21 de enero de 2011

Historias de Valladolid: EL CRIADO Y LA MARQUESA, historia de una infidelidad



     Es saludable que las obras artísticas meritorias no pasen desapercibidas, máxime si son obras expuestas al público y contribuyen a embellecer el entorno cotidiano por el que deambulan los ciudadanos. También es bueno que en ellas reparen espíritus sensibles dotados del don de la creatividad literaria y las tomen como inspiración para componer relatos e historias que estimulando la imaginación realcen el valor de la obra tomada como punto de partida. Esta simbiosis artístico-literaria se produjo en uno de los palacios más bellos del Valladolid antiguo, el palacio de los marqueses de Valverde de la Sierra.

     El edificio se halla en el entorno más italianizante de la ciudad, en una de las calles vallisoletanas más antiguas que en el Renacimiento bien pudo homologarse a una vía florentina por la profusión de templos y edificios palaciegos. Se trata de la calle de San Ignacio, así llamada desde que en ella se construyera, a principios del XVII, la Casa Profesa de los Jesuitas, cuya iglesia, hoy parroquia de San Miguel, se encuentra justamente enfrente del palacio. El palacio de los marqueses de Valverde se levanta junto a otros dos palacios del siglo XVI. A un lado, el palacio de los Arenzana, austero y con fachada de piedra blasonada. Al otro, y formando una pequeña plaza, el elegante palacio de Fabio Nelli de Espinosa, el más monumental de todos ellos, erigido por aquel banquero y prestamista vallisoletano de ascendencia italiana.

EL PALACIO DE LOS MARQUESES DE VALVERDE

     El palacio fue levantado en los primeros años del siglo XVI por don Juan de Figueroa, oidor de la Chancillería, y su esposa doña María Núñez de Toledo, fundadores en 1521 del vecino convento de la Concepción. Después pasó a ser propiedad de don Fernando de Tovar, señor de la Sierra de la Reina y marqués de Valverde, que dio nombre al palacio.

     La fachada, que delimita la esquina de la calle San Ignacio con la calle Expósitos, con ventanas a las dos calles, aglutina vistosos elementos decorativos que fusionan la tradición italiana con otros elementos renacentistas de gusto español, visibles en la portada y especialmente en las ventanas angulares, donde se utiliza como elemento ornamental un almohadillado rústico de diseño manierista, de origen florentino, combinado con el gusto español por los balcones esquineros, de los que existe en Valladolid otra muestra en la ventana plateresca del Palacio Pimentel. También son elementos ornamentales destacados los medallones manieristas realizados en yeso y colocados en la parte superior de la esquina, decorados con bustos femeninos en relieve, posibles alegorías de virtudes, y el escudo de los Valverde entre ellas.

     Pero de todos los elementos decorativos del primitivo edificio, el más vistoso es una bella ventana pétrea que se abre sobre la puerta, en la planta noble, que está decorada con dos mascarones de bronce que sujetan una aldaba en la boca, uno colocado sobre un fondo almohadillado en la parte superior y otro en la parte inferior, en el centro de un antepecho decorado con una cartela que simula formas realizadas en cuero y que está flanqueada por escudos que combinan las armas de los Valverde y los Figueroa, según indican las cinco hojas de higuera que allí aparecen. A los lados, completan el marco de la ventana dos estípites antropomórficas que adoptan la forma de un hombre y una mujer, inspiradas en un Hermes y una Cariátide, figuras de excelente factura que dieron lugar a la leyenda que trataremos a continuación.

     El 14 de julio de 1736, la casona sufrió un importante incendio que obligó a realizar reformas posteriores que modificaron el aspecto de la primitiva fachada renacentista. Es entonces cuando se construye un tercer piso, de trazado barroco, en el que se alternan ventanas cuadradas y circulares, colocándose un medallón en lo alto de la puerta con la fecha de finalización, 1763, todo ello colocado bajo la moldura y los modillones, elaborados en yeso, que marcan lo que fue la altura de la cornisa original. Igualmente, se modificó por entero la escalera y las dependencias organizadas en torno a un patio que, siguiendo la tradición vallisoletana, sólo presenta porticados tres de sus lados.

     Más tarde el palacio albergó a los Agustinos Filipinos antes de su traslado al convento del Campo Grande y en el siglo XIX fue convertido en cuartel de la Guardia Civil, en residencia de los Carmelitas y finalmente en viviendas. Después de ser declarado en 1967 como Bien de Interés Cultural, durante las obras de remodelación realizadas por Manuel Finat en 1983 se adaptó su uso para viviendas y locales comerciales y se hizo una restauración integral de la fachada.

LEYENDA DE LA MARQUESA INFIEL

     No se conocen los motivos ni el momento en que se fraguó y se divulgó en la ciudad esta leyenda que, por su carácter morboso, alcanzaría una gran popularidad. Todo puede haber sido maquinado en tiempos remotos por una mente imaginativa a la vista de las atractivas esculturas de la ventana, como también pudo inducir a ello la presencia en la misma de dos mascarones con una argolla en la boca que, según apunta Sangrador y Vítores, eran interpretados en el siglo XVII como símbolo de haber declarado con falsedad.

     Sea como sea, lo cierto es que la leyenda nos ha llegado a través de la literatura decimonónica, después de que el asturiano Ramón de Campoamor la recogiera e incluyera en su obra "Drama universal", un poema narrativo en el que el autor sintetiza las pasiones humanas a través del recorrido por distintos astros de una pareja, Paz y Honorio, donde les son ofrecidos relatos moralizantes en la línea de la Divina Comedia de Dante. Concretamente los "Marqueses de Valverde" aparecen en la escena trigésimo quinta, en el apartado dedicado al "pecado de la impureza". En el astro denominado "sol putrefacto", donde los impuros purgan sus pecados, un hombrecillo presenta a tres personajes que allí purgan su culpa: el marqués, la marquesa y un escultor. A continuación relata su historia, exponiendo que en Valladolid el Marqués de Valverde, para castigar la desenvoltura de su mujer, interprétese infidelidad, hizo colocar su retrato, con el vestido remangado, en el frontispicio de su casa.

Así plasma Campoamor la historia versificada:

                                 Cuenta de ellos la historia vergonzosa,
                                 mirando, mientras habla, al matrimonio,
                                 con ojeadas de sátiro a la esposa,
                                 y al hombre con sonrisas de demonio.

                                 Se alzó en Valladolid un edificio,
                                 de Fabio Nelli en la plazuela un día,
                                 y desnudo, en el ancho frontispicio,
                                 el cuerpo de la dueña se veía.

          Creyó, haciendo la impúdica escultura,
          este Marqués celoso y delirante,
          vil castigar la vil desenvoltura
          de esa adultera esposa y del amante.

          Ciego, al llenar a su mujer de lodo,
          no ve el Marqués que su deshonra sella, 
          publicando el imbécil de este modo
          la infamia de él y la vergüenza de ella.

     Aquella historia, calificada en los versos de vergonzosa, se produjo cuando entre los servidores que los marqueses tenían a su servicio en palacio, figuraba un paje adolescente por el que los marqueses sentían gran simpatía y cariño. Con el paso del tiempo el joven, convertido en un hombre atractivo y apuesto, aunque de carácter arrogante, comenzó a seducir a la marquesa, que poco a poco cambió su sentimiento de cariño por un amor apasionado.

     Todo vino a complicarse cuando, estando solos en el gabinete de la dama, el criado comenzó a realizar con su mirada insinuaciones amorosas, correspondiendo la marquesa con un beso. Desde aquel momento, sus citas se hicieron frecuentes y comenzaron a hacer planes para huir al extranjero y allí vivir libremente su amor, alejada ella de su celoso marido.

     Pero en una ocasión inesperada, sus galanteos fueron descubiertos por el marqués, que pudo escuchar cómo su esposa planeaba la fuga, ante lo que le manifestó:

- "Señora, tenéis el permiso de vuestro esposo para acompañar al amante a donde él quiera llevaros, pero reflexionad que yo también sabré hacer lo que juzgue más oportuno para que vuestro delito no quede sin el justo castigo que merece".

     Los amantes, descubiertos, quedaron avergonzados y sus atrevidos sueños se difuminaron, pues el marqués denunció los hechos y fueron apresados y castigados. Fue entonces cuando el marqués obtuvo el permiso para colocar en la fachada de su palacio, a modo de escarnio público por la infamia, los retratos del criado y de su esposa, tal y como aparecen a los lados de la ventana, donde algunos malintencionados interpretaron que la figura de la mujer aparece levantando su falda en actitud impúdica como referencia a su adulterio.

     En la historia, Campoamor califica al marqués de Valverde de imbécil y el encargo de los retratos como delirante, puesto que, intentando castigar a su mujer, con la colocación de aquellas figuras no hacía sino publicar a perpetuidad su propia deshonra. De igual manera, en su relato el poeta hizo purgar su culpa al escultor que accedió a la petición del marido celoso, un hecho un tanto incomprensible por ser el artífice de una de las ventanas más bellas de Valladolid e incluso de España, con un ejercicio escultórico que sigue produciendo admiración entre quienes deambulan por tan sugestiva e histórica calle.

     No obstante, en tiempos pasados la imagen de la mujer fue denostada como "pecadora" por mentes puritanas que alentaron la leyenda, motivo por el que la figura femenina muestra la nariz rota como consecuencia de una certera pedrada. Afortunadamente pasaron aquellos tiempos de lapidaciones físicas y morales, aunque no tanto los atentados contra el patrimonio.

Ilustraciones: 1 Palacio de los Valverde de Valladolid. 2 Detalle del balcón y medallones de la esquina del Palacio de los Valverde. 3 Detalle de la ventana sobre la puerta principal. 4 Grabado del siglo XVII sobre la infidelidad. 5 Recreación de la leyenda sobre una fotografía de principios del siglo XX. 6 Detalle de la ventana del piso noble. 7 Detalle de las esculturas que dieron lugar a la popular leyenda.

Informe, fotografías y fotomontaje: J. M. Travieso.
Registro Propiedad Intelectual - Código: 1104108943883


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1 comentario:

  1. Como siempre fantastico. me encanta el entorno de San Miguel, lastima que se perdieran algunos de los antiguos palacetes.
    gracias

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