23 de septiembre de 2020

Visita virtual: AUTORRETRATO (EL MARCO), complacencia en la estética popular mexicana












AUTORRETRATO (EL MARCO)
Frida Kahlo (Coyoacán, México, 1907-1954)
1938
Óleo sobre aluminio, pintura bajo vidrio y marco realizado por la artista
Centro Pompidou, Málaga
Surrealismo, primitivismo y expresionismo















De las más de ciento cincuenta obras que llegó a realizar Frida Kahlo, la mayor parte corresponden a autorretratos en los que plasmó sus dificultades para sobrevivir, después de que el infortunio marcara su existencia desde la infancia. Una de sus primeras obras catalogadas es este autorretrato que con el título de "El marco" (The frame) se expone en la colección permanente del Centro Pompidou de Málaga.
Hasta la realización de esta pintura, Frida Kahlo únicamente había pintado para satisfacer sus inquietudes en el ámbito privado y personal, siéndole costoso admitir que su obra pudiese despertar un interés general, especialmente después de que este cuadro, realizado en 1938, fuese el primero de un artista mexicano adquirido por el Museo del Louvre.

El cuadro en su conjunto responde a los gustos de la pintora en ese momento, mezclando de forma ecléctica técnicas y diseños. Su autorretrato constituye el motivo central, con su busto recortado sobre un intenso fondo azul cobalto, colocado ligeramente ladeado y con la mirada fija en el espectador, al que parece querer transmitir un mensaje existencial con un semblante grave, aunque desprovisto de símbolos trágicos. Sus rasgos anticipan su obsesiva representación ante el espejo, con la característica frente despejada, cejas pobladas y unidas en el entrecejo, ojos grandes, nariz ancha, pelillos incipientes en el bigote y boca cerrada, en este caso con el cabello recogido en forma de trenzas adornadas con cintas verdes entrelazadas que forman un lazo en la nuca, así como un ramillete de flores amarillas en lo alto del cráneo, siguiendo la tradición del folklore mexicano.
La imagen supone una exaltación de los ideales de la juventud, aunque con un rictus enigmático que incita a pensar en cierto padecimiento que no está explícito. Este autorretrato está pintado al óleo sobre una superficie de aluminio, lo que realza la luminosidad del color.
El autorretrato aparece enmarcado por un conjunto de flores, con un arco en la parte superior y dos aves enfrentadas en la inferior, elementos pintados sobre un cristal colocado sobre un marco rojo realizado por la propia Frida Kahlo. Son motivos tomados del repertorio artesanal de los tejidos mexicanos, definidos por su simplicidad y fuerte colorido.     

En la pintura ya están patentes los rasgos que definen un estilo personal que se continuaría en el tiempo, como las referencias estéticas al arte popular mexicano, impregnadas de cierto nacionalismo; el uso deliberado de ingenuos estilemas que acercan sus composiciones a la corriente primitivista y a la espontaneidad y autodidactismo del arte naif; el uso de la pintura como medio de indagación autobiográfica, con carácter expresionista y empleada como medio para proclamar su mundo interior desde un punto de vista subjetivo; el arte como recurso expresivo de la relación del autor con su cuerpo, en este caso con su feminidad, motivo por el que algunos autores interpretan sus obras como un símbolo de feminismo, a pesar de que la autora nunca militara en esa causa; finalmente el uso de recursos oníricos, con numerosos elementos simbólicos, que sitúan sus obras próximas al surrealismo.

Frida Kahlo. Autorretrato, 1926, Colección privada
Previamente a la realización de esta pintura, Frida Kahlo, que sufría las secuelas de una poliomielitis padecida a los 6 años, había sido estudiante en la Escuela Preparatoria de México, donde se aplicaron las reformas educativas de José Vasconcelos, inspiradas por la Revolución mexicana. Allí había recibido sus primeras clases de arte, aunque mostraba más interés por las letras y las ideas políticas, formando parte del grupo estudiantil "Los cachuchas".

El 17 de septiembre de 1925 marcaría un punto de inflexión en su vida, pues fue víctima de un accidente en que un tranvía chocó con el autobús en el que viajaba con su novio, sufriendo múltiples fracturas en la pierna derecha, clavícula, costillas, pelvis y columna vertebral. Ello le obligó a permanecer postrada en la cama durante meses, encontrando su entretenimiento en pintar. Fue entonces cuando comenzó a realizar retratos de sí misma utilizando espejos. De 1926 datan una serie de autorretratos, de corte convencional, como el que se conserva en una colección particular.

Una vez recuperada, continuó su carrera pictórica hasta conseguir cierto renombre en el ámbito local, involucrándose con la actividad cultural de México. Merced a sus relaciones con la fotógrafa Tina Modotti y el cubano Juan Antonio Mella, se puso en contacto con el pintor Diego Rivera, con quien contraía matrimonio en 1929. La pareja estableció su residencia en la Casa Azul (actualmente museo), que se convirtió en centro de encuentro de intelectuales del momento. Allí sufrió en 1930 un aborto terapéutico, a causa de los daños en su cadera, que se vino a sumar a la serie de infortunios personales.     

Izda: Retrato coloreado de Frida Kahlo y Diego Rivera, 1929. Dcha: Frida
 Kahlo y Diego Rivera, 1931, Museum of  Modern Art, San Francisco
En 1930 el matrimonio fijaba su residencia en Estados Unidos, donde permanecería tres años. En 1931 se daba a conocer internacionalmente al participar en la VI Exhibición Anual de la Sociedad de San Francisco de Mujeres Artistas, a la que presentó su pintura Frida y Diego Rivera, actualmente en el Museum of Art de San Francisco, obra realizada como celebración de su matrimonio cuando había transcurrido poco más de un año del enlace, donde con rasgos primitivistas se representa frágil y pequeña junto a la monumental figura de su idolatrado esposo Diego Rivera, al que con gesto de admiración plasma con la paleta y los pinceles en la mano.

La pareja regresa a México en 1934 y establece su residencia en el barrio de El Ángel, donde, a petición de Diego Rivera, en 1931 Juan O'Gorman había diseñado uno de los primeros edificios funcionalistas de Latinoamérica, con estudios independientes para Diego y para Frida. Ambos se influyen mutuamente, compartiendo el gusto por el arte popular mexicano de raíces indígenas.

Las dos Fridas, 1939, Museo de Arte Moderno, Ciudad de México
En 1938 Frida Kahlo realizaba El Marco, el autorretrato que hemos tratado, que formó parte de una exposición celebrada en Francia en 1939, atendiendo una invitación del teórico del movimiento surrealista André Breton, aunque Frida manifestara "Pensaron que yo era surrealista, pero no lo fui. Nunca pinté mis sueños, sólo pinté mi propia realidad".

Ese año de 1939 realizaba su emblemática obra Las dos Fridas (Museo de Arte Moderno de la ciudad de México), donde con un carácter íntimo y gran sencillez muestra al mundo sus heridas físicas y espirituales, convirtiendo su sufrimiento en un modo de expresión artística hasta convertirse en un símbolo internacional, según su pensamiento "Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior".

La década de los años 40 fue pródiga en nuevos autorretratos en los que fusiona sus padecimientos, simbolizados por collares de tallos con espinas (Autorretrato dedicado al doctor Eloesser, 1940, colección privada; Autorretrato con collar de espinas y colibrí, 1940, Colección Nickolas Muray, Universidad de Texas, Austin), con otros en que sigue plasmando la admiración por su marido Diego Rivera (Diego en mi pensamiento, 1943, Colección Gelman, México).
Como representante de la pintura mexicana, sus obras serían presentadas en distintas exposiciones celebradas en México, Nueva York, Boston, ...       

Izda: Autorretrato dedicado al doctor Eloesser, 1940, Colección privada
Centro: Autorretrato con collar de espinas y colibrí, 1940, Colección 
Nickolas Muray, Universidad de Texas, Austin
Dcha: Diego en mi pensamiento, 1943, Colección Gelman, México
Al igual que ocurriera con la pintura, Frida Kahlo y Diego Rivera compartieron sus ideales políticos como miembros del Partido Comunista de México. Como tales, recogieron al líder comunista ruso León Trotsky cuando, perseguido por Stalin, huyó a México, cediéndole como refugio la Casa Azul de Coyoacán. En 1940 Trotsky era asesinado por el activista español Ramón Mercader.

Tras una serie de recaídas de salud y de nuevas intervenciones quirúrgicas, que culminaron con la amputación de un pierna en 1953, y su confinación a una silla de ruedas que le sumió en una depresión, lo que no impidió su militancia política, fallecía sin descendencia el 13 de julio de 1954.

Su obra, admirada por Pablo Picasso, Vasili Kandinski, André Breton o Marcel Duchamp, alcanzaría el reconocimiento internacional a finales de los años 80 del siglo XX.
    

Informe y fotos de "El Marco": J. M. Travieso.














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