16 de abril de 2010

Visita virtual: VENUS, CUPIDO Y EL TIEMPO, una sensual y sugerente alegoría del amor



ALEGORÍA DE VENUS, CUPIDO Y EL TIEMPO
Agnolo Allori di Cosimo, Bronzino (Ponticelli, Florencia1503 - Florencia 1572)
Hacia 1546
Óleo sobre madera
National Gallery, Londres
Pintura del Renacimiento. Cinquecento italiano. Manierismo

     La Alegoría de Venus y Cupido es un paradigma de la pintura manierista realizada en la Florencia del Cinquecento. Pero por sus connotaciones eróticas es también un paradigma de pintura sensual, sugestiva e intelectual, de un tipo de obras que se apartaron de la temática mitológica convencional para sugerir pasiones que serían destinadas a gabinetes aristocráticos, privados y en muchos casos secretos.

     Esta obra fue pintada por Bronzino, un pintor florentino formado primero en el taller de Raffaellino dei Garbo y después en el de Pontormo, de cuyo estilo caprichoso, gesticulante y apasionado se aparta para hacer una pintura más objetiva, con una habilidad especial para el retrato y el color, lo que motivó la solicitud de múltiples retratos por la aristocracia florentina representando nobles, damas, niños y familias de gusto cortesano. No obstante, Broncino adopta de Miguel Ángel su dinamismo y la corporeidad anatómica de sus desnudos, alcanzando la madurez cuando se decanta por la corriente manierista imperante, en la que llega a ocupar un puesto de primer orden. Su pericia en el uso del dibujo y el color, de la que esta pintura es un buen ejemplo, se convierte en una técnica preciosista que sugiere el colorido del esmalte, siempre con una impecable perfección, logrando crear un universo muy personal cuando representa escenas mitológicas en las que incluye desnudos bellísimos, bañados por una luz casi lunar, con predominio de tonos fríos que recuerdan el aspecto de la porcelana, repletos de connotaciones eróticas.

CONTEXTO HISTÓRICO DE LA OBRA

     Tras el saqueo de Roma por el emperador Carlos V, hecho producido en 1527, los florentinos proclamaron de nuevo la República y los Médicis se vieron obligados a abandonar Florencia. Tras la firma de paz de Carlos V con el papa Clemente VII, los Médici fueron restaurados en el gobierno por el emperador, tomando las riendas del poder el duque Alejandro. Cuando este fue asesinado unos años después, fue investido Cosme I de Médici como Gran Duque de Toscana, que logró consolidar el gobierno, la paz y la prosperidad, siendo su protección a las artes una de sus facetas más relevantes. Cosme I elegiría a Broncino como pintor al servicio de la prestigiosa familia florentina. Convertido en retratista oficial, realizó muchos retratos del duque, de su esposa Leonor de Toledo y de sus hijos, creando un tipo de retratos que serían muy codiciados en las cortes europeas.

     Según cuenta Vasari en sus "Vidas", la pintura de la Alegoría de Venus, Cupido y el Tiempo fue encargada personalmente por Cosme I de Médici con el fin de enviarla como regalo al rey Francisco I de Francia, una corte que en aquellos tiempos gustaba de las escenas eróticas, que eran colocadas en suntuosos gabinetes privados.

UNA PECULIAR ALEGORÍA DEL AMOR

     La pintura, que también sería conocida con el título de El Descubrimiento de la Lujuria, ofrece un indudable contenido sensual, manifestando de forma velada, mediante una artificiosa construcción cargada de códigos encriptados, una referencia al goce carnal.

     En ella el personaje central es Venus, que convertida en una alegoría de la Lujuria alude a las principales consecuencias del pecado: la disipación de los bienes terrenales y los valores del alma. La diosa del amor muestra un gesto a arrobamiento mientras Cupido le acerca sus labios, en este caso representado como un adolescente que le besa y acaricia un pecho, actitud que  sugiere un momento de lujuria e incesto. En su mano derecha sujeta una de las flechas de su hijo que proclaman el amor. En la izquierda, totalmente relajada, retiene una de las manzanas de oro con las que fue obsequiada por Paris cuando fue seducido en el juicio de la discordia, en el que el príncipe-pastor tuvo que escoger entre los ofrecimientos de las diosas Juno (poder), Minerva (sabiduría) y Venus (amor), hecho que desencadenaría la Guerra de Troya. Venus sería elegida después de seducir con la belleza de su desnudo al mortal Paris, que le regaló las tres manzanas de oro, recibiendo a cambio el amor de Helena de Troya. A su lado figura una tórtola, habitual animal de compañía de la diosa como símbolo del gozo.

     El otro protagonista es el mencionado Cupido, representado como un joven alado que responde al beso de su madre acariciándole un pecho y rodeándole la cabeza en un abrazo, una acción que excede el amor filial para asumir el papel propio de un amante. En su espalda se aprecia la correa del carcaj donde porta las flechas del amor, su atributo tradicional. Sus cuerpos nacarados reciben una luz cenital muy matizada que permite que sus anatomías se recorten sobre los colores oscuros del fondo.

     Este uso de la luz también afecta a la figura del Placer, cuya locura esta personificada en la figura de un niño o amorcillo dispuesto a lanzar sobre la pareja pétalos de rosa. Lleva en el pie izquierdo una pulsera de cascabeles y una espina del rosal atraviesa su pie derecho, a pesar de lo cual no siente ningún dolor.

     Detrás del Placer está el Engaño, la figura más desconcertante de la composición, ya que está representada por una bella doncella de rostro angelical que bajo su atuendo permite ver un cuerpo de serpiente, patas con garras de león y una cola en forma de escorpión. Sus manos invertidas producen un efecto confuso, ofreciendo a los amantes en una de ellas un trozo de panal, símbolo de dolor del aguijón bajo la apariencia de miel y sujetando con la otra el final de la cola, igualmente en alusión al aguijón mortífero.

     En la parte superior destaca la figura masculina de Cronos o Saturno, dios del Tiempo, representado como un hombre de edad que retira el manto de la noche para desvelar la escena, manifestando el deseo de descubrir la verdad. Es un personaje fácilmente identificable por portar en su espalda un reloj de arena. Su anatomía presenta una piel curtida plasmada de forma virtuosa, destacando los músculos y venas del brazo.

     En el ángulo superior izquierdo está representado el Olvido, un personaje al que le falta parte del cerebro para aludir a la pérdida de la memoria. Su actitud es contraria a la del tiempo, intentando esconder la verdad bajo el manto. También se ha interpretado como una alusión a los efectos retardados de la sífilis.

     Detrás de la espalda de Cupido, ocupando un lugar sombrío, aparece la personificación de los Celos, un hombre desesperado, de piel aceitunada, que chilla y se tira del cabello. Su gesto es completamente opuesto al del resto de los personajes, habiendo apuntado algunos especialistas que también puede representar a la sífilis, una enfermedad que como epidemia se extendió por toda Europa en el momento en que se hizo la pintura.

     Finalmente hemos de referirnos a las máscaras teatrales de un hombre y una mujer depositadas en el suelo, una alusión a la falsedad de la apariencia y la traición amorosa, contribuyendo a completar el sentido moralizante de la pintura, en el que el amor prohibido, acompañado de la envidia y los celos, puede tener trágicas consecuencias. En definitiva, la obra previene que los placeres de la carne son ilusorios y entrañan peligros.

     Curiosamente el rey Francisco I moriría a causa de la sífilis que le transmitiera su amante la Belle Ferroniere, aquella que fuera retratada por Leonardo da Vinci, siendo conocida esta enfermedad desde entonces como el "mal francés".

     La pintura, que se presenta como un prodigio de dibujo y color, muestra poses muy artificiosas, con los personajes alegóricos formando un coro semioculto y con un lenguaje plástico lleno de secretismo que responde a los gustos de la pintura manierista cortesana. En ella los ideales clásicos se tornan en esotéricos y fantásticos, resaltando el contrapunto entre lo bello y lo feo, lo elegante y lo pintoresco, los principios morales paradójicamente expresados con un lenguaje erótico, experimentando sobre la anatomía humana actitudes originales que definen movimientos helicoidales y en serpentinata. Todo ello ligado al concepto de "bella maniera" o manierismo.


     El cuadro regalado por Cosme I al rey de Francia permaneció muchos años en la colección real, aunque en 1860 fue comprada a un coleccionista francés por la National Gallery de Londres, pasando a engrosar los fondos de esta pinacoteca. Su director, Sir Charles Eastlake, de mentalidad victoriana, consideró la obra impropia, siendo la obra retocada para cubrir el pubis de Venus con un velo, las nalgas de Cupido con un laurel y se veló el pezón que aparece entre los dedos del adolescente. Durante una limpieza realizada en 1958 todos estos retoques fueron eliminados, recuperando la pintura su aspecto original.

Informe y tratamiento de fotografías: J. M. Travieso.
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2 comentarios:

  1. BUEN COMENTARIO DE TIPO ICONOGRAFICO,TAL VEZ SE DEBERIA DESTACAR LA FUENTE DE DICHO ANÀLISIS Y ALGUN DETALLE MÀS SOBRE LA BIOGRAFÌA DEL AUTOR EN CUANTO A SU PAPEL COMO ARTISTA DE ESTA ÈPOCA DE FINALES DEL RENACIMIENTO Y PRINCIPIOS DEL NUEVO ESTILO BARROCO

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  2. MUCHAS GRACIAS,SIEMPRE ME GUSTO ESTA PINTURA SIN ENTENDER MUY BIEN SU SIGNIFICADO,ESTA PAGINA ES MUY CLARA Y EXPLICITA,UN SALUDO DESDE ITALIA SANDRA..

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