7 de junio de 2013

Theatrum: LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO, el genio creativo en un taller palentino







ALTORRELIEVE DE LA LAMENTACIÓN O
LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO
Alejo de Vahía (Región de Renania ? - Becerril de Campos, Palencia, h. 1515)
Activo entre 1480 y 1515
Hacia 1510
Madera policromada
Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid (Procedente de Bolaños de Campos, Valladolid)
Escultura tardogótica castellana








EL ESCULTOR ALEJO DE VAHÍA


La figura del escultor Alejo de Vahía, de estilo inconfundible y autor de una prolífica obra, fue definitivamente recuperada para la Historia del Arte Español en Valladolid el año 1974 por Clementina Julia Ara Gil1. Hasta entonces su personalidad artística se hallaba difuminada y ensombrecida por las creaciones de los grandes maestros de su época que ejercieron como introductores en España del estilo renacentista de origen italiano, a pesar de que en 1925 el estudioso alemán Georg Weise ya se percatara de la existencia en Tierra de Campos de un nutrido grupo de esculturas de características homogéneas, de que Federico Wattenberg identificara en 1964 los rasgos de éstas en otras esculturas de Valladolid y de que Ignace Vandevivere adjudicara su autoría en 1970 a notables esculturas de la catedral de Palencia y con ello le sacara del anonimato.

No obstante, el itinerario biográfico y laboral de este escultor todavía es un trabajo por completar, pues se desconocen la mayoría de los datos de su periplo creativo, aunque el catálogo de su obra, adscrito a la raigambre residual del último gótico y muy relacionado con los círculos hispano-flamencos, es lo suficientemente nutrido e importante.
Por su forma de trabajar y determinados convencionalismos presentes en su obra se le presupone una formación artística en talleres ubicados en tierras renanas, donde posiblemente habría nacido en fecha indeterminada, aunque no es descartable su procedencia de los Países Bajos, del entorno de Limburgo. Lo cierto es que pertenece a la nómina de artistas que desde el norte europeo se trasladaron a España durante el reinado de los Reyes Católicos, atraídos por la enorme demanda laboral, con una posible estancia intermedia en Francia, lo que justificaría la conservación de obras suyas en el Museo del Louvre de París, en el Museo Goya de Castres y en Avignon. Parece ser que en torno al año 1475 recaló en Valencia, donde se le atribuye la Dormición de la Virgen de la catedral, datada alrededor de ese año.

Pronto debió de trasladarse a Castilla, donde la actividad artística era imparable gracias a los grandes mecenas, como el caso del cardenal Mendoza, para el que realizaba hacia 1490 unos capiteles con ángeles para el zaguán y las puertas talladas de la biblioteca del Colegio de Santa Cruz de Valladolid. Por esos años y por motivos desconocidos, seguramente por la oferta de trabajo, Alejo de Vahía ya tenía instalado su taller en la villa palentina de Becerril de Campos, donde realizó intervenciones en retablos para Palencia, Paredes de Nava, Monzón de Campos y la propia Becerril, en ocasiones colaborando con artistas de la talla de Pedro Berruguete, aunque también llegaría a intervenir, entre 1491 y 1497, en la sillería del coro de la catedral de Oviedo y a realizar en 1498 los sepulcros de la familia de Luis de la Serna de la iglesia de Santiago de Valladolid, un género que también abordaría años después en obras destinadas a eclesiásticos de Palencia y Campos. El hecho de que en un documento relativo al censo de 1515 sea citada su esposa como viuda, hace presuponer al historiador Hipólito Rafael Oliva Herrer que su muerte aconteció en Becerril de Campos durante el primer semestre de ese año.

Alejo de Vahía realizó en los años finales del siglo XV una abundante obra, tanto en piedra como en madera, especialmente en el entorno de la diócesis de Palencia, a la que por entonces pertenecía Valladolid, siempre repitiendo unos modelos muy personales que facilitan su atribución, destacando un dilatado santoral y sus inconfundibles versiones de la Virgen con el Niño, aunque muchos eclesiásticos le ignoraron por considerarle anticuado y se decantaron por los escultores que divulgaron el espíritu del Renacimiento.

LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO

Una obra muy representativa de la fuerte personalidad de Alejo de Vahía y su inconfundible estilo es este altorrelieve del Llanto sobre Cristo muerto que se conserva en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid. Se trata de un grupo procedente de Bolaños de Campos (Valladolid), donde formaba parte de un retablo que fue desmembrado y del que se conserva un nutrido grupo de tallas en bulto redondo en el mismo museo. El relieve, siguiendo un esquema tradicional, ocuparía la hornacina central de la predela2, es decir, en una posición muy próxima al espectador.

El tema representado fue muy apreciado en su tiempo y abordado por muchos maestros, conservándose otra versión del propio Alejo de Vahía, aunque con menos personajes, en la iglesia de la Magdalena de Valladolid. El momento representado está referido a la Sexta Angustia de la Virgen, esto es, al momento en que María recibe el cuerpo de su Hijo recién descendido de la cruz.

Contra lo que es habitual en este tipo de iconografía, Cristo aparece en sentido longitudinal en la parte inferior, reposando sobre un sudario depositado en el suelo, no en el regazo de María, con el cuerpo ligeramente en escorzo, siendo su cabeza sujetada con celo por San Juan. Su disposición horizontal marca un contrapunto con la verticalidad de la cruz, ante la que aparece la Virgen arrodillada frontalmente y realizando un gesto lastimero con las manos en la posición gestual de oración suplicante. A los lados San Juan y la Magdalena, ambos arrodillados, con gesto sufriente y colocados en escorzo, presentan una curvatura que encierra la composición en forma de paréntesis (...), el primero atendiendo a Cristo y no a la Virgen, como es lo habitual, y la segunda con las manos entrelazadas a la altura del pecho y el pomo de perfumes depositado en el suelo.
Completan la escena, repartidos simétricamente en el fondo respecto al madero de la cruz central, José de Arimatea y Nicodemo en los extremos, que siguen la tradición de ser identificados uno sin barba y otro con ella según las convenciones medievales basadas en las representaciones teatrales de los Misterios, y María Salomé y María Cleofás, hermanastras de la Virgen, una con un vistoso tocado y otra con la toca de viuda.

Toda la escena, centrada en la ceremonia de la unción previa al entierro, persigue los ademanes y expresiones elegantes por encima de lo dramático, eligiendo para todos los estereotipados personajes una rica indumentaria plagada de minuciosos detalles en tocados, cuellos y mangas, delimitando los volúmenes bordes lineales y agudos de influencia flamenca. Se complementa con una eficaz policromía que resalta la palidez mortal del cuerpo de Cristo y los párpados enrojecidos y con lágrimas de todas las figuras, manteniendo la tradición medieval de un fondo dorado, símbolo de eternidad, y ofreciendo en las vestimentas todo un repertorio de texturas que combinan colores lisos con otros simulando paños con pequeños rayados.

Llama la atención la repetición por el escultor de un tipo de rostros característicos en su obra, unos ovales y alargados y otros circulares y algo chatos, siempre con cejas arqueadas, ojos abultados y caídos en forma de media luna, nariz afilada y bocas de finos labios con la comisura resaltada que a veces sugiere una sonrisa. Estos convencionalismos en la obra de Alejo de Vahía, por otra parte tan expresivos, permiten una fácil identificación de sus figuras. Otra constante es el modo de trabajar los cabellos y barbas, en los personajes masculinos con los cabellos tapando las orejas, un gran mechón ensortijado sobre la frente y barbas con ondulaciones simétricas por debajo de la barbilla, mientras en la mujeres utiliza la raya al medio y largos mechones filamentosos y rizados.

Las obras Alejo de Vahía, junto a la expresividad de los rostros, utilizan como recurso discursivo un estudiado lenguaje de las manos, finas y con dedos alargados, siempre levantadas para indicar una acción concreta y muchas veces con la palma vuelta al espectador, manteniendo gestos extremadamente delicados, como se aprecia en la forma de enjugarse las lágrimas María Cleofás en este relieve.

Este grupo es un buen ejemplo de la adaptación a los gustos hispanos de una iconografía centroeuropea y la fusión de la delicadeza y elegancia del arte nórdico con el gusto dramático español, dando como resultado una escena de patetismo atemperado. 



Informe y fotografías: J. M. Travieso.









NOTAS

1 ARA GIL, Clementina Julia. En torno al escultor Alejo de Vahía (1490-1510). Universidad de Valladolid, 1974. 
2 ARA GIL, Clementina Julia. Las Edades del Hombre. El Arte en la Iglesia de Castilla y León, Valladolid, 1988, p. 152.









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