SAN PEDRO DE
LA NAVE
Siglo VII (Entre
los años 680 y 711)
Sillería y
decoración labrada en piedra
El Campillo
(Zamora)
Arquitectura
y escultura visigoda
La iglesia de San Pedro de la Nave, con su
planteamiento armónico y proporcionado, junto a los abundantes motivos
decorativos supeditados a realzar algunos elementos arquitectónicos, muestra el
estimable grado de madurez que llegó a alcanzar la cultura visigoda en España
en poco más de cien años. En origen era una iglesia monacal situada en un lugar
poco poblado, alejado de grandes centros como Toledo, Mérida, Córdoba o
Sevilla, donde a finales del siglo VI y durante todo el VII se construyeron
templos y palacios de mayor envergadura de los que apenas nos han llegado algunos
restos decorativos aislados. Sin embargo, y por fortuna, esta iglesia zamorana ofrece
un magnífico estado de conservación.
Su construcción, que se data entre los años 680 y
711, poco antes de que se produjera la conquista musulmana, se puede considerar
como una de las últimas obras de la cultura visigoda, perteneciendo a esta
época, en toda su pureza, el ábside que conforma la capilla mayor, el
presbiterio, las dependencias laterales y los cubículos superiores de uso
incierto. El resto, hacia los pies, sufriría modificaciones entre los siglos XI
y XIV, esto es, durante los periodos en que estuvieron vigentes el románico y
el gótico, afectando sobre todo a los pórticos laterales.
Fachada principal, orientada al oeste |
LA CONSTRUCCIÓN
Tanto por su trazado estructural, como por el
perfecto juego de volúmenes que la construcción presenta en el interior y en el
exterior, junto al excepcional conjunto decorativo, San Pedro de la Nave es el
monumento más interesante de cuantos nos han llegado de época visigoda y uno de
los mejores ejemplos del arte español altomedieval y prerrománico.
Construida con sillares muy bien trabajados —la
mayor parte de gran tamaño— y con las hiladas perfectamente encajadas mediante
grapas de madera, presenta una estructura de iglesia cruciforme, con una planta
en forma de cruz latina inscrita en un rectángulo, destacando en planta tres
aditamentos igualmente rectangulares: uno que conforma la capilla mayor en la
cabecera, orientado al este, y otros dos en el centro de los laterales, uno hacia
el norte y otro hacia el sur, ambos formando dos pórticos, cuyas
puertas al exterior complementan a la principal, situada a los pies de la nave
central. El interior dispone de tres naves, con la central de mayor altura, que
son atravesadas por otra que forma el crucero, de la misma altura que la
central.
Tipos de ventanales y detalle de la sillería |
Las naves laterales situadas a los pies quedan
separadas del transepto mediante grandes arcos de herradura sustentados en
gruesos pilares, mientras que las de la cabecera forman dos estancias
comunicadas con la nave central por una puerta y un ventanal con triple
arquería sobre rudimentarias columnas con basa y capitel, lo que supone un
precedente —doscientos años antes— de los modelos utilizados en algunas
iglesias del prerrománico asturiano, en este caso posiblemente relacionadas con
la función monacal del recinto. Sobre el crucero se levanta un cimborrio
cuadrangular, con amplios ventanales en sus cuatro muros, que fue reconstruido
en ladrillo siguiendo la traza del original perdido, que se cubría con una bóveda
de arista pétrea.
Detalle de cimacios de la portada norte |
Tanto el crucero como toda la cabecera (levantada en
el siglo VII) se cubre con bóvedas de cañón peraltadas y reforzadas por arcos
torales de herradura que se apean sobre pilares cuadrados con columnas
adosadas, mientras que la nave central y las laterales, que sufrieron
modificaciones entre los siglos XI y XIV, presenta una cubierta de madera a dos
aguas en la central y de caída sencilla en las laterales.
Sobre la capilla mayor como sobre los
vestíbulos laterales se encuentran, casi ocultas, tres cámaras elevadas cuya
finalidad no está aclarada, posiblemente para guardar archivos o preservar los
tesoros de la comunidad, aunque bien podría tratarse de celdas de los monjes —ergastulae— que con vocación eremítica habitaron
el recinto monacal.
Vista de la nave central |
A excepción de los que se abren a los pórticos en el
crucero, que son de medio punto peraltados, todos los arcos del interior son de
herradura trasdosados, destacando por su belleza el arco triunfal de acceso al
ábside, sobre columnas con capiteles decorados e impostas insertadas en los
muros laterales, y por su monumentalidad los cuatro arcos que soportan el
cimborrio, que comparten impostas y se refuerzan con estilizadas columnas
adosadas con gruesa basa y airosos capiteles.
Todos los muros están recorridos por sencillos
ventanales que proporcionan gran luminosidad a la vetusta construcción, unos en
forma de vanos rectangulares sencillos y otros geminados, con arcos separados por
monolíticas columnas, siendo abundantes las marcas de cantero, especialmente en
la cabecera, con más de una decena de operarios que firmaron sus sillares.
La iglesia presenta, tanto al interior como al
exterior, un equilibrado estudio de volúmenes, mostrando, a pesar de las
modificaciones recibidas en la zona de los pies, un conjunto homogéneo que sin
duda estuvo al servicio del ritual visigodo.
Espacio del crucero |
EL REPERTORIO DECORATIVO
Si hay algo que hace realmente atractiva la iglesia
de San Pedro de la Nave es su variada decoración, repartida por distintas
dependencias y elementos del interior y exterior. Básicamente se centra en una
serie de impostas y capiteles, en cuya realización se aprecian dos estilos
diferentes.
Un primer estilo se localiza sobre los vanos de la
capilla mayor, en los capiteles y cimacios del arco toral, en las fajas
decoradas de los muros de la nave central, en las impostas de los arcos
exteriores y en las columnillas de los ventanales. Se trata de un estilo elemental
y arcaizante, característico del arte visigodo, que queda muy bien reflejado en
los frisos con decoraciones geométricas talladas a bisel, en las que se
combinan círculos con cruces patadas, estrellas o roscas solares, sogueados,
formas vegetales y escamosas, tallos ondulados con racimos muy sintéticos, así
como esquemáticas serpientes y formas humanas y zoomorfas muy rudimentarias.
Arcos de herradura que separan las naves laterales del crucero |
Un segundo estilo, mucho más depurado, se puede
observar en las impostas del arranque de las bóvedas de las naves, bajo los
arcos de las naves laterales, en la decoración de las cuatro columnas del
crucero y en los capiteles de la embocadura del presbiterio. Se trata de un
labrado excepcional de la piedra, de tipo bizantino y gran profundidad, en
frisos con roleos, tallos de hojas y racimos, cabezas humanas y animales,
siendo especialmente atractivas las figuras de aves picoteando frutos.
El mismo estilo de este taller, aunque con otras
características, se manifiesta en dos de los capiteles del crucero, donde
aparecen representadas dos escenas figurativas del Antiguo Testamento: El Sacrificio de Isaac y Daniel en el foso de los leones, que se
acompañan a los lados con figuras de algunos apóstoles. Su importancia radica
en la temática aportada, posiblemente inspirada en manuscritos miniados.
Los frisos de la capilla mayor
Vista de la nave desde la capilla mayor |
Pertenecientes al primer maestro que trabajó en la
decoración de la iglesia, presentan un repertorio de formas geométricas con
talla a bisel que recorren todo el perímetro y rodean las ventanas. Son
composiciones rectangulares en cuyo interior aparecen círculos con sogueados
que contienen cruces patadas, formas estrelladas, roscas solares y formas
vegetales. Otros frisos muestran serpientes sinuosas que se deslizan entre
racimos, así como formas esquemáticas humanas entre las que aparece un
personaje alanceando la enorme cabeza de un monstruo o dragón con las fauces
abiertas y un jinete dando caza a un cuadrúpedo.
El arco triunfal
Concebido para la liturgia de la época final
visigoda, aún muestra los huecos donde se sujetaba la cortina que ocultaba el
altar en el momento de la consagración. Está formado por un arco de herradura
que descansa sobre dos columnas adosadas a los lados, con el fuste de mármol,
reaprovechados de alguna construcción romana, y capiteles prismáticos
—troncopiramidales invertidos— que están decorados con cuatro arquillos flanqueados
por racimos y coronados por un pequeño friso con formas reticulares aspadas.
Estos pequeños arcos se han venido interpretando como una alusión a la
Jerusalén celeste. En sus laterales presentan discos con las mismas cruces
patadas y estrellas de doce puntas del friso que recorre la capilla, que
ejerciendo como cimacio sobre los capiteles presentan formas de serpientes y
racimos.
Primer maestro. Frisos sobre un ventanal de la capilla mayor |
El horologio o mensario
Está situado en lo alto de la parte izquierda del
arco triunfal y aunque está incompleto —se detiene en el mes de marzo— aún
permite percibir una tabla grabada en la piedra, escrita en latín con
caracteres visigodos, donde se muestran las horas mes a mes mediante una serie
de pasos, por lo que este reloj es uno de los elementos más originales que conserva
la iglesia.
Capiteles decorados con aves
Reforzando el crucero, junto a la embocadura del
presbiterio, aparecen dos columnas con fuste de mármol y sobre altas basas de
forma troncopiramidal decoradas con relieves, aunque lo más llamativo son sus bellos
capiteles, cuya cesta está decorada con motivos simbólicos consistentes en estilizadas
formaciones vegetales y aves enfrentadas picoteando frutos en el Paraiso,
motivo interpretado como una representación del banquete eucarístico. En sus
laterales incluyen motivos geométricos y cabezas humanas frontales, motivo que
se repite en el cimacio, donde se mezclan con frutos y racimos. Tanto los
animales como los frutos y tallos están labrados con minuciosos y exquisitos
detalles y considerable relieve, constituyendo, junto a los dos restantes, una
de las mejores muestras de la escultura española de la Alta Edad Media.
Primer maestro. Frisos de la capilla mayor |
Capitel de Daniel en el foso de
los leones
En los ángulos del crucero y la nave central se
encuentran otras dos columnas con las mismas características que las
anteriores, diferenciándose en que en la cesta de los capiteles se representan
dos escenas historiadas. En la parte izquierda de la nave (lado del evangelio)
aparece la escena bíblica de Daniel en el
foso de los leones, con el profeta en posición frontal y con los brazos en
alto, marcando el eje de simetría. Su figura es esquemática y desproporcionada,
reducida a lo esencial, pero con una ingenua expresividad que constituye uno de
sus mayores atractivos. El profeta hunde sus pies en agua, a la que a cada lado
bajan a beber dos leones de expresión feroz, ante la atenta mirada de dos
bustos de soldados colocados de perfil en la parte inferior. La parte superior
está recorrida por un pequeño friso con una inscripción incisa que identifica
la escena: "VBI DANIEL MISSVS EST IN
LAQUM LEONVM".
En los laterales se incorporan nuevas figuras
humanas de cuerpo entero e identificadas del mismo modo en el friso. Orientado
hacia los pies y entre estilizados tallos vegetales se encuentra Santo Tomás, cuyo cuerpo y túnica repite
el esquema de Daniel. Porta un libro en sus manos en cuya tapa se lee la
inscripción "Emmanuel". En
el lado opuesto está representado San
Felipe, en actitud de levantar una corona rematada por flores de lis y una
cruz. De gran belleza es el cimacio,
donde aparecen representadas aves inscritas en círculos formados por roleos y
racimos.
El conjunto presenta un estado de conservación
inmejorable y la belleza de un tipo de escultura que se sumerge en lo más
profundo de los tiempos, ilustrando de forma sorprendente de la cultura del
pueblo visigodo convertido al cristianismo. Conviene recordar que esta escena
de Daniel sería copiada en el llamado Beato de Gerona, elaborado en el siglo X
en el monasterio de San Salvador de Tábara (Zamora).
Primer maestro. Detalle del friso de la capilla mayor. Jinete y cuadrúpedo |
Capitel del Sacrificio de Isaac
Colocada en el muro de enfrente y haciendo pareja
con la anterior, se encuentra otra columna de mármol en la que destaca su bello
capitel historiado. Este describe, con gran lujo de detalles, el dramático
episodio bíblico del Sacrificio de Isaac
a manos de su padre Abraham. En este caso la narración se completa con
expresivos detalles, como el altar pétreo, soportado por tres pequeñas
columnas, en cuyo frente aparece epigrafiada la palabra "Altare",
sobre el que el profeta, enarbolando un cuchillo en alto y sujetándole de la
cabellera, coloca la cabeza de su hijo Isaac sobre el haz de leña del altar,
disponiéndose a inmolarle obedeciendo la petición divina para
ponerle a prueba. El joven aparece arrodillado y maniatado, con el cuerpo de
perfil lo mismo que su padre. En tan tenso momento, en la parte izquierda la
gloria se abre y aparece una enorme mano de Dios que detiene el sacrificio tras
comprobar la fe del profeta. Después un ángel le indicaría que en lugar de su
hijo ofreciese en sacrificio el carnero que aparece en la parte derecha,
enredado en una zarza. En el epígrafe que recorre la escena se puede leer: "VBI ABRAHAM OBTVLIT ISAC FILIVM SVVM
OLOCAUPSTVM DNO".
Primer maestro. Capitel dcho. del arco triunfal de la capilla mayor |
En los laterales aparecen otras dos figuras de
apóstoles en posición frontal e identificados con inscripciones, en este caso San Pedro, orientado a los pies,
barbilampiño, portando una cruz y un libro en cuya portada aparece el epígrafe
"Liber". En el lado opuesto San
Pablo, que levanta su mano izquierda y porta un haz de leña. En el cimacio,
dentro de círculos formados por roleos, se alternan aves y frutos, mientras que
en la basa, la menos deteriorada del conjunto, se aprecian compartimentos
triangulares con decoración vegetal y cabezas humanas que algunos han
interpretado como los evangelistas.
El templo conserva otras piezas de interés, como el
conocido como Sepulcro de los Santos
Barqueros, vinculados a las figuras de San Julián y su esposa Santa
Basilisa, cuya leyenda hagiográfica se relaciona con la fundación del recinto
monacal en un lugar próximo a un paso del río Esla.
EL TRASLADO DEL TEMPLO DESDE SAN PEDRO DE LA NAVE AL CAMPILLO
Primer maestro. Capitel izdo. del arco triunfal de la capilla mayor |
La iglesia fue descubierta por Manuel Gómez Moreno
en el municipio de San Pedro de la Nave en 1906 y fue declarada Monumento
Nacional el 22 de abril de 1912. Cuando aquella localidad estuvo abocada a
quedar sumergida bajo el pantano de Ricobayo, que recoge las aguas del Esla, junto
al que se encontraba la población, el propio Gómez Moreno, tras persuadir a la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, dirigió el traslado piedra a
piedra, así como su fiel reconstrucción en su actual emplazamiento, en el
término de El Campillo, a dos escasos kilómetros de su situación anterior, donde
entre 1930 y 1932 se llevaron a cabo las obras bajo la dirección del arquitecto
Alejandro Ferrant Vázquez.
Durante el desmontaje se pudieron comprobar
interesantes recursos constructivos visigodos, como el uso de grapas de madera,
en forma de doble cola de milano, para ligar los sillares (algunas de conservan
en el Museo de Zamora), así como pernos de plomo para asentar los capiteles.
Durante la restauración se sustituyeron las partes desaparecidas de sillería
por otras de ladrillo, recuperando la estructura original y eliminando las
partes alteradas. Finalmente, la iglesia recibiría el nombre de su primitivo
emplazamiento.
Segundo maestro. Capitel del crucero con aves picoteando frutos |
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Segundo maestro. Capitel del crucero con aves picoteando frutos |
Segundo maestro. Capitel del crucero con Daniel en el foso de los leones |
Detalle de Daniel en el foso de los leones |
Segundo maestro. Capitel del crucero con el Sacrificio de Isaac |
Detalle del Sacrificio de Isaac |
Segundo maestro. Santo Tomás y San Pedro, laterales de los capiteles |
Basa de la columna del capitel del Sacrificio de Isaac |
Desmontaje de San Pedro de la Nave en 1930 - Fotos El País |
Izda: Desmontaje de San Pedro de la Nave / Dcha: Montaje de la iglesia en El Campillo (Zamora) - Fotos El País |
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