El sueño
como un pájaro crecía
de luz a luz
borrando la mirada;
tranquila y
por los ángeles llevada,
la nieve
entre las alas descendía.
El cielo
deshojaba su alegría,
mira la luz
el niño, ensimismada,
con la
tímida sangre desatada
del corazón,
la Virgen sonreía.
Cuando ven
los pastores su ventura,
ya era un
dosel el vuelo innumerable
sobre el
testuz del toro soñoliento;
y perdieron
sus ojos la hermosura,
sintiendo,
entre lo cierto y lo inefable,
la luz del
corazón sin movimiento.
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