30 de julio de 2014

Taller Literario: EL ACCIDENTE, de Mª José Avendaño

EL ACCIDENTE

Sus ojos marrones oscuros eran preciosos, grandes pero no muy abiertos...

Junto con sus labios, ya lo hacían demasiado especial. Se lo repetía a diario delante del espejo. Se sentía un adonis dando gracias a la naturaleza que le había obsequiado. Siempre supo sacar partido de tales dotes.

Se sabía seductor y esa era su gran arma. El tipo en cuestión era un experto en mujeres de todo tipo, con la preferencia de féminas algo mayores y con cierto halo de soledad, sobre todo, si encima eran ellas quienes pagaban...

—Son las mejores, se vanagloriaba diciendo a cada oportunidad que se le presentaba.

Relataba sus batallas a quien le quisiera escuchar, provocando la envidia de algunos, o eso así lo creía él, que siempre menospreció el valor de las mujeres, convencido que eran de usar y tirar..., acabó sumergido en sus propias miserias.

Vivía por y para su propia satisfacción masculina, siempre con la precaución de tener su "otra vida al margen" como ejecutivo eficiente, padre respetado y amantísimo esposo; era la fachada perfecta para sus correrías.

Pero la suerte a veces no está de cara, y cierto día, en uno de aquellos viajes que le servían de tapadera, tuvo el infortunio de tener aquel terrible accidente.

No sabe cómo se produjo y no recuerda dónde fue. Despertó en una habitación blanca, fijando su vista en el techo.  Movió la cabeza de un lado a otro y encontró un rostro conocido. Esta se le acercó y le besó en la frente, ¿qué otra cosa puede hacer una fiel esposa? Allí estaba preguntando cómo se sentía. Asintió sin más. Estaba desorientado y tan sólo atinó a preguntar qué hacía allí.  Ella le contó lo sucedido procurando no entrar demasiado en detalles: los meses que llevaba en aquel sitio, las circunstancias de su prolongada convalecencia, comentándole que podía haber sido peor y sobre todo que… lo de su rostro se podría solucionar.

Repentinamente le invadió el pánico y pidió verse en un espejo. Su esposa intentó convencerle que aún era pronto, que hacía falta tiempo… Él encolerizó y comenzó a gritar. Quería verse. La esposa, temerosa, le acercó su polvera...

No quedaba nada de aquel adonis, la imagen reflejada era atroz y aquello provocó en él un miedo que lo paralizó. Comenzó a vociferar como un loco y hubo que sedarlo. Los médicos aconsejaron que en vista de tal reacción lo más conveniente sería dosificar las noticias en lo sucesivo, a ver como encajaría el siguiente dictamen, ya que se trataba de su virilidad...

Mª JOSÉ AVENDAÑO, mayo 2014

Taller Literario Domus Pucelae. Texto nº 9
Ilustración: "La familia bien, gracias".


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2 comentarios:

  1. Esta ilustración también me gusta mucho, como las otras

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  2. Increíble la composición textualizada de una historia tan real y cotidiana

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