16 de mayo de 2014

Theatrum: LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO, la elegancia gestual de la compasión








LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO
Alejo de Vahía (Región de Renania ? - Becerril de Campos, Palencia, h. 1515)
Activo entre 1480 y 1515
Hacia 1510
Madera policromada
Iglesia de Santa María Magdalena, Valladolid
Escultura gótica castellana. Período tardío









Cuando a partir de 1564 se emprendió la remodelación de la iglesia de la Magdalena por Rodrigo Gil de Hontañón, siguiendo cánones renacentistas y bajo la financiación y el patronato de don Pedro de la Gasca, Pacificador del Perú y obispo de Palencia y Sigüenza, se conservó íntegramente la capilla gótica del doctor Luis del Corral y se mantuvo al culto en el lado del Evangelio de la nueva iglesia un grupo escultórico preexistente que pertenecía a la Cofradía de los Dolores y que representa la Quinta Angustia, un tema también conocido como Llanto sobre Cristo muerto.

Allí permaneció hasta que en 1605 fue trasladado al lado de la Epístola, realizándose en el siglo XVIII, en plena efervescencia del Barroco, un retablo compuesto por banco, un cuerpo y ático destinado a cobijar dicho grupo escultórico, que fue asentado entre los arcos enrejados de la capilla del doctor Corral que se abren a la nave, tal y como permanece en la actualidad. En tal ocasión al grupo se le aplicó una nueva policromía acorde con los tiempos, estando acompañado de una Dolorosa vestidera o de candelero en el cuerpo central, que perteneció al retablo del Sepulcro, y una pequeña imagen de la Magdalena penitente en el ático que repite la tradicional iconografía tratada, entre otros, por Gregorio Fernández, Pedro de Mena y Luis Salvador Carmona.

La autoría del grupo del Llanto sobre Cristo muerto fue adjudicada por Julia Ara Gil1 al prolífico escultor Alejo de Vahía, señalándola además como una de las obras de mayor calidad entre la producción de este enigmático maestro de origen renano, que la habría realizado durante la primera década del siglo XVI. Afortunadamente, el estado de conservación de la obra es óptimo, con el aliciente de haber recuperado la policromía original tras un proceso de limpieza, lo que permite apreciar el peculiar modo de trabajo y el personalísimo estilo de este escultor, progresivamente valorado hasta ser considerado por el historiador Joaquín Yarza como uno de los más importantes del gótico español, autor de una dispar escultura exenta, trabajos de retablística y obras funerarias en tierras de Palencia, con extensión en Valladolid, por entonces dependiente de aquella diócesis, e incluso por tierras zamoranas.


EL LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO DE ALEJO DE VAHÍA    

La escena representada muestra el momento en que Cristo, recién descendido de la cruz, es depositado en el regazo de la Virgen, un momento doloroso al que también asisten San Juan y la Magdalena. Toda la composición gira en torno a la figura de Cristo, dispuesta longitudinalmente y con una anatomía muy forzada que mantiene su equilibrio solamente apoyado sobre una de las rodillas de la Virgen, mientras San Juan arrodillado a una lado le sujeta la cabeza y la Magdalena en el otro retiene sus piernas con delicadeza. Un alto grado de expresionismo queda remarcado con la curvatura imposible del tórax, la caída inerte del brazo y los cabellos, y la colocación de las piernas cruzadas, recordando su disposición en la cruz, un diseño muy estudiado para dejar bien visibles los pies perforados en la crucifixión, las llagas producidas en las rodillas durante la subida al Calvario y la herida sangrante del costado que certifica su muerte.

Un especial protagonismo adquiere la Virgen en su faceta de co-pasionaria, siendo su llanto —Planctus Mariae— el motivo central entorno al que gira toda la composición. 
Su figura aparece sedente en el centro y a los pies de la cruz, vestida con una túnica roja y un manto azul, con las rodillas separadas y el cuerpo de Cristo deslizándose entre ellas. Su cabeza aparece inclinada hacia la derecha, recubierta por un triple juego de tocas blancas y con el rostro mostrando un amargo rictus, aunque posiblemente el rasgo más personal sea la gesticulación de las manos, con los característicos dedos finos y alargados habituales en el escultor, la izquierda sobre el pecho de Jesús y la derecha levantada siguiendo una codificación gestual que se convierte en una de las señas de identidad de la obra de Alejo de Vahía. Sobre su cabeza luce una corona de tipo resplandor que fue incorporada en el siglo XVIII.

Arrodillado a la derecha de la Virgen aparece la sufridora figura de San Juan, caracterizado como un joven de larga melena rubia y lujosamente vestido, que desconsolado sujeta la cabeza de Cristo, ya desprovista de la corona de espinas. Luce una saya blanca que asoma discretamente por el cuello, una túnica de tonos dorados y un manto de tonos rojizos y azulados con un elegante broche a la altura del pecho, motivo ornamental muy utilizado por este escultor, al que en este caso se unen unas tijeras y un posible tintero colgados del cinturón, objetos de difícil interpretación que tal vez aluden a su faceta de evangelista. En su rostro muestra un gesto de dolor que es reforzado con la colocación de la mano junto a la cabeza, con detalles como la larga melena, los dos mechones sobre la frente y el entrecejo fruncido con pliegues verticales como muestra del inconfundible estilo del maestro. 

Por su parte, la Magdalena, igualmente arrodillada en el lado contrario y con el pomo de ungüentos depositado en primer plano, aparece como una elegante joven de delicados modales y gesto sufriente. En su indumentaria, minuciosamente descrita, muestra una camisa interior fruncida al cuello, una túnica de amplio escote que está ornamentada en el pecho con una cenefa con pedrería y un broche central, así como mangas con largas aberturas y brazaletes, y cubierta por un manto que sujeto en el hombro derecho se desliza cayendo en diagonal. Su cabeza repite los modelos femeninos de rostro afilado, frente muy despejada y larga melena rubia, utilizados por el escultor de forma estereotipada y tremendamente expresiva.    

En esta obra se condensan los presupuestos plásticos personales y característicos de Alejo de Vahía. Los cuerpos se articulan sobre una base condicionada por un esquematismo geométrico que produce cierto envaramiento en las actitudes,  delimitando los volúmenes mediante bordes lineales muy agudos y finos plegados en los paños, con posturas muy afectadas que proporcionan delicadeza a las figuras, efecto reforzado con la peculiar gesticulación de las manos.

Es característico el trabajo de los rostros, ya sea en la modalidad de un esquema circular y achatado, aquí apreciable en las figuras de la Virgen y San Juan, o siguiendo un esquema oval y alargado, perceptible en Cristo y la Magdalena. En todos ellos prevalece el convencionalismo de las expresiones, matizadas por ojos abultados y caídos hacia los lados en forma de media luna, nariz afilada y con la punta redondeada, bocas con los labios muy rectos y pequeñas comisuras, cabellos con raya al medio cayendo como rizos muy ondulados y con dos mechones simétricos sobre la frente en los modelos masculinos y barbas simétricas que dejan un espacio vacío bajo el labio inferior (figura de Cristo), a lo que se suma la mano derecha, de finos dedos y colocada de forma vertical, un gesto repetido en muchas de sus esculturas.

Inconfundibles en la obra de Alejo de Vahía son los pliegues sobre las tocas, siempre con tres dobleces en lo alto de la cabeza, que configuran tres vértices sobre la frente, y cayendo en forma de ondas sobre los hombros. Asimismo, en el desnudo de Jesús se aprecian otras constantes de sus crucificados, como la cadera muy alta, las tibias terminadas en un acusado vértice y el perizonium liviano y muy ajustado al cuerpo.

Alejo de Vahía realizaría otras versiones de esta iconografía, en unas ocasiones reduciéndola al tema de la Piedad, como en el caso de Villaumbrales (Palencia), y en otras incorporando a la escena más personajes, como en el retablo de Bolaños de Campos (Valladolid), grupo hoy conservado en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, compuesto por hasta ocho figuras. En todos los casos denota la adaptación al gusto hispano de una iconografía de raíces centroeuropeas, fundiendo la delicadeza y la elegancia nórdicas con el gusto dramático español, hecho que mueve a Vandevivere a definir a Alejo de Vahía como maestro hispano-renano.

LA ICONOGRAFÍA DEL LLANTO SOBRE CRISTO MUERTO        

La iconografía del Llanto sobre Cristo muerto surge cuando se incorporan distintos personajes a la Piedad, un tema de origen medieval germano que surgió en el entorno de los conventos del valle del Rin, posiblemente inspirado en los dramas sacros de los Misterios. En el siglo XV se produce su evolución tipológica, tanto en pintura como en escultura, cuando las figuras de la Virgen y Cristo muerto comienzan a acompañarse de San Juan, la Magdalena, las Marías y José de Arimatea y Nicodemo para formar la Lamentación o Llanto sobre Cristo muerto, participando en una escena presidida por el dolor de la Virgen o Compassio Mariae.

En síntesis, la escena gira en torno al cuerpo del Crucificado, recién desclavado de la cruz y depositado en el regazo de la Virgen, que cubierta con una toca de luto le abraza y se lamenta. A los lados se sitúa San Juan, que consuela a María o ayuda a sujetar a Cristo; la Magdalena portando el tarro de ungüentos, generalmente colocada a los pies en recuerdo de la unción en casa de Simón o en Betania; María Cleofás y María Salomé, santas mujeres que acompañan a la Virgen con gesto plañidero; José de Arimatea y Nicodemo con los atributos del desenclavo, ayudando a colocar a Jesús sobre el sudario o portando tarros de perfume para el embalsamamiento. No faltan composiciones con ángeles dolientes que participan de la emoción del momento.       

Esta escena, que no aparece referida en los Evangelios, puede relacionarse con los ritos dramáticos bizantinos del Threnos, introducidos a finales del siglo XIII en Italia por Coppo di Marcovaldo. Después sería Giotto quien popularizaría su componente trágico al plasmar en armoniosa composición diferentes actitudes y estados emocionales ante la muerte. Pero, sobre todo, fue fuente de inspiración la literatura mística y piadosa, que permitió recomponer una hipotética secuencia, de gran calado en la piedad popular, que se intercala en el ciclo pasional entre el Descendimiento y el Santo Entierro, generalmente con la intención catequética de que una situación tan dramática fuese capaz de conmover y estimular la piedad de los fieles. 

Informe y fotografías: J. M. Travieso.




NOTAS

1 ARA GIL, Julia. En torno al escultor Alejo de Vahía (1490-1510). Valladolid, 1974, p. 62.





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14 de mayo de 2014

Ciclo de cine en el Museo Nacional de Escultura: SOBRE LA LOCURA, de mayo a octubre 2014












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Museo Nacional de Escultura: NOCHE Y DÍA DE LOS MUSEOS, 17 y 18 de mayo 2014


MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA
Calle Cadenas de San Gregorio, Valladolid


Sábado 17 de mayo. NOCHE DE LOS MUSEOS
Apertura extraordinaria de 16 a 1 h.
Entrada gratuita

Música: ¿Cómo nos llevas amor?
Nacho Nieto y Javier Ferrero. Terceto de Música Vocal (Música Antigua)
Tres pases, entre las 19 h. y la 1 h.
Edificio Palacio de Villena. 
Entrada gratuita

Concurso de Dibujo y Pintura Creativa
De 10 a 14 h. Categorías infantil (hasta 13 años) y general.
Exposición de los trabajos premiados a partir de las 16 h.
Patio de Estudios. Edificio Colegio de San Gregorio.



Domingo 18 de mayo. DÍA DE LOS MUSEOS
Apertura de 10 a 14 h. Entrada gratuita

Arte audiovisual. Bisoh. La democracia de un beso.
Ghetto 13/26 Félix Fradejas.
Tres pases, entre las 12 h. y las 14 h.
Edificio Casa del Sol. Entrada gratuita.

Paseos comentados a la colección del Museo.


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Concierto: LA MÚSICA QUE EL GRECO OYÓ, 16 de mayo 2014


MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA. CAPILLA DEL MUSEO
Calle Cadenas de San Gregorio, Valladolid


CONCIERTO EN MEMORIA DE EL GRECO

Tanto sus contemporáneos como las generaciones posteriores reconocieron en Alonso Lobo a uno de los grandes maestros de la polifonía española. Discípulo predilecto y asistente de Francisco Guerrero en Sevilla, Lobo fue el único músico de su tiempo que ocupó el cargo de maestro de capilla de las catedrales de Sevilla y Toledo, que se situaban en la cúspide del sistema eclesiástico hispano. Su Liber primus missarum (1602) gozó de una enorme difusión en España y en el Nuevo Mundo. De las seis misas del impreso, La Grande Chapelle ha seleccionado las misas “Prudentes virgines” y “Beata Dei genitrix”, todavía no disponibles en edición moderna. A partir de motetes homónimos de Guerrero, Lobo explota, con inigualable maestría, eruditas técnicas imitativas como los cánones enigmáticos o audaces recursos armónicos o expresivos, que para algunos guardan afinidades con El Greco, estricto contemporáneo activo en Toledo.


Viernes 16  de mayo
Capilla del Museo, 19,30 h.
LA MÚSICA QUE EL GRECO OYÓ
Programa
Presentación: «Alonso Lobo, maestro de capilla de la Catedral de Toledo, en tiempos del Greco», por Albert Recasens.
Concierto: Alonso Lobo, Misa Beata Dei Genitrix y Motetes del Liber primus missarum (Madrid, 1602) y otras obras de Cristóbal de Morales, Francisco Guerrero y Tomás Luis de Victoria.
LA GRANDE CHAPELLE. Director: Albert Recasens

Entrada: General 8 €/ Reducida: 6 €.
Entradas a la venta en la tienda del Museo.


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12 de mayo de 2014

Taller Literario: REENCUENTRO, de Julia Carretero


REENCUENTRO

Nunca imaginé que podría de nuevo encontrarme con aquella persona. Intenté esquivarlo mirando hacia otro lado pero en el instante fugaz en que nuestras miradas se cruzaron pude ver de nuevo sus ojos acuosos, cristalinos y su espalda encorvada por la mochila de la pena… 

Yo no debería saber quién era, mil veces me lo habían repetido, “es mejor que no sepas…, que no conozcas…”.

Pero no me resigné, no hice caso, necesitaba saber, conocer…, por eso busqué, indagué y por fin supe su nombre, sin embargo no me conformé con ello, tenía que saber cómo era y con quien compartía su vida y así llegué hasta él.

Conocerme le rompió el alma y me hizo jurar que no intentaría volver a verle, por eso hoy, yo desvío la mirada mientras una lágrima de agradecimiento resbala por mi cara, nunca podré olvidar que yo llevo el corazón de su amada.

JULIA CARRETERO, marzo 2014

Taller Literario Domus Pucelae. Texto nº 1
Ilustración: "La familia bien, gracias"


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9 de mayo de 2014

Theatrum: SEPULCRO DE DON LUIS PIMENTEL Y PACHECO, el caballero y el sueño de la muerte








SEPULCRO DE LUIS PIMENTEL Y PACHECO, 
I MARQUÉS DE VILLAFRANCA DEL BIERZO
Anónimo, taller leonés
Hacia 1497
Madera de nogal policromada
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Procedente del convento de Santa María de Jesús, Villalón de Campos (Valladolid)
Escultura gótica. Escuela castellana









Sepulcro de don Martín Vázquez de Arce, "El Doncel de Sigüenza"
LA ESCULTURA FUNERARIA DURANTE EL GÓTICO ISABELINO

El afán de inmortalidad de determinados monarcas, y, por emulación, de obispos e ilustres linajes, dio lugar en la España del siglo XV a un importante catálogo de escultura funeraria que alcanzó su máxima cota de calidad y fantasía durante el reinado de los Reyes Católicos, cuando comenzaron a asentarse paulatinamente ciertas pautas formales imbuidas de un planteamiento humanista procedente del Renacimiento italiano, siendo el máximo exponente de esta novedosa tendencia el célebre sepulcro de don Martín Vázquez de Arce —"El Doncel de Sigüenza"—, atribuido a Sebastián de Almonacid como homenaje en la catedral seguntina al caballero muerto en 1486 durante una emboscada en la vega granadina.

Si este sepulcro representa literalmente al personaje con vida y victorioso sobre la muerte, otros intentaban resaltar ciertas virtudes de los fallecidos —valor, lealtad, justicia, caridad...— en deslumbrantes composiciones exentas o adosadas a los muros de los templos, siendo Gil de Siloé el mejor intérprete de ese afán por preservar para el futuro la memoria de monarcas y descendientes en obras tan fastuosas como el sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal y el del infante Alfonso de Castilla, padres y hermano de la reina Isabel respectivamente, que hizo personalmente el encargo para la Cartuja de Miraflores (Burgos), o el de don Juan de Padilla del desaparecido monasterio de Nuestra Señora de Fresdelval, hoy en el Museo de Burgos, para honrar al paje predilecto de Isabel la Católica, muerto durante una campaña de la guerra de Granada, todos ellos personajes que reposan en su propia eternidad.

Estas obras marcarían la senda de la escultura funeraria durante la última década del siglo XV, caracterizada por la finura de sus formas, basadas en los minuciosos modos escultóricos prevenientes del territorios flamencos y germánicos, así como la exaltación de los personajes a través de efigies idealizadas y profusión heráldica, casi siempre con un extraordinario virtuosismo técnico en obras realizadas en mármol o alabastro.

Siguiendo esa pauta estética aparece la figura yacente que perteneciera al sepulcro de don Luis de Pimentel y Pacheco, I marqués de Villafranca, muerto en 1497 y enterrado en la iglesia del convento de franciscanos recoletos de Santa María de Jesús de Villalón de Campos (Valladolid), una figura que hoy forma parte de los fondos del Museo Nacional de Escultura y que ofrece la peculiaridad de estar realizada en madera policromada, no en alabastro u otro tipo de piedra como era habitual en su época. Tanto esta singularidad como sus rasgos estilísticos acrecientan el interés de esta atípica talla funeraria.

LA IDENTIFICACIÓN DEL PERSONAJE 

Hasta hace algo más de una decena de años fue desconocida la identidad del que tan sólo fuera denominado vagamente como «caballero yacente». En la búsqueda de su identidad, el proceso se inicia en 1862, cuando la Comisión Provincial de Monumentos de Valladolid decide enviar al por entonces Museo Provincial de Bellas Artes la figura de un «guerrero» que se encontraba descontextualizado en la iglesia de San Miguel de Villalón de Campos, como muchas otras obras procedentes de los tres conventos desamortizados en la localidad. Ese mismo año, debido a las afirmaciones de un párroco de Villalón, que había leído o escuchado noticias sobre el personaje, se le identificó como el IV conde de Benavente y Señor de Villalón, el mismo que había levantado un palacio en aquella población de Tierra de Campos tras usurpar un terreno colindante a la parroquia de San Miguel, hecho que dio lugar a un litigio y un posterior acuerdo por el que los condes pagarían a la parroquia una renta anual por el terreno.

En base a esta información, primero el historiador Casimiro González García-Valladolid y después Julia Ara Gil1 identificaron al «caballero yacente» como el tal Rodrigo Alonso Pimentel, IV conde de Benavente, conde de Mayorga y señor de Villalón, un noble y militar que participó en destacados acontecimientos del reinado de los Reyes Católicos, entre ellos en la Guerra de Granada, que en 1475 levantó su impresionante palacio condal en Valladolid y que murió en 1499 en Benavente (Zamora), siendo enterrado en el convento de San Francisco de Villalón. Aparentemente todos estos datos avalaban la identificación del sepulcro, que además se ajustaba plenamente a la estética del momento, a pesar de su tallado en bulto redondo recordando formas germánicas, no ajustarse a la tradicional cama funeraria y la excesiva juventud del finado, interpretada como un afán idealista del escultor.

Sería Carlos Duque Herrero2 quien finalmente desvelaría la verdadera identidad del representado tras dudar que se tratase de Rodrigo Alonso Pimentel, aquel que había cometido abusos en sus dominios (Libro de descargo de ánima, Archivo Histórico Nacional) y era descrito como «tuerto y cascarrabias», el cual había sido enterrado en Villalón tras morir en edad avanzada. La clave la encontró en el Archivo Histórico Nacional, donde un tal Pedro de Vovadilla declara en los años sesenta del siglo XVI tener recuerdo de cuando fue llevado a enterrar a Villalón a don Luis Pimentel y Pacheco, marqués de Villafranca e hijo del conde don Rodrigo Alonso Pimentel y doña María Pacheco.

En efecto, Luis Pimentel y Pacheco, hijo primogénito de los IV condes de Benavente, había nacido en 1466 y muerto en 1497 de forma prematura y trágica, cuando no había cumplido los treinta años, por una caída producida en Alcalá de Henares, desconociéndose si fue desde un caballo o desde un balcón. Por entonces ya estaba casado con doña Juana Osorio Bazán, I marquesa de Villafranca, con la que tuvo una hija, María Juana Pimentel Osorio, que nació póstuma en 1498.

Por esta circunstancia, don Rodrigo Pimentel tuvo la poca fortuna de tener que enterrar a su joven hijo Luis en el convento de Santa María de Jesús, por él fundado en 1469 extramuros de Villalón y habitado por frailes franciscanos recoletos, por lo que era conocido como San Francisco. Igualmente, aunque no existe documentación que lo certifique, como patronos de aquel convento los condes de Benavente encargarían un digno sepulcro para su primogénito, muerto en plena juventud, cuyo enterramiento prestigiaría la fundación familiar en Villalón. Posiblemente, a esa circunstancia precipitada se deba el que la efigie esté realizada en madera y no en alabastro, aunque en ella el desconocido escultor mantuvo la mayor dignidad.

LA ESCULTURA FUNERARIA DE LUIS PIMENTEL Y PACHECO

La figura, tallada en madera de nogal y policromada según la técnica tradicional, concuerda con la tipología requerida por la nobleza del momento, con don Luis yacente y revestido con una lujosa armadura que le proclama, a modo de héroe, como importante militar y hombre de armas. Su gesta fue recogida en un memorial, escrito dos siglos y medio después de su muerte, que dedicado a glosar la grandeza de los Condes de Benavente le presenta como un héroe en la guerra contra el rey de Portugal. Para realzar aquella intervención, originariamente sujetaba con sus manos la empuñadura de una gran espada real cuya hoja llegaba hasta los pies, siendo este hecho la causa de que las manos y parte de los pies aparezcan mutilados al haber sido embutida entre ellos y después expoliada.

Recreación de la efigie con la espada que portaba
La armadura3 sigue los modelos militares de cuerpo entero propios de las últimas décadas del siglo XV, compuesta por un peto y un sobrepeto sujeto con un remache perdido y posiblemente decorado. Protege el abdomen una sobrebarriga formada por cuatro launas metálicas festoneadas de las que penden escarcelas dispuestas simétricamente. Bajo la armadura cubre el cuerpo una loriga de cota de malla que asoma, minuciosamente tallada y rematada en dientes de sierra, bajo las escarcelas en forma de  faldellín, en el cuello en forma de collarín superpuesto y bajo las hombreras metálicas, completándose con brazales, codales y seguramente guanteletes en las manos desaparecidas, así como quijotes sobre los muslos, rodilleras articuladas y grebas hasta los pies, posiblemente también con escarpines en los pies mutilados. 
Como complemento a la armadura, sería la espada la pieza que le proporcionaría mayor carácter, tal y como aparece en la efigie de Fernando el Católico que Domenico Fancelli labrara para el cenotafio de la Capilla Real de Granada.

Rollo de justicia de Villalón de Campos (Foto Héctor Aparicio-Flickr)
A pesar de resaltar su imagen militar, la figura aparece sumida en un plácido sueño, ofreciendo la cabeza la imagen de un hombre de letras al aparecer cubierta con un bonete y con la melena desparramada en mechones filamentosos sobre un doble cojín, recostado con los ojos cerrados pero sin expresar pena ni dolor. Tanto la armadura como los cojines están policromados en tonos blanquecinos, posiblemente para sugerir su manufactura en alabastro, aunque bordes y ribetes aparecen en dorado, reproduciendo los modelos de las armaduras reales. Bonifacio Esteban4 recuerda en esta figura la expresión “ir de punta en blanco”, originada en los caballeros bien pertrechados para la batalla con sus armas y armadura bien pulida y reluciente, después utilizada en el lenguaje coloquial como sinónimo de ir vestido elegantemente.

Si estilísticamente Julia Ara Gil cree encontrar concomitancias con la escultura alemana del momento, de cuyos talleres sureños podría haber sido importada o proceder su autor en base a su expresividad y forma de talla, José Ignacio Hernández Redondo5 la relaciona, por el tipo de rostro ancho, párpados abultados y acusado mentón, con un taller de León, diócesis a la que pertenecía Villalón, activo en esta comarca y posiblemente también autor de la Virgen de la Piña y de un Santo Obispo de la iglesia de San Miguel de esta villa, aunque no queda descartada su posible procedencia extranjera. Lo que es innegable es su grado de elegancia y el minucioso detalle con que están trabajados todos sus componentes.  

Informe y fotografías: J. M. Travieso.   


NOTAS

1 ARA GIL, Clementina Julia. Escultura gótica en Valladolid y su provincia. Institución Cultural Simancas, Valladolid, 1977, p. 300.

2 DUQUE HERRERO, Carlos. La escultura yacente del I marqués de Villafranca (+1497). Boletín del Museo Nacional de Escultura nº 3, 1998-1999, pp. 11-14.

3 ESTEBAN, Bonifacio. La armadura castellana de final del siglo XV en la figura de Don Luis Pimentel y Pacheco. Blog "Los caballeros medievales en el Arte" (http://caballerosyarte.blogspot.com.es/), 10 de febrero de 2014.

4 Ibídem

5 HERNÁNDEZ REDONDO, José Ignacio. Museo Nacional de Escultura. El encanto medieval. MNE y Diputación de Valladolid, Valladolid, 2003, p. 29.


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8 de mayo de 2014

Revista ATTICUS nº 25

En mayo 2014 se ha publicado el número 25 de la Revista Atticus, que celebra el 5º aniversario de su aparición en la red, en la que junto a las habituales secciones de editorial, fotodenuncia, humor gráfico, exposiciones, fotografía, relatos y cine destacan los siguientes artículos:

* Monasterio de San Salvador de Leire. María Orduña Cuevas.
* La Codorniz, los límites de la libertad de prensa. Cristy G. Lozano.
* La delicadeza de una obra maestra: La Virgen de Jean Fouquet. Luis José Cuadrado.
* Lewis Hine, fotógrafo comprometido. Luis José Cuadrado y Gonzalo Durán López.
* Giuseppe Arcimboldo (1527-1593). José Miguel Travieso y Luis José Cuadrado.
* La cúpula de la catedral de Florencia. Juan Diego Caballero Oliver.
* Afrodita de Cnido, el dulce placer. Gonzalo Durán López.
* Armando Gámez Padrón. Francisco Puñal Suárez.
* María Félix, Doña María Bonita. Ángel Comas.
* La ruina habitada. Las Escuelas Pías de Lavapiés. Leonardo Tamargo Niebla.

Descarga en pdf: Revista Atticus 25.

Recordamos que se puede acceder directamente a esta revista virtual desde el icono que aparece como acceso directo en la parte izquierda de esta página o en la dirección http://www.revistaatticus.es/, donde se encuentran archivados todos los ejemplares publicados hasta la fecha, a los que se puede acceder de forma gratuita.


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6 de mayo de 2014

VIAJE: VILLAS ITALIANAS, del 1 al 12 de julio 2014

PROGRAMA

Martes 1 de julio
Salida a las 7 h. desde la plaza de Colón con dirección a Toulouse. Visita a la ciudad. Cena y alojamiento en Hotel Ibis Centro.

Miércoles 2 de julio
Salida con dirección a Nimes, visitando en ruta Carcasonne y Arles. Cena y alojamiento.

Jueves 3 de julio
Salida hacia Turín, visitando en ruta Niza y Mónaco. Cena y alojamiento en Turín.

Viernes 4 de julio
Visita a la ciudad de Turín recorriendo el Palacio Real, Museo Egipcio y otros monumentos. Cena y alojamiento.

Sábado 5 de julio
Salida hacia Milán. Recorrido visitando la catedral, galería Victor Manuel II, castillo sforzesco, Pinacoteca Brera, Cenáculo vinciano, etc. Cena y alojamiento.

Domingo 6 de julio
Salida hacia Mantua, visitando de camino Magnani, Rocca y Sabbioneta. Cena y alojamiento.

Lunes 7 de julio
Visita a la ciudad de Mantua. Traslado a Verona y visita a la ciudad. Cena y alojamiento en Vicenza.

Martes 8 de julio
Visita a la ciudad de Vicenza y a las villas Valmarana y Rotonda. Cena y alojamiento.

Miércoles 9 de julio
Salida hacia Padua visitando de camino Bassano del Grappa, Possagno, Villa Barbaro y Villa Emo. Cena y alojamiento en Padua.

Jueves 10 de julio
Visita a la ciudad de Padua. Posible excursión en barco por el canal de Brenta. Cena y alojamiento.

Viernes 11 de julio
Traslado a Venecia y visita panorámica. Regreso por la noche a Padua. Cena y alojamiento.

Sábado 12 de julio
Salida con dirección a Milán, visitando de camino la Cartuja de Pavía. Por la tarde vuelo de regreso desde Milán a Madrid. Traslado a Valladolid, con llegada prevista a últimas horas de la noche. 


PRECIO SOCIO: 1695 € (en habitación doble).
PRECIO NO SOCIO: 1745 € (en habitación doble).


INCLUYE:  
Viaje en autocar : Valladolid y todo el tour.
Regreso en avión desde Milán.
Visita panorámica de Venecia y Milán.
Hoteles  3 y 4 estrellas en el circuito.
Régimen de media pensión, excepto el día 12, que sólo  incluye el desayuno.
Dossier informativo  de Domus.
Seguro de viaje y de cancelación.
Tasas de aeropuerto y seguridad.
Iva y gastos de gestión.
Servicio de maleta (23 Kgs) para que los que deseen volver en avión

NO INCLUYE:
Entradas a museos y monumentos.
Extras de hotel y otros gastos no especificados.


REQUISITOS: Grupo mínimo 30 y máximo 40 personas.


INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Por correo en la dirección domuspucelae@gmail.com o llamando al teléfono 608 419228 a partir de las 0 horas del 7 de mayo.








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Exposición: LA BIBLIOTECA DE EL GRECO, hasta el 29 de junio 2014

MUSEO DEL PRADO
Madrid

Cuando el Greco murió en Toledo el 7 de abril de 1614, tenía entre sus enseres 130 libros que se conocen parcialmente por dos inventarios redactados por su hijo Jorge Manuel Theotocópuli: el que escribió unas semanas después del fallecimiento del pintor y el otro que elaboró en 1621 como testimonio de los bienes que aportaba a su segundo matrimonio.

Fundamentándose en los documentos originales de estos inventarios, cinco secciones articulan el discurso de la muestra:

Los padres griegos y la herencia clásica
Esta sección muestra la ascendencia que la cultura griega tuvo sobre el pintor, que siempre se mostró muy orgulloso de sus orígenes, a través de obras clásicas de Homero, Apiano Alejandrino, Jenofonte y otras consagradas a Alejandro Magno, héroe de la historia helena y paradigma de mecenas de las artes por su protección a Apeles, de quien el Greco pudo considerarse una moderna encarnación. Esta sección también destaca la ausencia de libros de Platón y la presencia, en cambio, de otros de Aristóteles en su biblioteca.

Metamorfosis en Italia
La segunda sección revisa la definitiva transformación que sufrió la pintura del Greco tras pasar por Venecia, Roma y otras ciudades italianas. Fue entonces cuando, a través de una labor autodidacta muy intensa mediante el conocimiento de la obra de otros artistas, el contacto con hombres de letras y la lectura, asimiló la práctica y la teoría artísticas dominantes. Entonces comenzó a considerar la pintura como un discurso autónomo que trascendía la representación moralizante de los asuntos inspirados en la mitología, la historia y la historia sagrada.

La pintura como ciencia especulativa
Este ámbito es el centro argumental de la muestra pues el Greco consideró que la pintura podía imitar lo visible, pero también lo imposible, es decir como una herramienta para explorar las maravillas de lo real y representar asuntos mitológicos o los misterios religiosos.

Vitruvio y los términos de la arquitectura
Aunque el Greco defendió la hegemonía de la pintura respecto a la escultura y la arquitectura, en su época era común considerar a esta última como la más destacada entre las artes por su vinculación tradicional con las artes liberales y porque su conocimiento era indispensable para llegar a ser un hombre universal. Así debió de considerarse el Greco, quien diseñó la arquitectura de algunos de los retablos en que se instalaron sus pinturas y escribió un tratado arquitectónico cuyos contenidos y paradero se desconocen. Estos motivos explican la presencia en su biblioteca de varios ejemplares del tratado de Vitruvio y los más importantes que se publicaron en su tiempo como los de Sebastiano Serlio, Vignola o Andrea Palladio.

El problema de la imagen religiosa
La sección final de la exposición muestra cómo, aunque dedicó buena parte de su producción a la pintura religiosa, el Greco no dedicó una sola de sus reflexiones a ella y apenas tuvo once libros relacionados con la religión que, más allá de lo que debió de ser su propia fe religiosa, debía de consultar para adecuar sus pinturas a la doctrina y al decoro.

HORARIO DE VISITAS
De lunes a sábado: de 10 a 20 h.
Domingos y festivos: de 10 a 19 h.

PRECIOS
Entrada única al Museo. Esta entrada permite visitar el Museo y otras exposiciones coetáneas el día de la visita.
De lunes a sábado de 10.00 a 18:00h, domingos y festivos de 10:00 a 17:00h
General: 14 €
General + Guía (libro guía de la Colección): 23 €
Reducida: 7 €
Gratuita: 0 €
Grupo turístico: 14 € / persona (Sólo a través del CAV)
Grupo cultural: 7 €
Grupo educativo: 0 €
De lunes a sábado de 18:00 a 20.00h, domingos y festivos de 17:00 a 19:00h
General: 7 €
Reducida: 3,5 €
Gratuita: 0 €


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