1 de agosto de 2025

Theatrum: FAUNO DANZANTE, un ser mitológico para una ceremonia dionisiaca


 





FAUNO DANZANTE

Scognamiglio, P. (escultor napolitano)

1882

Bronce, 78,50 x 30,50 x 29 cm

Museo Nacional de Escultura. Casa del Sol, Reproducciones Artísticas, Valladolid

Original: escultura romana del siglo II a. C. encontrada en la Casa del Fauno de Pompeya / Copia: escultura contemporánea

 

 





     El retorno de lo antiguo ha sido una constante que ha perdurado a lo largo de los siglos con fuerza e imaginación, recibiendo nuevas interpretaciones y significados en función de los cambios de gusto, de sensibilidades y la búsqueda de nuevas miradas, siendo el valor más destacado del legado antiguo su ideal de belleza. Este hecho era algo más que una elección formal, pues suponía una visión del mundo marcada por un orden y una armonía que se extendía a todo el universo. Los griegos no concebían la idea de un mundo caótico, por lo que encontraron en el desnudo la esencia de la forma ideal. Si primero la imagen del mundo quedaba expresada en Apolo, Ares o Venus, tiempo después este imaginario lo haría en Adán, David o Cristo. El ciclo plástico griego había estado dominado por la representación de dioses, semidioses y atletas que encarnaban el ideal de belleza y armonía.

Este ideal clásico, como modelo digno de imitación en la búsqueda de la belleza perfecta, se fue consolidando desde el Renacimiento hasta el siglo XIX. Los artistas se formaban copiando obras maestras de la Antigüedad en las Academias, que mantenían una inflexible exigencia sobre el gusto y el estilo de belleza, en ocasiones de forma monótona y desvitalizada. En el retorno a los fecundos modelos clásicos, se fue abriendo camino otro referente antiguo que fue muy bien acogido por la sensibilidad contemporánea, como fueron los temas referentes a Dionisos y las ceremonias dionisiacas. 

     Dionisos es un dios marginal, errante y extranjero, protector de la vendimia —es el señor del vino— y la fertilidad, de la locura y los excesos humanos (hybris). Es también el señor del vino, emblema del teatro y de los misterios. Representa la naturaleza animal del hombre en sus ritos, con un séquito (thiasos) en cuyos cortejos, liberados de toda norma vigente, participaban las Ménades (mujeres enajenadas sometidas a una frenética danza) y seres mitológicos semianimales, como silenos, centauros o sátiros, que embriagados por el dios (enthousiasmos), se entregan a una danza desenfrenada, una locura violenta que les dota de una libertad y una pérdida de control de fuerza invulnerable. El culto griego a Dionisos tuvo influencia en las ceremonias de los dioses del Imperio Romano, donde gustaban mucho las festividades caracterizadas por el desenfreno y la ausencia de normas represivas, donde el vino y los placeres de la vida eran el mayor foco de atracción. Según Nietzsche, frente a la serenidad apolínea, Dionisos se convierte en el símbolo de una moral y una estética inconformista, encarnando una relación con la vida basada en el placer del instante, la libertad frente a las convenciones y la experiencia del caos.

     En el acompañamiento de Dionisos, una figura principal es el fauno (versión romana del sátiro griego). En la mitología romana, los faunos son deidades descendientes de Fauno, protector de los bosques, los campos y el ganado. Su representación en el ámbito doméstico era frecuente por simbolizar la fertilidad y poseer dones proféticos.  Con el tiempo, Fauno pasó a ser identificado con el dios griego Pan y los faunos con los sátiros griegos seguidores de Dionisos (Baco en la mitología romana). Los faunos acostumbraban a danzar ebrios y extasiados por los bosques, siendo representados en su origen como seres demoniacos mitad humanos y mitad machos cabríos, aunque paulatinamente fueron perdiendo sus características animalescas para presentar una fisionomía más humana, con solo dos cuernos sobresaliendo de sus rizadas cabelleras y generalmente asociados a la danza o la música. 

En el año 1830 fue descubierta en el impluvium del atrio de una casa pompeyana, una de las más lujosas de la ciudad, la escultura de un fauno de bronce que daría nombre a la construcción: Casa del Fauno. Esta escultura, cuya valoración se mantuvo intacta con el tiempo, ha llegado a considerarse como uno de los máximos exponentes de la capacidad creativa de la Antigüedad. El original pompeyano, se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, que según la teoría de Robertson, se considera copia del siglo II a. C. de un posible original helenístico atribuido al círculo de alumnos de Lisipo.

      La escultura representa a un fauno realizando una danza compleja y giratoria. Es una figura masculina que aparece desnuda y que sugiere estar a punto de comenzar a danzar por su equilibrio de puntillas, apenas sujeto por los dedos de los pies sobre una peana cuadrangular, lo que le proporciona una sensación ingrávida que es reforzada por la colocación de la cabeza y los brazos levantados —el izquierdo prácticamente en vertical—, una postura que con la alegre expresión transmiten una sensación de libertad y vitalidad que siempre ha fascinado. Con una anatomía humana bellamente descrita —barbado y con una sonrisa maliciosa—, la aparición de una cola larga y suelta en la espalda, de unos cuernos de cabra sobre la frente y el estar coronado con hojas de roble, hace que se le identifique con un mitológico fauno que participa de la fiesta central del culto dionisiaco, un símbolo de fertilidad y abundancia en la cultura grecorromana. En su base aparece la inscripción “P.C.L. (Pondo Centum Quinquginta)”.

Tan sugestiva escultura presenta un discreto tamaño que ha favorecido la producción de numerosas copias destinadas a casas y palacetes privados con la idea de que, colocadas en pequeños jardines, atraen la fecundidad para hombres y animales. 

En el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, en la sección de Reproducciones Artísticas, se conserva una de las copias del original que se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, institución donde en 1882 el escultor napolitano Scognamiglio realizó una copia en bronce que, por los medios admitidos en su época, supone una copia lo más fidedigna del original, muestra del gusto de la plástica helenística por la representación de los estados de ánimo y de la psyché, del alma en general, que presenta la obra pompeyana.

Scognamiglio. Copia del Fauno danzante expuesto en el
Museo de Reproducciones Artísticas de la Casa del Sol
Museo Nacional de Escultura, Valladolid 

     El vaciado en bronce del Fauno danzante ingresó en 1884 en el Museo Nacional de Reproducciones Artísticas de Madrid, creado en 1877 con fines didácticos, por el entonces presidente del Gobierno, Antonio Cánovas del Castillo, teniendo su sede en el Casón del Buen Retiro, que cerró sus puertas en 1961. El Fauno danzante figuró entre los fondos que pasaron al Museo Nacional de Escultura de Valladolid, que desde 2012 expone obras muy representativas en la Casa del Sol, extensión del Museo dedicada en exclusiva a las reproducciones artísticas. 

 

 

Informe y fotografías: J. M. Travieso.

 

 



Scognamiglio. Copia del Fauno danzante expuesto en el
Museo de Reproducciones Artísticas de la Casa del Sol
Museo Nacional de Escultura, Valladolid 

Bibliografía

BOLAÑOS ATIENZA, María: "Fauno danzante". Casa del Sol. Museo Nacional de Escultura. Madrid, 2013, pp. 104-105.

BOLAÑOS ATIENZA, María: Bellezas prestadas: La colección nacional de reproducciones artísticas. Culture & History Digital Journal, Diciembre, 2013.

GONZÁLEZ DÍEZ, Pedro. "Fauno danzante". Museo Nacional de Escultura: colección. 2015. pp. 302-303.






Fauno danzante, bronce, s. II a. C.
Original de la Casa del Fauno de Pompeya
Museo Arqueológico de Nápoles
























Aspecto de la Casa del Fauno de Pompeya
















José Trilles y Badenes. Danza báquica, 1892
Copia en escayola del original romano, 40 a. C.
Museo de Reproducciones Artísticas de la Casa del Sol
Museo Nacional de Escultura, Valladolid











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