26 de julio de 2019

Visita virtual: MAUSOLEO DE PRÁXEDES MATEO-SAGASTA, sutileza simbólica para un antiguo masón









MAUSOLEO DE PRÁXEDES MATEO-SAGASTA
Mariano Benlliure Gil (Valencia, 1862-Madrid 1947)
1904
Mármol
Panteón de Hombres Ilustres, Madrid
Escultura realista decimonónica









Desde que el escultor valenciano Mariano Benlliure se instalara en Madrid en 1896, su actividad fue imparable. Allí siguió realizando una extensa y polifacética obra en la que demostró el dominio de todos los géneros, materiales, técnicas y formatos de la escultura, consiguiendo impregnar a sus creaciones un impresionismo espontáneo mediante el modelado de figuras con un realismo casi pictórico que las dota de una sorprendente vivacidad, siempre haciendo gala de un portentoso sentido de la composición, motivos por lo que es considerado como el último gran maestro del realismo decimonónico.

En Madrid trabajó para los personajes más importantes e ilustres del momento, cuya presencia en su estudio de la calle Abascal era constante, tanto para posar como para disfrutar de las tertulias que allí se celebraban, momentos recogidos en innumerables fotografías de la época.

Dentro de la variada producción de este escultor, en el campo de la escultura funeraria se movió con gran soltura, siendo digno de mención el Mausoleo de Julián Gayarre (Museo Nacional del Teatro, Almagro), dedicado a este tenor navarro muerto en 1890, que junto a una escultura de Velázquez, un retrato del pintor Francisco Domingo y un relieve con retratos de la Familia Real, le supuso la Medalla de Honor de la Exposición Universal de París de 1900. En la incesante búsqueda  de expresividad, Mariano Benlliure alcanzaría en 1926 el culmen de la modalidad funeraria en el Mausoleo del torero Joselito (Cementerio de San Fernando, Sevilla), una impactante obra que se convirtió en todo un acontecimiento artístico de la época y que todavía causa asombro.   

No obstante, ahora fijamos nuestra atención en el Mausoleo de Práxedes Mateo-Sagasta, realizado por Mariano Benlliure en 1904 y ubicado a pocos metros de la puerta de entrada del Panteón de Hombres Ilustres de Madrid, ámbito en el que se encuentran otras dos obras funerarias destacables de este escultor valenciano: el monumento funerario dedicado al político José Canalejas (1915), que incluye un formidable grupo marmóreo formado por dos hombres y una mujer que conducen el cuerpo del político asesinado al sepulcro, y el de Eduardo Dato e Iradier (1928), efectista composición en la que el escultor combina esculturas de mármol y bronce.

Fotografía de Eva Sánchez Benitez
Es este un recinto poco visitado a pesar de albergar notables obras de escultura que componen los mausoleos de los políticos Manuel Gutiérrez de la Concha, Marqués del Duero, obra de Elías Martín y Arturo Mélida en 1880, Antonio de Ríos Rosas, realizado por Pedro Estany en 1905, y Antonio Cánovas del Castillo, grandilocuente composición en mármol, a modo de retablo, debida a Agustín Querol en 1906. Asimismo, en el claustro se encuentra el denominado Monumento a la Libertad, construcción cilíndrica de Federico Aparici, ornamentada con esculturas alegóricas realizadas por Ponciano Ponzano y Sabino Medina, que alberga los sepulcros de Mendizábal, Argüelles y Calatrava. Este conjunto, realizado en 1857, fue trasladado al Panteón en 1912 desde el desaparecido cementerio de San Nicolás.

EL PERSONAJE: PRÁXEDES MATEO-SAGASTA Y ESCOLAR

El monumento funerario que realizara Mariano Benlliure en 1904 está dedicado a este político, nacido en 1825 en la población riojana de Torrecilla de Cameros. Sagasta fue una de las personalidades más destacadas de la vida social y política del siglo XIX. Titulado como ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, desde joven militó en el Partido Progresista, con el que participó en la Revolución de 1854 como presidente de la junta revolucionaria de Zamora, ciudad a la que representó como diputado en las Cortes desde aquel año. Tras conseguir el gobierno progresista durante el bienio 1854-1856, volvió a la oposición como diputado, al tiempo que ejerció como periodista del diario madrileño La Iberia, cuya dirección alcanzó en 1863 convirtiéndole en portavoz de sus posturas políticas. 

Casado del Alisal. Retrato de Sagasta, 1884
Palacio de las Cortes, Madrid
Habiendo marginado la reina Isabel II a los progresistas, Sagasta participó en dos intentonas para derrocar a la reina, a la que finalmente consiguió destronar en 1868. Transformado de agitador en estadista, se convirtió en un brillante orador parlamentario, siendo, durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874), ministro de la Gobernación, ministro de Estado y tres veces presidente del gobierno, defendiendo un modelo de monarquía democrática que se plasmó en la Constitución de 1869.

Cuando el Partido Progresista se escindió en dos ramas, quedó al frente de los constitucionales, declarándose liberal convencido, aunque fue desalojado del poder por el pronunciamiento de Martínez Campos, que en 1874 restauró a los Borbones en la persona de Alfonso XII. 

Defendiendo la vuelta a la constitución de 1869, en 1885 Sagasta lograba la unión de los líderes liberales y progresistas no republicanos, en el definitivo Partido Liberal, firmando ese año con Cánovas del Castillo el Pacto de El Pardo, que suponía una manipulación de las elecciones para turnarse en el poder liberales y conservadores. Entre 1881 y 1902 llegó a presidir el Consejo de Ministros en cinco periodos.   

De acuerdo a sus ideales políticos y a su afán por modernizar España, realizó importantes reformas de repercusión nacional. En 1881 repuso a los catedráticos expulsados de la universidad por sus ideas políticas, en 1883 amplió la libertad de imprenta, primera ley de prensa, en 1887 permitió el desarrollo del sindicalismo obrero a través de la libertad de asociación, en 1888 reguló el juicio por jurados con la creación del primer Código Civil y del Cuerpo General de abogados del Estado y en 1890 restableció definitivamente el sufragio universal.

En el aspecto personal, conviene recordar que Sagasta fue un destacado masón que llegó a alcanzar el grado de gran maestre del Gran Oriente de España, aunque en 1885 decide apartarse de esta organización como acto de fidelidad a la Iglesia Católica. En 1894, haciendo una defensa de sus creencias y de la monarquía, manifestaba públicamente ante el Congreso de los Diputados su definitiva separación de la masonería.

Tras el estallido de la rebelión colonial, fue llamado de nuevo al gobierno, sufriendo la mayor de sus derrotas políticas con la intervención de Estados Unidos contra España, asumiendo la pérdida de las colonias en el Tratado de París de 1898, lo que provocó una profunda crisis moral, política y económica. Sagasta moría en Madrid el 5 de enero de 1903.

EL MONUMENTO FUNERARIO

Todo el mausoleo fue realizado en mármol por Mariano Benlliure en 1904. No fue la única ocasión en que Sagasta era retratado por este escultor, pues en 1902 ya le había inmortalizado en un busto realizado un año antes de su muerte, hoy propiedad de la Comunidad Autónoma de La Rioja, para el que el político posó en el estudio que Benlliure tenía en Madrid, momentos plasmados en instantáneas tomadas por el fotógrafo Franzen. Este busto fue realizado a petición del periodista y escritor Natalio Rivas, que escribió la biografía "Sagasta, conspirador, tribuno y gobernante", considerando el busto como una joya artística y afirmando que "Sagasta la contemplaba encantado".

Dicho retrato fue el soporte para representar al político en su monumento funerario, que se articula con un cuerpo arquitectónico colocado sobre tres gradas adquieriendo el aspecto de un severo túmulo sobre el que reposa la efigie yacente de Sagasta. Este presenta la cabeza reposando sobre un mullido almohadón, el rostro como verdadero retrato, con los ojos semiabiertos, los brazos extendidos a los lados y las piernas recubiertas por un sudario. Viste una levita minuciosamente descrita (la misma que luce en el retrato que le hiciera Casado del Alisal en 1884) y camisa con pajarita, presentando sobre el pecho el collar del Toisón de Oro, su condecoración más preciada, convertida en símbolo de la alta jerarquía que llegó a ocupar, así como una discreta cruz que aparece mutilada parcialmente.

Sobre la cabecera está sentada una bella figura femenina que representa a la Historia. Su cuerpo ofrece una desnudez amortiguada por un paño que se pliega de la cintura a los pies con gran naturalismo, con una potente anatomía de fuerte clasicismo y en actitud de cerrar un libro en cuya portada aparece la leyenda "Historia" que identifica al personaje, gesto convertido en símbolo de una época que terminaba con la muerte del insigne político, al que la mujer, coronada de laurel, dirige su penetrante mirada.

En el lado opuesto, junto a los pies, se coloca una figura masculina que simboliza al pueblo español. Representa a un joven obrero, sentado sobre el túmulo,  que apoya su cabeza sobre su mano izquierda, mientras el brazo descansa sobre el libro abierto de los Evangelios, convertidos en emblema de la Verdad. En su mano derecha sujeta una espada, en cuya empuñadura aparece representada una alegoría de la Justicia, junto a una rama de olivo que recorre toda la hoja de la espada en alusión a la Paz.

En los costados del túmulo, junto a ramajes y motivos heráldicos, figuran los años que marcaron hitos importantes en la actividad política de Sagasta, mientras que en el frente aparece una dedicatoria con grandes letras: "A Sagasta, los liberales, 1825 + 1903".

Asombra en toda la obra la capacidad de Benlliure para matizar en el mármol las diferentes texturas, desde la mórbida y tersa anatomía de la mujer al naturalismo de las vestimentas masculinas, reflejando al detalle cada elemento, como el blusón y las alpargatas del obrero, la levita y el collar de Sagasta, los libros con las hojas perfiladas, etc., trabajando los motivos decorativos con un gusto exquisito, como en los tallos que recorren los costados o los remates de encaje del almohadón, aunque sin duda el trabajo más esmerado se encuentra en los rasgos faciales del político representado. A todo ello se suma la gran sutileza con que el escultor, utilizando alusiones a la mitología greco-romana, incorpora una simbología masónica al monumento funerario.


Informe y fotografías: J. M. Travieso.









































































Mariano Benlliure. Mausoleo de Sagasta, 1904
Panteón de Hombres Ilustres, Madrid
















Mariano Benlliure. Mausoleo de Eduardo Dato, 1928
Panteón de Hombres Ilustres, Madrid
















Mariano Benlliure. Detalle del Mausoleo de Canalejas, 1915
Panteón de Hombres Ilustres, Madrid
















Mariano Benlliure. Detalle del Mausoleo de Canalejas, 1915
Panteón de Hombres Ilustres, Madrid













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