz.
La tabla sintetiza los rasgos característicos
del pintor, como el apego a las fórmulas hispanoflamencas, la ingenuidad de sus
modelos, el uso de ciertos formulismos personales —rostros de frentes altas y
despejadas, cejas muy marcadas, ojos con los lagrimales enrojecidos, grandes
orejas, bocas entreabiertas, mentones afiladas—, la insinuación del brillo de
las ondulaciones de los cabellos y barbas a través de diminutas pinceladas de
tonos claros y brillantes, la reiterativa colocación de las figuras en posición
de tres cuartos y la monótona tipología de los paisajes.
Características son también sus figuras con un
semblante ensimismado, pecando en ocasiones de inexpresividad, pero con una
delicadeza y quietud que las proporciona un encanto especial, completamente
alejadas de las distorsiones y agitaciones de los modelos manieristas del
momento. Antonio Vázquez utiliza preferentemente una paleta fría de colores
limpios y brillantes, con una variada gama de azules, generalmente con la
fuente de luz que penetra desde la izquierda para modelar la volumetría de las
figuras.
Antonio Vázquez. Detalle de la Misa de San Gregorio, h. 1550 Museo de Valladolid |
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Pinturas
inéditas de Antonio Vázquez, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y
Arqueología (BSAA), tomo XXL, Universidad de Valladolid, 1959, p. 179. / Tablas inéditas de Antonio Vázquez. Boletín
del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), tomo XLVII, Universidad
de Valladolid, 1981, pp. 441-443.
2 CAAMAÑO MARTÍNEZ, Jesús María: Antonio Vázquez (nuevos comentarios
y obras). Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), tomo
XXXVI, Universidad de Valladolid, 1970, pp. 193-204.
3 BRASAS EGIDO, José Carlos: El
pintor Antonio Vázquez. Institución Cultural Simancas, Diputación de
Valladolid, Valladolid, 1985.
Antonio Vázquez. Detalle de donante en la Misa de San Gregorio, h. 1550 Museo de Valladolid |
4 PADRÓN MÉRIDA, Aída: Una tabla
de la Virgen y San Bernardo por Antonio Vázquez. Boletín del Seminario de
Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), Núm. 52, Universidad de Valladolid,
1986, pp. 415-417. / Nuevas pinturas de
Antonio Vázquez. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología
(BSAA), Núm. 57, Universidad de Valladolid, 1991, pp. 357-360.
5 BRASAS EGIDO, José Carlos: Antonio
Vázquez: Nuevas obras y algunas precisiones (A manera de “Addenda”). Boletín
del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), tomo LI, 1985, pp.
467-474. / Antonio Vázquez: reflexiones
sobre su pintura a propósito de dos nuevas obras. Boletín de la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, núm. 76, Madrid, 1993, pp. 513-522.
* * * * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario