Excellentiam: RETABLO DE LA VIRGEN DEL PÓPULO, testigo de las transacciones comerciales en Medina del Campo
RETABLO DE
LA VIRGEN DEL PÓPULO Anónimo Hacia 1520 Madera
policromada Museo de las
Ferias, Medina del Campo (Valladolid) Procedente
de la Colegiata de San Antolín Escultura
renacentista española
En el Museo de las Ferias de Medina del Campo se
conserva un pequeño retablo renacentista que está presidido por una imagen de
la Virgen con el Niño y que constituye una singularidad histórico-artística por
ser testimonio de su funcionalidad en los ritos litúrgicos que se celebraban,
en tiempos del emperador Carlos V, en la plaza que era escenario de las dos afamadas
ferias medinenses que se celebraban anualmente. El retablo procede de la
Colegiata de San Antolín, situada en la Plaza Mayor de la villa, donde recibía
culto en una capilla exterior que con forma de balcón o tribuna se abre en su
fachada con la finalidad de permitir el oficio de misas públicas los días de
feria no festivos, para que los mercaderes pudiesen cumplir con el precepto
religioso sin ausentarse de sus negocios. Esto la convierte en el antecedente
más antiguo de las capillas abiertas conservadas, aquellas que dieron lugar a
las "capillas de indios", ampliamente difundidas por iglesias de Hispanoamérica.
Con esta finalidad, la capilla-balcón fue construida
entre los años 1516 y 1523 siguiendo las disposiciones fundacionales dictadas
el 15 de marzo de 1516 por Alonso García del Rincón, arcediano de Cuéllar, abad
de Compludo (diócesis de Astorga), cuarto abad de la Colegiata y célebre por su
significación en la Guerra de las Comunidades. Esta capilla exterior,
autorizada según bula del año 1513 por el papa León X, suponía un segundo altar de
la capilla que bajo la advocación de Nuestra Señora del Pópulo —aunque
oficialmente dedicada a la Inmaculada Concepción— fue levantada en la cabecera
de la nave del Evangelio de la Colegiata, con la que se comunica directamente
por una escalera. Esta disposición se detalla en el documento fundacional: "En memoria la nuestra Santísima Concepción,
en la dicha nuestra capilla se hagan… dos altares de esta manera: el uno, y más
principal, que esté dentro de la misma capilla, y el otro altar segundo se haga
en lo alto de la dicha capilla, metido en la pared de la mano izquierda, en la
parte de fuera hacia la plaza, y este altar esté siempre bien hecho y ataviado
con sus puertas y reja…"
El retablo, tallado enteramente en madera de pino
por un desconocido escultor hacia 1520, presenta una sencilla estructura de
concepción plateresca, con un tablero ensamblado entre dos columnillas con
fustes de extremos helicoidales y el centro decorado con formas vegetales en
relieve, que presenta un arco ojival en cuyo interior se despliega un nimbo en
relieve formado por rayos apocalípticos, con aspecto de llamas, que sirve de
fondo a la imagen exenta de la Virgen del
Pópulo, que descansa sobre una ménsula inferior decorada con un serafín con
alas desplegadas. Otras dos cabezas de serafines se colocan en las enjutas del
arco y remata la parte superior un pequeño friso con un discreto doselete
central. El retablo se completa con una polsera formada por dos paneles
laterales, decorados con grutescos en relieve y dispuestos a candelieri que proporcionan una gran riqueza decorativa al
conjunto, que alcanza unas dimensiones de 192 cm de altura por 155 cm de
anchura.
La Virgen de Pópulo
La escultura de la Virgen con el Niño que preside el
retablo presenta un tamaño ligeramente inferior al natural —138 cm de altura— y
sigue el modelo del icono bizantino del siglo VI de la Virgen del Pópulo —Salus
Populi Romani— que recibe veneración en la basílica de Santa María la Mayor
de Roma, con la Virgen erguida y sujetando al Niño en su brazo izquierdo. La
imagen titular presenta estilemas en el tratamiento de las cabezas y los paños
relacionados con las novedades artísticas llegadas de la Italia renacentista,
lo que ha llevado a sugerir que posiblemente fuese una obra importada, pues su
promotor, el abad Alonso García del Rincón, mantuvo estrechas relaciones con
Italia, falleciendo en Roma en 1533.
La Virgen, cuya disposición frontal contrasta con la
figura escorzada del Niño, viste una túnica larga con el cuello rematado por
una cenefa y un ampuloso manto que le recubre por completo formando abundantes
pliegues diagonales y con las características formas de "V" al frente,
en todos casos con un tratamiento redondeado muy suave, ajeno a las bruscas
aristas que prevalecían en la escultura hispanoflamenca de su tiempo. El manto
cubre parcialmente su cabeza, bajo el que se aprecia una larga melena simétrica
que le llega hasta el pecho y un rostro ovalado y carnoso con cejas arqueadas,
ojos ligeramente rasgados, nariz larga y recta, boca pequeña con surco
nasolabial y mentón y mejillas prominentes. Su mano derecha aparece mutilada,
lo mismo que el espacio bajo los pies, donde mantiene las huellas de una luna
creciente que en su día la identificaban como la Inmaculada Concepción en una época en que todavía no estaba
consolidada su iconografía.
Balcón del Pópulo, Colegiata de San Antolín Medina del Campo
El airoso Niño, con idénticos rasgos faciales, viste
una túnica de una pieza que le llega a los pies, presentando mutilaciones en
ambas manos, aunque es posible sugerir que con la derecha otorgase su bendición
y que en la izquierda sujetase un pequeño libro con las Sagradas Escrituras, siguiendo la iconografía
convencional.
Como dato curioso, tras el manto de la Virgen y en
la espalda del Niño, la escultura presenta rebajes con formas cajeadas que
pudieron contener reliquias —que hacían furor en la época— o guardar
algún documento con una intención que se nos escapa.
Desgraciadamente, por la colocación del retablo a la
intemperie, y por la extrema climatología de Medina del Campo, el conjunto ha
perdido la mayor parte de su policromía, aunque se aprecian restos de las
labores de estofados simulando brocados, de las carnaciones y de algunas partes
doradas, como los cabellos, apreciándose en la restauración realizada en 2010
reiteradas intervenciones superpuestas en la policromía. Durante esta reciente
intervención se aprovechó para hacer una réplica del retablo que fue colocada
en la capilla-balcón de la Colegiata de San Antolín, mientras el original pasó
a integrar los fondos del Museo de las Ferias, donde se puede admirar a corta
distancia.
Colegiata de San Antolín, Plaza Mayor de la Hispanidad Medina del Campo
A modo de epílogo diremos que este fantástico
retablo, que fue estudiado a fondo por José Ignacio Hernández Redondo en 1998,
con motivo de su presentación en la exposición «Mercaderes y Cambistas», es la
obra artística más directamente vinculada con las célebres ferias1
de Medina del Campo que se celebraban en los meses de mayo y octubre y que
convirtieron a la villa, desde las últimas décadas del siglo XV, en la capital
mercantil y financiera de Castilla. Asimismo, es una de las piezas
iconográficas más originales entre las numerosas obras artísticas que atesora
la Colegiata de San Antolín, cuya fachada se abre a la extensa Plaza Mayor de
la Hispanidad y cuyo origen se debe a los deseos del monarca Fernando de
Antequera, nacido en Medina del Campo en 1380, de dotar a su villa natal de una
sede episcopal o colegial, hecho que se consumó en 1480 con Fernando el
Católico, que retomando los deseos de su abuelo consiguió del papa Sixto IV la
preceptiva bula que elevaba el templo a la categoría de colegiata, con un abad
mitrado al frente. El templo sería reedificado, a partir de 1503, por Juan Ruiz
de Medina, segundo abad de la Colegiata, obispo de Segovia y presidente de la
Real Chancillería, que adquirió el patronato de la capilla mayor para
convertirla en su panteón.
De esta manera, la Virgen del Pópulo fue testigo desde su balcón de algunos hechos excepcionales, como la aparición de la letra de cambio en las ferias medinenses o la quema de Medina del Campo en agosto de 1520 tras la sublevación comunera, movimiento al que Medina del Campo fue fiel hasta el final. El modelo del Balcón del Pópulo medinense fue
imitado por el arzobispo Carrillo de Albornoz en el desaparecido convento de
San Francisco de Valladolid, cuya fachada se abría igualmente a la Plaza Mayor
de la ciudad, subsistiendo aún el modelo en iglesias y catedrales de Hispanoamérica.
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
NOTAS
1 Con la colocación del Balcón del Pópulo los cambistas y mercaderes
podían adorar al Santísimo desde la plaza y las tiendas. Según la tradición,
cuando cerraban un trato durante la celebración de la misa, estos se consideraban
válidos y surtían efecto desde ese preciso momento.
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