1 de octubre de 2025

Visita virtual: CRISTO SOBRE LA PIEDRA FRÍA, reflexión en la hora de la muerte








CRISTO SOBRE LA PIEDRA FRÍA  

Anónimo flamenco, taller de Amberes

Hacia 1500

Madera policromada

Capilla de San Enrique, Catedral de Burgos

Escultura gótica. Escuela flamenca

 

 







     La peculiar iconografía de esta escultura, denominada Cristo sobre la piedra fría,  está relacionada con la Pasión de Cristo, aunque nada tiene que ver con otro tipo de representaciones más generalizadas, como es el caso del Ecce Homo, con la que muchas veces se confunde por presentar la figura de Cristo coronado de espinas, con las manos atadas y en actitud desvalida, aunque le falte el manto púrpura que cita el evangelio de San Juan (19,5) y la tradicional inclusión de una caña como atributo. Pero si en este pasaje se le suele representar erguido, en el tipo de iconografía de la talla que tratamos la figura de Cristo es representada invariablemente en actitud sedente, concretamente sobre una roca que simboliza el Gólgota, idea a menudo reforzada por la presencia de una o varias calaveras, lo que alude a un momento previo a la crucifixión. Emile Male quizá fue el primero en señalar esta diferencia entre los tipos iconográficos del Ecce Homo y Cristo en la piedra fría, ambos aparecidos simultáneamente en el periodo del gótico tardío1. 

     Otro tema iconográfico con el que se puede confundir es con el denominado Varón de Dolores, que no trata de un episodio específico de la Pasión, sino de un tema simbólico de la Redención, en el que la imagen pasional de Jesús responde a un momento posterior a la Resurrección, mostrando las heridas causadas durante la crucifixión, en especial la llaga del costado derecho, de la que se hace verdadera ostentación. Fue Louis Reau quien indicó esta diferencia, apuntando que, a las representaciones de Cristo en la piedra fría, como episodio previo a la crucifixión, en la Edad Media se las denominaba Cristo de Piedad o Cristo lastimoso2.

No es fácil determinar la fuente literaria que proporcionó inspiración para esta imagen, pues las escenas de los preparativos para la crucifixión son ignoradas tanto por los autores de los evangelios canónicos como en los evangelios apócrifos. Algunos historiadores sugieren la hipótesis de que el origen literario se podría encontrar en la literatura de los Místicos, tan abundante en la baja edad media, como por ejemplo Las Meditaciones del Pseudo Buenaventura, obra del siglo XIII que relata la vida de Cristo con profusión de pormenores, estructurando las reflexiones sobre la pasión de acuerdo a la distribución de las horas litúrgicas, aunque en lo referido a la hora sexta, en que se produce la crucifixión, solamente se describe cómo los sayones despojan a Cristo de sus vestiduras.

     Otras teorías apuntan a las Celestiales Revelaciones escritas por Santa Brígida, igualmente textos que inspiraron las representaciones plásticas bajomedievales, donde se narra que es el propio Cristo el que se desnuda en el Gólgota y otro personaje quien le entrega un paño para cubrirse. Otro texto significativo es la Vita Christi de Sor Isabel de Villena, donde además de citar la desnudez —que la Virgen remedia entregando su propio velo— se menciona que los jueces, temerosos de que Cristo realizara algún milagro, lo llevan hasta una cueva y lo dejan solo mientras se realizaban los preparativos de la crucifixión. 
     A este respecto hay que destacar la propuesta que hace Robert Didier estudiando este tipo de representación, que encuentra una respuesta interesante en los textos del fraile franciscano Johannes Brugman (ca. 1400-1473), uno de los cuales alude a “Cristo sentado sobre una piedra en el Calvario”, tal vez la verdadera fuente de inspiración de esta iconografía, al menos en el ámbito de los Países Bajos.


     Sea cual sea la auténtica fuente inspiradora, la iconografía de Cristo sobre la piedra fría se convirtió, a partir de la segunda mitad del siglo XV, en una imagen de devoción, difundiéndose el tema a través de estampas centradas en el pasaje relativo a los preparativos del martirio, como ocurre en la serie dedicada a la Pasión por Israhel van Meckenem a finales de siglo, donde, a pesar de la leyenda Ecce Homo, presenta a Cristo en el Calvario ensimismado, tan solo cubierto por el paño de pureza y con la corona de espinas en su cabeza.

Seguramente más influyente en los artistas fue la imagen que Alberto Durero incorpora en el frontis de su serie dedicada a la Pasión, realizada en 1511, donde aparece Cristo sentado sobre una piedra tallada, con la corona de espinas, sin ningún tipo de ataduras y sujetando su rostro con la mano derecha con gesto de aflicción. Desde los inicios del siglo XVI varios pintores de la escuela flamenca desarrollaron este tema, como Hans Holbein el viejo (Niedersächsische Landesgalerie, Hanover), Cornelis Engelbrechtsz (Museo de Bellas Artes, Amberes) o Bernald van Orley (National Gallery, Edimburgo). En España el tema fue recogido por Juan de Flandes, que entre 1496 y 1497 realiza la tabla que se conserva en el Museo Nacional del Prado y que presenta un estilo equiparable al Políptico de Isabel la Católica (Galería de las Colecciones Reales, Madrid), con Cristo en plena desnudez, sumido en sus pensamientos y alejado del primer plano, lo que acentúa la sensación de soledad.

     No obstante, como tema pictórico resulta casi excepcional, siendo en el campo de la escultura donde predominó la imagen de un Cristo solitario y reflexivo en el momento precedente a su martirio, siendo una de las más antiguas la de la catedral de Brunswick (Baja Sajonia), datada, según Gertrud Schiller, a finales del siglo XIV. En la zona donde mayor aceptación alcanzó la iconografía de Cristo sobre la piedra fría fue en los antiguos Países Bajos, habiéndose sugerido que fue en el entorno de los talleres de Bruselas donde, a mediados del siglo XV, se generó el prototipo original, asimilado después por talleres de Lovaina y Amberes y finalmente expandido con éxito en el mundo nórdico.

 


El “Cristo sobre la piedra fría” de Burgos

     Esta escultura, que fue elaborada por un escultor anónimo en uno de los talleres de Amberes en torno al año 1500, llegó a Burgos debido a las estrechas relaciones comerciales y vínculos tanto políticos como artísticos que desde el siglo XV se establecieron entre Castilla y Flandes. Actualmente, en la catedral burgalesa preside el retablo mayor barroco de la Capilla de San Enrique, obra de Juan de Sierra y Bernabé de Hazas en 1674, en un espacio fundado en 1670 por el cardenal Enrique Peralta y Cárdenas —que está enterrado en el recinto— y levantado en época barroca sobre dos capillas góticas preexistentes, siendo la imagen herencia de una de ellas.

La escultura está elaborada en madera policromada y sigue el modelo aparecido en Bruselas, hacia mediados del siglo XV, conocido como Cristo sobre la piedra fría, un pasaje de acentuado patetismo en el que Cristo se encuentra sentado sobre un peñasco en el Monte Calvario a la espera de ser crucificado. Cristo aparece con las piernas ligeramente orientadas a la izquierda, con los pies apoyados a diferentes alturas, mientras el torso y la cabeza giran hacia la derecha, cruzando los brazos a la altura del abdomen. Sobre su cuerpo se aprecian las llagas producidas en los castigos previos a la crucifixión, como los pasajes de la Flagelación y la Coronación de espinas, ciñendo su cabeza con una abultada corona formada por ramas entretejidas y talladas en la propia madera, al igual que la gruesa soga que ata sus brazos a la altura de las muñecas.

     Su enjuta anatomía reproduce con verosimilitud algunos detalles, como los huesos abultados de las clavículas, la caja torácica con las costillas remarcadas y la representación de las venas en manos y pies, matices que contribuyen a apreciar la calidad de la imagen. Cristo se cubre con un paño de pureza de tono marfileño y con una orla dorada que se prolonga por el costado izquierdo, reteniendo sobre el muslo derecho parte de la túnica azul de la que ha sido despojado y que, igualmente adornada con orlas doradas en los bordes, cae hasta sus pies, ambos paños formando numerosos y quebrados pliegues al modo flamenco. A los lados de la túnica sobresalen dos efectistas calaveras, de tratamiento naturalista, que aportan la referencia espacial en que se produce la acción, es decir, el Gólgota (Lugar de la calavera), contribuyendo asimismo al componente dramático de la escena.

El sentido dramático de la figura queda muy bien reflejado en el trabajo de la cabeza, que presenta un rostro considerablemente estilizado. Su mirada es triste, con las cejas arqueadas, el entrecejo fruncido, los ojos hundidos y los párpados hinchados sugiriendo el llanto. La nariz es larga y bien perfilada, mientras en la boca, que permanece entreabierta, se aprecian los dientes. Rodea la boca una corta barba de dos puntas simétricas minuciosamente descritas, quedando el rostro enmarcado por una larga melena conformada por largos, densos y sinuosos tirabuzones que, calados en sus extremos, caen en vertical sobre los hombros. 

     De esta singular iconografía de origen flamenco Muñiz Petralanda llega a localizar hasta diez ejemplares3, de autores flamencos o hispanoflamencos, en territorio español:

* Capilla de San Enrique, Catedral de Burgos, 1500, el de mayor calidad de todos.

* Monasterio de Santa María la Real de Vileña, Villarcayo (Burgos), h. 1500, talla 

  de 30 cm.

* Museo Diocesano de Arte Sacro, Bilbao, 1500-1510.

* Ermita de la Piedad, Ondarroa (Vizcaya).

* Ermita del Santo Cristo de la Piedad, Lekeitio (Vizcaya).

* Iglesia del Convento de San Antonio, Vitoria.

El "Cristo sobre la piedra fría" en el retablo barroco de la
Capilla de San Enrique, Catedral de Burgos
     * Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad en la Vera Cruz, Vitoria.

 * Iglesia de San Felipe y Santiago, Zaragoza, entre 1475 y 1520.

 * Monasterio Real de Santa María de Pedralbes (Barcelona), h. 1500.

 * Real Convento de la Inmaculada Concepción de Santa Cruz de la Palma, s. XVI.

 


Informe y fotografías: J. M. Travieso.

 



Israhel van Meckenem. Grabados de la Pasión, s. XV
Metropolitan Museum, Nueva York

Notas


1 MALE, Emile: L’art religieux de la fin du moyen âge, París, 1908, p. 98.

2 REAU, Louis: Iconografía del arte cristiano, t. II, Barcelona, 1996, pp. 487-489.

3 MUÑIZ PETRALANDA, Jesús: El Cristo sobre la piedra fría. Notas en torno a una imagen del Museo Diocesano de Bilbao y el arraigo de su iconografía en Vizcaya. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), Tomo 69-70, Universidad de Valladolid, 2003-2004, págs. 247-278.

 







Alberto Durero. Frontis de la Pasión pequeña, 1511
Museo Arocena, Torreón (México)














Juan de Flandes. Cristo sobre la piedra fría, 1496-97
Museo Nacional del Prado














Anónimo flamenco. Cristo sobre la Piedra Fría
Izda: S. XVI, Catedral de San Pedro, Lovaina
Dcha: Hacia 1550, Museo del Hospital de San Juan, Brujas












Anónimo hispanoflamenco. Cristo sobre la Piedra Fría
Izda: Hacia 1500, Monasterio de Pedralbes, Barcelona
Dcha: Mercado del arte, Gal. Segre












Jan Gossart. Cristo sobre la Piedra Fría, 1520
Museo del Louvre, París












* * * * *

No hay comentarios:

Publicar un comentario