CRISTO SOBRE LA PIEDRA FRÍA
Anónimo flamenco, taller de Amberes
Hacia 1500
Madera policromada
Capilla de San Enrique, Catedral
de Burgos
Escultura gótica. Escuela flamenca

La peculiar iconografía de esta escultura, denominada Cristo sobre la
piedra fría, está relacionada con la
Pasión de Cristo, aunque nada tiene que ver con otro tipo de representaciones
más generalizadas, como es el caso del Ecce Homo, con la que
muchas veces se confunde por presentar la figura de Cristo coronado de espinas,
con las manos atadas y en actitud desvalida, aunque le falte el manto púrpura
que cita el evangelio de San Juan (19,5) y la tradicional inclusión de una caña
como atributo. Pero si en este pasaje se le suele representar erguido, en el
tipo de iconografía de la talla que tratamos la figura de Cristo es
representada invariablemente en actitud sedente, concretamente sobre una roca
que simboliza el Gólgota, idea a menudo reforzada por la presencia de una o
varias calaveras, lo que alude a un momento previo a la crucifixión. Emile Male
quizá fue el primero en señalar esta diferencia entre los tipos iconográficos
del Ecce Homo y Cristo en la piedra fría, ambos aparecidos
simultáneamente en el periodo del gótico tardío1.

Otro tema iconográfico con el que se puede confundir es con el
denominado Varón de Dolores, que no trata de un episodio
específico de la Pasión, sino de un tema simbólico de la Redención, en el que
la imagen pasional de Jesús responde a un momento posterior a la Resurrección,
mostrando las heridas causadas durante la crucifixión, en especial la llaga del
costado derecho, de la que se hace verdadera ostentación. Fue Louis Reau quien
indicó esta diferencia, apuntando que, a las representaciones de Cristo en la
piedra fría, como episodio previo a la crucifixión, en la Edad Media se las
denominaba Cristo de Piedad o Cristo lastimoso2.
No es fácil determinar la fuente literaria que proporcionó inspiración
para esta imagen, pues las escenas de los preparativos para la crucifixión son
ignoradas tanto por los autores de los evangelios canónicos como en los
evangelios apócrifos. Algunos historiadores sugieren la hipótesis de que el
origen literario se podría encontrar en la literatura de los Místicos, tan
abundante en la baja edad media, como por ejemplo Las Meditaciones del
Pseudo Buenaventura, obra del siglo XIII que relata la vida de Cristo con
profusión de pormenores, estructurando las reflexiones sobre la pasión de
acuerdo a la distribución de las horas litúrgicas, aunque en lo referido a la
hora sexta, en que se produce la crucifixión, solamente se describe cómo los
sayones despojan a Cristo de sus vestiduras.

Otras teorías apuntan a las Celestiales Revelaciones escritas por
Santa Brígida, igualmente textos que inspiraron las representaciones plásticas
bajomedievales, donde se narra que es el propio Cristo el que se desnuda en el
Gólgota y otro personaje quien le entrega un paño para cubrirse. Otro texto
significativo es la Vita Christi de Sor Isabel de Villena, donde además
de citar la desnudez —que la Virgen remedia entregando su propio velo— se
menciona que los jueces, temerosos de que Cristo realizara algún milagro, lo
llevan hasta una cueva y lo dejan solo mientras se realizaban los preparativos
de la crucifixión.
A este respecto hay que destacar la propuesta que hace
Robert Didier estudiando este tipo de representación, que encuentra una
respuesta interesante en los textos del fraile franciscano Johannes Brugman
(ca. 1400-1473), uno de los cuales alude a “Cristo sentado sobre una piedra en
el Calvario”, tal vez la verdadera fuente de inspiración de esta iconografía,
al menos en el ámbito de los Países Bajos.
Sea cual sea la auténtica fuente inspiradora, la iconografía de
Cristo sobre la piedra fría se convirtió, a partir de la segunda mitad del
siglo XV, en una imagen de devoción, difundiéndose el tema a través de estampas
centradas en el pasaje relativo a los preparativos del martirio, como ocurre en
la serie dedicada a la Pasión por Israhel van Meckenem a finales de siglo, donde,
a pesar de la leyenda Ecce Homo, presenta a Cristo en el Calvario
ensimismado, tan solo cubierto por el paño de pureza y con la corona de espinas
en su cabeza.
Seguramente más influyente en los artistas fue la imagen que Alberto
Durero incorpora en el frontis de su serie dedicada a la Pasión, realizada en
1511, donde aparece Cristo sentado sobre una piedra tallada, con la corona de
espinas, sin ningún tipo de ataduras y sujetando su rostro con la mano derecha
con gesto de aflicción. Desde los inicios del siglo XVI varios pintores de la
escuela flamenca desarrollaron este tema, como Hans Holbein el viejo
(Niedersächsische Landesgalerie, Hanover), Cornelis Engelbrechtsz (Museo de
Bellas Artes, Amberes) o Bernald van Orley (National Gallery, Edimburgo). En
España el tema fue recogido por Juan de Flandes, que entre 1496 y 1497 realiza
la tabla que se conserva en el Museo Nacional del Prado y que presenta un
estilo equiparable al Políptico de Isabel la Católica (Galería de las
Colecciones Reales, Madrid), con Cristo en plena desnudez, sumido en sus
pensamientos y alejado del primer plano, lo que acentúa la sensación de
soledad.

No obstante, como tema pictórico resulta casi excepcional, siendo en el
campo de la escultura donde predominó la imagen de un Cristo solitario y
reflexivo en el momento precedente a su martirio, siendo una de las más
antiguas la de la catedral de Brunswick (Baja Sajonia), datada, según Gertrud
Schiller, a finales del siglo XIV. En la zona donde mayor aceptación alcanzó la
iconografía de Cristo sobre la piedra fría fue en los antiguos Países
Bajos, habiéndose sugerido que fue en el entorno de los talleres de Bruselas
donde, a mediados del siglo XV, se generó el prototipo original, asimilado
después por talleres de Lovaina y Amberes y finalmente expandido con éxito en
el mundo nórdico.
El
“Cristo sobre la piedra fría” de Burgos
Esta escultura, que fue elaborada por un escultor anónimo en uno de los
talleres de Amberes en torno al año 1500, llegó a Burgos debido a las estrechas
relaciones comerciales y vínculos tanto políticos como artísticos que desde el
siglo XV se establecieron entre Castilla y Flandes. Actualmente, en la catedral
burgalesa preside el retablo mayor barroco de la Capilla de San Enrique, obra
de Juan de Sierra y Bernabé de Hazas en 1674, en un espacio fundado en 1670 por
el cardenal Enrique Peralta y Cárdenas —que está enterrado en el recinto— y
levantado en época barroca sobre dos capillas góticas preexistentes, siendo la
imagen herencia de una de ellas.
La escultura está elaborada en madera policromada y sigue el modelo
aparecido en Bruselas, hacia mediados del siglo XV, conocido como Cristo
sobre la piedra fría, un pasaje de acentuado patetismo en el que Cristo se
encuentra sentado sobre un peñasco en el Monte Calvario a la espera de ser
crucificado. Cristo aparece con las piernas ligeramente orientadas a la
izquierda, con los pies apoyados a diferentes alturas, mientras el torso y la
cabeza giran hacia la derecha, cruzando los brazos a la altura del abdomen.
Sobre su cuerpo se aprecian las llagas producidas en los castigos previos a la
crucifixión, como los pasajes de la Flagelación y la Coronación de espinas,
ciñendo su cabeza con una abultada corona formada por ramas entretejidas y
talladas en la propia madera, al igual que la gruesa soga que ata sus brazos a
la altura de las muñecas.

Su enjuta anatomía reproduce con verosimilitud algunos detalles, como
los huesos abultados de las clavículas, la caja torácica con las costillas
remarcadas y la representación de las venas en manos y pies, matices que
contribuyen a apreciar la calidad de la imagen. Cristo se cubre con un paño de
pureza de tono marfileño y con una orla dorada que se prolonga por el costado
izquierdo, reteniendo sobre el muslo derecho parte de la túnica azul de la que
ha sido despojado y que, igualmente adornada con orlas doradas en los bordes, cae
hasta sus pies, ambos paños formando numerosos y quebrados pliegues al modo
flamenco. A los lados de la túnica sobresalen dos efectistas calaveras, de
tratamiento naturalista, que aportan la referencia espacial en que se produce
la acción, es decir, el Gólgota (Lugar de la calavera), contribuyendo asimismo
al componente dramático de la escena.
El sentido dramático de la figura queda muy bien reflejado en el trabajo
de la cabeza, que presenta un rostro considerablemente estilizado. Su mirada es
triste, con las cejas arqueadas, el entrecejo fruncido, los ojos hundidos y los
párpados hinchados sugiriendo el llanto. La nariz es larga y bien perfilada,
mientras en la boca, que permanece entreabierta, se aprecian los dientes. Rodea
la boca una corta barba de dos puntas simétricas minuciosamente descritas,
quedando el rostro enmarcado por una larga melena conformada por largos, densos
y sinuosos tirabuzones que, calados en sus extremos, caen en vertical sobre los
hombros.
De esta singular iconografía de origen flamenco Muñiz Petralanda llega a
localizar hasta diez ejemplares3, de autores flamencos o
hispanoflamencos, en territorio español:
* Capilla de San Enrique, Catedral de Burgos, 1500, el de mayor calidad
de todos.
* Monasterio de Santa María la Real de Vileña, Villarcayo (Burgos), h.
1500, talla
de 30 cm.
* Museo Diocesano de Arte Sacro, Bilbao, 1500-1510.
* Ermita de la Piedad, Ondarroa (Vizcaya).
* Ermita del Santo Cristo de la Piedad, Lekeitio (Vizcaya).
* Iglesia del Convento de San Antonio, Vitoria.
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El "Cristo sobre la piedra fría" en el retablo barroco de la Capilla de San Enrique, Catedral de Burgos |
* Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad en la Vera Cruz, Vitoria.
* Iglesia de San Felipe y Santiago, Zaragoza, entre 1475 y 1520.
* Monasterio Real de Santa María de Pedralbes (Barcelona), h. 1500.
* Real Convento de la Inmaculada Concepción de Santa Cruz de la Palma, s.
XVI.
Informe y
fotografías: J. M. Travieso.
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Israhel van Meckenem. Grabados de la Pasión, s. XV Metropolitan Museum, Nueva York |
Notas
1 MALE, Emile:
L’art religieux de la fin du moyen âge, París, 1908, p. 98.
2 REAU, Louis:
Iconografía del arte cristiano, t. II, Barcelona, 1996, pp. 487-489.
3 MUÑIZ PETRALANDA, Jesús:
El Cristo sobre la piedra fría. Notas en torno a una imagen del Museo Diocesano de Bilbao y el arraigo de su iconografía en Vizcaya. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), Tomo 69-70, Universidad de Valladolid, 2003-2004, págs. 247-278.
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Alberto Durero. Frontis de la Pasión pequeña, 1511 Museo Arocena, Torreón (México) |
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Juan de Flandes. Cristo sobre la piedra fría, 1496-97 Museo Nacional del Prado |
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Anónimo flamenco. Cristo sobre la Piedra Fría Izda: S. XVI, Catedral de San Pedro, Lovaina Dcha: Hacia 1550, Museo del Hospital de San Juan, Brujas |
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Anónimo hispanoflamenco. Cristo sobre la Piedra Fría Izda: Hacia 1500, Monasterio de Pedralbes, Barcelona Dcha: Mercado del arte, Gal. Segre |
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Jan Gossart. Cristo sobre la Piedra Fría, 1520 Museo del Louvre, París |
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