7 de septiembre de 2018

Visita virtual: EL PEINE DEL VIENTO, la abstracción de un mito eterno








EL PEINE DEL VIENTO XV
Escultura: Eduardo Chillida Juantegui (San Sebastián, 1924-2002)
Arquitectura: Luis Peña Ganchegui (Oñati, Guipúzcoa, 1926-San Sebastián, 2009)
1976-1977
Acero corten, piedra y cemento
Paseo de Eduardo Chillida, junto a playa de Ondarreta, Donostia/San Sebastián
Escultura contemporánea







El Peine del Viento es un monumental conjunto escultórico formado por tres piezas de acero, insertadas en las rocas costeras del mar Cantábrico, que está localizado en un extremo de la bahía de La Concha, al final de la playa de Ondarreta de San Sebastián. Su autor es el escultor Eduardo Chillida, que realizó tres piezas de 10 toneladas cada una y con unas medidas de 2,15 x 1,77 x 1,85 metros, para cuyo acondicionamiento el arquitecto Luis Peña Ganchegui realizó una serie de plataformas pétreas, a modo de anfiteatro, que se funden con la estratigrafía natural de las rocas de las faldas del Monte Igueldo. En el pavimento de una de estas plataformas, colaborando escultor y arquitecto, se abrieron una serie de conductos que lanzan chorros de aire y agua pulverizada, produciendo un sonido impactante cuando las olas rompen encolerizadas contra las rocas.

La peculiaridad de este conjunto escultórico y su urbanización es que está concebido para interactuar con las olas del mar, que lo azotan constantemente produciendo la oxidación del componente férrico, aglutinando en su esencia formas, texturas, sonidos, silencios, colores y hasta olores que dotan al lugar no sólo de un privilegiado y sugestivo mirador paisajístico, sino también de un componente lírico, épico y sagrado en el que se reconoce la cultura vasca.

EL GENIO DE CHILLIDA      

El Peine del Viento no es una obra aislada en la trayectoria artística de Chillida, pues el escultor, inclinado a la repetición de obras con variaciones sobre un mismo tema, como recurso de indagación constante, había iniciado esta serie en 1952 y la mantuvo hasta 1999, desarrollando en torno a esta idea hasta 23 esculturas, a las que acompañaron otras obras complementarias realizadas en papel. El propio escultor declaraba1: Tardé 25 años en «acertar» con el diseño, desde el primer peine en 1952, hasta el peine de Donostia, en 1977”.

El primer Estudio Peine del Viento I, que actualmente se conserva en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, es la escultura más esquemática y estática de la serie, dura en sus formas de hierro, aunque ya responde a una concepción de la realidad del mundo formada por dualidades y oposiciones, de modo que el fenómeno de oposición universal queda plasmado mediante la oposición del hierro y el aire, usando su lenguaje plástico para plasmar aquel mundo de opuestos que ya describieron los filósofos presocráticos griegos. Paralelamente, críticos como Vicente Aguilera relacionaron la obra de Chillida con lo atávico y mitológico del pueblo vasco: «La abrumadora fuerza de su lenguaje nace de las tradiciones nacionales, de las legendarias mitologías y de los simbolismos espontáneos del pueblo vasco».

En la primera versión de la serie del Peine del Viento comenzaba uno de los conceptos fundamentales explicados por el propio Chillida: el del límite. Un espacio que queda definido por planos entrecruzados que limitan lo que antes era un vacío incomprensible, de modo que el límite se constituye en el verdadero protagonista del espacio, como el límite que supone el presente es el verdadero protagonista del tiempo, siendo los espacios trabajados por el escultor virtuales o inaccesibles en los que el lenguaje utilizado indaga sobre los conceptos de tiempo, espacio, materia y espíritu.

A partir del Estudio Peine del Viento II el escultor manifiesta su preocupación por el límite y el movimiento, incorporando un carácter orgánico y vivo que permanecerá hasta el final de la serie. En el año 1965, el Estudio del Peine del Viento III supone la primera escultura realizada a gran escala, que en el año 1968 se convierte en un monumento público colocado en la sede de la UNESCO de París con el título de Peine del Viento VI, donde incorpora una base sobre la que se yerguen formas de hierro que recuerdan un gran pájaro con las alas extendidas. Esta obra, relacionada con el Yunque de Sueños, con elementos de hierro colocados sobre una base, y con Alrededor del Vacío, en la que el escultor desafía las leyes de gravedad haciendo levitar prácticamente la escultura de acero, supone la incorporación de la base como característica constante de la serie.

Entre los años 1966 y 1968 Chillida realizaba las versiones IV a VIII del Peine del Viento, en las que la base adquiere un fuerte protagonismo sosteniendo una formas vibrantes y arbóreas que se abren en el espacio, que a partir de los años 70 adoptan la forma de austeras y sólidas garras o garfios que tratan de aferrarse al espacio. Al mismo tiempo, el escultor experimentaba con nuevos materiales, como la plata (IV) y el acero inoxidable (VIII).    

Estas ramificaciones formales se van simplificando a partir de 1974, cuando Chillida encuentra un nuevo desafío en la propia naturaleza —"el lugar es siempre condicionante de la obra"— , mutando las formas para evitar restar protagonismo al mar, las olas y el viento. Desde 1974, año de la versión IX, a 1976, en que realiza la versión XIV, los bloques de acero se curvan en tensión luchando contra la gravedad, aproximándose a lo que será la versión definitiva.

En 1968, un grupo de artistas e ilustrados de San Sebastián forman una Comisión para rendir un homenaje a Eduardo Chillida, ya reconocido artista a escala internacional. Al proyecto se adhirieron empresas, bancos y sociedades culturales, populares y deportivas. En un primer momento se propuso al artista la organización de una exposición antológica temporal, a lo que Chillida2 respondió que prefería algo que perdurase, pues desde hacía tiempo ya se le había ocurrido la idea para el lugar y las rocas que conocía desde su infancia.
Se iniciaron los trámites legales para asentar la escultura proyectada por Chillida, el Estudio Peine del Viento XV, que posteriormente decidió que fueran tres, tal vez por su dimensión geométrica o matemática. José Manuel Alósegui, alcalde de San Sebastián en 1968, adquirió el compromiso del acondicionamiento urbanístico del lugar, por entonces una plazoleta al final del Paseo del Tenis, siendo encomendado el proyecto al arquitecto Luis Peña Ganchegui. Sin embargo, por motivos que se desconocen, el proyectó se paró, retrasándose su ejecución hasta 1977.

Tras la construcción de la plaza formada por gradas a distintos niveles, se pasó a instalar las esculturas de acuerdo a los planos, maquetas, documentos y prototipos. Se reforzaron las rocas que habían de soportar el peso, elegidas personalmente por el escultor. La primera en colocarse fue la escultura del fondo, situada a ochenta metros de la plaza, para lo que hubo que construir una pasarela metálica capaz de soportar las diez toneladas de la escultura, las mareas y el oleaje. La siguió la instalación de la escultura colocada sobre el acantilado izquierdo y finalmente la que aparece insertada sobre una afilada roca en la parte derecha, para lo que hubo que construir otra pasarela provisional de diez metros. Una vez instaladas las tres esculturas, se procedió a limpiar los restos de hormigón y otros materiales artificiales y a desmontar las pasarelas.

Sorprende que la inauguración del monumento el 3 de septiembre de 1977 no fuera un acto solemne, asistiendo solamente nueve personas, entre ellos Federico Larios, Oficial Mayor del Ayuntamiento de San Sebastián, y Fernando Otazu, por entonces alcalde de la ciudad. Este hecho pudo deberse, a pesar de las declaraciones de Chillida, al rumbo que por aquellos años estaba tomando la política vasca. Por el contrario, siendo Odón Elorza alcalde de Donostia, el acto oficial de inauguración del monumento tuvo lugar el 16 de septiembre de 2007, treinta años después de su instalación y después del fallecimiento de Eduardo Chillida en agosto de 2002.  

El Peine del Viento XV hoy se considera la obra más emblemática de Chillida en su tierra natal, en la que con lenguaje poético y metafórico el viento llega peinado a la Bella Easo. Las sólidas formas de Chillida, aferradas a las rocas, resisten el paso del tiempo, el mar y el viento desafiando a las leyes de la naturaleza. Dos de las esculturas están colocadas sobre el mismo estrato geológico y enfrentadas horizontalmente para mantener un constante diálogo, como alusión al pasado y al presente. La tercera, alejada y recortada sobre la línea del horizonte, representa una interrogación sobre el futuro desconocido. Las tres marcan los límites del lugar y constituyen un espacio sagrado en el que el ser humano se enfrenta a la naturaleza, en el que el hombre conecta consigo mismo y con el cosmos.

Este componente poético, filosófico y artístico es lo que produce la fascinación y la magia de un lugar tan frecuentado, verdadero referente del alma de la ciudad vasca e icono turístico ya insustituible. De enorme simbolismo para el artista, el Peine del Viento es un homenaje a su pueblo, al mar y al horizonte, "patria de todos los hombres".

LAS PREOCUPACIONES ARTÍSTICAS DE EDUARDO CHILLIDA

Tras la colocación del Peine del Viento en la bahía de San Sebastián, Chillida continuó indagando sobre el mismo tema, realizando cinco nuevas esculturas que culminaron con la versión XX en el año 1999. Ello explica el talante y la constante inquietud del escultor por materializar sus ideas filosóficas. Dos de estas versiones, la XVII y la XIX, se encuentran colocadas en los jardines que rodean el Museo Chillida Leku (Hernani, Guipúzcoa), incompresiblemente cerrado cuando esto se escribe por desacuerdos entre la familia del escultor y las instituciones vascas, aunque está prevista su reapertura en 2018.

Por último, conviene recordar que los estudios sobre el Peine del Viento también conocieron la interpretación de Chillida sobre papel. En la primera época en forma de collages y dibujos. Entre 1975 y 1976 el artista realizaba numerosos bocetos en tinta roja, negra y en lápiz. Con características de un esbozo, las formas se adaptan a la mirada tridimensional del escultor, flotando sobre el espacio del papel las mismas formas ingrávidas que lo hacen en el aire los brazos de hierro.
      
Informe y fotografías: J. M. Travieso.






NOTAS

1 CHILLIDA, Susana: Elogio del Horizonte. Conversaciones con Eduardo Chillida. Ed. Destino, Barcelona, 2003, p. 15.

2 ITURBI, J. J.: Chillida y el Peine del Viento. Relato de Eduardo Chillida en Unidad diario de la tarde, 18 de febrero de 1976, p. 14.

















Chillida. El Peine del Viento (Foto Web Explore San Sebastián)
















Eduardo Chillida. Versiones del Peine del Viento 1976 y 1983













El Peine del Viento, San Sebastián (Foto Web Villa Embil Getaria)













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