ALTORRELIEVE DE LA LAMENTACIÓN O
LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO
LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO
Alejo de Vahía (Región de Renania ? - Becerril de Campos, Palencia, h.
1515)
Activo entre 1480 y 1515
Activo entre 1480 y 1515
Hacia 1510
Madera policromada
Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid (Procedente de Bolaños de
Campos, Valladolid)
Escultura tardogótica castellana
EL ESCULTOR
ALEJO DE VAHÍA
La figura del escultor Alejo de Vahía, de estilo
inconfundible y autor de una prolífica obra, fue definitivamente recuperada
para la Historia del Arte Español en Valladolid el año 1974 por Clementina
Julia Ara Gil1. Hasta entonces su personalidad
artística se hallaba difuminada y ensombrecida por las creaciones de los grandes
maestros de su época que ejercieron como introductores en España del estilo
renacentista de origen italiano, a pesar de que en 1925 el estudioso alemán
Georg Weise ya se percatara de la existencia en Tierra de Campos de un nutrido
grupo de esculturas de características homogéneas, de que Federico Wattenberg
identificara en 1964 los rasgos de éstas en otras esculturas de Valladolid y de
que Ignace Vandevivere adjudicara su autoría en 1970 a notables esculturas de
la catedral de Palencia y con ello le sacara del anonimato.
No obstante, el itinerario biográfico y laboral de
este escultor todavía es un trabajo por completar, pues se desconocen la
mayoría de los datos de su periplo creativo, aunque el catálogo de su obra,
adscrito a la raigambre residual del último gótico y muy relacionado con los
círculos hispano-flamencos, es lo suficientemente nutrido e importante.
Por su forma de trabajar y determinados
convencionalismos presentes en su obra se le presupone una formación artística en talleres
ubicados en tierras renanas, donde posiblemente habría nacido en fecha
indeterminada, aunque no es descartable su procedencia de los Países Bajos, del
entorno de Limburgo. Lo cierto es que pertenece a la nómina de artistas que
desde el norte europeo se trasladaron a España durante el reinado de los Reyes
Católicos, atraídos por la enorme demanda laboral, con una posible estancia
intermedia en Francia, lo que justificaría la conservación de obras suyas en el
Museo del Louvre de París, en el Museo Goya de Castres y en Avignon. Parece ser
que en torno al año 1475 recaló en Valencia, donde se le atribuye la Dormición de la Virgen de la catedral,
datada alrededor de ese año.
Pronto debió de trasladarse a Castilla, donde la
actividad artística era imparable gracias a los grandes mecenas, como el caso del
cardenal Mendoza, para el que realizaba hacia 1490 unos capiteles con ángeles
para el zaguán y las puertas talladas de la biblioteca del Colegio de Santa
Cruz de Valladolid. Por esos años y por motivos desconocidos, seguramente por
la oferta de trabajo, Alejo de Vahía ya tenía instalado su taller en la villa
palentina de Becerril de Campos, donde realizó intervenciones en retablos para
Palencia, Paredes de Nava, Monzón de Campos y la propia Becerril, en ocasiones
colaborando con artistas de la talla de Pedro Berruguete, aunque también
llegaría a intervenir, entre 1491 y 1497, en la sillería del coro de la
catedral de Oviedo y a realizar en 1498 los sepulcros de la familia de Luis de
la Serna de la iglesia de Santiago de Valladolid, un género que también abordaría
años después en obras destinadas a eclesiásticos de Palencia y Campos. El hecho
de que en un documento relativo al censo de 1515 sea citada su esposa como
viuda, hace presuponer al historiador Hipólito Rafael Oliva Herrer que su
muerte aconteció en Becerril de Campos durante el primer semestre de ese año.
Alejo de Vahía realizó en los años finales del siglo
XV una abundante obra, tanto en piedra como en madera, especialmente en el
entorno de la diócesis de Palencia, a la que por entonces pertenecía Valladolid, siempre repitiendo unos modelos muy
personales que facilitan su atribución, destacando un dilatado santoral y sus
inconfundibles versiones de la Virgen con el Niño, aunque muchos eclesiásticos
le ignoraron por considerarle anticuado y se decantaron por los escultores que
divulgaron el espíritu del Renacimiento.
LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO
Una obra muy representativa de la fuerte
personalidad de Alejo de Vahía y su inconfundible estilo es este altorrelieve
del Llanto sobre Cristo muerto que se
conserva en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid. Se trata de un grupo
procedente de Bolaños de Campos (Valladolid), donde formaba parte de un retablo
que fue desmembrado y del que se conserva un nutrido grupo de tallas en bulto
redondo en el mismo museo. El relieve, siguiendo un esquema tradicional,
ocuparía la hornacina central de la predela2, es decir,
en una posición muy próxima al espectador.
El tema representado fue muy apreciado en su tiempo
y abordado por muchos maestros, conservándose otra versión del propio Alejo de
Vahía, aunque con menos personajes, en la iglesia de la Magdalena de
Valladolid. El momento representado está referido a la Sexta Angustia de la
Virgen, esto es, al momento en que María recibe el cuerpo de su Hijo recién
descendido de la cruz.
Contra lo que es habitual en este tipo de iconografía, Cristo aparece en sentido longitudinal en la parte inferior, reposando sobre un sudario depositado en el suelo, no en el regazo de María, con el cuerpo ligeramente en
escorzo, siendo su cabeza sujetada con celo por San Juan. Su disposición
horizontal marca un contrapunto con la verticalidad de la cruz, ante la que
aparece la Virgen arrodillada frontalmente y realizando un gesto lastimero con
las manos en la posición gestual de oración suplicante. A los lados San Juan y
la Magdalena, ambos arrodillados, con gesto sufriente y colocados en escorzo,
presentan una curvatura que encierra la composición en forma de paréntesis
(...), el primero atendiendo a Cristo y no a la Virgen, como es lo habitual, y
la segunda con las manos entrelazadas a la altura del pecho y el pomo de
perfumes depositado en el suelo.
Completan la escena, repartidos simétricamente
en el fondo respecto al madero de la cruz central, José de Arimatea y Nicodemo
en los extremos, que siguen la tradición de ser identificados uno sin barba y
otro con ella según las convenciones medievales basadas en las representaciones
teatrales de los Misterios, y María Salomé y María Cleofás, hermanastras de la Virgen, una con un vistoso
tocado y otra con la toca de viuda.
Toda la escena, centrada en la ceremonia de la
unción previa al entierro, persigue los ademanes y expresiones elegantes por
encima de lo dramático, eligiendo para todos los estereotipados personajes una
rica indumentaria plagada de minuciosos detalles en tocados, cuellos y mangas,
delimitando los volúmenes bordes lineales y agudos de influencia flamenca. Se
complementa con una eficaz policromía que resalta la palidez mortal del cuerpo
de Cristo y los párpados enrojecidos y con lágrimas de todas las figuras,
manteniendo la tradición medieval de un fondo dorado, símbolo de eternidad, y
ofreciendo en las vestimentas todo un repertorio de texturas que combinan
colores lisos con otros simulando paños con pequeños rayados.
Llama la atención la repetición por el escultor de
un tipo de rostros característicos en su obra, unos ovales y alargados y otros
circulares y algo chatos, siempre con cejas arqueadas, ojos abultados y caídos
en forma de media luna, nariz afilada y bocas de finos labios con la comisura
resaltada que a veces sugiere una sonrisa. Estos convencionalismos en la obra
de Alejo de Vahía, por otra parte tan expresivos, permiten una fácil
identificación de sus figuras. Otra constante es el modo de trabajar los
cabellos y barbas, en los personajes masculinos con los cabellos tapando las
orejas, un gran mechón ensortijado sobre
la frente y barbas con ondulaciones simétricas por debajo de la barbilla,
mientras en la mujeres utiliza la raya al medio y largos mechones filamentosos
y rizados.
Las obras Alejo de Vahía, junto a la expresividad de
los rostros, utilizan como recurso discursivo un estudiado lenguaje de las
manos, finas y con dedos alargados, siempre levantadas para indicar una acción
concreta y muchas veces con la palma vuelta al espectador, manteniendo gestos
extremadamente delicados, como se aprecia en la forma de enjugarse las lágrimas
María Cleofás en este relieve.
Este grupo es un buen ejemplo de la adaptación a los
gustos hispanos de una iconografía centroeuropea y la fusión de la delicadeza y
elegancia del arte nórdico con el gusto dramático español, dando como resultado
una escena de patetismo atemperado.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 ARA GIL, Clementina Julia. En torno al escultor Alejo de Vahía (1490-1510). Universidad de Valladolid, 1974.
2 ARA GIL, Clementina Julia. Las Edades del Hombre. El Arte en la Iglesia de Castilla y León, Valladolid, 1988, p. 152.
* * * * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario