BASÍLICA DE SAN JUAN DE BAÑOS
Arquitecto anónimo, bajo el mandato de
Recesvinto
661
Piedra caliza, fustes romanos
reaprovechados, capiteles visigóticos y cubierta de madera
Iglesia de San Juan Bautista,
Baños de Cerrato (Palencia)
Arquitectura visigoda
Fuente de Recesvinto, antiguas aguas termales romanas |
Según cuenta la tradición, sin que exista ningún aval documental ni arqueológico, Recesvinto, rey visigodo entre los años 653 y 672, en su regreso a Toledo tras su victoria sobre Fruela, caudillo de los vascones, y los aquitanos, por estar aquejado de una infección renal tuvo que hacer un alto en el camino en una pequeña aldea —Balneos, actual Baños de Cerrato— tras serle recomendado que bebiera las aguas curativas de un manantial existente en ese lugar, donde, al parecer, habían existido unas termas romanas y un templo consagrado al dios Esculapio. Al recuperar rápidamente su salud, Recesvinto lo consideró como un hecho milagroso y en señal de agradecimiento mandó construir a pocos metros del manantial un templo dedicado a San Juan Bautista, al tiempo que mandó remodelar la fuente —actualmente conocida como Fuente de Recesvinto— preservando la cisterna, donde se realizaban baños por inmersión, con dos grandes arcos de herradura.
LA BASÍLICA DE SAN JUAN DE
BAÑOS
Al margen de las circunstancias en que la tradición señala el origen de
la iglesia, un hecho cierto es que fue mandada erigir por el rey Recesvinto y
consagrada en el año 661 de la Era Cristiana (699 de la Era Hispánica) en honor
de San Juan Bautista, tal y como se describe en la lápida que aparece coronando
el arco triunfal de la capilla mayor, cuyo texto también figura en el Códice
de Azagra del siglo X, copiado de un manuscrito toledano del siglo VII.
Esta fundación real, que sería tutelada por la sede episcopal de Palencia, no
sólo es la iglesia más antigua de España, sino la arquitectura más original y
genuinamente hispánica de cuantas realizó el arte visigodo.
En origen la basílica, construida con un buen aparejo de sillares colocados a hueso, constaba de un pórtico a los pies, tres naves separadas por arquerías de herradura sobre columnas con capitel y una planta en forma de tridente al incorporar un crucero con tres ábsides rectangulares de testeros planos y separados entre sí por espacios de idénticas dimensiones, siguiendo un esquema similar a la cabecera de la iglesia visigoda de Santa Lucía del Trampal en Alcuéscar (Cáceres), igualmente levantada en el siglo VII.
La construcción que ha llegado a nuestros días mantiene buena parte de su primitiva planta basilical, modelo que viene a suponer un nexo de conexión entre la arquitectura de tradición romana y la realizada en la Hispania cristiana a finales del Imperio romano.
Fachada de la basílica de San Juan de Baños |
De la primitiva basílica se mantiene el austero pórtico, avanzado en
planta, en el que se abre la portada del templo mediante elementos de gran
pureza visigótica, como un gran arco de herradura, sobrepasado en 1/3 y
compuesto por doce dovelas que no mantienen un trazado paralelo y con espesor
irregular, que están ornamentadas en el trasdós con una cenefa de tetrafolias
simétricas, labradas a bisel, que hacen recordar los trabajos de orfebrería
típicamente visigodos. Se remata en la clave con una cruz patada de Malta en
relieve a la que se añade un pequeño clípeo con el busto de un desconocido
personaje. El arco reposa sobre dos impostas decoradas con los mismos motivos,
a mayor tamaño y más complejos, a los que figuran en las dovelas del arco:
tetrafolias alternando con cabujones formando círculos tangentes. Añadidos a la
parte superior del arco, en la enjuta derecha, aparecen dos sillares decorados
con una venera y una palma de significación simbólica.
Portada con arco de herradura |
El interior
El interior conserva la disposición original de tres naves, la central de
mayor altura que las laterales, separadas por arquerías de herradura (con un
tercio del radio de peralte) sobre columnas con fustes monolíticos romanos del siglo IV reaprovechados
—de tonos grises, beige y rosáceos— y siete capiteles corintios de factura
visigoda que imitan al único original romano de ejecución anterior, reutilizado
en la parte izquierda junto al ábside central. Las calidades y tonalidades de
las columnas de mármol ponen un sugestivo contrapunto a los austeros muros del
templo, levantados en austera piedra caliza de tonos pálidos. Por su parte los capiteles,
que algunas fuentes atribuyen a un arquitecto sirio, siguen un orden corintio
muy esquemático del que existen precedentes romanos, con hojas de acanto lisas
dispuestas en dos filas y tallos que se alargan para formar las volutas
angulares —habituales caulículos—, lo que supone una evolución del capitel
corintio clásico, pues, conservando todos los elementos esenciales, reciben
otro tratamiento estilístico mediante la alteración de la fisionomía vegetal,
lo que da lugar a la configuración de originales y dispares combinaciones en el
arte visigodo.
Decoración de la portada |
Sin embargo, la planta actual no conserva en la cabecera la disposición original, pues en la Edad Media la iglesia se reconstruyó haciendo desaparecer los ábsides laterales y el espacio con función de crucero o transepto que los unificaba, siendo convertidos en nuevos ábsides laterales los espacios que separaban los ábsides laterales originales con función de sacristías, de modo que la planta quedó convertida en un rectángulo con la cabecera desfigurada en forma de tres ábsides continuos de testeros planos de los que únicamente es original el central, que se cubre con bóveda de cañón de herradura, mientras los laterales lo hacen con bóvedas de crucería góticas. Al tiempo, los muros de las naves laterales modificaron su trazado original para adoptar otro ligeramente oblicuo que se estrecha hacia los pies de la iglesia.
Impostas decoradas de la portada |
Afortunadamente, el ábside central, convertido en capilla mayor,
conserva todos sus elementos originales, como una fantástica bóveda de cañón de
herradura que arranca de una monumental imposta que recorre los muros laterales
con el mismo tipo de decoración geométrica que en las impostas de la portada:
tetrafolias que se funden con cabujones formando círculos tangentes, un modelo
típicamente visigodo que algunos han interpretado como un símbolo de la doble
naturaleza —divina y humana— de Cristo.
Cruz e imposta de la portada |
Interior de la basílica de San Juan de Baños |
V PRECURSOR DNI MARTIR BABTISTA AIOHANNES
POSSIDE CONSTRUCTAM
IN ETERNO MUNERE SEDE
QUAM DEVOTUS EGO REX RECCESVINTHUS
AMATOR
NOMINIS IPSE TUI
PROPRIO DE IURE DICAUI
TERTII POST DECM
REGNI COMES INCLITUS ANNO
SEXCENTUM DECIES ERA
NONAGESIMA NOBEN
cuya traducción literal es:
“U Precursor del Señor,
mártir Juan Bautista, posee en eterno ofrecimiento esta basílica construida para
ti, la cual yo mismo, el devoto rey Recesvinto, amador de tu nombre, te he dedicado
de lo mío propio, en el año tercero después del décimo en que he sido compañero
ínclito del reino. En la Era seiscientos noventa y nueve”.
La lápida está enmarcada por cuatro dados pétreos, a modo de modillones, decorados al frente por veneras, figuras de aves a los lados y discos solares en la parte inferior, recordando la ornamentación del “Nicho de Mérida” (Museo Visigodo de Mérida), en este caso sustituyendo el crismón de aquel por discos solares que aluden a Cristo como fuente de luz. Sobre la lápida discurre la imposta que recorre toda la nave decorada con los mismos motivos geométricos que se repiten por toda la iglesia labrados a bisel.
Separación de naves: Arcos de herradura, fustes romanos y capiteles visigodos |
La Corona de
Recesvinto
Sobre la mesa del altar que ocupa el centro del ábside central pende la Corona
de Recesvinto, una copia fidedigna, realizada en 1961, de la original conservada en el Museo
Arqueológico Nacional de Madrid. Se trata de una joya de la orfebrería visigoda,
elaborada en el siglo VII y donada a la basílica de San Juan de Baños por dicho
rey con la finalidad de honrar a Dios.
Separación de naves |
El tesoro de Guarrazar es un conjunto de orfebrería visigoda
compuesto por coronas y cruces que varios reyes y abades del reino visigodo de
Toledo ofrecieron en su día como exvoto. Fue hallado fortuitamente en agosto de
1858 en el yacimiento arqueológico denominado huerta de Guarrazar, situado en
la localidad de Guadamur, muy cerca de Toledo.
Del conjunto formado por coronas, cruces y otros objetos litúrgicos de oro y
pedrería, elaborados en el siglo VII, distintas piezas se hallan repartidas
entre el Museo Nacional de la Edad Media de Cluny de París (tres lotes), la Galería
de las Colecciones Reales de Madrid (Corona del abad Teodosio y la cruz de
Lucecio) y el Museo Arqueológico Nacional de Madrid (seis coronas, cuatro
cruces colgantes y fragmentos como los brazos de una gran cruz, destacando la
Corona de Recesvinto). Una corona votiva de este tesoro, perteneciente al rey
Suintila, fue robada en 1921, sin que hasta ahora haya sido recuperada.
Capiteles visigodos corintios de la nave derecha |
Capiteles visigodos corintios de la nave izquierda |
De una cadeneta que recorre la parte inferior de la diadema cuelgan de pequeñas cadenas 23 letras de oro con incrustaciones que componen la dedicación real en latín. Estas configuran la leyenda "RECCESVINTHVS REX OFFERET (El rey Recesvinto la ofreció)" y de todas penden ricos cabujones y piezas de pedrería, configurando un conjunto colorista a través del amarillo del oro, el azul de los zafiros, el rojo de los granates y almandinas y los tonos blanquecinos de las perlas. Con estas coronas votivas y cruces los visigodos continuaron en Hispania la tradición de los reyes bizantinos de ofrecer estas joyas a determinadas iglesias.
Arquerías en la nave central y ventanales abocinados |
En la actualidad, el ábside izquierdo de la iglesia está reconvertido en baptisterio, después de que en él se instalara una gran pila bautismal de piedra que fue encontrada en el exterior del templo, cuya falta de decoración impide afinar sobre su cronología. No obstante, bien podría tratarse de una obra realizada en tiempos de la construcción del templo, pues es evidente que fue utilizada para los ritos del bautismo por inmersión, por tanto, acorde con los modos litúrgicos utilizados por los visigodos.
Capitel romano reutilizado a la izquierda del ábside central |
Cien años después de su construcción se produjo la invasión de los
musulmanes de la Península Ibérica, por lo que el templo de San Juan de Baños
quedaría temporalmente en desuso, aunque nunca llegó a ser destruido por
completo posiblemente por el respeto profesado por el Islam a San Juan Bautista,
reconocido por los musulmanes como el profeta Yahia.
Tras la reconquista cristiana del Valle del Duero, la iglesia pasó a ser
posesión de la reina doña Urraca, que tiempo después la entregó en donación a
los monjes del cercano monasterio de San Isidro de Dueñas. Después tuvo función
de parroquia hasta el siglo XVI, aunque tras la construcción en dicho siglo en
Baños de Cerrato de una nueva iglesia dedicada a San Martín de Tours, que en
1581 fue convertida en parroquia, la iglesia de San Juan de Baños pasaría a
ostentar la categoría de ermita.
El año 1897 la basílica de San Juan de Baños fue declarada Bien de Interés Cultural.
Imposta con decoración geométrica que recorre el ábside central |
Arco triunfal y bóveda de herradura del ábside central |
Informe y fotografías: J. M. Travieso.
Lápida fundacional sobre el arco triunfal |
Texto en latín de la lápida fundacional y transcripción |
Celosía pétrea visigoda en el exterior de la ventana del ábside central |
Copia de la Corona de Recesvinto sobre el altar. Original en el Museo Arqueológico Nacional |
Detalles de la Corona de Recesvinto original. Museo Arqueológico Nacional |
Vista exterior de los ábsides de San Juan de Baños |
Aspecto del baptisterio y nave central |
Pila bautismal visigoda sin decoración, rito de inmersión |
Bóvedas de crucería del siglo XIV en los ábsides laterales |
Techumbre a dos aguas de la nave central, factura moderna |
Aspecto actual de la basílica de San Juan de Baños Baños de Cerrato (Palencia) |
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