«Tengo la
sensación de estar entrando en los pulmones de Bach». Ni su visita en un viaje
de placer a la siempre fascinante iglesia de Santa Sofía, en Estambul, bastaba
para que Chillida se alejase de esa suerte de devoción que profesó por la obra
del compositor alemán. Todo le recordaba a él. No en vano llegó a dedicarle un
libro de artista, varios homenajes en metal o granito y hasta una «casa» —un
‘modesto’ acero, hoy en el Museo Reina Sofía, probablemente modelo a escala
(incierta) de otra realidad—.
El concierto que la intérprete Amarilis Dueñas ofrecerá en la capilla del Colegio de San Gregorio es una invitación a degustar, a través de las partituras del maestro del contrapunto, los matices de esa «música callada» que habita en el hierro, el alabastro o el papel de las esculturas de Chillida. Sonido, silencio, tiempo, ritmo, vibración, variación. Escultura y música caminan de la mano. Bienvenidos a «La Casa de Bach».
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