20 de junio de 2022

Visita virtual: CRISTO YACENTE, novedoso lenguaje romántico para una imagen tradicional


 


CRISTO YACENTE

Agapito Vallmitjana Barbany (Barcelona, 1860-1915)

1872

Mármol

Museo del Prado, Madrid

Escultura del siglo XIX. Romanticismo / Eclecticismo historicista

 

 


     Al igual que ocurre con el Cristo velato (1753) de Giuseppe Sanmartino en la Capilla Sansevero de Nápoles, el visitante del Museo del Prado suele quedar sorprendido al encontrar, en medio del ámbito dedicado a la pintura del siglo XIX, una impactante escultura marmórea que representa a Cristo muerto y tendido sobre un sudario que en parte cubre un cuerpo que sugiere el rigor mortis. La postura flexionada de sus rodillas, recordando su disposición en la cruz de la que acaba de ser descendido, y el tórax hinchado como referencia a los últimos estertores previos a la muerte, inevitablemente remite a la tradición española de los Cristos yacentes, especialmente a las creaciones barrocas que realizara Gregorio Fernández, que encontró en esta tipología pasionista un cauce expresivo que se convertiría en seña de identidad de su taller vallisoletano en el primer cuarto del siglo XVII.

Sin embargo, el hecho de que esté realizado en mármol —sin aplicación de color— puede producir en algunos espectadores una sensación de frialdad y distancia que enlaza con las esculturas clásicas de las bacantes dormidas, aunque en este caso el escultor materializa una evocación realista y precisa, con una excepcional calidad técnica que consigue desmaterializar el mármol para impregnarle de un alto contenido emocional que responde a una visión romántica del Cristo más humano, abandonado y trágico en la que, no obstante, prevalece una nobleza y una extraordinaria sensibilidad que, basadas en el dolor humano, invitan más a una compasión emotiva que al sentimiento desgarrado de las representaciones barrocas. 

     La escultura es una obra maestra del escultor barcelonés Agapito Vallmitjana Barbany, que la labró en 1872 testimoniando su especial dedicación a la escultura religiosa, en la que supo expresarse con un novedoso lenguaje caracterizado por la serenidad clásica y la búsqueda de una fuerza y una emoción ajenas al dramatismo, consiguiendo, como en este caso, una síntesis del sentimiento y la técnica, o lo que es lo mismo, la capacidad para estimular la piedad del espectador a través del virtuosismo en el dominio técnico del mármol, con una rigurosa y elocuente plasticidad. Esta escultura religiosa fue realizada en un momento en el que se valoraba lo que llegó a denominarse “estilo místico”, que perseguía la severidad y la reflexión en la búsqueda del ideal de perfección y la expresión de la infinita grandeza divina. 

Pero, como en muchas obras maestras, este Cristo yacente también fue objeto de críticas no demasiado favorables. Agapito Vallmitjana Barbany comenzó a plantear los bocetos en terracota en 1869 y ejecutó la obra en Barcelona en 1872. Antes de ser presentada públicamente en España, fue enviada a la Exposición Universal de Viena de 1873, donde fue galardonada con una de las “medailles pour l’art”. Cuando fue presentada en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1876, celebrada en Madrid, junto a la admiración popular el jurado consideró que era la obra de mayor mérito artístico entre las presentadas, a pesar de lo cual sólo se le concedió una medalla de segunda clase al quedar desierta la primera por “no atenerse a la tradición”. 

     Según recoge el historiador Carlos Reyero1, las primeras críticas al Cristo yacente no fueron completamente satisfactorias, pues tuvo opiniones contrarias basadas en su iconografía. Consideraba el jurado que “Carece del tipo verdadero de Jesús, según las tradiciones que hoy se tienen, pues su rostro, cabeza y forma del cuerpo debieran ser más graves y distinguidas”. En el acta, el jurado se lamentaba de que la imagen de Cristo se pareciese más al de la Piedad de Miguel Ángel del Vaticano que al de la Piedad que el italiano Giovanni Duprè presentó, nueve años antes, a la Exposición Universal de París de 1867, donde había recibido los mayores elogios, por lo que en el campo de la escultura religiosa moderna aquella obra debía ser un referente obligado.

No obstante, la Piedad de Duprè, que sigue siendo admirada en su ubicación del Cementerio de la Misericordia de Siena, presenta concomitancias con el Cristo yacente de Agapito Vallmitjana, tanto en el naturalismo de origen helenístico, que produce una emoción sensorial más que espiritual, como en la síntesis de las antiguas tradiciones con el sentimiento religioso moderno, una conexión relacionada con la sensibilidad internacional de raíces románticas. 

     El Cristo yacente, que tiene unas dimensiones de 216 x 72 x 43 cm, aparece firmado en su base con la inscripción; “AGAPITO VALLMITJANA. ESPAÑA. BARCELONA. 1872”. Entre los críticos, Rouget alabó su esmerada factura, aunque reclamaba mayor realismo de acuerdo al drama de la Pasión, mientras para García-Cadena el escultor no había conseguido reflejar la divinidad que aparece en las sublimes creaciones de este género, habiéndose limitado a reproducir bien el modelo. Estas opiniones de los críticos quedan bien reflejadas en el Catálogo de la Exposición de Bellas Artes de 1876, publicado en Madrid por los Sres. Granés y Vallejo, que dedican a la escultura este verso:
                                                Tu Cristo yacente, hermoso,
                                                es de escultura modelo,
                                                pero… (seré escrupuloso),
                                                me parece que aquel pelo
                                                no es bastante… religioso.

     Del proceso creativo del admirable Cristo yacente, tan finamente labrado por Agapito Vallmitjana, se conocen algunos datos. Aunque no está documentado, se viene afirmando que fuera el pintor Eduardo Rosales, amigo del escultor y enfermo de tuberculosis, el que posara como modelo. Para el Cristo yacente el escultor hizo dos tipos de bocetos en terracota desde 1869. En el primero de ellos el cuerpo de Cristo aparece completamente envuelto en el sudario, siendo muestras de este tipo los dos ejemplares del Museo Marés de Barcelona, el del Museo Marés de Montblanc (Tarragona), el del Museo Nacional de Arte de Cataluña de Barcelona, el del Museo Nacional de Escultura de Valladolid (adquirido en 1998), el de la Hermandad del Santo Entierro de Lora del Río (Sevilla), fechado en 1869, y el ejemplar en terracota policromada de The Spanish Gallery de Bishop Auckland en Durham (Gran Bretaña). Este modelo fue también fue materializado en mármol por el escultor, en 1887, como regalo personal de Eusebio Güell Bacigalupi, I conde de Güell, en el sepulcro del obispo Josep Torras i Bages de la capilla de la Virgen de Montserrat de la catedral de San Pedro de Vich (Barcelona). 

     El segundo tipo presenta a Cristo desnudo, al modo tradicional barroco, reposando sobre el sudario y solamente cubierto por el paño de pureza. Un ejemplar se conserva en la colección de Vicente Llorens Poy de Villareal (Castellón) y otro, en terracota pintada de blanco, en el Museo de la Abadía de Montserrat, a la que fue donado en 1984 por un descendiente directo de Agapito Vallmitjana. Este se corresponde con el modelo en mármol del Cristo yacente del Museo del Prado, que el escultor repetiría en el sepulcro de Antonio López Bru, encargado en 1876 por su padre, Antonio López López, I marqués de Comillas, para la capilla-panteón levantada en aquella población cántabra junto al palacio de Sobrellano. Un tercer ejemplar, tallado en madera y policromado, fue realizado en 1887 por Agapito Vallmitjana para la antigua Cofradía del Santo Sepulcro de Pamplona, actualmente Hermandad de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
 

EL PROLÍFICO ESCULTOR AGAPITO VALLMITJANA I BARBANY 

Firma del escultor en la base

     Nacido en Barcelona en 1832, perteneció a una saga de escultores decimonónicos catalanes. Era hermano del también escultor Venancio Vallmitjana, con el que se formó bajo la tutela de Damián Campeny en la Escuela de la Lonja de Barcelona y con el que trabajó durante mucho tiempo desarrollando el mismo estilo. A pesar de tener una mayor calidad artística, su hermano, con el que compartió un taller hasta 1883, fue el que consiguió mayor fama y reconocimiento. El primer encargo importante que recibieron, en 1854, fueron las figuras de la Fe y de los Cuatro Evangelistas para la iglesia barcelonesa de los Santos Justo y Pastor.

En 1860, también junto a su hermano, restauró los detalles arquitectónicos de la Audiencia de Barcelona. Ese mismo año realizaba la escultura en mármol de Isabel II con el Príncipe de Asturias, desde 1924 en el Palacio de Pedralbes como depósito del Museo del Prado, que le fue encargada por la propia reina después de visitar su estudio. Por ese tiempo también labraba las alegorías del Comercio y la Industria de la fachada del Banco de Barcelona y en 1861 el retrato de Manuel Bofarull que guarda el Ayuntamiento de Barcelona. 

Izda: Miguel Ángel. Piedad, 1498-1499, Basílica de San Pedro, Vaticano
Dcha: Giovanni Duprè. Piedad, 1867, Cementerio de la Misericordia, Siena

     Agapito Vallmitjana Barbany fue miembro de la de Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, profesor de la Academia Provincial de San Jorge de Barcelona y de La Lonja —Escuela de Artes y Oficios de Barcelona—, donde llegó a ser catedrático y tuvo como alumno al escultor zaragozano Pablo Gargallo. Presentó sus obras en las Exposiciones Nacionales, consiguiendo en 1862 la segunda medalla y en 1864 la tercera. De ese año datan el retrato de Claudi Lorenzale Sugrañes de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge y Adán y Eva, grupo desaparecido.
 

Agapito Vallmitjana. Cristo yacente, terracota, 1869
Museo Marés, Barcelona

     En 1865 realizaba en piedra las estatuas de Alfonso X el Sabio y de Luis Vives para la decoración del vestíbulo de la Universidad de Barcelona. Junto a su hermano Venancio esculpió los bajorrelieves de las cuatro Virtudes Cardinales del panteón de don Francisco Permayer. En 1867 hacía el retrato del pintor y escritor Pablo Milá Fontanals, conservado en la Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge de Barcelona, y en 1868 la Virgen titular de la iglesia barcelonesa del Pino. 

En 1869 iniciaba los bocetos en barro del Cristo yacente que realizara en mármol en 1872 y presentara en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1876, ese año adquirido por el Museo del Prado. De este modelo haría diferentes versiones en terracota, madera y mármol. En 1880 culminaba la Fuente del Niño, que fue instalada en la plaza del mercado de Sants de Barcelona, hoy jardines de Can Mantega.

Agapito Vallmitjana. Izda: Cristo yacente, terracota, h. 1869, Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Dcha: Cristo yacente, terracota, 1869, Hermandad del Santo Entierro, Lora del Río (Sevilla)

     A la imagen de San Francisco de Paula de 1882 siguieron en 1883 la imagen de San Juan de Dios del Hospital de la misma advocación en Barcelona, el Sepulcro del cardenal Joaquim Lluch de la capilla de San Laureano de la Catedral de Sevilla, las alegorías de la Agricultura y la Marina de la fuente del parque de la Ciudadela de Barcelona y el busto de La tradición del Museo Nacional de Arte de Cataluña. Por este tiempo aportaba la colosal escultura en mármol de un apóstol destinada a la rotonda de la renovada iglesia de San Francisco el Grande de Madrid. 


Agapito Vallmitjana. Cristo yacente, mármol, 1876
Sepulcro de Antonio López Bru
Capilla-panteón del palacio de Sobrellano, Comillas (Cantabria)

     En 1884 modelaba otro busto en terracota de La tradición, conservado en la Biblioteca Museo Víctor Balaguer de Villanueva y Geltrú (Barcelona), y el Ángel del Juicio Final del Museo Diocesano de Barcelona, que tiene sus réplicas marmóreas en el panteón de Daniel Llagustera Baguer, en el cementerio de Sant Feliu de Guíxols, y en la sepultura de Alejo Vidal Cuadras en el cementerio de Sitges, donde la trompeta fue sustituida por una corona de flores. En 1885 Agapito Vallmitjana trabajaba la escultura funeraria del obispo José María Urquinaona de la iglesia de la Merced de Barcelona y en 1886 comenzaba el proyecto del monumento ecuestre en bronce del rey Jaime I el Conquistador, que preside la plaza de Alfonso el Magnánimo de Valencia. 

En 1887 realizaba un nuevo Cristo yacente, en este caso tallado en madera y policromado, que actualmente alumbra la Hermandad de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo de Pamplona. Ese año también acometía el magno proyecto de las esculturas del Cristo del parteluz y el Apostolado que junto a otros santos por él realizados ocupa las jambas y contrafuertes de la nueva portada de la Catedral de Barcelona, ciudad a la que en 1888 aportó las colosales figuras de leones colocadas en la base del Monumento de Colón. Tras realizar en 1893 el busto de Cervantes de la Real Academia de las Buenas Letras de Barcelona, en 1888 elaboraba la Inmaculada Concepción del Museo Diocesano de Barcelona y el fantástico Cristo de la Flagelación que preside el segundo Misterio de Dolor del Rosario Monumental de Montserrat. 

Agapito Vallmitjana. Isabel II con el Príncipe de Asturias, 1860
Palacio de Pedralbes, Barcelona (depósito del Museo del Prado)

     Una de sus últimas obras fue la escultura en bronce del político vasco Mateo Benigno de Moraza que preside el monumento erigido en su honor junto a la Diputación foral de Álava, en Vitoria.  Agapito Vallmitjana Barbany moría en Barcelona el año 1915. Dejaba tras de sí una obra que muestra un complejo desarrollo de los principios del eclecticismo historicista al servicio de las más variadas tipologías, incluyendo una notable producción animalística. Recurre con frecuencia a prototipos históricos en los que resalta el contenido sentimental y emotivo. Sus esculturas ofrecen una grandiosa solemnidad al modo antiguo, acentuando los matices realistas y con mayor movimiento que la obra de su hermano Venancio, aunque uno de los atractivos de su obra es la serenidad clásica y la búsqueda de belleza. Con un total dominio técnico en el empleo de distintos materiales, en muchas de sus obras consigue un insuperable virtuosismo. 

 

Informe: J. M. Travieso.

 

Agapito Vallmitjana. Izda: Alegorías del Comercio y la Industria, h. 1860, Banco de Barcelona
Dcha: Fuente del Niño, 1880, jardines de Can Mantega, Barcelona

NOTAS 

1 REYERO HERMOSILLA, Carlos: Escultura, museo y Estado en la España del siglo XIX. Historia, significado y catálogo de la colección nacional de escultura moderna, 1856-1906, Fundación Eduardo Capa, Alicante, 2002.

 

 



Agapito Vallmitjana. Sepulcro del cardenal Joaquim Lluch, 1883
Capilla de San Laureano, Catedral de Sevilla










Agapito Vallmitjana. La Tradición, terracota
Izda: 1884, Museo Víctor Balaguer, Villanueva y Geltrú
Dcha: 1883, Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona












Agapito Vallmitjana. Izda: San Juan de Dios, h. 1883
Centro: Coronación de espinas, 1880, MNAC
Dcha: San Mateo, 1890, Museo Marés, Barcelona









Agapito Vallmitjana. Monumento a Jaime I el Conquistador,1886
Plaza de Alfonso el Magnánimo, Valencia










Agapito Vallmitjana. Cristo, San Pedro y San Pablo, 1887
Portada de la Catedral de Barcelona











Agapito Vallmitjana. 1887, Apostolado de las jambas de la portada de la Catedral de Barcelona








Agapito Vallmitjana. Cristo de la Flagelación, 1888
Segundo misterio de dolor, Rosario Monumental de Montserrat














Agapito Vallmitjana
Izda: El Comercio, 1884, Parque de la Ciudadela, Barcelona
Dcha: Monumento a Mateo Benigno de Moraza, 1895, Vitoria











Agapito Vallmitjana en su estudio








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