9 de abril de 2010

Viaje: Recorrido por Palencia, la bien guardada


Cuando preparábamos el viaje, la verdad es que no tuvimos en cuenta dos cosas que al final resultaron beneficiosas para el grupo. Primero, que era Domingo de Ramos; segundo, el cambio de horario de invierno a verano, lo que suponía una hora más de luz.

Nos pusimos en marcha a las 9 de la mañana con dirección a Palencia y en el camino encontramos la primera dificultad: no se podía visitar Dueñas porque el párroco de Santa María tenía que acudir a ejercer su ministerio a otras localidades y no regresaba a Dueñas hasta la misa de las 12,30 y luego había procesión de las Palmas. Por ese motivo, tuvimos que ir directamente a Palencia. La primera visita debía ser a la catedral, pues al igual que en Dueñas, a las 11,30 tendría lugar la procesión de las Palmas por el centro histórico de la ciudad.

Alrededor de las 10 ya estábamos en su interior. Lo primero que hicimos fue recorrer las capillas absidiales y la capilla del Sacramento, en esta última hicimos referencia a Fray Alonso de Burgos, a doña Inés de Osorio y a su generosa herencia al cabildo de la catedral: el retablo, las rejas y su propio sepulcro.


Cuando nos disponíamos a contemplar el retablo mayor de la catedral, el sacristán nos pidió que lo hiciéramos más tarde, porque iba a tener lugar la misa del Domingo de Ramos en el crucero y podíamos perturbar la celebración. Aprovechamos este tiempo para visitar la cripta, el trascoro y el claustro. Como la ceremonia seguía y teníamos la siguiente visita concertada salimos con dirección al Museo de Palencia. Allí nos esperaba a la puerta don Jorge Juan Fernández, director del museo, y nos daba la bienvenida a tan interesante recinto museístico.

La visita resultó muy interesante e instructiva. El museo sorprendió a todos por lo atractivo de las instalaciones y la calidad de la mayoría de sus piezas, aunque también por el llamativo diseño del edificio, en el que el arquitecto don Luis Arranz Algueró ha empleado el hormigón y el cristal para adaptar la antigua Casa del Cordón.


Pero la instalación pronto pasa a un segundo plano cuando desde una de las balaustradas de cristal se contempla la maravilla del museo: “El mosaico del Océano y las Nereidas", hallado en las termas de la Villa Possidica (Dueñas). El lugar elegido para su exposición es fantástico, pues aparece colocado en el suelo, como en su estado original, pero con la posibilidad de ser contemplado desde lo alto. Después, al bajar al sótano donde está expuesto, se aprecia aun más, si cabe, la belleza y las bellas tonalidades de las teselas que conforman esta magnífica obra romana.

Durante el recorrido por el museo el director acompañó al grupo y le mostró las mejores piezas de las colecciones arqueológicas que guarda, un fondo realmente excepcional expuesto en modernas vitrinas. Enseguida llaman la atención los retratos romanos de las esculturas antonianas, mármoles encontrados en Becerril de Campos que son de una calidad y de una belleza extraordinaria.


Otras vitrinas muestran tesoros de la edad de Hierro y del Bronce y también se pueden contemplar los capiteles románicos originales de la iglesia de San Martín de Frómista, cuya restauración fue en sus tiempos tan necesaria como polémica, pues al arquitecto responsable de su restauración se le fue la mano ¡y de qué manera! Acabamos la visita visitando una sala donde se guarda un cantoral del monasterio de Calabazanos, que otros tiempos estuvo bajo la tutela de los Manrique. Quiero aprovechar la ocasión para agradecer a Jorge Juan, director del museo, y a sus colaboradores, la atención que tuvieron con el grupo, al tiempo que desde estas líneas animo a las personas que aún no conocen el remodelado museo que no dejen de recorrer sus instalaciones, nuevas, elegantes y modernas, que han puesto de relieve el atractivo patrimonio arqueológico de la provincia de Palencia.

Como nos faltaba visitar el retablo mayor de la catedral de Palencia, regresamos a la misma y por el camino pudimos contemplar las cofradías penitenciales que con el paso de La Borriquilla recorrían en procesión el casco antiguo de la ciudad.


Ya en la catedral contemplamos el refulgente retablo mayor, que cada día me gusta más. Es obra de un conjunto de artistas principales, como Juan de Flandes, autor de las tablas de gran colorido, belleza y pulcritud, y aunque han pasado casi 500 años, parece que acaban de salir del taller del maestro. La escultura del retablo, tan compacta, tan ligera y tan atractiva, hacen que a nivel escultórico, este retablo sea un referente en el arte español por aglutinar maestros como Felipe Bigarny, Juan de Valmaseda, autor del Calvario, Alejo de Vahía, con una bella Magdalena, e incluso Gregorio Fernández deja su huella en la sugestiva figura de San Antolín, patrono de la ciudad.
Las rejas y las claves de las bóvedas, con sus escudos señoriales, cierran el conjunto singular de esta impresionante catedral que recibe el sobrenombre de “La bella desconocida”.

Ya con el tiempo en contra, retrocedimos hasta Dueñas con la intención de visitar por fin la iglesia de Santa María. Corríamos el riesgo de que no fuera posible, pero el artículo aparecido en la Revista de Patrimonio aumentaba nuestro interés, dado que el retablo mayor está en proceso de restauración.


Llegamos a las 13,30, pero aún continuaba la misa, por lo que tuvimos tiempo para tomar una cerveza. Finalmente entramos y don Jesús nos acogió y nos mostró la evolución arquitectónica del templo y luego nos acompañó hasta el ábside izquierdo, donde se encuentran expuestas muchas obras que ya han sido restauradas, excepto la central, que se ha dejado sin restaurar, para que el visitante pueda apreciar la diferencia entre las piezas restauradas y las que no. La Junta de Castilla y León ha instalado una plataforma delante de la armadura del retablo mayor de la capilla principal, donde opera un taller de restauración que en los días laborales permite contemplar los trabajos de las distintas especialidades que acometen labores de limpieza y restauración del fantástico retablo realizado por el maestre Antonio de Malinas y Giralte de Bruselas entre los años 1510 y 1518.

Como Dueñas está cerca de Valladolid y hay numerosos trenes que unen la capital vallisoletana con Dueñas, me permito aconsejar una visita y aprovechar para comprar pan y pastas en las pastelerías de esta villa condal.


El viaje continuó hacia Brañosera donde teníamos programada la comida. Allí Cholo, su mujer y su hijo Alberto nos acogieron con la simpatía de siempre y la calidad y abundancia de sus platos. Fiambres de entrada, cocido montañés, alubias con almejas y callos, carne guisada y chuletas asadas, arroz con leche cubierto de caramelo y café fueron muy bien recibidos por todos.

A media tarde salimos hacia el monte cercano. El día había abierto y el cielo parecía brillar. Desde lo alto se podía ver la nieve en el valle y los ojos se perdían a lo lejos contemplando los famosos molinos de la electricidad tan saludable que nos están vendiendo y que a alguno le está aportando, con la bendición de los políticos de turno, buenos beneficios.


Ya de regreso a Valladolid, paramos en Gama, donde una restauración muy atrevida ha eliminado el pórtico que en un lateral de la iglesia se contemplaba hasta hace tres años. Se ha limpiado el exterior y se han consolidado los cimientos, mientras que en el interior se ha restaurado sólo el altar mayor, aunque los laterales están pidiendo a gritos una restauración como dios manda.

A las 9,30 llegamos a Valladolid. La visita por la querida tierra de Palencia había concluido con una agradable sensación, pero nos queda pendiente una visita a Olleros de Pisuerga, a donde no pudimos llegar por falta de tiempo.

Informe: Radical.
Fotografías: Santiago García y Concha Moretón
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