19 de enero de 2018

Theatrum: LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO, un fecundo pintor de estilo inalterable









LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO
Antonio Vázquez (Valladolid?, 1485-Valladolid, hacia 1563)
Hacia 1550
Óleo sobre tabla
Museo de Valladolid
Pintura renacentista española. Escuela castellana











En ocasión anterior abordábamos este tema iconográfico tan frecuente en la escultura del siglo XVI. Con las mismas pautas y planteamientos también fue representado repetidamente por los pintores de la época, siendo una escena constante en los conjuntos retablísticos, en la mayoría de los casos colocada en el centro del banco. Ahora fijamos nuestra atención en una tabla debida a los pinceles de Antonio Vázquez, un pintor notable y fecundo que en la primera mitad del siglo XVI obtuvo éxito y prestigio en el panorama de la pintura vallisoletana, pero cuya obra sigue siendo en nuestro tiempo insuficientemente conocida y valorada, con el corpus de su abundante producción todavía pendiente de definir y ampliar.

EL PINTOR ANTONIO VÁZQUEZ

En líneas generales, se puede afirmar que Antonio Vázquez fue un pintor que consolidó su estilo dentro de los cánones de la pintura hispanoflamenca, permaneciendo fiel a sus planteamientos personales, a lo largo de toda su carrera, cuando en Castilla, y más concretamente en el entorno de Valladolid y Palencia, ya habían triunfado las novedades renacentistas de inspiración italiana a través de la obra de Alonso Berruguete y sus seguidores. Sería, por tanto, un pintor algo "anticuado" para su tiempo y ámbito de trabajo. Sin embargo, a pesar de la escasa evolución que presenta su producción, seguramente por razones comerciales determinadas por el gusto de su clientela, en ella Antonio Vázquez mantiene un alto nivel de calidad expresado mediante toda una serie de formulismos personales, apreciándose tan sólo en su etapa final un tímido acercamiento al manierismo de mediados del siglo XVI, a la delicadeza italianizante y a las influencias rafaelescas.

Totalmente desconocido en la historiografía española, fue a finales del siglo XIX cuando el Conde de la Viñaza le citó por primera vez en sus Adiciones al Diccionario de Juan Agustín Cean Bermúdez de 1889-1894, a partir de una escritura notarial fechada en Valladolid en 1554. Después sería Martí y Monsó el primero en estudiarle someramente y posteriormente Agapito y Revilla, que no obstante aplicaron a su pintura los injustos calificativos de "atrasada y arcaica". Tiempo después era Diego Angulo Íñiguez quien configuró un catálogo inicial con obras del maestro.

Ya con criterios más actuales, fueron Juan José Martín González1 y Jesús María Caamaño Martínez2 quienes de nuevo fijaron sus ojos en el pintor divulgando su obra en pequeños artículos académicos, a pesar de lo cual, incomprensiblemente Antonio Vázquez permaneció oculto en la bruma de la memoria hasta que en 1985 el historiador José Carlos Brasas Egido publicó un estudio monográfico3 que incluía un decisivo catálogo de obras, punto de partida para posteriores estudios4 que han ido aportando nuevos datos, incluidos los realizados por él mismo5, una labor dificultada por la desaparición de la mayor parte de sus obras documentadas.

Se presupone el nacimiento de Antonio Vázquez en 1485, posiblemente en Valladolid, ya que en 1525, cuando presta declaración en un pleito declara tener 40 años. Dicho pleito estuvo motivado por el compromiso del Merino Mayor don Alonso Niño de otorgarle la realización de un tríptico para Nuestra Señora de San Lorenzo que habría de realizar con otro compañero residente en León. Pero dos días antes de la llegada del pintor leonés, el comitente firmó el contrato con Alonso Berruguete, pintor a favor del cual, a pesar de todo, testificó Antonio Vázquez.

Conocemos su actividad en Valladolid desde 1530, año en que un grupo de pintores encabezado por Alonso Berruguete dirigen desde Medina del Campo un memorial al emperador Carlos sobre la fabricación y venta de albayalde (pigmento blanco usado en la pintura artística), entre los que figuraba Antonio Vázquez. Años después comienza a realizar trabajos decorativos y pinturas para retablos, en algunos de ellos asociado al escultor Gaspar de Tordesillas, como el Retablo de la Resurrección, contratado en 1536 por Juan Gutiérrez Alderete, escribano de la Audiencia, para la capilla que doña Isabel Hernández de Alderete disponía en la iglesia del Salvador de Simancas, donde todavía se conserva.  

En 1537 el bachiller Francisco Hernández Vallejo, relator de la contaduría mayor de S. M., le encarga la pintura y el dorado del Retablo de la capilla de San Lucas de la iglesia vallisoletana de San Lorenzo, de la que era propietario, obra que no se ha conservado, realizando ese mismo año pequeños trabajos para la iglesia de Santa María la Antigua de Valladolid. En 1538 se ocupa en dorar en oro y carmesí una cama destinada al infante don Felipe, de 11 años, rey de España desde 1556. En 1541 es el licenciado Jerónimo de Virtués quien le paga la pintura de un Calvario y el dorado del Retablo de Cristo colocado en el monasterio de Santa María la Real de Nieva (Segovia).

En 1543 recibe del Ayuntamiento de Valladolid, junto al escultor Gaspar de Tordesillas y el pintor Melchor de Barreda, el importe de los trabajos de la realización de unos arcos conmemorativos instalados en la ciudad para recibir la llegada de la infanta María de Portugal, que sería la primera esposa del infante don Felipe. En 1544 sigue realizando trabajos para la iglesia de la Antigua, en este caso pintando dos facistoles, y en 1545 colabora con el pintor Diego de Arroyo, bajo la dirección de Gaspar de Tordesillas, en la decoración del túmulo funerario de la princesa María Manuela de Portugal, esposa del infante don Felipe, fallecida ese año.

A continuación Antonio Vázquez pasa a estar asociado al escultor palentino Francisco Giralte, siendo uno de los promotores del pleito que dicho escultor establece contra Juan de Juni en la pugna por realizar el retablo de la iglesia de la Antigua (actualmente en la catedral de Valladolid), después de intentar que fuese admitido, junto a su cuñado Gregorio de Ribera, como colaborador de Juan de Juni para realizar la pintura del retablo, hecho que el borgoñón no aceptó produciendo en el pintor un resentimiento que provocó el litigio. En 1548 los pintores Francisco Martínez y Antonio Vázquez, junto a Francisco Giralte, son elegidos como tasadores del Monumento de Semana Santa realizado por Juan de Juni para la iglesia de la Antigua.

En 1549 Antonio Vázquez concierta el Retablo de la iglesia de San Ginés de Villabrágima (Valladolid), del cual el pintor Juan de Villoldo cede al pintor Martín Alonso, vecino de Medina de Rioseco, la sexta parte de los trabajos, ocupándose de la escultura Francisco Giralte (Oración del Huerto y Calvario) y Juan Ortiz el Viejo.

Sabemos que en 1550 Antonio Vázquez está casado con una hermana del pintor Gregorio de Ribera por el testamento de este pintor publicado por García Chico. Años después, seguramente después de enviudar, contrae nuevas nupcias con Francisca Marlián, hija de una familia milanesa. En ese momento se ocupa de un retablo para Peñaflor de Hornija, del que sólo se conserva una tabla con el Padre Eterno. También pinta a medias con su cuñado Gregorio de Ribera el Retablo de la ermita de Santa Marina de Cigales.

En 1551 ejerce como fiador del contrato suscrito por el escultor Inocencio Berruguete y el pintor Miguel Barreda para realizar el Retablo de la iglesia de la Trinidad (Trinitarios Descalzos) de Valladolid, volviendo a aparecer en 1559 en Valladolid como fiador del Retablo de la iglesia de San Antón, según contrato extendido por doña Ana de Taxis con el escultor Gaspar de Palencia y su hijo Jerónimo Vázquez, también pintor.

Otras obras vallisoletanas son las siete tablas que integran el Retablo de la Asunción del monasterio de las Huelgas Reales, el actual Retablo de San Antonio de la iglesia de Santa Clara, un desmantelado retablo del que se conservan cinco tablas en el Museo de Valladolid (ingresadas tras la Desamortización), conjunto al que pertenece la tabla del Llanto sobre Cristo muerto de la que tratamos,  y la pintura de San Juan en la isla de Patmos del convento de Santa Catalina, hoy en la iglesia de San Pablo, a las que se suman varias tablas que guarda el Museo Nacional de Escultura. Asimismo, en la provincia le son atribuidas las ocho tablas del Retablo de Nuestra Señora del Rosario de Piña de Esgueva, el Retablo de la ermita de Nuestra Señora de Capilludos de Castrillo de Tejeriego y tablas localizadas en Villabáñez, Valdenebro de los Valles y San Martín de Valvení. Otras muchas obras se hallan desperdigadas por distintas iglesias, museos y colecciones privadas.

En 1561, según el censo de Valladolid, reside junto a su hijo Jerónimo en la Corredera de San Pablo, aunque también dispone de unas casas en la calle de Renedo. En 1563, actuando como testigo en un pleito declara tener 80 años, longevidad poco frecuente para su tiempo que se traduce en una abundante obra que gozó del favor popular. Debió morir en Valladolid alrededor de ese año.

Antonio Vázquez. Detalle de Santa Úrsula, compañeras de martirio
y donante, h. 1550. Museo de Valladolid
La obra de Antonio Vázquez es completamente ajena a la producción de su coetáneo Alonso Berruguete, manteniéndose a lo largo de toda su carrera más relacionada con el arte de Juan de Borgoña, en cuanto al componente idealista, y al primitivismo derivado de su posible aprendizaje junto al Maestro de Portillo —perteneciente al ámbito de los seguidores de Pedro Berruguete—, con cuya obra presenta sensibles analogías.

UNA OBRA REPRESENTATIVA: EL LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO

En el Museo de Valladolid se conservan cinco tablas, ingresadas a consecuencia de la Desamortización, que forman un conjunto que seguramente integró un desmantelado retablo que, por su contenido iconográfico, bien pudo pertenecer a algunos de los conventos franciscanos de Valladolid, como San Diego o San Francisco. Por sus formatos, podría deducirse que la tabla del Llanto sobre Cristo muerto ocuparía la casa central, mientras que las de la Misa de San Gregorio y Santa Úrsula con sus compañeras de martirio, que incluyen figuras de donantes, figurarían en las calles laterales, sobre las que se colocarían las del Bautismo de Cristo y los Estigmas de San Francisco, que comparten idéntico formato. Todas ellas responden a los modos de Antonio Vázquez, caracterizados por la inalterable plasmación de arcaísmos y características hispanoflamencas de finales del gótico, junto a tímidos elementos renacentistas, abundando el tamaño monumental de las figuras, el colorido uniforme y los tonos brillantes.

Antonio Vázquez. Detalle de Santa Úrsula, compañeras de martirio
y donante, h. 1550. Museo de Valladolid 
La escena del Llanto sobre Cristo muerto, que el pintor repetiría en otros de sus retablos hasta convertirse en un trabajo característico de su producción, presenta el momento inmediatamente posterior al Descendimiento de la cruz. La composición sigue un planteamiento muy elemental basado en la simetría marcada por el trozo de la cruz como eje principal, con la figura de Cristo como protagonista principal en primer plano, tres mujeres ocupando la parte central —la Virgen, María Salomé y María Cleofás— y a los lados, cerrando el conjunto, las figuras dolientes de San Juan y la Magdalena, diferenciadas por sus atuendos y la inclinación de sus cuerpos. No incluye las figuras de José de Arimatea y Nicodemo, habituales en este pasaje como ejecutores del desenclavo. Cristo se muestra con el cuerpo visiblemente llagado, desprovisto de la corona de espinas y la cabeza vuelta hacia el espectador, en el momento en que es colocado sobre un sudario en el regazo de la Virgen, junto a la que se agrupan el resto de los personajes de una forma compacta.

En la escena prevalece un fuerte patetismo, tanto en la gesticulación de las figuras como en las expresiones faciales, con los rostros recorridos por diminutos regueros de lágrimas. La Virgen comparte con Cristo los ojos entornados en un gesto de supremo dolor, lo que sutilmente la convierte en copasionaria. Entre las figuras femeninas, que comparten túnica, toca y manto recorrido por orlas doradas en los bordes, habituales en el pintor, destaca el elegante vestido de la Magdalena a base de ricos brocados dorados con formas vegetales al modo flamenco. Esta porta el tradicional tarro de perfumes y su cuerpo aparece envuelto por un manto rojo que encuentra su equilibrio compositivo en el de San Juan, colocado en el lado opuesto.

Antonio Vázquez. Detalle del Bautismo de Cristo, h. 1550
Museo de Valladolid
Tras una parte visible del madero de la cruz, como fondo aparece un escueto paisaje con la línea de horizonte colocada a media altura, recorriendo el celaje las características nubes en forma de cúmulus usadas por el pintor, que en esta pintura incorpora a los nimbos de tres de las figuras sagradas otros radiantes formados por finas líneas de disposición radial en torno a las cabezas de gran luminosidad, personalizando el de Cristo con lises que forman una cruz.

La tabla sintetiza los rasgos característicos del pintor, como el apego a las fórmulas hispanoflamencas, la ingenuidad de sus modelos, el uso de ciertos formulismos personales —rostros de frentes altas y despejadas, cejas muy marcadas, ojos con los lagrimales enrojecidos, grandes orejas, bocas entreabiertas, mentones afiladas—, la insinuación del brillo de las ondulaciones de los cabellos y barbas a través de diminutas pinceladas de tonos claros y brillantes, la reiterativa colocación de las figuras en posición de tres cuartos y la monótona tipología de los paisajes.   

Características son también sus figuras con un semblante ensimismado, pecando en ocasiones de inexpresividad, pero con una delicadeza y quietud que las proporciona un encanto especial, completamente alejadas de las distorsiones y agitaciones de los modelos manieristas del momento. Antonio Vázquez utiliza preferentemente una paleta fría de colores limpios y brillantes, con una variada gama de azules, generalmente con la fuente de luz que penetra desde la izquierda para modelar la volumetría de las figuras.
   
Antonio Vázquez. Detalle de la Misa de San Gregorio, h. 1550
Museo de Valladolid
Informe y fotografías: J. M. Travieso.





NOTAS

1 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José: Pinturas inéditas de Antonio Vázquez, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), tomo XXL, Universidad de Valladolid, 1959, p. 179. / Tablas inéditas de Antonio Vázquez. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), tomo XLVII, Universidad de Valladolid, 1981, pp. 441-443.
    
2 CAAMAÑO MARTÍNEZ, Jesús María: Antonio Vázquez (nuevos comentarios y obras). Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), tomo XXXVI, Universidad de Valladolid, 1970, pp. 193-204.

3 BRASAS EGIDO, José Carlos: El pintor Antonio Vázquez. Institución Cultural Simancas, Diputación de Valladolid, Valladolid, 1985.

Antonio Vázquez. Detalle de donante en la Misa de San Gregorio, h. 1550
Museo de Valladolid
4 PADRÓN MÉRIDA, Aída: Una tabla de la Virgen y San Bernardo por Antonio Vázquez. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), Núm. 52, Universidad de Valladolid, 1986, pp. 415-417. / Nuevas pinturas de Antonio Vázquez. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), Núm. 57, Universidad de Valladolid, 1991, pp. 357-360.

5 BRASAS EGIDO, José Carlos: Antonio Vázquez: Nuevas obras y algunas precisiones (A manera de “Addenda”). Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), tomo LI, 1985, pp. 467-474. / Antonio Vázquez: reflexiones sobre su pintura a propósito de dos nuevas obras. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, núm. 76, Madrid, 1993, pp. 513-522.





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