25 de junio de 2020

Visita virtual: CAZA DE AVES EN LAS MARISMAS, visión idealizada del paraíso egipcio













NEBAMUN CAZANDO AVES EN LAS MARISMAS
Anónimo
1350 a. C. / XVIII dinastía
Pintura mural sobre yeso
Procedente de la tumba-capilla de Nebamun, Tebas, Egipto
British Museum, Londres
Pintura egipcia













Foto web British Museum

El grupo de pinturas murales realizadas hacia el año 1350 a. C. en la tumba-capilla de Nebamun, localizada en la necrópolis de Cheikh, Tebas, por su ejecución técnica y exquisito gusto figuran entre las más célebres y apreciadas del arte egipcio.

NEBAMUN COMO PERSONAJE

Sobre la identidad de Nebamun poco se sabe, deduciéndose de los datos que aportan las pinturas y jeroglíficos de su tumba que pudiera tratarse de un escriba que trabajó como contable del granero de cereales para el templo de Karnak, el principal centro de culto en Egipto dedicado al dios Amón. Igualmente, por el estilo de las pinturas, su actividad puede situarse entre los reinados de Tutmosis IV y Amenhotep III, de la XVIII dinastía.

Nebamun, por tanto, a pesar de no ostentar un título demasiado alto en la escala social, sería un miembro del estamento privilegiado de su época. Emulando a la realeza y las clases nobles de Egipto, pudo hacer ostentación de su poder y riqueza disponiendo en su tumba de una lujosa capilla funeraria —privilegio reservado a los personajes ricos por su elevado coste— que la gente visitara después de su muerte para conmemorar a Nebamun y su esposa con oraciones y ofrendas, de acuerdo a unas creencias religiosas que concedían suma importancia al tema de la muerte y la vida de ultratumba.

Para ello, utilizando el arte y la escritura como herramientas para expresar sus deseos, Nebamun mandó realizar las bellas pinturas que decoraban los muros con la voluntad de plasmar el modo en que quería ser recordado y lo que quería que fuese su vida después de su muerte, pues era costumbre que a través de pinturas y jeroglíficos se exaltaran las mejores virtudes del difunto, al tiempo que se rendía culto a los dioses, justificando con ello el derecho a la eternidad y los favores para acceder al paraíso.

De los jeroglíficos y pinturas que ornamentaban su sepulcro, tan magistralmente trabajadas, se deduce su condición de buen cazador, de estratega inteligente, de poseer el valor requerido para las situaciones de guerra y de ser un amante de la naturaleza como fuente de vida, como queda reflejado en la canción cantada en su honor que aparece en un jeroglífico colocado por encima de las figuras, cuya transcripción dice "La diosa Tierra ha creado su belleza para que crezca en cada uno de nosotros. Los canales están llenos de agua otra vez y la tierra está inundada de su amor por él".      

LA TUMBA-CAPILLA DE NEBAMUN

Este recinto funerario fue localizado en la necrópolis Cheikh de Tebas, cerca del Valle de los Reyes, estando datado en tiempos de la XVIII dinastía del Imperio Nuevo. Fue descubierto en 1820 por el arqueólogo y coleccionista griego Giovanni d'Athanasi, que desde 1816 había ingresado al servicio de Henry Salt, Cónsul General inglés en Egipto. El laborioso Athanasi, que realizó múltiples excavaciones, entre ellas en la necrópolis de los nobles de Tebas occidental, estuvo dedicado al enriquecimiento de la colección del cónsul inglés. 
Entre sus hallazgos figuran las pinturas murales de la capilla de Nebamun —de la que Athanasi nunca desveló su posición exacta—, que fueron extraídas y entregadas a Salt, pasando después tan importante colección a integrar los fondos del Museo Británico de Londres, aunque fragmentos más pequeños han quedado repartidos por el Museo Egipcio de Berlín, el Museo de Bellas Artes de Lyon y el Museo Calvet de Aviñón.  


LA PINTURA DE NEBAMUN CAZANDO AVES EN LAS MARISMAS

En este fragmento decorativo —de 83 cm. de altura, 98 cm. de ancho y 22 cm. de espesor— pintado sobre un soporte de yeso, formó parte de las pinturas murales de la capilla de Nebamun y representa una escena de la vida cotidiana: una jornada de caza y pesca en los pantanos del Nilo occidental.
Nebamun aparece montado sobre una pequeña embarcación de papiros, acompañado de su esposa Hatshepsut, colocada detrás de él, y de su pequeña hija sentada entre sus piernas. Nebamun sostiene en su mano derecha tres garzas que emplea como señuelo y en la izquierda un palo de tiro, avanzando hacia un matorral de papiros del que surgen sobresaltadas numerosas aves, tres de las cuales, dos pájaros y un pato, son atrapadas por un gato que acompaña al personaje, mientras revolotean mariposas junto a los pájaros y patos.

También aparecen, bajo la línea de flotación, grandes peces y flores de loto de anchas hojas que se prolongan por la parte derecha. Este canto a la naturaleza queda realzado por el ramo de lotos que cuelgan del hombro derecho del cazador y por el ramo que sostiene su esposa y su tocado adornado, flores que recoge la niña y que adoptan una forma triangular, con pétalos blancos y sépalos verdes y grises, alternándose capullos con flores abiertas. Parte del fondo se rellena con ocho registros verticales con jeroglíficos que relatan el disfrute de Nebamun con la belleza de la naturaleza, pues los pantanos eran considerados lugares de divertimento y de regeneración natural.
En la escena destaca la figura joven y alegre de Nebamun, que aparece triunfante sobre las fuerzas de la naturaleza y luciendo brazaletes y un rico pectoral, así como la viveza de los detalles de las alas y las escamas de los peces.

Como es habitual en el arte egipcio, los tamaños de los cuerpos aparecen jerarquizados y no tratados como un todo orgánico cuyos miembros se relacionan entre sí. Por el contrario, el cuerpo sintetiza dos posiciones, una fundamental, con posiciones de perfil, y otra secundaria en posición frontal. Ello restringe la sensación de dinamismo, convirtiendo a la figura en algo atemporal e inmutable como norma de representación.

Nebamun aparece representado siguiendo el patrón básico, con su figura de pie y en posición de perfil, con una pierna adelantada, los pies apoyados sobre la línea de la tarima y con los brazos extendidos y flexionados a los lados del cuerpo, guardando la misma distancia del hombro al codo y del codo al pulgar, convencionalismo que proporciona a la figura cierto movimiento, mientras los hombros y el pecho se muestran de frente, al igual que los ojos y los adornos, siguiendo las pautas repetidas en toda la pintura egipcia, que se traducen en un rígido hieratismo y una falta de expresión facial.

En la composición prevalece el dominio del dibujo sobre el color, apareciendo las figuras contorneadas por las líneas básicas que definen las personas, animales y objetos, cuyo interior es rellenado por colores planos y luminosos —muy armónicos en este caso— en los que no aparecen degradaciones para sugerir las sombras, esto es, en ningún caso se persigue la ilusión volumétrica de los cuerpos representados. No obstante, en la escena el desconocido pintor se esmera en crear texturas mediante el trazado minucioso de pequeños trazos en el manto de Hatshepsut, en el plumaje de algunas aves, en la tarima de madera de la embarcación o en la piel del gato, animal en cuyo ojo se han descubierto restos dorados de pan de oro en la última restauración realizada por el Museo, algo atípico en la pintura mural egipcia.

Tampoco se pretende la definición espacial, apareciendo la escena en un espacio indefinido, sin referencias a un paisaje natural o motivos arquitectónicos, por tanto sin insinuar la mínima perspectiva estableciendo puntos de fuga, aunque en esta escena, de forma excepcional, es evidente la referencia al Nilo en la representación acuática y las plantas de papiros. Asimismo, el fondo plano aparece ocupado por las inscripciones de jeroglíficos que proporcionan información sobre las figuras representadas.

La pintura en la vitrina del British Museum
Como ya se ha dicho, estas pinturas murales están ligadas a los ritos funerarios de una sociedad profundamente teocrática como la egipcia, mostrando una visión idealizada de aspectos cotidianos de la vida del difunto, con lo que se perseguía que con la ayuda de los dioses se perpetuara en el más allá, una creencia convertida en una de las cuestiones más importantes de la sociedad y que tuvo vigencia en la cultura del Nilo durante 3000 años.

Toda la colección extraída de la tumba-capilla de Nebamun, cuya cámara principal estaba presidida por una hornacina que albergaba pequeñas estatuas sedentes de Nebamun y su esposa, se muestra en las vitrinas de la Sala 61 del British Museum, donde además de la Caza de aves en las marismas figuran fragmentos con escenas más prosaicas que decoraban los muros de la antecámara, como el Contado de gansos, tema relacionado con la actividad profesional de Nebamun, o la fastuosa escena en que aparecen familiares y amigos del difunto asistiendo al Banquete celebrado en su honor, servidos por criadas desnudas y sirvientes. Esta escena se desarrolla en dos frisos superpuestos, con parejas matrimoniales sentadas en el friso superior y jóvenes solteras en el inferior que charlan entre ellas, en ambos casos con figuras ricamente ataviadas y agasajadas por músicos y danzantes durante la comida. 

Escena del Contado de gansos, 1350 a. C., Foto British Museum

Informe y fotografías: J. M. Travieso.














Escena del Banquete, 1350 a. C., Foto British Museum
















Sala del British Museum con las pinturas de la capilla de Nebamun
















Sala del British Museum con las pinturas de la capilla de Nebamun













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