10 de octubre de 2014

Theatrum: JESÚS NAZARENO, una mirada profunda y compasiva













NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO
Anónimo, taller vallisoletano
Juan Antonio de la Peña?
1687
Madera policromada y postizos
Iglesia Penitencial de Jesús Nazareno, Valladolid
Escultura barroca española. Escuela castellana














La talla de Jesús Nazareno, titular de la cofradía del mismo nombre, es una de las más populares de la Semana Santa vallisoletana y desde hace siglos objeto de una especial devoción en la ciudad. Sin embargo, su origen es casual en cierta medida, pues la cofradía a la que da nombre en origen la encargó merced a una serie de avatares históricos que poco a poco se han podido ir desgranando hasta poder formular una historia aproximada sobre su ejecución, a pesar de lo cual su autoría no está documentada y es fruto de especulación por parte de historiadores, descartándose la atribución al escultor Pedro de la Cuadra que se ha venido manteniendo durante muchos años.

Si a pesar de que su historia ya es en sí misma enrevesada, se han de sumar las incidencias producidas en la iglesia que la cobija, igualmente sometida a modificaciones sobre el edificio original. Sobre estos hechos intentaremos aportar algunos datos que clarifiquen en lo posible aspectos de la historia de la imagen del célebre Nazareno, de su Cofradía y de su sede canónica.

IMÁGENES DE JESÚS NAZARENO EN VALLADOLID

En 1614 la Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión encargaba a Gregorio Fernández el paso procesional Camino del Calvario, cuya escritura de contratación se ha perdido, a pesar de que fue conocida, transcrita y publicada por Juan Agustín Ceán Bermúdez en 1889, por quien sabemos que el escultor firmó el contrato con la cofradía ante el notario Pedro González el 22 de noviembre de aquel año. El paso, tallado en madera y formado por cinco figuras (Cristo con la cruz a cuestas, el Cirineo, la Verónica y dos soldados), venía a sustituir a una composición anterior formada por cuatro figuras y enteramente elaborada como imaginería ligera —papelón— en el siglo XVI, aunque en la nueva composición se mantuvo la figura del Nazareno como imagen vestidera y en posición de pie.   

Sin embargo, a finales del siglo XVII la imagen fernandina del paso original fue retirada por la Cofradía de la Pasión, posiblemente por deterioro, y reemplazada por otra de similares características. Un Jesús Nazareno que, como era costumbre, a lo largo del año recibía culto, desmontado del paso, en un altar de la iglesia de la Pasión. Todas las figuras del paso permanecieron en aquella iglesia al menos hasta 1828, año en que la Real Academia de Bellas Artes las trasladó, a excepción del Jesús Nazareno, a su sede sita por entonces en la calle Pedro Barrueco1, pasando en 1842 al recién creado Museo Provincial de Bellas Artes de Valladolid (germen del Museo Nacional de Escultura), ubicado en el Colegio de Santa Cruz, donde se disgregó la composición y las figuras se expusieron por separado.

En este proceso, que culminó en 1926 con el cierre de la iglesia de la Pasión a causa de ruina, a lo que siguió la disgregación de sus bienes patrimoniales, la imagen del Nazareno que componía el paso del Camino del Calvario pasó primero al convento de San Quirce y hacia 1940 a la iglesia de Nuestra Señora del Carmen Extramuros, donde en 1986 fue identificada por Luis Luna Moreno como la imagen integrante del paso original2. Afortunadamente, el año 2013 la Cofradía de la Sagrada Pasión recuperó la propiedad de la escultura y, tras ser sometida a una exhaustiva restauración, llevada a cabo por Cristina Parrado, la incorporó de nuevo a sus desfiles, como imagen independiente, en la Semana Santa de 2014.

Anteriormente a la elaboración del paso procesional de Gregorio Fernández, la histórica Cofradía Penitencial de Jesús Nazareno, fundada en 1596 en el seno del convento de San Agustín, disponía en esta iglesia de una capilla donde comenzó a realizar sus actividades y donde almacenaba al menos hasta tres pasos de imaginería ligera. Como imagen titular, en el altar disponía de una imagen vestidera de Jesús Nazareno, realizada hacia 1608, que acabó dando nombre a la capilla. 

Ésta, a diferencia de la figura erguida del paso Camino del Calvario de la Cofradía de la Pasión, presentaba una de las caídas de Jesús, con una rodilla en tierra y sujetando con esfuerzo el peso de la cruz. Se trataba de una imagen vestidera, esto es, con el cuerpo formado por un liviano maniquí adaptado a las formas anatómicas y únicamente con la cabeza, manos y pies tallados en madera, con el cuerpo recubierto por una túnica morada de terciopelo. En opinión del investigador García Chico, después ratificada por Luis Luna Moreno, el autor de la talla habría sido Pedro de la Cuadra, un escultor desigual que trataba de emular los modelos fernandinos. Por razones desconocidas, posiblemente para reforzar su consistencia, el primitivo maniquí fue sustituido en 1697 por un cuerpo con la túnica tallada con numerosos pliegues y policromada con tonos violáceos lisos, aunque encima de esta se mantuviera la túnica textil en terciopelo como signo identificativo del Nazareno, que se venía a sumar a la corona de espinos reales colocada sobre la cabeza.

No pasado mucho tiempo, comenzaron los desencuentros entre la Cofradía de Jesús Nazareno y el convento de San Agustín que la acogía. Tras ser eliminado del Cabildo de Gobierno el representante agustino, las reuniones preceptivas de la Cofradía pasaron a celebrarse en la vecina parroquia de San Julián (junto al ábside de San Benito) y en la ermita de Nuestra Señora del Val, ambas desaparecidas, al tiempo que se comenzó a fraguar la idea de construir su propia sede y hospital, hecho que comenzó a materializarse a raíz de la donación del regidor Andrés de Cabezón, en 1627, de unos terrenos colindantes a la plaza de la Rinconada.

Estando en construcción la iglesia de la Cofradía Penitencial de Jesús Nazareno, las constantes desavenencias entre ésta y los frailes agustinos, a causa de la manipulación de sus imágenes patrimoniales, especialmente del crucifijo del paso de la Crucifixión realizado por Gregorio Fernández en 1612 a petición de la Cofradía, derivó en una ruptura que, en términos amistosos, se consumó en 1651. La situación se vendría a complicar en 1676, cuando, terminada la iglesia penitencial y redactada una nueva Regla de la Cofradía, tras la procesión del Viernes Santo retuvieron en su nueva sede los pasos que hasta entonces se habían conservado en el convento de San Agustín, lo que motivó un pleito entablado por los agustinos, cuya resolución, emitida en 1684, les fue favorable, teniendo que devolver la Cofradía de Jesús Nazareno todas las imágenes procesionales a los frailes.    

Como consecuencia, la Cofradía tuvo que encargar nuevas tallas sustitutorias de sus imágenes más representativas a los mejores escultores de los años finales del siglo XVII en Valladolid, entre ellas el paso del Expolio o del Despojo (hoy conocido como Preparativos para la Crucifixión), que comenzó en 1680 el cofrade y escultor Juan de Ávila (cuyo Cristo fue destruido en 1799 por un incendio y sustituido en 1801 por una insípida obra de Claudio Cortijo), el Cristo de la Agonía, elaborado por Juan Antonio de la Peña en 1684 para suplantar al crucifijo del paso de la Crucifixión, cuyos sayones tuvieron que comprar a los agustinos, y una versión mimética del Jesús Nazareno, justamente a la que está referido este artículo.

LA IMAGEN DE JESÚS NAZARENO

La imagen está tallada enteramente en madera, encajando a la perfección la cabeza, manos y pies en una túnica tallada con delicadeza en la que se forman sugestivos pliegues en el pecho, mangas y caídas traseras, sirviendo de modelo a la que se ensamblaría diez años después al Jesús Nazareno de San Agustín, cuya cabeza, manos y pies  repite con fidelidad. Representa una caída de Cristo, con la rodilla izquierda en tierra, la derecha flexionada, la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha, con la mano izquierda elevada y aferrada al madero y haciendo con la derecha un ademán de contención. Siguiendo los modelos fernandinos, la fuerza emocional se concentra en la cabeza, cubierta con una larga melena que deja visibles las orejas, con barba de dos puntas, nariz afilada, ojos oblicuos de cristal y boca ligeramente entreabierta sugiriendo la toma de aliento, con el rostro salpicado de pequeñas salpicaduras sanguinolentas producidas por una corona de espinas postiza.

De dramatismo atemperado, su depurado rostro expresa una mezcla de incomprensión y resignación, poniendo de manifiesto que, si no alcanza el virtuosismo de los modelos de Fernández, sus valores naturalistas son muy aproximados, demostrando su autor un conocimiento de los recursos del gallego para materializar sentimientos acordes a los postulados contrarreformistas, pues si algún efecto produce su contemplación es el de conmover al espectador.

En base a sus rasgos estilísticos y circunstancias históricas, se especula sobre la posible autoría de Juan Antonio de la Peña o Alonso de Rozas. Por la forma del tallado facial, las barbas, la cabellera y la expresión del rostro, personalmente me inclino por el primero, como también lo hiciera Juan José Martín González, pues es fácil apreciar la evidente similitud estilística con el vecino Cristo de la Agonía, del que Filemón Arribas3 desveló la autoría documentada de Juan Antonio de la Peña. Es posible que este escultor, que ocupaba el cargo de alcalde de la Cofradía en el tiempo en que fue realizada, se esmerara y entregara lo mejor de su talento al confeccionar la que sería la imagen titular hacia 1687.

Se tiene constancia de que en 1798 Crisanto Izquierdo realizaba las cuatro cantoneras de plata que rematan la cruz de madera y que en 1812 esta fue reemplazada por otra nueva, realizada por Martín Veites, gracias a una donación de Valentín Cabezas. La talla, como su modelo precedente, desfilaba cubierta por una túnica de terciopelo morado hasta principios del siglo XX, prescindiendo de este aditamento a partir de 1927, año en que la túnica fue repolicromada por Mariano García Maestro, que incorporó grandes medallones ornamentales sobre el fondo morado, apreciables en su actual aspecto. Tradicionalmente, la imagen de Jesús Nazareno desfila en una bella carroza elaborada por el escultor Pedro Verdugo, recorrida en los flancos por relieves policromados con episodios de la Pasión y con las figuras de los Cuatro Evangelistas en los ángulos.         

El ya mencionado incendio de 1799 afectó al retablo situado en el lado del Evangelio del crucero, que albergaba el Cristo del Despojo de Juan de Ávila, y a una parte del retablo mayor que había sido consagrado en 1716 con una tradicional arquitectura barroca dorada cuyas hornacinas albergaban esculturas de José de Rozas, con la central destinada a cobijar al Nazareno. Por este motivo, en 1817 aquel retablo fue sustituido por otro neoclásico de gran pureza, actualizado al gusto imperante en la época, con fingimientos de mármol, enmarcado por cuatro grandes columnas, coronado con un frontón curvo y estructurado como un camarín que permite subir por su parte trasera hasta la hornacina central, conservando de la obra preexistente las imágenes de San Pedro y San Pablo, que fueron colocadas flanqueando el retablo y recubiertas de blanco para fingir mármoles, aspecto que mantienen en nuestros días.

Los avatares de la Cofradía de Jesús Nazareno continuarían en los años finales del siglo XIX, cuando proyectado el nuevo edificio del Ayuntamiento en 1879, fue necesario derribar parte de la nave de los pies de la iglesia para realizar el nuevo trazado de la calle de Jesús, acortando su longitud y obligando a levantar una nueva fachada según los criterios funcionales de la época.

En otro orden de cosas, cuando en 1922 se comenzaron a recomponer los antiguos pasos procesionales, por iniciativa del arzobispo don Remigio Gandásegui, Juan Agapito y Revilla y Francisco de Cossío realizaron la recomposición del paso Camino del Calvario con la imagen del Jesús Nazareno que, procedente de la iglesia de San Agustín, se encontraba entre los fondos del Museo Nacional de Escultura, organizando la escena procesional tal y como se conserva en la actualidad, con una figura de Cristo que no es la talla original que concibiera Gregorio Fernández, sino aquella que sirviera de modelo a la imagen titular de la iglesia de Jesús, fundiendo en el montaje imágenes procedentes de las cofradías de la Sagrada Pasión y de Jesús Nazareno.


Informe y fotografías: J. M. Travieso.      




NOTAS

1 URREA FERNÁNDEZ, Jesús. Pasos restaurados. Museo Nacional de Escultura, Valladolid, 2000, p. 55.

2 LUNA MORENO, Luis. Gregorio Fernández y la Semana Santa de Valladolid. Catálogo exposición con motivo del 310 aniversario de la muerte del escultor, Ministerio de Cultura y Junta de Semana Santa de Valladolid, Valladolid, 1986, pp. 51-53.

3 ARRIBAS ARRANZ, Filemón. La Cofradía penitencial de N. P. Jesús Nazareno de Valladolid. Valladolid, 1946, pp. 82-90.





Jesús Nazareno. Pedro de la Cuadra, hacia 1608
Paso Camino del Calvario. MNE, Valladolid 



















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