EL ALMIRANTE CRISTÓBAL COLÓN
EXPLICA SU PROYECTO
Antonio Susillo, 1891.
Monumento a Colón, Plaza de
Colón, Valladolid.
Emergiendo en uno de los
lugares más representativos del Valladolid decimonónico, en el centro de un
espacio completamente transformado al albur del progreso, localizado entre la
Estación del Norte y el elegante Paseo de Recoletos, junto a uno de los ángulos
del Campo Grande, aparece el Monumento a Colón, un grandilocuente homenaje al
gran Almirante en principio concebido por el escultor Antonio Susillo en 1891
para ser colocado en la Plaza Central de La Habana, pero que como consecuencia
de la Guerra de Cuba se quedó en España, decidiéndose en un consejo de
ministros que finalmente el conjunto fuera destinado a Valladolid, decisión
basada en haberse producido en el convento de San Francisco de esta ciudad la
muerte del ilustre descubridor de América el 20 de mayo de 1506.
Busto de Fray Hernando de Talavera. Monasterio de Prado, Valladolid. |
En el monumento figuran
cuatro altorrelieves con escenas colombinas que fueron fundidas, como el resto
del conjunto, en el taller parisino de los Hermanos Thiébaut (Thiébaut Frères,
Fumiere y Gavignot sucesores). Aunque uno de ellos haya sido interpretado como
la visita de Colón al monasterio de La Rábida, bien podría representar la
estancia de Colón el 11 de agosto de 1486 en el Monasterio de Prado de
Valladolid, convento al que llegó procedente de Arévalo, después de recorrer el
monasterio de la Mejorada, próximo a Olmedo, de llegar a Puente Duero y cruzar
el Pisuerga por el puente de Simancas. Colón en ese momento había visto
rechazado su proyecto de navegación por el rey Juan II de Portugal y en el
monasterio jerónimo vallisoletano, asentado a extramuros de la ciudad desde 1470,
sus planes fueron escuchados con atención por el prior fray Hernando de
Talavera, confesor y consejero de la reina Isabel, que sería el primero en
influir sobre ella haciendo plantear la conveniencia de asumir la propuesta
colombina de buscar un nuevo camino hacia las Indias.
Esta intervención de fray
Hernando de Talavera, que después transmitió en la corte una información
realmente fructífera para el Almirante, es considerada por algunos
historiadores como un momento clave en la gesta de Colón.
La trascendencia de aquel
hecho fue recogida certeramente por el poeta peñafielense Moisés Garcés Cortijo1,
que en un poema dedicado a Valladolid nos ha dejado estos versos:
Monumento a Cristóbal Colón en Valladolid. |
Por aquí se empezaba a
hacer España
y a ganar la ciudad
primera cita...
Aquí el Imperio
preparó su hazaña
y dio prez a la
América infinita...
En Palos de Moguer no
fue la aurora,
fue aquí, en el
corazón de mi Castilla;
aquí el sueño y la
nave redentora
y aquí la recia y enfilada quilla...
Crisol maravilloso de
la Historia
—Valladolid de la
unidad hispana—;
que el mundo se
refresque la memoria:
¿quién, sino tú,
sencilla castellana?
ALONSO BERRUGUETE VISITADO EN SU
CASA POR EL CARDENAL TAVERA
Miguel de los Santos Jadraque y
Sánchez de Ocaña, hacia 1875.
Museo del Prado, en depósito en
el Palacio del Senado, Madrid.
En el siglo XVI el pintor y escultor Alonso
Berruguete conseguía colocar a Valladolid en la cumbre de la creatividad
artística renacentista, dando lugar, junto a Juan de Juni y toda una nómina de
seguidores, a una escuela convertida en epicentro de influencias para buena
parte del entorno peninsular. La biografía de este artista, originario de
Paredes de Nava (Palencia), constituye un caso atípico de éxito en las
aspiraciones de ascenso social en la estamental sociedad española del siglo
XVI, siempre jalonado por el reconocimiento a su arte innovador, que ejerció
como introductor en España de las corrientes italianas más novedosas.
Si en el terreno artístico para Alonso Berruguete
fue decisiva su estancia de formación en Italia entre 1507 y 1515, emulando a su
padre, el pintor Pedro Berruguete, en su vida personal fue determinante su
apoyo al emperador Calos V durante la llamada Guerra de las Comunidades de
Castilla, apoyando la causa imperial frente al movimiento antiseñorial que fue aniquilado
en Villalar el 23 de abril de 1521 y que terminó con los cabecillas en el
patíbulo.
Actual aspecto de la Casa de Berruguete en Valladolid. |
Como agradecimiento a su posicionamiento en el
conflicto, Alonso Berruguete recibiría directamente del emperador el
nombramiento de escribano del crimen en la Audiencia y Chancillería de
Valladolid, cargo que le permitió relacionarse con los letrados más importantes
de la ciudad y con ello recuperar el orgullo de clase al que Berruguete era
proclive, dada la ascendencia vasca de su familia, pues en Vizcaya todos los
ciudadanos ostentaban el rango de hidalgos. A su cargo como funcionario vino a
sumar las ventajas de su matrimonio con Juana de Pereda Sarmiento, hija de unos
ricos mercaderes de Medina de Rioseco.
Todo esto, unido a los beneficios obtenidos por los
trabajos artísticos en su taller, le permitieron lograr tres aspiraciones
personales que le retratan como un personaje ambicioso y obsesionado por ascender
en su status social, logrando sucesivamente ostentar la constitución de un
mayorazgo familiar, facultad recibida del emperador Carlos el 14 de febrero de
1527, la compra de un solar vecino a la iglesia de San Benito el mismo año y la
construcción de una elegante casa "principal" que se levantó, por un
acuerdo con el prior de los benedictinos, gracias a los beneficios reportados
por el contrato para realizar el retablo mayor de San Benito el Real, en el que
estuvo ocupado desde 1526 a 1532, y por último la compra en 1559, ya con Felipe
II en el trono desde hacía un año, del señorío de Ventosa de la Cuesta, hasta
entonces bajo la jurisdicción de Medina del Campo. El haber conseguido simultáneamente
un mayorazgo familiar, la compra a perpetuidad de un señorío y la construcción
de una elegante casona (hay que tener en cuenta que por entonces éstas tenían
más valor representativo que funcional), es un hecho realmente insólito entre
los artistas de su tiempo y demuestra la acumulación por el artista de un
patrimonio económico importante.
Recreación del primitivo aspecto de la Casa de Berruguete a partir de un dibujo de Valentín Carderera. |
Pero si Alonso Berruguete logró sus propósitos de
ascenso en el rango social de aquella sociedad estamental, no menos fueron sus
éxitos en la creación artística, a todas luces original e innovadora, en la que
también dio muestras sobradas de talento en su trabajo para prestigiosos
clientes, como lo demuestra tanto el citado retablo de San Benito (1526-1532),
con creaciones sin parangón en su tiempo para el centro benedictino más
importante de España, el retablo de los Reyes Magos (1537) de la capilla del
banquero Diego de la Haya en la iglesia de Santiago de Valladolid o el
deslumbrante conjunto de tableros en nogal y relieves en alabastro de la
sillería del coro de la catedral de Toledo (1539-1543).
Alonso Berruguete moría en septiembre de 1561 a los
pies de una de las torres del Hospital Tavera, a extramuros de Toledo, donde
acababa de asentar el sepulcro en mármol del cardenal Tavera, su último
mecenas.
Este mecenas y el artista son los protagonistas de
una recreación histórica realizada hacia 1875 por el pintor Miguel de los
Santos Jadraque (Valladolid, 1840-Madrid, 1919), que supo recoger con acierto el
ambiente sugerido por los datos biográficos antes citados. En la pintura el
escultor aparece en su casa-taller de Valladolid mostrando su obra al toresano
Juan Pardo de Tavera, cardenal y arzobispo primado de Toledo, causando la
presencia de tan alta dignidad expectación entre los moradores de la casa. Ya
sabemos que tras este encuentro llegaría a encargarle hasta su propio sepulcro.
Recreación, a partir de los restos conservados, del patio de honor de la Casa de Berruguete en Valladolid. |
La estancia responde a esa fusión de palacio y
taller que tuvo en su día, con columnas semiempotradas del tipo que aún se
conservan en uno de los patios de la casa, posiblemente como fueron conocidas
por el pintor, que habría reproducido la forma en que se encontraban en el
momento en que se hizo la pintura. Junto a la pared del fondo aparecen varios
sitiales de sillería, en alusión al trabajo realizado para Toledo, junto a
modelos en yeso de medallones y otros motivos ornamentales, muy comunes en los
talleres de los artistas. En una mesa engalanada con un rico brocado se apoya
un cuadro con la traza de un retablo y sobre ella el escultor muestra la imagen
de San Sebastián, una de sus grandes creaciones para el retablo de San Benito
de Valladolid.
En la parte izquierda aparece el cliente revestido
de cardenal y acompañado por tres asesores, dos priores, uno dominico y otro
franciscano, y un arquitecto, posiblemente Alonso de Covarrubias, autor del
Hospital Tavera en Toledo. A la derecha es un Alonso Berruguete ya maduro quien
da las oportunas explicaciones sobre el retablo que mira con atención su hijo Pedro,
el más pequeño, colocado en escorzo de espaldas al espectador y vestido
elegantemente, como su padre. Al fondo, en el umbral de una puerta que descubre
una cortina descorrida, destaca una mujer que posiblemente sea Juana de Pereda,
esposa del artista, junto a sus hijas Luisa y Petronila, casadas con dos nietos
del banquero Diego de la Haya, y su hijo Alonso, el primogénito, que permanece
atento con los brazos cruzados. Al fondo otros familiares y oficiales que
habitaron la casa, entre ellos su sobrino Inocencio Berruguete.
De dicha casa se conservan parcialmente los dos
patios, el de honor y el del taller, aunque la fachada fue completamente transformada en el siglo XIX,
cuando fue convertida en cuartel del Regimiento de Milicias. Podemos conocer
una recreación aproximada de su aspecto a partir del dibujo que hiciera hacia
1837 Valentín Carderera.
BAUTIZO DE FELIPE II EN LA
IGLESIA DE SAN PABLO
Juan Ruiz de Luna, 1939.
Zaguán del Palacio Pimentel
(actual Diputación Provincial), Valladolid.
El nacimiento de Felipe II en el Palacio Pimentel de
Valladolid y su bautizo en la contigua iglesia de San Pablo es uno de los
acontecimientos históricos más conocidos por los vallisoletanos. A ello han
contribuido dos elementos, por un lado la leyenda generada por la célebre
ventana encadenada orientada a la Plaza de San Pablo, y por otro la recreación
gráfica realizada por el prestigioso ceramista e investigador talaverano Juan
Ruiz de Luna (1863-1945) en los paneles de azulejos que decoran el zaguán de
dicho palacio.
Corría el año 1527 cuando llegaba de nuevo a
Valladolid el emperador Carlos para asistir a las Cortes convocadas en el mes
de abril de aquel año. Al no disponer de palacio propio, se hospedaba en el
palacio ofrecido por el regidor Bernardino Pimentel, unas casas levantadas a
finales del siglo XV en la Corredera de San Pablo y heredadas por su esposa
Constanza de Bazán Osorio. En aquella ocasión también llegaba en el séquito la
emperatriz Isabel, que se encontraba en avanzado estado de gestación. El
nacimiento del esperado príncipe heredero se produjo en aquel palacio el 21 de
mayo, una noticia festejada por toda la ciudad, que permanecería expectante
ante los preparativos para los fastos del inminente bautizo.
Para ello, siguiendo la costumbre de las cortes
europeas, se construyó un pasadizo ornamental de arquitectura efímera, decorado
con alegorías y guirnaldas, que discurría desde la puerta del palacio hasta la
entrada de la iglesia de San Pablo, digno recinto para tan magno
acontecimiento. Este es el motivo recogido en uno de los paneles de azulejos
del Palacio Pimentel, donde además el ceramista se hace eco de una célebre
leyenda al colocar el arranque del pasadizo en una de las ventanas del palacio
y no desde la puerta, pues la presencia de una ventana con los barrotes de la
reja encadenados generó la creencia de que tuvo que ser serrada para sacar por
ella al ilustre infante, evitando con ello su bautizo en San Martín, parroquia cercana
a la que pertenecía el palacio según la ubicación de su puerta, siendo
asegurada con una cadena al final de la ceremonia. Esta leyenda, fruto de la
imaginación popular, se apoya en la extraña presencia de una insólita cadena
que "cose" los barrotes, cuyo origen hasta ahora no ha podido ser
desvelado.
Otro anacronismo es la altura y el aspecto de la
iglesia de San Pablo, cuyo cuerpo por encima del rosetón central no adquirió la
altura actual hasta de fuera reformado a principios del siglo XVII a instancias
del Duque de Lerma.
Este panel se complementa con otro en el que aparece
una instantánea del bautizo en el interior de la iglesia de San Pablo, donde es
reconocible una de las puertas laterales realmente existentes. La solemne ceremonia
es oficiada por tres obispos y en ella aparece la emperatriz sujetando al
infante y el emperador portando el cirio del ritual, con el matrimonio Pimentel
al fondo del grupo y otros acompañantes y acólitos que quedan envueltos por los
efluvios del incienso que evocan la gloria del bautizado. A la derecha, tras
una reja, aparece una multitud formada por miembros de la nobleza y del pueblo
de Valladolid.
(Continuará)
Informe: J.
M. Travieso.
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NOTAS
1 GARCÉS CORTIJO Moisés, Espiga
y Crisol, Revista Turismo en la Meseta, Valladolid, 1966, p. 38.
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