FAUNO DANZANTE
Scognamiglio,
P. (escultor napolitano)
1882
Bronce, 78,50 x
30,50 x 29 cm
Museo Nacional
de Escultura. Casa del Sol, Reproducciones Artísticas, Valladolid
Original:
escultura romana del siglo II a. C. encontrada en la Casa del Fauno de Pompeya
/ Copia: escultura contemporánea

El retorno de lo antiguo ha sido una constante que ha perdurado a lo
largo de los siglos con fuerza e imaginación, recibiendo nuevas
interpretaciones y significados en función de los cambios de gusto, de
sensibilidades y la búsqueda de nuevas miradas, siendo el valor más destacado
del legado antiguo su ideal de belleza. Este hecho era algo más que una
elección formal, pues suponía una visión del mundo marcada por un orden y una
armonía que se extendía a todo el universo. Los griegos no concebían la idea de
un mundo caótico, por lo que encontraron en el desnudo la esencia de la forma
ideal. Si primero la imagen del mundo quedaba expresada en Apolo, Ares o Venus,
tiempo después este imaginario lo haría en Adán, David o Cristo. El ciclo
plástico griego había estado dominado por la representación de dioses,
semidioses y atletas que encarnaban el ideal de belleza y armonía.
Este ideal clásico, como modelo digno de imitación en la búsqueda de la
belleza perfecta, se fue consolidando desde el Renacimiento hasta el siglo XIX.
Los artistas se formaban copiando obras maestras de la Antigüedad en las
Academias, que mantenían una inflexible exigencia sobre el gusto y el estilo de
belleza, en ocasiones de forma monótona y desvitalizada. En el retorno a los
fecundos modelos clásicos, se fue abriendo camino otro referente antiguo que
fue muy bien acogido por la sensibilidad contemporánea, como fueron los temas
referentes a Dionisos y las ceremonias dionisiacas.

Dionisos es un dios marginal, errante y extranjero, protector de la
vendimia —es el señor del vino—
y la fertilidad, de la locura y los excesos humanos (hybris). Es
también el señor del vino, emblema del teatro y de los misterios. Representa la
naturaleza animal del hombre en sus ritos, con un séquito (thiasos) en
cuyos cortejos, liberados de toda norma vigente, participaban las Ménades (mujeres
enajenadas sometidas a una frenética danza) y seres mitológicos semianimales,
como silenos, centauros o sátiros, que embriagados por el dios (enthousiasmos),
se entregan a una danza desenfrenada, una locura violenta que les dota de una
libertad y una pérdida de control de fuerza invulnerable. El culto griego a
Dionisos tuvo influencia en las ceremonias de los dioses del Imperio Romano,
donde gustaban mucho las festividades caracterizadas por el desenfreno y la
ausencia de normas represivas, donde el vino y los placeres de la vida eran el
mayor foco de atracción. Según Nietzsche, frente a la serenidad apolínea,
Dionisos se convierte en el símbolo de una moral y una estética inconformista,
encarnando una relación con la vida basada en el placer del instante, la
libertad frente a las convenciones y la experiencia del caos.

En el acompañamiento de Dionisos, una figura principal es el fauno
(versión romana del sátiro griego). En la mitología romana, los faunos son
deidades descendientes de Fauno, protector de los bosques, los campos y el
ganado. Su representación en el ámbito doméstico era frecuente por simbolizar
la fertilidad y poseer dones proféticos.
Con el tiempo, Fauno pasó a ser identificado con el dios griego Pan y
los faunos con los sátiros griegos seguidores de Dionisos (Baco en la mitología
romana). Los faunos acostumbraban a danzar ebrios y extasiados por los bosques,
siendo representados en su origen como seres demoniacos mitad humanos y mitad
machos cabríos, aunque paulatinamente fueron perdiendo sus características
animalescas para presentar una fisionomía más humana, con solo dos cuernos
sobresaliendo de sus rizadas cabelleras y generalmente asociados a la danza o
la música.
En el año 1830 fue descubierta en el impluvium del atrio de una casa
pompeyana, una de las más lujosas de la ciudad, la escultura de un fauno
de bronce que daría nombre a la construcción: Casa del Fauno. Esta escultura,
cuya valoración se mantuvo intacta con el tiempo, ha llegado a considerarse
como uno de los máximos exponentes de la capacidad creativa de la Antigüedad.
El original pompeyano, se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles,
que según la teoría de Robertson, se considera copia del siglo II a. C. de un
posible original helenístico atribuido al círculo de alumnos de Lisipo.

La escultura representa a un fauno realizando una danza compleja
y giratoria. Es una figura masculina que aparece desnuda y que sugiere estar a
punto de comenzar a danzar por su equilibrio de puntillas, apenas sujeto por
los dedos de los pies sobre una peana cuadrangular, lo que le proporciona una
sensación ingrávida que es reforzada por la colocación de la cabeza y los
brazos levantados —el izquierdo prácticamente en vertical—, una postura que con
la alegre expresión transmiten una sensación de libertad y vitalidad que
siempre ha fascinado. Con una anatomía humana bellamente descrita —barbado y
con una sonrisa maliciosa—, la aparición de una cola larga y suelta en la
espalda, de unos cuernos de cabra sobre la frente y el estar coronado con hojas
de roble, hace que se le identifique con un mitológico fauno que participa de
la fiesta central del culto dionisiaco, un símbolo de fertilidad y abundancia
en la cultura grecorromana. En su base aparece la inscripción “P.C.L. (Pondo
Centum Quinquginta)”.
Tan sugestiva escultura presenta un discreto tamaño que ha favorecido la
producción de numerosas copias destinadas a casas y palacetes privados con la
idea de que, colocadas en pequeños jardines, atraen la fecundidad para hombres
y animales.
En el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, en la sección de
Reproducciones Artísticas, se conserva una de las copias del original que se
encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, institución donde en
1882 el escultor napolitano Scognamiglio realizó una copia en bronce que,
por los medios admitidos en su época, supone una copia lo más fidedigna del
original, muestra del gusto de la plástica helenística por la representación de
los estados de ánimo y de la psyché, del alma en general, que presenta la obra
pompeyana.
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Scognamiglio. Copia del Fauno danzante expuesto en el Museo de Reproducciones Artísticas de la Casa del Sol Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
El vaciado en bronce del Fauno danzante ingresó en 1884 en el Museo
Nacional de Reproducciones Artísticas de Madrid, creado en 1877 con fines didácticos, por
el entonces presidente del Gobierno, Antonio Cánovas del Castillo, teniendo su
sede en el Casón del Buen Retiro, que cerró sus puertas en 1961. El Fauno
danzante figuró entre los fondos que pasaron al Museo Nacional de Escultura
de Valladolid, que desde 2012 expone obras muy representativas en la Casa del
Sol, extensión del Museo dedicada en exclusiva a las reproducciones artísticas.
Informe y
fotografías: J. M. Travieso.
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Scognamiglio. Copia del Fauno danzante expuesto en el Museo de Reproducciones Artísticas de la Casa del Sol Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
Bibliografía
BOLAÑOS ATIENZA, María: "
Fauno danzante". Casa del Sol. Museo Nacional de Escultura. Madrid, 2013, pp. 104-105.
BOLAÑOS ATIENZA, María:
Bellezas prestadas: La colección nacional de reproducciones artísticas. Culture & History Digital Journal, Diciembre, 2013.
GONZÁLEZ DÍEZ, Pedro. "
Fauno danzante". Museo Nacional de Escultura: colección. 2015. pp. 302-303.
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Fauno danzante, bronce, s. II a. C. Original de la Casa del Fauno de Pompeya Museo Arqueológico de Nápoles |
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Aspecto de la Casa del Fauno de Pompeya |
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José Trilles y Badenes. Danza báquica, 1892 Copia en escayola del original romano, 40 a. C. Museo de Reproducciones Artísticas de la Casa del Sol Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
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