30 de diciembre de 2020

Visita virtual: BELÉN NAPOLITANO, apoteosis barroca en la tierra del barroco








BELÉN NAPOLITANO
Diferentes escultores y artesanos activos en Nápoles en el siglo XVIII
1725 - 1790
Madera, terracota, textiles, orfebrería, artesanía del barro, cristal, cera, etc.
Museo Salzillo, Murcia
Arte rococó y popular








Hasta hace seis años, los belenes napolitanos más importantes de España, expuestos de forma permanente para el disfrute del público en general, eran el del Museo Palacio March de Palma de Mallorca y el del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, ambos espectaculares. Sin embargo, desde el año 2014 se ha venido a sumar a ellos el belén napolitano del Museo Salzillo de Murcia, con el que se establece una triada de visita imprescindible para los amantes de esta modalidad artística.

El belén napolitano del Museo Salzillo de Murcia y el del Museo Nacional de Escultura de Valladolid se pueden considerar hermanos en su origen, pues ambos comparten el ser fantásticas colecciones reunidas pacientemente, con esfuerzo y conociendo a fondo este tipo de arte, por los coleccionistas madrileños Emilio y Carmelo García de Castro Márquez, dos hermanos apasionados por tan original manifestación multidisciplinar, que decidieron vender ambos conjuntos cuando consideraron que las instituciones a las que estaban destinados eran dignas de incorporar unas colecciones tan originales y de tanta categoría como las que ellos habían conseguido reunir durante más de veinte años, siendo su objetivo fundamental el evitar su dispersión en el futuro.

Misterio
La colección de Valladolid, compuesta por 620 piezas elaboradas en Nápoles entre 1725 y 1790, fue adquirida por el Estado a los hermanos García de Castro en 1996 y destinada al Museo Nacional de Escultura, donde pasó e engrosar sus incomparables fondos de escultura barroca. Hasta diciembre de 2015, el belén fue expuesto en una sala del Palacio Villena, dentro de una larga vitrina que como un gran diorama incluía la escenografía diseñada y elaborada por los propios coleccionistas. El montaje fue remodelado y desde el 22 de diciembre de 2015 se presenta en una "caja mágica", diseñada por Ignasi Cristià, con una nueva escenografía que concede un total protagonismo a las figuras.

La colección murciana, compuesta por 600 piezas realizadas en Nápoles en las mismas fechas, fue adquirida en octubre de 2014 a Carmelo García de Castro (Emilio había fallecido en febrero de ese año) por la Fundación San Antonio, titular de la Universidad Católica de Murcia (UCAM), para ser expuesta en el Museo Salzillo, donde pone el contrapunto estético, estilístico, técnico y conceptual al célebre Belén de Salzillo, con el que además establece una estrecha conexión, ya que Nicolás Salzillo, padre del genial escultor, realizó su formación en los talleres napolitanos de los hermanos Perrone entre 1689 y 1697, antes de su llegada a Murcia. De igual manera, esta admirable colección encuentra un excelente acomodo en una región en la que se produce una de las más destacadas artesanías belenísticas de España.

La génesis de la compra del belén se produjo de una forma más o menos fortuita, después de que el Belén de Salzillo abandonara el museo murciano para ser expuesto, en la Navidad del año 2013, en el madrileño Centro Cibeles, atendiendo la petición del Ayuntamiento de Madrid. Para compensar esta carencia en la sala vacía del Museo Salzillo, se decidió exponer en ella, entre el 6 de diciembre de 2013 y el 2 de febrero de 2014, el segundo de los belenes de los hermanos Emilio y Carmelo García de Castro, tan apreciado por ellos y considerado por los expertos no sólo como la colección privada más importante de España, sino también una de las mejores del mundo. El éxito de público fue espectacular —más de 20.000 visitantes en un mes— por lo que, teniendo en cuenta lo delicado del montaje y desmontaje de la instalación, así como la fragilidad de las figuras, se decidió prolongar la muestra durante un año más, hasta febrero de 2015.


Gloria de ángeles
Durante ese tiempo se fue consolidando la idea de que el belén se quedara definitivamente en el museo murciano, siendo asumida finalmente esta propuesta por la Universidad Católica San Antonio de Murcia como contribución a la cultura murciana, de modo que el 4 de octubre de 2014 se firmó el acuerdo de transacción entre Carmelo García de Castro, propietario del belén, y José Luis Mendoza, presidente de la UCAM, firmando también el contrato Pedro Antonio Sánchez, consejero de Educación, Cultura y Universidades, Antonio Gómez Fayrén, presidente del Museo Salzillo, y Rafael Gómez, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Murcia. Ni que decir tiene que una adquisición tan importante produjo una enorme alegría en la ciudad del Segura.

Desde entonces el belén napolitano del Museo Salzillo ofrece una colección de sorprendentes figuras del siglo XVIII, a diferentes escalas, que responden a los cuatro apartados preceptivos de todo belén napolitano, como son el ambiente pastoril en el que tiene lugar el anuncio a los pastores, el mercado en torno a la posada en alusión a la que fue negada a la Virgen y San José, el espacio donde se produce el nacimiento de Jesús y el exótico cortejo de los Reyes Magos, en todos ellos con figuras acompañadas de decenas de animales de todo tipo y por centenares de pequeños objetos a escala —finimenti— para ambientar cada uno de los pasajes.

El pastor Benino y su hijo Armenzio, inicio de la narración
El montaje de cada belén napolitano, en base a su elaboración multidisciplinar, ofrece un aspecto diferente. El del Museo Salzillo tiene el suyo propio, respondiendo a los gustos de sus anteriores propietarios, que dirigieron una instalación con las mismas características que tuvo el montaje inicial del belén napolitano del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. El belén se presenta en el interior de una larga vitrina, dispuesta en forma de "L", que recorre longitudinalmente una amplia sala, combinando la escenografía tradicional de este tipo de belenes con una instalación adaptada a los criterios museísticos actuales. Con una profundidad de aproximadamente un metro y con una iluminación uniforme, la vitrina permite al espectador contemplar a corta distancia las diferentes escenas del relato para irse asombrando de la vivacidad de las figuras y su acusado barroquismo.

La escenografía, concebida y en parte elaborada por los hermanos García de Castro, presenta un largo caserío, con edificios a diferentes alturas, que se recorta sobre un diorama de fondo azulado. 
Ámbito pastoril
El espacio se organiza en forma de gradas, oscilado desde el primer plano en la parte inferior, convertido en una larga calle que recorre todo el belén, hasta la parte más alta del fondo con la silueta ruinosa de los edificios, reservando los niveles intermedios para establecer una amalgama de plataformas y escaleras de trazado desigual y laberíntico por las que deambulan cientos de figuras. Dentro de la escenografía, destaca el monumental templo reservado al Misterio, que, convertido en el epicentro de la composición, presenta una forma de exedra formada por diez columnas sobre pedestales y una escalinata sobre la que se colocan los personajes sagrados.

Giuseppe Sanmartino. Ciego pidiendo limosna (academia)
Aunque la colección dispone de todos los personajes preceptivos en todo belén napolitano, que los coleccionistas dieciochescos de Nápoles codificaban como un verdadero arte para iniciados y con el carácter de un divertimento lúdico, en este caso la instalación no se corresponde con las secuencias narrativas tradicionales, que comenzaban con el sueño del pastor Benino en un ambiente pastoril, sueño profético que los espectadores irían descubriendo a través de las sucesivas escenas costumbristas ambientadas en el siglo XVIII, comenzando por el mercado en torno a la posada, en cuyo entorno confluyen todos los oficios de la época y todo tipo de vendedores y productos gastronómicos, con la escena del Misterio en segundo plano, pasando casi desapercibida la gruta o el templo donde se producía el Nacimiento, y terminando por el exótico cortejo de los Reyes Magos, caracterizado por el derroche de fantasía y por ser reflejo del gusto dieciochesco por lo pintoresco.

La posada
Por el contrario, en el belén napolitano del Museo Salzillo el templo adquiere un protagonismo absoluto, destacado en la composición por el extraordinario conjunto de querubines que acompañan a la Virgen, San José y el Niño, y la docena de ángeles que lo sobrevuelan portando guirnaldas, filacterías, trompetas e incensarios. La Virgen, que viste la tradicional túnica rosa y manto azul, sujeta entre sus rodillas la figura del Niño, con San José a su lado con la característica túnica morada, el manto azafrán y portando la vara florida de plata. A los pies de la Sagrada Familia aparecen una serie de ofrendas depositadas por los pastores, entre ellas cestas con aves, productos hortícolas y prendas de la canastilla.

A un lado y a otro se distribuyen figuras que se encaminan sus pasos hacia el templo, reservando la parte derecha para la colocación de la posada o "diversorio", donde aparece un cocinero sirviendo pescado a tres comensales sentados a una mesa repleta de objetos de menaje. En torno suyo se colocan numerosas figuras sorprendentes por su realismo, perfección técnica y exuberante riqueza de materiales.
Personajes en el mercado
Un nutrido grupo de campesinos y artesanos portan infinidad de objetos y alimentos como representación de todos los artesanos napolitanos y de los vendedores del mercado, convirtiendo el ambiente en una fiesta gastronómica que viene a ser una ensoñación de fantasía contra la hambruna cotidiana, con profusión de músicos, carniceros y hortelanos que manipulan realistas productos cárnicos elaborados en barro y frutas y verduras  modeladas en cera, así como un repertorio inagotable de utensilios que, con los mismos materiales de la vida real, reproducen en miniatura trabajos de cestería, vidrio, metal, etc.

Detalle de pastor y aldeana
Próximo al templo se encuentra un grupo de mendigos callejeros, que incluye figuras de niños y constituyen un grupo de figuras especiales en el belén napolitano. Son las llamadas academias, figuras modeladas como desnudos de cuerpo entero que reciben este nombre por recordar los trabajos previos de los escultores a la realización de esculturas de gran tamaño. Entre estas figuras destaca un ciego que pide limosna, magistral creación de Giuseppe Sanmartino, el escultor napolitano más importante del siglo XVIII.

Detalle de músico y pastor
En la parte izquierda del templo se coloca el resto del caserío, así como una formación de cuevas rocosas en las que se resguardan los pastores con el ganado, destacando un grupo de búfalas recostadas —de cuya leche se elabora la mozzarella— y un rebaño de ovejas y cabras. En este espacio aparece dormido el ya citado pastor Benino, inspirado en la obra teatral La Cantata dei Pastori de Andrea Perrucci, tradicionalmente utilizado en el belén napolitano como comienzo de la narración, por lo que su presencia es inexcusable, apareciendo aquí acompañado de su hijo Armenzio, un zagal igualmente dormido. Muy cerca, en la entrada de una cueva, está el pastor Miniello, cuya mirada dirigida a lo alto sugiere el anuncio a los pastores por el arcángel San Gabriel.

Carro del vinatero Ciccibacco y mendigos (academias)
Tampoco falta el carro de Ciccibacco, portando toneles de vino sobre los que va encaramado un niño. El origen de este personaje está ligado a los cultos báquicos o dionisiacos, cuyo producto contribuye al ambiente orgiástico de la celebración gastronómica, simbolizando que algunas apariencias simpáticas, como el vino, pueden ser engañosas.

Un conjunto bien definido, situado a la izquierda del templo, es el que representa el cortejo de los Reyes Magos, cuyas figuras aparecen a caballo y luciendo una rica indumentaria, con coronas en forma de turbantes y cubiertos por un manto que recrea el utilizado en Nápoles por la prestigiosa Orden de San Genaro, con una larga cola que cubre la parte trasera del animal. Junto a ellos discurre una guardia de alabarderos de rasgos caucásicos y turcos, así como una banda uniformada de músicos de raza negra, de rasgos abisinios, que hacen sonar exóticos instrumentos de viento y percusión.

Escena doméstica
Al principio del cortejo, simulando un zoco, aparece un vendedor de rasgos turcos ante un puesto con lujosas piezas de orfebrería, al que se acercan elegantes damas con vestidos de seda. Asimismo, colocada en primer plano, aparece sobre un elefante la curiosa figura de la Reina Maga, cuya presencia en los belenes napolitanos se sustentaba en la leyenda de su papel como seductora de hombres, a los que después arrojaba a un pozo. El diablo Siccome, contrario a que Jesús fuese reconocido como el Mesías, encargó a Maga que sedujera al más joven de los Reyes Magos, que acabó dentro del pozo, aunque la mujer, arrepentida, lo comunicó a los otros dos Reyes, que lograron salvarle a tiempo.
Detrás del elefante aparece otra composición curiosa, con una dama que luciendo una rica indumentaria oriental, a modo de odalisca, es transportada por dos sirvientes otomanos en un palanquín de diseño dieciochesco, con la compañía de dos galgos afganos. Sobre estas figuras se encuentra un jinete turco y una elegante dama georgiana a caballo, cuya riqueza contrasta con la de una aldeana a lomos de un mula.

Cortejo de los Reyes Magos
Todo este despliegue de fantasía, inspirado en el esplendor de las cortes orientales y como testimonio del gusto por lo exótico y la fastuosidad rococó, tuvo su origen en un hecho real ocurrido en Nápoles en febrero de 1778, como fue la llegada del séquito que acompañaba al enviado extraordinario de Abdulhamid I, sultán del Imperio Otomano, con el que el reino de las Dos Sicilias mantenía excelentes relaciones desde la firma del Tratado de Paz de 1740. En tal ocasión desfiló por las calles de Nápoles el cortejo conocido como Viaje del Gran Señor de la Meca, en el que participó el propio rey Fernando IV de Borbón y su esposa Carolina de Austria, cuyo exotismo causó la admiración de los napolitanos y estimuló la fantasía de los artesanos en la elaboración del séquito de los Reyes Magos en los belenes, incorporando vistosas bandas de música y portadores de tesoros que permitían alargar el cortejo hasta el infinito, para regocijo de los coleccionistas.



Cortejo de los Reyes Magos. Jinete turco y amazona georgiana
Todo belén napolitano es una obra coral, como lo es este de la familia García de Castro, que cuenta entre sus artífices a los más importantes escultores especializados del momento, de los que reúne una buena cantidad de obras maestras del género. Entre las figuras algunas proceden de la casa de Borbón y de la colección personal de Carlos III, monarca que convirtió el coleccionismo del belén en uno de sus divertimentos preferidos.  
      

Informe y fotografías: J. M. Travieso.

Cortejo de los Reyes Magos. Mercader del zoco
















Cortejo de los Reyes Magos. Detalle de banda de músicos y músico con sonajas













Cortejo de los Reyes Magos. Detalle de Reina Maga y dama en palanquín













Museo Salzillo, Murcia
















Detalle del Belén de Francisco Salzillo, 1776-1783, Museo Salzillo, Murcia 













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