3 de septiembre de 2020

Pie memoriae: VIRGEN DE SAN LORENZO, prodigios a la vera del Pisuerga
















VIRGEN DE SAN LORENZO
Iglesia de San Lorenzo
Valladolid
















La Virgen de San Lorenzo, patrona de Valladolid, comparte las dádivas milagreras con otras devociones marianas de la provincia que aquí se irán exponiendo, remontándose su historia, mejor dicho su leyenda, nada menos que a tiempos de la Reconquista. Según esta, hacia el año 1091 llegaba a Valladolid, huyendo de las constantes y destructivas razias de los sarracenos, un sacerdote procedente de la población toledana de Consuegra. A lomos de una mula portaba una imagen de la Virgen con el Niño que había preservado de su destrucción y que, temeroso de que sufriera cualquier agravio, decidió ocultar en una pequeña cueva que encontró a orillas del Pisuerga, extramuros de la ciudad.
Transcurridos más de treinta años, en 1125 la imagen fue descubierta por un pastor que penetró en aquel abrigo cuando su rebaño pastaba por la ribera, en una zona próxima a la llamada Puerta de los Aguadores, por ser este enclave de la muralla el que atravesaba este gremio para cargar el agua que después distribuía por la ciudad con cántaros y carretas. De acuerdo a las creencias de la época, el hallazgo fue calificado de milagroso, siendo la imagen colocada presidiendo aquella puerta y venerada como Nuestra Señora de los Aguadores. Como su devoción fuera en aumento, a mediados del siglo XII se decidió trasladarla a una pequeña y cercana ermita extramuros dedicada a San Lorenzo, comenzando a ser conocida con la advocación del santo mártir y venerada por toda la ciudad, especialmente por los aguadores, siempre temerosos de las sequías y de las amenazantes crecidas del Pisuerga.


Allí permaneció hasta el siglo XV, produciéndose alrededor de 1485 un sonado milagro del que fueron partícipes el influyente Pedro Niño y su hija Yomar. Los datos de este acontecimiento nos los proporciona el padre Juan de Villafañe, de la Compañía de Jesús, en su obra ”Compendio historico, en que se da noticia de las milagrosas, y devotas imagenes de la Reyna de cielos, y tierra, Maria Santissima, que se veneran en los mas celebres santuarios de Hespaña”, publicada en Salamanca en 1726.    

Pedro Niño fue Merino Mayor y Regidor de Valladolid en tiempos del rey de Castilla Enrique IV. Su querida hija, Yomar, tuvo la mala fortuna de contraer una grave enfermedad que los médicos diagnosticaron incurable. Don Pedro, enterado de la fama de los milagros obrados por Nuestra Señora de San Lorenzo, solicitó que le prestaran uno de sus mantos, con el que, lleno de fe, cubrió a su hija enferma, que al momento sanó de su enfermedad.
Sin embargo, considerando la joven aquel manto grana como un talismán y verdadera alhaja, decidió quedarse con él y devolver a la ermita otro semejante. Tiempo después, comenzó a cometer faltas de respeto al manto, incluso poniéndosele ella misma, una profanación que la divinidad castigó con un violento accidente en el que fue perdiendo el habla, el movimiento y la vida. Ante este infortunio, las criadas avisaron a don Pedro, que con gran dolor encontró a su hija muerta, enterándose del engaño obrado por la irresponsable joven y de sus desvaríos.
Comprendiendo don Pedro que aquella repentina muerte fuese un castigo a su irreverencia, su reacción fue la de implorar misericordia a la Virgen de San Lorenzo mientras cubría de nuevo a su hija con el mismo manto, expresando con sentida devoción “Virgen Santísima de San Lorenzo, restituid la vida a mi hija, que yo os ofrezco, si le hacéis, edificaros Iglesia, en que seáis reverenciada y servida”. De nuevo debió compadecerse la Virgen de San Lorenzo de tan devoto personaje, pues al instante la hija recuperó la vida y la salud, dando las gracias por la intercesión divina.
El propio don Pedro devolvió el manto que había obrado los dos milagros y al poco tiempo comenzó la construcción de la nueva y espaciosa iglesia que, dotada de una alta torre, vino a sustituir a la modesta ermita de San Lorenzo. Después la dotó de una capellanía dedicada al culto a la Virgen, donó numerosos ornamentos sagrados y la familia de los Niño asumió el patronato de la misma. Don Pedro Niño sería enterrado ante el altar de la Virgen de San Lorenzo, que desde ese momento fue considerada por la población como patrona de la ciudad.

A partir de entonces las intervenciones milagrosas de la Virgen de San Lorenzo se multiplicaron, siendo recurrida en la ciudad para todo tipo de necesidades. A modo de pinceladas, podemos citar las rogativas realizadas desde el primero de mayo de 1561 con motivo de una severa sequía que durante dieciséis meses sufrió Valladolid —tierra del pan por excelencia— poniendo en peligro las cosechas. Tras sacar a la Virgen de su iglesia, cuando la procesión llegaba a la Costanilla, comenzó a diluviar de tal manera que hubo que proteger las andas de la imagen, continuando las lluvias durante nueve días seguidos. 
Seis meses después, durante el pavoroso incendio que asoló la ciudad durante tres días, destruyendo toda la calle de Platerías, Fuente Dorada y buena parte de la Plaza Mayor, fue colocado en la plaza del Ochavo un altar con la imagen para solicitar su auxilio, pudiendo ser controlado el fuego desde ese momento.

Cuando la Corte española de Felipe III estaba establecida en Valladolid, tuvo lugar otro milagro de enorme repercusión por afectar a la familia real. En noviembre de 1601, Margarita de Austria se vio afectada de una grave enfermedad que hacía temer por su vida. La reina, mujer extremadamente devota y de profundas convicciones religiosas, ante la imposibilidad de llegar hasta la iglesia de San Lorenzo solicitó que la imagen de la Virgen fuese llevada hasta el Palacio Real, deseo que se cumplió en una larga procesión a la que asistieron las autoridades locales, grandes de la Corte, todas las corporaciones, representantes eclesiásticos y numerosos vallisoletanos, que acompañaron a la Virgen de San Lorenzo bajo palio. En los días siguientes la reina recuperó la salud y la imagen regresó a su templo.
Publicación de Juan de Villafañe, Salamanca, 1726
Estos reyes fueron generosos con la iglesia, donando ricas colgaduras de brocados y terciopelos para dignificar la imagen y estableciendo para su culto una capellanía de trescientos ducados de renta. El pintor Matías Blasco recreaba en 1621 este suceso en una pintura que todavía se conserva en la iglesia de San Lorenzo (ver ilustración más abajo).

Juan de Villafañe recoge otro milagro, obrado el 11 de septiembre de 1605, del que fue protagonista Juan López, un personaje oriundo de Aranda de Duero (Burgos) que trabajaba en Valencia al servicio de un caballero. Habiendo amanecido un día con una pierna muy hinchada, fue atendido por médicos que determinaron que habría que amputarla. El devoto arandino, atraído por los muchos milagros obrados por la Virgen del Pilar de Zaragoza, decidió llegar al célebre santuario junto al Ebro para suplicar la intervención de la Virgen. Desde Valencia quiso pasar por su villa natal, recalando con gran esfuerzo en Valladolid, donde tenía parientes a los que pretendía pedir ayuda. Enterado de los milagros de la Virgen de San Lorenzo, se acercó a la iglesia y cuando estaba oyendo misa en su altar, de repente sanó, publicando a voces lo ocurrido. Después cumpliría su promesa de acudir a Zaragoza para visitar a la Virgen del Pilar, cuya devoción compartió desde entonces con la patrona oficiosa de Valladolid.

La Virgen de San Lorenzo en procesión (Foto Jesusario.blogspot.com)
Es necesario señalar que la leyenda de los orígenes de la imagen en el siglo XI pierde consistencia por tratarse de una escultura mariana, en madera policromada, realizada en estilo gótico durante la segunda mitad del siglo XIV. La escultura, dispuesta para su contemplación frontal, presenta rasgos esquemáticos y arcaizantes —como la falta de conexión entre las figuras— ajenos a la tendencia al naturalismo propia de su tiempo. Sin embargo, el hieratismo como herencia del románico le proporciona encanto y atractivo. La Virgen de San Lorenzo aparece entronizada, sujetando en su mano derecha una manzana —como nueva Eva— y con la figura del Niño reposando sobre su pierna izquierda. Este sujeta en su mano izquierda el libro de la Ley y vuelve la derecha hacia el pecho de su Madre, representado simbólicamente con una forma anatómica abstracta y maternal que algunos interpretaron como el corazón.  

La Virgen viste una túnica azul, con un ceñidor dorado a la cintura, bajo la que asoman un calzado terminado en punta. Aparece recubierta por un manto con el envés ocre y el revés rojo que se cruza al frente sobre las rodillas formando diagonales y los característicos pliegues en forma de "V", mientras cubre su cabeza una toca marfileña que enmarca el rostro y se remata con una corona. Más simple es la indumentaria del Niño, reducida a una sencilla túnica dorada. El rostro de la Virgen es ovalado, con ojos rasgados, nariz recta, boca pequeña y mentón prominente, con cierta sensación de ensimismamiento.

Anónimo, s. XVIII. Nuestra Señora de San Lorenzo con su aspecto barroco
Museo del monasterio de Santa Ana y San Joaquín, Valladolid
Desde su asentamiento en la iglesia de San Lorenzo, la imagen ha recibido numerosas donaciones suntuarias, siendo transformando su aspecto a partir de la época barroca, cuando su cuerpo fue recubierto por una túnica y un manto acampanados que sólo dejaba visible la mano derecha y las cabezas del Niño y de la Virgen, esta enmarcada por un rostrillo. Como aditamentos se incorporaron una gran peana repujada en plata, floreros de orfebrería, una media luna a sus pies —como alusión a la Inmaculada Concepción— y una gran aureola flamígera en plata con forma de resplandor junto a las coronas sobre sus cabezas. Estos elementos, de los que existe testimonio en una pintura conservada en el monasterio de Santa Ana y San Joaquín —retrato a lo divino—, se han conservado en el retablo actual de la nueva iglesia, aunque tras su restauración en tiempos recientes se ha devuelto a la imagen su aspecto original, sin enmascarar bajo textiles reales, reservando el uso de un manto de su vasto ajuar para las ocasiones solemnes. 

No obstante, la imagen actual viene determinada por donaciones más recientes, como el brazalete votivo de oro que luce en su muñeca derecha, el ramo de flores de oro y piedras preciosas que sujeta junto al fruto, ofrecido por los fieles y  por la Hermandad de Nuestra Señora de San Lorenzo, fundada en 1781, así como los elementos que proclaman su nombramiento de Alcaldesa Perpetua de Valladolid, como la medalla esmaltada con el escudo de la ciudad que luce sobre su pecho y el bastón de mando que la acompañan permanentemente.


Placa conmemorativa conservada en la iglesia de San Lorenzo
La Virgen de San Lorenzo vino siendo invocada como patrona de Valladolid desde 1637, aunque su proclamación oficial no tuvo lugar hasta 1916. Un hito en su historia tuvo lugar el 21 de octubre de 1917, durante el reinado de Alfonso XIII, cuando entre el repique de todas las campanas de la ciudad fue coronada pública y solemnemente por el cardenal arzobispo José María de Cos y Macho bajo un gran dosel colocado en la terraza del Ayuntamiento, con la Plaza Mayor repleta de fieles enfervorizados que a las 13.20 de la tarde escucharon la salva de 21 cañonazos disparados por una batería del Sexto Montado. Este acto, recogido en documentos gráficos, se recuerda en una placa conmemorativa que se conserva en la iglesia de San Lorenzo.     
Ese día la Virgen de San Lorenzo recibió una suntuosa corona para cuya elaboración se había convocado un concurso difundido por la prensa local y nacional. Los ganadores fueron los orfebres madrileños Manuel Otero y Daniel Riopérez, cuyo boceto, bajo el lema Omnis Sapientia a Domino Dei est, se materializó en 1917 en una corona neogótica, elaborada en oro y plata sobredorada, con alhajas recibidas de donaciones de los fieles y costeada por una campaña de suscripción popular que permitió reunir 3.990 joyas, de las cuales 400 son brillantes, 2.827 rosas, 163 gemas de color y 600 aljófares.
La Virgen de San Lorenzo en sus actuales andas
El cerco o cestillo se adorna con cuatro esmaltes historiados en los que se representan episodios de la historia de la Virgen de San Lorenzo, como el Hallazgo de la imagen, la Curación de la hija de Pedro Niño, la Curación de la reina Margarita de Austria y la Colocación de la imagen en la Puerta de los Aguadores. Estos se alternan con cuatro escudos que corresponden al papa, al cardenal, a España y a Valladolid, separados por crucetas con grandes brillantes. Recorren el perímetro dos cenefas en los bordes formadas por brillantes más pequeños.
La crestería y las diademas aparecen rodeadas por una galería de diseño arquitectónico recorrida por un pretil y 24 pináculos góticos, 8 de los cuales albergan bajo un doselete las diminutas figuras de San Pedro Regalado, San Francisco de San Miguel, Santiago, San Lorenzo, San José, San Ildefonso, Santa Teresa y el Beato Simón de Rojas. De la crestería arrancan las diademas o imperiales con trabajos de filigrana que sugieren hojas de cardo, convergiendo todas ellas bajo una esfera que simboliza el orbe y que está coronada por una cruz decorada con perlas y pedrería.
Se completa con una segunda corona de tipo resplandor, igualmente de trazado neogótico ojival, que lleva insertadas hiladas de perlas y numerosos aljófares y piedras preciosas, destacando tres esmeraldas y dos amatistas en la cúspide. El conjunto no puede ser más exquisito y original. Un modelo de similar riqueza, pero mucho más sencillo y sin resplandor, fue colocado sobre la cabeza del infante, cuyos zafiros, topacios, turquesas, esmeraldas y perlas proceden íntegramente de las donaciones de los fieles.

La Virgen de San Lorenzo en la catedral con guardia de honor
(Foto Iglesia en Valladolid)
En el pasado 2017 se cumplió el I Centenario de aquella Coronación, que también supuso la declaración oficial de Patrona de Valladolid. En la procesión conmemorativa, la Virgen de San Lorenzo lució un nuevo manto confeccionado por las monjas Carmelitas Descalzas del convento de Carrión de los Condes, una pieza en tisú dorado sobre la que recolocaron con destreza los bordados de hilo de plata reaprovechados del manto anterior. Asimismo, la imagen estrenó un nuevo baldaquino encargado por la Hermandad titular a un taller especializado de Torralba de Calatrava (Ciudad Real). 

La festividad  de la Virgen de San Lorenzo se celebra el 8 de septiembre, para la cual la Hermandad de Nuestra Señora de San Lorenzo recuperó en 2003 la tradicional procesión desde la iglesia titular a la catedral, después de permanecer interrumpida durante cincuenta años, a lo que se sumó el acuerdo del Ayuntamiento de cambiar las Ferias y Fiestas de San Mateo por otras celebradas popularmente en honor de la Virgen de San Lorenzo. Una peculiaridad de la procesión es la espectacular alfombra ornamental, confeccionada con arena de colores y flores, que se extiende sobre el pavimento de la Plaza Mayor en honor de la Virgen. A ello se suma una tradicional y concurrida ofrenda floral en el atrio de la iglesia.
Asimismo, en julio de 2011, a instancias de la Asociación Amigos del Pisuerga, fue colocada una copia de la Virgen de San Lorenzo en una dependencia de las ruinas del Palacio de la Ribera, rememorando aquel descubrimiento de un pastor en época medieval a orillas del Pisuerga. 

Celebración en la catedral del I Centenario de la Coronación Canónica
1917-2017 
El presente resurgir de la devoción popular a la Virgen de San Lorenzo, no impide recordar los años de desidia y especulación de los que fue víctima la iglesia gótica de tres naves, que en lugar de ser restaurada, fue derribada y convertida en viviendas, reservando en la planta baja el espacio del nuevo templo, conservándose tan sólo la portada y la torre cuadrada, ahogada entre una arquitectura supuestamente vanguardista. El rico patrimonio de la iglesia derribada fue diseminado por el contiguo convento de Santa Ana y la nueva iglesia, en cuyo altar la Virgen de San Lorenzo recibe culto como patrona de Valladolid.


Informe y fotografías: J. M. Travieso.












Matías Blasco. Procesión de la Virgen de San Lorenzo, 1621
Iglesia de San Lorenzo, Valladolid























Alfombra en la Plaza Mayor en honor de la Virgen de San Lorenzo






















Copia de la Virgen de San Lorenzo en las ruinas del Palacio de la Ribera





















Aspecto de la iglesia de San Lorenzo: ayer y hoy
(Foto izda: Archivo Municipal de Valladolid)











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