26 de septiembre de 2014

Theatrum: RELIEVE DE LA PIEDAD, la arriesgada experimentación de un genio









RELIEVE DE LA PIEDAD
Juan de Juni (Joigny, Francia, h.1507 – Valladolid 1577)
Hacia 1538
Terracota policromada
Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid
Escultura renacentista española. Manierismo. Escuela de Valladolid










Relieve de la Piedad. Juan de Juni, h. 1538
Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid
Una de las experiencias más originales e interesantes de Juan de Juni, pocos años después de llegar desde Francia y establecer su taller en León en 1533, fue la serie de producciones en el más humilde de los materiales: el barro cocido. Esta actividad, desconocida hasta entonces e introductora de un matiz diferenciador entre los escultores de su tiempo, junto al modo de trabajar los pliegues de los paños y la aplicación de una perspectiva casi pictórica en sus relieves, manifiestan un profundo conocimiento del arte renacentista italiano, lo que induce a pensar en la posible presencia del escultor en el entorno de Florencia, Bolonia y Módena, donde en una estancia tan corta como fructífera pudo conocer de cerca los trabajos en terracota tanto de los Della Robbia y Verrocchio como de Nicolò dell'Arca y Guido Mazzoni.

En este sentido, recogiendo la herencia de estos grandes escultores en barro cocido, Juan de Juni llegaría a aplicar este material en España para abordar la composición de esculturas de tamaño monumental, del mismo modo que en Italia lo hiciera Antonio Begarelli, ambos deudores de los escultores mencionados y con analogías estilísticas entre ellos, lo que ha hecho especular sobre la posibilidad de un aprendizaje común y una posible relación entre Juni y Begarelli.

Relieve de la Piedad. Juan de Juni, h. 1538. Museo de León
Para un maestro como Juan de Juni, que desde el inicio de su actividad en el taller leonés durante la tercera década del siglo XVI demuestra dominar tanto la escultura en piedra como en madera, las obras modeladas en terracota, a causa de la ductilidad del material, le permiten incorporar rasgos naturalistas y detalles pormenorizados que se traducen en una blandura mórbida, especialmente apreciable en el modo de definir los paños, abultados y agitados, en la tensión de músculos y nervios en  unas corpulencias que recuerdan los modelos miguelangelescos, y en los pequeños detalles aplicados en barbas, cabellos y piel. Pero no hay que olvidar que una terracota con acabado policromado, no vidriado, tiene como enemigo insalvable a la humedad, causa del deterioro, generalmente por desidia, de la mayor parte de las composiciones monumentales de Juni en terracota. 
Tanto las características mencionadas, como el grado de deterioro superficial producido por humedades, están patentes en obras tan exquisitas como el San Mateo (ca. 1537) del Museo de León, y los grupos de San Jerónimo y el Martirio de San Sebastián (ca. 1537) de la iglesia-museo de San Francisco de Medina de Rioseco (Valladolid), este último el mejor conservado de todos, incluyendo su policromía.  

Piedad. Juan de Juni, h. 1538. Museo de León
Pero además, Juan de Juni ensaya en pequeños relieves de terracota abundantes y arriesgados escorzos que, en ocasiones, a partir de un modelo pictórico, aparecen aplicados al límite para convertirse en cuerpos distorsionados, siempre representando el tema de la Piedad en pequeño formato. Y, tan buen grado de aceptación debieron tener como piezas devocionales en capillas y oratorios particulares, que en torno al año 1538 Juan de Juni recurrió a la producción seriada, a partir de un molde, de este tipo de placas en barro cocido, diferenciándose entre sí tan sólo por los matices pintados de la policromía y la personalización del marco por el cliente, lo que por otra parte demuestra el aprecio por las innovadoras escenas creadas por Juni, siempre cargadas de un patetismo recalcitrante adaptado al gusto hispano. 

Una muestra de estos ensayos plásticos junianos es la placa de terracota que con el tema de la Piedad se conserva en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, obra que pese a su pequeño formato y a estar enmarcada por un sencillo marco moldurado, se presenta como una declaración de principios del inquieto Juan de Juni en su investigación por conseguir la profundidad visual, experiencia que tendría sus consecuencias en obras posteriores. Esta placa, realizada hacia 1538 y considerada la primera de la serie por Juan José Martín González, procede de la iglesia vallisoletana de San Martín y puede corresponder, aunque no es seguro, a la mencionada en 1613 en el inventario de pertenencias de Juana Martínez, viuda de Isaac de Juni, escultor e hijo ilegítimo de Juan de Juni. La obra presenta grietas y desprendimientos en su policromía que no impiden apreciar el contenido de la escena.

Piedad. Juan de Juni, h. 1540. Victoria & Albert Museum, Londres
El motivo principal es la Piedad o la Virgen derrumbada al pie de la cruz con el cuerpo muerto de Cristo en su regazo, figuras colocadas en primer plano y ocupando de un lado a otro la longitud del relieve. Es en estas figuras donde Juan de Juni aplica una composición manierista a partir de forzados escorzos que son poco frecuentes en el arte renacentista de la época.

Sin embargo, mediante la eficaz aplicación de la técnica del schiacciato —disminución gradual del espesor a partir del primer plano hasta el fondo para crear la ilusión de profundidad—, técnica iniciada por los romanos y perfeccionada en Florencia por Donatello, Juan de Juni consigue crear el efecto tridimensional de una Virgen vencida por el dolor, postrada de rodillas y apoyada con su mano izquierda sobre una roca, con la cabeza caída hacia atrás y embutida tras su hombro izquierdo, y con el brazo derecho describiendo un arco hacia el frente para aferrarse al cuerpo inerte de Cristo, de modo que mientras el brazo derecho se abalanza hacia el espectador, el izquierdo queda replegado al fondo sugiriendo un volumen realmente inexistente. Su sentido dramático se refuerza con la colocación del rostro inclinado y medio oculto por el manto, que ondea y se agita expresivamente a consecuencia del viento.

Piedad. Juan de Juni, h. 1540. Victoria & Albert Museum, Londres
Otro tanto puede decirse de la figura de Cristo, cuyo cuerpo sigue un movimiento helicoidal, con las piernas descoyuntadas respecto al torso, mientras la cabeza también se desploma hacia atrás para alcanzar la misma posición en ambas figuras a través de un escorzo sumamente forzado, recurso que, junto a la distorsión de la potente anatomía, dota a la escena de un fuerte dramatismo, con el dolor como verdadero protagonista.

En un segundo plano se sitúa la cruz, colocada en perspectiva, y un arbusto inclinado sobre cuyo tronco reposa la corona de espinas colocada sobre el paño utilizado en el descendimiento del cuerpo, elementos que contribuyen a definir todo el proceso pasional. Un afán narrativo prevalece en el plano del fondo, donde a la derecha se aprecia un hombre entre árboles transportando la escalera utilizada en el Descendimiento y en el lado opuesto a otro que en la cavidad de una roca prepara el sepulcro para el entierro. Como complemento ambiental, en el fondo del paisaje aparece pintada la ciudad de Jerusalén.


Piedad. Juan de Juni, h. 1540. Museo Nacional de Escultura, Valladolid
De este pequeño pero significativo relieve en terracota policromada se han conservado otras copias con pequeñas variantes en la calidad de la pintura, todas ellas de la misma época, en torno a 1538, y con las mismas dimensiones, 31 x 40 cm. Una de ellas en el Museo de León, obtenida con el mismo molde e igualmente con pequeñas fisuras y desprendimientos en la policromía, en este caso inserta en un marco recorrido por una inscripción que define su finalidad devocional. También en un marco con un texto en latín aparece la versión expuesta en una vitrina del Victoria & Albert Museum de Londres, la mejor conservada de todas ellas, en la que se indica su posible procedencia de Salamanca. Otro ejemplar pertenece a la colección del Museo Camón Aznar de Zaragoza, con una altura de 5 cm. inferior a los tres anteriores, lo que se ha interpretado como una ejecución en época posterior.

Con características similares, desde su adquisición en 1967 se conserva otro relieve de la Piedad realizado en el taller de Juan de Juni e igualmente elaborado con material de bajo coste y fácil ejecución, en el Museo Nacional de Escultura. En este caso, aunque las figuras de Cristo y la Virgen guardan una disposición similar, si bien orientadas en distinto sentido, el detallismo del modelado es inferior y la ambientación mucho más esquemática, reducida a la presencia de la corona de espinas y unos árboles al fondo. Esto hace presuponer una segunda fase seriada de la idea original de la que apenas se han conservado muestras de estas piezas devocionales por la fragilidad del material, lo que aumenta el valor de lo conservado.

Piedad. Juan de Juni, h. 1538. Museo Marés, Barcelona
Estas composiciones en relieve de Juan de Juni, con sus características bidimensionales, fueron el preámbulo a otras versiones de la Piedad realizadas por el escultor con diferentes materiales, formatos y finalidad. Ello se aprecia en el exquisito grupo del Museo Marés de Barcelona, también realizado en terracota y coetáneo a las placas en relieve, donde Juni traslada la idea al bulto redondo perdiendo la frontalidad y haciendo que los ejes de la composición manierista se disparen en todas las direcciones, por lo que es necesario recorrerla desde todos los puntos de vista para captar la totalidad de sus detalles, siendo una de las primeras ocasiones en que ya aparece el recurso juniano de colocar las manos recubiertas por paños, dejando asomar ligeramente algunos dedos.

Del mismo modo, la experiencia de estas pequeñas placas sirven de base compositiva al relieve que preside el sepulcro del arcediano Gutierre de Castro, originariamente en el interior de la Catedral Vieja de Salamanca y después trasladado al claustro. Fue tallado por Juan de Juni en 1540 en piedra arenisca de la zona y en él las figuras de Cristo y la Virgen junto a la cruz, que repiten los mismos escorzos, aparecen acompañadas de San Juan, María Magdalena y María Cleofás.

Piedad. Juan de Juni, h. 1575. Museo de las Ferias, Medina del Campo
Otro tanto puede decirse del grupo de la Piedad tallado en madera hacia 1575 por encargo de Rodrigo de Dueñas, banquero, prestamista y consejero de Carlos V, para ser colocado en la capilla de la Casa Blanca, su finca de recreo situada en las proximidades de Medina del Campo. Este grupo, perteneciente a la colegiata de San Antolín y  conservado en el Museo de las Ferias de esta población vallisoletana, vuelve a presentar el mismo tipo de escorzo y una composición similar para su vista frontal, en este caso con las figuras asentadas sobre una gran peana y con el dolor de la Virgen atemperado, con expresión ausente.

Incluso en la pequeña placa del Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid se podría rastrear la génesis de la célebre Virgen de las Angustias, obra clave del Renacimiento español que fue realizada hacia 1561 para la recién fundada Cofradía de la Quinta Angustia, desde 1614 de Nuestra Señora de la Soledad y de las Angustias, imagen que muestra a la Virgen derrumbada, con la cabeza hacia atrás, el hombro izquierdo adelantado y apoyando su mano en una roca colocada al fondo, todo un alarde de belleza trágica.             
    

Informe : J. M. Travieso



Piedad. Juan de Juni, h. 1575. Museo de las Ferias, Medina del Campo























Sepulcro de Gutierre de Castro. Juan de Juni, 1540
Claustro de la catedral de Salamanca




















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