SAN ISIDRO LABRADOR
Gregorio Fernández (Sarria, Lugo,
1576-Valladolid, 1636)
Hacia 1629
Madera policromada
Iglesia de Santa María de la
Asunción, Dueñas (Palencia)
Escultura barroca. Escuela
castellana
ANÓNIMO. Santos canonizados el 12 de marzo de 1622 Iglesia de San Alberto, PP. Filipenses, Sevilla |
Hay que reseñar que la historia de San Isidro se aparta de lo común en el santoral de España, pues en aquel tiempo la mayoría de los santos presentaban un perfil de eclesiásticos y procedentes de familias nobles, siendo atípico que alcanzara la santidad un hombre laico, casado y de origen popular, cuyos milagros habían sido obrados, en el siglo XI, en el ámbito agrícola. Esto ha llamado la atención de algunos historiadores, que encuentran en el mito del labrador elementos más propios de la religión musulmana que del cristianismo. No obstante, si en los tres primeros santos canonizados en aquella ocasión se reconocía lo que las órdenes religiosas y el clero regular habían aportado en la lucha contra el protestantismo, la figura de San Isidro venía a representar la participación de los laicos en la Reforma Católica, cimentada en la tradición de la Iglesia medieval. Con su canonización, San Isidro quedó convertido en el santo protector del campo, lo que explica la rápida difusión de su devoción.
Aproximación
al personaje
LOPE DE VEGA. Relación de las Fiestas con motivo de la canonización de San Isidro. Biblioteca digital Memoria de Madrid |
Allí comenzó San Isidro sus labores agrícolas como zahorí, labriego y
pocero mozárabe, al servicio del linaje de los Vargas y de otros
terratenientes. Sobre la vida del santo el documento más antiguo conocido es el
llamado “Códice de Juan Diácono”, un escrito anónimo, datado hacia 1275,
que está compuesto de 25 hojas de pergamino, agrupadas en tres cuadernos y escritas
en latín, que narran una serie de milagros recopilados “a mayor gloria de San
Isidro”, aunque al recoger relatos orales de testigos contemporáneos al
cronista, los hechos no ofrecen demasiada precisión.
La infancia de San Isidro en Madrid transcurrió en los arrabales de San
Andrés (actual Barrio de La Latina), aunque, ante el riesgo de los recurrentes
ataques musulmanes, la familia se trasladó a Torrelaguna, donde Isidro ejerció
como labrador incansable y donde conoció a su mujer, María Toribia, que
igualmente alcanzaría la santidad como Santa María de la Cabeza. Según figura
en el códice, San Isidro ejerció como un humilde siervo, laico, labrador infatigable,
casado y padre preocupado por su familia, en campos propiedad de Juan de Vargas.
A él se atribuyen hasta 400 milagros, entre los que se encuentran el hacer
brotar un manantial en un campo seco con el simple golpe de su cayado, el haber
salvado a su único hijo Illán cuando había caído a un profundo pozo, el arado de las tierras por ángeles mientras él oraba o el permitir
pasar a su esposa María a pie sobre el río Jarama para librarse del infundio de
infidelidad que lanzaban las gentes contra ella, incluso otros obrados por sus reliquias, como la curación del rey Felipe III, hecho que propició su beatificación .
Retablo de San Isidro Labrador Iglesia de Santa María de la Asunción Dueñas (Palencia) |
El arquetipo
de San Isidro creado por Gregorio Fernández
Sabido es que una de las principales aportaciones de Gregorio Fernández
al arte escultórico de su tiempo fue la creación de una buena serie de
arquetipos que establecieron un modo invariable de representar ciertos pasajes
pasionales, como la Piedad, Cristo crucificado y Cristo yacente, así
como los sayones de algunos pasos procesionales, junto a algunas
representaciones marianas, como la Inmaculada Concepción, a los que se
suman figuras de santos recién canonizados de los que no existía una
iconografía precedente, como Santa Teresa, San Ignacio de Loyola
o San Francisco Javier, asentando modelos que tuvieron tanta aceptación
y gozaron de tal estima, que no sólo fueron repetidos por el propio artista,
sino también por una buena pléyade de discípulos y seguidores a los que los
comitentes exigían que las imágenes encargadas se ajustaran con la mayor
fidelidad posible a los modelos fernandinos.
Este hecho es aplicable a la figura de San Isidro Labrador, en
cuya iconografía fue determinante la imagen que Gregorio Fernández creara en su
taller de Valladolid (ciudad en que se firma el recibo) hacia 1629, a petición
de la cofradía de la Misericordia de Dueñas, que la colocó al culto en la iglesia
parroquial de Santa María de la Asunción de aquella población palentina. Aquel
arquetipo escultórico del santo madrileño, vinculado a la protección de los campos y las
cosechas, se extendería por toda Castilla y otros territorios españoles.
Como es habitual en Gregorio Fernández, destaca el trabajo de la cabeza,
centro emocional de la escultura. Presenta un cabello peinado sobre la frente y
con largos mechones exentos a los lados, sobre las patillas, que dejan vivibles
las orejas, así como una larga barba ondulada y simétrica que termina en
diversas puntas, ajustándose a la modalidad desplegada por el escultor en el
decenio de 1620. El rostro presenta ojos de cristal postizos, muy abiertos y
con la mirada perdida en el infinito, y la boca entreabierta dejando entrever
la lengua y los dientes, definiendo un semblante ensimismado próximo al éxtasis
místico.
Contribuye a resaltar sus rasgos naturalistas la policromía que aplicara
en 1629 el pintor Jerónimo de Calabria, acreditado en Valladolid, que cobró por
el dorado y pintado 896 reales. Destaca la encarnación mate que sugiere un
hombre de origen africano y curtido por el sol, junto a la indumentaria de
tonos marrones, alusivos a la tierra de labor, en la que incisiones sencillas
dejan aflorar el oro subyacente en forma de tallos vegetales que proporcionan
luminosidad a su austeridad, destacando el dorado de las botonaduras y el
cinturón, al igual que las orlas que recorren los bordes del jubón y las
polainas.
Entre las muchas imitaciones del arquetipo fernandino que conoció esta escultura del santo labrador —no siempre con la misma gracia y expresividad—, destaca el San Isidro realizado en 1698 por el maestro Juan de Ávila para presidir el retablo de la ermita de San Isidro de Valladolid, levantada en el extrarradio de la ciudad en 1692, donde comparte culto con su esposa Santa María de la Cabeza.
Informe y
fotografías: J. M. Travieso.
GREGORIO FERNÁNDEZ. San Marcelo, 1628 Iglesia de San Marcelo, León |
JUAN DE ÁVILA. Retablo de San Isidro y Santa María de la Cabeza, 1698 Ermita de San Isidro, Valladolid |
JUAN ALONSO VILLABRILLE y LUIS SALVADOR CARMONA San Isidro y el milagro del pozo, 1732 Puente de Toledo, Madrid |
ALGUNAS MUESTRAS DE SAN ISIDRO LABRADOR EN EL ARTE
LUIS SALVADOR CARMONA. San Isidro, h. 1752 Iglesia de Santa María del Castillo Nueva Villa de las Torres (Valladolid) |
NICOLÁS DE BUSSY. San Isidro, 1751 Iglesia de San Juan Bautista, Murcia |
SALZILLO. San Isidro, 1763 Museo de Bellas Artes, Murcia |
ANÓNIMO. San Isidro glorificado, s. XVIII Museo Nacional del Prado |
JUAN VAN DER HAMEN. San Isidro, 1622 National Gallery of Ireland, Dublin |
ALONSO CANO. San Isidro y el milagro del pozo, 1638-1640. Museo Nacional del Prado |
ANÓNIMO. San Isidro y el milagro del pozo, s. XVII Museo de Historia, Madrid (Dep. Museo del Prado) |
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