28 de noviembre de 2022

Visita virtual: LA CRUZ DE VILABERTRAN, orfebrería suntuaria con pedrería reciclada







CRUZ PROCESIONAL DE VILABERTRAN

Anónimo (Joan, platero)

Siglo XIV

Alma de madera recubierta de plata dorada repujada y pedrería

Iglesia de Santa María de Vilabertran (Gerona)

Orfebrería gótica catalana

 







Anverso: Cristo crucificado

     Vilabertran es una pequeña población situada en la comarca del Alto Ampurdán, en la provincia de Gerona, apenas a un kilómetro de Figueras. En ella se levanta la Canónica de Santa María, un conjunto románico construido entre los siglos XI y XIII, con aspecto de fortaleza, que acogió a una de las primeras comunidades de monjes agustinos de Cataluña.

Su historia se inicia en 1066, cuando el sacerdote Pere Rigau fue destinado a la pequeña iglesia de Santa María en el término de Vilabertran. Tres años más tarde, tres familias locales donaron los terrenos en los que se encontraba la iglesia, así como otros para ubicar el cementerio y una fuente enfrente del templo. En los años siguientes se levantó junto a la iglesia una residencia para alojar a la comunidad de canónigos seguidores, que adoptó la regla de San Agustín, siendo Pere Rigau su primer abad, que la convirtió en una de las primeras canónicas agustinianas y difundió la reforma fundando otras nuevas, siguiendo las disposiciones de la Iglesia contra las imposiciones nobiliarias en los nombramientos eclesiásticos y la relajación moral de sus miembros.

Anverso: Detalle de Cristo crucificado

     En 1080 se iniciaba la construcción de un nuevo monasterio románico, cuya iglesia de tres naves, que muestra la transición de los modelos constructivos entre los siglos XI y XII, fue consagrada el 11 de noviembre de 1100 por Bernat Umbert, obispo de Gerona. El complejo de la abadía agustiniana, de sobria construcción, se fue levantando durante los siglos XII y XIII en torno a un claustro cuyas pandas presentan parejas de columnas con sencillos capiteles, destacando del conjunto una torre en estilo románico-lombardo levantada junto a la fachada de la iglesia.

En el siglo XIV la canónica se amplió con la capilla funeraria de la familia Rocabertí, en 1592 adquirió el rango de colegiata y en el siglo XVIII se construyó un gran patio con las dependencias que estaban fuera del recinto de la clausura, entre ellas el llamado Palacio del Abad. Así estuvo en activo hasta la desamortización de Mendizábal en el año 1835. En nuestro tiempo la canónica de Santa María de Vilabertran ha sido declarada Bien Cultural de Interés Nacional por el Gobierno de la Generalidad de Cataluña y restaurada en su integridad. 

Anverso: Detalle de Cristo crucificado
LA CRUZ DE VILABERTRAN 

La obra más interesante que se conserva en la iglesia es la conocida como Cruz de Vilabertran, la cruz procesional de orfebrería medieval más grande de toda la Corona de Aragón —160 cm de altura, 100 cm de ancho y 10 cm de espesor—, realizada en el siglo XIV en estilo de transición del románico al gótico. La cruz fue un regalo de bodas realizado por el conde de Ampurias con motivo del enlace real de Jaime II de Aragón (Valencia, 1267-Barcelona, 1327) con Blanca de Anjou (Nápoles, 1283-Barcelona, 1310), su segunda esposa, celebrado en Vilabertran el 29 de octubre de 1295.

La Cruz de Vilabertran es una pieza muy especial por distintos motivos. Por un lado, por constituir una obra singular de orfebrería gótica en plata dorada y repujada, con una iconografía excepcionalmente rica por sus múltiples detalles. Por otro, por llevar incorporada una gran cantidad de pedrería, incluyendo catorce entalles romanos reciclados realizados con piedras semipreciosas, lo que significa el uso de objetos de procedencia pagana como ornamentación del símbolo cristiano por excelencia.

Anverso: Adán en el sepulcro y medallón con Jonás

     La cruz tiene un alma de madera y aparece totalmente recubierta por láminas de plata con distintos tipos de trabajos. Sigue el modelo de cruz latina, patada en los extremos, donde incluye círculos ornamentados, mostrando distinto tipo de decoración en el anverso y reverso. Su peso supera los 14 kilos. 

Iconografía del anverso  

En el anverso el motivo principal es la figura en bulto de Cristo crucificado, que aparece con corona de espinas, la cabeza girada e inclinada sobre su hombro derecho, sin rastro de los clavos ni de la lanzada en el costado, apoyando los pies sobre un soporte y con un colobium que le cubre de la cintura a las rodillas formando pliegues. El cuerpo aparece cincelado con un elemental naturalismo, con los brazos ligeramente flexionados, el vientre hundido, las costillas marcadas y las piernas cruzadas siguiendo un convencionalismo gótico. Por detrás de la cabeza lleva una aureola circular cruciforme que coincide con el cruce de los maderos de la cruz y que está ornamentada con numerosas piedras preciosas engastadas. Sobre el nimbo aparecen letras en relieve que forman la inscripción “IESVS NAZARENVS REXIV DEORVM”, siguiendo la cita de San Lucas (Lc 23,38). Asimismo, entre los brazos de Cristo aparecen cuatro medallones con las figuras repujadas en relieve de los Cuatro Evangelistas, sentados en sus pupitres, escribiendo los evangelios y acompañados del símbolo respectivo del Tetramorfos, San Juan con un águila, San Lucas con un toro, San Marcos con un león y San Mateo con un ángel según la cita del Apocalipsis (Apoc 4, 7).  

Anverso: Medallón inferior, entalle con escarabajo egipcio

     Los bordes de la cruz aparecen recorridos por un fino friso en relieve formado por tallos y volutas entrelazados entre los que se colocan minúsculas rosetas de cinco pétalos, mientras en los extremos de los brazos se encuentran cuatro figuras en relieve que hacen referencia a pasajes evangélicos de la Pasión.

En la parte superior aparece un ángel (con la cabeza mutilada) que sostiene en sus manos el Sol y la Luna, símbolo del paso del tiempo, del principio y fin de todas las cosas, al tiempo que alude al eclipse de sol que se producirá a la muerte de Cristo: “Era cerca de la hora sexta cuando las tinieblas cubrieron toda la tierra hasta la hora nona” (Lc 23,44). En el extremo inferior aparece Adán saliendo del sepulcro en alusión a la cita de San Pablo: “Por obra de un solo hombre entró el pecado en el mundo, y con el pecado entró también la muerte; y así la muerte se ha extendido a todos los hombres, puesto que todos han pecado” (Rm 5,12). En el extremo izquierdo se encuentra la figura de la Virgen, a la que le falta la cabeza, y en el derecho San Juan, que sujeta en sus manos el libro del Apocalipsis, ambos con abultados ropajes formando pliegues.    

Anverso: Medallón de San Pablo

     Entre estas figuras de los extremos y la de Cristo se colocan cuatro medallones destacados que aparecen decorados con una complicada filigrana de tallos con diminutas rosas de cinco pétalos. Distribuidas de forma simétrica aparecen piedras preciosas engastadas de diferente calidad y tamaño, siendo algunas de ellas antiguos entalles romanos. En el círculo superior una piedra negra tiene forma de cruz.

En el centro de estos medallones se encuentra un núcleo circular con pequeños rostros en relieve realizados con esmalte negro sobre fondos nielados de color rojo y azul. Se ha interpretado que los que aparecen a los lados de los brazos de Cristo representan a San Pedro y San Pablo, ambos con nimbo y colocados en posición de tres cuartos. A ambos se les suele representar juntos por estar considerados como pilares de la Iglesia, San Pedro como primer Papa y San Pablo como propagador del Evangelio. Más difícil de identificar son los rostros que aparecen en los medallones del brazo vertical de la cruz, aunque se ha apuntado que pudieran representar a dos profetas del Antiguo Testamento como prefiguración de Jesucristo: arriba Moisés, que representa la salvación a través de la crucifixión de Cristo, y abajo Jonás, símbolo de la resurrección por haber pasado tres días en el interior de la ballena que le vomitó. En este medallón inferior se incluye un entalle de origen egipcio, realizado en época imperial romana, con la figura sagrada de Khepri, el dios con cara de escarabajo que en la antigua religión egipcia representaba al sol naciente y por extensión la creación y la renovación de la vida, adquiriendo su presencia en la cruz el simbolismo de la resurrección, pues el escarabajo surge de las entrañas de la tierra como el sol naciente.

Anverso: Medallón de San Pablo

     Junto a estos grandes medallones, que en conjunto presentan numerosos cabujones con piedras preciosas, aparecen otros tres círculos que no sobresalen del madero de la cruz, dos en los brazos y otro sobre el nimbo central, en los que se representan escenas de caza. En el centro, dentro de una moldura lobulada, aparece un cazador a caballo, tocando un cuerno, sujetando un halcón y acompañado de un perro. Alrededor, dentro de seis marcos igualmente lobulados, aparecen relieves con animales que corren de derecha a izquierda. Representan un ciervo, una liebre y un jabalí, junto a tres perros que persiguen a cada uno de ellos, con los espacios interiores y exteriores decorados con hojas de roble, símbolo de fortaleza.

Por debajo de la figura de Cristo aparecen cinco pequeños viriles, cubiertos con cristal de roca, que contienen reliquias, ocupando el centro la que contiene una pequeña astilla del Lignum Crucis.

 

Iconografía del reverso 

El reverso de la cruz, de idéntica estructura, prescinde en su ornamentación de la pedrería. En el medallón que ocupa el centro aparece el símbolo del Agnus Dei en relieve, con la piel rizosa, la cabeza vuelta, coronado por un nimbo cruciforme y portando una cruz con un estandarte que como símbolo de la resurrección sujeta con su pata flexionada.

Anverso: Figura de San Juan en el travesaño derecho

     Coincidiendo con los cuatro grandes medallones del anverso, en el reverso figuran otros cuatro del mismo tamaño con los símbolos en relieve de los Cuatro Evangelistas: arriba, en el árbol de la cruz, el águila de San Juan sujetando una filactería entre sus garras; abajo un ángel que porta un libro representando a San Mateo; en el travesaño izquierdo el toro de San Lucas con una filactería entre sus patas delanteras y con la cabeza vuelta hacia el Agnus Dei; en el travesaño derecho el león alado de San Marcos igualmente con la cabeza vuelta hacia el centro y sujetando entre las patas una filactería.

De una forma muy sutil, el orfebre relaciona con rigor escriturístico los símbolos y personajes que aparecen en los medallones del anverso y reverso de la cruz. En el medallón superior a Moisés le hace coincidir con el águila de San Juan, de acuerdo con la cita del apóstol “Igual que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así debe ser levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga vida eterna en él” (Jn 3,14). En el medallón inferior se relaciona al profeta Jonás con el símbolo de San Mateo, que relata en su evangelio “Él respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar” (MT 12, 39-41).

Anverso: Medallón de San Pedro y figura mutilada de la Virgen

     Otro tanto ocurre en los medallones del travesaño, donde San Pedro aparece relacionado con el símbolo de San Marcos, no por los pasajes de su evangelio, sino por los estudios de la sagrada escritura que interpretan que los escritos de este evangelista responden a la predicación oral de San Pedro en Roma antes de su martirio, una interpretación sorprendente en el siglo XIV. Finalmente, el medallón de San Pablo se hace corresponder con el símbolo de su discípulo San Lucas, que en los Hechos de los Apóstoles cita “El Señor le dijo: Vete, porque éste es mi instrumento elegido para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel.  Yo le mostraré lo que deberá sufrir a causa de mi nombre” (Hechos 9,15-16).

En los cuatro extremos de la cruz aparecen otros cuatro círculos repujados más pequeños con escenas de caza, similares a los del anverso, aunque estos están bordeados por una orla con tallos sinuosos con pequeñas rosetas de cinco pétalos. Asimismo, toda la superficie del árbol y el travesaño de la cruz se encuentra recubierta con relieves que adoptan la forma de volutas en forma de tallos entrelazados con hojas, siguiendo el mismo diseño que aparece en las columnas del baldaquino de la catedral de Gerona, elaborado en 1320. 

Reverso de la Cruz de Vilabertran, s. XIV
Los entalles romanos incorporados a la cruz

Como ya se ha dicho, en la ornamentación del anverso de la cruz se encuentran hasta catorce trabajos realizados en piedras semipreciosas grabadas que se podrían datar entre los siglos II y III d. C., en la época del Alto Imperio Romano. Es la glíptica la ciencia que se dedica al estudio de la talla sobre piedras preciosas o semipreciosas, distinguiendo entre entalles, con el motivo excavado en el fondo (diaglíptica) y camafeos, con el motivo esculpido en relieve (anaglíptica). Todas las piezas que decoran la cruz son entalles, a excepción de una con técnica mixta, estando realizados en cornalina y distintos tipos de ágata y de jaspes, siendo la finalidad de su reciclaje en los medallones en anverso de la Cruz de Vilabertran puramente estética y decorativa, aunque suponga la paradoja de utilizar joyas paganas en un objeto estrictamente cristiano. En las figuraciones de los entalles aparecen animales como un grifo, el centauro Quirón, una grulla y un escarabajo egipcio, así personificaciones de Apolo, Venus, Mercurio, Europa, Pomona, Fortuna, Victoria y un sátiro.   

Diversos autores creen encontrar su procedencia en la necrópolis de las ruinas de la cercana ciudad griega y romana de Ampurias, aunque Rafael Torrent1 apunta que este conjunto de entalles romanos pudo ser llevado a Vilabertran por Blanca de Anjou desde las costas de Nápoles, de donde ella procedía, hipótesis también apoyada por Miquel Oliva. 

Reverso: Medallón central del Agnus Dei

     En el año 2008 la Cruz de Vilabertran, propiedad del Obispado de Gerona, fue restaurada por Montserrat Cañís en el Centro de Restauración de Bienes Muebles de Cataluña, para lo que tuvo que abandonar Vilabertran como ya lo hiciera durante la Guerra Civil, cuando por seguridad viajó con otras obras de arte a Francia. Durante el proceso de restauración, no sólo fue puesta en evidencia su calidad artística y técnica, sino que deparó una inesperada sorpresa, pues al desmontar los medallones para sustituir los clavos oxidados por otros de plata, se hallaron en su interior papeles doblados y recortados para que las piezas encajaran. En uno de los papeles, leído con la ayuda de luz ultravioleta, aparecía un escrito del siglo XIII en el que, con letra gótica, aparecía el nombre de su artífice y el lugar de su elaboración: “Joan argenter…seu gerundensis”, por lo que hoy podemos conocer que esta obra maestra de orfebrería fue elaborada por un platero llamado Joan en la catedral de Gerona.

En noviembre de 2008 la cruz regresó restaurada a la canónica de Santa María de Vilabertran, donde puede contemplarse dentro de una moderna vitrina realizada en Milán. La restauradora incluyó bajo los medallones papeles inertes en los que explica quién y cuándo la restauró, qué tipo de restauración se hizo y quién lo financió, por si en un futuro muy lejano es objeto de una nueva intervención.        

Reverso: Medallón inferior con escena de caza

 
Informe y fotografías: J. M. Travieso.

 

Notas

1 TORRENT, Rafael: Dª Blanca, esposa de Jaime II, y la cruz de Vilabertran, Revista Canigó, año IV, núm. 39, Figueras, 1957.






Reverso: Medallón con el símbolo de San Lucas










Reverso: Medallón con el símbolo de San Marcos










Reverso: Medallón con el símbolo de San Mateo






















Fachada y torre de la iglesia de Santa María de Vilabertran










Interior de la iglesia de Santa María de Vilabertran










Claustro de la Canónica de Santa María de Vilabertran








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