14 de febrero de 2019

Visita virtual: EL PALACIO DEL MARQUÉS DE SANTA CRUZ, un palacio renacentista de estilo genovés en La Mancha





PALACIO DEL MARQUÉS DE SANTA CRUZ
Arquitectura: Giovanni Battista Castello, Il Bergamasco (Gandino, Bérgamo, c. 1500-Madrid, 1569) / Enrique Egas (Toledo, h. 1455-1534)
Pintura y escultura decorativa: Giovanni Battista Perolli, Il Cremaschino (Crema, Cremona, c. 1525-1530-El Viso del Marqués, Ciudad Real, c. 1588)
1564-1588
Pintura al fresco y escultura en estuco
Palacio del Marqués de Santa Cruz, El Viso del Marqués (Ciudad Real)
Pintura renacentista manierista. Escuela genovesa






Encontrar un palacio de las dimensiones y características que presenta el que levantara entre 1564 y 1588 el Marqués de Santa Cruz en la pequeña población manchega de El Viso del Marqués es algo realmente insólito y excepcional, como también lo es el aceptable estado de conservación con el que ha llegado a nuestros días. Fusionando un tipo de construcción a la española con soluciones y una ornamentación puramente italianizante, el palacio constituye un caso excepcional dentro del panorama renacentista español, al mostrarse como un atípico palacio genovés enclavado en pleno corazón de La Mancha, destacando el tipo de decoración profana elaborada en una época en que en todo el territorio hispano prevalecía la temática religiosa.

El Palacio del Marqués de Santa Cruz, Monumento Nacional desde 1931, se levantó por iniciativa de don Álvaro de Bazán, primer Marqués de Santa Cruz y almirante de la Marina, que contrató a un selecto grupo de artistas italianos para levantar en España una residencia, siguiendo los gustos de la época en Italia, en un lugar que se encontraba próximo al Camino Real que marcaba el trayecto obligado desde la Corte hasta Andalucía, eligiendo como punto estratégico un enclave equidistante entre la corte madrileña, el puerto de Sevilla y las bases de las escuadras de la armada en Cádiz, Cartagena y Lisboa.

EL COMITENTE: DON ÁLVARO DE BAZÁN (1526-1588)

Rafael Tejeo. Retrato de don Álvaro de Bazán, 1828
Museo Naval, Madrid
Don Álvaro de Bazán era hijo de don Álvaro de Bazán "el Viejo", junto al que comenzó su carrera, y de Ana de Guzmán. Su padre, muerto en 1558, había participado en importantes empresas marítimas durante el reinado del emperador Calos V, tales como la conquista de One en Argelia, la toma de Túnez y la batalla de Muros contra los franceses. Sus numerosas campañas en el Mediterráneo favorecieron su nombramiento como Capitán General del Mar Océano, así como las relaciones con Andrea Doria y las frecuentes visitas a Génova, donde contrató a los genoveses Nicolò da Corte y Antonio Semino para construir su residencia familiar en la ciudad de Granada, donde estaba destinado. Asimismo, tan importante personaje recibiría, por su destacada labor en la armada, el señorío de El Viso y de las vecinas poblaciones de Santa Cruz de Mudela y Bazán, títulos con los que llegó a crear un mayorazgo.

Su hijo, nacido en Granada en 1526, tras recibir una formación humanista junto a Pedro González de Simancas continuó trabajando como marino al servicio del rey de España, beneficiándose de los logros de su padre para contraer matrimonio en 1550 con doña Juana de Bazán y Zúñiga, hija mayor de los condes de Miranda, emparentando de esta manera con una de las familias más importantes de la nobleza española de la época. Don Álvaro de Bazán primero sirvió en la Armada del Atlántico, como protector de la Flota de las Indias, y después en la del Mediterráneo, obteniendo importantes cargos en la armada española tras intervenir en numerosos frentes que defendían los intereses españoles. En 1568 era nombrado Capitán General de las Galeras de Nápoles, casándose ese mismo año en segundas nupcias con doña María Manuel de Benavides, junto a la que residió durante diez años en Nápoles, donde en 1569 obtenía de Felipe II el título de I Marqués de Santa Cruz sobre las tierras del señorío heredado de su padre.
Tras su heroica y decisiva actuación contra la flota otomana en la Batalla de Lepanto, librada en 1571, Don Álvaro de Bazán alcanzó el punto álgido de su carrera cuando en 1579 fue ascendido a Capitán General de las Galeras de España, participando en 1580 en la conquista de Portugal y las Azores. En 1584 era designado para el mismo cargo que había ostentado su padre: Capitán General de las Galeras del Mar Océano. Cuando preparaba la armada contra Inglaterra, murió en Lisboa en 1588.

Don Álvaro de Bazán, que recibió de Felipe II los títulos de Marqués de Santa Cruz, Grande de España, Comendador Mayor de León y marqués de El Viso, durante su estancia en las ciudades italianas de Nápoles y Génova asumió la importancia que suponía la construcción de importantes palacios representativos para realzar el prestigio de la nobleza, hecho que potenciaba la categoría social y determinaba el carácter de las relaciones con otros nobles españoles e italianos, así como el disfrute de la inmensa fortuna forjada en el desempeño de su cargo como almirante. Por este motivo, don Álvaro de Bazán, caballero de la Orden de Santiago desde los tres años, decidió levantar un suntuoso palacio en la sede de su señorío, el pequeño pueblo de El Viso, en el que quedarían reflejados los prestigiosos títulos que había recibido del rey, aunque, dada la envergadura del proyecto, el almirante moría en 1588 sin llegar a ver culminada tan ambiciosa obra.


UN SUNTUOSO PALACIO EN EL VISO DEL MARQUÉS

Tradicionalmente, en base a las afirmaciones del historiador vasco Garibay1, se viene considerando que el proyecto fue encomendado en 1564 a Giovanni Castello, conocido como "Il Bergamasco" por ser originario de Bérgamo, un arquitecto que, tras realizar su formación en Roma, estaba trabajando en Génova, donde se había convertido en uno de los principales arquitectos y decoradores (regista) de la pujante ciudad portuaria, contando como colaborador, desde 1554, con el pintor Giovanni Battista Perolli. Se supone que el Bergamasco llegaría a España, para atender la solicitud de don Álvaro de Bazán, en las naves fletadas por éste para transportar a España al arquitecto Andrea Roderio de Carona y a los maestros Micael de Carona, Baptista de Carona y Giovanni María Ragius de Vigo, que partieron del puerto de Génova el 24 de septiembre de 1566. Esto implica que el Bargamasco en una primera fase trazaría los planos del palacio y que pasados más de dos años se desplazaría a tierras de la Mancha para supervisar los trabajos y responsabilizarse de la decoración a la italiana, pues lo fundamental de la construcción ya estaba levantado en 1567. Él sería quien proyectó la imponente y elegante escalera imperial del palacio de El Viso, que sigue la tipología de cinco tramos, así como el impulsor del programa ornamental del conjunto, con las vistas de ciudades y batallas navales del patio, las escenas de batallas relacionadas con el linaje, los temas mitológicos, la decoración de grutescos y motivos pompeyanos y los refinados trabajos realizados en estuco.
Sin embargo, al poco tiempo de llegar a España para realizar estos trabajos, el Bergamasco fue reclamado por el rey Felipe II para trabajar en El Escorial, donde, junto a decoraciones pictóricas, posiblemente fue el autor de la traza de la escalera principal del claustro.

Por otra parte, que el palacio siga una tipología típicamente española del siglo XVI, con planta cuadrangular, patio central y torres en las esquinas, siguiendo el esquema utilizado anteriormente por Alonso de Covarrubias en el Alcázar de Toledo, ha inducido a algunos historiadores a plantear que posiblemente fuera su discípulo Enrique Egas "el Mozo", que había trabajado en la próxima población de Almagro, el autor de la traza de la volumetría exterior del palacio de El Viso2, que presenta paramentos lisos y torres cuadradas angulares, cuyas partes altas se derrumbaron al ser afectadas por el Terremoto de Lisboa de 1755, aunque todavía se percibe su trazado.
No obstante, el conjunto supone un magnífico ejemplo de arquitectura y pintura del más puro manierismo italiano, lo que le convierte en un edificio único en su género en la geografía española. 
El palacio presenta una vinculación con los modelos genoveses, especialmente con el Palacio Doria-Tursi, actual sede del Municipio de Génova. Al elegante patio, que en el piso inferior presenta pilastras de orden dórico y jónico en el superior, se abren las puertas de los salones, combinándose en ellas frontones triangulares y curvos partidos de corte manierista, inspirados en los utilizados en Italia por Miguel Ángel, Vasari o Palladio.

La marcha de El Bergamasco para trabajar en El Escorial y su muerte en 1569, hizo reclamar a otros maestros pintores para que se encargaran de la decoración interior. En 1574 el Marqués de Santa Cruz contrataba la realización de las pinturas a Giovanni Battista Perolli, conocido como "Cremaschino", originario de Crema (Cremona), que tenía su obrador en Génova, donde estuvo trabajando hasta entonces. 
Patio central. Decoración de las crujías 
Este llegaba a La Mancha, como era habitual, acompañado por un grupo de parientes y colaboradores entre los que se encontraban Esteban Perolli, Juan Esteban Perolli y el veneciano César de Bellis, que trabajaron a sus órdenes, ocupándose este taller familiar de decorar con pinturas al fresco, una técnica prácticamente desconocida en España durante el Renacimiento, la escalera proyectada por el Bergamasco y los muros de las principales salas y espacios de tránsito del palacio, lo que constituye, tanto por la técnica empleada como por la variedad del repertorio profano, un caso único en los palacios españoles de su tiempo.    
Era Juan Bautista Perolli un pintor, escultor y arquitecto nacido hacia 1525 en Crema, en la provincia italiana de Cremona. De allí pasó a Génova formando parte del taller de pintura de su paisano Aurelio Busso, llegando a inscribirse en el Arte de Pintores y Doradores de la ciudad en 1550. En Génova trabajó realizando pinturas y esculturas para diferentes palacios y villas, así como las trazas arquitectónicas de diferentes proyectos. Entre su clientela se encontraban importantes personajes, como Battista Grimaldi, el príncipe Giovanni Andrea Doria y nobles de las familias Lercari y Spinola, junto a instituciones como la Comuna de Génova y el Ufficio di San Giorgio.
Patio. Frescos con pinturas de batallas navales
En 1574 se trasladó a España para trabajar, al servicio de don Álvaro de Bazán, como pintor mayor en el palacio de El Viso, contrayendo matrimonio en esta población manchega con la italiana Jerónima Passano, con quien tuvo cinco hijos. A partir de 1575 dirigió toda la decoración escultórica y pictórica del palacio, realizando dibujos y ejecutando los frescos más importantes. En El Viso, Perolli repite una experiencia ya practicada en el Palacio Grimaldi de Génova: la decoración de salas con columnatas fingidas que dejan entrever paisajes. En 1579 comenzaba a realizar trabajos para otras poblaciones, como Santisteban, Manzanares, Alcaraz, Villanueva, Úbeda, La Aliseda y Calzada, ocupándose de la elaboración de retablos y de la traza de algunos proyectos de arquitectura e ingeniería.
En 1580, tras la muerte de Domingo Casella, maestro mayor de la obra del palacio, pasó a ocupar este cargo, continuando la impresionante decoración escultórica y pictórica, donde, con un estilo manierista e influencias de Cambiaso, introdujo en España los modelos decorativos en boga en Italia, con una colección de frescos solamente equiparable a la decoración del Monasterio de El Escorial. Juan Bautista Perolli, tras haber realizado una copiosa obra de pintura, escultura y arquitectura en Italia3 y en España, murió en El Viso a finales de 1587.

Patio. Vistas de ciudades: Génova y Nápoles
UN SORPRENDENTE PROGRAMA ICONOGRÁFICO DE PINTURAS AL FRESCO  

El interior del palacio de El Viso constituye el mejor conjunto pictórico manierista —8..000 metros cuadrados— de la España del siglo XVI, destacando la serie de alegorías que proclaman la gloria de la familia Bazán, los pasajes históricos y épicos que narran las batallas del linaje, las vistas de ciudades relacionadas con su biografía, las batallas navales en las que participó el Marqués, con sus cartelas explicativas, pasajes bíblicos moralizantes, fingimientos arquitectónicos y escultóricos, una variada gama de grutescos y motivos pompeyanos junto a un repertorio decorativo de vegetales, orlas y festones, aportando una ingente colección de escenas mitológicas e historias romanas al fresco, únicas en la pintura renacentista española. Entre todas destacan las realizadas por el Cremaschino, que dirigió el programa decorativo.
Patio. Fingimientos arquitectónicos y escultóricos al fresco

Zaguán
Atravesada la puerta principal se llega al zaguán, que comunica con el patio. Sobre las puertas, con el fin de homologar la gloria del propietario, se colocan cuatro bustos de emperadores romanos —hoy decapitados— que representan a Trajano, Adriano, Marco Aurelio y Teodosio. En la bóveda se representa el Carro triunfal de Neptuno como homenaje a don Álvaro de Bazán "El Viejo". Se acompaña de escenas inspiradas en Las Metamorfosis de Ovidio, entre las que figuran Anfítrite y Neptuno; Atenea y Poseidón y Pegaso y Crisaor.

Patio central
Los frescos, organizados de forma simétrica, cubren la totalidad de los muros y las bóvedas de las dos plantas. En los espacios entre las pilastras de los muros laterales se muestran Batallas Navales que exaltan, de acuerdo al ideal heroico renacentista de la fama y la memoria, los más sonados triunfos de don Álvaro de Bazán, que aparecen relatados en cartelas explicativas.
Patio. Alegorías de España y Francia en los ángulos 
Con el mismo criterio, sobre los vanos de las puertas, dentro de caprichosas arquitecturas fingidas, se muestran ocho Vistas de Ciudades con destacada importancia estratégica y política. En la planta baja aparecen Argel, Bolonia, Nápoles y Génova, a las que complementan en la planta alta Messina, Milán, Roma y Venecia, cuya topografía constituyen verdaderos documentos gráficos de su tiempo.
Los cuatro ángulos de la galería baja se cubren con cúpulas en las que aparecen pintados carros triunfales con las Alegorías de cuatro países, composiciones manieristas que representan personificados los cuatro estados que establecían el nuevo orden político: España, Italia, Francia y Turquía. Sobre las pechinas que las sustentan aparecen, igualmente personificadas, alegorías de cuatro ciudades de cada país, Burgos, Sevilla Toledo y Granada por España; Roma, Venecia, Génova y Nápoles por Italia; París, Marsella, Lyon y Bolonia por Francia; Damasco, Constantinopla, El Cairo y Argel por Turquía. Este repertorio supone un caso insólito en la iconografía profana española.
Al patio se abren una serie de salones que actualmente están ocupados por el Archivo General de la Marina Española.

Decoración mitológica en las bóvedas
Sala de Portugal
En la parte izquierda del patio, orientada al oeste, se accede a esta sala, que comunica con el jardín del palacio. En su bóveda está plasmada la Batalla naval de la conquista de Portugal, concebida como un ejercicio de exaltación de humanismo militar. Otros frescos recrean lugares y victorias logradas en dicha contienda, así como bustos fingidos de emperadores romanos y de personajes vinculados a las batallas, como el Duque de Alba, Pedro de Médici y el Marqués de Santa Cruz.      


Escalera imperial
Escalera imperial. Esculturas alegóricas de Neptuno y Marte
Al fondo del patio, en el lado opuesto al vestíbulo, arranca una escalera imperial de cinco tramos que conduce a la planta noble. Los muros de la caja de la escalera aparecen decorados con simulaciones geométricas de mármoles polícromos, así como alegorías de los Siete Pecados Capitales, los Trabajos de Hércules, Neptuno con ninfas y tritones, etc. Al final de los dos tramos, establecen una impactante perspectiva visual unas hornacinas, decoradas con trofeos y batallas, que albergan grandes esculturas en mármol blanco que suponen el paroxismo propagandístico en torno a la familia Bazán. Una escultura representa a Neptuno para ensalzar como dios del mar a don Álvaro de Bazán "El Viejo", mientras la otra recrea a Marte para aludir a su hijo don Álvaro de Bazán, propietario del palacio, como dios de la guerra.
 
Dormitorios
En la planta noble se alojan los antiguos dormitorios. A lo largo de las galerías del patio aparecen frescos que representan Batallas en las que participó el Marqués. Sobre los vanos de algunas puertas aparecen colocados fanales de popa como elementos decorativos. Estos fueron arrebatados, a modo de trofeos, a las naves capitanas vencidas en los combates navales en que intervino al frente de la armada española.
Dormitorio. Retratos familiares en la bóveda
En el extremo de la crujía oriental se encuentra el dormitorio principal, cuyas paredes están pintadas con columnas fingidas y la bóveda con una serie de personajes que representan familiares del Marqués de Santa Cruz con sus respectivas esposas. En otro dormitorio anexo aparecen en la bóveda Retratos masculinos de la familia Bazán. 

Sala de los Linajes
Esta sala ocupa el centro de la crujía oriental del piso noble y en su bóveda el Cremaschino, siguiendo la estela manierista de Veronés en Villa Barbaro (Véneto), hace un alarde de trampantojo para representar una galería simulada con balaustres y cubierta con casetones, con tramos separados por columnas jónicas, entre los que aparecen todos los antepasados del Marqués de Santa Cruz con sus esposas y vestidos de guerreros, personajes que parecen asomarse a la sala. Entre ellos se incluye a Hércules como alegoría de la fuerza y la heroicidad.

Sala de los Linajes. Galerías fingidas con personajes
El centro de la bóveda aparece cubierto con un gran fresco apaisado, recorrido por una inscripción explicativa, que muestra la Batalla que dio origen al linaje de los Bazán, cuando uno de sus antepasados liberó al rey de Navarra, hecho prisionero por los franceses. Ensalzando el linaje familiar, en los ángulos aparecen grandes motivos heráldicos, en forma de cartelas flanqueadas por soldados otomanos vencidos, que contienen el emblema ajedrezado de la noble familia. Esta sala constituye un caso singular de pintura profana manierista en todo el panorama renacentista español.
  
Sala del Olimpo
Se abre junto a la anterior, más hacia el sur. Esta presidida por un bello fresco octogonal en la bóveda donde se representa a los Dioses del Olimpo. Junto a Júpiter, que aparece entronizado entre nubes y con un águila y el globo terráqueo a sus pies, se distinguen a su lado a dioses como Marte, Neptuno, Mercurio, Venus y Cupido, etc., aunque la escena se centra en los personajes de la ninfa Calixto y su hijo Arcas, convertidos por Júpiter en la Osa Mayor y la Osa Menor para ocultar a su esposa sus amoríos con la ninfa y el fruto de sus relaciones. El tema se continúa en otros bellos frescos con escenas de la historia de Calixto y Arcas localizadas en los idílicos paisajes de la Arcadia. Este repertorio mitológico, que se acompaña de otras muchas escenas en otras dependencias, es un caso único en el repertorio español de la época.   

Sala de los Linajes. Fingimientos arquitectónicos y parejas asomadas a la sala
Sala de las Cuatro Estaciones
Al sur de la anterior se abre esta sala que de nuevo recurre a la mitología en su ornamentación. Para explicar las estaciones de la naturaleza el pintor recurre al mito del Rapto de Proserpina, según el cual, habiendo raptado Plutón a Proserpina para llevarla al inframundo como esposa, Zeus, a través de Mercurio como mensajero, le rogó que le devolviera a su hija. Plutón puso como condición que, como Proserpina había robado sus semillas de granada, con las que se alimentaba, permaneciera como compensación cuatro meses al año con él. De este modo, cuando Proserpina regresaba en primavera junto a su madre Ceres, esta hacía que las cosechas brotasen y en verano floreciesen fértiles. Cuando volvía a los infiernos junto a Plutón, su madre Ceres cambiaba el color de los árboles en otoño y en el invierno la tierra quedaba estéril. 
Sala de los Linajes. Frescos de la bóveda

Salón de Honor
Esta espaciosa sala, la principal y más representativa del palacio, se encuentra en la planta noble y sobre el zaguán de entrada. Su decoración se basa en una serie de arquitecturas fingidas, a modo de trampantojos, que con una solución de continuidad simulan la apertura de la estancia a un jardín. En ella el Cremaschino hace gala de su originalidad al pintar al fresco los muros con columnas fingidas entre las que se divisa un idílico paisaje insólito en La Mancha, así como el fingimiento en las dos paredes laterales de hornacinas con estatuas de emperadores sobre las puertas y trampantojos arquitectónicos sobre las impresionantes chimeneas, rematadas por estatuas de Zeus y el escudo que proclama la gloria de los Bazán.

Debido al hundimiento del techo, a consecuencia del Terremoto de Lisboa de 1755, en la bóveda de esta sala se perdió la pintura de la Batalla de Lepanto, donde el Marqués realizó su más importante hazaña.

Sala de los Linajes. Batalla al fresco que preside la bóveda 
Sala de Argos, Despacho y Sala de David
Una serie de salas se abren en la galería occidental. La primera es la Sala de Argos, donde se representa la conversión por Zeus de su amante la doncella Io en una vaca para salvarla de los celos de su esposa Hera. Sin embargo, sospechando ésta el engaño, exigió a Zeus que se la entregase y ordenó que la vigilara Argos, el gigante de los cien ojos. Pero Zeus envió a Hermes, que con su flauta consiguió dormir y matar a Argos, facilitando las relaciones de Zeus con Io, por lo que Hera castigó al gigante poniendo todos sus ojos en la cola del pavo real, su ave favorita.
Sigue el Despacho, una saleta decorada con escenas bíblicas moralizantes entre las que aparecen episodios de la vida de Moisés, el sacrificio de Jacob, la historia de Judith y Holofernmes, etc.
Sala del Olimpo. Escena central
En la Sala de David se representa a David y Goliat, junto a elementos relacionados con el Tiempo y las Parcas.


Oratorio del Palacio
En la parte norte, encajonada entre las dos rampas de la escalera, se encuentra la Capilla, que es el espacio más decorado del palacio a base de molduras y relieves en estuco que representan ángeles y la figura del Salvador en el frontispicio. La bóveda se decora con pinturas de ángeles con los instrumentos de la Pasión y la figura del Padre Eterno en el centro, imágenes religiosas que se interpretan como una defensa del catolicismo emanado del Concilio de Trento. La pintura del altar, originariamente referida a la Batalla de Lepanto, fue sustituida por una pintura de Santiago en la batalla de Clavijo.  



Sala del Olimpo. Escenas mitológicas
Jardín
En el interior del palacio de El Viso se abre un recoleto jardín ornamentado con parterres, fuentes y bancos recubiertos con azulejos talaveranos que presentan un desfile de personajes militares. Junto a la puerta de acceso al jardín se encuentran adosados los notables monumentos sepulcrales de don Álvaro de Bazán, hermano del Marqués, y su esposa doña María de Figueroa, que aparecen representados, en mármol blanco, en actitud orante ante sendos reclinatorios, siguiendo los modelos implantados en la corte por Pompeo Leoni. Son obra del escultor Antonio de Riera, que los realizó durante el primer tercio del siglo XVII para el desaparecido convento de la Concepción de esta misma población, desde donde fueron trasladados a su actual ubicación.

Salón de Honor. Fingimientos arquitectónicos como trampantojos

Todo el conjunto supone un canto a la personalidad de don Álvaro de Bazán, sus triunfos y su gloria, cuyo ascenso social materializó en la sede de su señorío: el pequeño pueblo de El Viso. En los frescos se exalta el origen del mayorazgo, el linaje familiar recordando al comendador de Castroverde, abuelo del Marqués de Santa Cruz, y las principales hazañas del propietario del palacio, todo ello planteado con criterios humanistas que responden al debate sobre la antigüedad y el valor de la nobleza —muy vivo en la España del siglo XVI—, proclamando en imágenes, junto al valor del linaje, la virtú personal del marqués.    
Despacho

Archivo General de la Marina y Museo Palacio del Marqués de Santa Cruz
A lo largo de su historia, el palacio ha conocido diferentes peripecias a las que ha sobrevivido. A principios del siglo XVIII, durante la Guerra de Sucesión Española, estuvo a punto de ser destruido por las tropas inglesas capitaneadas por Edward Hamilton, salvándose gracias a la actuación del poeta Carlos de Praves, capellán del marqués. Como ya se ha citado, en 1755 acusó los efectos del Terremoto de Lisboa, perdiendo los remates de las cuatro torres y el techo del Salón de Honor, donde se representaba la Batalla de Lepanto. Más tarde, durante la Guerra de Independencia, fue arrasado por los franceses, pasando a tener funciones de granero, colegio, establo, cárcel y hospital. Esta penosa situación se prolongó hasta 1948, cuando los descendientes de Álvaro de Bazán se lo ofrecieron a la Armada para que instalara el Archivo General de la Marina Española.
Oratorio del palacio: Motivos religiosos en pinturas y estucos
Actualmente, aunque sigue perteneciendo a la familia Álvaro de Bazán, continúa cumpliendo esta función como archivo de titularidad estatal, gestionado por el Ministerio de Defensa, conservando en sus fondos documentación referente a la Armada Española desde 1754 hasta después de la Guerra Civil, documentos que ordenados en estanterías ocupan 16 km. y están abiertos a la consulta de investigadores.
También funciona como Museo Palacio de Santa Cruz, cuyo especial aliciente es contemplar un deslumbrante conjunto de pinturas renacentistas al fresco de temática profana, caso único en España tanto por la técnica empleada como por el repertorio, entre el que sobresale el fastuoso conjunto de escenas mitológicas, las pinturas de batallas y las vistas de ciudades, verdaderos documentos gráficos, y los sugestivos fingimientos arquitectónicos. Otras piezas interesantes son la serie de fanales marinos dispersos por las dependencias, la colección de pinturas sobre lienzo y el mobiliario de época que decora las salas, así como los carruajes, cañones, armamento antiguo y las fidedignas reproducciones de diversos navíos.

Oratorio del palacio: Decoración de la bóveda

Informe: J. M. Travieso.
Fotografías: Santiago López-Pastor (Álbum Flickr)



NOTAS

1 Real Academia de la Historia. Col. Garibay ms. 9-10-3 2116, fol. 165v-166.

2 LÓPEZ TORRIJOS, Rosa: Garibay y los arquitectos del palacio del Viso. Goya, 276, 2000, pp. 140-144.

3 LÓPEZ TORRIJOS, Rosa: Juan Bautista Perolli. Obras genovesas 1. Archivo Español de Arte 289, 2000, pp. 1-22.



Sepulcros de Alvaro de Bazán y María de Figueroa en el jardín

















Jardín. Azulejos talaveranos que decoran los bancos
















Pinturas mitológicas e historias de Roma en las bóvedas













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