27 de septiembre de 2013

Theatrum: CRISTO DE LAS MERCEDES, una sufriente anatomía hercúlea












CRISTO DE LAS MERCEDES 
O CRISTO DE LAS SIETE PALABRAS
Pompeo Leoni (Pavía, Milán, h. 1533 - Madrid, 1608)
Entre 1601 y 1606
Madera policromada
Iglesia de Santiago, Valladolid
Escultura renacentista española. Escuela cortesana













Cristo de las Mercedes en la iglesia de Santiago

El hoy conocido como Cristo de las Mercedes, obra capital del patrimonio de la Cofradía de las Siete Palabras, que se venera en un altar acondicionado en lo que fuera una puerta lateral de la iglesia de Santiago, su actual sede canónica, es una obra maestra que fue atribuida durante mucho tiempo al escultor de origen cántabro Francisco de la Maza, activo en Valladolid en la segunda mitad del siglo XVI y perteneciente al círculo de Juan de Juni, un imaginero que realizó su obra tanto en madera como en piedra.

Esta atribución fue descartada no hace muchos años para decantarse a favor de Pompeo Leoni, el escultor milanés cuya obra realizada en España le convierte en máximo representante de la escuela renacentista cortesana en las últimas décadas del siglo XVI y los primeros años del XVII. Sin documentación que lo avale, son las similitudes estilísticas con algunas obras conservadas y debidamente acreditadas las que inducen a adjudicar esta autoría, siendo especialmente significativa la relación entre el Cristo de las Mercedes con el crucifijo que formó parte del Calvario del retablo mayor del desaparecido convento de Franciscanos Descalzos de San Diego, fundación del Duque de Lerma, obra realizada en Valladolid entre 1606 y 1607 en madera policromada que actualmente se conserva en el Museo Nacional de Escultura. No obstante, el Cristo de las Mercedes, en tiempos pasados venerado como Cristo de la Misericordia y Cristo de la Luz, forma parte de la controvertida nómina de crucifijos y Calvarios relacionados con Pompeo Leoni, cuya intervención directa no está lo suficientemente aclarada, un tema al que nos referiremos después. 


El Cristo de las Mercedes es un crucifijo único en su género y factura que supera en vigorosidad, rotundidad anatómica y clasicismo dinámico a todos los realizados en la escuela de Valladolid tanto por los escultores adscritos a la corriente romanista, representada por autores de la talla de Esteban Jordán y Juan de Anchieta, como por los tardomanieristas que abrieron las puertas al esplendoroso barroco, con Francisco del Rincón a la cabeza, todos ellos autores de crucifijos de madera y gran formato que comparten la corrección anatómica, el arqueamiento de los brazos por el peso, el pie derecho remontando al izquierdo, la cabeza inclinada sobre el hombro derecho, el paño de pureza sujeto por una cinta y anudado a la derecha y la corona de espinas tallada, sin uso de postizos. Un modelo tan sólo superado años después por el talento de Gregorio Fernández, en cuyos comienzos precisamente toma como referente los valores formales de la obra de Pompeo Leoni para cautivar a los devotos a través de los sentidos. 


Pompeo Leoni. Detalle del Cristo de las Mercedes, 1601-1606
Iglesia de Santiago, Valladolid
La imagen, que representa a Jesús muerto, impresiona por sus dimensiones —2,30 metros de altura— y por su anatomía esbelta, hercúlea y atlética que describe un pronunciado arqueamiento de la cabeza a los pies, con un potente torso ligeramente girado hacia la derecha y la cabeza inclinada en la misma dirección, sugiriendo un peso corporal que origina el despegue del cuerpo de la cruz, poniendo en tensión brazos y piernas, con los músculos debidamente resaltados para crear un efecto de tirantez que contribuye a resaltar su dramatismo, lo mismo que los agitados pliegues del paño de pureza, ceñido y sujeto por una cinta inclinada en la cintura.

El tallado de la cabeza ofrece un esmerado trabajo, apareciendo muy caída por la pronunciada inclinación del cuello. Presenta una larga melena con raya al medio y mechones voluminosos que en la parte izquierda remonta la oreja dejándola visible y cae por la derecha hasta el pecho, con la corona de espinas tallada simulando tallos espinosos que se entremezclan con el cabello, una disposición que repite con fidelidad el crucifijo del Calvario de San Diego, aunque el Cristo de las Mercedes le supera tanto en dramatismo como en dinamismo. Otro tanto ocurre en el trabajo del rostro, paralizado en el último suspiro, con las cuencas hundidas, los ojos semicerrados en forma de media luna, una potente nariz, la boca entreabierta dejando entrever los dientes y la lengua y una larga barba que con la inclinación de la cabeza queda replegada contra el pecho.

Pompeo Leoni. Detalle del Cristo de las Mercedes, 1601-1606
Iglesia de Santiago, Valladolid
Se complementa con una policromía aplicada a pulimento que fue liberada de la suciedad durante una restauración realizada en 1986, momento en que también se consolidaron los desperfectos de la cabeza, donde le fueron extraídos dos largos clavos de sujeción insertados a principios del siglo XX. Presenta una carnación de tonos muy pálidos en la que se patentizan hematomas violáceos en el torso, rodillas y pies, así como efectistas salpicaduras de sangre aplicadas con mesura, destacando la herida del costado, las llagas de las rodillas producidas en las caídas y las heridas sangrantes de los clavos, todo ello aplicado con maestría para resaltar luces y sombras, a modo de pintura de caballete, por un pintor desconocido, posiblemente Vicente Carducho, que colaboró con Pompeo Leoni en el retablo de San Diego y en los ambientes cortesanos.

De este modo, el Cristo de las Mercedes se asocia con la obra realizada por Pompeo Leoni durante su estancia en Valladolid, cuando llegó procedente de El Escorial para trabajar en los importantes proyectos auspiciados en la ciudad por el Duque de Lerma, entre ellos el nuevo Palacio Real que sería el centro neurálgico durante la estancia de la Corte de Felipe III en Valladolid durante el quinquenio de 1601 a 1606, años en los que bien puede establecer la datación del magnífico crucifijo de la Cofradía de las Siete Palabras, cuya iconografía presenta cierta evolución dinámica sobre anteriores modelos de Pompeo Leoni.

Pompeo Leoni. Detalle del Cristo del Calvario de San Diego, h. 1606
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
No obstante, el Cristo de las Mercedes ha compartido y comparte los mismos problemas de atribución que el Cristo crucificado que se conserva en el antiguo oratorio del Museo de la Real Academia de San Fernando de Madrid, en principio considerado obra de Pompeo Leoni por su parecido estilístico e iconográfico con el crucifijo que preside el Calvario fundido en bronce que corona el retablo de la basílica de El Escorial y después atribuido incondicionalmente por mucho tiempo al escultor Antón de Morales, nacido en Granada, formado en Sevilla y establecido desde 1591 en Madrid, donde comenzó a colaborar en el taller cortesano de Pompeo Leoni junto a los italianos Milán de Vimercado, Clemente Birago y Baldassare Mariano.

Esta atribución del crucifijo de la Real Academia de San Fernando a Antón de Morales fue formulada por Juan José Martín González1 por sus similitudes estilísticas con otro crucificado que forma parte de un Calvario del retablo de la iglesia madrileña de las Jerónimas, conocidas popularmente como las Carboneras, en principio también atribuido a Pompeo Leoni, pero del que la profesora Virginia Tovar2 demostró documentalmente que su verdadero autor era Antón de Morales, que lo había contratado en 1622. Esta atribución, junto a la reticencia de algunos autores a aceptar que Pompeo Leoni hubiese realizado obra escultórica en madera, cuando era especialista en el trabajo en mármol y bronce, entre ellos Antonio Ponz3, hicieron mantener también como definitiva la atribución del Cristo crucificado de la Real Academia de San Fernando a Antón de Morales.

Pompeo Leoni. Cristo crucificado, 1611
Real Academia de San Fernando, Madrid
Sin embargo, tras un proceso de restauración culminado en el año 2013, que ha devuelto a la escultura todos sus valores originales, Alfonso Rodríguez G. de Ceballos4, catedrático emérito de Historia del Arte Moderno en la Universidad Autónoma de Madrid, académico de número y bibliotecario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ha restituido sin reservas la autoría del crucifijo a Pompeo Leoni, justificando su vinculación con las esbeltas proporciones, el clasicismo y los modos estilísticos propios del milanés, apuntando al tiempo que Vicente Carducho podría haber sido el autor de su policromía, datando los trabajos de ambos en 1611.

En el intento de recomponer su historia, Margarita Estella Marcos5 ya había identificado en 1978 al Cristo crucificado de la Real Academia de San Fernando con el contratado por Pompeo Leoni en 1592 para una capilla de la iglesia del monasterio de San Felipe el Real de Madrid, de padres Agustinos, donde no se pudo colocar y fue vendido al  también madrileño convento de Frailes Mínimos de la Victoria, fundado en 1561, donde en la Crónica General de la Orden de los Mínimos de la Victoria, escrita por fray Lucas de Montoya en 1619, ya era citado como obra de Pompeo Leoni. Desde allí pasó al Museo de la Trinidad tras la Desamortización del Gobierno liberal de 1836 y a finales de 1838 encontró su destino definitivo en la Real Academia de San Fernando.



Pompeo Leoni. Detalle de Cristo crucificado, 1611
Real Academia de San Fernando, Madrid
Menos complicada es la documentada atribución a Pompeo Leoni del Calvario que procedente del desaparecido convento de San Diego de Valladolid conserva el Museo Nacional de Escultura. Su realización se ajusta al momento del traslado de la corte junto al Pisuerga en 1601 por iniciativa del Duque de Lerma, cuando Pompeo Leoni y su equipo, que estaban trabajando en los cenotafios reales de El Escorial, se desplazaron a Valladolid para poner a punto la decoración del nuevo Palacio Real y atender otros encargos del ambicioso duque, entre ellos su cenotafio en bronce dorado y el equipamiento del convento de San Diego, fundado y enteramente costeado por él, que estaba unido literalmente al Palacio Real. Su decoración estimuló el panorama artístico vallisoletano de los primeros años del siglo XVII, pues junto al rey, el duque y el aparato de estado también fue requerido en la ciudad Pompeo Leoni, que era asistido por sus incondicionales colaboradores italianos Milán de Vimercado, Clemente Birago y Baldassare Mariano, así como el ya citado Antón de Morales, su joven hijo Miguel Ángel Leoni y un Gregorio Fernández recién instalado en Valladolid después de haber contraído matrimonio en Madrid. Ellos fueron los que se ocuparon, conforme al diseño de Pompeo Leoni, de elaborar la escultura en madera policromada del retablo de San Diego, una obra que, con arquitectura del ensamblador Juan de Muniátegui  y pinturas de Vicente Carducho, fue tomada como modelo a imitar por los escultores de la ciudad, entre ellos Gregorio Fernández, que tras realizar unas pequeñas Virtudes para el tabernáculo de San Diego elaboró en 1606 un Calvario muy similar para el que fuera su primer gran retablo, el destinado a la primitiva y desaparecida iglesia de San Miguel (La Virgen y San Juan se encuentran en la iglesia de San Andrés).

Pompeo Leoni. Calvario de San Diego, h. 1606
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Tanto el Calvario que presidía el retablo, como seis esculturas de bulto redondo de santas y santos franciscanos que ocupaban las calles laterales, realizadas en el taller de Pompeo Leoni según un acuerdo firmado el 9 de diciembre de 1605, posiblemente policromadas por el pintor Vicente Carducho, hoy están recogidas en el Museo Nacional de Escultura, constituyendo uno de los escasos testimonios de escultura en madera de la escuela cortesana y permitiendo encontrar una gran similitud entre el Cristo de este Calvario y el Cristo de las Mercedes de la parroquia de Santiago, modelos que dejaron una profunda huella en los talleres que trabajaban en buena parte del territorio circundante en las primeras décadas del siglo XVII. El propio Gregorio Fernández trabaja su vigoroso Cristo de los Trabajos de Laguna de Duero en la misma línea que el Cristo crucificado de la Academia de San Fernando, llegándose a emular incluso en papelón aquellos modelos de crucificados aportados por Pompeo Leoni, como puede observarse en la cabeza de un crucifijo que actualmente se expone en la iglesia-museo del Santo Sepulcro de Toro (Zamora).   

Reseñaremos por último que, a pesar de que la magnífica talla del Cristo de las Mercedes no fue concebida con fines procesionales, sino para presidir la hornacina central de un retablo, forma parte de uno de los pasos procesionales más espectaculares de la Semana Santa vallisoletana, donde en las procesiones más solemnes aparece acompañado de las figuras de Dimas y Gestas que tallara Gregorio Fernández en 1616 para la Cofradía de las Angustias integrando el por entonces llamado paso del Descendimiento (hoy conocido como Sexta Angustia). Igualmente, el paso tiene el honor de presidir anualmente el ritual del Sermón de las Siete Palabras que se celebra en la mañana de cada Viernes Santo en la Plaza Mayor, protagonizando también en solitario una emotiva procesión del Miércoles Santo en la que es conducido a hombros por la Cofradía de las Siete Palabras hasta la catedral vallisoletana, donde se entona el Miserere.

Pompeo Leoni. Detalle del Cristo de las Mercedes, 1601-1606
Iglesia de Santiago, Valladolid

Informe y fotografías del Cristo de las Mercedes: J. M. Travieso.





NOTAS

1 MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José. El Crucifijo de la Academia de San Fernando. Boletín de Seminario de Arte y Arqueología: BSAA, Universidad de Valladolid, 1973, pp. 517-521.

2 TOVAR MARTÍN, Virginia. Noticias documentales sobre el convento madrileño de las Carboneras y sus obras de arte. Boletín del Seminario de Arte y Arqueología: BSAA, Universidad de Valladolid, 1972, pp. 413-425.

3 PONZ, Antonio. Viaje de España, Madrid, Aguilar, 1947.

Cabeza de Cristo crucificado, imaginería ligera, anónimo siglo XVII
Iglesia-museo del Santo Sepulcro, Toro (Zamora)
4 RODRÍGUEZ G. DE CEBALLOS, Alfonso. El Cristo crucificado de la Academia de San Fernando recuperado para Pompeo Leoni. Revista Ars Magazine, nº 19, Madrid, 2013, pp. 58-66.

5 ESTELLA MARCOS, Margarita. El encargo de un Cristo de madera a Pompeyo Leoni. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología: BSAA, 1978, pp. 456-458.













Pompeo Leoni. Detalle del Cristo de las Mercedes, 1061-1606
Iglesia de Santiago, Valladolid














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