SANTA TERESA
Gregorio Fernández (Sarria, Lugo,
1576 – Valladolid, 1636)
1615
Madera policromada y ojos de
vidrio
Santuario de Nuestra Señora del
Carmen Extramuros, Valladolid
Escultura barroca. Escuela
castellana
Aunque desde hacía tiempo ya se había divulgado la imagen de Santa
Teresa a través de grabados y pinturas, incluso sobrepasando el ámbito de la
orden carmelita, fue a consecuencia de su beatificación el 24 de abril de 1614 por
el papa Pablo V, tras un proceso que había contado con el apoyo de Felipe II en
las gestiones diplomáticas, cuando se incrementó la iconografía de la santa
abulense, encontrando en el campo de la escultura un medio especialmente adecuado
para el desarrollo de su culto. Al igual que aquel hecho fue motivo de
celebraciones en todo el país, como nos informa fray Diego de San José en el Compendio
de las solemnes fiestas que en toda España se hicieron en la Beatificación de N.
B. M Teresa de Jesús, fundadora de la reformación de los Descalzos y Descalzas
de N. S. del Carmen, obra publicada en Madrid en 1615, enseguida se
encargaron a distintos escultores imágenes de la santa, especialmente en aquellas
poblaciones en que había realizado sus fundaciones, en la mayoría de los casos procurando
exaltar su faceta de escritora y la inspiración divina vertida en sus escritos.
Estas debieron ser las circunstancias en la que se produjo el encargo a
Gregorio Fernández de esta escultura en Valladolid, trabajo que habría emprendido
en 1615, pocos meses después de ser promulgado tan importante breve pontificio,
según propuesta de Jesús Urrea, que en 1972 atribuyó definitivamente esta
escultura a las gubias de Gregorio Fernández. Tan singular creación iconográfica,
que se convertiría en un arquetipo repetido por el maestro gallego y copiado
por otros muchos escultores, actualmente se conserva en el lado de la epístola
del Santuario de Nuestra Señora del Carmen Extramuros de Valladolid, donde
Canesi la conoció y calificó “de hechura primorosa”.
En su conjunto, tanto por el carácter cerrado de la composición como por
los rajados en oro de los estofados realizados en su policromía, la escultura presenta
un aspecto tardomanierista, rasgo común a otras obras realizadas en la etapa
temprana del escultor en Valladolid. La escultura sigue un elegante y cadencioso
movimiento con un leve giro corporal, revestida del hábito carmelitano y
sujetando un libro que con su mano izquierda estrecha contra su cintura —que
alude a su condición de fundadora— y sujetando delicadamente con los dedos de
su mano derecha una pluma liviana —alusión a su faceta de escritora—, con el
rostro elevado y ligeramente orientado hacia la derecha, la boca entreabierta y
la mirada dirigida al cielo para sugerir un rapto de inspiración mística
recibida del Espíritu Santo.
El rostro muestra una idealización de extraordinaria perfección en su
condición de mujer madura, con las huellas de su actividad andariega, aunque su
fisionomía no pretende ajustarse a un retrato real. El óvalo facial aparece enmarcado
por la toca y el velo del hábito, en el que destaca el movimiento del
escapulario y del manto, que aparece sujeto al cuello mediante un pasador con
forma de un pequeño balaustre y recogido a la altura de la cintura, como sujeción
del libro, con lo que se rompe la monotonía en la caída de paños y el principio
de simetría. Contribuye a realzar el movimiento la colocación ligeramente adelantada
de la rodilla derecha, que sugiere una posición de contrapposto, estableciendo
en las telas grandes y redondeados pliegues que dotan de volumen y plasticidad
a la figura, un recurso habitual en las esculturas que realizara en su primera
etapa. La imagen descansa sobre una sencilla peana achaflanada, decorada con
labores de cadeneta, en la que bajo la túnica asoma la punta de un zapato
cerrado, detalle curioso, pues es sabido que la santa utilizaba las preceptivas
sandalias prescritas por la orden.
Tiene ojos postizos de cristal y encarnación mate. A pesar de la sobriedad
monástica del hábito carmelitano y con el fin de dignificar al personaje, el acabado
de la indumentaria presenta una rica policromía de estofados en los que esgrafiados
con formas vegetales y florales dejan aflorar el oro, incorporando en el
escapulario y el manto vistosas orlas florales aplicadas a punta de pincel. Respecto
a esta ornamentación, Jesús Urrea advirtió que la orla visible del manto oculta
la original decorada con piedras fingidas que aún es visible en la parte
posterior, sugiriendo que pudo haber sido modificada en 1624, cuando la imagen
fue colocada en un retablo realizado ese año, poco después de su canonización
en 1622.
Con esta escultura Gregorio Fernández creaba un arquetipo que tendría
una enorme difusión por la devoción a la santa en toda España. El propio
escultor haría una réplica mimética de este modelo que, manteniendo su acabado
original, aún recibe culto en una capilla que ocupa el espacio de lo que fuera
la celda de la santa en el convento de las Descalzas de Burgos.
Asimismo, hacia 1618 Gregorio Fernández hacía otra versión similar para
el convento de San Antonio de Vitoria, ciudad donde la santa no había realizado
ninguna fundación. En este caso la comitente fue Mariana Vélez de Guevara,
condesa de Treviana, siguiendo las recomendaciones de su primo fray Juan de
Orbea, prior del Carmen Calzado de Valladolid y amigo personal de Gregorio
Fernández, que como mecenas proporcionó a muchos monasterios carmelitanos obras
del escultor. La escultura, que no desapareció con la Desamortización, aunque
sí el retablo, actualmente recibe culto en el retablo mayor de la iglesia del
convento (actualmente de clarisas), aunque aparece un tanto desfigurada por una
insulsa policromía posterior que oculta la original.
No obstante, Gregorio Fernández, que tenía una especial predilección por
los carmelitas, crearía una nueva modalidad iconográfica que presenta algunas
variantes sobre este prototipo y que aplicó en la imagen de Santa Teresa
que realizara hacia 1624 para la capilla dedicada a la mística abulense que la
condesa de Oñate, tía de fray Juan de Orbea, había fundado en el convento de
Nuestra Señora del Carmen (Carmelitas Calzados) de Valladolid, situado
prácticamente enfrente de la casa-taller del escultor.
Esta segunda versión más evolucionada, que debió ser encargada para
celebrar la canonización de Santa Teresa por el Papa Gregorio XV el 12 de marzo
de 1622 (junto San Isidro Labrador, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier
y el italiano San Felipe Neri) y de la que se tiene constancia desde 1625, sería
la iconografía teresiana fernandina más divulgada. Actualmente es una de las
piezas barrocas más emblemáticas del Museo Nacional de Escultura.
La santa aparece más serena que en la versión anterior y más joven, con
la composición más abierta y barroca y con pliegues duros y profundos en los
paños, característicos del escultor en esos años. En su estilo se advierte un
marcado giro hacia el realismo, con el rostro idealizado, pero próximo al retrato
que fray Juan de la Miseria hiciera en vida a la mística, junto a detalles como
el libro, que adquiere mayor verosimilitud al reproducir con detalle el cuero
de la encuadernación y la flexibilidad de las páginas de papel, con una de las
puntas dobladas y una inscripción con el nombre de su confesor —Pedro de
Alcántara—, así como la caída del velo por la espalda, sujeto por un alfiler. La
tendencia al realismo se manifiesta igualmente en el tipo de policromía, con la
encarnación a pulimento y el hábito en colores planos, reduciendo el
preciosismo a las orlas que bordean el escapulario y el manto, en este último
imitando pedrería engastada en oro que adquiere un vistoso dinamismo. Todo ello
contribuye a reflejar un momento intemporal de contemplación mística.
Informe y
fotografías: J. M. Travieso.
|
Izda: Gregorio Fernández. Santa Teresa, iglesia de San Antonio, Vitoria Dcha: Gregorio Fernández. Santa Teresa, convento de las Descalzas, Burgos (Fotos tomadas de la red) |
|
Izda: Gregorio Fernández. Santa Teresa, 1615, Santuario de Ntra. Sra. del Carmen Extramuros, Valladolid Dcha: Gregorio Fernández. Santa Teresa, hacia 1624, Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
|
Izda: Gregorio Fernández. Santa Teresa, 1615, Santuario de Ntra. Sra. del Carmen Extramuros, Valladolid Dcha: Gregorio Fernández. Santa Teresa, hacia 1624, Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
|
Gregorio Fernández. Detalle de Santa Teresa, hacia 1624 Museo Nacional de Escultura, Valladolid |
|
Juan Rodríguez. Santa Teresa según el modelo fernandino, mediados siglo XVII Santuario de la Virgen del Carmen, Carmelitas Descalzos Medina del Campo (Valladolid) |
|
Anónimo italiano. Canonización de Santa Teresa en Roma en 1622, s. XVII Monasterio de la Anunciación del Carmen, Carmelitas Descalzas Alba de Tormes (Salamanca) |
* * * * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario